Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 24

—¿Están seguros de que se quieren quedar a ver esto? —preguntó Bella, mirando sobre todo a Lilly, con el dedo sobre el ratón a punto de hacer clic en el historial del navegador de Jamie—. No sabemos qué nos vamos a encontrar.

—Ya —dijo agarrando con fuerza el respaldo de la silla, constatando que no se iba a ir a ningún sitio.

Bella intercambió una mirada rápida con Harry, que le aseguró que él también estaba preparado asintiendo con la cabeza.

—Vale.

Hizo clic en el historial de Jamie y se abrió una pestaña nueva. La entrada más reciente era del viernes 27 de abril a las 17.11. Había estado en YouTube viendo compilaciones de vídeos de epic fails. Otras entradas de aquel día: Reddit, más YouTube, una serie de páginas de Wikipedia que iban desde los caballeros templarios hasta Slender Man.

Pasó al día anterior y una entrada en concreto llamó su atención: Jamie visitó la página de Instagram de Layla Mead dos veces el jueves, el día antes de desaparecer. También buscó «rose parkinson violación juicio mike newton», que lo llevó a la página de Bella: , donde parece que Jamie escuchó la actualización del juicio de aquel día que habían grabado ella y Edward.

Siguió mirando el resto de los días: lo más leído de Reddit, páginas de Wikipedia, maratones de Netflix. Buscaba algo, lo que fuera, que le pareciera poco habitual. Pero extraño de verdad, no un artículo raro de Wikipedia. Llegó hasta el lunes de la semana anterior y vio algo que la hizo parar en el jueves 19: el día de su cumpleaños. Jamie había buscado en Google «¿qué se considera abuso?». Y, después de mirar algunos resultados, buscó: «cómo pelear».

—Aquí hay algo raro —dijo Bella señalando los resultados con el dedo—. El día de su cumpleaños hizo estas búsquedas a las 23.30. La noche en la que tú lo escuchaste salir a escondidas, Harry, cuando volvió con el jersey manchado de sangre. —Miró de nuevo hacia la prenda, todavía sobre la cesta—. Parece que sabía que se iba a meter en alguna pelea aquella noche. Es como si se hubiera estado preparando.

—Pero Jamie nunca se ha peleado con nadie. Lo que es evidente si tuvo que buscar en Google cómo hacerlo —dijo Harry.

Bella tenía más cosas que decir con respecto a eso, pero otro resultado llamó su atención. Lunes 16, unos días antes, Jamie había buscado «padres controladores». A Bella se le cerró la garganta, pero mantuvo a raya sus reacciones y lo pasó rápidamente, antes de que los demás lo vieran.

Pero ella no pudo hacer como que no lo había visto. Y ahora no era capaz de parar de pensar en las fuertes discusiones, en la total falta de interés de James por la desaparición de su hijo, en el posible cruce de las líneas temporales de Jamie y su padre aquella noche. Y, de pronto, fue muy consciente de que James Potter estaba sentado en la estancia que tenían debajo, y sintió su presencia como algo físico, filtrándose a través de la moqueta.

—¿Qué es eso? —preguntó Harry de pronto, y Bella se estremeció.

Había seguido desplazándose por los resultados, pero de repente se había parado y su mirada seguía la línea que marcaba el dedo de Harry. Martes 10 de abril, a la 01.26 de la madrugada. Había una serie de búsquedas extrañas en Google, la primera: «cáncer de cerebro». Jamie había hecho clic en dos resultados de la página web del Servicio Nacional de Salud, uno era de «tumores cerebrales» y el otro de «tumor cerebral maligno». Unos minutos después, Jamie volvió a Google y tecleó «tumor cerebral inoperable» e hizo clic en la página web de una organización benéfica contra el cáncer. Luego le hizo una última pregunta a Google aquella noche: «ensayos clínicos cáncer cerebro».

—Eh… —dijo Bella—. Vale que yo busco todo tipo de cosas en internet, y es evidente que Jamie también, pero creo que esto es diferente. Es como… muy deliberado, muy directo. ¿Conocen a alguien que tenga cáncer de cerebro? —Bella le preguntó a Lilly.

Ella negó con la cabeza.

—No.

—¿Alguna vez Jamie dijo que conociera a alguien que lo padeciera? —Esta vez le preguntó a Harry.

—No, nunca.

Y lo que Bella quería preguntar, pero no era capaz: ¿era posible que Jamie estuviera investigando tumores cerebrales porque se había enterado de que tenía uno? No. No podía ser. Está claro que eso es algo que no le ocultaría a su madre.

Bella intentó seguir bajando, pero ya había llegado al final de los resultados.

Jamie debía de haber borrado el resto del historial. Estaba a punto de continuar cuando se fijó en el último par de elementos buscados. Los había visto, pero no había hecho clic sobre ellos, y reposaban en silencio entre los resultados del tumor cerebral y vídeos de perros caminando sobre sus patas traseras. Nueve horas después de investigar los tumores cerebrales, supuestamente después de haberse ido a dormir y despertarse al día siguiente, Jamie le había preguntado a Google «cómo ganar dinero rápido» e hizo clic en un artículo que se titulaba «11 formas sencillas de ganar dinero rápido».

No era lo más raro de ver en el ordenador de un chico de veinticuatro años que todavía vivía en casa de sus padres, fue el momento lo que lo hizo significativo. Solo un día después de que Jamie buscara eso, la madre de Bella lo atrapo intentando robar la tarjeta de crédito de su empresa. Tenía que estar relacionado. Pero ¿por qué se despertó Jamie el martes 10 tan desesperado por el dinero? Tuvo que pasar algo el día anterior.

Con los dedos cruzados, Bella tecleó «Instagram» en la barra de direcciones.

Esto era lo más importante: acceso a los mensajes privados de Jamie y Layla, una de las formas de identificar a la impostora. «Por favor, que esté guardada la contraseña. Por favor, por favor, por favor».

Apareció la página de inicio en la pantalla, con la sesión iniciada en el perfil de Jamie Potter.

—¡Bien! —susurró, pero un fuerte zumbido la interrumpió.

Era su teléfono en el bolsillo de atrás, vibrando intensamente contra la silla.

Lo sacó. Su madre. Al ver la hora, Bella sabía exactamente por qué la llamaba.

Eran pasadas las diez, un día entre semana, así que iba a tener problemas.

Suspiró.

—¿Tienes que irte, cielo? —Lilly debió de leer la pantalla por encima del hombro de Bella.

—Debería, sí. ¿Te…? ¿Te importa si me llevo la computadora de Jamie? Así puedo revisar detenidamente esta noche sus redes sociales y les cuento mañana lo que encuentre.

Además, no creía que Jamie hubiera querido que su madre y su hermano leyeran sus mensajes privados con Layla. Sobre todo si eran, en fin…, poco apropiados para una madre y un hermano.

—Claro —dijo Lilly pasándole a Bella la mano por el hombro—. Tú eres la que sabe lo que está haciendo.

Harry aceptó con un silencioso «Sí», aunque Bella se dio cuenta de que quería ir con ella, que la vida real no tenía por qué molestar continuamente.

Instituto, padres, horarios.

—Te escribiré en cuanto encuentre algo destacable —lo tranquilizó girándose hacia el ordenador para minimizar la ventana de Chrome y volviendo a mostrar el fondo de pantalla azul con temática robótica.

El sistema operativo del ordenador era Windows 10 y Jamie lo tenía configurado en modo S [1]. Al principio, eso confundió un poco a Bella, antes de ver la aplicación de Chrome colocada cuidadosamente junto al cuadrado de Microsoft Word. Agarró la tapa para cerrarlo, echando un vistazo al resto de las aplicaciones: Excel, 4OD, Sky Go, Fitbit.

Se paró antes de cerrar el ordenador, había algo se lo impedía, un esbozo mínimo de una idea que todavía no estaba completa.

—¿Fitbit? —Miró a Harry.

—Sí. Mi padre le regaló una por su cumpleaños, ¿te acuerdas? Aunque parecía muy evidente que Jamie no la quería, ¿no crees? —Harry le dirigió esta pregunta a su madre.

—Bueno, ya sabes lo complicado que es hacerle regalos a Jamie. Tu padre solo intentaba ayudarlo. A mí me pareció una buena idea —dijo Lilly con un tono cada vez más cortante y defensivo.

—Ya, solo era un comentario. —Harry volvió a mirar a Bella—. Papá le configuró la cuenta y le descargó la aplicación en el teléfono y aquí, porque dijo que Jamie no lo iba a hacer nunca, lo que seguramente fuera verdad. Y Jamie la ha llevado puesta desde entonces, creo que para que mi padre no se… Quiero decir, para que estuviera contento —dijo mirando de reojo a su madre.

—Un momento —dijo Bella con la idea ya completamente formada apretándole el cerebro—. ¿El reloj negro que Jamie llevaba la noche que desapareció era la Fitbit?

—Sí —dijo lentamente Harry, sin estar demasiado seguro, aunque sabía que Bella había llegado a alguna conclusión que él todavía no había alcanzado.

—¡Ay, Dios! —dijo con la voz entrecortada por la prisa—. ¿Qué tipo de Fitbit es? ¿Tiene GPS?

Lilly retrocedió, como si el impulso de Bella la hubiera golpeado.

—Todavía conservo la caja, espera —dijo saliendo apresuradamente de la habitación.

—Sí que tiene GPS —dijo Harry casi sin aliento, aunque no fuera él quien estaba corriendo—. ¿Esto quiere decir que podemos ver exactamente dónde está?

En realidad no era necesario que Bella le respondiera a la pregunta. No perdió tiempo e hizo clic en la aplicación. Una colorida interfaz se abrió en la pantalla.

—No. —Lilly acababa de entrar en la habitación y leía una caja de plástico—. Es una Charge HR, no dice nada de GPS, solo dice que monitoriza el ritmo cardíaco, las actividades deportivas y la calidad del sueño.

Pero Bella ya había descubierto eso. La interfaz del ordenador de Jamie tenía los iconos del podómetro, el ritmo cardíaco, las calorías quemadas, el sueño y los minutos activos. Pero bajo cada uno de los iconos aparecían las mismas palabras: «Datos no actualizados. Sincroniza e inténtalo de nuevo». Eso era hoy, martes 1 de mayo. Bella hizo clic en el icono del calendario en la parte superior y pasó a los datos de ayer. Decía lo mismo: «Datos no actualizados. Sincroniza e inténtalo de nuevo».

—¿Qué significa eso?

—Que no tiene la Fitbit puesta —dijo Bella—. O no ha estado lo suficiente cerca como para sincronizar los datos.

Pero cuando saltó del domingo y del sábado pasado e hizo clic en el viernes de su desaparición, el icono cobró vida y completó varios círculos con unas líneas anchas verdes y naranjas. Habían desaparecido esas palabras, en su lugar se mostraban varios números: 10.793 pasos aquel día, 1.649 calorías quemadas.

Un gráfico del ritmo cardíaco que subía y bajaba en bloques de color.

Bella sintió cómo su propio corazón reaccionaba, controlándola, latiendo dentro de sus dedos al tiempo que los guiaba por el ratón. Hizo clic en el número de pasos y se abrió una nueva pantalla con un desglose de cuánto había caminado Jamie a lo largo de aquel día.

—¡Ay! —dijo mirando el final de la gráfica—. Aquí hay datos de después de la última vez que lo vieron. Miren. —Señaló con el dedo mientras Lilly y Harry se acercaban con los ojos muy abiertos—. Estuvo andando hasta medianoche. Entonces, desde las 23.40 que lo vieron en Wyvil Road dio… —Seleccionó las columnas entre las 23.30 y las 00.00 para averiguar el número exacto—. 1.828 pasos.

—¿Qué distancia es esa? —preguntó Lilly.

—Lo estoy buscando —dijo Harry tecleando en su teléfono—. Menos de dos kilómetros.

—¿Y por qué dejó de contar de pronto a medianoche? —quiso saber Lilly.

—Porque los datos saltan ya al día siguiente —dijo Bella, retrocediendo en la interfaz para volver al viernes. Pero antes de abandonar la pantalla, se fijó algo en la gráfica del ritmo cardíaco de Jamie e hizo clic en el icono para aumentarlo.

Parecía que sus pulsaciones en reposo eran unas ochenta por minuto, y es el que tuvo durante gran parte del día. Luego, a las cinco y media, hubo una serie de picos de unas cien por minuto. Coincide con la hora de la discusión de Jamie con su padre, según Harry. Se volvió a calmar durante un par de horas, pero volvió a aumentar otra vez hasta alrededor de las noventa cuando Jamie siguió a Angela Weber y esperaba para dirigirse a ella en la fiesta. Y luego se aceleró aún más, en el momento en el que George lo vio hablar por teléfono fuera de la casa, probablemente con Layla. Se quedó ahí, un poco por encima de las cien pulsaciones por minuto, mientras Jamie caminaba. Pasadas las 23.40, cuando lo vieron en Wyvil Road, el corazón se le aceleró y alcanzó las ciento tres pulsaciones por minuto a medianoche.

¿Por qué le latía tan rápido? ¿Estaba corriendo? ¿O estaba asustado?

Las respuestas debían de estar en las primeras horas de los datos del sábado. Bella los abrió inmediatamente y la página parecía bastante incompleta en comparación con el día anterior. Los círculos apenas estaban rellenos y solo había 2.571 pasos en total. Abrió ese menú y sintió algo frío y pesado arrastrándole el estómago hacia las piernas. Aquellos pasos ocurrieron entre las doce y las doce y media de la noche, aproximadamente, y después… nada. No había datos. La gráfica se desplomó: una larga línea en el cero.

Pero había otro periodo corto de tiempo grabado, en el que parecía que Jamie no había dado ningún paso. Debió de quedarse de pie, o sentado. Ocurrió justo después de medianoche, cuando se pasó varios minutos sin moverse, pero no duró mucho porque a las 00.05 volvió a ponerse en movimiento hasta que todo se detuvo, un poco antes de las 00:30.

—Para, sin más —dijo Harry con la mirada perdida.

—Pero todo esto es genial —dijo Bella intentando que la mirara—. Podemos utilizar estos datos para intentar averiguar dónde fue Jamie, dónde estuvo justo antes de las doce y media. Los pasos nos dicen que el incidente, fuera cual fuese, ocurrió en ese momento. Que encaja con tu mensaje a las 00.36 que no se llegó a enviar, Lilly. Y puede que también podamos saber dónde ocurrió. Desde las 23.40 que lo vieron en Wyvil Road, Jamie camina un total de 2.024 pasos antes de pararse unos minutos. Y luego anda otros 2.375; y, dondequiera que esos pasos lo llevaran es donde pasó lo que sea que sucediese. Podemos utilizar estas imágenes para establecer un perímetro desde Wyvil Road y buscar en esa zona concreta cualquier pista sobre Jamie o sobre su paradero. Esto es bueno, se los prometo.

Harry intentó sonreír, pero no logró convencer a sus ojos. Lilly también parecía asustada y su boca dibujaba una línea recta.

El teléfono de Bella volvió a sonar en sus pantalones. Lo ignoró y continuó navegando por la interfaz de la aplicación para comprobar el ritmo cardíaco de Jamie en ese intervalo de tiempo. Empezó muy alto, por encima de cien, y, curiosamente, en esa ventana de cinco minutos en la que no se movió, el corazón le iba cada vez más rápido. Cuando empezó a caminar otra vez, ya había llegado a ciento veintiséis pulsaciones por minuto. Se relajó, pero poco, mientras daba esos 2.375 pasos adicionales. Y, al final, en esos últimos minutos antes de las doce y media, el ritmo cardíaco de Jamie llegó a las ciento cincuenta y ocho pulsaciones por minuto.

Después, una línea recta.

Pasó directamente de ciento cincuenta y ocho a cero, y dejó de latir.

Lilly debía de estar pensando lo mismo porque en ese momento, un grito ahogado, gutural y desconsolado salió de su interior e intentó contenerlo tapándose la cara con las manos. Luego aquel pensamiento también se apoderó de Harry, que se quedó con la boca abierta y los ojos repasando una y otra vez la caída de los pasos en la gráfica.

—Se le paró el corazón —dijo tan bajito que Bella casi no lo escuchó con el violento movimiento de su pecho—. Está… ¿Está…?

—No, no —dijo Bella con determinación, levantando las manos. Era una mentira, ya que, en su interior, ella sentía el mismo temor. Pero tenía que esconderlo, era su deber—. No quiere decir eso. Lo único que significa es que la Fitbit dejó de monitorizar los datos del ritmo cardíaco de Jamie, ¿de acuerdo? Puede que se la quitara. Es lo único que nos dicen estos datos. Por favor, no piensen eso.

Pero, por sus caras, supo que ya no la estaban escuchando, ambos con la mirada fija en aquella línea recta caminando hacia la nada. Y ese pensamiento era como un agujero negro que se tragaba cualquier esperanza que les pudiera quedar, y nada que Bella pudiera decir, nada que se le ocurriera, podría volver a llenarlo.


Nombre del archivo:

Notas del caso 4.

Casi me da algo cuando me acordé de que no se puede acceder a los mensajes directos en la versión de escritorio de Instagram, solo desde la aplicación. Pero no pasa nada: en el ordenador todavía estaba iniciada la sesión del correo electrónico asociado a la cuenta de Jamie. Pude enviar una petición de restablecimiento de contraseña desde Instagram e iniciar sesión desde mi teléfono.

Fui directamente a los mensajes directos con Layla Mead. No había demasiados, solo hablaron en el trascurso de unos ocho días. A juzgar por el contexto, parece que se conocieron primero en Tinder y luego Jamie pasó a hablarle por Instagram, y terminaron en WhatsApp, donde les pierdo la pista. El inicio de la conversación:

Te encontré…

Claro. No estaba escondiéndome

de ti, precisamente :)

¿Qué tal tu día?

Bien, gracias. Acabo de hacer la

mejor cena de la que este mundo

ha sido testigo y puede que sea el

mejor chef.

Y muy humilde. Venga, ¿qué era?

Igual podrías preparármelo alguna

vez.

Creo que me he venido muy

arriba. Básicamente eran unos

macarrones con queso.

La mayoría de sus mensajes son así: mucha charla/flirteo. El tercer día se dieron cuenta de que a los dos les encantaba la serie Peaky Blinders y Jamie manifestó su deseo de ser un gánster de los años veinte. Layla parece muy interesada en él, siempre le estaba haciendo preguntas. Pero me he dado cuenta de varios momentos un poco extraños:

Me habías dicho que tu

cumpleaños es dentro de poco,

¿no?

Sí.

Los 30.

¿Qué vas a hacer para celebrarlo?

¿Una fiesta? ¿Cenar con tu

familia?

No soy muy de fiestas, la verdad.

Seguramente lo celebre tranquilo,

con algunos amigos.

Esta en particular me llamó la atención porque no entendía por qué Layla pensaba que Jamie era seis años mayor de lo que es: veintinueve para treinta. La respuesta llega un poco más abajo.

Pero cuando leí por primera vez la conversación, no pude evitar pensar en las similitudes con lo que dijo el señor Cheney: que Layla fue muy directa al preguntarle su edad y que sacó el tema varias veces. Curiosamente, él también tiene veintinueve para treinta.

Podría ser una coincidencia, pero creo que merecía la pena anotarlo, al menos.

Otra cosa un poco rara es que Jamie (y Layla) no dejan de comentar que él vive solo en una pequeña casa en Kilton, cosa que no es para nada cierta. Una vez más, todo esto se aclaró cuando llegué al final de su conversación en Insta:

Espero que quedemos algún día.

Sí, claro. Me encantaría :)

Oye, Layla, tengo que contarte

algo. No me resulta fácil, pero me

gustas mucho. De verdad. Nunca

había sentido nada parecido por

nadie, así que tengo que ser

sincero contigo. No tengo 29 años,

cumplo 24 en unas semanas. Y no

soy administrador de carteras de

una importante empresa financiera

de Londres, todo eso era mentira.

Soy recepcionista en la

inmobiliaria de una amiga de mi

familia. Y no tengo una casa

propia, todavía vivo con mis

padres y mi hermano. Lo siento

mucho, nunca tuve la intención de

decepcionar a nadie, y mucho

menos a ti. Ni siquiera sé por qué

me inventé todas esas cosas para

mi perfil. Me lo abrí durante un

mal momento, me avergonzaba

mucho de mí mismo, de mi vida, o

de la falta de ella. Supongo que

me inventé a la persona que quería

ser. Y eso está mal, lo siento. Pero

espero convertirme en ese hombre

algún día, y conocer a alguien

como tú hace que quiera

intentarlo. Lo siento, Layla, y

entiendo que estés enfadada

conmigo. Pero, si te parece bien,

me gustaría que siguiéramos

hablando. Haces que todo sea

mejor.

Es muuuuuuuuuuuuuuuyyy interesante. Jamie fue un impostor para la impostora. Mintió en su perfil de Tinder sobre su edad, su trabajo y su forma de vida. Lo explicó muy bien él mismo: por inseguridad. Me pregunto si estará relacionada con lo que le ocurrió con Rose Parkinson, si sintió que perdió a alguien muy importante para él por otro chico más mayor, como Luke Eaton.

De hecho, me pregunto si Luke tendrá veintinueve años y si por eso Jamie habría elegido esa edad, como una especie de subidón de confianza, o un razonamiento de por qué Rose eligió a Luke y no a él.

Tras aquel mensaje tan largo, Layla estuvo tres días sin responder a Jamie. En ese tiempo, él no paró de intentarlo, hasta que dio con algo que funcionó:

Layla, por favor, dime algo.

Deja que me explique.

De verdad que lo siento mucho.

Jamás se me ocurriría hacerte

daño.

Entiendo que no vuelvas a

hablarme nunca más.

Pero no me has bloqueado, ¿eso

quiere decir que todavía tengo

alguna posibilidad?

Layla, por favor, contéstame.

Me importas mucho.

Haría lo que fuera por ti.

¿Lo que fuera?

Hola. Sí. Lo que fuera. Dios, claro

que haría cualquier cosa por ti. Te

lo juro. Te lo prometo.

Ok.

Oye, dame tu número y hablamos

mejor por WhatsApp.

No sabes lo feliz que me hace que

me vuelvas a hablar. Mi teléfono

es 07700900472.

No sé, hay algo en esta conversación que me da escalofríos. Ella lo ignora durante tres días y luego solo le responde con un «¿Lo que fuera?». Me da mal rollo, pero puede que sean sentimientos residuales de mi pequeña interacción con ella. ¿Quién es Layla?

No hay nada en estos mensajes que me ayude a identificarla. Tiene mucho cuidado, se le da muy bien ser poco precisa. Si ella le hubiera dado su número a Jamie, en lugar de pedirle a él el suyo, ahora estaría en una situación muy diferente: yo podría llamarla directamente o rastrear su teléfono. Pero aquí estoy, aferrada aún a esas dos preguntas: ¿quién es Layla? Y ¿qué relación tiene con la desaparición de Jamie?

Otras notas

He buscado información sobre el ritmo cardíaco, necesitaba un poco más de contexto de lo que mostraban las gráficas. Y ahora desearía no haberlo hecho. El ritmo cardíaco de Jamie se eleva hasta 126 en el momento en el que se queda quieto a las 00.02, y luego sube hasta 158 justo antes de que los datos se corten de pronto. Pero esas pulsaciones por minuto —según los expertos— se podría considerar el ritmo cardíaco de una persona que está experimentando una respuesta de lucha o huida.

MIÉRCOLES

5 DÍAS DESAPARECIDO

Hola a todos:

Como ya sabrán, el hermano de Harry Potter, Jamie, lleva cinco días desaparecido y estoy investigándolo para mi pódcast.

Pero ¡necesito su ayuda! He podido obtener información sobre la última ubicación aproximada conocida de Jamie. Hay que rastrear los alrededores para averiguar dónde estuvo el viernes por la noche y qué le ocurrió. Es una zona bastante grande, así que necesito desesperadamente voluntarios que me ayuden.

Si quieren echar una mano, por favor, reunanse conmigo hoy después de clase, a las 16.30, al final del aparcamiento. Si consigo suficientes voluntarios, nos dividiremos en tres grupos de búsqueda liderados por mí, Harry Potter y Tori Greengrass. Por favor, ponganse en contacto con cualquiera de los tres para que les asignemos un equipo.

Gracias y, por favor, avisadme si van a venir.

Bs.


NOTA:

Hola, aqui les traigo los capitulos de hoy, estamos llegando a la mitad de la historia y se vienen muchas sorpresas, quiero saber quien creen que es Layla Mead y si creen que se llevo a Jamie.

Muchas gracias por sus reviews.

Nos leemos mañana.