EL ROBO DE AUTO…

Darío camino hacia la nutria recostada en el pasto, con la conciencia perdida, pues al caer al suelo golpeo su cabeza fuertemente, justo en el momento donde pensaba recostarse sobre ella, un empujón hacia atrás fue lo que lo detuvo, miro al individuo responsable de tal acción y se contuvo al no poder desquitarse.

-¿qué estás haciendo aquí Tadeo?

-¡lo mismo te lo pregunto a ti!, ¿Qué no se supone que te habías ido del zoológico y de Nueva York?

-¡tuve que regresar!, aun le debo un encargo a Anastasia que olvide cumplir… y es también para mi conveniencia, se trata del pingüino segundo al mando, el amante de Marlene.

-¿qué hay con él?, ¿lo vas a eliminar?- sabía que si lo atentaba, le causaría un gran sufrimiento a Mikaela.

-esa es la idea que me dio a entender Anastasia, además como te lo dije antes… será también para mi beneficio, dejare a Marlene sin su amante y a Skipper sin uno de sus hombres.

-¿Y qué pensabas hacer con ella?- señala a la hembra aun inconsciente.

-tranquilo, nada malo.- miente sin dejar notar sus nervios.- solo deseaba darle un ligero susto, como un simple desquite hacia sus padres.- Tadeo solo negó con la cabeza ante su respuesta.

- ¿y ahora que hacemos con Gloria?

-llévala con Skipper, distráelos para que yo pueda entrar a la base.

-¿para que deseas entrar a la base?, ¿Qué vas a hacer?

-eso es asunto mío, ya te dije que aún le debo un trabajo a Anastasia.- aclara el pingüino algo irritado, comenzaba a hartarle las preguntas de investigación de su antiguo compañero. Tadeo tomo a la hembra entre sus aletas, caminando al lado de Darío. Al llegar a la base pingüinesca Tadeo aun dudaba de su obediencia a las órdenes de Darío, después de todo, su relación con Mikaela estaba mejorando y no deseaba un mal entendido o sospecha de su complicidad con la acción que Darío planeaba.

Recostó a la pingüina sobre la isla de concreto, pidió ayuda a los de la base mientras Darío corría hacia la cochera. Dentro de unos pocos segundos Skipper atendió a su llamado, seguido de Victoria.

-¿qué le paso a Gloria?- interroga el capitán preocupado.

-la encontré en el parque, tirada en el suelo e inconsciente, desconozco que le pudo haber pasado.

-debemos atenderla de inmediato.- pide Victoria mirando a los dos machos cargar a la nutria para atenderla adentro de la base. Alexander por su puesto se asustó al mirarla así al instante.

-¿qué le sucede?

-estará bien Alexander, no te preocupes.- responde el capitán, pronto la recostaron en una de las literas, Victoria ayudo a traer una manta, mientras los demás le realizaban una revisión física, pues todos sospechaban de algún tipo de ataque en su contra. Pronto se creó un silencio entre todos, logrando así escuchar unos cuantos ruidos en la parte de la cochera, todos se miraron entre todos, hasta que Victoria grito fuertemente cuando el auto se encendió y acelero a toda velocidad. El pingüino líder corrió de inmediato hacia ella, logrando descubrir que su auto fue robado.

-¿¡que huachinangos sucede aquí?!.- interroga a la nada, mirando el lugar echo un desastre, la cochera abierta y la ausencia de su auto.- ¡robaron el auto!- grita regresando con sus hijos.

-¿cómo que te robaron el auto?

-así es Tadeo, lo robaron, aun no se quien, pero lo robaron y fue en este instante…- el pingüino callo al recordar a la única persona que lo había amenazado.

-papá, Gloria está reaccionando.- le habla Victoria, interrumpiendo sus pensamientos. La nutria comenzaba a parpadear cansadamente, mirando hacia el techo y a sus alrededores, encontrándose con Tadeo, su padre y sus hermanos. Pronto se asustó para sí misma recordado lo que había pasado.

-¿qué te pasa Gloria?, ¿qué paso?- interroga el capitán a su hija. La nutria no podía ni deseaba hablar, pero sabía que debía hacerlo, no solo por ella, sino para proteger también a su familia.

-fue Darío… Darío me encontró en el parque… y él… él quiso atacarme.- explica con la voz muy acortada, su hermana solo la abrazo, Skipper volteo su mirada hacia Tadeo, a lo que el pingüino giro la cabeza, evitando así encontrarse con ella.

_oOo_

Marlene miro el amanecer desde el interior de la parte baja del árbol, la pequeña cueva que se había formado en la parte baja de aquel árbol, les servía a la perfección como un buen alojamiento, además de también brindarles protección. La nutria enseguida desvió su mirada al sentir la aleta del teniente sobre su hombro.

-no puedo creer que nuevamente estemos aquí, alejados de todos, incluyendo a nuestros hijos.- comenta con un tono melancólico a la vez que sentía un beso sobre su cabeza.

-te entiendo, los dos formamos dos familias falsas de las cuales solo nos importa una… la nuestra.- termina su comentario con un beso en los labios de la nutria, aquel beso para ellos contaba como el primero de muchos ahora que ya no tenían planeado en volver a separarse. En seguida una sombra se posó sobre de ellos, provocando el final de aquella muestra de amor.

-lamento interrumpirlos.- se disculpa el capitán mostrando su mejor postura seria, a lo que a diferencia de ellos, lo miraban sorprendidos y apenados.

-Skipper, ¿cómo supiste que estábamos aquí?

-Eleonor me lo dijo.- le responde a la hembra.- ella fue al zoológico finalmente a despedirse, pero he venido a hablarte a ti Marlene, y a prevenirte… Darío sigue aquí, en Central Park y ayer en la noche, ataco a Gloria.

-¡¿a Gloria?!, ¿cómo esta ella?- interroga el teniente hacia el pingüino líder, mostrando su exaltación por la seguridad de su hija.

-no te preocupes Kowalski tu hija está bien, no sucedió nada grave, parece que le tenemos que dar las gracias a Tadeo por todo esto, ya que fue él quien logro encontrarla en el parque y traerla de regreso al zoológico.- termino su explicación al mirar a la pareja ir en busca de su hija.- una cosa antes de que vayan a verla… acaban de robar el auto…

-¿el auto?- interrumpe Kowalski.

-sí, también ayer sucedió el robo…

-también sospechas de Darío, ¿verdad?.- interrumpe ahora la nutria, a lo que el capitán le asiente con la cabeza.

-¿pero Darío que intenciones tendría para tomar el auto?

-definitivamente no es para irse de Nueva York, lo que a él más le interesa es permanecer aquí para vengarse de nosotros, estén prevenidos por cualquier cosa.- les pide el capitán finalmente alejándose de la pareja.

_oOo_

Anastasia continuo con su risa burlona en el interior de la cueva de la nutria al terminar de escuchar lo sucedido, Darío la observaba con apatía.

-no puedo creer el susto que se llevó esa chiquilla estúpida.

-fue solo para una distracción, el robo del auto fue todo un éxito.

-¿y en donde lo escondiste?

-ese es un asunto que lo tengo bien guardado y escondido, muy pronto tendré el trabajo que te prometí… Kowalski tiene los días contados.

-pues más vale que así sea, quiero terminar con ese par de traidores lo más pronto posible.- le aclara la pingüina molesta, a lo que escucha por pocos segundos el silencio del pingüino macho, lo miro pensativo y desviando su atención hacia la salida de la cueva, cuando en seguida escucho las voces de la pareja mencionada -¿Qué hacen ellos aquí?

-de seguro vinieron a ver como esta Gloria por lo que paso en la noche.

-espero en verdad que ese auto se encuentre bien escondido, no quiero que todo se eche a perder por tus estupideces.

_oOo_

Skipper contemplo a Alexander muy apenado por él, pues a pesar de sus diferencias entre ellos dos durante muchos años, podía sentir con real sinceridad su pena compartida.

-lamento mucho todo esto que sucedió con tus padres.

-¡cállate!, no lo digas, en verdad, ¡ya no digas!

-es verdad Alexander, de verdad lo lamento mucho, créeme, que yo hubiera dado cualquier cosa con tal de que no haya sido de esta forma.- le confiesa tratando de mirarlo hacia los ojos, pero ello le era imposible ya que el pingüino agachaba el rostro de vergüenza, no había necesidad de demostrarlo, pues Skipper también sabía que sus ojos se encontraban llenos de lágrimas.- ven acá.- le abraza sin que Alexander pudiera impedirlo.- lo siento… el descubrir que Marlene me engaño y mintió no era la razón suficiente para odiarte o para no hacerte sentir amado, tú y tus hermanas no tienen la culpa de lo sucedido.- Alexander no deseaba pronunciar palabra alguna, solo correspondió al abrazo del pingüino líder, por más que le dolían sus palabras, era la verdad absoluta, que más hubiera podido sesear que crecer dentro de una familia unida y feliz.

-créeme que más lo lamento yo, el saber que Mikaela es mi hermana ha sido más difícil para mí que el enterarme de mi verdadero padre, y de la traición de mi madre hacia ti.- Skipper sintió un torbellino de sentimientos al oír esa aclaración, ahora solo faltaba que Mikaela supiera la verdad de su relación con su madre, el saber que Alexander no era su hermano, ¿le alegraría o destrozaría?

Ambos cortaron el abrazo a la vez en que se regalaban mutuamente una ligera sonrisa, con algo de pesadez, pero sin duda, sincera. Alexander tomo nuevamente su maleta y paso a un lado de él, sin algo más para poder decir, comenzó a dar los primeros cinco pasos para poder alejarse.

-espero que llegues con bien.

-gracias Skipper.- se voltea para mirarlo sin dejar de caminar.- les estaré enviando cartas.- asegura esta vez sin más interrupciones, continua caminando, a cada paso que daba, el capitán lo veía alejarse más y más, dentro de lo que cabía, le alegraba a Skipper haber terminado bien las cosas con él, el poder disculparse por los malos acontecimientos entre ellos dos en el pasado y el desearle lo mejor, le daba una tranquilidad.

Alexander atravesó la reja del zoológico, para ser sincero, esta era la primera vez que salía de su hogar no para ir a Central Park a jugar o reunirse con Emma o Mikaela en alguna parte cercana, sino para alejarse del zoológico, para no volver a pisarlo durante un tiempo indefinido, aunque él en realidad, deseaba no volver ya nunca más.

Continuo caminando hasta llegar al lago donde nadaba al lado de Emma y Mikaela, más que con sus hermanas, era con ellas dos con quienes compartía bellos momentos en aquel lago. Por dentro le inundaban los recuerdos, eran demasiados los cuales aún mantenía en su memoria. Se sentía menospreciado consigo mismo, el saber que su origen fue la causa principal de la melancolía del capitán en sus años de matrimonio con su madre, le era suficiente para caer de su gracia. Aun cuando el pingüino líder les había liberado a ellos de toda culpa, Alexander deseaba el no haber logrado su concepción.

-¡Alexander!- se gira al escuchar una voz femenina llamarle, logrando distinguir a lo lejos que se trataba de Eleonor.

-¿qué haces aquí?... ¿estabas siguiéndome?- interroga molesto.

-no… estaba caminando hacia la misma dirección que tú y por casualidad te vi.

-no te creo, ya nada puedo creerte Eleonor.

-Alexander por favor no me desprecies.- pide en un intento por tomar su aleta, el macho la miro disgustado, ahora más que nunca deseaba dejar absolutamente todo el pasado en aquel zoológico, fuera material o no.- Skipper me conto que iras a Alaska para alistarte en el ejército.

-sí, así es… ¿y qué?, ya por fin todos se han salido con la suya, yo lo único que quiero es alejarme de aquí.

-Alexander por favor, te lo ruego, déjame ir contigo a Alaska, yo también iré hacia allá.

-¿qué?, ¡olvídalo!, ya te lo dije, quiero dejar el pasado atrás, y eso también te incluye a ti.

-yo no voy a Alaska con la finalidad de seguirte el rastro, me dirijo hacia allá porque… porque quiero comenzar una nueva vida allá.- el pingüino le negó con la cabeza por tres segundos y le dio la espalda, siguiendo con su caminata.- ¡Alexander por favor!, ¡quiero tener a mi hijo allá en Alaska!- el futuro soldado volteo a mirarla pasmado.

-¡¿qué?!, ¿es en serio que estas embarazada?

-prometo contarte todo camino hacia allá, pero por favor déjame ir contigo.- ruega una vez más. Alexander la miro en señal de desaprobación, deseaba en realidad eliminar todo mal recuerdo de su pasado, pero aún no se sentía listo para actuar con mano dura ante las peticiones de alguien que fue tan importante y querido en su vida como lo fue Eleonor. Tenía que tomar una decisión y tomarla en serio sabiendo que esta decisión le podría afectar en su vida futura, ya sea también, al no dejarlo avanzar en su camino.