Orgullo y prejuicio es propiedad de Jane Austen.

Los pensamientos que probablemente tuvo Caroline Bingley en determinados momentos.


Dualidad

He de reconocer que tengo dos caras dependiendo de las circunstancias y el entorno. La buena y la mala. Puedo ser manipuladora o agradable, hipócrita o insultar abiertamente. En función de mis intereses soy un ángel o un demonio. No dudare en confabular para conseguir mi meta.

Personalmente me considero una persona ambiciosa, decidida, altiva, orgullosa, engreída y provista de una lengua filosa. Sí, tengo muchos defectos, pero...¿quién no los tiene?

A todas las mujeres se nos educa desde pequeñas para un único fin: encontrar un buen partido. Ser una solterona es lo peor que te puede pasar. Depender de familiares o peor aun de la caridad ajena, no son opciones atractivas.

Nos enseñan música, canto, dibujo, baile e idiomas modernos.

Mi madre y Louisa eran mis modelos a seguir. Aprendí mucho viendo a mi hermana pescar marido. Esperaba tener la misma suerte o incluso más que ella.

De niña nunca estuve interesada en los amigos de Charles, pero al crecer de cara a contraer nupcias eso cambio. Especialmente al conocer a Mr. Darcy. Mis padres habían oído hablar tanto sobre él que le invitaron a comer a través de mi hermano.

Era el candidato perfecto para marido: apuesto, joven, de buena familia y sobre todo rico. Posee medio "Derbyshire". Es el sueño hecho realidad de cualquier joven casadera.

¡Benditos clubs de caballeros!, así fue como se conocieron.


- ¿Cuál es nuestro destino? – pregunte con curiosidad.

- Vamos a conocer a Lady Catherine de Bourg y a su hija la señorita Anne de Bourg, la prometida de Darcy – comento Charles como si nada.

- ¿Pro…prometida? – tartamudee.

Una vez de niños, mi hermano me arrojo una toalla húmeda para despertarme, ahora mismo sentía que me había caído un jarro de agua fría.

Yo no sabía nada de que estaba fuera del mercado. Aquella noticia me pillo desprevenida. Me sentí tan decepcionada.

- En teoría sí, pero no creo que se casen – afirmo.

- ¿Cómo estás tan seguro? – esa afirmación tan tajante me sorprendió.

- Lo sabrás cuando la veas - me dijo enigmáticamente.

De haber estado a solas le habría atizado con mi abanico por su comentario tan críptico.

Cuando la conocí, comprendí todo y mi malestar desapareció. Ella no era rival para mí. Estaba tan enferma que parecía un cadáver andante. Lo más probable es que muriese al dar a luz. Bueno, eso sí su delicado estado de salud le permitía soportar el embarazo.

En el hipotético caso de que el señor Darcy la tomase por esposa, cosa que al igual que mi hermano dudaba; solo la madre de esa muchacha podía ser tan inconsciente como para poner en peligro su vida, era evidente que él tendría que buscar una segunda cónyuge, en caso de casarse con Anne.

Solo un ser sin alma y corazón haría algo así. Eso no sería propio de Mr. Darcy.


Que Charles nos arrastrara a "Netherfield Park" fue lo peor que nos ha podido pasar. No solo ahora estamos emparentados con la horrible familia Bennet, sino que encima he perdido la mejor opción para esposo a manos de alguien muy inferior a mí. En mi opinión claro esta.

La señorita Jane tenía un carácter muy parecido al de mi hermano. Era de trato agradable y dócil. Lo cual la convertía en una buena compañía en aquel sitio lleno de paletos pueblerinos. Fue la única que nos gusto. Los demás parecían competir por llamar la atención y hacer el ridículo.

La mosquita muerta nos engaño. Al final resulto ser una araña tejiendo su telaraña para atrapar a mi hermano.

Louisa, el señor Darcy y yo nos aliamos para evitar tan imprudente unión, pero por desgracia al final esa taimada se salió con la suya y pesco a Charles.

Mi hermana y yo habríamos preferido a la señorita Georgina Darcy como cuñada. Esa niña es un encanto, además habría facilitado mi unión con su hermano.

En cuanto a la señorita Elizabeth di por supuesto que era solo un capricho pasajero de Mr. Darcy. Nada serio de lo que preocuparme. Me equivoque. Mis intentos por menospreciarla y recordarle a su reprochable familia no sirvieron de nada.

La señora Bennet nunca debió de escuchar el dicho: "no vendas la piel del oso antes de cazarlo". Cuando llego a nuestros oídos sus imprudentes comentarios, me sentí horrorizada. ¡Que descaro!

Aunque he de reconocer que me habría encantado ver la cara que se le quedo al irnos. Esa mujer da vergüenza ajena.

Las hermanas menores eran idénticas a su madre. Los militares parecían ser su obsesión. Será por el uniforme.

El señor Collins era un trepa social igual que yo, pero de lo más cargante. Idolatra hasta casi babear a su protectora.

Estaba segura de que Lady Catherine no aceptaría la anulación del compromiso con su hija por alguien así. Mucho menos después del escándalo protagonizado por la menor de las hermanas Bennet. Efectivamente, no lo aprobó, pero lamentablemente eso no detuvo a su sobrino.

Su matrimonio me mortifico por completo. Por supuesto no fui tan estúpida como para hacer una escena. Tener una relación cordial con los Darcy me permitiría sacar provecho a los beneficios sociales de mi interés. Sobre todo a mi causa. Además no estaba dispuesta a ser vetada de visitar "Pemberley". Es uno de los lugares más bellos que he visto.

Lo cual me recuerda lo mucho que me sorprendió encontrarla allí de visita. Supe que mis planes no saldrían adelante tras un intercambio de opiniones con Mr. Darcy. Sus palabras hirieron mi orgullo de mujer.

Habría perdido al señor Darcy, pero como suele decirse "hay más peces en el mar". Seguro que alguno pica. Solo tengo que ser una persistente y paciente pescadora.


Aquella vez que la señorita Jane vino a visitarnos y se enfermo por culpa de la lluvia, la señorita Elizabeth acudió raudamente a cuidarla.

Caminando.

El bajo de su falda me horrorizo. Estaba lleno de barro. Por si eso no fuese suficiente motivo de escándalo para cualquier dama, había venido completamente sola. Ninguna mujer decente haría tal cosa. La virtud es muy importante y debe llegar intacta al matrimonio.

Quedarte a solas con un hombre, basta y sobra para dañar tu reputación. Solo hay dos formas de solucionar esta cuestión: un duelo o contraer nupcias. Eso sí, ninguna de ellas evitara el escándalo y el bochorno de la familia.

Cuando exprese mi opinión a Mr. Darcy, él salió en su defensa.

Yo también quiero a Louisa, incluso al bobalicón de Charles, pero jamás haría algo así. De solo pensarlo mis bucles se despeinan.


31/08/2023

Gracias por leer.