Notas Iniciales: Como el anterior drabble cuenta por dos días por la mezcla de temas, ¿cuánto me falta para alcanzar la fecha actual?
Basoexia
No sabe en qué momento comenzó, más podría aceptar que su interés fue profundizando luego de presenciarlo por accidente. Al crecer en un entorno donde el sexo era epitome de la cotidianidad, no pudo desarrollar deseo sexual como otros niños. No le ocasionaba lujuria ver el cuerpo desnudo de una mujer, pues incluso si no era intencionalmente, las chicas a su alrededor frotaron sus partes íntimas contra su rostro en momentos específicos sin portar demasiadas prendas, además muchas veces le pidieron que les diera masajes o ayudara amarrar sus sostenes, y pronto fue una cortesía más en la lista de favores que cumplía en ese edificio para ganarse algunas monedas. Por ello no importaba lo erótica o atrevida que pretendiera lucir Emma para él en su intento de conquistarlo, aquel comportamiento no despertaba en Ryuuguji el menor estimulo. Le gustaba más cuando era sencilla y no trataba hacer trabajar sus bajos instintos.
Lo único que de verdad lo impactó e hizo a su corazón latir fue el beso que Emma le entregó en los labios durante una de sus citas.
Las mujeres en su hogar no solían compartir su boca con sus clientes para algo más que sexo oral, muchas entre sus reglas de trabajo prohibían aquel contacto tan trivial. Y el día que Ken vio un acto así por casualidad, sintió a todos los sistemas de su cuerpo detenerse para después sufrir un brote colosal de calor que le mantuvo estresado en su alcoba al no saber qué hacer para aliviarlo hasta que una de las chicas le sugirió masturbarse.
Desde entonces Draken se aseguró de compartir un poco de esta intimidad con Emma, cada vez que ella mostraba la necesidad de capturar su absoluta atención entre encuentros con toda la pandilla, días flojos en los que podían escaparse de la compañía de Mikey o había un evento importante a la vuelta de la esquina como los festivales. Sin embargo, había ocasiones en que la timidez de la muchacha creaba una barrera que a Ryuuguji le impedía disfrutar de ese placer, pues sino la besaba al menos una vez no podía sentir tan amena su compañía. Así que cuando Mikey juntó sus labios para robarle la comida que masticó, lo apartó porque no había tardado en excitarse y no quería que se diera cuenta de su problema. Fue angustiante verlo ocuparse de su ligera erección, pues su pene no se mantuvo del todo flácido cuando su mente divagó en esos besos que compartió con Emma y ese breve roce que tuvo con Manjirou.
Desde ese momento nada había vuelto a ocurrir entre ellos, así que Draken pretendió que todo se trató de un sueño absurdo, a pesar de que la idea de estarse enredando de esta manera con ambos Sano lo tenía inquieto. Su comandante seguía actuando raro: lo contemplaba más que nunca, de repente respiraba con dificultad pero entonces se tragaba ese comportamiento y fingía no haber estado a punto de lanzársele encima. Y aquella vez caminaban juntos por el pasillo solitario del prostíbulo después de haber perdido gran parte del día en los recreativos, seleccionando como lugar de descanso la casa de Draken, pues por una vez el negocio tendría sus puertas cerradas.
—Kenchin —le llamó de pronto.
— ¿Hum?
—Emma ha estado sumamente feliz estos días. Parece que les ha ido bien, ¿no?
—Sí, hemos tenido unos cuantos avances.
—Entiendo… —Unos momentos el silencio los volvió a invadir, dejando a Mikey pensativo mientras Draken le dirigía la mirada, curioso por su gesto—. Me dijo que te gustan los besos.
—Ehh… —Draken no supo de qué manera responder, pues la simple mención a su preferencia la sentía como algo tan vergonzoso como privado, justo como debía serlo el sexo para otros.
—Dice que normalmente eres distante, incluso frío y desinteresado, pero cuando se besan te conviertes en alguien más instintivo. ¿Es eso cierto?
— ¿Por qué te interesa saberlo? —inquirió comenzando a sentirse incómodo.
—Bueno… desde que mi hermana se fijó en ti, todos sus métodos de seducción no dieron frutos nunca. ¿Fuiste tú quien la besó? ¿O fue al revés?
—Escucha, Mikey. —Draken frenó sus pasos de forma abrupta cuando entraron a su alcoba para así enfrentar al líder de la ToMan mientras se sobaba la nuca con cierta torpeza—. Soy consciente de que siempre has perseguido la felicidad de Emma, por eso me sugeriste que aceptara salir con ella la primera vez que me lo pidió. Sé que sólo te aseguras de que la trate bien y que no la someta a cosas raras pero…
—Te equivocas —declaró Manjirou en automático, silenciando a amigo—. Es decir, sí, quiero asegurarme de que Emma tenga su anhelado romance con la persona que siempre le ha gustado pero… mi interés no es sólo ese —confesó, apartando la vista, luciendo avergonzado, fue algo que a Draken confundió—. Yo… realmente quería saber si… si los besos son un medio importante para hacerte perder el control.
—No… no entiendo qué ventaja sacarías tú de saber eso…
—Joder, Kenchin. —Mikey se cubrió la mitad del rostro con la mano con fuerza—. No pensé que serías tan borde.
— ¿¡Ah!? Mira quien lo dice —le recriminó iracundo—. ¿¡Estás buscando pelea!?
— ¡No! —exclamó pero al siguiente instante cambió de opinión—. ¿Sabes qué? ¡Al carajo todo! ¡Estoy buscando más que eso!
Sin pensarlo más, Mikey tomó un objeto al azar para lanzárselo a Draken como distracción, no dándole tiempo para responderle de la misma manera violenta cuando usó una de sus piernas para hacerlo caer al suelo. Y aunque Ryuuguji tuvo la intención de levantarse para continuar el inútil conflicto, se vio sorprendido por el peso de Manjirou encima suyo antes de que lo viera acortar la distancia de sus rostros y acabara encajando sus labios en su boca ansiosamente. De la impresión Draken volvió a quedarse paralizado, después se entregó a la electrizante sensación cuando falló en asimilar lo que estaba ocurriendo. Su cuerpo se movió por sí sólo, así que apresó la cabeza de su comandante para que no se atreviera romper el contacto, pues la fricción de sus labios estaba teniendo el efecto esperado. Apenas se separaron para recuperar aliento mientras se besaban, sus cerebros se habían desconectado de tal modo que se olvidaron del mundo entero.
—Kenchin —jadeó Mikey después de que Draken se levantara y reacomodara su cuerpo a voluntad para seguir violentándolo con sus apasionados besos.
—Mira lo que me obligas hacer. De verdad, ¿qué mierda te pasa estos días?
—No sé… no sé, Kenchin —murmuró, recibiendo sin oposición la rudeza con la que Draken mantenía sus labios entrelazados—. Quería ver cuáles eran tus límites pero… ahora me pone enfermo disfrutar hacer esto sabiendo cuanto le gustas a Emma. Pero no quiero parar, Kenchin. Me estoy volviendo loco. Kenchin, Kenchin…—repitió con desespero—. Kenchin, bésame. No dejes de besarme.
—Mikey… esto es malo. Mi cabeza se siente rara. Estoy…
Draken gimió de una manera que hizo al más pequeño estremecer entre sus brazos, percibiendo la humedad que se frotaba contra su erección despierta. Al bajar la mirada notó que los besos compartidos habían sido suficientes para hacer que su amigo eyaculara. Su respiración era errática debido a los espasmos, pero tal parecía no recuperaría el raciocinio pronto por la manera en que se relajaba contra su cuerpo, manteniendo los ojos cómodamente cerrados.
¿Debería sentirse culpable por ser el causante de aquello? Se preguntó Manjirou mientras se abrazaba al pecho de Draken con la idea de dormir.
