—Make you fall.

Aziraphale levanta las cejas y le mira. Crowley le sonríe.

—F-Fall?! —el escándalo angelical de nuevo, el demonio mira adelante otra vez sin dejar de sonreír—. Vamos, que quieres llevarme del todo al camino del mal —protesta un poco, pensando en cómo pretende hacer esto.

—In love —añade en un susurro prendiendo el coche a la vez, sin mirarle.

Aziraphale le mira otra vez creyendo oír... o sea pero... no puede... querer decir. O sí?! Seguro ha oído mal. SEGURO. Vamos, que no es que no le tenga un profundo aprecio. Desde luego que le tiene un profundo aprecio. Pero...

W-What?

—Vamos a llegar tarde si no volvemos ya —conduce sin mirarle, volviendo a la carretera.

Y... muy, muy sutilmente, aprovechando un movimiento del volante, se le recarga encima un... POQUITO pensando que, venga, es que ya querer a un demonio como él lo quiere ES caer un poco de la gracia de todos. Aunque... bueno, él era un ángel. Y los ángeles deben cuidar y proteger... y querer. Se supone que era parte de su descripción de puesto también.

Crowley le mira de reojo con ese movimiento y da un volantazo para que se caiga del todo, volviendo a levantar el brazo.

—Había una pequeña serpiente en la carretera —se defiende a una acusación que nadie le ha hecho para justificarlo.

—Tan cuidadoso de todas las criaturas, claro... malas mañas las tuyas, más bien —protesta un poquito, pero se le recarga bastante bien, volviendo a pensar que... es que es tremendamente agradable estar aquí.

—Solo con mis semejantes. Si hubiera sido una mangosta me hubiera ensañado.

—A no ser que hubiera sido una mangosta bebé... —vuelve a poner una sutil mano en la pierna. Por ponerla en algún sitio.

—Entonces hubiera parado el coche y buscado el nido.

—Para llevarlo a él. Lo sé.

—Para darles un... caluroso... saludo —le mira de reojo.

—A momentos creo que... esto es como los lentes, ¿sabes?

—¿Qué quieres decir?

Aziraphale se humedece los labios y le mira de reojo, y es que... otra vez está muy cerca.

—No necesitas usarlos cuando estoy solo yo. Entiendo que a veces lo hagas y eso. Pero no es que lo requieras.

—Solo... estoy acostumbrado. Y me gusta cómo me quedan —se defiende el demonio encogiéndose de hombros.

—Supongo que es lo mismo con esto de ser... el demonio malévolo Crowley

What?

—Yo sé...—empieza con cierto cuidado—, que eres un demonio bastante más bueno de lo que aparentas. Así que... no es necesario fingir.

—Por todos los infiernos, ¿por qué no pones un maldito anuncio? —protesta frunciendo el ceño.

—Vale, vale... no es el término correcto quizás —gira la cara hacia él.

—¡No vas a empezar a probar bloody términos!

—Vamos, no tienen que ser términos en detrimento de tu malignidad...

—¡No pienso arriesgarme!

—¿Tienes miedo de que diga cosas bonitas de ti?

—¡No! —sí.

—Vamos, que solo por molestarte... —sonríe un poco más.

—¿Qué dice eso de ti, eh, Angel? Molestando a la gente tan alegremente y sin remordimientos

—La maravilla es que tú no eres la gente, tú eres... un demonio. Y seguramente puedo pasarlo como... un intento de detener tus embates demoníacos.

—Seguro Gabriel te felicitará por tu dominio de la retórica.

—No te desvíes del tema.

—Oh, desde luego que me desvío —le pica otra vez, porque parece irritarse lo bastante—. Seguramente, si es necesario, puedo encontrar varias cosas bonitas que decir.

—Yo podría encontrar algunas malas

—Estoy seguro de que te avergonzarían más las mías —le hace un cariñito en el brazo que perfecto se puede confundir solo con el movimiento del coche.

—Y yo que a ti te escandalizarían más las mías

—Nadie te creería —le mira otra vez de reojito.

—Oh, claro que sí.

—Todos sabríamos que te lo estás inventando solo para escandalizarme.

—¿Te apuestas algo?

—Apostar... ¿algo como qué?

Di un beso, di un beso, di un beso.

—Tú... ¿pagas las copas?

Mierda

Aziraphale le mira con una cara de absoluta incredulidad.

—¿¡Que yo... pague las copas?! Vaya, veo que estás poco interesado en ganar o perder.

—¿Te encargas de mis acciones demoníacas el próximo mes entero?

—Un día.

—¡Un día es nada!

—¡No voy a encargarme todo un mes! Una semana.

—Entonces propón otra cosa.

—Si yo gano... harás las cosas a mi modo toda una semana. Si tu ganas, será al revés.

—¿A tu... modo?

Yes. Todo a mi modo.

—¿Y eso qué implica?

—Todo. Vamos, o al menos... algunas cosas. Voy a vestirte bien y a hacer que bebas sin subir los codos a la mesa.

—Está bien, que no se diga —hace una sonrisa forzada arrugando la nariz.

—Veo que te gusta la idea.

—No, pero estoy bastante seguro...

—No, no vas a ganar.

—Adelante, entonces. Hit me with your best shot.

—Bueno, primero está lo más obvio... prefieres pasar tiempo con un ángel a con un demonio.

Crowley se humedece los labios.

—Eso es un empate.

—¿Perdona?

—No te veo a ti muy rodeado de otros ángeles.

—Estamos hablando de tí. Y en realidad estoy rodeado de ti por... bueno, razones obvias.

—¿Aja? —ojos en blanco

—Eso.

—Me refiero a qué más.

—Eres sumamente dulce con el ángel, además.

Crowley se revuelve con eso pero intenta mantener el temple.

—A-Aun a pesar de que… bueno, el ángel a veces... —se sonroja un poco—. Aun no me has dicho tu nada escandaloso.

—Espero a que tú acabes.

—¿Tan seguro estás de lo que me vas a decir?

Crowley asiente haciendo un gesto con los labios sacándolos hacia fuera mientras entra ya al parking del hotel, de nuevo ignorando al valet del aparcacoches.

—Los niños —sigue el ángel.

—¿Qué con ellos?

—Te gustan. Te preocupan.

Of course NOT.

Yes. Y si tuvieras uno más cerca sería un problema para ti.

—¡Qué iba a ser un problema! —se sonroja un poco porque de hecho disfrutó bastante como niñera del niño Warlock.

—Pues... problema o no. En realidad creo que te gustan.

—¿Algo... más?

—Por lo pronto, no. Quiero oír lo que digas tú.

—Veamos... —apaga el motor y le mira de reojo porque... deberían bajarse pero... Es que el ángel sigue recargado en el un poquito abrazado por lo visto. Entrelaza los dedos, nervioso—. Aziraphale's bad things...

—Lista corta —ojos en blanco.

Let's see. Vamos a empezar por el principio, ese asunto de la espada.

Oh, come on...

—Es algo válido —se encoge de hombros, riéndose.

—Ese tema no me avergüenza. Hice lo correcto.

—Segunda cosa, doble moral.

—¿Perdona?

—Cuestionarse las cosas y juzgar a Dios bajo tu propia moral —le mira porque... esa es una de las cosas que MÁS le gustan de él.

What?! No es así!

—Acabas de defenderte justo con ESO.

—¡No! —se sonroja un poco porque además, sabe que es verdad.

—Has dicho que crees que hiciste lo correcto, aunque no era lo que tú creías que... Dios quería —le mira y es que está ahí tan cerca, que podría besarle ahora y... nada más.

—Nadie sabe cuál es el plan de Dios... pero ha pasado tanto tiempo y no me ha castigado, que supongo que no estuvo tan en desacuerdo con lo que hice

—Ya, ya, claro, claro, ahora es fácil decirlo, pero entonces...

—Sufrí bastantes años por eso, vale —se sonroja un poco.

—Tan dura tu vida... —se burla.

—¡Pero era lo correcto! ¡¿Para qué quería yo una espada?!

—Aparentemente para encender la chimenea y... ocasionalmente, tal vez, si acaso no estabas muy ocupado y no era la hora del té. Defender la puerta este del Edén. Pero pasemos al siguiente punto ya que por lo visto planeas protestar por todos...

—¿¡Hay más puntos?!

—Infinidad de ellos —sonríe.

—¿Cómo cuáles?

The... Bloody puppy eyes issue.

Aziraphale levanta las cejas y le mira, y es que está tan feliz aquí... otra vez. Se gira un poquito a verle sin separarse.

—¿Cuál puppy eyes issue?

YOUR bloody puppy eyes —no le mira.

—¡Yo no tengo puppy eyes!

—Ahora no, pero los pones cuando quieres algo específico. Es súper manipulador de tu parte.

—Pero que... ¡No! ¡Solo tengo dos ojos normales! ¡Eres tú el de los ojos especiales!

—Mis ojos no son especiales, son de serpiente. Y las serpientes ni siquiera son... especialmente más adorables de cachorro.

—¿A-Adorables?

I-I mean...

Aziraphale le sigue mirando con intensidad y la boca abierta. Crowley carraspea y abre la puerta para bajarse del coche. Ajem.

El ángel casi protesta con eso, apretando los ojos un poquito.

Ya, ya... bueno. Crowley se ha metido en un berenjenal por idiota y... de algún modo tenía que salir de él.

Ugh... ahí va a salir del coche preguntándose si de verdad hace ojitos de cachorro

Sí que los haces. El mundo entero adora Hamlet como la mejor obra de teatro de la HISTORIA porque los haces.

Quizás debería ponerlos más a menudo a ver si le besa... ajem. Crowley se aparta unos metros del coche y se pasa una mano por el pelo, esperándole.

—Solo para aclarar... Cualquier tipo de ojos que haga es... Meramente accidental.

El demonio le sostiene la mirada con las cejas levantadas de incredulidad.

—Tú, en cambio...

—¿Yo?

Yes. Tienes esos ojos profundos... que encandilan y también haces CARA de puppy desamparado.

—Perdona, pero yo estuve ROGANDO por agua bendita por más de doscientos años sin que accedieras a ayudarme.

—¡Por una razón en concreto!

Ojos en blanco.

—¡Sabes lo que te hace el agua bendita! Qué tal que te... qué tal que tuvieras un accidente y solo... ¡Y-Y además fuera mi culpa!

—Sé lo que hace el agua bendita, why in the hell iba yo a no tener cuidado?

—¡Pues no lo sé! ¡Igualmente es un riesgo enorme!

—No vamos a discutir por esto otra vez.

—No, pero... —aprieta los ojos porque no, DEFINITIVAMENTE no querría una vida sin Crowley.

—El punto aquí es que he ganado yo.

—¡Claro que no!

—¿A caso planeas añadir más cosas?

—¡Podría añadir muchas cosas! Como... todas las veces que me has ayudado, o cuando has salvado mis libros o...

—Hay que aclarar el concepto porque eso... no vale.

—¿¡Por qué no?!

—Porque... tú estás de mi lado y quiero que sigas ahí, así que las cosas buenas que haga por ti... no cuentan.

—P-Pues... ¡pues! ¡Yo no se por qué quieres siempre tanto eso! —suelta sonrojándose un poco y... la verdad se arrepiente un poco y le detiene de la camiseta.

—¿El qué? —se detiene.

—Ehm... me refería... —vacila un poco y... le suelta. Estirándole un poco la tela de la camiseta.

Crowley le mira de reojo, esperando a que hable

—Pero las haces y cuentan a tu favor —responde—. Deberíamos subir

—Claro que no cuenta a mi favor porque los motivos son diferentes al puro... altruismo —de todos modos asiente a lo de subir.

—Pues quizás es lo mismo con los ojos que me acusas de hacer.

—Claro que no, eso son cosas que te benefician a ti o que tú quieres de manera completamente egoísta e interesada.

—¿Cuando hice esos ojos la última vez? En el medievo? —Se cruza de brazos.

—¿Disculpa? Hace como... veinte fucking minutos.

—¡No! ¿¡Y que conseguí?!

—"Vámonos de vacaciones, Crowley", "quiero ir a ver a ese estúpido mago, Crowley", "Vamos a ver la puesta de sol, Crowley", "Déjame conducir" —le imita.

—¡Anda ya! ¡Ahora no se te puede pedir nada!

—No he dicho que no puedas, he dicho que lo haces de ese modo.

—¡No lo hago de ningún modo, podrías decir que no! Y si no querías venir de vacaciones conmigo... ¡yo tampoco quería venir contigo!

Ojos en blanco de Crowley. No era este idiota el que podía sentir... el amor o whatever? Que flotaba en el ambiente o who knows. El que... obviamente no estaba ahí. Desde luego. Y por eso no tenía por qué sentirlo. Claro.

—Casi me da un bloody aneurisma con la estúpida sombrilla —susurra. ¿Podemos superar ya este tema?

—Pues a decir verdad, si la has quemado —por lo visto, no...

El demonio le mira porque... no. No le va a decir que lo que pasa es que se ha sentido culpable por no concederle el deseo más estúpido y pequeñito.

Ojitos de cachorro.

Aprieta los ojos y van a entrar a la sala donde ya están las luces a medias y ha empezado la cena.

Aziraphale se humedece los labios preguntándole a la chica de la puerta y... escuchando las instrucciones de la mesa a la que deben sentarse (que es, milagrosamente como la de la primera fila). Antes de entrar... se gira con Crowley que está detrás fingiéndose lo más desinteresado en todo esto posible. Eso requiere un gran esfuerzo.

—Ven, creo... tenemos buenos lugares —y vacilando un poco, extiende la mano y le toma de la muñeca

—No puedo creer que hayas lloriqueado por cómo una hora y media porque te he mojado la ropa y ahora hayas obrado el milagro de una mesa en bloody primera fila.

—Ha sido una casualidad.

—Eso díselo al juez.

—Es mejor milagro este que el de la ropa... es para que disfrutes el show —asegura yendo entre las mesas, tirando de él y moviendo un poco la mano lejos de la muñeca hacia su mano.

—Como un condenado, lo voy a disfrutar —ojos en blanco pero se deja tirar.

—¡Que exagerado! —protesta mucho más enfocado en terminar con él del todo de la mano, el demonio le entrelaza los dedos de modo natural sin ni fijarse en ello.

Aziraphale lo nota y el corazón se le acelera un poquito otra vez no queriendo llegar a su sitio.

—La gracia está en... imaginar cómo engaña a nuestros sentidos.

—No lo hace.

—¡Sí lo hace! No te dejas llevar —llega a su mesita, con dos sillas y una velita.

—Porque es tremendamente fácil ver dónde está el truco, no es magia de verdad.

—¡Es habilidad! Y no es tan fácil con magos buenos.

—A diferencia... —sonríe de lado, mirándole y sentándose o más bien, de nuevo vertiéndose sobre la silla sin soltarle.

—Yo lo hago aceptablemente bien.

Se muere de risa con eso.

—Que tú seas un aburrido...

—Esto no es de ser aburrido, es de un mínimo de dignidad.

—No tiene nada de indigno divertirse un poco. Voy a copiar alguno de estos trucos.

—Lo que faltaba —le mira desaprobatoriamente pero no puede dejar de sonreír.

—¿¡En qué he te afecta a ti que haga unos trucos nuevos?!

Suspira sin responder a eso.

—Quizás esta vez si te asombre —insiste el ángel.

—O quizás no.

—Me hace cierta gracia que te cause tanta grima... —le aprieta un poquito la mano.

—¿Por?

—Porque... es solo un juego y a tu parecer debe parecerte que hago demasiado el ridículo.

—Porque lo haces.

—Lo dices solo porque sabes que puedo hacer un milagro de verdad.

—¡Por supuesto!

—Eso no es de habilidad y la gracia de la magia que me gusta es... la actuación.

—No te creas que no sobre actúas —no me puedo creer que te estés atreviendo a decirle eso tú, Mr. Drama Queen. Cuando les traen la carta es que le suelta la mano porque además no... piensa comer o quizás sí tal vez lo mismo que él, no le importa mucho

Cuando le suelta recoge la mano, tocándosela un poco con la otra, mirándole de reojito un poco idiotizando... pese a lo horrible que le está diciendo (drama!)

—Bueno, sobre actuar es un poco parte del truco. Ser dramaaaaatico como tú, o aleeeegre y lleno de energía —hace un poco de sobreactuación.

—Mira, ya te creí lo de que en la ópera la gente se muere cantando porque es un recurso líbrico o como se llame, no me voy a creer esta.

—Lírico —se ríe de buena gana con esto.

—Eso he dicho.

—Has dicho líbrico, my dear —sonríe de lado

—Pues eso.

AziraPhale le sonríe, mirándole con unos ojitos de corazón que le cuesta ocultar. Él le sonríe de vuelta porque mira que mono es cuando está encantado.

—¿Te apetece comer algo? —pregunta con absoluta suavidad unos segundos después

—Lo que tú quieras —mira la carta. El ángel aún le mira un poco más antes de mirar la carta, sonriendo.

—Creo que deberías probar el pato.

—¿Cómo recurso humorístico o como comida? —sonríe de lado.

Como individuo que se cayó a tu tina y al que llamaste pato de goma hace un rato, piensa para si Aziraphale, sonrojándose un poco.

—Como ambos —define.

—Está bien, pato entonces —sonríe.

—Y creo que la ocasión amerita una Champagne... —se mira la carta de vinos.

—A ver... —se acerca para mirar cuales hay. Le gira un poco la carta para que pueda mirarla—. Que tal... —señala uno que le parece.

—Suena bien —Aziraphale asiente conforme.

—Bien —sonríe y se echa otra vez atrás como si fuera un jersey que alguien acaba de quitarse y lanzar a la silla, buscando al camarero.

El ángel le mira de reojo con esa posición y... la verdad es que aunque se queja de ella, no sería Crowley si se sentara derechito sin desparramarse. Cierra la carta con cuidado y la pone en la mesa moviendo un poco la pierna de manera que toca levemente la del demonio

Crowley le deja hacer logrando que el camarero se olvide de cualquier cosa que estuviera haciendo y les mire con ese truquito del chasqueo de dedos.

—Sí sabes que la gente puede venir sola cuando la llamas si esperas un poco, ¿verdad? No hay necesidad...

—Perdóneme padre, porque he pecado —se burla dejando caer un poco la cabeza hacia Aziraphale, sonriendo cuando se les acerca el camarero, sonriendo.

—Hello, young man. Good night to you.

—Buenas noches, ¿ya les han tomado nota?

—No aún, pero si tú fueras tan amable de hacerlo...

—¿Qué les apetece?

—Mire, pensábamos en dos platos de confit de pato. Este con higos. Me trae también espárragos para acompañar y... Una botellita de Krug Clos du Mesnil...

El muchacho se lo apunta con cuidado, asintiendo y luego mira a Crowley, que está ahí nada más escuchando.

—Se encuentra bien, míster? —pregunta al notar las gafas levantando una mano para señalar en su cara. Aziraphale mira al chico y luego a Crowley.

Of course, es que soy un demonio —responde tan tranquilo.

Aziraphale le fulmina con eso y el muchacho solo se ríe pensando que bromea, claro, yéndose.

—Nadie te cree —sonríe de lado—. Porque casi nunca pareces un demonio.

—Claro que no me creen —se encoge de hombros—. No quieren hacerlo.

—Y no estás haciendo nada demoníaco. Comer pato y beber champagne... junto a alguien muy distinto a ti.

—Si tú les dijeras que eres un ángel...

—Tampoco me creerían.

Crowley sonríe de ladito pensando que no está del todo de acuerdo con todo lo suavecito y dulce que es, pero prefiere no decirle.

—Menos aún me creerían que vengo con un demonio.

—Bueno, eso no se lo iba a creer ni... —hace un gesto con las cejas, mirando al techo.

—Me parece que precisamente... sabe todo lo qué hay que saber respecto a ambos —sonríe un poco.

—Mmmm...

—O sabría si se enfocara. Que no espero que ocurra.

—Uno de esos ángeles... ¿cómo se llama? El que parece que no va al baño hace una semana a pesar de ser un ser sobrenatural... —se lo piensa—. No, espera, voy a tener que ser más específico...

—Estás diciendo que todos parecemos... —sonríe un poco más con esa descripción.

—Los que estaban ahí el día de... la cremación, no sé —hace un gesto con la mano—. Dijo algo. Quería preguntarte por ello.

—¿Qué dijo?

—Algo de un... ¿novio?

—¿Tiene un novio? —levanta las cejas.

—Tuyo. Mío, en ese momento puesto que estaba yo ahí —explica mientras les sirven el champagne.

W-What?

—Pues no tengo ni idea, esperaba que tú me aclararas —toma su copa brindando con él.

—¿Qué dijo exactamente? Que yo... ¿que yo tengo un novio? —brinda también sin casi prestar atención.

—Sí. Y que por lo visto algo iban a hacerle también, no sé si después de a ti.

Aziraohale parpadea.

—¿Dio algún detalle de...? es decir, es que no tengo a nadie cercano en el cielo como para que pudieran pensar...

—No, solo dijo eso, que no me preocupara demasiado porque algo le iban a hacer también.

Aziraphale se humedece los labios y le mira, Crowley le mira de reojo, un poco por encima de la gafas.

—Creo que... era solo una forma de hablar.

—Una... forma de hablar bastante curiosa.

Aziraphale suspira, frunciendo un poco el ceño con todo esto. Pensando.

Crowley le mira de reojo y frunce el ceño también al notar que él lo hace. ¿Qué significa eso? ¿que sí es verdad? ¿qué lo tiene...? o tenía si acaso el pobre diablo había corrido la misma suerte que él, sin tener... bueno, un plan B como ellos.

En ese momento pareció un comentario desafortunado y burlón, pero a lo mejor de veras se refería a algo. ¿Y si acababa de darle por las buenas la noticia de que en el cielo habían matado a su amante?

¡Espera! ¿Y desde cuando tenía un amante y no le había dicho nada? ¿Es que acaso no eran amigos?

Y el problema aquí era que... no es que Aziraphale no les conociera y no es que no supiera que cielo e infierno eran solo las dos caras de la misma moneda. Sin embargo, la idea de toda la vida de estar en el bando de los buenos, cada vez se apagaba más hasta estar casi del todo extinta.

No era desde luego que esperara alguna muestra de emoción al decidir que lo que decían la reglas era que debían matarle... pero informarle ESO entre las últimas cosas que decirle antes de morir era... cruel.

Y que en el infierno fueran completamente crueles no le parecía extraño, pero... esto no tenía regreso.

Y el problema aquí era que... no es que Aziraphale no les conociera y no es que no supiera que cielo e infierno eran solo las dos caras de la misma moneda. Sin embargo, la idea de toda la vida de estar en el bando de los buenos, cada vez se apagaba más hasta estar casi del todo extinta.

No era desde luego que esperara alguna muestra de emoción al decidir que lo que decían la reglas era que debían matarle... pero informarle ESO entre las últimas cosas que decirle antes de morir era... cruel.

Y que en el infierno fueran completamente crueles no le parecía extraño, pero... esto no tenía regreso.

Es que se puede ver en la cara del demonio como se va formando el drama y la tragedia a medida que el silencio persiste. ¿¡Qué demonios estaba haciendo queriendo besarle hace menos de media hora?! ¿Y cuánto tiempo hacía que esto estaba pasando frente a sus narices? Tenía que ser cosa de cuando durmió durante todo un siglo. Seguro de cuando aprendió a bailar ese estúpido baile en ese estúpido club gay.

La única cosa aquí era que... desde luego Gabriel y los otros sabían. O creían saber algo, que seguramente no era en lo absoluto, ni remotamente cercano a lo que pasaba en realidad. Menos aún a lo que SENTÍA en realidad por Crowley. Y... repentinamente, a estas alturas, le importaba cada vez menos si algún día sabían lo que realmente sentía por él.

Así qué... aún con el ceño fruncido, se gira a mirarle con determinación. Anda ya. Si alguien quería oírlo, lo iba a oír.

Crowley se come el pato como en tres segundos, descargando un poco en él la frustración.

—Pues lo que debiste decirles entonces, es que eres MUCHO más que mi novio. Eres simplemente... parte de mí. Lo bastante como para que no pudieran quemarme.

Anda, ahógate con tu pato.

Sí, eso es lo que sucede. Crowley casi se atraganta o más bien, se atraganta del todo. Tosiendo exageradamente.

Aziraphale toma sus cubiertos, como si NO hubiera dicho nada de todo eso y como si Crowley no se estuviera ahogando.

Empieza a hacer gestos con las manos como si se estuviera ahogando hacen que alguien se acerque y le haga una maniobra de esas que se hacen con alguien intentando que la víctima no solo saque el trozo de comida atragantado, sino hasta los pulmones. De ser posible, el trozo debería hasta caer dentro de la copa de alguien para un correcto efecto _dramático-cómico._

Hay bastante revuelo, alguien grita si hay un médico en la sala, gente corriendo de un lado a otro, hay una pelea a puñetazo limpio y gente robando comida, seguramente alguien se lleva un buen premio en las tragaperras por el equilibrio poético. Aun no arde nada, pero dadle un minuto.

Aziraphale sigue comiendo sin inmutarse.

Lo siento, ahí está el trozo de pato en tu copa. Empieza a disiparse un poco el caos, hay sirenas en la distancia y sinceramente alguien hasta aplaude.

Le da un trago a la copa con todo y trozo de pato. Lo siento, Crowley, estos son los minutos de un ángel enfadado, te los estás perdiendo. Cuando el drama se va apagando lentamente es que por fin puede preguntar.

What... the hell?

—Y dices que yo sobreactúo... —le mira de reojo, comiendo otro trocito de pato.

—¡No cambies el tema!

—Estoy enfadado.

—¿Qué?

—No contigo, my dear. En lo absoluto.

—¿Qué tiene eso que ver con... todo esto?

—Todo. Nada. ¿Estás bien? —le mira a los ojos y es que está tratando de ignorar lo que dijo porque se ha enfadado. Pero... no va a estar enfadado para siempre, así que... vacila un poco.

—¡No! Qué demonios... es decir... qué... ¿Qué?

—No creo que necesites muchas más explicaciones... —se limpia la boca con la servilleta, ojos cerrados.

—¡Yo sí creo que necesito unas cuantas!

Aziraphale carraspea y Crowley le mira intensamente, aunque el ángel no se atreve a mirarle de vuelta.

—Está bien... voy a pedir una bloody bolsa de papel, no sea que vomites por la velocidad —protesta burlándose un poco pero rindiéndose.

—¿Cuál velocidad, Crowley?

—La de las placas tectónicas, por lo visto —ojos en blanco.

—Quizás sea momento...

Le mira otra vez intensamente, entonces se apagan las luces y empiezan los efectos laser de colores y de humo de hielo seco en el escenario, mientras una voz enlatada anuncia al mago según el texto exacto del folleto de Aziraphale, parecería que lo estuviera leyendo bajo los efectos del crack.

No fucking way! —protesta Crowley.

Aziraphale le toca el brazo un poquitín con la mano así sin mirarle, solo para... calmarle un poco y solo por eso no para el tiempo pero bufa

Podrías haberlo parado y besarle. Se le acerca igual un poco para hablarle en el show, desde luego.

—Mira, Mira... a ti te gustan las cartas.

La FULMINACIÓN. De todos modos este si se nota que es un mago profesional, aunque vaya vestido así de ridículo, no se le ven los trucos y no para de hacer bromas mientras los hace.

No como al otro idiota. Aziraphale está ENCANTADO.

Crowley suspira pensando que esto es un muermo pero como a éeeeeel le guuuuuuusta. Llega un punto, eso sí, en el que en mitad del show, el mago está haciendo un truco de desaparición con una chica y Crowley sonríe de lado y... chaquea los dedos mandándola al hall del hotel. Aziraphale es que... conoce sus chasquidos.

—¿Qué hiciste?

—Nada —deja de sonreír si al menos quieres que eso suene creíble.

—¡Anda ya! Como si no te conociera.

—Solo estoy aquí sentado, viendo el show —y se muere de la risa con la cara de perplejidad del mago que no encuentra a la chica en su trampilla secreta.

—Que va... ¡Mira! Ve la cara de susto que tienen todos.

—A lo mejor es parte del... espectáculo. La actuación y todo eso.

—No lo es y lo sabes. ¿A dónde mandaste a la chica?

—Pues eso deberías preguntárselo al mago, quien por cierto, está en plan show must go on sin preocuparse ni un poco —responde Crowley y decide empezar a hacer que todos los trucos le SALGAN pero que le salgan DE VERDAD, no con el-otro-pañuelo-escondido-en-su-manga o el-mecanismo-secreto-que-activa-la-caja... etcétera, solo porque le encanta la cara de idiota que se le queda al pobre hombre que no entiende una mierda.

—No vas a decirme que no es bueno este hombre... —le alega Aziraphale, muy convencido ahora de las absolutas maravillas que presencian.

—Parece... un poco sorprendido.

—Y tú muy poco.

—¿Por qué iba a estarlo? Está claro que todo esto tiene truco.

—¿Y me dirás que se nota? ¡Es muy bueno!

—Pues no se nota, pero... me falla en la actua... —de repente, antes de que pueda acabar la frase, se prende un foco sobre Crowley como si fueran a abducirlo los extraterrestres. O peor aún, tuviera audiencia celestial. Sí, querido, eres el siguiente voluntario-no-voluntario. El demonio, de hecho, levanta las cejas incrédulo de esto mientras el mago le alienta a subir sacudiendo su capa de purpurina reluciente. Crowley ha visto bolas de discoteca menos brillantes que esa capa.

—Cielos... —susurra el ángel.

—No, no, de verdad, que suba él que le hace ilusión —protesta para el mago señalando a Aziraphale, el nombrado la verdad... en efecto hubiera preferido ser él, le hubiera hecho mucha más ilusión.

—Porfavor —pide el mago haciendo que la gente aplauda—. Prometo que lo devolveremos de una pieza.

Crowley mira a Aziraphale de reojo. Y pero no, le ha tocado a Crowley, así que Aziraphale le sonríe un poquito y le hace una seña para que vaya

—Yo no prometo que él acabe de una pieza —masculla apretando los ojos y levantándose.

—Venga, aunque a mí NUNCA me has querido hacer de ayudante de mago.

La fulminación antes de los diez segundos de contoneo de caderas de alguien que ha oído hablar de los brazos y piernas, pero nunca los ha probado. Aunque tiene una tía en Gales que tiene una rodilla y una vez, cuando era pequeño, se la dejó ver.

El mago vuelve a hacer que todo el mundo aplauda, en el mundo del espectáculo, siendo público, basta con existir para que te aplaudan. Ni el más idiota podría cagarla en eso.

Pues es que nunca le ha querido hacer de ayudante y a este mago SÍ. Aziraphale frunce un poco el ceño... celosito.

—Gracias, gracias por acompañarnos esta noche, tu nombre es... —sigue el mago mientras se sube.

—Anthony —sisea tras vacilar un instante, haciendo los ojos en blanco a...l universo, por lo visto.

—Anthony! Me encantan tu gafas, Anthony, ¿pero no está un poco oscuro para llevarlas o es que sufres conjuntivitis?

—Es que soy un bloody demonio —responde con la sonrisa más falsa y forzada que es capaz, sin siquiera esforzarse en que parezca real. Desde luego, todo el mundo se ríe con eso, incluido el mago.

—Uno muy divertido, sin duda —sigue el mago—. Y dime, Anthony... ¿estás casado? ¿Los demonios pueden casarse?

Aziraphale sonríe con esa pregunta. Crowley vacila un segundo con esa pregunta, mira a al ángel un segundo y...

—De hecho, sí —chasquido de dedos y aparece un anillo en su mano y otro en la de Aziraphale.

Omg! Aziraphale... le mira con la boca abierta completamente. ¿Casado con quién? (Perdón pero no ha notado aún el anillo)

—Estupendo, déjeme adivinar, de "viaje de negocios" con la mujer en casa, no se preocupe, esto no se emite por televisión. No será usted el primero... ni el último —hace la bromita fácil el mago y la gente se ríe de nuevo

—No! —protesta Aziraphale.

—De hecho, no. Estoy aquí de vacaciones con él. Está sentado aquí en la primera fila.


Quiero pedir disculpas por el gran contenido en frases y expresiones en inglés que alguien ha mencionado en los reviews dificultan la lectura. Esto se debe a que llevamos mucho años en otro fandom en el que escribir así tiene sentido y las buenas costumbres cuestan de abandonar, pero voy a intentar que sean menos.