Y ahí está Gabriel.
—¡No es cierto! —casi grita—. Digo. ¡Gabriel!
Gabriel parpadea un poco sin saber qué hace y le hace un gesto para que baje la ventanilla o abra la puerta y se baje del coche.
Todavía tiene a Crowley encima un poco abrazado, pero lo lanza casi al otro lado y se baja.
—¡Gabriel!
Gabriel levanta las cejas pero enseguida se recupera y sonríe, tendiéndole la mano.
—¡Aziraphale! buen trabajo, muchacho.
—No fue simple... —asegura tomándosela con temorcillo, el arcángel se la aprieta y le da unas palmaditas.
—Nos han avisado de lo que has hecho y he venido lo antes posible.
–¿Quién les ha avisado?
—El cielo siempre está presente... —se encoge de hombros un poco
Aziraphale se revuelve.
—Muy buen trabajo como siempre. Ahora ayúdame a llevar el cuerpo al cielo para que podamos destruirlo.
—¿A-Al cielo? —le mira con la boca bastante abierta un segundo.
—Hay que destruirlo por completo para evitar que pueda regresar tras un exorcismo. La verdad, no creíamos que fuera a caer con algo tan sencillo.
—¡No ha sido sencillo!
Gabriel hace una sonrisa de condescendencia.
—La mayoría de demonios hubiera huido antes de terminar el exorcismo.
—Ha sido la tarea más... —Aziraphale aprieta los labios mirándole enfadado. Trata de sonreír un poco—. Desagradable.
El arcángel le mira de reojo y sonríe de lado.
—Bien, no te preocupes. Nos encargaremos del resto nosotros.
—¿A-A que te refieres con el resto? —pregunta Aziraphale un poco asustado. Gabriel toma aire y luego lo suelta.
—Aunque ha sido muy valiente de tu parte todo esto, obviamente aún no ha terminado el proceso, pero tampoco hace falta hacerte sufrir más de lo imprescindible —asegura poniéndole una mano en el hombro.
—Curiosidad... a-académica —sonríe un poco falsamente teniendo repentino terror por Crowley.
—Bien, entonces... ya puedes marcharte —da una palmadita en su espalda y le sonríe falsamente.
—No, pero es importante saber que harán con él en caso de tener otra vez una asignación cómo está. Espero no tenerla, eso de matar a alguien es un poco anti-angelical... ¿no? —sonríe sin irse juntando las manos.
—¿Quieres... estar presente en el proceso?
—Quiero saber el proceso.
—Pues hay que... sellar el cuerpo y luego destruirlo.
—¿S-Sellarle cómo?
—Sellarle para que no pueda regresar a este ni a ningún otro. Sabes que los demonios pueden poseer otros cuerpos, ¿verdad?
—Oh, sí, sí, algo había oído. ¿Y cómo hacemos eso?
—No es algo de nuestro departamento —responde arrugando la nariz y haciendo un gesto vago no muy interesado.
—Ohh... entiendo, entiendo. Pero si hay una forma. Eso es muy bueno saberlo —asiente—. ¿Y el cuerpo como lo destruyen? O tampoco...
—Creo que con fuego —busca su teléfono para que venga alguien a recogerlo.
—Oh, pero espera Gabriel... No, no es lo más... ¿No crees que necesitamos pruebas de que...? bueno, tú sabes...
El arcángel le mira con el teléfono al oído.
—Espera, espera, antes de que... ¿con quién intentas hablar? —pregunta Aziraphale en pánico.
—Van a venir a buscarle y... ¡Hola! Sí, necesito a alguien de tu departamento aquí... Sí, claro que es urgente —hace una pausa y se ríe de algo.
Aziraphale se agacha un poco para ver a Crowley, por Dios, si iba a regresar debía hacerlo YA. Pero ahí sigue, inerte...
—Maldita sea... ¡apúrate! —susurra Aziraphale mirando a Gabriel y esperando sinceramente que le estuvieran contando el chiste absurdo del día por un rato más.
Hay más sonidos raros en la radio, mientras Gabriel comenta quién sabe qué al teléfono.
—Si no te apresuras, van a venir y van a SELLAR el cuerpo, Crowley.
Hay más sonidos complicados y... Aparecen los ángeles que Gabriel ha convocado con un rayo.
—¡Maldita sea!
Gabriel les explica a los ángeles lo que ha pasado y lo que tienen que hacer, señalando el coche y a Aziraphale, explicándoles que él es quien lo ha exorcizado.
—Ehm... bueno. Hay algo importante que deben saber de... el exorcismo usado...
Todos le miran.
—Ehm... hello —asegura con la espalda contra el coche, nervioso—. Soy Principality Aziraphale.
—Ya sabemos quién eres, Aziraphale —responde Gabriel un poco exasperado.
—Ya, bueno, tú sí, pero ellos... No les recuerdo. ¿Tú estuviste después de la lluvia en el Arca de Noé? Creo que sí, ¿no? —pregunta mirando a uno
Este vacila un poco sin saber qué decir, porque les han dicho que esto era urgente para ahora estar de cháchara.
—Casi estoy seguro que fue contigo con quien discutí el informe.
—¿A dónde quieres llegar con esto, Aziraphale? —intenta cortarle Gabriel.
—¿Qué? ¿Yo? A ningún lado. Solo le llamo la atención... lo que decía era que creo que hay una frase en el exorcismo que, según leía yo... espera, espera, deja de las muestro —se da la vuelta—. La traigo escrita y creo que quizás necesiten ajustar el proceso de sellado...
Gabriel hace un gesto a los tres para que procedan mientras Aziraphale busca.
—Esperen, esperen. Que esto es importante. Está en el coche seguramente... —va tras ellos casi corriendo—. Estoy casi seguro de que les va a interesar lo que digo...
—Busca lo que tengas que buscar y repórtalo.
—Pero necesitan saberlo antes de llevárselo. Será algo rápido —asegura ahora mismo metido en el coche tratando de "buscar" el papel.
Bien, no te asustes pero... no sabemos muy bien cómo funciona esto así que... vamos a hacerlo del modo más divertido. Lo bueno es que no explota, pero si tiene un orgasmo fulminante.
¿Q-Q-Qué? ¿¡Quién?!
Aziraphale.
Orgasmo, ¿verdad? No hemos leído mal.
No, no habéis leído mal.
El GEMIDO ABSOLUTO de Aziraphale que además... nunca ha tenido uno.
Los otros cuatro vacilan un instante con eso.
Es que hasta arquea un poco la espalda. Cielos. Cielos. El mundo acaba de desaparecer y reaparecer por un momento. W T F.
—¿Aziraphale?
—Q-Qué a-acaba de... —aun está vacilando cuando de repente la voz le cambia un poco y automáticamente parece que se le ha pasado ya el problema—. Sí, sí, vale. Ehm... todo... todo bien, en serio. No... ehm... no te preocupes —responde girándose a mirar a Gabriel que aun parpadea un poco.
Oh... cielos. Aziraphale vacila porque... Él no ha dicho eso. O sea, sí lo ha dicho pero no ha sido... Oh, dios mío. Ajem... ¿así que así se sentía cuando Crowley te poseía? Cof cof cof ¿Cómo es que no habíamos probado esto antes?
Porque creía que iba a explotar.
Creo que sí ha explotado.
¿Puedes centrarte, ángel? ¡Aun hay una emergencia aquí!
Ya, ya, ya... pero es que tú no has sentido todo lo que ha sentido él.
Gabriel frunce un poco el ceño porque Aziraphale ahora se siente... como... raro.
—En serio, Gabriel, todo de put... tickety boo —se detiene de decir puta madre—. Pero creo que no deberíais llevaros el cuerpo aun.
¡Ya se lo he dicho yo! protesta Aziraphale de pensamiento. Cielos, al menos estando aquí no pueden sellarte. Espero.
La cara de Gabriel, ojos en blanco por paciencia.
Ya sé que se lo has dicho tú y no sé si pueden o no pueden, estaría más tranquilo ahí. Replica Crowley de pensamiento también.
—¿Por qué no? —protesta Gabriel clamando por paciencia.
¿Por qué no te has metido ahí? pregunta Aziraphale interiormente.
—Porque no puedo aun —responde Crowley a través la boca de Aziraphale, en voz alta, porque se está mareando un poco.
Shhhh!
—¿No... puedes? —pregunta Gabriel.
¿Quieres responderle tú? Protesta el demonio dentro de su mente.
¡Ugh!
—Te digo que... he leído yo que si le movemos mucho después del exorcismo puede tener consecuencias —asegura Aziraphale.
—Tranquilo, somos profesionales —replica Gabriel.
—No, no, no... pero este era un exorcismo especial. Lo... obtuve de...
—De...
—U-Unos escritos infernales. Por eso ha funcionado.
—Sí, como todos —Gabriel hace un gesto para que procedan.
—No, no. Escritos que VIENEN del infierno ¡Espera! —grita a la misma vez casi casi Crowley que Aziraphale, histérico. En una bonita cacofonía de dos voces solapadas salidas de la misma garganta.
Gabriel parpadea.
¿Y si detuvieras el tiempo unos segundos, querido? propone Aziraphale de pensamiento.
No serviría para que el cuerpo se recupere y de todos modos tendrías que hacerlo tú. Replica Crowley interiormente.
Podría yo ocupar tu cuerpo, Crowley.
Gabriel se acerca a Aziraphale para mirarle bien porque le está pasando algo.
¿Si no puedo entrar yo, porque crees que ibas a poder tú?
Pues no puedes entrar por el exorcismo... ¿no?
Sí, pero...
¡Hay que decir algo convincente entonces! ¿Cuánto falta? ¡Dijiste veinte minutos y han pasado como diez horas!
Déjame intentar algo... y no te pongas histérico.
¿¡Cómo no me voy a poner histérico con Gabriel aquí intentando destruirte?!
—Gabriel... —Aziraphale le mira muy seriamente. Él frunce el ceño.
—Lleváoslo —responde el arcángel y chasquea los dedos porque empieza a estar harto de que Aziraphale le detenga.
Así que se lo llevan y Aziraphale suelta un grito de frustración que no sé cómo consigue reprimir el insulto.
Voy a... voy a intentar poseer tu cuerpo, Crowley. ¡No hay más! exclama Aziraphale de pensamiento.
—Gabriel, déjame despedirme —suplica la voz de Crowley a través de Aziraphale a la desesperada—. Todos sabéis que estoy enamorado de él. Permíteme esto.
Gabriel le mira y se pellizca el puente de la nariz.
Uuuugh!
Shut up.
—Estás en la cuerda floja con esto, Aziraphale. No creas que Miguel no me ha contado vuestra conversación del otro día.
—Sí, sí... ya, por eso, solo déjame esto —insiste el ángel—. Ya le he matado, Gabriel, ¡y ha sido lo más difícil! Y lo he hecho porque creo en ustedes y para demostrarles que... ¡soy fiel a la causa!
—Está bien, está bien, sube y pídelo.
—Thank you!
Gabriel hace un gesto de cansancio para que deje de estar molestándole.
—Ehm... puedo usar tu... vía para subir, ¿verdad? —sonrisita de Aziraphale.
El arcángel suspira un poco exasperado pero acaba accediendo poniendo los ojos en blanco.
Ahí se va.
Van a sentirte ahí arriba, Crowley.
Ya lo sé, esto es una emergencia. Intenta no lamerle el culo a demasiada gente mientras estoy aquí, angel.
Tú intenta tener bonitos pensamientos sobre los niños, Crowley. Nada que apeste.
Seguro que mis pensamientos malignos van a ser el problema.
¡Pues podrían serlo!
Esto es raro... Crowley hace que Aziraphale levante una mano y se la pase por el pelo.
Sí que lo es. Aunque prefiero que... estés aquí a que no.
El demonio le hace sonreír y juega con su pelo... y le hace mover las caderas.
¡No! ¡No camines así! ¡Se darán cuenta!
Vale, vale, hazlo tú.
Las caderas solo funcionan contigo. ¿Ya podrás entrar? Vas a tener que atacarme para huir.
Ni siquiera sé cómo voy a salir de aquí, esto es el bloody cielo...
Si han venido otros, puedes salir tú. Sal por donde saliste la última vez. O... en forma de serpiente quizás.
El asunto es que la última vez salí siendo tú, no alguien que se supone todos quieren muerto.
Podrías... ponerte algo menos llamativo de ropa y salir de incógnito, querido.
¿En serio? ¿Ese es tu plan? De todos modos... ¿a dónde vamos?
Aquí, a la recepción, supongo. Venga, hay que correr antes de que decidan hacerte algo. Sonríe y se bueno, ¿vale?
Ojos en blanco.
—Ehm... hello —Aziraphale saluda a la chica que está ahí.
Y le guiña un ojo.
Se sonroja también. Maldita sea, Crowley.
—Necesito... acaban de subir el cuerpo del demonio Crowley y Gabriel me ha dado permiso de verle a solas unos minutos.
—¿Un... demonio? —pregunta el ángel de la recepción un poco desinteresada.
—Sí. Necesito saber a dónde lo han llevado.
—¿Al infierno?
—No, le han subido aquí, yo lo vi —asegura—. Lo he exorcizado, iban a destruirlo —añade con otra voz.
—Ehm... intenta en "inmolación". Tercer piso.
No puedo creer que haya un departamento de Inmolación en el paraíso. Comenta Crowley.
No podrías querer todos los sitios horrendos qué hay aquí. Responde Aziraphale.
—¿Me recuerda hacia dónde?
Ella le señala.
—Thank you... —ahí se va corriendo—. Por ahí —señala Aziraphale con la voz de Crowley porque siente dónde está con el sentido viperino, una vez llegan a un pasillo lleno de puertas.
Y ahí se dirige Aziraphale, "corriendo" abriendo la puerta de golpe.
Crowley está sobre una mesa de hierro pulido que parece de quirófano encadenado y rodeado de ángeles cuya descripción podría ser... vestido de uniforme como si esto fuera un hospital humano, aunque obviamente no es para nada lo que está pasando.
—Ohh... ehm... hello —la sonrisa nerviosa de Aziraphale y luego aprieta los dientes y aspira el aire porque... cielos este hierro sí está puesto aquí para... ESTO.
—Eh, ¡tú! No puedes estar aquí
—Gabriel me ha dado permiso de... despedirme de él a solas —se sonroja.
No creo que sea buena idea que sea a solas, si se van todos y cuando vuelven no estoy habrá un culpable evidente. Esto tiene que parecer culpa mía. Reflexiona Crowley.
—No se nos ha informado de nada.
—Pueden ir a preguntarle. De hecho... pueden quedarse aquí si quieren. P-Pero... bueno... u-ustedes saben que yo...
El ángel hablando con él hace un gesto a otro para que vaya a comprobar, de todos modos. Aziraphale se sonroja otra vez.
—¿P-Puedo acercarme?
—Es peligroso, estamos preparando el ritual de sellado.
Aziraphale traga saliva por orden de Crowley.
Aziraphale les odia. A todos. Hasta el punto de temer que lo noten.
—Tendré cuidado —se acerca igual.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta el ángel-cirujano.
Aziraphale se sonroja un poco porque admitir esto no es en lo absoluto su fuerte.
—Y-Yo... l-le... no pude evitar... l-le tengo cierto aprecio...—empieza y entonces se corta a si mismo con la voz de Crowley casi hablando a la vez—. Estrecharle la mano porque hace seis mil años que somos colegas de profesión asociados... ¿tú qué crees que voy a hacer? —pregunta sarcásticamente.
¿Podrías dejar las toneladas de sarcasmo? Aziraphale le toma de la mano, igual al cuerpo de Crowley.
¿Podrías darte un poco de prisa? No puedo creer que tenga que ser yo el que vaya a hacer esto. Protesta Crowley internamente y luego mueve el cuerpo de Aziraphale para que se acerque y le plante un beso al cuerpo inerte del demonio, sin vacilar. Ni tiempo a que les interrumpa nadie.
Cielos. Cr... piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
Las cejas de todo el resto de ángeles se irían al cielo si no... ja-ja ya estuvieran en él.
Aziraphale dirá todo lo que les quede de vida que esto es más Crowley que el... pero la verdad, es que se le echa bastante encima, cerrando los ojos.
El cuerpo de Crowley aún no reacciona porque Crowley está entrando a él a través de la boca. Sabrás que todo ha ido bien cuando te devuelva el beso.
Y si hay algo que van a poder sentir TODOS los presentes son las absolutamente absurdas cantidades de amor que rezuma Aziraphale por él. Es que hasta levanta un brazo y le acaricia un poco la cara, tomándole del cuello.
La verdad, Crowley está en mitad de un ataque de ansiedad un poco exagerado para estar disfrutando esto del todo, pero tampoco es verdad que no se pueda olvidar del mundo unos segundos mientras le devuelve el beso.
Ya, ya. Ya habrá más que puedas disfrutar. Aziraphale no lo está disfrutando del todo tampoco, no creas, pero aún piensa que puede salir todo mal y ser la última vez que lo pueda hacer, así que lo intenta.
Sí, venga, seguro hay fuegos artificiales en algún lado.
En el Soho quizás.
Todo el resto de ángeles de la sala opina que esta es la PEOR ABERRACIÓN desde la pizza con piña.
Y a Crowley le molestan UN HUEVO las cadenas de hierro, que además le queman porque sí son contra entes infernales... pero sobretodo es porque así NO PUEDE abrazarle.
Cielos... es que Aziraphale no quiere separarse. Pero necesitan... salir de aquí. De verdad.
Tienes que desaparecer tú las cadenas. O... no.
Así que un instante antes de separarse, ahí va a desaparecerles las cadenas antes de, con ojos cerrados y muy solemnemente asegurar un...
—Lo siento, Crowley...
Y lo siguiente que pasa es que ¡Puf! Crowley desaparece.
Aziraphale pega un GRITO. No que el resto de ángeles estén menos confundidos.
—¿¡Qué ha pasado?! ¿¡Dónde está?! —da unos pasos atrás... y tiene que hacer un sobre esfuerzo, dado que el beso le ha dejado estúpido, para no sonreír como un niño en juguetería. Pone cara de tragedia y se gira a los otros—. ¿Qué le hicieron?
—¿Nosotros? ¿¡Qué le hiciste tú!? —chilla el primero en reaccionar.
—¿Yo?! ¡¿Qué le voy a haber hecho?! ¡Con lo que costó matarle! —protesta Aziraphale.
—¡Tú eres el que acaba de besarle! —LA CARA DE ASCO.
—¿¡Y desde cuando besar a un muerto consigue que desaparezca?! —responde Aziraphale sonrojado DE MUERTE.
—¡Algo tienes que haber hecho! —le acusa uno de los ángeles, señalándole con el dedo.
—No puede haber desaparecido, de todos modos... —responde otro intentando mantener la calma.
—¡Hay que buscarle! Gabriel va a ponerse... _intransigente_ —un tercero se lleva las manos a la cara.
—Mantengamos la calma, debe estar en algún lado, ¡no es como que se pueda salir de aquí con un milagro sin autorización! —responde el que intentaba estar calmado.
—A-A lo mejor lo... lo ha hecho... EL demonio. Lo han hecho desde el infierno —propone el preocupado por Gabriel.
—¿Los demonios pueden hacer eso? —pregunta el primero, abriendo los ojos como platos y pensando que quizás podrían hacérselo a ellos en cualquier momento entonces.
—Gabriel nos va a arrancar las alas —sigue lloriqueando uno de ellos.
—Hay que hablar con el registro de milagros. Ellos deben poder saber qué ha pasado —insiste el de las autorizaciones.
Aziraphale levanta las cejas con eso por un momento.
—¡No seas imbécil! ¡Si el infierno ha hecho esto no habrá registros!
—¡Es un demonio temible, Crowley! —les advierte Aziraphale a los tres.
—Gabriel nos va a mandar a nosotros al infierno...
—¡Nadie ha dicho que haya sido el infierno! ¡Yo aún creo que ha sido él de algún modo! —señala a Aziraphale.
—Yo le he TRAÍDO aquí, ¡no seas ridículo! ¿¡Por qué no pudo haber sido él?!
—¡El caso es que hay que encontrarle! —están entrando en pánico.
—¿¡Encontrarle dónde?! ¡Si se ha ido! ¡Voy a tener que cazarle otra vez! ¡Esto es culpa SUYA! —les señala.
—Pues... ¡en su casa o donde sea! ¿Tú sabes dónde vive?
—Eh, eh... a lo mejor se ha muerto ya, él solo —propone el que estaba súper preocupado por Gabriel.
—¿De un beso? —pregunta Aziraphale.
—¡O quién sabe de qué! A lo mejor es parte de otro ritual de destrucción. ¿Hay antecedentes de lo que un beso de un ángel hace a un demonio?
—N-No lo sé. Seguramente sí —Aziraphale es que casi va a explotar ahora él de la vergüenza—. ¡Tengo que ir a buscarle!
Ninguno de los presentes sabe si hay antecedentes, sinceramente.
—¡Todos tenemos que ir a buscarle!
—¡Hay que avisar a Gabriel!
—Esto ha sido culpa de ustedes por no asegurarle bien —insiste Aziraphale.
—¡Por todos los cielos! ¿Cómo más hay que asegurarle?
—¿Pues crees que fue simple traerle?! ¡Es un demonio terrible! ¡Intentó matarme!
Los ángeles dan unas cuantas vueltas por ahí cada uno a su asunto sin saber cómo enfrentarse a esto.
—Voy a tener que ir otra vez. Les pondré como responsables en mi reporte. ¡Me voy! Díganle a Gabriel que lo traeré otra vez... —murmura Aziraphale, yéndose a la puerta.
Nadie le está haciendo mucho caso, la verdad, están todos histéricos
Va a largarse.
Hace bien.
Sale caminando, preguntándose cómo se habrá ido Crowley, pero pensando que no puede comunicarse con él en varios días.
Lo primero a bajarse de aquí. Luego... no sabe. A caminar Londres y esperar a que Gabriel le encuentre, que seguro irá a buscarle.
En PERSONA.
Sí. Sí. Eso teme. Mucho más pronto que tarde
Tienes un ratito hasta que se entere, pero solo un ratito.
Ya. Ya. Le encantaría llamarle a Crowley. De verdad. De hecho es que... va a ir a un parque, a cualquier parque, a sentarse en una banca... y a sonreír cinco minutos seguidos con ese beso (aunque aún piensa que fue del horror y del trauma absoluto) que se dieron.
Va a bajar Gabriel con Sandalphon, Miguel y Uriel no porque está arreglando quién sabe qué o a lo mejor sí van los cuatro como si fueran los cuatro jinetes del apocalipsis.
Aziraphale sigue en el parque, sentado, solo, esperando a que vengan. Dios mío. De verdad... el lo ha intentado.
—Aziraphale —le llama Gabriel cuando se acercan andando por el caminito de tierra en el que está su banquito. Aziraphale se humedece los labios y suspira, girándose a mirarles.
—Hello... —no sonríe mucho esta vez
—Ya debes saber lo que ha pasado...
—Lo vi con mis propios ojos.
—Aseguran que lo hiciste tú.
—Gabriel, yo lo MATÉ. Y me costó lo que no está escrito. Y voy a volverlo a hacer.
—Los muchachos insisten en que lo tenían perfectamente inmovilizado —replica Sandalphon.
—Para mí estaba muerto —se defiende Aziraphale.
—Han dicho que le... besaste —asegura Michael.
—Y luego desapareció —añade Uriel.
—Es un demonio. Debe haberme engañado.
Gabriel parpadea lentamente.
—Yo te permití despedirte de él, Aziraphale. Pero estoy empezando a hartarme de estas tonterías tuyas.
—Pensé que lo tenía. Parecía todo tan... —Aziraphale suspira—. Lo siento. De verdad que lo siento.
Uriel y Sandalphon se miran no muy seguros.
—Pensé que podría despedirme... es que lo que me piden es duro. Muy duro. Sé que no se los parece pero...
—El problema es que es difícil confiar en ti —asegura Uriel.
—Chicos, estoy haciendo mi mayor esfuerzo por ser fiel sin importar lo que pidan.
—Ya. Y aun así no es fácil confiar en ti —insiste ella.
¡Como no es fácil confiar en ustedes! Piensa Aziraphale para sí. ¡Asesinos!
—Menos aun sabiendo que estás enamorado de él —asegura Miguel.
—Ya se te dijo que esta era una prueba —añade Gabriel.
—Lo volveré a intentar. Tengo que averiguar cómo, pero lo volveré a intentar. Él también intento matarme.
—¿No se suponía que él estaba enamorado de ti? —responde Uriel que bien que se enteró del chisme.
—É-Él no está enamorado de mí... —susurra Aziraphale.
—El otro día estabas muy convencido de que sí —Miguel sonríe un poquito, de lado.
—Eso dijiste la otra vez, como la cosa más estúpida que se le podría ocurrir a alguien —añade Uriel.
Aziraphale se sonroja con eso, porque él no había... ¡había sido Crowley! Aprieta los ojos y en serio quisiera matarlo y abrazarle por igual.
—Quizás esa fuera la forma de matarle...
—¿Qué forma? —pregunta Sadalphon.
—He estado investigando... porque... bueno, de hecho ya es bastante suerte que esto haya funcionado todo lo que funcionó. Ya le había dicho yo a Michael que temía que un Exorcismo no funcionaría. Hay que encontrar una debilidad en... él. Quizás justamente sea su debilidad algo opuesto a lo que es un demonio.
—Pero el exorcismo sí funciona—¿podría Gabriel ser más denso?
—¿No es obvio que no ha funcionado? Se ha escapado en nuestra cara y ha esperado al momento en que fuera más... humillante para mi, Gabriel.
—Como sea, Aziraphale... no vamos a estar esperando para siempre.
—Ehm... ¿qué sugieres exactamente?
—Aziraphale quiere intentar que se enamore. Lleva seis mil años intentándolo... —se burla Michael y Uriel se ríe con ella.
—No quiero intentar que... ¡es una idea únicamente!
—Aziraphale, basta de tonterías, acaba con esto ya —corta Gabriel nada interesado en ese asunto
—¿Cómo?
—Pues... haz otro exorcismo. Uno de verdad —responde como si fuera obvio—. No hay tiempo de estar probando... ideas.
—Gabriel, este es el mejor exorcismo que encontré. Lo dije palabra por palabra.
—A lo mejor deberías intentarlo desnudo la próxima vez —se burla Uriel.
—W-What?!
—O lo que sea que estuvieras haciendo la otra vez.
—Sí que lo estabas. Intentando ridículamente parecer un humano idiota —agrega Michael.
—Otro de los motivos por los que no se puede confiar en ti —asegura Sandalphon.
Aziraphale abre y cierra la boca sin saber qué decir.
—Eres la peor excusa de ángel que ha existido jamás —agrega Michael con desprecio—. Una vergüenza.
Uriel asiente.
—Una cosa es la comida, que ya es bastante tremendo, ¿pero esto? Y lo de enamorarse de un demonio...
—Yo no sé cómo es que no le has echado directamente al infierno, Gabriel.
—No es algo que nos concierne a nosotros decidir... —zanja el arcángel porque este tema es como...
—Voy a intentarlo otra vez... se los prometo —asegura Aziraphale intentando sonar lo más convincente posible.
Gabriel aprieta los ojos porque bastante le jode todo esto así ya en general pero tampoco es como que haya mucho más que hacer al respecto que dejarle... probarlo de nuevo.
Tampoco le interesa que Aziraphale sepa que en realidad... pues no es como que haya mucho más con lo que presionar, si ni saben cómo matarle. Aunque si podrían subirle al cielo a otro departamento y no dejarle estar más en la tierra. (Y así también sería problema de otro).
—Voy a investigar más y a averiguar mejor cómo hacerlo —insiste Aziraphale.
—Es difícil creer eso cuando... —Gabriel señala a Miguel y Uriel—. Así que quizás deberías hacer algo con eso también.
—¿Ha-Hacer? ¿Hacer qué?
—Tú... ridículo enamoramiento. O lo que sea.
—O-Oh... e-eso —se sonroja.
—No es algo que se vea con buenos ojos.
—Es ridículo y asqueroso —asegura Miguel—. Una aberración.
—E-Entiendo —Aziraphale cambia el peso de pie—. Aunque es a-amor. ¿No se supone que...?
Los cuatro le miran con intensidad.
—El problema no es el amor, es la naturaleza del receptor —responde Sandalphon lentamente.
—¿Y si eso... ayuda a que el receptor haga menos bien su trabajo?
—Claro, claro... porque te quiere de vuelta —Michael hace los ojos en blanco, pero se ríe otra vez. Uriel se ríe con ella.
—Hay mejores maneras de frustrar los planes del mal, de todos modos —zanja Gabriel.
—Maneras mucho menos ridículas —insiste Miguel.
—Y para colmar el vaso el amor que tú profesas se está volviendo más terrenal que celestial —añade Uriel.
Aziraphale se sonroja más, con ese asunto del beso. ¿De verdad debían reñirle como a niña de secundaria?
Si no se comportara como tal...
—Realmente n-no lo es y... bueno. Es igual. Tendré cuidado. Lo prometo —asegura otra vez, suspirando. Esto era el infierno... En el cielo. Realmente no eran para nada distintos.
Gabriel suspira también porque no hay mucho más que decir ahora mismo.
—¿Algo más? —pregunta y se arrepiente un poco. ¿Qué más podrían pedirle? ¿Puedes además pintar las bancas del parque con la lengua?
—Se hará una valoración de esta situación en adelante, es posible que se te asigne un compañero si tu desempeño parece entrar en conflictos... ajenos. Te lo haremos saber —Gabriel se gira dando por terminada esta conversación.
¿¡Un compañero?! DIOS MÍO.
Miguel le sigue, con media sonrisa.
—Patético... —le susurra. Uriel se ríe de eso con ella y Sandalphon mira a Aziraphale como si fuera la cosa más asquerosa que ha visto nunca, siguiendo a Gabriel.
Aziraphale les mira irse sin atreverse casi ni a parpadear y tras unos segundos andado en el camino alejándose, desaparecen.
Este era el momento apropiado de haber dicho fuck, ¡y él gastándolo con el coche!
Por lo visto hay muchos momentos buenos para ello.
Por lo visto, cada vez más frecuentes. Mira a su alrededor, paranoico.
Sí. Se han ido, de verdad.
Seguro ahora le miraban. Seguro si va a algún lado, le seguirán. Seguro estarán todo el tiempo tratando de sentir qué siente por Crowley.
Y el problema era que... lejos de sentir menos... ahora mismo sentía que el pecho le podría explotar.
Hablando de niñas de secundaria...
¡Ugh! Un... poquito. Aun así, se queda ahí. Incapaz de moverse. Horrorizado con todo esto, pensando que el margen de error era nulo. Esto. ESTO era lo que toda la vida le había dicho a Crowley que pasaría cuando decía "a los míos no les gustaría". Aunque era un poco menos horrendo lo que imaginaba.
¿Así que a eso vamos a jugar ahora? ¿Al "te lo dije"?
¡Pues! Sí. Porque se lo dijoooo.
Ok. Ok... whatever, igual ni puede responderle así que... seguid.
Después de un tiempo absurdamente largo, termina por levantarse de la banca, e ir a casa, sin disfrutar realmente sus momentos en la tierra. Aunque sorprendentemente, encuentra una viejecita tratando de bajar a su gato del árbol de camino, cosa que le ayuda a hacer con un pequeño y sutil milagrito.
¡Sí, claro! ¡Ahora!
Aziraphale piensa que esto debe ser para compensar todo lo que ha hecho mal últimamente. Que aunque no... No se sentía la peor excusa de ángel del mundo, muchas cosas de estas habían sido un DESASTRE.
En fin... ahí se va a la librería arrastrando un poco los pies y pensando que, intercámbiese por un demonio, hacer girar la cruz en la iglesia, y enamorarse perdidamente de un ser infernal eran más que suficientes cosas terribles.
¿Quieres ver algo guay?
Seguramente sí que quiere.
—Fuck, fuck, fucK, fuCK, fUCK, FUCK! —protesta Crowley cuando ya están en la librería, saliendo de su bolsillo del abrigo y volviendo a su tamaño habitual.
