Nada más salir de ahí, le llama por teléfono y es que él está paseando como león enjaulado junto al teléfono en la librería, esperando que le llames.

Hello?! —contesta histérico.

Heeeey, cutie! —tan contento que está.

—¿Crowley? —pregunta pensando... si le habrán drogado o algo, porque suena muy contento.

—¿Dónde estás? Tengo BUENÍSIMAS noticias. Ven, vamos, te invito a comer en algún sitio. Dónde tú quieras.

What? No me puedes... ¿estás bien?

—Sí que puedo. ¡SÍ QUE PUEDO! De hecho, no solo puedo. ¡DEBO! —exclama haciendo gestos mientras anda por la calle con el teléfono al oído.

—¿De qué hablas, my dear ¿Debes qué? ¿Estás bien? ¿Seguro?

—¡Claro que sí!

—¿Pero qué te han dicho que estás tan contento?

—¡Ven y te lo contaré!

—No puedo ir, my darling. No pueden vernos juntos.

—¡Te aseguro que sí! Vamos, vamos al Ritz. Vengo por ti en diez minutos —salta dentro del coche.

—Pero no, Crowley...

Angeeel —protesta de vuelta.

Es que claro que Aziraphale quiere que vayas e ir al Ritz. ¡Lo quiere mucho!

Pueeeees

Dear, por más que quiera... ¿por qué no hacemos algo un bastante menos obvio y mucho más discreto? No sé... vernos en un punto secreto.

Crowley vacila unos instantes y se acuerda de que... bueno, las buenas noticias son maldita sea unilaterales.

—Vale... vale. Vale.

—Y de hecho... no sé si... no sé si sea lo mejor. Van a seguirme, estoy seguro...

—Veámonos en el metro.

—En el... metro —repite.

—¿En alguna estación? O... no sé, tú eres el de las locaciones, dear.

—Vale, no importa. Donde tú quieras.

—En media hora... en Oxford circus.

—Vale... vale. Media hora. Perfecto.

—Me alegra que tú tengas buenas noticias —asegura sinceramente—. Estaba preocupado

—¡Date prisa!

—Sí, sí. Sí. ¡Ahí voy! —asiente contagiándose de la emoción. Crowley le cuelga porque le ha llamado al tonto teléfono fijo de ruedecita.

Ay, maldito tonto teléfono de ruedecita.

¡Pues si usara el estúpido móvil!

La verdad es que solo por que ibas a ir al infierno lo encontró y cargó.

Aziraphale es que se tarda como aproximadamente diez segundos en cerrar la tienda y eso incluye echar a uno de los clientes.

Y de nuevo. Crowley, va a llegar tarde porque prefiere los autobuses. De hecho, lo que prefiere es los coches, pero bueno

Ugh. Aziraphale va a llegar antes, desde luego y va a estar sentado en una de las bancas, todo derechito, esperándole impaciente.

Crowley aparece como un cuarto de hora más tarde, corriendo y con una bolsa de papel. Esquivando a la gente.

Bueno, el ángel está ahí, sentado, buscándole. Aunque sabe que Crowley va a encontrarle primero. Se detiene frente a él de golpe, sonriendo un montón.

—Oh... hello!

Crowley le toma de las manos y tira de él para que se levante

—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —pregunta haciéndolo.

El demonio lo toma de la cintura y vuelve a besarle, casi le hace dar la vuelta. DECIDIDAMENTE no se esperaba eso ¡Están aquí en PÚBLICO! ¡En medio de todo mundo!

Sí... pero... ¡Pero!

Le besa de vuelta, porque... cielos, ¡había ido al infierno! Y todo siempre parece una cosa súper dramática

De hecho, yo creo que sí lo levanta un poco y unos segundos después es que se separa. Hasta protesta un poquito el ángel.

Hello... —sonríe.

—Crowley... —es que lo dice con tal nivel de ensueño...El nombrado sonríe más—. No deberíamos...

—En realidad... y esto es lo que tenía que contarte...

—¿Q-Qué? —¿es que podrías dejar de babearle encima?

—Yo no solo sí debería. TENGO qué.

—¿Tienes que qué? —no entiende NADA.

—Tengo que hacer justo esto. Besarte, sacarte, seducirte... enamorarte. Todo eso. ¡Ya no tengo que matarte si no todo lo contrario!

Wh-What?! ¿¡Tienes que... qué?!

—Exactamente lo que has oído.

Aziraphale le toma de la mano y le sienta. Él lo hace, tan sonriente

—¿Cómo que no tienes que matarme ya?

—Lord Belcebú me lo ha dicho personalmente —sonríe y niega tan feliz. Y luego mira su bolsa de papel, abriéndola—. He traído esto para celebrarlo —le da unos chocolates y saca una botella de champagne.

—Pero no entiendo, Crowley... que... —se detiene, y mira los chocolates. Y sonríe. Y es que es una mierda que estén aquí, en la puta estación de metro—. Vamos a otro sitio.

—Vamos a dónde tú quieras.

—Llévame a tu casa.

Se levanta y le toma de la mano, a lo que el ángel se la aprieta un poco mientras le lleva hacia afuera.

—Gabriel —le recuerda.

—Claro, ahora dale las culpas a él, como si no supiera que quieres las dos manos para poder abrir ya los bombones —aprieta los ojos porque está muy contento pero le suelta.

Aziraphale se ríe un poco con eso y Crowley se pasa una mano por el pelo y carraspea un poco, porque quizás está mostrándose demasiado entusiasmado.

No, es que... están en público, y eso tiene sumamente tenso a Aziraphale.

Ya, ya, pero igual.

—¿Puedes... sentir si me siguen?

—Eh... no estoy seguro —la verdad, solo te siente a ti ahora mismo pero es como intentar encontrar luciérnagas a contra luz. Le ciegas completamente. Aziraphale le toma discretamente de la mano.

—Necesito irme de aquí donde todos pueden... ver y oír.

—Vamos, vamos por mi coche y a mi casa.

—No puedo creer que Belcebú te haya pedido que NO me mates. ¿Por qué? —pregunta mientras caminan.

—Porque les interesa más que te seduzca y use mi influencia para espiarte a ti y al cielo.

Excuse me?! —se sonroja BASTANTE.

—Porque todos saben que podría, pero es perfecto porque el cielo no confía mucho en ti, así que simplemente puedo salir contigo y hacer todo lo que quiera y dar reportes muy vagos.

—¿Les has dicho que me has... seducido para espiarme?

—Bueno... No, les dije que era para matarte, claro, pero... llegaron con eso y... Digamos que no les saqué del error. No podía dejar pasar la oportunidad.

—¿¡Y les pareció bien?! ¡Que me... les has dicho además de seducirme! —es que se muere un poco de la vergüenza con la idea de Belcebú hablando de Crowley seduciéndole.

—Pues esto. Espiarte.

—Y desde luego, con lo que han visto... —se sube al coche, mirando alrededor paranoicamente

—Eh... sí, eso. Todos piensan que es asqueroso.

—Bueno, el cielo también piensa que es asqueroso...

—Piensan que a mí me lo parece —se humedece los labios.

—¿A-Asqueroso? Y entonces... ¿por qué suponen que lo... haces?

—Pues primero por... matarte y ahora para espiarte. Soy muy sacrificado.

—¿Asumen que... es solo para seducirme? ¿Y qué piensan que hago yo?

—Pues… dejarme hacer —le mira de reojo. Aziraphale suspira profundamente.

—Así que... el infierno tampoco cree que tú... me... —explica Aziraphale en voz alta. Crowley se sonroja un poco—. Y suponen que yo si te... —se sonroja un poco en espejo—, así que, yo soy un poco tonto y no me he dado cuenta que tú no me...

—Por lo visto, pero aquí lo importante no es lo que piensen ellos.

El ángel asiente, porque lo sabe, aunque le que el cielo completo y el infierno piensen que... no se ha dado cuenta...

—Van a decirle al cielo...

—¿Qué?

—Que me estás seduciendo y que yo... necesito un motivo para dejarte hacerlo, Crowley.

—Es lo que tenemos que convencer al cielo.

—Tendría yo que convencerles de que... si estás enamorado y puedo... ¿reformarte? No creo lograrlo.

—No... no creo que ellos crean eso. Habría que ser más cínicos. Tendrías que decirles que... mientras yo intento hacerlo, para asegurarme que lo hago, tengo que esforzarme y complacerte y... con eso puedes conseguir que haga... cosas por ti y quizás que te cuente cosas.

El ángel le mira de reojo con un bombón de chocolate en la boca y es que no, no ha podido aguantarse.

El demonio le mira a los ojos, mira el bombón y sonríe de lado.

—¿Creef que fe lo cfean? —Se sonroja un poco.

—¿Por qué no? En realidad es malditamente cierto.

—¿En qué les beneficiaría? Gabriel parecía temer PRECISAMENTE este asunto de las apariencias, my dear —asegura y ahí va otro bombón a la boca.

—Pues al infierno parecen tener fe de que lo contrario va a beneficiarles a ellos —chasquea los dedos una vez llegan al Bentley que seguía aparcado en el parking subterráneo del cine.

—¿Pero beneficiarlos cómo?

—Pues para saber lo que tramáis, supongo, quién sabe. A mí me han pedido reportes, así que voy a tener que escribir con todo lujo de detalle mis sacrificios a la causa haciendo todas esas cosas horribles y asquerosas.

Aziraphale se sonroja más, subiéndose al coche mirando a su alrededor paranoicamente.

—¿No crees que podrías proponerlo?

—Es que ellos creen... que yo te aprecio y tú no, y... por lo tanto no pienso organizadamente.

—Pero... si me ven hacer cosas por intentar... o sea, puedes demostrar que estás beneficiándote de ello y podrías beneficiarles a ellos también.

—Eso, de hecho, no es del todo mentira.

—A eso me refiero —conduce como siempre adelantando a la gente en el último segundo y lo más rápido posible, con todos los semáforos poniéndosele en verde milagrosamente.

Aziraphale va PEGADO al asiento, pensando que ni Gabriel, ni Miguel ni nadie podrían perseguirles a esta velocidad ni de esta forma

—¿Podrías intentar no descorporizarnos mientras llegamos?

—¡No te va a pasar nada!

—¡No parece!

Oooojos en blanco.

—De verdad te han pedido que me... me...

Crowley le mira de reojo y Aziraphale se sonroja más.

—E-Eso es...

—¿Qué?

—Es absurdo... no puedo creer que el infierno quería justamente ESO. ¡Mientras que el cielo quiera que te mate! —sonríe.

El demonio se ríe, aparcando donde siempre aparca en su casa. Debe haber por ahí una señal de prohibido aparcar que él mismo hace aparecer y desaparecer a conveniencia.

—Es el mundo al revés... casi —abre la puerta y yo sospecho que ya no quedan bombones.

Bueno, los llevó para él, así que... Se baja limpiándose los bigotes y mirando otra vez paranoicamente alrededor.

Crowley apaga el coche a chasquidos y sus caderas le llevan de nuevo a la puerta cero preocupado. La verdad es que este nuevo enfoque era una bendi... maldi... una... ehm. Algo jodidamente genial que había que celebrar.

No estaba seguro de que los estuvieran siguiendo... a lo mejor sí, a lo mejor no, pero ni siquiera necesitaba saberlo para pensar en besarle de nuevo en la puerta. Aunque si estaban siguiendo al ángel... tenían que convencer al cielo PERO YA.

Aziraphale abraza la botella de champagne mientras caminan a la puerta, preocupado y tenso, pensando continuamente que... es que si habitualmente, en tiempos normales, no solía venir aquí con frecuencia... ¡es que venir ahora era una locura! Ni siquiera sabía cómo justificarse lo a si mismo: vine porque... necesitaba estar a solas con Crowley para... que me bese hasta que se me olvide hasta mi nombre". Cómo Dios aún no se le manifestaba para MATARLE era una buena pregunta.

Crowley le mira de reojo dejándole hacer, abriendo la puerta.

—No creo que sea el mundo al revés, siempre hemos sabido que en el cielo son unos cabrones.

—Pero es que se supone... —lo ha dicho tantas veces que creo que podrías completarle la frase.

—Ya, ya, ya... los cabrones son los del infierno —añade entrando al ascensor.

—También... pero yo debía amar, Crowley. ¡Pura y sinceramente!

Crowley le mira... de esa forma y se sonroja un poco, Aziraphale se sonroja también.

—N-No que p-precisamente l-lo haga —EJEM.

—N-No... No... Claro —no le mira.

—E-Es... quizás si lo estás logrando demasiado bien —se mira los pies y se balancea un poco adelante y atrás.

—¿Quizás?

—Esto es puramente para... tener un lugar para hablar a solas —Aprieta los ojos. Por Dios, si el mismo le había pedido venir aquí.

—Desde luego...

—Es verdad. Tú compraste champagne y bombones... nadie puede tomar eso en el metro.

—Ah, sí, había unos bombones —sonríe molestándole.

Shut up!

Crowley se ríe.

—A ti ni siquiera te gustan, ¡los compraste para mí!

—Y tú te los comiste en el metro... como un bárbaro, por lo visto —le abre la puerta para que entre.

—¡No fue como un bárbaro! —tan indignado, entra.

—Pero te conozco —cierra la puerta a su espalda y sonríe un poco depredadoramente otra vez.

Aziraphale mira alrededor un poco, relajándose en cuanto cierra la puerta, como si esta proporcionara algún tipo de protección absoluta contra sus compañeros ángeles.

—¿Me conoces en que aspecto? —pregunta girándose a él.

—Prácticamente todos.

—Para decir que he comido algo como un bárbaro... yo no como nada como un bárbaro —traga saliva igual con esa sonrisa porque... ya se la ha visto antes y empieza a asociarla con Crowley estando demasiado cerca y haciendo en general que le tiemblen las piernas.

—No desde el siglo XVI. Y bien que te quejabas entonces.

—¡La vida era bastante más compleja entonces! ¡Hasta tú te quejabas!

—No digo que no —se ríe y se va a buscar un par de copas, el ángel le sigue, sonriendo un poquito—. Aun así, si llego a ser yo el que te obliga a comerte los bombones en el metro, ya me imagino el drama de quejas y protestas —tiene la mano para que le pase el champagne.

—De hecho me has obligado un poco —se la tiende—. La enfriarías un poco más, querido, por favor.

—Yo te dije de ir al Ritz —chasquea los dedos y ahí está a la temperatura perfecta.

—Prefiero estar aquí —le sonríe—. Aunque aún me sorprende que puedas vivir con tan poco.

—¿Qué tan poco? ¿Qué falta que necesite? —sirve las copas después de abrir la botella.

—Ibas a enseñarme dónde tienes los libros que te he regalado.

—¿Iba?

—¿No?

De todos modos saca el teléfono y con una aplicación hace girar una pared del comedor para que aparezcan las estanterías escondidas y le pasa su copa.

—Anda ve a ver.

Las cejas levantadas de Aziraphale.

—Que... ¿¡Qué es eso?! ¿¡Cómo lo has abierto?!

No solo hay libros, la verdad, hay un montón de películas y discos en varios formatos.

—Son las estanterías, no me gusta que se vean —el niño minimalista.

—Ohhh! Hay libros y cosas —sonríe un poco reconociendo libros que, en efecto, él le dio. E incluso otros que no le dio—. My dear, esto NO es justo, ¡podría haberme entretenido aquí! —y no haber ido al sushi, así que deja de quejarte.

—Pues solo tenías que abrirlas —le muestra el teléfono.

—Y cómo iba a saber yo que... ¡Ohh! ¡Este! —saca la primera edición de "La guerra de los mundos" que le dio él.

—¿Qué? —le mira apoyado en la mesa, tomándose su champagne.

—Este te lo di yo, ¡sabía que te gustaría! Me dijiste que no lo ibas a leer y que blablablá.

—No lo he leído.

—Oh... pues... deberías leerlo —le cambia la carita, no vamos a decir que no.

—He visto la película —sí, la ha visto y lo oyó por la radio y se CAGÓ DE MIEDO cuando el idiota del autor la leyó como si fuera real... ¡no fue el único en cagarse de miedo! No me extrañaría que este piso tuviera un refugio antiaéreo debido a ello.

No, no fue el único. Pero él es un demonio, ¡sabe esas cosas!

—No tiene para nada la misma gracia la película —lo deja otra vez en el estante aún haciendo morritos—. Y por supuesto todas tus películas. Tienes The sound of silence que podamos ver

Sounds of silence es un disco.

—Bueno no importa si es disco o carrete o como sea.

—Me refiero a que es música.

—¿No tienes la película?

Saca el teléfono otra vez y prende la tele, haciendo que ponga el videoclip en youtube de Simon & Garfunkel. Aziraphale parpadea.

—Oh... no. Me refería a la otra, la de las monjitas.

Oooojos en blanco.

Sounds of music —replica y vuelve a tocar el teléfono para que la tele vaya a sus archivos en la nube.

—Ohh... eso. Eso. Espera, antes tienes que contarme bien cómo ha ido todo en el infierno —se le acerca un poco.

—¡Bien! —vuelve a sonreír porque rara vez vuelve TAN contento del infierno y pone la película en volumen bajo, de fondo.

Alguien no va a hacerle el MÁS MÍNIMO caso a la película. De hecho, nadie. El ángel se sienta en el sillón y le toma de la mano, Crowley se deja caer a su lado quitándose los zapatos y sube los pies al chaise-longue desparramándose casi automáticamente.

—Así que bajaste —sonríe un poco sintiendo lo perfectamente agradable y familiar que es esto con Crowley.

—Tenía que sacar a ese par de ahí.

—Casi muero del susto cuando los vi... bajar.

—Yo casi muero del susto cuando los ví ahí.

—Además es que estábamos... cielos. No puedo creer que nos hayan visto haciendo eso. El cielo va a enterarse —se sonroja.

—Eso me recuerda que Dagón mordió una vez a un ángel.

—¡Oh!

—En una mano o así. Y luego le arrancó el brazo —explica escenificando un poco lo que se imagina.

—¿¡En serio!? —se lleva la mano a la boca—. Tienes que tener MUCHO cuidado —Vamos, que ya pasamos de "CERO BESOS" a "tienes que tener mucho cuidado cuando me beses, porque obvio me vas a besar miles de veces"

—Eso no implica que sea venenoso —se encoge de hombros.

—Dagón no es una serpiente.

—Bueno... ya, pero... sí es un demonio.

—Igualmente no me he muerto.

—A ver —se acerca a verle el labio tomándole de las mejillas. Aziraphale traga saliva pero le deja, sin quitarse, mirándole a los ojos, tiene el labio rojito y un poquito hinchado aún, pero decididamente no peor.

—Mmmm... —se lo acaricia un poco con el dedo pulgar y él entreabre los labios—. Aun está hinchado, habría que aplicar frío o calor.

—¿Está peor? Hmm... ¿frío o... c-calor?

—¡Sí! Mucho. ¡Creo que tendrá que ser rápido!

—Ohh... casi no me duele. ¿Hielo?

Crowley arruga la nariz porque esa es la respuesta incorrecta y le acerca la copa de champagne fría. Desde luego tenía que decir calor para que desde luego, ¡él pudiera besarle!

Aziraphale cierra los ojos porque tampoco esperaba eso, sinceramente.

—No, no está funcionando. Con el frío me... duele.

El demonio suspira porque ahora ya pasó.

—El caso es que hay que convencer al cielo que les será más útil que tú puedas espiarme a matarme. ¿Qué tal si les pasas algún resumen de unos cuantos planes futuros? Tal vez eso les convencería.

—¿Para espiarte o matarte? Aún... estaba pensando.

—No, planes demoníacos. Tal vez podría intentar hablar con Hastur o Dagón para saber en qué están metidos. Así... invitarlos a unas cervezas como la actividad más rara y anticlimática del universo e intentar sonsacarles para que tú puedas reportarlo.

—Oh, entiendo... decirles que te me has venido a buscar, que hemos convivido cordialmente y que me he enterado de cosas...

—Exacto. Al final estoy intentando ganarme tu confianza y eso, tiene sentido que me pidas que te cuente cosas y que yo te las cuente. Puedes beneficiarte de mis... falsos intentos de seducción.

—¿Falsos?

—Eso creen todos —sonríe.

—El cielo cree que yo creo que no... —le hace un cariño en la cara y se sonroja, quitando la mano.

—Yo pienso como ellos.

—¿Crees que yo creo que no? —se sonroja un poco más.

—No lo sé, a lo mejor implicabas que están equivocados.

—Lo están... pero no en eso.

Crowley sonríe y Aziraphale gira la cara, un poco avergonzado.

—Debo confesar... —empieza el ángel—. Que es que todos crean que yo soy lo bastante idiota...

—Ahí sale el ego intelectual... —se burla. Aziraphale aprieta los ojos.

—Es que... suponen que yo...

—Eres inocente y crédulo. Y es que lo eres.

—No del todo —se revuelve un poco—. ¡Lo dices como si cualquiera me engañara vi cualquier cosa! —protesta Aziraphale sonrojándose, pero es que el historial ni le ayuda en nada

—¿No? Cuéntame otra vez eso de que Dios iba a arreglarlo todo. O como todos los ángeles son buenos... o lo de la espada —se estira—. ¿Sigo?

—¡Lo de la espada no fue por inocente y crédulo! La necesitaban —alega en su defensa.

Crowley se ríe porque es que... da igual cuanto se lo repita, sieeeempre replica tan indignado.

—Tú también eres a veces inocente y crédulo.

—¿Yo? ¿Cuándo?

—Cuando crees que todo mundo te ve como un demonio horrendo —explica.

—¿Perdona? —frunce el ceño. El ángel le sonríe—. No todo el mundo me ve como un demonio horrendo, algunos también opinan que soy insufrible o terrorífico.

—Yo sé que tienes poco de demonio y bastante de buena persona —se ríe.

—¿Por qué insistes en eso? —protesta fastidiado.

—Me lo dice el que me recuerda cada tres minutos de la espada.

—Igual me sorprende que yo sea el único que sabe lo que pasó con ella de verdad.

—Pues es que... aún no sé si fue lo correcto

—Visto en perspectiva... Fue inefable. Tal vez no habrían sobrevivido y no habrían... inventado todo esto. Nunca hubiéramos tenido nada de ello.

—Igual que lo de la manzana —sonríe de lado—. Ciertamente estoy seguro de que Dios no aprueba esa clase de secretos.

—¿Qué secretos?

—La espada... creo que están más cómodos con suponer que simplemente la perdí.

—O más bien ni siquiera preocupándose mucho de ti o de qué pasó en realidad hasta que no queda más remedio —responde mirándole de reojo—. La verdad, yo podría conseguirte una réplica bastante parecida con fuego infernal, apuesto a que ni se enterarían.

Aziraphale levanta las cejas

—Si no se creen lo que puse en el informe, quizás fuera momento de que me consiguieras una de una vez por todas —tan cínico—. ¿Te sirvo más?

Crowley se acaba su copa y se la tiende, asintiendo

—Nah. Es más divertido así, además, tú no puedes controlar ese fuego. Te destruiría —¿no te suenan esas palabras? Aziraphale toma la copa.

—Anda, así que... yo no podría extremar precauciones para manejar la espada.

—No. ¿Qué ibas a hacer con ella? ¿Quemar la librería entera y no enterarte hasta que ya fuera demasiado tarde por estar demasiado absorbido por una historia? Ya he pasado por eso y no, gracias.

—Si tuviera una espada así no iba a absorberme en una historia con ella encendida, pero me... me parece interesante que no quisieras darme fuego por peligroso.

—Pues es que no ibas a poder apagarla y encenderla como la otra.

—¿Y no crees que pudiera ponerla en algún sitio encendida?

—¿Cómo... dónde?

—Yo que sé, en un contenedor. Pero lo que me llama la atención es... ¿ves? ¿Ves cómo no se siente uno bien con la idea?

—¿A qué te refieres?

—Tanto que te enfadaste conmigo por el agua bendita.

—¡Eso es completamente diferente!

—¿Diferente cómo, dear? —le da su copa y le roza bastante los dedos cuando la toma.

—El agua se puede guardar bien sellada en una botella y ya ¡Pero estamos hablando de fuego infernal!

—¡El agua te mata a ti igual que a mí el fuego infernal! Solo requieres una gotita, Crowley. Es lo mismo esto. Podrías darme una espada de fuego infernal y no... Justo porque no quieres que haga eso. Solo quiero que veas el paralelismo.

—¡Es que no es para nada lo mismo, no se puede contener igual!

—Igual el fuego infernal no puede caérsele en forma de una pequeña gotita mientras estás muy protegido y tocarle en cuanto estás distraído.

—Claro que sí, ¡echa chispas!

—Ugh... pues ¡igualmente! Eso no hace que darte agua bendita sea una cosa lógica. Tú mismo no me darías fuego infernal, ese es mi punto.

—Es que son cosas completamente distintas.

—¿Por qué?

—Porque es diferente, el agua no es nociva para nada más que yo, pero el fuego lo quema todo, ¡no solo a ti!

—Igualmente tienes que tener mucho cuidado con ella —protesta.

—Nah, creo que la voy a usar para hacer hielo. Y la pondré en el whiskey, como jugar a la ruleta rusa. ¿Me lo tomaré lo bastante rápido antes de que sea letal?

Aziraphale parpadea y le mira, Crowley sonríe enseñando los dientes.

—Vale, esa me parece una idea brillante —suelta sarcástico.

—Sabía que iba a gustarte.

—Me fascina. De hecho si quieres puedo ayudarte bendiciendo algunas de tus botellas de whiskey.

—Claro, hazlo, ¿qué es un poco más de nihilismo en mi vida? Y por supuesto a ti te van a ascender en el cielo.

—Eso querría Gabriel... ¡Es que no me puedo creer que el cielo quiera que te mate y el infierno que me quieras!

—Además, seguro iban a poner a alguien en mi sitio, no creo que a Hastur, pero... algún otro pobre diablo al que si tendrías que detener y enfrentar tal como quisieras hacer conmigo.

—Definitivamente no hay ningún otro demonio al que enfrentare tal como quisiera hacer contigo —suelta sin mirarle

—Ya me gustaría verlo, de hecho —sonríe—. Ibas a odiarles tanto... —aprieta los ojos riéndose—. O bueno... tal vez no —se gira a mirarle—.Seguramente estarías encantado, demonios de verdad. Como Dios Manda. De los que no entienden el mundo y tientan a la gente y consideran que tienen que hacer el mal todo el tiempo. Nada de un pacto. Todo el tiempo en marcha persiguiéndoles intentando salvar las almas y peleando contra ellos. Te ibas a hartar a hacer exorcismos.

—¿¡Y tú crees que a mi realmente me gustaría eso?!

—Eso dices todo el tiempo —sonríe, porque claro que sabe que no—. En vez de ser yo molesto y meterte en cosas raras con labia, te comportarías como el ángel ejemplar que todos esperarían en el cielo que fueras.

—Tampoco sé si eso funcionaría tan bien, ¡pero sí es lo que debería pasar! —se humedece los labios.

—Y no podrías tener una librería, claro, tendrías que estar constantemente alerta, así que... —se echa otra vez, mirando el techo y pensando—. Necesitarías otra clase de negocio en el que la gente entrara y contara chismes, para enterarte bien de los planes del enemigo. Algo así como un bar de copas de música moderna —es que solo por la ironía suelta una carcajada.

—Tampoco tendría que estarme peleando constantemente con el demonio que me toca porque me pide cosas indecentes... eso sí ¿¡Un bar de copas?! —le corta la idea a la mitad.

—Bueno, no te las pediría a ti —se gira un poco en el chaise longue, apoyándose sobre el codo para mirarle—. Pero desde luego las haría por ahí y tú tendrías que ir a resolverlas.

—Ugh... eso sería un horror. ¡Imagina tener que ir todos los días a arreglar de verdad cosas demoníacas!

—Bueno, pero serían cosas pequeñas, el resto de demonios suele ser más... artesanales que yo —se encoge de hombros—. Te conté sobre lo de los nuevos tipos de empleo, ¿no? Aún estoy trabajando en ello, porque es cosa de los humanos principalmente pero es que va a encantarles. La tendencia es que los empleados se conviertan en empresas y así las grandes empresas los contraten como proveedores en vez de como empleados, así no tienen que pagarles sanidad ni beneficios sociales ni ocuparse de sus impuestos. Y pueden pagarles por sus servicios lo que les dé la gana porque al final es una negociación entre empresas. ¡Es brillante!

—Es... la razón por la cual yo ¡NO debería de confraternizar contigo!

—Oh, venga... —protesta echándose de espaldas haciendo drama. Aziraphale se ríe un poco.

—No creas que luego no cuesta que la gente siga trabajando en vez de renunciar y vivir una vida completa de desperdicio con esas cosas que inventas.

—Anda ya, venga, si últimamente casi no hago nada demasiado... exagerado —se defiende, porque además luego se le vuelve en contra, como cuando se cargo las comunicaciones telefónicas y no podía llamar. O como cuando hizo parar el metro de Londres y luego todo el mundo iba a todos lados en coche. O como cuando hizo a todo el mundo adicto a Candy crush, él incluido.

—No, no, si últimamente te mantengo bastante ocupado —le sonríe de lado.

—Eso también —sonríe... de otro modo.

—¡No me refería a eso precisamente! —se sonroja.

—¡Claro que sí!

—ESO es MUY reciente.

—Tú dijiste últimamente.

—Últimamente, ULTIMAMENTE... e-esto ha cambiado un poquito.

Crowley le mira unos instantes y luego deja la copa... y las gafas de sol sobre la mesa porque presiente que le van a molestar. Aziraphale le mira y sonríe porque le gusta cuando se quita los lentes, porque le gustan sus ojos

—Aunque...

Otro motivo más para hacerlo. Para eso y para que vea bien los ojos en blanco que provoca ese aunque.

—No me pongas esos ojos, my dear

—No, no... vale. Sigue —levanta las manos en señal de rendición

—¿No te parece que haya un aunque? ¿Qué te imaginas que voy a decir?

—Que no debería, que todo el mundo está en contra y seguro no forma parte del plan inefable o algo por el estilo.

Aziraphale se ríe nervioso, porque no, eso no iba a decir. Aunque eso suena... mejor de lo que iba a decir.

—Pero igual te gusta el cambio, así que... —se levanta del sofá a buscar el teléfono que antes ha dejado en la mesita y se vuelve a dejar caer.

—Lo que me parece es que no es TAN distinto. Vamos, lo que es distinto sí que es distinto pero... ¿Vas a jugar con eso ahora en vez de hablar conmigo?

—Te estoy escuchando —le mira aun con el teléfono en la mano.

—Hmmm...

—Dame un minuto, ¿vale? Estoy parando las alarmas... Deberían haber sonado ya si alguien no las hubiera estado toqueteando y desconfigurando todas.

—Ah... antes de que la casa empiece a protestar. Vale. Vale —le da un traguito a su Champagne—. ¡Yo no desconfiguré nada!

—No, claro... Mi nueva tabla de surf la encargué yo para ir a surcar el Támesis.

—¿Tabla de surf?

—Y mi niño camboyano adoptado... es mi buena obra del mes. Yo que soy mucho de buenas obras —sigue, aunque eso ha decidido que... puede seguir mandándole dinero, aunque sea a través de otra cuenta a otro nombre de las que se desvían a las islas caimán.

—¡Oh! ¿Adoptaste un niño de Camboya? ¡Eso es muy lindo!

—No, angel. Tú lo hiciste. Igual que compraste una tabla de surf, desconfiguraste mis alarmas, me apuntaste a un newsletter de gatos y me contrataste una puta.

—Una... ¿¡Qué?! ¡No! ¿¡Cómo te voy a haber contratado una puta?! —casi se cae de la silla.

—Estaba en la puerta cuando volví del restaurante de sushi.

—¡No! No... ¡No! ¿¡De dónde iba a sacar yo una puta!? Y, peor aún, ¿¡por qué iba a querer yo una puta para ti?!

—No lo sé, a lo mejor la querías para ti puesto que no pretendías encontrarme ahí...

El triple parpadeo

—¿Para... mi? Para darle un sermón e invitarla a otra vida, sería. Yo no iba... con... ¡No! No puedes pensar que iba a querer a una mujer para... ¡Crowley!

—Solo digo que estaba en la puerta y tú te quejaste de aburrirte —sonríe de lado.

—¡No seas idiota! Cómo iba a llevarme... ¡cómo iba a aburrirme y pensar en hacer ESO! No se qué haces tú cuando te aburres pero yo ¡NO hago eso!

El demonio se ríe porque es que los gritos desesperados.

—¿¡Qué le has hecho a la mujer que vino?!

—Bueno, no es lo que suelo hacer, pero en este caso la chica llevaba bastante rato esperando y puesto que la habías llamado tú pensé... ¿Qué haría Jesús? y pensé en María Magdalena y...

Aziraphale abre la boca con esa respuesta.

—No, no. No. Jesús no haría eso que... se suponía que debías... ¡te has ido y me has dejado ahí!

Crowley se ríe otra vez porque claro que no hizo nada más que pagarle (con dinero falso) y mandarla a su casa.

—Y te lo había PEDIDO... y...—sigue el ángel, indignado.

—¿Me lo habías pedido?

—¡CLARÍSIMO! Y tú has venido aquí y has... ¡Ugh! ¡Debería irme a casa!

—¿Qué me habías pedido?

—¡Es OBVIO! —se sonroja.

—¡No es nada obvio! —frunce un poco el ceño.

—Incluso soborné al hombre —hace un gesto con la mano.

—¿Qué hiciste qué? —levanta las cejas.

—¡De alguna forma! ¡Le había dejado dinero en la mesa!

—¡Eso fue para pagar la cena!

—Sobraba mucho y me puse de pie. Estaba todo para... ¡ello!

—O sea, crees que yo vi... no solo cuanto dejabas, si no que suponías que tengo la más mínima idea de lo que vale el sushi y que además supuse que era un soborno y no... bueno, yo qué sé. Propina.

—Era obvio que yo... que... ¡ya habías estado muy cerca! ¡Y solo te fuiste! Creo que, de forma evidente, no soy bueno para tentar a nadie —taaaaan indignado en general.

Crowley le mira unos instantes y sonríe de lado. Intenta ser algo así cool de "no estoy impresionado, solo, bueno, no lo has hecho mal"... y le sale una cara de adoración infinita... que sonroja a Aziraphale del todo

W-What? —pregunta suavecito.

—Estabas intentando... —empieza otra vez el demonio.

—No! Of course not!

Es que hasta suspira con ensoñación y cuando se oye a si mismo carraspea un poco sonrojándose.

—¡No me mires así! —pide el ángel bastante histérico poniéndole las manos en la cara

—N-No te... miro de ningún modo —Ahem. Ahem.

—¡Yo tampoco intento nada contigo!

—No digas "tampoco" como sí...

—¡Es injusto esto! ¡Tú eres siempre... haces todo de manera muy fácil

—¿Que yo qué?

—Ser... cool y estar en control de todo casi todo el tiempo —y besarme cuando tienes que hacerlo.

Crowley se sonroja y luego se hincha como un pavo... y luego se recuerda a si mismo play it cool. Haciendo como que... sí, claro, es muy fácil.

Aún así... aún no consigo que hagas exactamente lo que quiero, cuando quiero. Piensa Aziraphale para sí. "Porque has vuelto del infierno y solo me has dado UN beso en el peor lugar de todos!" Porque aun no le pones ojos de cachorro.

—Para ti es fácil todo eso de la seducción y las... tentaciones. No creas que no lucho contra ello.

—Claro, claro, increíblemente —lleva seis mil años flirteando contigo infructíferamente. FACILISIMO.

—No pienses que yo no tengo fuerza de voluntad. Es decir, ahora... las cosas son de un modo particular que hacen que... sea posible hacer el planteamiento —ahora estás parloteando

Cómo va a pensar que no tienes fuerza de voluntad, si hasta él sabe que el que manda en esta relación eres tú. Lo sabe él y lo sabemos todos. Lo saben los ángeles del cielo, los demonios del infierno y hasta los patos de St. James. Por una vez... UNA sola vez que decide tomar el control y no hacer EXACTAMENTE lo que tú quieres... y mira el drama que le estás montando, que llevas tres días traumatizado.

—Porque es importante establecer que no estoy solo... dejándome b-besar así como así... es una parte del proceso que ha ido evolucionando con los años... y-y... la cosas están bien e-entre nosotros...

Resiste, Crowley. Resiste! Se humedece los labios, mirándole, Aziraphale le mira y traga saliva.

—N-No es del todo un salto a lo desconocido... como las mamás pájaro cuando lanzan a los pajaritos del nido. Es... algo que es... inefable, ya lo decía yo. E-E intenso. ¿Es intenso para ti también?

Gatea por el sillón para acercársele y el ángel se pone aún más recto de lo que está en general.

—E-Estoy diciendo... tonterías —suelta una risita nerviosa, con su copa vacía en la mano—. S-Solo... e-es... debes ser tú. O... no se... T-Tendría que... pensar en... supongo que es normal. Solo nunca, m-me había...

—¿Debo ser yo?

—Quizás es tu... ehm, habilidad para tentar a los demás. Y yo siempre traté de no caer del todo y ahora que no lo estoy intentando... e-eso debe hacerlo más, ehm, intenso quizás. Tú... lo sientes un poco al menos?

—¿Intenso...? —lo que nadie entiende es porque sigue tan interesado en todo el blablablá como si realemente estuvieras diciendo algo con sentido.

Aziraphale le mira a los ojos esperando una respuesta y vacila al oír que es una pregunta.

Well... yes. Intenso —traga saliva—. ¿O... no?

—Vamos a probar —sí, claro, seguro que eso es lo que vas a valorar ahora, la intensidad. Igual se acerca a besarle otra vez.