Es que va a venir a Aziraphale y le va a meter un beso, pero UN BESO.

¡Oh! Oh, vale. A quién le importa si no consigue cazar... whatever, ni sabe lo que estaba cazando.

Termina por separarse, y... sentarse en su sitio como si, ahem... como si nada.

Y dejar a Crowley sujetándose de la silla y la mesa para no caerse al suelo. No que estuviera muy bien sentada ya desde antes, pero...

Aziraphale se limpia solo la comisura de los labios y se aclara la garganta.

Ella recupera un poco la verticalidad, lentamente. Y lo que se le ha caído al suelo, que por lo visto es todo. Bragas incluidas.

—Te ayudo a escribir todos los reportes que quieras, pero decididamente no vas a seducir a otro ángel, así tenga yo que ir a hablar personalmente con Belcebú. Y saliendo de aquí vamos a ir por una prueba de embarazo.

—¿Q-Qué? —se pone bien las gafas de sol.

—¿Cuál parte de todas quieres que te repita... my dear? —sonrisita cáustica.

—Ehm... —Traga saliva, todavía no se recupera del todo.

Azirapahale la mira y sonríe satisfecho. Ella se humedece los labios con el pintalabios arruinado y medio despeinada. Le sonríe sinceramente.

Ahora sí, estira la mano en la mesa hacia ella.

—Uuuf... —sonríe de lado protestando un poco y se la toma.

So... —ojos en blanco.

—He... Pedido comida. Pollo. ¿Está bien?

—Uuuf... —le imita el tono idéntico, sonriendo igual de lado.

—¿Qué?

—Está bien, pollo está bien. Me sorprende que sepas pedir algo —se ríe.

—Bueno, eso es lo que creo haber pedido. A lo mejor nos traen un cubo de agua y un oso en monociclo.

—Si es así me quedo con el monociclo. ¿Me explicas otra vez lo de seducir a medio cielo? —se ríe un poco más, acariciándole la mano.

—No a medio cielo. A Gabriel.

—Y a Sandalphon. ¿No que a Gabriel te han dicho específicamente que no?

—¿A Sandalphon? ¿Quién es Sandalphon?

—El ángel de mi librería, al que Belcebú te ha mandado seducir.

Crowley parpadea un poco y frunce el ceño.

—Lo cual tiene cierta lógica pero...

—Estás... ¿celoso de eso ahora? By the way, olvídalo. A nadie le importa Sandalphon y céntrate en lo importante —hace gestos con las manos en paralelo para que se enfoque. Con una hace el gesto y la otra la mueve moviéndole la suya en la medida de lo posible, pero sin soltarle.

—¡No estoy celoso! —sí lo está —. Y no entiendo a quién tienes que seducir, ¡me has dicho que a Gabriel no!

—Todo esto es... bastante teórico, ¿vale?. Ni siquiera sé si va a intentarlo realmente.

—¿Intentarlo quién? —vamos, que es que no ha entendido ni escuchado claramente una sola palabra de las que has dicho.

—¡Pues ella! O sea, el asunto aquí es que si le escribo lo que funciona contigo —que además no tengo ni idea de lo que es—. No tiene por qué funcionar con Gabriel y va a decir que es mi culpa blablablá. Así que... vamos a fingir que tú eres Gabriel, ¿vale? ¿Qué tendría que hacer yo?

—Momento. Momento. ¿Ella quién?

—Pues Lord Belcebú.

—¿Eh? —paaaaaarpadeo.

—O sea, si te es más fácil vamos a fingir que yo soy ella.

—No, no, no. Espérame un poco. Belcebú. ¿Y Gabriel?

—En serio, angel... ¿de qué hemos estado hablando los últimos cuarenta minutos? —le mira entrecerrando los ojos porque normalmente no es tan denso.

—De tu nueva asignación de dejar de... de seducir nuevos ángeles.

—No tengo ninguna nueva asignación.

—¡Pero si tú me has dicho!

—¿Qué?

—Que tenías que seducirles a ellos ahora.

—Nunca dije eso.

—Sí que... ¡Sí que lo dijiste! —Llevo cuarenta minutos EN PÁNICO—. Me dijiste que tenía que ayudarte y que además ya no querías confraternizar conmigo.

—Porque tienes que ayudarme y... porque... N-No... Quiero —se relame un poco recordando el beso y nota ahora que está un poco despeinada, arreglándose el pelo.

—¿Ayudarte a hacer qué?

—Pues a saber qué hacer para seducir a Gabriel.

—¿¡Para que Belcebú seduzca a Gabriel?! Por qué querría...

—Exacto.

—¿Por qué querría seducirle?

—Pues... no lo sé, angel, probablemente porque está aburrida —replica sarcástica. Perdona, es que le está llegando muy tarde esta información.

Ya ya... pero ella no se ha enterado. Igual les traen la comida.

—O sea me estás diciendo que... —le suelta la mano separándose un poco de la mesa para dejarle espacio al mesero

Wahoo! bear free.

Aziraphale se ríe, ocupando este instante para relajarse un poco. O sea, no necesitaba... o sea... ! ¿No le habían pedido que sedujera a nadie más? WAHOO!

Crowley sonríe mirando los platos y luego a él.

—¡Se ve buenísimo! —confiesa Aziraphale empezando a comer, sonriendo mucho más relajado.

—¿Lo ves? A veces está bien ir a otros lugares.

—¿Me estás acusando de no hacerlo?

—¿A ti? ¿Mr. Aventurero-cada-miércoles-toca-sushi? Naaah

—¡Eso no quiere decir que no pueda ir a otros sitios!

—Justo eso es lo que digo.

—Lo que pasa es que después de probar muchos sitios... —se pone la servilleta al cuello para no mancharse—, entendí que la mejor opción es el sushi.

Of course, of course.

—Pero si quieres podemos probar más sitios, no tengo inconveniente alguno. Cualquier otro día de la semana menos los miércoles.

—El día de las... ¿cómo era lo otro que me dijiste que hacías? ¿Cestas?

—Canasta.

Whatever

—Eso es los jueves

—¿Y los martes?

—Los martes voy por te...

—Bueno, ni siquiera sé qué día es hoy —ojos en blanco.

—Quizás si... vienes por mí, cualquier día de la semana está bien. Igualmente, al paso que vamos...

—¿Qué?

—Pues ya ni siquiera tengo una librería funcional... —el drama, se limpia los labios con la servilleta—. Esto está realmente bueno.

—Ah, sobre eso... Creo que ahora que hemos sacado muchas de tus cosas de ahí, tal vez sí podría mandar un mensaje al infierno.

—Igualmente si es terreno consagrado no sé qué tanto puedan hacerle. Quemarla —Suspira.

—Eso es problema suyo.

—Con suerte le quitarán lo consagrado. Mándales el mensaje...

—Lo haremos luego, en casa... —asiente humedeciéndose los labios porque tal vez debería decirle lo de Anathema.

—Volviendo a Gabriel.

—Ah, sí.

—¿Belcebú quiere seducir a Gabriel para sacarle información? Hmm... No sé si lo logre.

—¿Qué? No!

—¿No?

—No es para sacarle información, creo que le gusta.

—¿¡Gabriel a Belcebú!? —levanta las cejas.

—¡Sí! ¡Es lo que llevo diciéndote todo el rato!

—¡Carámbanos!

—Por eso creo que esta tan interesada en esto.

—Pero... de dónde sacas que... o sea ¿te lo ha dicho? Vaya... es algo común en el infierno entonces...

—Pues no me lo ha dicho así como... "Verás, Crowley..." —empieza y la verdad, intenta imaginarse como haría eso ella y no se le ocurre cómo—. De hecho ni siquiera sé cómo iba a decírmelo, de hacerlo.

—Pero... ¿qué te dijo?

—Pues estuvo preguntándome muy insistentemente por ti y en como reaccionabas y en si pensabas que esto es asqueroso y en cómo había conseguido que te enamorarás.

—¿P-Pero para probarlo con Gabriel? —Aziraphale aprieta los ojos.

—Eso creo

—Cielos... no creo que le vaya a funcionar. Gabriel es...

—La verdad, me da igual si funciona o no, lo que quiero es que se entretengan con algo más.

—Lo que digo es que Gabriel piensa que esto es completamente asqueroso.

—Pues habrá que hacerle cambiar de opinión.

—Es decir, es que no creo que Gabriel siquiera la mire... ¿sabes?

—Lo que está claro es que no es imposible. A los hechos me remito —le señala—. Así que...

—¿Quieres hacer de celestina con Gabriel y Belcebú? Es que... pff... pareja más rara e improbable...

—Claro que no quiero. Esto es peligroso y arriesgado y... tiene todos los números para salir mal y ninguno de ellos dos podría importarme menos.

—Es que... Gabriel. A ver, vale, yo soy Gabriel.

—Eso es. Y yo soy Lord Belcebú —cierra los ojos intentando ponerse en personaje.

—Ugh.

—Sí, vale, ojos en blanco.

—Ehm... bueno, ¿qué quieres entonces? —pregunta con voz algo irritada.

—Claro... —sale de personaje de nuevo—. Ella tiene que invitarle a él. A algo. Hum... un... es que no van a ir a cenar o así. Podrían ir...

—¿Invitarme a cenar? ¿A mí? Ugh. No

—Es que yo qué sé qué le podría interesar a ese idiota. ¿Invitarlo a ver una ejecución? Fijo que eso se la pone dura.

—¿La... tenía dura el día que pretendía ejecutarme? —arruga la nariz.

—¿Tú crees que yo estaba mirándole eso a Gabriel?

—Espero que no.

—Bueno, vale, entonces tenemos que pensar a un lugar al que ella pueda invitarlo. ¿Al cine?

—Ropa. Le gusta la ropa.

—¡Ropa! Eso está bien... y da la opción potencial de que haya desnudez inmiscuida...

—Estás suponiendo que Gabriel va a decir que sí...

—Pues... ¿no crees? Crees que debería ella invitarle a que la ayude a comprarse ropa o algo así para... ¡HALLOWEEN!

—Halloween? ¿Esa fiesta pagana?

—Es muy importante en el infierno... no creerás que nosotros celebramos Navidad.

—Y quieres que Gabriel acuda al... infierno. Disfrazado. Mmm...

—No, hombre... pensaba en que él la ayudara a elegir ropa. Aunque podría acompañarla, eso sería divertido.

—Si lo sería. Yo te... yo te acompañaría.

—Ya bueno, creo que nosotros ya hemos estado divirtiéndonos lo bastante en el infierno.

—Estaría bien... que fuera Gabriel al infierno a una fiesta. No sé...

—Podría sentar un precedente...

—Si quiere ir.

—A lo mejor es un poco demasiado para una primera cita... pero se podría plantear como un evento diplomático.

—Es como tú.

—¿Como yo?

—Con la ropa. Debe ser un buen evento

—Meh... no te creas. Es una... como un...evento de empresa de humanos, supongo que como la navidad para vosotros. Una reunión en la que cada departamento explica sus mierdas y las cosas que ha hecho en el año y las que hará el año que viene.

—Sería... o sea la gracia, para que le llamara la atención, sería que tuviera que... vestirse de negro, por ejemplo. Nunca le he visto así.

—Ah... sí, claro, tendría que disfrazarse y todo eso. Es una fiesta de disfraces, técnicamente.

—Pues... no sé si acepte. De verdad que no.

—Tampoco sé si ella quiera invitarle

—Si le gusta, querrá.

—¿Por?

—Pues... ¿no? ¿No querrías invitarme a mí?

—Antes preferiría que me arrancaran las uñas y me picaran los ojos con palillos, sinceramente.

—¿¡Por?! —pregunta abriendo la boca.

—Es un evento que en general detesto, siempre llego tarde y desaparezco lo antes posible. Todo el mundo me cae mal y las actividades son una mierda. Suele haber un baile, me parece, sueño largarme antes de eso. No sé si es en plan aquelarre o whatever. Solo faltaría además tener que estar preocupándome de mil idiotas como Hastur teniendo ideas sobre lo que deberían estar haciendo contigo en vez de solo dejarte estar ahí odiándolo todo con nosotros.

—No creas que la reunión de navidad es divertida en el cielo... pero creo que es un poco mejor. Sabes, todo muy... sacro.

—¿Vais todos a misa y cantáis villancicos alrededor del árbol? —sonríe de lado imaginándoles.

—Si.

—Odio las navidades... y duran como mil años cada vez.

—A mi me gustan mucho, todo es alegría y sonrisas.

—Y bendiciones y rezos de mierda por todos lados.

—También, eso también —le sonríe —. Es todo muy protocolario.

Crowley saca la lengua haciendo cara de asco.

—Creo que tú lo odiarías con todo tu corazón, dices que yo no aguantaría en el infierno pero el cielo es cada vez más...

—No, no, si cada vez soporto menos a todo el mundo. No creas que si de repente viniera Dios y decidiera perdonarme iba yo a querer volver ahí arriba.

—Yo lo que querría de Dios es que nos dejaran en paz —entrecierra los ojos.

—Para mí, las intervenciones de Dios son exactamente tan escasas como quisiera. El problema son todos los demás.

—Pues si interviniera a nuestro favor, no me molestaría —porque a Aziraphale no le basta que Dios narre a su favor.

—No te extralimites en tus peticiones, favorito.

—¡No me llames favorito!

Se ríe.

—¿Que le vas a decir exactamente a Belcebú? —pregunta terminándose su cerveza y... dándole un trago a la de Crowley porque si le ha picado. Crowley ni siquiera le dice nada sobre eso.

—Pues... tendría que proponerle... el problema es que si le digo algo así como "Come on, dude, tienes que invitarle a una cita, algo así como que venga a Halloween"... o sea, se supone que yo no sé qué esto es un rollo suyo con Gabriel. De hecho ni sé qué quiera hacer con él en realidad.

—Que le quiera.

—¿Eh?

—Pues eso es seguramente lo que querría, no?

—Yo qué sé, a lo mejor no... quizás solo quiere tirárselo —se encoge de hombros.

—No creo que Gabriel pudiera tener sexo, Crowley.

—¿Por?

—Porque él es... como antiséptico. Como una barra de jabón.

—Bueno, yo creo que sí... Belcebú le hace lo que te hago a ti con las manos —le muestra sus manos—. Se le pasaría la antisepticiidad.

—No me haces... ¡Ugh! Belcebú sabe hacer... ¡Ugh!

—Yo qué sé si sabe o no...

—Tú sabes. Vale... vamos a admitir que tendría gracia que se lo hiciera. Deberías decir...

—¿Aja?

—Deberías decirle de lo hiciera —sonríe un poquito.

—Voy a tener que explicarle como funciona y que a ti te gusta.

Se les acerca el camarero a ver si quieren postre o algo más.

Wh-What?! No —casi le grita pero se para por el mesero.

—¿No? —preguntan los dos a la vez.

—No... A ella. Si queremos postre.

—Traigo la carta —asiente el camarero yendo por ellas.

—¡No le puedes decir! —susurra a Crowley, fulminándole—. ¿De dónde sacas que me gusta?

Crowley sonríe un poco de lado y lo próximo que vas a notar es su pie en tu entrepierna. El SALTO.

—¿Probamos a ver si puedo así y me cuentas como no te gusta?

Wh-What?!

Crowley mueve los dedos del pie. Aziraphale traga saliva.

—N-No puedes... n-No.

—Puede que sí, o puede que no. Do you feel... lucky?

L-Lucky... —repite, ella mueve el pie arriba y abajo poco a poco—. C-Crowley... —tiembla un poco—. E-estamos en público.

—Y tú eres un ángel. Eres capaz de no caer en la tentación... de hecho, esto ni siquiera te gusta, tú lo has dicho.

—A-Así que soy capaz.

Sigue, con el pulgar y el camarero les trae las cartas de postres.

—G-Gracias... y-yo...

Y Crowley... no aparta el pie, pero si se para porque es blandito.

—Y-Yo quiero... ehm... ¿q-qué quieres tú? —pregunta poniéndole una mano en el pie.

—Estoy bien —se encoge de hombros—. Pero tú deberías leer la carta con detenimiento.

—¿L-Leerla?

—Para saber lo que tienen. No te llevará mucho...

—N-No te muevas —traga saliva.

—Me parece que se refiere a ti —le sonríe al camarero.

—N-No! E-Es decir, ¡no necesariamente!

—No voy a ningún sitio —Crowley sonríe más mirándole a él ahora.

—Si sabes que p-puedo resolver cualquier cosa p-por obra divina, ¿verdad? —Se sonroja un montón.

Ella vuelve a mover el pie como respuesta y él le fulmina. El camarero carraspea un poco porque le están incomodando, la verdad. Aunque no sabe lo que pasa.

—E-Ella quiere un... Jalebi.

El camarero lo apunta y le mira otra vez.

—Y, ehm... yo. U-un café. Y...—está pidiendo algo completamente random—. Ghevar.

—No nos queda Ghevar.

—K-Kulfi? —el bufido irritado.

—Vaya, hombre, mira por donde—se burla Crowley cruzándose de brazos—. Con lo que a él le gusta... lleva toda la semana pensando justo en venir aquí solo por el Ghewatever.

—L-Lo superaré.

—Sí, Kulfi, sí... I am sorry —se disculpa el camarero.

Tsk tsk tsk... alguien se va a llevar una mala critica en Yelp.

—En serio, my dear... no es grave —el ángel le quita importancia.

—¿Kulfi entonces? —propone el camarero.

—Suerte tiene que es un ángel...

—No le digas esas cosas... —susurra Aziraphale sonrojándose un poco más. Crowley levanta las manos en señal de rendición—. Ella es la mujer más suave y dulce qué hay... —explica al mesero—. Y está preocupada.

Excuse me? —protesta Crowley frunciendo el ceño.

—¿Lo niegas?

Of course!

—¿No eres la mujer más suave y dulce conmigo?

Crowley se humedece los labios con el maquillaje aun corrido y el ceño fruncido, le mira por encima de las gafas de sol porque es que... lo está pidiendo.

—¡No me mires así, Crowley!

Se la lleva. Ahí va a pasarle el impulso eléctrico a traves del pie. Quizás más suave porque con los pies tiene menos... fuerza. Pero también tiene menos control.

Noooooo! Ugh ugh ugh. El GEMIDO, maldita sea con... ¡CROWLEY!

El camarero mete un salto con eso sim esperárselo y decide irse corriendo. Aziraphale aprieta los ojos.

B-Bad Crowley!

Bitch. Dilo. O al menos un "bastard".

—E-Esto es... m-mucho mejor cuando hay besos —EL insulto.

—Entonces levántate y arréglalo.

—¿A-Aquí?

Ella se encoge de hombros, él mira alrededor y la mira otra vez a ella.

—No me crees capaz.

—Acabas de prácticamente SUPLICAR que haga eso. ¡Claro que te creo capaz!

—¡Yo no te suplique que hicieras nada!

Crowley se muere de la risa y Aziraphale frunce el ceño con esas risas.

—Igual que tú estás SUPLICANDO un beso.

—Nah, lo has dicho tú.

El ángel le fulmina porque eso... no ayuda. O ayuda en nada a que se levante y te de un beso.

Ya bueno, no somos muy listos por aquí. Vamos a decirlo así, está claro que te casaste con él por lo guapo.

Que van a haberse casado, ¡si le rechaza cada vez!

¡No le rechaza cada vez!

Cada vez que le habla de boda, ya se lo pidió hoy en esta misma mesa ¡y le rechazó!

—Pues NADA DEBESOS. ¡Nunca más!

—¿En la vida? ¿Jamás de los jamases?

—Nunca, ¡NUNCA jamás!

—Oh, qué mal...

—Ni aunque supliques —se cruza de brazos porque esperaba un poco más de drama.

—Oh, no, claro... nada de súplicas —La verdad, no te cree ni por un segundo.

—Aunque, desde luego, espero que supliques.

—Ehm... ¿así como... "porfi plis"?

Aziraphale le fulmina otra vez y Crowley se ríe.

—Así que crees que no es tan grave vivir sin besos...

—Si he aguantado seis mil años, no me voy a morir ahora.

—Muy bien. Nada de besos. Ni uno solo.

—Claro, claro... ni uno. Ni uno pequeñito. Ni en la mejilla. Ni por las buenas noches. Y nada de quitar pelusas, eso desde luego. Bloody pelusas.

—E-Exactamente —susurra... y es que... tiene la zona en cuestión aún... calientita.

No solo eso, el pie sigue ahí. Mira que normalmente no aguanta treinta segundos en una sola postura y ahora... Mira que conveniente

—Que sepas que no me importa porque tus besos no me gustan NADA.

—Desde luego que no, probablemente sea la cosa novedosa que más detestas de todas las que están pasando —asiente sarcástica.

—Eso es. Ni se siente bien, ni sabe bien, ni... es agradable.

—Claro. Nada de que de repente el mundo parece desaparecer y todo parece estar en su lugar. Pfff.

—Nada de nada... —le mira—. ¿Eso sientes tú?

—¿Yo? Naaah... eso es como de... una canción o así, who knows —carraspeo carraspeo.

—Ugh!

—¿Qué?

Nothing. Nada de nada. Ni un beso nunca más. ¡Y tú lo vas a lamentar más que yo!

—¿Yo? Sí, claro. Llorando por las esquinas. ¿No me ves?

Fine —frunce el ceño, ella le mira y sonríe—. Un día vas a querer besarme. Aunque no lo creas —él no sonríe, tan enfadado.

—Ah, sí. Claro. Entonces vendré hasta ti arrastrándome.

—Sí —se humedece los labios.

—Suplicando. De rodillas.

"Please, love me. Please give me a kiss"

—"Pleaseeee" —se burla ella.

Shut up —protesta él. Crowley se ríe y vuelve a mover el pie—. ¡Basta con hacerme diez centímetros atrás! ¡Y dejarías de tener este control que tiene!

—¿Vas a tentar a la suerte otra vez?

—¿Vas a tentarla tú?

—Yo soy quien está en control, tú lo has dicho.

—Pues yo puedo... decidir... qué somos solo conocidos.

—Que novedad —ojos en blanco.

—¡Aunque me pongas esa cara!

—Pues es que... cuéntame una que no me sepa.

—Puedo conseguir a alguien que sí quiera decir LAS palabras.

—¿Qué palabras?

—Sabes exactamente que palabras.

Do I? —sonríe y le manda un beso. Aziraphale aprieta más los brazos porque... ¡porque! ¡Eso es hasta cruel!

—You. Do.

—I do.

El ángel le mira fijamente y ella le sonríe.

—Vas a tener que decirlas seriamente...

—Ahí veo un problema.

—¿Cuantas veces voy a tener que pedírtelo?

—No lo sé, eso depende de ti.

—¿De mí?

Crowley se encoge de hombros y asiente, a la vez que les traen los postres.

—No depende de mí —sigue Aziraphale.

—Oh, desde luego que sí.

—Gracias —dice distraídamente al mesero—. ¿Cómo va a depender de mi tu respuesta? Cada vez...

Ella ni le mira al mesero, solo le mira a él fijamente para que siga con esa frase.

—Van... cuatro veces.

—¿Y?

—¿Lo que te gusta es... negarte?

—Lo interesante aquí... —se limpia la boca con la servilleta y luego saca el pintalabios y su teléfono activando la cámara para utilizarla de espejo, pintándose los labios de nuevo sin mirarle—. Es que yo no recuerdo haberme negado una sola vez.

—¡T-Te has negado todas! O me has ignorado. O has dicho que no se puede.

—Solo dije que no funcionará como excusa en el cielo, porque no lo hará.

—Eso no lo sabes.

—Eso lo sabes hasta tú —ojos en blanco, sigue con los labios.

—El pintalabios se pone después del postre... —susurra y le pone una mano en el pie—. Es una excusa para ti y para mí. Y te he dicho muchas veces que solo basta querer...

—No cuando quieres dejarle rojos los labios al postre —le guiña un ojo—. No es una excusa porque te van a decir que no es válido.

Abre la boca idiotizado con la primera frase.

—E-Es para m-mí.

—Si es solo para ti ya te he dicho que no sé qué más quieres.

—Para mí sí es válido, solo falta hacerlo...

—¿Hacerlo cómo?

—Decir cada palabra. Olvídalo.

Crowley suspira.

—Está lo de antes, y lo de después. Solo falta el hecho en sí... ¿por qué es tan difícil? —sigue, porque el que no lo olvida es él.

Ella le mira a los ojos porque según ella eso ya está también pero él insiste en que no y cada vez que le pregunta qué es lo que falta, lloriquea como ahora.

—Solo son unas palabras, pero si no las dices... no ocurre. Y el que te niegues a decirlas me hace pesar que no quieres hacerlo, específicamente porque una vez hecho no se puede deshacer.

La demonio le mira, porque las ha dicho ahora, las ha dicho esta mañana y las dijo cada vez que se lo pidió. Pero él no las toma en serio.

—Yo, Aziraphale...

Really, así de protocolario?

—¡Es esa la única forma de hacerlo!

Crowley toma aire porque... quizás esto hubiera estado mejor en un sitio un poco más bonito. Podrían haberse vestido un poco y tal vez invitado a dos o tres personas... pero bueno.

—Por qué no lo... piensas.

—Yo, Crowley...

Aziraphale le mira a los ojos y Crowley le sostiene la mirada y hay un sutil cambio en el ambiente... porque el conjuro se ha abierto.

El ángel estira la mano hacia ella, que se la toma, bajando el pie

—Te... tomo a ti, Crowley, como mi esposa. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Y prometo amarte y respetarte todos los días de mi vida.

—T-Te tomo a ti, Aziraphale, como mi esposo. Prometo serte fiel en lo... —empieza a repetir Crowley y la sensación del conjuro se va haciendo más potente hasta que se siente la presencia clara de otros ángeles en la sala.

Aziraphale le mira, con el corazón latiéndole con mucha fuerza, apretándole la mano y sonriendo.

Fuck. La madre que los parió a todos —protesta Crowley mirando la puerta y rompiendo el embrujo. Se pone de pie corriendo.

Aziraphale parpadea lentamente mientras ella empieza a recoger a toda prisa las cosas que hay por ahí, soltándole la mano.

—Termina... ¿qué pasa?

—Gabriel —señala la puerta donde ya está entrando, poniéndose más nerviosa le mira a los ojos un instante—. I love you —asegura y luego saca su teléfono dejándolo en la mesa—. Quédatelo. Te llamaré.

Aziraphale palidece, aunque la declaración de amor le calienta un poco el corazón. No esperaba nada de esto, ¡no debía ir así! Tan... cerca. De todo.

I love you too... —susurra, quizás un poco tarde.

Crowley sale corriendo en dirección contraria, hacia el baño o donde sea para entonces, no necesitábamos más exorcismos, gracias.

Y es más o menos el mismo momento en el que Gabriel le pone la mano en el hombro a Aziraphale con su sonrisa de anuncio de pasta de dientes.