—Oh... me gusta la comida. Poca. Pero me gusta. Siempre he dicho que se puede llegar al corazón de alguien por medio de ella... —Asmodeo sonríe de lado.

Aziraphale le sonríe un poquitín porque... él piensa lo mismo. Se come otra papita. Crowley pone los ojos en blanco ooootra vez con ambos.

—Si yo siempre lo he dicho. A Crowley no le gusta mucho comer. Aunque últimamente come un poco más... —agrega mirándole

—Bueno, seguro sí que le gusta comerte a ti entero —Asmodeo sonríe.

—Ngk! —suelta Crowley adelantándose. Aziraphale se sonroja desviando la mirada al suelo.

—Claro, claro. Le encanta. No deja de darme besos... y uno pensaría que bueno, habitualmente a los demonios les dan asco y esas cosas, pero ella... es distinta a todos —sonríe falsamente y se sonroja más, tragando saliva—. Y a mí, Ehm... me encantan.

La demonio le mira de reojo un segundo antes de abrir el coche y meterse al asiento del conductor.

—Oh, qué bonito... aunque sería más bonito que lo dijeras sin que pareciera que alguien te paga para decirlo —comenta Asmodeo que al parecer tiene un comentario para todo.

Aziraphale levanta las cejas... y se sonroja más, visiblemente haciendo reír a Asmodeo, luego se sube al coche agobiado porque todo lo que dice parece estar mal. Ahora resultaba que este demonio no le creía que le quería ver.

—Eso es porque le pago por decirlo —responde Crowley sarcásticamente cuando entran.

—¡Oh! ¿Le... pagas?

—Pues... es lo que has dicho también antes —se encoge de hombros y es que debes poder sentir como Aziraphale se tensa con la idea del pago. Incluso abre la boca para decir algo. Y luego la cierra.

Asmodeo se ríe concluyendo que esto debe ser una broma. Crowley enciende el coche después de poner Tadfield en el GPS del teléfono nuevo y empieza a sonar ooootra vez Good old fashioned lover boy porque ayer al final no dejó que sonara, así que vuelve a sonrojarse y para la radio.

—¡Oh! Que británicos. No, no, ¡enciéndela! —pide Asmodeo poniéndole la mano en el hombro

—Ehm... mejor pongo la radio normal.

—Oh, pero esa es tan bonita... —suelta Aziraphale mirándole. Crowley se humedece los labios y... vaaale, vale. La deja sonar.

Si para trollearte, Azraphale también puede hacerlo. Le sonríe de ladito y levanta una mano para hacerle un cariñito en la mejilla casi como si Asmodeo no estuviera ahí.

Ella le mira de reojo con eso.

El ángel le sonríe un poquito... y es que ahora va a empeñarse en convencer al demonio este de la lujuria que sí que está embobado con Crowley como Crowley dice.

Ella le sonríe un poco de vuelta haciendo los ojos en blanco por que no pueeede.

Y Aziraphale se le acerca, dándole un besito en la mejilla.

—Vamos a la farmacia... tenemos que comprar ESO.

—Entra tú —aprieta los ojos.

—¿Por? Ni siquiera se cual... —Hace una mueca, y mira a Asmodeo de reojo por un segundo.

—¿Qué quieren comprar? —pregunta Asmodeo.

Crowley le hace un gesto con la cabeza que significa "por eso".

—Mira, con tal de... tener un poco de paz mental, yo bajo —asiente el ángel sin responder.

—Gracias.

—No me vas a dejar aquí en cuanto me baje, ¿verdad?

—Ugh, mierda, claro, voy a tener que esperar a que te bajes.

Aziraphale le medio fulmina y Crowley sonríe de ladito mirándole más rato del que debería para la velocidad a la la que conduce.

—Sería maravilloso que no nos mataras ni atropellaras a alguien más mientras llegamos —sonríe e igual se sonroja un poco con esa mirada.

—Sería extraordinario que tú no te quejaras de eso por una sola vez.

—No voy a no quejarme —se queja.

Obviously.

Obviously!

La demonio sigue sonriendo y vuelve a poner los ojos en blanco parando en doble fila frente a una farmacia.

—Como no estés cuando salga...

—Quizás pueda acompañarte, ángel —propone Asmodeo sonriendo.

Crowley frunce el ceño cuando le llama "ángel".

Ya, ya... ya. Aziraphale parpadea porque... le ha llamado ángel. Se agacha un poco y le sonríe.

—Es Aziraphale. Y no, mejor acompaña a Crowley —le pide con voz dulce.

Gracias. Solo por eso es que ella no responde nada. Te has salvado.

Es que... aunque no te parezca a ti así... Aziraphale sí que considera especial que le llames Angel. Ahí ve va a comprar sus pruebas de embarazo... va a tardarse porque hay como 48164 modelos distintos.

Así que Crowley se gira a Asmodeo una vez están solos en el coche.

—So?

—Creo que están un poco tensos conmigo aquí —Asmodeo se encoge de hombros.

—¿Y te extraña?

—Pues no tendrían ninguna razón...

—No, claro, no tiene nada de tensionante una auditoria.

—Esto no es una auditoría... Insisto que vengo a ayudarte. ¿Podrías darle un beso ahora que suba?

—¿Por?

—No sé, quiero ver cómo reacciona... —se encoge de hombros—. ¿Se supone que son pareja así... oficialmente o se acuestan, bueno, tú, te acuestas con más gente?

—No, no... Claro que no, ni lo insinúes, es bastante celoso.

—¿Un ángel celoso? Naaah.

—Ah, no, claro. Disculpa, no sabía que tú le conocías mejor que yo —replica sarcástica.

—No, solo... o sea es que los ángeles son seres de luz, que aman a todo mundo y hacen todas esas cosas que hacen que... ser celoso sea como imposible, ¿no?

—Sí, sí, claro, igual que los demonios odiamos a todo el mundo y solo estamos enfocados en el mal y la destrucción...

—Vale, vale... solo me sorprende que... —se encoge de hombros y se ríe un poco—, es igual. ¡Un ángel celoso de un demonio! Ahora entiendo la curiosidad de Belcebú. Entonces... son pareja. ¿Cierto?

—Ehm... sí, claro. O sea, eso es lo que él cree.

—Y... veo que no tiene tanto problema en decirlo abiertamente, pese a todo.

—Eh... eso es relativamente nuevo.

—¿Y tú no... Profesas tu supuesto amor hacia él?

—Nah, no. O sea, él cree que sí, pero obviamente está equivocado

—Ya... sinceramente, pensaría yo que tendrías que ser un poco más cariñoso —sonríe de lado.

—¿Más cariñoso?

—Sí, físicamente. Un cariñito, o acompañarle a la farmacia...

Crowley le mira apoyado sobre el respaldo del asiento con el brazo porque la verdad no ha bajado porque no quería dejarlo a él solo en SU coche.

Claro, el coche siendo más importante que Aziraphale...

Pues no es como que Aziraphale no pueda cuidarse solo, ¡pero el coche no puede!

—O quizás sí lo hagas y solo te estás cortando porque estoy yo, pero a mí me ha servido siempre tocar un poco... —levanta la mano y le acaricia un poco el brazo. Ella lo aparta, un poco nerviosa.

—No creo que me salga natural eso.

—Pero a él podría gustarle...

—Mmmmm...

—Sólo digo lo que veo. Porque sí que parece estar bastante... dispuesto. Y por lo que he visto hace rato... incluso le has inclinado a los pecados carnales y a la lujuria...

—Ehm... no le saques ese tema.

—No, ya me imagino que no le gusta pensar en ello. ¿Cómo lo lleva?

—Mal. Se pone muy nervioso cada vez que sale, balbuceando excusas y... motivos para justificarse a sí mismo.

—Lo impresionante es que aún no caiga... supongo que es cuestión de tiempo. Especialmente si el cielo lo sabe y por lo visto es así tanto que Belcebú tenía su reporte.

—Eso no depende del cielo, depende Dios —o ya habría caído, piensa para sí.

—Ya, ya... pero ellos siempre hacen esas cosas. Yo qué sé. Igualmente es bastante mono... y atractivo. Quizás podríamos hacerle caer de cualquier manera.

—Lord Belcebú no quiere que caiga. Quiere usarle para espiar al cielo y aprender sobre los ángeles.

—Hasta que sea útil.

—La información siempre es valiosa —se humedece los labios intentando resultar imperturbable, porque justo eso es lo que ella teme también.

—Me parece además algo bastante divertido...

—¿El qué?

—Esto... que tengas a un ángel así. Que tu estés así... no lo sé.

—No lo es. Es difícil, peligroso y delicado.

—¿Qué tiene de difícil y peligroso y delicado?

—Conseguir que lo crea.

—Mmm... Bueno, eso sí, pero es decir, no tienes nada que perder. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que deje de creerlo y le rompas el corazón?

—Es que no te imaginas que me haría Lord Belcebú si eso pasara... —responde tras vacilar un instante.

—Bueno, piénsalo, para eso estoy aquí. Si acaso se entera, entro yo al rescate... —le sonríe—. ¿Vas a besarle?

—Bueno, tranquilo que si no haces ninguna cosa rara, no tiene por qué enterarse.

—La verdad me da curiosidad. ¿Tú eres celoso?

—Sinceramente, creo que vas a conseguir más de ella si más que contarle lo que ves aquí le das ideas que hacer con Gabriel —intenta cambiar el tema.

—Con Gabriel... ¿el arcángel Gabriel?

—Seh.

—¿Qué tiene que ver él aquí?

—Es el objetivo real de todo esto.

—¿Gabriel?

—Sí.

—¿Por?

—A ella le gusta.

—Pfff... ¡Qué va!

Crowley se encoge de hombros

—¿De dónde sacas eso?

—Es lo que parece.

—¿En serio? ¿Te ha dicho algo o les has visto?

—Ambas.

—¿Ahora resulta que a los demonios les gustan los ángeles? —Asmodeo se ríe.

—No. A ELLA le gusta GABRIEL.

Aziraphale toca la ventanilla del coche. Crowley se gira hacia ahí y sonríe al verle.

Aziraphale está levemente sonrojado porque tuvo que dar bastantes explicaciones, igualmente abre la puerta del coche.

Shit, que tenía que irme —igual es que se le ilumina la cara solo de que esté ahí de nuevo.

—Y yo creo que no es el único al que le gusta un ángel —murmura Asmodeo un poco para sí.

—Eres incapaz —sonríe y esconde un poco la bolsa de lo que acaba de comprar, poniéndola en el suelo—. ¿Le has escrito a Anathema mientras? ¿O te has dedicado a hablar mal de mí con él?

—Ni siquiera tengo su número.

—Oh... yo lo... anoté en algún sitio.

—En una de esas libretas tuyas de teléfonos como si siguiéramos en los años veinte.

—En un papelito... con mi pluma.

Ojos en blanco.

—¿Que te ha contado de mí en mi ausencia? —pregunta girándose a Asmodeo.

—Hablábamos de si eres o no bueno en la cama —se mete ella sin dejar al demonio responder.

What?! —el grito, abriendo los ojos como platos—. Crowley!

La nombrada sonríe y se encoge de hombros

—Y Crowley dice que eres bastante bueno...

—Ugh! —rojo como tomate de manera inmediata.

—No he dicho "bastante" —protesta.

—¿Cómo que no has dicho bastante? —protesta Aziraphale—. ¿Ahora eso TAMPOCO te gusta?

—Podría haber dicho mucho, pero claro, cómo ibas a pensar bien de mí.

Aziraphale se sonroja... y sonríe un poco.

—Has dicho muchoooooo.

—He dicho más o menos.

—¿¡Más o menos?!

—De todos modos no importa lo que haya dicho.

—¿Qué es lo que importa? ¿Lo que piensas?

—Que lo haces.

—¿Q-Que hago qué?

—Dos cosas. Siempre pensar mal de mí y... algo en la cama por lo que ser bueno o malo.

—Si pienso mal de ti es por algo, para empezar, porque tú misma has dicho que dijiste más o menos. Y... shut up —protesta abriendo el delicado paquete de comida para llevar que Crowley había puesto en sus manos un rato atrás. No se había enfriado aún. Se relame un poco porque había sobrado un poco de foie gras, que aunque era mejor recién servido.

Crowley sonríe con esa respuesta, arrancando el coche de nuevo.

—Y no pongas esa cara que... ¡No la mereces!

—¿Y qué es lo que merezco?

—No te voy a decir porque yo no suelo decir esas cosas.

—Imaginaré tus mejores deseos para mi entonces.

—Pues dado que has dicho más o menos...

—De hecho más menos que más, de hecho el más está en esa expresión solo por cortesía.

—Bueno, ni que tú fueras tan bueno, la verdad. Si tienes dudas, Asmodeo... estoy seguro de que podría tener mucho mejores opciones —protesta tan evidentemente indignado, sonrojándose.

What the fuck? —protesta Crowley que solo estaba jugando. Aziraphale... es que se le escapa la sonrisa.

—Ja!

—Ok... haz lo que te dé la gana, al fin y al cabo... —se encoge de hombros.

—Oh, venga ya. ¿Quién empezó siendo horrible?

—Tú.

—¡No! —se le echa un poco encima.

Ella levanta el brazo para que se ponga debajo, cada vez este movimiento es más natural.

Asmodeo levanta una ceja y Aziraphale le pone a Crowley una mano en la pierna con suavidad.

—Mmm

—Claro que sí, tú empezaste pensando mal.

—Por una razón perfectamente justificable.

—La verdad es que como ser más odioso y despreciable del universo siempre me pregunto muy seriamente porqué tengo yo que aguantarte —le aprieta un poco hacia sí.

—Porque estás enamorada de mí, desde luego —responde sonrojándose un poco, porque nunca lo ha dicho así en voz alta... ni lo diría en circunstancias normales.

Crowley se sonroja un montón y hasta da un volantazo invadiendo como tres carriles. La mitad de la gente de la autopista le pita.

Aziraphale aprieta los ojos y se le esconde un poco en el cuello, seguro de que van a descorporizarse los tres. Y Asmodeo grita varonilmente.

—Ehm... Yes. Ehm, sí. Claro. Uhm...

—Ay, ay... no vuelvo a decirlo —susurra en su cuello. La demonio no hace mucho caso de las protestas igualmente—. ¿Estás bien? —susurra en su cuello.

Asiente suavecito, sin mirarle.

—¿Te dan asco mis besos? —le mira y se sonroja.

What?

—No que me importe... —agrega en un susurro revolviendo a esconderse.

—No, claro —no queda muy claro a que responde.

—Les odio a todos —protesta acurrucándose contra ella y dándole un besito en el cuello otra vez

Of course, of course —es que está teeeensa.

Aziraphale le aprieta un poco la pierna con la mano.

Mejor, claaaro.

Ugh, ¡hace lo posible!

—Estas portándote rara... ¿es por Asmodeo?

Asiente un poquito, una sola vez, podrías decir que es un asentimiento o que solo ha sido un movimiento del coche. De todos modos no sabe a qué se refiere pero esa parece una buena excusa/explicación y antes se ha enfadado, así que...

—Quiero convencerle —susurra mirándole de reojito.

—Lo sé...

—Ayúdame

Le mira de reojito también y le sonríe un poco porque se supone que lo está haciendo. Él se tranquiliza un poco con esa sonrisa.

Asmodeo se mueve un poco ahí atrás, mirándoles y es que el Bentley no es en lo absoluto privado. Es como una lata de sardinas, con respaldos demasiado bajos y Crowley conduce bastante... bueno, rápido poniendo a Aziraphale histérico.

Y no sé si hay cinturones atrás. Si no hay adelante, que va a hacer atrás.

Pues eso.

Así que quieres que Asmodeo se queje también

No.

Igualmente no lo hace, intentando ser casi completamente invisible ahí atrás.

De todos modos no están haciendo nada que no hicieran si no estuvieras tú. Salvo discutir por el asunto de mear en un palo.

Eso termina por notar. En verdad... hay un punto en que parece que le olvidan. CASI relajados, hablando a susurros todo el ratos, riéndose un poco, mirándose el uno al otro cada treinta segundos, con sonrisas cómplices. Conoce estas parejas, los matrimonios viejos, pero esos que se quieren de verdad, pese a conocerse bien. Odia a estas parejas en general, suelen ser... imperturbables.

Ugh con la definición.

Claramente esto NO es lo que describía el ángel en su reporte. Ni es lo que le describió Belcebú. Se suponía que Crowley sería torpe y el ángel demasiado inocente. Y esto... hmm... esto parece otra cosa.

Es que además... ni siquiera están del todo en la supuesta primera fase del enamoramiento en que todo es maravilloso y todo el rato necesitan estar demostrándolo todo.

Desde luego que no. Old married couple.

Asmodeo suspira pensando que si Crowley tiene razón y Belcebú tiene algún interés en Gabriel... ellos dos le van a servir de ejemplo para demostrar cosas como... un ángel no cae por enamorarse de un demonio.

Y los demonios sí pueden sentir y profesar amor real a pesar de la creencia general.

Por lo visto. Aunque aún... vacila un poco. Tendrá que verle un poco más, pero aparentemente... eso que hace Crowley no es actuar. O es el puto mejor actor de la historia.

Bueno... a ver... O sea, no subestiméis las dotes y el talento.

Ojos en blanco. Ya, ya, unos dotes y talentos brutales pero... Nah. Además es que... mírales. Abrazados ahí, susurrando cosas que a estas alturas ya ni siquiera Asmodeo está intentando escuchar porque igual ya notó que no les entiende nada. Todo parece ser un continuo chiste local.

Asmodeo incluso hace los ojos en blanco, porque él. ÉL no es el demonio del amor. Él es el demonio de la lujuria y las cosas carnales prohibidas... y esto era bastante aburrido para el demonio de la lujuria.

¿Tenemos un demonio del amor?

Pues a saber, debería haber uno.

A lo mejor es Crowley.

No, Crowley es el demonio de Aziraphale.

Ugh, con todos.

Nada del amor general pero si se quiere sentir el demonio del amor puede reducirlo a ese círculo. (Ce. Los.)

—¿Crees que de vuelta podamos pasar a mi librería? —pregunta en algún punto Aziraphale, mirando a Crowley de reojo

—¿Para que me llores?

—Para saber qué queda... —aprieta los labios.

—Sí eres consciente que...

—¿Qué? —se gira un poco a ella, mirándole

—No te va a gustar. Aunque esté como estaba ayer.

—No va a estar como estaba ayer...

—En el mejor de los casos...

—Pero es que... al menos... —es que aunque sea sólo una librería, es su librería. Aprieta los ojos—. No quiero dejarla morir sola.

—Otra vez... la librería con sentimientos.

—Bueno, que si a callar con el coche...

—¡Es diferente!

—No lo es... y aunque ya sé que no debería estar... apegado.

—Bienes materiales... Aaavariiiciaaa —canturrea suavecito.

Se sonroja un poco apretando los ojos. Pero es que... su librería. Le ENCANTABA su librería. No solo los libros, sino en sí... los espacios, las escaleras, sus... cosas. Tenían cada una una historia y se le arrugaba el corazón de pensar en ella quemada, destruida, en ruinas

Como si no pudierais arreglarla con un par de milagritos y no estuvieran igual MUCHAS de tus cosas a salvo ya.

No si le ponen suelo consagrado y luego fuego infernal.

Bueno, si la han quemado se le ha ido lo consagrado. Así que nada que no arreglen un equipo de contratistas y un par de milagros en unas semanas. Hasta podría poner una cocina de concepto abierto y una decoración rustica industrial. Y no cada puñetero objeto de decoración con un querubín kitch que se pueda encontrar en una tienda de segunda mano.

UGH, ¡No estás ayudando!

No era la idea.

—Quizás tengas razón... —suspira—. Cada vez parezco menos un ángel.

—A lo mejor habría que reescribir el concepto de ángel.

—Mmm... no, no creo. Es... solo es que es mi librería. O era.

—¿Tienes una librería? —pregunta Asmodeo.

—La vamos a... —Crowely se detiene, callándose porque se había olvidado un poco de él. Aziraphale da un saltito porque se le había olvidado también.

—O-Oh... oh. Ehm... sí. Bueno... algo así —hasta se separa un poquito de Crowley medio inconscientemente. El que es tsundere, se queda tsundere.

—Como tres cuartas parte de ella están en mi casa literalmente POR TODOS LADOS —aún no se había podido quejar de esto con nadie.

—Oh, esos libros que estaban ahí todos desprolijos... ¿son tuyos?

—No están por todos lados, ¡no exageres! Solo... están. Por ahí. Y no son todos. Quemaron algunos, ¡yo vi los restos! —se queja y luego mira a Asmodeo—. Y sí, son míos, Crowley... bueno, les he llevado ahí cuando vi que estaba todo en peligro.

—Estuve hojeando algunos. Ya me parecía a mí que tanta Biblia era un poco extraño.

—Dije tres cuartas partes y había algunos hasta en el abono de las plantas, aunque para ser de quien eran pues ese era el mejor lugar —sigue Crowley.

—¿¡En que momento viste el abono de las plantas?! —le fulmina con la otra parte. No va ni a dignificar eso con una respuesta.

—Cuando fui a abonarlas, obviamente.

—¿Y a qué hora fuiste a abonarla?

—A las riego menos abono en punto.

—Tonto —le mira... y la verdad... se ríe un poquito con eso.

Crowley sonríe.

—¿Al menos sacaste mi libro del abono?

—No, ya te he dicho que era su lugar

—Ya sé por qué lo dices —no que no ibas a dignificar esto con una respuesta.

—Tan listo, tú —sonrisiita.

—Pues claro, te conozco.

—De todos modos, seguro lo restaurarás con todo tu amor y dedicación...

—Por supuesto. Puede que le haga más que restaurarlo —la mira de reojo y sonríe de lado—. Ahora que lo mencionas.

—¿Qué? ¿Leerlos otra vez? ¿Escribir un fanfiction sobre ellos?

—¿Un qué?

—Es... nada. Olvídalo. Una cosa de internet.

—¿Algo que se lee o que se ve? Sospecho que es lo segundo, conociéndote.

—Es algo que... existe. Y es lo bastante ridículo para que tú pudieras querer hacer.

—Debes estar enamorado de ello, conociendo tus gustos —La miraaaaada.

—¿Qué? ¿Yo? Pfff... ¡Claro que no! —tan indignada. El ángel se ríe un poco.

—Pues insisto, tus gustos no ayudan... pero me gustaría saber que es. Fan... fiction. Ficción. Fan... fan.

—Búscalo en google —y el día que lo descubras no te vamos a volver a ver en seis años como mínimo... piensa para sí.

—Oh, venga ya. ¡Dímelo tú! ¿Es algo raro así como... ciencia ficción?

—No estoy segura. Solo lo he visto mencionado por ahí algunas veces en memes.

—Mmmmm... Voy a buscarlo —No ahora—. Como sea algo guarro, veras.

—Oh... oh. Estoy segura que no va a ser nada más guarro que las cosas que hay por ahí y tú conoces bien.

Aziraphale levanta las cejas.

—¡¿De qué estás hablando?! —protesta tan indignado.

—No te hagas el inocente ahora que esto no es algo nuevo.

—No me HAGO el inocente. Te estás inventando cosas solo porque hay público.

—¡Claro que no! De hecho sería mucho más explícita si no lo hubiera.

—¡No! —abre la boca con indignación y se gira a Asmodeo un instante—. ¡No! ¡No le creas! Está inventando.

Asmodeo levanta una ceja y sonríe un poco de lado.

—No parece...

—¡De verdad! —se gira a Crowley—. ¡Dile!

—A ver... tú imagínalo así, ¿de acuerdo? —empieza a establecer para Asmodeo medio girado hacia atrás pero solamente mirando a Aziraphale y la carretera—. Una tienda victoriana con horror vacui —¿cómo no te sorprendes a ti misma con esas expresiones que sacas de él?—. Libros. Libros de todos tipos, colores y tamaños, por todos lados. En los estantes, pilas infinitas hasta el techo que desafían la física, en el suelo, sobre los muebles, bajo los muebles, en una cuarta dimensión todavía por descubrir... Ese rincón es el de las biblias —señala hacia donde como si estuviera sentado en su butaca—. Ahí están los de profecías y el resto están ordenados por una suerte de criterio que puede ser el orden alfabético inverso de los apellidos de soltera de la madre del autor o cualquier otra excentricidad que se nos haya ocurrido esa semana. De todos modos el librero tiene un severo cuadro de complejo de Diógenes, así que tampoco es como que estemos interesados en que alguien, por casualidad, pudiera encontrar algo y tener el atrevimiento y mala educación de pretender comprarlo. ¡Habrase visto tamaña osadía!

Los OOOOOOJOS en blanco de Aziraphale.

—Ningún cuadro de complejo de Diógenes. Es síndrome. Y sí que están ordenados, no de esa forma aleatoria casi que dices.

—Pero esa es la parte de los clientes, lo importante aquí es la trastienda. La luz es tenue. Amarillenta y todo el lugar evoca calidez y confort aunque haya cosas con querubines por doquier y uno no pueda estar seguro que no vaya a morir por un ataque de polvo. Podrías pensar que sería más cómodo leer con una buena lámpara de luz blanca, pero nos gusta sentir que tenemos la clase de establecimiento que le vendió La historia infinita a ese muchacho... comosellame.

—¿A quién? —Asmodeo levanta una ceja.

—¡Nada es mejor con luz blanca!

—Bartomeo o Bernardino, no recuerdo el nombre.

—Es mucho más bonito ESTE establecimiento. Y es "La historia interminable" y se llama Bastián Baltasar Bux y no la compró, la robó.

Whatever...

—Hasta aquí ningún detalle guarro—asegura Asmodeo.

—Estoy estableciendo el escenario. El caso es... imagina... a este ángel. Con una copa de vino... una caja de bombones recién abierta a la que ya le quedan solo los de crocante, sentado en una butaca de terciopelo... leyendo. Rojo como un tomate, hasta abanicándose con una mano. Cambiando de postura cada tres segundos y estirándose la pajarita y el cuello de la camisa con un dedo...

Aziraphale se SONROJA casi como descripción gráfica y se cruza de brazos, cambiando de postura.

—Oh, ¡Aziraphale! —le acusa Asmodeo sonriendo de lado.

—"Es un clásico, Crowley! ¡Claro que no es obsceno!"

—¡No lo es! Que tú no lo ENTIENDAS.

—¡Desde luego que lo es! Una cosa no quita la otra.

—¡Sí que la quita! Tú estás... imaginando las... obscenidades. Yo soy un ser inocentes—J A!

—Se va a por otra botella de vino y se lo lleva para que no lo vea —le acusa Crowley con Asmodeo.

—¡¿Qué libro era!? —refunda Asmodeo

—¡Claro que no quiero! Vas a empezar con tus horrendas malas interpretaciones y... a decir cosas. ¡Hacía calor ese día! ¡Y el vino!

—Yo que voy a saber qué libro era, no lo soltó ni por un segundo —responde Crowley riéndose.

—¡Justo para evitar que hicieras estas cosas!

Asmodeo se ríe de buena gana con esta historia.

—¿Qué sería lo peor que podría hacer de saber el título? ¿Leerme el libro? ¡Eso no va a pasar!

—¡Verte la película! —o enamorarte del personaje.

—O sea, que hay película... mmmm...

—¡Ugh! ¡Yo qué sé!

—¿Cuál es el título? Lo buscaré.

—¡No te voy a decir el titulo! —se sonroja.

—Culpaaaaa.

—Tres palabras, Crowley —se gira a mirarle, sonrojado.

—¿Eh?

The.

—¿Yes?

Golden... —sonríe cínicamente. Lo que quiere es matarte y va a conseguirlo si acaba la frase.

Crowley frunce un poco el ceño e inclina la cabeza intentando pensar un título y solo se le ocurre Goldfinger porque es idiota. Aziraphale levanta la mano y le hace un cariño con ella en la mejilla.

What? —le mira de reojo otra vez. Aziraphale se estira y le da un besito en la mejilla.

Girls.

La demonio da otro volantazo y seguramente se va a pasar la salida... ¿Por qué haces esto mientras conduce, angel?

What the fuck? ¡No sé de lo que me hablas! —¿Entonces por qué gritas?

Asmodeo levanta las cejas y Aziraphale se ríe a carcajadas, con la nariz pegada al cuello de ella.

—¡No te rías! ¡No tiene gracia!

—Culpaaaaa. Vergüenzaaaaa —Aziraphale le abraza.

—¡No! ¡No sé de qué hablas! —hasta le empuja un poco, rooooja.

No se deja separar, de hecho te daría un beso si no estuvieras conduciendo.

Ayudaría un beso.

Ayudaría que no estuvieras conduciendo. Le da un beso en el cuello.

—Y ahí está el demonio, en su perfecta casa semi vacía, lisa y aséptica...

—¿No nos hemos pasado de salida? ¡Podrías mirar un mapa!

—En frente de la televisión... taaaan feliz —la verdad piensa que lo está diciendo para que se calle.

—No sé de qué habla... No sé de qué hablas, angel. Se lo está inventando —sigue alegando

Asmodeo ha dejado de entender el detalle desde hace rato...

¡CROWLEY TAMBIÉN!

—Sabes que no es verdaaaaaad. No tiene nada de malo.

—No sé de qué habla. Debe ser una de esas cosas suyas de ángeles que nadie entiende —sigue conduciendo SÚPER RÁPIDO mirando la autopista nada más, adelantando a todo el mundo, debe haberse pasado oooootra salida.

—¿Ha dicho The... golden girls? —pregunta Asmodeo quien desde luego no sabe siquiera que ese programa existe.

—¿Quién sabe? Es... ni siquiera sé lo que es —risas estridentes súper forzadas.

—Comes de mi mano, querida...

Crowley frunce un poco el ceño con eso, intentando calmarse. Aziraphale se ríe un poco y le da otro besito en la mejilla, porque está jugando. Se humedece los labios

—Y es que la sonrisa al ver la pantalla es... —Aziraphale sigue con su relato

Niega con la cabeza apretando los labios como "No pienso responder a eso" mirando ahora sí cómo salir de la autopista. El ángel se ríe un poco más.

—Oh, cómo te quiero —suelta para congraciarse con ella.

Cielos. OK. Crowley. Exe ha dejado de funcionar

Es monísimo.

Ugh.

¡Es que lo essss! Aziraphale le mira de reojo.

Mientras ella sale de la autopista por fin en piloto automático.

Asmodeo se tiene que detener de Crowley para no salir volando por la ventanilla de atrás cuando toma la salida.

A nadie le extraña y Crowley va a tener que hacer casi tantos Kilómetros por carretera que por autopista por haberse saltado como cuatro salidas.

—Bueno, entonces...—Aziraphale la mira otra vez de reojo—. Nada de hablar de gustos culpables.

—Ya, ya, claro... como que es comparable.

—Lo es —le aprieta un poco contra él porque, no crean que no, sigue abrazándole.

—No, no lo es. Yo hablaba de algo genérico.

Le pone un dedo en los labios. Ella se lo captura con ellos para morderle, sin apretar.

—Por la boca muere el pez. Yo hablaba de... —sonríe con ese movimiento, sin quitarlo—, algo que podría gustarme a mí.

Le aprieta un poquito.

—Aahh... —protesta un poco—. ¡Lo que digo es que tú te estás complicando solaaaa!

Ella le suelta sonriendo un poco. Asmodeo es que cada vez arruga más la nariz y levanta una ceja con estos dos.

—Anda, cállate y dime por donde hay que ir ahora que ya no me acuerdo —pide Crowley.

—Ehhm... Al este. Y no puedo callarme y decirte nada.

—¿Al es... quién te crees que soy, angel, Cristóbal Colón? ¿Eso es la derecha o...?

Le mira porque esas dudas no debería tenerlas.

—Es para allá... no necesitas ser Cristóbal Colón.

—Eso lo dices tú.

—Bueno, claramente yo soy un ángel y un ser mucho más superior que un demonio —sonríe. El coqueteo descarado...

—Ah, ¿sí? ¿Qué tan superior?

—Superior, superior —señala hacia arriba.

—Salvo en enumerar razones por lo visto.

Aziraphale se ríe, porque era un chiste.

—¿Y en la... como era... soberbia?

—Oh, ¡para con eso!

—Claro que no, mira cómo te enfadas —se ríe ahora ella.

—Pues me enfado porque me haces sentir culpable.

—Otra vez... —sonrisita.

—Está bien, no más pecadillos para mí.

—Ya era hora que este día llegara.

El ángel le fulmina, porque no lo está diciendo tan en broma. Sonríe de ladito porque ella si está en plan sarcástico.

Aziraphale le saca la lengua y ella detiene el coche en mitad de la vacía carretera secundaria a ningún lado y le da un beso, porque sí.