Aziraphale termina su libro, tranquilamente y se estira un poco planteándose si leer otro o no. Sinceramente está bastante cómodo en esta camota... pese a que Crowley da vueltas y vueltas alrededor suyo cambiando de posición.

Termina por decidir terminar con el asunto del cielo de una vez. Va a ir ahí, va a decir que Crowley no tiene la misión de matarle y va a decir muy firmemente él se niega a su misión y que no va a matar a Crowley porque le ama. Punto. Vamos, porque él puede ser firme. MUY firme.

Porque le ama.

Ugh, shut up. Seguro que no va a conseguir decir eso porque Crowley tiene razón, nunca consigue decir siquiera que son amigos

Ah, ya... pero Crowley ahora no está ahí. Está dormido.

¿Qué va a ir a decirle a Gabriel que le ama así...? aunque ya se lo dijo la vez que parecía muerto. Ugh. Vale, "VALOR AZIRAPHALE, VALOR!" Se dice a sí mismo.

Se lo dijo Crowley no él. Fue una posesión demoníaca.

Cielos, Crowley, ¿puedes dejar de decirle a todos que Aziraphale te ama? Desde el cuerpo de Aziraphale, además.

Lo peor es que se burla de él pero él no se lo dice al resto de su parte. Solo a él.

Sí, lo cual es loable pero... Aziraphale también se lo dice a él.

Claro, claro.

Al final, Aziraphale se asea y se viste con cuidado, mirándose al espejo la C que le ha marcado Hastur y agradeciendo sinceramente que sea una C y no una H... Intenta quitársela... sin éxito, y refunfuña aún más cuando nota que a su saco también se le ve un poco! Bufa.

Crowley repta por el cabecero de la cama. Es raro que te cagas pero ahí no hay miguitas.

Debe tener en la cara.

Mierda. Puede huir, pero no puede esconderse. Esta sí es una pesadilla.

Aziraphale termina de arreglarse y de hacer cuidadosamente su lista del supermercado... y va a despedirse de él metiéndose un poco un susto al verle ahí colgado.

Luego se preguntan porque en una época creían que era un vampiro y porque a la gente le da miedo que un demonio los posea. La verdad, en parte lo que hace es buscarle porque tiene frío.

My dear... baja de ahí —le pide con voz dulce acercándosele un poco—. Va a darte pulmonía.

Crowley se revuelve un poco pero al oír su voz se gira hacia donde está para buscarle.

—¿Qué haces fuera de la cama ahí trepado?

—Hisssssss

—No te despierto, no te despierto... pero venga... baja. Ya me voy.

—Mnn...nde?

—Me voy al cielo... vuelvo más tarde. Y tú estás pegado a la pared, helado.

—Mmm? —se despereza un poco porque no quiere que vaya.

Aziraphale le acaricia un poco la cara y él se le echa encima, ojos cerrados, para dormirse sobre él.

—Oh, venga, Crowley

—Hisssss

Le acaricia la espalda con suavidad así que se le abraza mejor, brazos y piernas. La verdad, eres bastante blandito y cómodo.

Seguro que sí, seguro que sí. Sonríe un poco y le aprieta contra sí.

—Diez minutos...

Sonríe un poco porque ¡se salió con la suya! El ángel le acaricia el pelo

—Eres un dulce...

Sssssshut up

—Pero Crowley... —le acurruca un poco, pero se espera—. Quiero pedir vacaciones. Quiero ir ahí y ser firme con Gabriel...

—Nnnnn —más y más protestas.

—¿Y qué hago? ¿Me quedo aquí? —besito en la cabeza—. Ya es de día, hay luz.

Asiente y le pone la mano sobre los labios en el gesto universal de te quedas aquí, pero calladito estas más guapo, que me despiertas.

—Me quedo aquí p... mmmh —se calla, como no.

Crowley se acomoda y Aziraphale se queda en silencio un par de minutos, pero en cuanto siente que se duerme, se intenta liberar un poco para levantarse.

Como sigas haciendo eso... Se va a convertir en serpiente y no podrás irte.

Oh, Dios.

—Estuve leyendo este libro... trata de un asesinato.

Pero puedes llevártelo como serpiente, medio dormido..

Oh, es un buen punto. ¡Ahí va a ir cargando su serpiente al cuello! Ohh... como collar. Vendido. Eso se ve súper cool.

Como una boa de plumas pero sin plumas. O más bien como si fueras un zoólogo explorador inglés medio loco acabado de regresar de las selvas del amazonas para escribir el nuevo manual de animales peligrosos que revolucionará todo el mercado literario.

Hasta un salacot blanco y unos pantalones cortos podrías traer... pajarita incluida.

Podrías ser un personaje así como de "Una serie de catastróficas desdichas" y podrías tener jaulas con loros, un invernadero con plantas exóticas de climas húmedos de doce metros de altura, vasijas y armas tribales en urnas y el esqueleto de una orca colgado del techo.

Las paredes podrían, obviamente, seguir rellenas de libros hasta el techo, salvo en las paredes de madera donde habría mapas antiguos y tapices... y los grandes ventanales.

Tal cual como el museo de historia natural de Londres, pero en pequeñito. Supongo que también podría haber colecciones de mariposas y escarabajos pinchados con alfileres dentro de marcos de cristal en las paredes.

Y probablemente hay un pequeño ecosistema de arañas y salamandras en el invernadero, cuyo principal depredador es Crowley, tu mascota y pieza favorita de la colección a quien le gusta dormir sobre tus hombros mientras lees o escribes o estudias junto al fuego. Y beber chocolate de tu taza cuando no miras aunque le has dicho un millón de veces que no lo haga que cualquier día se va a envenenar.

En realidad le queda bastante bastante bien.

Si, ya sabíamos que le haría gracia imaginarse todo eso.

AU con Aziraphale el entomólogo/reptilologo.

Exacto.

Como el abuelito de Jurassic Park.

Sí. Herpetólogo, eso es.

¿Entonces se va a hacer serpiente? Venga... puede que se cambie el atuendo solo por esta bonita descripción.

Sí. Claro, eso ya lo era.

Aziraphale sonríe un poco mirándose al espejo y acomodándose el sombrero, haciéndole un cariño a Crowley antes de salir del departamento del demonio, silbando un poco.

Crowley se desliza un poco sobre sus hombros apretándose más porque fuera del departamento hace frío, pero no le ahoga.

Le pone las manos calientitas encima, caminando hacia las escaleras al cielo.

Hace soniditos de serpiente feliz pero sigue dormido.

Y ahí va Aziraphale, sintiéndose un poco mejor de traerle así con él... a subirse a las escaleras.

Nadie lo va a detener. Se acerca tranquilamente a la recepción.

—Daniel, ¿qué tal? —Aziraphale le sonríe un poco al ángel ahí sentado. Está ahí todo de buen humor hoy.

—¡Anda! ¡Aziraphale!

—¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo va eso?

—Pues más bien tú, ¡te estábamos esperando!

—¿A mí?

—¡Claro! Todo el mundo habla de lo que os pasó ayer.

—Oh... ¿en serio? ¿Y qué dicen?

—Pues Sandalphon nos contó todo lo de que os secuestraron... y luego Gabriel...

—Fue, eso me han dicho...

—No, no eso... o sea, sí, se llevó a un séquito.

—Oh, ¿de verdad? ¿Tú fuiste?

—No... Pero me contaron quienes fueron, Miguel y Uriel y ya sabes... pero no les preguntes porque no vieron nada.

Aziraphale se sonroja pensando que se refieren a él.

—Oh... oh. Bueno no es que hubiera mucho que ver.

—Claro que había que ver, ¡justo de eso habla todo el mundo!

—Dios mío... ¿y qué dicen?

—Pues de todo... Cada vez hay peor chisme.

Aziraphale traga saliva.

—Y además está ahí tan tranquilo como si fuera lo más normal del mundo.

—¿Quién? Vamos... pero ¿¡qué querías que hiciera?! No es que yo estuviera haciendo nada tan...

—Pues quién va a ser, ¡Gabriel!

—Pero ¿a qué te refieres? A ver... dime que es el chisme, venga.

—Ah, claro, que tú no lo viste... Es que Sandalphon vino aquí directamente, pero a Gabriel lo subió... Belcebú. Volando.

Aziraphale parpadea... y parpadea otra vez.

—Belcebú... lo... espera, ¿lo atacaron o qué?

—¿Atacarle?

—¿Por qué lo subieron volado?

—No se lo ha dicho a nadie, dijo que ella lo propuso y él accedió.

—¿A que le subiera volando? —pregunta y le pone una mano a Crowley encima a ver si escucha—. Cielos... eso parece... o sea... ¡Es algo qué pasó entre Gabriel y Belcebú! —Ahem, nada que ver conmigo.

—Pues yo sé lo que a mí me han dicho...

Crowley se mueve un poco por encima suyo, pero no, sigue dormido.

—¿Y qué crees que haya pasado? ¿Habrán peleado? Sabes lo que dicen, ¿no?

—No hablaban realmente de... pelear.

—Justamente... es lo que dicen. Que a Belcebú... bueno que Gabriel...

—Exacto.

Aziraphale sonríe sinceramente porque este chisme le gusta...

—¿Y Gabriel no dice nada? ¿Nada de nada?

—No que a mí me hayan dicho.

—Quizás habría que preguntarle. Sé que Belcebú ha estado... investigando en el infierno sobre cómo seducir a un ángel.

Daniel levanta las cejas con eso porque... lo insinuaban por ahí también algunos de los más... malpensados pero...

—Eso es cierto, lo sé de primera fuente —Aziraphale asegura, sonrojándose un poco.

—¿En serio? Pero los demonios...

—¿Qué?

—No pueden... no...

—Hay ahí una extraña e incorrecta concepción de los demonios... pueden hacer casi todo lo que podemos hacer nosotros, no te creas que no.

—¿Tener sentimientos? Todo el mundo dice que no tienen alma.

Aziraphale frunce un poquito el ceño y niega.

—Sí que tienen alma... algunos muy corrupta, pero la tienen. Y sentimientos, que no te cuenten... creo que nos dicen eso para que sea más fácil para nosotros no intentar conocerles. Anyways... volviendo a Gabriel.

—¿Aja?

—Dicen que él y Belcebú se llevan bastante bien y que a Belcebú... Él le da curiosidad.

—Dicen que mandó al sequito de vuelta al cielo para irse solo con ella.

—¿E-Esto fue después de bajar, ehm... por nosotros?

Daniel asiente.

—Dicen que Belcebú fue quien os mandó a la superficie de nuevo... y que él decidió quedarse a solas con ella.

Aziraphale levanta las cejas, notando que para variar, Crowley ha tenido razón con eso. Sinceramente fue bastante vergonzoso pasar de besar a Crowley a caerse de bruces en el medio del parque...

—Gabriel no hubiera podido sacarnos de ahí así —repite lo que ha dicho Crowley—. Nos sacó entonces y se quedó a solas con ella... ¿s-sabes si vio algo?

—¿Ver?

—¿De lo que estaba pasando?

—Pues... Sandalphon ha dicho que ibas a tener sexo con ese demonio que te gusta.

Vale, Aziraphale casi se ahoga con eso, tosiendo un poco.

—¡E-ESO quería el infierno!

—Dijo Sandalphon que querían ver como lo hacías porque ya lo hiciste en tu casa.

W-What?! Eso ha... ¡N-No! Lo... e-es... ¡distinto!

—Dijo que ibas a hacerlo... ¿En serio ibas a hacerlo frente a todos los demonios del infierno?

Aziraphale se pone rojo como LA manzana.

—I-Iba a hacer lo necesario para... ¡Sacarnos del infierno con vida!

—Wah, es que... que todos los demonios vieran que... te gusta y como reaccionas a lo que te hace y...

Aziraphale abre y cierra la boca varias veces.

—Ya solo que lo sepan todos debe ser bastante vergonzoso, que además lo vean...

Aziraphale aprieta los ojos con eso.

—¡Ni siquiera me gusta tanto! —protesta un poco.

—¿No?

—¡No es como que fuera algo que quisiéramos hacer! ¡El infierno entero no estaba obligando! Y también podrían ellos... p-podrían... ¡Ver que a él también le gusta!

—¿También?

—¡Ugh! ¡A él sí le gusta! Y era algo que nos estaban obligando a hacer, eso es importante a considerar... Seguramente no me habría gustado estar ahí, ¡pero no había otra opción!

—Obligando... —le da un escalofrío.

—¡Exacto! Has... ¿Has ido alguna vez al infierno?

Niega con la cabeza.

—Es un lugar feo. Créeme... si tienes un solo aliado en el infierno hay aún posibilidad de que puedas salir de ahí... si el demonio Crowley tenía que —se sonroja y carraspea—. Aprovecharse un poco de mis encantos... ahem... para salir de ahí...

—O sea, que en realidad sí te gusta.

—¡No he dicho eso! ¡¿Cómo llegas a esa conclusión?! ¡Al que le gusta es a él!

—Pues dijiste que es tu aliado y que TAMBIÉN le gusta.

Crowley decide que este es un buen momento para mover la cola dentro de su camisa, acariciándole un poco el pecho.

—¡No he dicho que también! —tiene un escalofrío con ese movimiento—. Es... no es mi aliado, es menos mi enemigo.

—Bueno...

—Aunque él... N-No es un... No es el peor demonio.

—Todos estamos esperando a que esta tarde Belcebú suba al cielo como hace habitualmente.

—Ohh... ¿suele venir? ¿A qué hora? Yo quería hablar con él, en realidad, a eso he venido.

—Sobre las... seis, creo. Ah, puedes ir, debe estar en su oficina.

Aziraphale se humedece los labios.

—Voy a intentar averiguar, ¿vale? A ver si consigo sacarle algo —sonríe un poco.

—Ah... si quieres —asiente y le sonríe de vuelta.

—Es que no sé si quiero esperar a las seis... pero quiero enterarme del chisme.

—Ve, entonces.

—Una cosa más... Sandalphon... ¿está bien? No me hablo siquiera.

—No... Estaba bastante traumatizado, estuvo aquí hasta que llegó Gabriel y luego hablaron y... no sé qué pasó con él.

—Le preguntaré a Gabriel. Ehm... ¿está de buen humor?

—Pues... no lo sé. Creo que no mucho.

—¿No has hablado tú con él? —pregunta poniéndole a Crowley una mano encima otra vez y acariciándole un poco. Crowley saaaca la cola de dentro de la camisa y se la enrolla en el cuello.

—Yo... —Daniel vacila cuando nota la serpiente y parpadea. Aziraphale piensa que la cola de dentro de su camisa es tremendamente sexy.

—¿Ajá?

—Llevas... eso... ¿Q-Qué es...? ¿Qué?

—¿Eh? Oh... Es... ehm mi mascota. Es una serpiente —comenta, porque a lo mejor no lo ha notado

Por lo visto es una especie de error muy común. No sería el primer ángel que cree tener un corderito o una blanca palomita de mascota y aparece con una araña o una alimaña. O sea, no es con mala intención, solo es desconocimiento.

—Sí, sí, es una serpiente. Una especie muy extraña —otro cariñito a Crowley.

—¿No es eso un poco demoníaco?

—Soy aficionado a la herpetología, de hecho. De vez en cuando traigo a... Ehm... mi serpiente, porque no le gusta quedarse en casa sola. ¿No son las serpientes una creación de Dios? —se sonroja un poco igual. Ahem... porque es completamente demoníaco.

—Oh... Herpetología, No tenía ni idea ¿eso es lo de los libros que dicen todos?

—¿De qué de los libros que dicen todos?

—Todos dicen que tienes una... casa de libros.

—Tengo una librería, sí —Aziraphale sonríe un poco con eso.

—Librería, eso es —sonríe.

—Sí, tengo libros de Herpetología. Y de muchísimas cosas. Bueno... tenía, el infierno la acaba de destruir, pero pretendemos arreglarla.

—Oh, Dios te ayude —asiente.

—¿Te gustan los libros?

—Tengo una Biblia aquí, mira, me la regalaron —la busca en su mesa. Aziraphale sonríe un poco.

—¿A verla?

—Aunque ahora con el ordenador ya no es como antes, tengo un programa que puede buscarme cosas y puedo oír la liturgia por la radio todos los días —igual se la muestra, tan orgulloso.

—Oh, yo de esas cosas del ordenador no sé mucho, la verdad... Me intentan enseñar pero me cuesta. Prefiero los... libros. Yo tengo una colección de biblias.

—Ah, pues si quieres yo puedo enseñarte.

—No serias el primero que lo intenta... creo que necesito paciencia extrema —le sonríe. Daniel se encoge de hombros—. Pero si quieres desarrollar esa virtud, yo no voy a protestar. Yo podría enseñarte mi colección de biblias y prestarte libros de otras cosas a cambio. ¿Tienes algún interés?

—¿Cómo qué?

—Hay libros de prácticamente todo. ¿Te gustan las historias?

—Supongo... —responde y nota que hay otros ángeles acercándose a preguntarle algo.

—Podemos... podemos vernos cuando salgas quizás o algo. Y te cuento que me ha dicho Gabriel.

—Eh... sí, vale... como quieras —asiente volviéndose a los otros.

Y ahí va Aziraphale... nervioso hacia la oficina de Gabriel y Crowley vuelve a moverse subiéndole por la nuca entre el pelo, apoyando la cabecita dormida en su frente.

Aziraphale sonríe, tranquilizándose la verdad con es movimiento, como si fuera Crowley el que le hace ese suave cariño. Crowley en persona. Le gusta que tu pelo le haga cosquillitas, así que serpentea por su cabeza.

—Van a confundirme con Medusa.

Crowley se acomoda y decide mover la cola en su nuca para que el pelo le haga cosquillitas ahí y poder dormir. Otro escalofrío, poco acostumbrado que está de por sí a que le toquen. Sonríe más, de mejor humor.

¿En serio vas a entrar al despacho de Gabriel con Crowley hecho turbante en tu cabeza? Vale... Los hemos visto menos cínicos.

No, no... no. Eso intenta discutirle justamente. Intenta medio moverle y ponérselo de collar de nuevo... porque Gabriel pueeeede que pueda reconocerle.

—Venga, coopera.

—Hissssssss

—Anda, anda —le desenrolla un poco e intenta ponérselo bien—. De hecho deberías meterte en mi ropa.

Se le enrolla más en toda la cabeza impidiendo que lo suelte, porque lo está despertando.

—Crowleyyyy! —protesta apretando los ojos—. Solo guárdate en mi camisa Por favor. Adentro estoy calientito...

—His hisssss

—Lo sé, lo sé... ven. Deslízate por aquí —intenta que se le meta por el cuello.

Ahí va, pero conste que ¡esto no va a quedar así! Movimiento con la cola clamando venganza.

Otro escalofrío, porque... cielos

—Anda, anda, ¡pórtate bien! —le pide antes de tocar la puerta y reírse un poco además porque le hace cosquillas.

Al final acaba dentro de su camisa colgado de los hombros. O a lo mejor se mete a los pantalones ya que vemos que tiene ganas de marcha. O a lo mejor lo hace luego cuando esté con Gabriel.

Halaaaa. Eso noooo. Menos con Gabriel ahí. Pero... por lo pronto, toca la puerta con... un intento de seguridad.

Pantalones entonces. Con Gabriel será en los calzoncillos.

—¿Qué? —responde Gabriel un poco irritado

¡No! Ugh.

—Oh, ¿Gabriel? Hello... —abre la puerta —. Soy yo.

—¿Aziraphale?

—Sí, sí... hello.

—Entra, entra.

Ahí va hacia adentro, nerviosito porque Gabriel siempre le pone muy nervioso.

—Aziraphaleeee —sonríe como un tiburón al verle, hasta de pie se pone. El casi terror inmediato.

—Que... gusto verte.

—A ti, más bien... veo que no te han quedado secuelas post traumáticas después de lo de ayer. Debes ser el único.

—Hmm... no sé qué te hace pensar eso. ¿Cómo está Sandalphon?

—Mal. Se ha quejado de todo lo que ha podido y más. Hemos acabado trasladándole. Mañana se marcha.

—Oh... —es que casi sonríe, la verdad...—. Ehm... ya sido duro, si, muy duro. ¿A dónde se marcha?

—Sí, sí, ya me imagino —ojos en blanco y gesto vago—. A trabajar a las oficinas centrales.

—Bueno... no todo el mundo aguanta la tierra, menos aún... con estas circunstancias. Me han dicho que has bajado tú...

—De nada.

—Ehm... bueno. Sí... gracias —sonrisa más falsa aún—. ¿Cómo supiste que estábamos ahí?

—Os dije que bajaría a ver cómo estabais.

—Fue un buen timing, no lo negaré. ¿Qué les has dicho? Quería pedirte una cosa y decirte otra.

—Por lo visto no, Sandalphon llevaba ahí días. Meses, según él.

—No, no llevaba días. El tiempo ahí se hace eterno, parecen eones y son horas... destruyeron mi librería, de hecho.

—Ya te habías quejado de eso —protesta porque hoy está muy muy harto de todo el mundo.

—Voy a reconstruirla... —agrega e inclina la cabeza —. Pero necesito vacaciones. ¿Habrá forma de... tomarme unos días?

—Vacaciones. Eso es lo que quieres. Fucking vacation.

—Bueno, antes de eso quería contarte una cosa de la que me he enterado. ¿Estás bien? —pregunta cambiando un poco su línea de pensamiento.

—Claro... por qué no iba a estarlo.

—No lo sé, pareces enfadado —se encoge de hombros—. Me han contado que has subido aquí con Belcebú.

La MAAAAADRE de todos los ojos en blanco.

—Ehm... ¿No? Pensé que la habías obligado... me parece bastante impresionante que te traiga el príncipe del infierno, no es por nada, obvio nadie más lo habría logrado

Hay unos laaaargos instantes de silencio mientras le mira con cara de "si hubiera querido tu opinión te la habría pedido."

—¿Cuántos días vas a querer? ¿Dos? ¿Tres? ¿Con una semana es suficiente?

—Sí. Una semana sería ideal —sonríe —. Muchas gracias, Gabriel.

—Serán tres días. Pero tienes milagros ilimitados —sentencia buscando apuntarlo en su teléfono sin dejar que proteste por ello o alegue, es el mejor trato que puede ofrecerle.

Aziraphale levanta las cejas... y sonríe. Porque ahora mismo tres días suenan a algo fantástico y genial. La verdad e sube Aziraphale está dando saltos interiormente

—Quiero contarte una cosa.

—¿Mhm? —ni siquiera le mira.

—Sobre el demonio Crowley y la misión que me has encomendado.

—Se te dará una nueva misión con un nuevo compañero cuando regreses así que... fuck that bitch, haz lo que te dé la gana. No me importa.

Aziraphale levanta las cejas absolutamente sorprendido con todo esto.

—Ehm... ¿E-Estás seguro de que todo va bien? ¿Todo bien con Belcebú?

—¿Qué es lo que quieres, Aziraphale? —le mira.

—La misión del demonio Crowley ha cambiado.

Gabriel le mira intensamente.

—No Es matarme ya. Es seducirme.

—Lo sé. Gracias por informar con tanta presteza.

—¿L-Lo sabes?

—Te he dicho que tu misión va a cambiar.

Aziraphale se humedece los labios.

—Gracias, Gabriel... —murmura, sonrojándose y poniéndose de pie—. De verdad.

Ahí va Crowley a resbalarse cuando se pone de pie por sus pantalones

—¡A-Ah! —el chillido agudito.

Gabriel levanta las cejas, mirándole otra vez.

—P-Perdona... Ehm...—se sonroja completamente abriendo un poco las piernas y tratando de detenerle

Crowley intenta no caerse volviendo a subir, enrollándose en su muslo pero le sale la cola por la pernera del pantalón.

—¿Qué haces?

—Y-Yo... e-Ehm... e-estoy... Recordando la e-experiencia de ayer

Gabriel frunce el ceño.

—P-Pero creo q-que debería... i-irme

El Arcángel cierra la puerta con un chasquido de dedos acercándosele.

—¿Qué tienes ahí.

—¿Q-Qué? Nada —responde pensando que eso no es del todo una mentira. Es quién y no qué.

—Es... —le mira a los ojos.

Traga saliva intentando sostenerle la mirada

—No puedo creer que le hayas traído aquí —se pellizca el puente de la nariz. Aziraphale se sonroja enormemente, atrapado.

—G-Gabriel, y-yo...

—Hay que ser imbécil.

—Propongo que me vaya yo por esa puerta y te olvides de mí los próximos días —Aziraphale aprieta los labios.

—Es que no puedo creer que ni en ti pueda yo confiar. Este va a ser el pan de cada día. El infierno metido hasta dentro de mi despacho.

—Son las circunstancias extremas las que llevan a uno a... esto —replica Aziraphale—. Cada vez que subo, lo hago con miedo. Y estaba dormido... y pensé...

—No voy a seguir hablando conti... —se detiene—. Sácale.

—Gabriel, de verdad s-solo déjame... salgo por la puerta y no me vuelves a ver en unos dias —traga saliva.

—No.

—¿P-Para qué quieres que le saque? —Es que hasta tiembla un poco.

—Hazlo —es que la mirada de fuego, no nos extraña que tenga miedo. Aziraphale cambia el peso de pie y va a abrirse los pantalones para meter la mano y sacarle, temblando y sinceramente rezando para que no mate a Crowley.

—Gabriel, please... he sido un buen empleado por seis mil años, sé que últimamente hemos tenido nuestras diferencias, pero... please...

Dios mío con la imagen de abrirse los pantalones y sacárselo de ahí dentro.

—No veo que te esté pasando nada a ti, Aziraphale...

Crowley protesta y se rehusa a soltarle. Peleando y hiseando.

—No quiero que le pase nada a él —responde peleando de vuelta, intentando desenrollarlo

—No te preocupes por él.

Aziraphale mira a Gabriel y es que como no va a preocuparse por Crowley, por el amor de Dios.

Crowley se retuerce y... no le va a morder porque ya tuvimos esta discusión, pero la verdad, se paraliza cuando está lo bastante despierto para ver dónde está.

—Déjalo aquí y puedes irte.

W-What?!

—Déjalo aquí, yo me ocupo. Puedes irte.

—¿Qué vas a hacerle? Lo que sea que pienses hacerle, déjale ir a él y házmelo a mi —intenta negociar

—Tú no me sirves.

Aziraphale le mira completamente desconsolado y aterrorizado.

—T-Te traeré a otro demonio a cambio de él.

—Estás desperdiciando tu tiempo de vacaciones —se acerca a Crowley para agarrarle y a él sí que lo intenta morder.

—Gabriel, please... —es que sostiene a Crowley para que no le muerda, pero a la vez intenta esconderle —. No lo puedo dejar aquí, yo... el es...

—Un espía.

—Estaba durmiendo, Gabriel. No estaba espiando, no hay nada que espiar, ¡si no has dicho nada!

—Eso no lo sabes.

—Sí que lo sé. Gabriel. PLEASE. ¿Qué quieres hacerle? No podemos ser peores que le infierno, ¿verdad? Y mira que yo he ido ahí varias veces y todas las veces he salido vivo.

—Aziraphale... —le advierte. Aziraphale mira a Crowley muy espantado y preocupado.

—Prométeme que va a salir de aquí vivo y entero.

—Eso no depende de mí —no, bueno, muy tranquilizadoras las palabras de Gabriel.

—Sí, sí que depende de ti. Tú eres el Arcángel Gabriel, ¡el consentido de Dios! Por qué ibas a... ensuciar tu nombre matándole —aprieta un poco más a Crowley de lo que debería mientras habla, porque está ATERRORIZADO.

Gabriel chasquea los dedos y aparece un grillete de hierro en el cuello de Crowley que le impide transformarse y especialmente hacerse más pequeño para huir, que fue lo que hizo la última vez. De todos modos el grillete le aprieta menos que Aziraphale. Ejem ejem.

¡Qué exagerados! Ni que le apretara tanto.

—No he dicho que vaya a matarle...—no ha añadido un "por ahora", pero como que fluye en el ambiente... planea sobre las palabras como una mosca molesta, como la incómoda mirada de un niño que no deja de mirarte fijamente.

—Tampoco has dicho que no vayas a hacerlo —Aziraphale ya tiene los ojos llenos de lágrimas y está intentando tragárselas, aún sin soltar a Crowley. No hay NADA que pueda darle a Gabriel. Tampoco hay nada con lo que amenazarle... es esa horrenda sensación de estar a merced de un Arcángel despiadado—. Gabriel... please. Deja que se vaya y haz conmigo lo que quieras.

—Ya te he dicho que tú no me sirves.

—Pero él es importante para mí. Muy importante para mí, Gabriel.

—Tal vez corrijamos eso también entonces.

Ay, el desconsuelo absoluto con eso...

—No puedo dejarle aquí —sentencia Aziraphale, negando con la cabeza.

—No te voy a dar más vacaciones si te quedas.

—Quítame todo lo que quieras... pero déjale ir.

Gabriel pica un botón en su mesa y pide que vengan refuerzos para llevar a aislamiento... a ambos. Crowley está histérico con esto, hay que decirlo y aunque aprecia el gesto de Aziraphale, la verdad, quiere darle bofetadas con la mano abierta por ello.

Pero es que... cómo coño lo van a... ¡No! Cómo lo van a aprisionar en el CIELO.

—¡Ugh! Vale, vale, ¡me voy! —protesta seguramente demasiado tarde. Gabriel hace un gesto para que lo haga.

—I love you —es lo último que dice en voz bien alta, antes de salir de la oficina de Gabriel dando un portazo y se encuentra a los que vienen a buscarles que lo apresan igual porque Gabriel ha dicho... a los dos—. Oh, COME ON! GABRIEL!

Ni caso.

¡JODER! ¡LES ODIA!

Lo sabemos.

¡No hay nunca nada que le salga bien ahí! Creo que va a gritar una hora seguida en el calabozo. ¿¡Dónde demonios lo van a poner?!

En aislamiento.