¡MIERDA CON EL PUTO GABRIEL DE LOS COJONES! ¡No, es que no es justo!
Pues espera que veas que además del susto se le ha caído el pastelito al inútil de tu marido.
¡Noooo! Y seguro Belcebú lo pisó, el pastelito del tamaño de la cabeza de un alfiler.
Sinceramente, Crowley lo está buscando, de rodillas sobre el hombro de ella. Todo brokenheart.
Es que es taaaan mono.
—¡Ya está aquí! —chilla Belcebú, poniéndose histérica de nuevo y Aziraphale se agacha un poco hacia Crowley.
—Odio a todo mundo... —protesta la ángel al ver que no lo encuentra. Crowley suspira, desolado—. Veo que simplemente el plan de dios no incluye comer con tranquilidad últimamente... —Aziraphale se lamenta un poco tan dramáticamente—. Ni los besos.
Crowley le mira de reojo y suspira lastimosamente.
—Me debes uno de cada uno... —le sonríe un poquito.
—Pues vaya —sonrisita.
Aziraphale le para una mano por el pelo y se va volando a su hombro. Crowley se peina chasqueando la lengua muy "fastidiado" de que lo despeine.
Uy, sí, ya me imagino.
Ehm... bueno. Carraspeo carraspeo. Gabriel.
Sí, bloody thank you. ¿Qué coño trae puesto Gabriel?
Pues es que él en general de normal ya lleva así un look de bussines manager project accountant sales expert solutions designer strategy executive client speciallist y otros títulos profesionales muy complejos y cool que no significan nada.
O sea ¿trae la misma ropa que traía hace rato?
No.
Ah, al menos. ¿Entonces trae algo parecido? ¿Otro abrigo azul claro con camisa blanca y corbatita azul clara? ¿O cuello de tortuga? o...
Corbata. A lo mejor la trae... negra porque... bueno, esta es una cita con un demonio y así es un poco distinto. Lleva los zapatos negros también. Unos que se compró una vez culpablemente porque eran preciosos y nunca había podido ponerse.
Por si acaso necesita pisar algún charco. Belcebú, aún sin necesidad de bajar, piensa que el cabrón se ve sumamente guapo. Al menos está distinto para la cita, lo cual hace sentir a Belcebú menos... ridícula.
—Voy a... aparecer ahí abajo.
—Espere, espere —la detiene Crowley.
—What?
—Vamos a ponerle un poco nervioso.
—¿N-Nervioso cómo?
—Pues a hacerle pensar que... a lo mejor usted no va.
—Hay que tener cuidado de que no se impaciente lo bastante para irse —recomienda Aziraphale poniéndose nerviosito el mismo. Belcebú se muerde el labio mirando hacia abajo.
—¿Lo ve? Funciona hasta con él... pero no se van.
En esto que Gabriel da una vueltecita por ahí buscándola y pone los ojos en blanco cuando no la ve, yendo a sentarse a un banco y sacando su telefono.
—Paciencia, creo que es una de las virtudes o así, o sea que estan obligados por contrato.
—¡Sí se van! ¡Va a irse, en algún punto! ¡Por más paciencia que debamos tener! —chillonea Aziraphale.
—¿Apostamos? —Crowley se gira a ella.
—No vas a dejarle ahí hasta ganar la apuesta —protesta Aziraphale.
—¿Y por qué no?
—Pues... ¡Es cuestión de principios!
—¿Qué principios?
—Pues los que indican que no dejas a alguien ahí esperando eternamente. Va a estar de mal humor cuando aparezcas.
—Ah, esos... bueh. Además, ¿quién dice que es algo malo que esté de mal humor?
—¿Ahora resulta que no es malo que uno esté de mal humor?! —pregunta Aziraphale sorprendido.
—Teniendo en cuenta que a Gabriel queremos fastidiarle y que sufra... And we aren't nice...
—No estoy seguro de que tu jefa quiera que sufra...—asegura Aziraphale.
—No lo he dicho yo, lo ha dicho ella.
—Pero la idea es tener una cita, ¡no frustrarle!
—Al final... ella decide —se vuelve a Belcebú.
—Que... espere un poco. Pero no quiero que se vaya.
—No se va a ir. Cuanto más le hagamos esperar es que más interesado está en esto.
Belcebú sonríe de lado maliciosamente.
—¡No exageren! —protesta Aziraphale.
—Es verdad, si no estuviera interesado y tan enfadado se sintiera, no se iría a cenar solo pasivo-agresivamente al lugar donde igual habíamos dicho. Se iría a otro para que no le encontráramos.
—Eso no es por interés, ¡eso es porque me gusta el restaurante!
—¿¡Cenar?! —pregunta Belcebú
—Y como es el único de la ciudad...
—Pues no lo es, pero cuando quedamos de ir a uno, ¡me hago a la idea!
—Esperen, ¿¡esto va de Gabriel o de ustedes dos?!
—Eeeeh... —Crowley vacila porque... pillados. De nuevo.
—Ugh! —protesta Belcebú—. Bloody enough! ¡Voy a bajar!
—¿En serio? ¿Ni cinco minutos?
—Pues... ya lleva ahí como... cuatro, ¿no? —se cruza de brazos, y es que ella no suele llegar tarde con Gabriel, solo con tal de que no se queje eternamente
Entonces suena el teléfono de Belcebú. Si acaso tiene uno y no le llama siempre al fijo del infierno.
No, me parece que si tiene uno... ¿no? Haciéndola SALTAR.
—¡Es él! —protesta sin siquiera ver la pantalla, creo que quien le habla habitualmente es él.
Crowley levanta las cejas porque ni sabía que tenía un teléfono. O sea, creía que usaba uno de esos que rondan por el infierno que además son así como... hay diecisiete demonios que necesitan el teléfono para trabajar. Solo hay diez terminales. Tres de ellos no funcionan. Por qué? Because this is hell.. oween, this is helloween helloween helloween helloweeeeeeen
No, tiene uno... viejo. Debe tener aún una... Blackberry o como se llamaran. A lo mejor es un teléfono viejo de Gabriel guiño guiño codazo codazo. Igual se hartó y se lo regaló. Ejem.
Cuyo número solo se sabe él, por lo visto... y las estúpidas Elle, Vogue y Harper's Bazaar que siguen fusilándola a newsletters y spam.
—¿¡Contesto?!
—Pues para eso mejor bajar...
—No suele contestar nadie... porque "está durmiendo" —refunfuña Aziraphale que aún quiere marcha con Crowley hasta hace la seña universal de las comillas con las manos.
—Para qué contestar si estamos aquí, va a preguntar que dónde está.
—Vale, vale... no le contesto. ¿Qué hace? —se acerca al borde a mirarle, sin contestar—. ¿Seguro que no va a ir?
Está ahí sentado cambiando el pie sobre su rodilla y repiqueteando con los talones con el teléfono al oído. Belcebú sonríe un poquito de lado al verle porque es mono, y todo profesional... y...
—Mira qué frustrado se ve... y no lleva ni cinco minutos —comenta Belcebú malevolila.
—Pruebas irrefutables —asegura Crowley mirando a Aziraphale, que le saca la lengua.
—Igualmente creo que para ser la primera vez... voy a bajar —puntualiza... y antes de que Crowley pueda detenerla, chasca los dedos
—"Primera vez..." —repite Crowley más para si mismo que nada porque suena como a que va a haber un montón más.
Ah, ella cree que... sí. A su favor quiero decir que tampoco esto le parece tan distinto a lo que hacen cada vez fuera de que ahora se llama cita y hay sexo involucrado en... su mente.
De momento aún no. De momento es semejante a lo de siempre. Salvo por el lugar, la ropa, la compañía y el concepto.
Sí... Sí. Bueno. Ejem. Y ahí están, al otro lado de la plaza, mirando a Gabriel llamarla, de espaldas.
Él sigue al teléfono sin notarla entonces y Crowley piensa que son todos unos cobardes.
Ay, sí, tú tan valiente.
Belcebú dice que ya venir con este vestido denota valentía. Se acerca a donde está Gabriel con paso bastante firme. Y la verdad, Aziraphale se esconde detrás de su cuello porque... Gabriel
Pues una llamada y ya le tiene ahí corriendo tras él. Comes de su mano, niña.
Ugh, no es así ¡y no la llames niña! ¡Y como si tú no comieras de la mano del otro!
—Espere, ¿qué va a decirle? —pregunta Crowley de repente
—¿D-Decirle? Iba a llevármelo.
—Bueno, sí, pero... habrá que saludarle, hablar con él un poco y todo eso.
—No lo sé. Ehm... nunca he tenido que pensar eso.
—Ah... ¿no? ¿Y qué le dice? —solo tú eres el que te paras a pensar chistes idiotas para abrir una conversación.
—¿Qué le digo? Pues... yo que sé. "Gabriel". Y él habla casi todo lo demás.
—Ah... sí, bueno, eso parece ser un rasgo común entre ellos. Lo de parlotear —sonríe y mira a Aziraphale echándose adelante.
—Parlotear... ahora resulta que eso lo hago por ser un ángel —igualmente le sonríe un poco, cómplice.
—Sí, él habla... aunque hoy me ha parecido que no.
—Pues yo creía que era solo cosa tuya pero visto lo visto...
Lo que pasa es que él podría ignorar toda la conversación con el sonido de fondo y el barullo general de la ciudad, pero es que ella ha dicho la palabra clave.
Oh... ha dicho Gabriel.
Sí, así que se ha girado.
Atrapada. La verdad, puede que ella no se dé cuenta de inmediato, ahora preocupada en qué demonios va a decir.
Y los otros dos, coqueteando, tampoco.
Así que tienes unos segundos de gracia, Gabriel, para mirarla.
Él levanta las cejas pensando que... debe ser otra persona, alguna humana random que se le parece un poco. O... espera, ¿sí es ella? De donde ha sacado ese... vestido. Creo que nunca la había visto con un vestido ¿Seguro que es ella?
Ahí es que ella se gira a mirarle.
Igualmente él se le acerca con seguridad.
Coño, esto no estaba en el plan. Al menos Belcebú no da un paso atrás, sino se cruza de brazos.
Crowley sí se asusta un poco porque no han pensado nada que decirle y...
Aziraphale se ha vuelto a esconder tras el cuello de Belcebú porque... Gabriel está casi encima de ellos.
Pero Aziraphale nos ha dicho que había hecho un milagro para que nadie más que Belcebú los viera y escuchara. Igual Crowley se va a la nuca a confortarle un poco.
Lo hizo, lo hizo. Pero igual le da temorcito. Toma a Crowley de la mano, de hecho.
—Gabriel —la verdad, el que no tartamudeé es digno de aplauso. Él sonríe con la confirmación que sí es ella.
Sinceramente está tentada por un instante a decirle que... solo viene a decirle que no puede ir con él, que le ha salido algo mejor.
La verdad... quizás por culpa del infierno, porque ahí abajo, hasta el príncipe tiene miedo todo el tiempo... teme que a Gabriel no le importe y solo se vaya.
—Belcebú... —la saluda, sonriendo.
Y ese era el peligro de abrazarle y sentir ese calor raro y esa extraña sensación de que le diera las gracias. Traga saliva.
—Ehm...
—Creo que nunca te había visto con un vestido —tiende la mano hacia ella—. Es hasta sorprendente que tengas piernas.
—Ja! —Crowley se burla de eso para Azirphale—. ¿Lo ves? No solo no se ha enfadado por que lleguemos tarde, si no que ni lo ha mencionado porque la raja del vestido lo ha eclipsado. Punto para el demonio.
—Está... ridículamente relajado —Aziraphale parpadea. No recuerda haberles visto juntos nunca antes.
—Solo a veces. Las piernas. L-Las... eso —estira la mano un poquito hacia él.
Gabriel se ríe un poco y la toma de la mano para que descruce del todo los brazos.
—Igualmente te ves... bien. Diferente.
—Eso es porque ella le gusta, está claro, no está de tan buen humor cuando está con gente que no le gusta —asegura Crowley el experto, por lo visto.
—N-No lo he... no... J-Justo venía a decirte a-a que... —empieza, hablando como idiota diría ella, sonrojándose y descruzando los brazos, maldita sea—. T-Tengo una cita.
—Cielos... —susurra Aziraphale repentinamente notando algo en el ambiente. Esa conocida y familiar sensación de... amor.
—¿Qué? —pregunta Crowley haciendo facepalm al comentario de su jefa.
—¡No sé qué está haciendo! —Aziraphale le susurra a Crowley—. Pero hay... amor en el aire.
—Sí, ya lo sé —responde Gabriel con cara de "es obvio".
—Oh... ¿Sabes por parte de quién? —pregunta Crowley y Aziraphale niega.
—No es mucho... —ajem, no es tu...—, pero...
—Me refería a-a... —sigue Belcebú. Crowley se sonroja un momento porque no estará sintiéndole... a él otra vez o algo así, ¿no?
Nah, o sea... a ti te sientes cada vez que le miras o le hablas o existes a su alrededor y eso es bonito y constante. Esto es otra cosa.
Ugh. ¡No es verdad!
Sí, sí que lo es. Menos mal. Es una bonita constante en el universo.
¡Claro que no!
Oh, sí que lo es. Y el día que no te sentía, le parecía que no había suficiente aire para respirar... y mira que no lo requiere.
Es... mentira. Shut up, you angel.
Sonrisita.
Bastard.
Más sonrisita, le abraza. Tan mono.
¡No!
Taaan suave y cariñoso
Dafuq!
Risita.
¡Eso fue súper gratuito! Y te lo estas inventando.
Un poco gratuito, sí. Y es que es bonito cuando te sonrojas así y no creas que le quieres menos en esos momentos
¡No es bonito! ¡Y no está sonrojado! ¡Y claro que no le quiere!
"You doooooo" le imita.
Ugh.
¿Desde cuándo NIEGAS estas cosas, tú? ¡No me robes el trabajo!
Desde que tú las tienes tan claras, alguien tiene que ser la contraparte. Sonríe cínicamente.
Oh... toda una actuación.
Crowley se ríe.
¡No deberías tenerlo todo tan claro!
Y él no necesita un sentido especial y exclusivo.
¡Pues debería! ¡Aziraphale tiene dudas!
Sí, claro. Él a veces también, por ejemplo... ¿los patos tienen orejas?
¡No! Dudas de ellos, ¡no es todo tan claro!
¿Qué es lo que no está claro?
Ella... no le quiere taaaaanto así y todo el tiempo. Le quiere solo cuando hace las cosas bien y no le molesta.
Crowley tampoco.
Eso es mentira.
Tanto como lo otro.
Un poco sí, pero no es lo que estamos discutiendo.
Ehm... guys... your bosses.
Ah, es verdad.
—Me refería a-a... yo... —Belcebú le aprieta la mano a Gabriel... y tras un chasquido los cuatro desaparecen, apareciendo en otro sitio.
Gabriel mira alrededor. Hay arbustos bien cortados que los rodean, paredes altas de ellos. Lo bastante para cubrirles a ambos y varios caminos distintos a su alrededor
—A maze? —pregunta Gabriel.
—A-maze-ing... —badum tss. En serio Crowley. No ayudas.
Belcebú se sonroja un poco porque ella le ha traído aquí. Ella ha elegido el lugar y ahora piensa si va a gustarle o no o a... parecerle bien o mal. Espera a ver si reacción, tratando de ignorar el pésimo chiste de Crowley.
Gabriel hace una sonrisita soltándole la mano y mirando alrededor.
Ella le sigue mirando, un poco idiotizada con la sonrisa que de una u otra forma él no ha dejado de hacer desde que la vió. Eso debe querer decir algo, ¿no? Belcebú traga saliva, mirando un poco alrededor también.
—So...
—Un bonito lugar para pasear y perderse.
—En realidad es un lugar perfecto para una cita... —admite Aziraphale, dándole ánimos a Belcebú
Belcebú carraspea, mirándose los pies.
Crowley pone los ojos en blanco y bufa un poco, porque claro, él hace un juego de palabras increíble y todo son burlas y protestas, pero si Gabriel solo... pone de relevancia una OBVIEDAD, todo son halagos. Pues vaya.
Anda yaaaaa...Tan enfadadoooo
Jum!
—Ehm... —Belcebú no sabe que decir... —. A-A-Maze-Ing.
What. The. Fuck!?
Gabriel la mira de reojo. Un segundo.
—Pfff... what?
—Era... un chiste —lo siento, Crowley
¡Y ahora encima el otro idiota es el que se ríe! Crowley da una vueltecita dramática clamando al cielo.
—Más bien era un desastre.
Aziraphale mira a Crowley y se ríe un poquito
—Well... un poco, sí. Aunque te has reído.
—Qué sabrás tú Mr. "Bonito-lugar-para-perderse" —protesta Crowley cruzándose de brazos.
Gabriel pone los ojos en blanco y mira alrededor un poco más, yendo hacia un camino.
—¿Vamos a ir hacia allá? Ugh, vale... —Belcebú protesta un poco por protestar.
—¿No? Hay un truco para resolver cualquier laberinto...
—¿Lo hay? ¿Cuál es?
—No te lo voy a contar a ti.
—Claro... porque soy un demonio.
—Exacto.
—Claro, claro —asiente como si esa fuera una gran explicación—. Igualmente, esto no va de resolver el laberinto.
—Directa al grano —se vuelve a ella y sonríe. Belcebú se sonroja.
—¡Hablaba de que me contaras de Crowley y el ángel gordito!
—¡Me ha llamado gordito! —Aziraphale abre la boca. Pat, pat de Crowley.
—Ah, eso... —asiente Gabriel.
—¿A-A qué te refieres tú?
—A eso también, por supuesto.
—Mentiroso... —replica Crowley.
—No estoy gordito, estoy repuestito —sigue refunfuñando Aziraphale
—Liar —responde Belcebú a Gabriel porque ella también lo ha pensado. Crowley mira a Aziraphale de reojo y se ríe un poco.
—¿Me acusas de quebrantar un mandamiento de nuestra señora?
—Te acuso de decir algo que no es verdad.
—O sea que sí.
—En pocas y breves, sí. No es como que sea la primera vez —Belcebú se encoge de hombros.
—¿Disculpa?
—Aunque me hagas DISCULPA así tan ofendido.
—Ten cuidado... —Aziraphale se muerde el labio porque no le diría mentiroso a Gabriel bajo casi ningún concepto.
—Pues es que no pareces consciente de la magnitud de la acusación.
—Pues si además le decimos lo que realmente creemos que estaba pensando —replica Crowley.
—¿Eso quieres? ¿¡Que le diga?! —pregunta Aziraphale.
—Tendría gracia, ¿no? "Es obvio que no estabas pensando en contármelo si no en hacérmelo" además lo pensamos todos.
—E-Es que es obvio que no estabas pensando en... contármelo, sino en hacerlo —ahí va, Belcebú, de cabeza. Crowley levanta las cejas porque esto es divertido
—¿Perdona? ¿Añades pensamientos impuros a tu acusación?
—Desde luego.
—Whoa... —susurra Aziraphale algo impresionado con lo directo de Belcebú.
—Creo que me confundes con ti misma —replica Gabriel.
—What? No!
—Pues no parece.
—Es tu idea, ¡no la mía!
—¿Mi idea?
—Lo que TÚ estabas pensando, ¡no yo!
—No sabes lo que estaba pensando.
—¿No estabas pensando eso?
—No.
—Pues quizás debías, seguro eso es más interesante que lo que pensabas —Belcebú se sonroja.
—Pero es interesante que quieras que lo piense.
—¡No es que quiera que lo pienses!
—Es lo que has dicho que sería más interesante.
—Bloody hell, ¡ni siquiera me has dicho qué es!
—No.
—No va a admitírtelo —asegura Aziraphale mirándole.
—Bueno ¿y qué? Tú me invitaste a una cita igual, así que...
—A una a la que tú te vestiste para que te lo hiciera.
—What the fucking HELL!
—What?
—¡No me vestí PARA que lo hicieras!
—¿Quién miente ahora?
—¡Ni siquiera creo que sepas! ¡O que seas capaz!
—Ah, ¿no?
—¡Que vas a tener idea si cada vez sacas las alas y te asustas!
—Lo dices como si lo hubieras intentando.
—¡Pues he intentado más que tú! —Se detiene y le mira con el ceño fruncido.
—Qué intentaste que lo veas así.
—Pues... como que qué! ¡Mucho más que tú! Que no sé qué... qué!
—¿Vas a seguir gritando "que qué qué" mucho rato más?
Belcebú le fulmina y otra vez, en un solo movimiento, le tiene con las manos en el pecho, planchado contra las plantas del laberinto.
