Belcebú asegura que podría quedarse ahí una temporada entera.
—Esto ha sido... —empieza y de repente nota que se acaba de meter en un BERENJENAL con esa frase, sin saber qué decir.
—Mmm? —ella levanta la cara y le mira.
No tiene ni idea, de verdad.
—Casi perfecto —asegura ella, sonriendo.
—¿Casi?
—Bueno, hubiera preferido que durarás un poco más... —responde, pero sonríe —. Igualmente ha ido bien considerando...
—Dio... Virg... cielos. Ni siquiera me atrevo a rezar.
Belcebú se ríe un poquito con eso acariciándole el pecho.
—Vas a estar bien... y la siguiente vez lo harás mejor.
—¿Siguiente vez?
—Yes —Belcebú le mira.
—No va a volver a pasar.
Belcebú se humedece los labios y vuelve a recostarse en su pecho, sin responder.
—Es... ha estado mal. No... No. No puede... no.
—No ha estado mal... probablemente ha sido lo mejor que ha pasado nunca.
—No, esto es un pecado.
Ella suspira con eso, cerrando los ojos
—Tus alas son blancas —le recuerda.
—Solo faltaría que fuera yo a caer por esto —él se incorpora de golpe, moviéndolas.
—No vas a... caer por esto —protesta teniendo que incorporarse también, sin quererlo.
La sigue sosteniendo entre sus piernas igual.
—Son blancas resplandecientes... de hecho casi te puedo hasta ver la aureola, Gabriel.
—Igualmente, creo que debería subir y arrepentirme... y hacer penitencia.
—Ehm... claro, claro. Arrepentirte —se humedece los labios, aun tocándole el pecho y desviando un poco la mirada—. Quizás pudieras arrepentirte un poco más tarde. ¿No quieres salir del... laberinto? Hablar un poco de esto...
—No me parece una buena idea. Y tú deberías arrepentirte también.
—Ni en un millón de años —niega con la cabeza, aún bajo el absurdo y poderoso influjo de su amor (eso suena taaaaaaaaan... ridículo).
—¡No es momento para estar de rebelde!
—No es rebeldía... ¿puedo besarte otra vez?
—Belcebú...
—Please... just one kiss —cielos, Belcebú, deberías ser el príncipe del maldito infierno, organízate por favor y para de pedirle así!
—Vale, vale...
Le toma de la nuca y le besa, cerrando los ojos, él se lo devuelve y Belcebú lo alaaaaaaaaaaaarga
Aaay...
Esto es culpa de él, así que a mi no me vean. Aun así, es ella la que se separa después de alargarlo... porque lo único que está consiguiendo es excitarse otra vez... y ya le conoce.
—Fuck...
—What?
—I am fucking horny... ok? Y tú estás hablando de largarte y arrepentirte y... fuck.
—Oh...
—Y tú estás tan tranquilo, hijo de... ugh. Claro, tú acabaste tan feliz y ahora sí, "buenas tardes que me largo."
—No acabé tan feliz, ¡esto es pecado!
—Pues no es como que eso me haga sentir mejor, you know?
—Es que no deberías sentirte bien. Deberíamos arrepentirnos.
—Why? Si fue... —un millón de palabras le pasan por la mente... palabras que definitivamente ELLA no puede decir. ¿Glorioso? ¿Amoroso? ¿Dulce? ¿Tierno?—. Come on! I fucking liked it!
—Eso no tiene nada que ver... creo que voy a llevarte a la Colegiata de san Pedro —se levanta con ella en brazos.
—¿A-A la qué?
Da una patada al suelo y ahora es él quien alza el vuelo.
—Bloody hell! —protesta ella. Joder! Esto es además ligeramente sexy.
Pues hasta donde sé, él sigue desnudo. La verdad, si no te van puritanos te has equivocado.
¡Dios mio de mi vida! No, no... no. En relaidad, no le molesta que esté desnudo de la cintura para abajo. De hecho si quisiera tener sexo a medio vuelo le vendría bien.
No pondria yo la mano al fuego, pero me da que eso no va a ser posible.
Demonios
—¿A dónde dices que vamos? —pregunta ella abrazándole un poco del cuello... y sonriendo levemente.
—A la Catedral de Westminster.
—A la... What? ¡No! No me vas a llevar a la... why?! Las iglesias y los demonios no nos llevamos especialmente bien!
—Deja de dar patadas, no te va a pasar nada.
—¡Si que me va a pasar! —protesta apretando los ojos—. Qué quieres... ¿qué pretendes hacer conmigo ahí?
—Confesarnos y hacer penitencia.
—Yo no puedo confesarme y menos aún hacer bloody penitencia...
Pues ahí... aterriza él con los pies por delante, guardando las alas y ella se le cuelga un poco más del cuello mirando el suelo con temor.
Gabriel se dirige adentro imparable acercándose a la pila bautismal nada más cruzar las puertas
—Gabriel... Gabriel! —es que el terror de la pila bautismal.
Él toma un poco de agua con las puntas de los dedos y se persigna, dejándola que se mueva, antes de apartarse de ahí
Es que el TERROR del agua bendita. Se aleja de la mano lo más que puede.
Parpadea un poco y se la pasa por el pelo para secársela antes de volver a sujetarla.
Nota mental, no tocarle el pelo a Gabriel... nunca más. Ella... es que tiembla.
—E-Es... Ugh! ¡No deberíamos estar aquí!
Se le secara, venga.
—Sí que deberíamos, esto es un desastre —mira alrededor buscando a alguien
—No era un desastre... ahora es uno. Verás, este no es un buen lugar para mí...
—No te va a pasar nada. Vienes conmigo.
—Nada de exorcismos.
—No. Solo necesito... —sonríe al notar el confesionario y se va para allí.
—Gabriel... de verdad. No es tan grave lo que ha pasado, es...
—Ohh... —es una monjita la que les mira... y levanta las cejas ante todo lo que ve.
—Desde luego que lo es. ¡Hermana!
El parpadeo... parpadeo. Parpadeo. Parpadeo. PARPADEO de la monjita. Es que sí saben que no trae pantalones, ¿verdad?
Díselo, no se ha fijado, con los nervios
—Buenas tardes... —es que además, siente que no es... un ser normal. Pero ella, la chica en sus brazos, ¡menos!—. Ehm... disculpe, pero hay un atuendo requerido para estar aquí y... los pantaloncillos cortos no se permiten. Menos aún tan cortos, voy a pedirle que se retire.
—Panta... —se mira a sí mismo y lo nota, chasqueando los dedos porque no hay tiempo para eso—. Lo lamento, hermana, necesitamos confesarnos. Es urgente.
Ella da un paso atrás con ese movimiento
—¿C-Confesarse? Permítame... v-voy a... —ella se persigna igual, asustada.
—Dios la bendiga. Si acaso algún tengo alguna consideración para poder pedírselo.
El dramático...
¡Pues!
—Por qué no iba a... ¿quién es usted? —pregunta la monja con suavidad—. ¿Y qué trae entre brazos? Es un...
—Demonio. No haga caso. Hermana, esto es urgente.
—¡U-Un demonio! —ella se lleva la mano a su pecho por su crucifijo.
—Gabrieeeeel! —protesta Belcebú porque ¡¿qué necesidad!?
—Está bien, está bien. Uno de alto rango, un príncipe del infierno o lo que sea —explica pensando que el problema es de que la ha llamado demonio así en general.
—Oh, Dios mío... —susurra la monja volviendo a persignarse.
—¡Dije que nada de exorcismos! —protesta Belcebú tratando de moverse sobre Gabriel
—No estamos aquí por un exorcismo —añade él.
—E-El padre McNeil sabrá que hacer... —asegura la mujer, yendo a buscarle.
—¡Gracias!
Belcebú mira a Gabriel.
—Cálmate. No está pasando nada malo. Esto es bueno.
—Podrías no decirles inmediatamente que soy yo, van a querer exterminarme... para empezar. ¡Y nunca es bueno estar en una iglesia!
—Nadie quiere exterminarte. Y no voy a mentir en una iglesia. Ya tenemos suficiente por hoy.
—Quizás podrías hacer algo más divertido en una iglesia... ya bastante me parece que hayas entrado semi-desnudo —ella sonríe un poquito, de lado.
—No puedo creer que estés... insinuando lo que insinúas, demonio.
—¿Ahora me llamas demonio? ¿Puedo besarte, arcángel?
—No aquí —responde apartando la mirada, tenso.
—¿Ni un besito pequeño...? —Belcebú sonríe de lado.
—No.
—Pero si has dicho que no es pecado... —se le acerca un poquito hacia la mejilla.
—No, pero es lo bastante cínico. No —insiste un poco intransigente.
—Bueno, llegar desnudo...
La fulmina.
—Vale, vale... no te enfades. Ya estamos aquí, ¿no? —le toca un poco la barbilla y le sonríe.
Gabriel suspira y la acomoda mirando si viene porque... pesa. Va a sentarse en un banco con ella sobre las rodillas.
A los pocos segundos viene el padre con cara de extrañeza, porque lo que le ha contado la monja suena un poco salido... de la lógica. "Hombre, demonio, sin pantalones"
Y ahí están, "Así que una muñeca y una bici para navidad."
—Ehm... hello?
—¡Ah! —Gabriel se vuelve de inmediato.
El hombre parpadea porque... vale, hay toda una situación especial viniendo de esa banca. Un... hombre extraño y... una mujer más extraña aún. Y en esa posición.
—Padre, necesitamos confesarnos con URGENCIA.
—Ehm... desde luego —les mira preocupado—. Ha... Ehm... hay alguien lastimado o herido o...
—No —se pone de pie otra vez cargándola, un poco urgido—. No de un modo físico.
—¿No de un modo físico? Ehm... ¿qué hace?
—Vamos a un confesionario.
Belcebú le abraza tan feliz del cuello. Él la acomoda otra vez porque... joder, nunca se tocan TANTO pero no puede soltarla.
Y no hablemos de todo lo que ya la has tocado, darling. Ugh. Ahora hablaremos de eso, para eso vamos al confesionario.
—But... bueno, Ehm... no podría la... —arruga la nariz hacia ella por alguna razón—, señorita caminar hasta allá. Debo escucharles uno a uno.
—No, vamos a entrar los dos, ella es un demonio y no puede tocar el suelo consagrado. Ni la mitad de lo que hay aquí dentro.
—¿Un... demonio?
—Eso le he dicho yo... —susurra la monja tras él.
—Un príncipe del infierno. Vamos, de verdad es el menor de los detalles.
—EL Príncipe del infierno —aclara Belcebú.
—EL príncipe del infierno —repite Gabriel poniendo los ojos en blanco.
—Pues trabajo me cuesta... que tú solo seas UN Arcángel —le acaricia un poquito el cuello.
—Disculpe, señor, pero todo esto... —el sacerdote suspira—. No es una broma o un reto o algo así, ¿verdad?
—¿Podemos, por la virgen, ir al grano? ¿Le parece a usted una broma que alguien necesite ayuda y consuelo?
—No, no... solo es que últimamente —refunfuña el padre un poco regañado, guiándoles hasta el confesionario.
—Dios le bendiga —le sigue—. ¿Últimamente?
—Hay muchos bromistas por aquí... y Sor Theresa me ha dicho algo de unos pantalones... ¿a que se refiere con el asunto del demonio? —abre la puerta del confesionario para que pasen—. El lugar es pequeño, ¿segura que no puede esperar afuera?
—No se preocupe por eso —Gabriel entra y se hace solo unos centímetros más pequeñito, como del tamaño de ella para que quepan los dos. Sentándola en su regazo.
En cuanto el padre cierra la puerta, Belcebú le da un beso en los labios.
!
En cuanto cierra la puerta dejándoles solos para ir a su lado.
! Igual. La besa de vuelta y la inunda de afecto otra vez porque está bastante ansioso y preocupado.
Dios mío (Además me encanta que Gabriel usa la palabra afecto, no amor)
Sí...
Belcebú le hace un cariño en la mejilla y se le separa con el corazón volviendo a latir le bastante rápido. Le hunde la cara en el cuello, abrazándole más
Y él la abraza porque a pesar de la ansiedad, esto se la quita. Hasta que se separa, que le da más aún.
—Perdóneme padre, porque he pecado.
—Dime, hijo mío, ¿Cuál ha sido tu pecado?
—Sucumbir a la tentación demoníaca del placer carnal —así de llanamente, muérete.
—Ugh! —suelta Belcebú contra su cuello. El padre piensa que.. le ha traído la tentación como prueba o algo así. Más o menos—. Ella también lo ha hecho. Y también se arrepiente, necesitamos penitencia y perdón los dos.
—Ugh... yo no he dicho eso —protesta ella en un susurro contra su cuello.
—¿Y por qué han caído en esa tentación?
—¿Por qué? Pues... por la frustración acumulada, supongo. Y las juntas de los jueves.
—¿Las juntas de los jueves, hijo?
—Nosotros trabajamos en... áreas opuestas de la misma empresa. Últimamente hemos estado teniendo bastantes problemas.
—¿Y eso los ha conducido a conductas inapropiadas?
—Sí.
—Estas... ¿casado con otra mujer?
—No. Soy... Oh, ¡dios mío! —el ESCÁNDALO.
—What?! —chillan un poco ambos, el padre y Belcebú a la vez.
—¡Ya no soy virgen! ¡Esto es algo irremediable!
—¡Oh! ¿Te estabas guardando para la mujer correcta? Muy... bien —el padre levanta las cejas porque Gabriel no parece tan joven... y esto no es tan común en estos días—. Eso... bueno, es verdad..
—Ehm... no. Ser virgen era parte de... era... ¡ya no soy puro e inmaculado!
—Ahora eres veinte veces más sexy —asegura Belcebú.
—¡No es eso lo que se supone que tengo que ser!
—Tampoco virgen, no que fueras a tener un hijo de Dios o algo así, venga.
—¡Puro! ¡Sí necesito ser puro!
—Pues eres puro igual, no es como que estes sucio.
El padre carraspea un poco.
—¡Es exactamente lo que es!
—¿Ella está casada con otro hombre? —interrumpe el padre.
—Ella... —la mira porque qué va a saber él—
No creo que ella pueda siquiera hacer eso...
Ella hace los ojos en blanco
—Ugh, ¡desde luego que no estoy casada con bloody nadie!
—¿Tienen una relación de compromiso y respeto entre ustedes?
—No estamos comprometidos.
—Ohh... ¿y pretenden comprometerse, hijo?
Gabriel la mira.
—Es que ella no puede tomar los sacramentos.
—¿Es de otra religión?
—Es un demonio.
—¿Te refieres a que... es una mala persona?
—No, me refiero a que es un demonio del infierno y los sacramentos la matarían.
—B-But... ¿por qué... pensar que es un demonio?
—Porque lo es. De hecho, los sacramentos están hechos justo contra personas como ella.
—¿Pero qué te hace pensar que es un demonio? —insiste el padre que no acaba de... o sea vale que... son raros, pero...
—Conocimiento. ¿Podemos superar un poco este tema, por favor?
Belcebú abre la boca un poco absorbe el cuello de Gabriel mientras habla para hacerle un chupetón.
Uf...
—Es que no todos los días alguien se sienta aquí y asegura que otra persona es un demonio.
—Gracias a Dios o esto empezaría a ser preocupante —responde él carraspeando un poco.
—Y perdóneme, pero como un hombre de fe que soy, quiero pensar que un demonio no podría entrar a nuestra sagrada casa con esta facilidad...
—Por eso la estoy llevando en volandas, padre.
La lengua de Belcebú le roza el cuello y absorbe con una poca más de fuerza
—Pero ¿por qué traerías a un demonio aquí, hijo mío?
Gabriel traga saliva y vuelve a carraspear.
—Para confesarnos —se revuelve, apartándose un poquito de ella porque le pone nervioso.
—La confesión es un sacramento, el sacramento de la reconciliación...
—Está bien. La llevaré fuera y volveré a entrar.
—Mmmm —ella protesta porque está bastante cómoda aquí y no pretende arrepentirse.
—¿Qué? ¡Necesito hacer esto!
—Por que no... Procedemos con los dos —propone el padre aun pensando que esto debe ser una broma.
—Gracias —asiente Gabriel.
—¿Confirman, hijos míos, no tener ninguna intención de volver a cometer los actos impuros que les trajeron aquí?
Es que Belcebú está intentando cometerlos ahora mismo, no es por nada. Muerde un poquitito a Gabriel.
—¡Sí! —chilla Gabriel un poco más desesperadamente de lo que amerita.
El demonio se le separa un poquito y le da un beso en el chupetón que le acaba de hacer.
Haciéndole mover el cuello mitad apartándose mitad por que le gusta.
—Bien, así me gusta... que tengas convicción. ¿Puedes enumerarme todos los pecados cometidos... ?
Belcebú le da otro besito, más hacia la oreja, seguido de capturarle el lóbulo de la misma con los labios
—Ehm... p-placer carnal y tentación d-demoníaca —cierra los ojos con eso perdiéndose el discurso un poco.
—¿Con placer carnal a que te refieres?
—Penetración sexual.
—¡Cielos! ¿Ocurrió solo en una ocasión?
Belcebú le muerde suavecito el lóbulo de la oreja, zumbando un poquito.
—S-Sí... —y por lo visto está a punto de volver a pasar. Por lo menos podrías sonar como si no. Carraspea un poco porque hasta él se ha oído a si mismo demasiado...—. Sí —repite más solemnemente.
Belcebú succiona un poquito más y le pasa una mano por el pecho y el abdomen. Debe sentirle el corazón acelerado.
—¿Y la tentación demoníaca... ?
Belcebú rebasa la línea del cinturón, metiendo la mano entre ambos para... buscarle
—La tentación d-demoníaca es la peor parte, padre —mueve un poco la cadera, no sé si para que llegue mejor o para que no lo haga.
—¿Por qué lo es, hijo? Habla conmigo.
—Yo no... No quería ser... débil.
Belcebú se acomoda un poco y le toma el asunto con la mano. Haciéndole moverse y apretar las piernas, intentando que no lo haga
—Nadie quiere serlo nunca...
Esta... Ejem... ¿contento? ¿Medio contento? ¿Un poquito contento?
Lo dice como si no pudiera resolverlo con un pulso en un instante si acaso no lo está.
Pero nos da curiosidad...
Ah, pues... medio. Creo que medio. Tirando a poquito. Sobre todo porque no hace veinte minutos aun casi.
Ya, ya... como cuarenta y cinco, más bien Igual
Belcebú resuelve eso inmediatamente.
Ugh. UGH. Si quieres que aguante más deberías dejar de hacer eso.
—Pero se puede resistir, hijo, y sé que lo harás mejor a la sigui… —un chasquido corta al padre, dejándole inconsciente. Ya, eso lo hará cuando sepa que tiene más tiempo...
Gabriel parpadea porque estaba asiéndose a las palabras del sacerdote como tabla de salvación.
—¿Padre?
—Voy a besarte —suelta Belcebú, sonriendo un poco de lado
Gabriel la mira otra vez con un poco de carita de pánico. ¿Quién te manda a ti meterte con un demonio si ahora vas a estar así?
—Ojalá esta vez te muevas un poco... —le pide ella chasqueando otra vez los dedos y volviendo a desaparecerle... esta vez toda la ropa.
—O-Ojalá no... Hicieras...
Eso es un intento bastante pobre, hasta para ti. Le pasa las dos manos por el pecho
—Súbeme la falda.
—No quiero... no quiero tocarte.
—El vestido, no me toques a mí, toca el vestido
—Sigue siendo demasiado cerca de tu piel... —protesta, aunque estira un poco la mano y la retira y la vuelve a estirar y la vuelve a retirar.
—Andaaaa... —le acaricia más, mirando lo que puede mirarle aquí dentro. Es mucho menos peludo de lo que esperaba. Le toca las tetillas ya que está por ahí.
—C-Cielos. ¡Y tú tampoco deberías tocarme a mí!
—Quizás no... Vas a subirme la falda o lo voy a tener que hacer yo?
Aprieta los ojos y la toma con dos dedos así como... Nolatoquesnolatoquesnolatoques.
Es tan mono. Belcebú se lo comería entero... en otro momento. ¡Ahora quiere más acción! Le ayuda con una mano.
Hace un poquiiito de resistencia. Ella tira igual había arriba.
—Mírame.
La mira y traga saliva. Ella le besa porque joder, mira que se ve bien. Y cuando hace eso es que acaba él con las manos sobre sus muslos, sin darse cuenta. ¡Al fin!
—Oh, fuck, Gabriel... —susurra solo con eso poquito que le toca. Y es que lo que ella quisiera es que invirtiera la posición de alguna manera y fuera ÉL el que... la embistiera contra el confesionario.
Ya bueno... a lo mejor algún día lo consigues.
Eso es lo que le he dicho yo. Día uno, Belcebú. Por eso el infierno falla, porque los objetivos no son realistas. En fin, por ahora intenta una vez más, sentarse sobre la Holy Erection. Como te corras antes de tiempo otra vez, HDP...
Y es que cuando siente... que ella pone A en B le clava las uñas esta vez
Vale... vale. Inesperado... pero bien recibido. Belcebú cierra los ojos y echa la cabeza atrás, ajustándose mental y físicamente a la idea de... tenerle ahí dentro.
Y es que... debería pasar algo, ¡Están en una iglesia!
Lo único que debería pasar sería que te movieras
La verdad, no sabe ni que tiene que moverse ni cómo.
¿Que no aprendió nada con Crowley y el... ángel?
Pues no de... o sea, sí, pero... no.
Él era el de los profundos conocimientos sobre el tema.
Una cosa es verlo y otra es estar ahí... dentro y... resistirse.
Belcebú sinceramente tampoco está muy segura de lo que hace, pero joder, necesita fricción.
¿Así que... sí que va a moverse ella?
Coño, claro que va a moverse ella todo lo que pueda, buscando la forma correcta de hacerlo.
Ok, que se mueva a él no le ayuda en lo más mínimo y se acaba de dar cuenta.
¿No que querías resistirte? Es el momento.
Intenta pararla de hecho.
Ugh ¿Pararla como?
Sosteniéndola de las caderas para que no pueda moverse.
—What the... actual fuck?!
—E-Estás... —es que está todo sudado ahora mismo.
—You fucking have to fucking move. Fuck me.
—No puedo...
—Sí que puedes, just move! —ella intenta moverse otra vez.
—No puedo, esto... esto...
Ella le toma de las muñecas, empezando a desesperarse otra vez porque ella... vuelvo a decirles que está todo menos sexualmente satisfecha en este momento.
—Deja de pensar —susurra.
—No es... —protesta y es que aunque sea por instinto, se mueve un poco volviendo a clavarle la uñas, seguramente no lo bastante.
Es que es pequeño movimiento ya la hace soltar un gemido. Él traga saliva con eso, mirándola y es que... hay algo aquí. Hay algo en eso.
—Ah, fuck, please move... —si de rogarte puede rogarte en los momentos apropiados, aunque sea solo por frustración.
Respira profuuundamente y lo hace otra vez, con el corazón agitado
Mismo gemido en respuesta, Belcebú echa la cabeza atrás otra vez.
Vale, el problema es que eso no le ayuda a él pero... a ella le gusta, tal vez podría hacerle esto a ella y él resistirse. Eso no sería del todo un pecado. ¿O sí?
Definitivamente, no. Es más, sería un anti-pecado, asegura Belcebú. De hecho la estarías haciendo pecar a ella... serías malo malísimo. O bueno buenísimo para el cielo, pues. Es decir ¡Sigue moviéndote!
Eso ha sido muy complicado, tendría que consultarlo. Es que los entresijos de las reglas divinas son complicados. Reglas muy generales para casos muy concretos, había que interpretarlas sí o sí. Se asusta a si mismo porque esos pensamientos son como de... Aziraphale!
Ah, ¿verdad? AH! ¿Se está moviendo?
No, está pensando.
Belcebú está moviéndose lo que puede, pese a que él no se mueva del todo... trata de ondular las caderas y zumba a la vez, bastante desesperada.
—Fuck, Gabriel! —le protesta.
Otra embestida, para que se calle y le deje pensar. Joder. Eres horrible.
Otro gemido... pero maldita sea, esto requiere más que una sola embestida! Baja la cara y le MIRA. El gemido otra vez le distrae sobretodo.
—Tiene que haber una mejor manera de hacer esto.
—Yes, with you fucking moving!
Mete los dedos ahí dentro. O sea ... entre lo dos no dentro de ella. O sea, es que a lo mejor, si se aprieta a si mismo...
¿¡Apretarse a sí mismo?! Joder, podrías pensar un poco en ELLA. Ella baja su mano y la pone encima de la de Gabriel.
Sí. De hecho está pensando en ella.
Sí, pero no es la forma correcta e inmediata que ella... esperaba. Aun así, el que hay apuesto la mano ahí... ayuda, sinceramente. Así que... ella le mira ligeramente sorprendida, pero sonríe. Bien!
O sea, porque si se aprieta... aguantará mejor.
—¿Q-Qué haces? —pregunta esta vez no como reclamo, y debe notarsele
—Tiene que haber otra forma de hacer esto... que no sea pecado.
—Estoy completamente de acuerdo —mueve su mano con la de Gabriel abajo, frotándose un poco y no, no está dejando que te aprietes nada.
No creo que se haya soltado, la verdad.
Yo no sé si haya llegado a tomarse del todo considerando que ella está ocupando una parte. Si no creo que está intentando frotarse contra su mano como sea. Todo igual está siendo bastante frustrante.
—¿A-Alguna idea?
—No. Deberías parar.
—Ya, vale, y tu deberías moverte y mírate. ¿Que te estás tocando? —tira un poco de su mano porque solo le estorba
—No estoy tocando estoy intentando sacarte.
Ella frunce el ceño y le mira porque... joder. Sí esto es más dificil de lo que pensabas.
—¿Quieres que me quite? —pregunta volviendo un poco a... concentrarse en la realidad y menos en intentar obtener placer físico.
—Sí —porqie es que... estas en una iglesia.
—Pero estamos en fucking middle of... Why the fuck are you thinking?! —Baja la mano a ver si con excitaciones lo pierde otra vez.
—A church, yes.
¿En que momento se había puesto tan... en sus cinco sentidos?!
Tiene ayuda divina.
La verdad, en la desesperación, le abraza del cuello y le besa.
Esto está siendo un desastre absoluto
¿Va a... besarla o a quitarse?
No lo sé, a estas alturas. Supongo que la besa.
No ayudas mucho a que se quite. Pero Gabriel debe sentir el afecto... y después del beso, se quita.
¿De dónde?
De todos lados. Se quita de ahí de golpe.
Él la mira.
—Conforme?
—Gracias.
—Fuck, Gabriel —Se pasa las manos por el pelo, genuinamente frustrada.
—Estamos en una iglesia, Belcebú.
—No parecías tan preocupado en algún punto...—protesta ella, cerrando los ojos y tratando de ordenar sus sensaciones con poco éxito.
—No puedo hacer esto
—You still like it... —replica.
—¡No!
—Claro que sí —le pone otra vez la mano en el pecho.
—¡Claro que no! Bastante es que me hayas...
—¿Que te haya qué? Si estabas... bien que estabas... —le mira de arriba a abajo porque no crean que ni por un segundo se ve menos sexy ahora mismo y aun está en firmes.
—Hecho impuro.
Ella estira un poco la mano y le toca ahí.. en donde le hizo impuro.
Él salta hacia atrás y vuelve a sacar las alas.
Va a tirarla al suelo.
Es posible. Al suelo consagrado.
Sí, el grito que va a pegar y se va a hacer una nube de moscas.
—Cielos contigo —Ojos en blanco.
—Bzzzqueeeemaaaazzzzz
Gabriel estira los brazos para sujetarla y se vuelve a hacer humana abrazándole.
El ángel suspira, porque ha sido una mala idea traerla, hace demasiado rato que está en pánico y necesita organizarse.
Belcebú le mira a los ojos porque... esto, todo esto está siendo un desastre, y ella misma lo nota.
—Quizás debería irme.
—Vamos —se dirige a la puerta desnudo y con las alas de fuera... Escandalicemos a cualquier pobre ser que esté en la iglesia. Al menos sus alas son blancas...
Es el Arcángel Gabriel, puede estar desnudo en la iglesia si quiere y nadie va a recordar... nada impropio. Es... una cuestión... de... es... es así. Es como un fresco renacentista.
Belcebú le abraza un poco, nuevamente sin querer irse, la verdad.
Sí que lo es, un bloody maldito fresco renacentista perfecto... dice Belcebú.
Me refería a que están desnudos pero no dan idea sexual.
Sí, sí... como una escultura griega. Belcebú se intenta bajar al piso en cuanto están afuera.
La deja, desde luego.
Ella le suelta, casi con un sobre esfuerzo, la verdad. Maldito encanto de arcángel que tienes. Pero hala, no se es el príncipe del infierno sin poder resistirlo cuando de verdad se quiere.
—Ehm... esto ha sido...
—Desordenado, inesperado, inapropiado, sacrílego, caótico.
—Yo lo he pasado bien —confiesa y suspira, mirándole a los ojos. Él se pasa una mano por el pelo.
—Tengo que arreglar esto.
Ella asiente, y seguro, SEGURO puedes sentirla.
—Nos vemos... trata de no flagelarte muy fuerte ni de arrepentirte demasiado —le sonríe un poco.
—Por supuesto que me arrepiento de esto.
Entrecierra los ojos y le mira a los ojos con intensidad.
—Aún así... tu virginidad es mía ahora —sentencia con cierto orgullo. Él aprieta los ojos—. Cuidaré de ella.
La mira otra vez.
—Puede que sea la única cosa realmente especial que poseo.
—¿Qué?
Ella se sonroja un poco y se encoge de hombros, pensando que... es que sentir que un ángel le tiene afecto es algo que racionalmente pensaría es un horror. De hecho, es lo más cercano a ser perdonada que ha estado jamás... y si bien es una idea que técnicamente tendría que detestar, por alguna razón, como idea, la seduce y casi emborracha.
—Ven —pide él de repente.
Inclina la cabeza sin saber... ir a donde, dando igualmente un pasito hacia él.
—Ven, ven, solo es... acércate.
Se le acerca más, mirándole. Cielos, estás tan encandilada con su... maldito encanto. Cuando salgas de ahí vas a arrepentirte de la mitad de las cosas que le has dicho.
Él le pone la mano entre las piernas otra vez con suavidad.
!
Gabriel se humedece los labios, mirándola.
Ella no se lo espera, así que da un pequeño saltito, tomándole de la muñeca, sin quitarle de ahí.
Y lo que hace es... curarla. Aliviarla.
Cielos... espera, necesitamos un poco más de información sobre esto. ¿Cómo funciona eso?
Asumo que... la alivia en plan... como quitarle el dolor. Le quita el ansia y la necesidad dejándola satisfecha Sin... propiamente pasar por el proceso satisfactorio.
Pues... no lo sé, es una curación. Supongo que... la hace sentir... sin la necesidad. Sí.
Parpadea, en un principio sin saber exactamente qué es lo que está haciendo, la verdad, hasta que toda la zona se enfría y neutraliza haciendo que parpadee un poco más.
—¿Q-Qué has hecho?
—Aliviarte.
—No me habías... lastimado en ningún punto...
—No solo alivio el dolor.
Parpadea otra vez, mirándole.
—Oh... oh. E-Es... una forma considerablemente distinta de lo que esperaba que hicieras para... aliviarme, Gabriel.
—Ya, bueno... No quería que fueras a tocarte por mi culpa.
Vale, la madre de los ojos en blanco. Ahora no va a ni a querer tocarse pensando en ti. Fuck
—El cielo... y las criaturas celestiales, siempre empeñadas en quitarle lo divertido a todo... —replica apretando los ojos.
—No sería digno de un ángel.
—¿Estar en las fantasías de un demonio? Te tengo una mala noticia.. no importa cuantas veces me alivies, ESO tampoco puedes quitármelo —protesta un poco, sacando las alas y levantando el vuelo
Él suspira mirándola y le sonríe. Ella le mira desde arriba un instante, se sonroja un poco más, y se larga.
Y ahí termina el desastre de cita Gabriel-Belcebu primera parte.
Gabriel, sinceramente, se vuelve a la iglesia
Ya, ya... a flagelarse. La verdad, no crean que no... Belcebú necesita también... reagruparse un poco. Organizar sus ideas y todo lo que acaba de pensar y SENTIR. Y... es que lleva horas siendo genuinamente dulce y buena y... UGH
Un poquito.
Que el infierno tema... porque va a ir a confirmar que no lo es desquitándose con algunos demonios
Por suerte, Crowley no está ahí abajo. No que los otros demonios no nos importen, pero... ejem. No nos importan.
Pero... más tarde. Por ahora va a irse a sentar, abrazándose las piernas en una piedra en medio del lago de azufre del infierno o algo así. Porque... es que aún le parece que tiene el corazón envuelto en plumas blancas y ojos de color violeta.
Aunque tal como profetizaba Aziraphale en las "Dramáticas y hedonísticas profecías de Aziraphale Z. Fell, ángel" este asunto de Gabriel y Belcebú... ahora va a suscitar aún más preguntas incómodas para él y Crowley que beneficios.
Es verdad.
