3


Bella

Estoy en casa, de vuelta en mi hogar. Es mi hogar, sólo que sin la parte dulce.

Y todo se ve tan… pequeño y vacío, a pesar de que los muebles ya están en su lugar gracias a mis tíos y a Emmett.

Un día, esta fue una casa enorme, con un gran jardín y risas por todos lados.

Hace algún tiempo, esta casa no tenía un muro frente al pasillo, las escaleras ni siquiera estaban ahí. El abuelo Charles la compró cuando el negocio de manzanas comenzó a prosperar, la abuela Marie parió justo aquí, mi tío Eleazar se abrió la barbilla en la acera, papá… papá diseñó el solario.

Este lugar está impregnado de mi familia y de recuerdos, ¿entonces por qué siento que todo me ha sido arrancado?

Estiro mis piernas frente a mí y me apoyo en las palmas de las manos, sintiendo la alfombra suave. Miro al techo mientras suspiro.

En verdad no quiero llorar. No debería estar llorando todavía. Ya ha pasado un poco más de un mes, ¿cuánto tiempo se supone que tienes que estar de luto?

Todo el mundo dice que la vida puede cambiar de la noche a la mañana, pero lo dicen sin ser conscientes de ello… no hasta que en verdad te sucede, de todas formas. Aquella noche, la noche del veintitrés de mayo, me fui a dormir borracha con lágrimas sabor a Jake. Por la mañana, mi papá se había ido. Él ni siquiera tuvo oportunidad de beber su café.

No detengo las lágrimas que me escurren por las mejillas, dejo que el agua se lleve todo, aunque sé que no será tan sencillo.

Jake me sostuvo durante el funeral, a pesar de que había terminado conmigo hacía dos semanas. Jessica apareció al medio día, luciendo como la mierda, pero ella fue a mí y se sentó a mi lado, apretando mi mano, al igual que Ángela.

Dios, cuánto extraño a papá. Si él siguiera aquí, estoy segura de que iría a quejarme, por enésima ocasión, de los planes de la familia de dividir la propiedad.

—Los abuelos hubieran querido esto, Bells—él dijo luego de hacer su gran anuncio—. Un trozo para ti y otro para Emmett.

Él tenía un punto, así que a pesar de que no estaba muy de acuerdo, empaqué y me mudé con el tío Eleazar y la tía Carmen, mi madre en todos los sentidos, durante las remodelaciones.

El resto es historia. Una semana de miradas de lástima, palabras de consuelo y arreglos florales fue suficiente para hacerme comprar un billete de avión y largarme a la mierda de aquí.

Ibiza fue… algo. No fue sano, lo sé. Sol, alcohol, besos y mecanismos de defensa 24/7. Una parte de mí, la que suelo enterrar con frecuencia, piensa que perdí algo allá, que dejé un trozo de Bella Swan olvidado en la arena.

No estoy muy segura de qué es, pero sé que nunca lo recuperaré.

Me arrepiento tanto. Y duele.

Pero al carajo. Fue lo mejor que pude hacer. La playa cuenta como terapia… o algo así.

Saco mi celular de mi bolso y tomo una fotografía de la renovada sala.

hogar, pero no es dulce.

La posteo en mi historia de Instagram y decido tomar una ducha para sacarme el viaje de encima. Jet lag y un maratón de Friends suena estupendamente. Ordeno italiana y arrastro mi trasero al baño en el piso de arriba, disfrutando del frío del piso de madera contra las plantas de mis pies.

Mi celular vibra con una notificación que interrumpe la música y echo una ojeada.

alejandrosand-metrio: Ya te extraño

Ruedo los ojos.

Alejandro. Un tipo bronceado y musculoso que conocí en España ha respondido a mi historia.

Él puede ir a joderse, supéralo, gilipollas.

xxx

Resulta que jet lag, Friends y luto no combinan bien.

Mis intentos por no llorar se fueron a la mierda y me quedé dormida entre lágrimas. El cansancio me dejó dormir sin sueños y ahora estoy siendo despertada por música atronadora de The Smiths.

¿Qué diablos?

Resuelvo que viene del otro lado del muro y frunzo el ceño. No sabía que Emmett ya vivía ahí. Él no lo comentó ayer durante el viaje del aeropuerto hacia acá.

Bueno, ya me ha despertado así que planeo colarme. Tal vez mi ruidoso primo pueda prepararme el desayuno.

Me cepillo los dientes y me ato el cabello en una coleta.

Mientras revuelvo mi bolso para encontrar las llaves de casa, un movimiento afuera llama mi atención.

Es Rose, sólo que no es Rose.

Una rubia que luce exactamente igual a la Amanda Seyfried del bar de la noche en que mi vida se fue a la mierda está saliendo de la casa de al lado.

Otra vez, ¿qué diablos?

Ella camina por la acera y luego voy hacia allá, subiendo los escalones del porche. Golpeo la puerta con mi puño, ignorando la manija que se supone es para eso.

Nadie abre. Seguramente la música no les permite escuchar mis llamados, así que pateo la puerta, soltando un gruñido. Pienso en llamar a Emmett para decirle que abra la jodida puerta y de paso que le baje a su escándalo cuando recuerdo que no traigo mi celular conmigo.

Mi puño se queda congelado en el aire cuando, finalmente, alguien abre.

Sólo que no es Emmett.

No es para nada Emmett.

Es un chico que está frunciendo el ceño en curiosidad, con cabello revuelto, cejas preciosas y ojos verdes.

—¿Puedo ayudarte? —pregunta.

Jesús, tengo un problema: alguien se coló a la casa de mi primo.

Alguien increíblemente apuesto.

Y él no está usando una playera.


¡Hola! ¿Qué les pareció? Veamos cómo resulta esto.

Muchas gracias por sus comentarios. No se olviden de hacerme saber qué opinan de este capítulo, de los favs y de los follows para que no se pierdan ninguna actualización.

Probablemente estaré actualizando dos veces por semana a partir de ahora.

Saludos y nos seguimos leyendo.