Mientras tanto, en el cielo, Gabriel... ha vuelto de la iglesia. Y se ha vestido por fin. Gracias. No necesariamente en ese orden. De hecho, esperemos que no en ese orden. Aunque no es como que nadie pueda recordar nada... impuro o impropio de él.

En la línea de... o sea, no estamos hablando de una cuestión del tamaña no de la trompeta, sino más bien del aire... puro de ángel asexuado. Insistimos, tal vez una cuestión de cuadro del renacimiento o quizás siempre había algo. Una flor, una vela, un banco, una biblia que por perspectiva.

Vale, vale... en realidad nadie está pensando en ese asunto más que Belcebú.

Sí, sí ha despertado al padre y lo ha bendecido también, por si acaso. Y expirado sus pecados, porque venga, dos por uno. Estamos de oferta.

Muy bien... el padre le ha mandado a decir unas aves marias.

Así que ha insistido que... no es suficiente. De verdad, INSISTENTEMENTE.

Bueno, unos padres nuestros también. Qué tal un poco de limosna a la iglesia y unas que vaya a misa... ¿cada cuánto va a misa?

No se va a sentir puro otra vez haciendo eso. Como cada mañana después del desayuno.

No se va a sentir puro nunca más.

Bloody hell, se supone que si se arrepiente y hace penitencia le van a perdonar, ¡de eso va todo esto!

Perdonado va a estar, sí, pero virgen no puede volver a ser.

Cielos... necesita más penitencia.

—¿Ama a la mujer con la que se acostó?

—¿Qué?

—Que si amas a la mujer a la que le diste tu cuerpo.

—Sí... No... No lo sé, ¿Qué importa eso? Ni siquiera era una mujer.

—Bueno, el amor es una atenuante.

—¿En qué sentido?

—Tener relaciones con la mujer que amas previo al matrimonio es una ofensa, pero tener relaciones exclusivamente por el placer carnal, sin considerar en lo absoluto una comunión amorosa es una ofensa mucho mayor.

—Q-Quisiera pensar que... esta no ha sido la peor ofensa que podría ser, pero no puedo engañarme con eso —traga saliva. El padre suspira.

—Y ella... ¿has tenido en cuenta sus sentimientos?

—Ella no tiene sentimientos, ha hecho esto exclusivamente con el motivo de corromperme. Y ha sido una gran victoria por su parte.

—Hmm... Hijo, sé que a veces es difícil entender eso, pero todos tenemos sentimientos. Y el que pienses eso así, puede ser una agravante más al problema.

—Padre... sé que no lo entiende, pero ella es un demonio. No estoy hablando en sentido figurado. Es su trabajo.

—Parecería una chica normal... quizás esta herida sentimentalmente. Quizás ella esperaba que fuera por amor.

—¿Qué?

—Que tener relaciones con alguien solo por el placer físico puede herir a uno de los dos. Y si has hecho eso quizás... debas hablar con ella y pedirle además disculpas.

—Pero padre... ella es la que estaba...

—¿Aja?

—Ella es... ella quería hacer esto y... yo fuí quien ya no pudo resistirse más. Soy débil.

—¿Estas seguro de que ella no esperaba un poco de ti? Igualmente creo que deberías disculparte por tu comportamiento.

—Ella... supongo que también pequé de soberbia. Yo estuve incitándola, creyéndome muy fuerte y listo... —suspira porque de verdad se arrepiente.

—¿Entonces confiesas haberla alentado? ¿Le has hecho creer que esto es lo que querías?

—Sí, padre —baja la cabeza.

—¿Te arrepientes de tu pecado?

—S-Sí, padre.

—¿Evitarás del todo las tentaciones?

—Es... es difícil, padre. Trabajo con ella y es... ella está naturalmente preparada para hacer justo esto.

—¿Cuál es tu trabajo?

—Digamos que... soy responsable de area en una gran empresa.

—¿Y ella es tu subordinada? ¿Tu secretaria?

—No, ella sería... mi contraparte en la competencia.

—Y trabajan juntos en algún punto... entiendo. Juntas corporativas y esa clase de cosas. Tendrás que evitarla, hijo. ¿Cómo acabaron en esto?

—Ella estaba intentando destruirme, estoy seguro.

Belcebú protesta en donde sea que esté.

—Destruirte... ¿no crees que estás transfiriendo la culpa para sentirte tu menos culpable?

—Es posible...

—Quizás fueras tú el que intentaba destruirla...

—¡No!

—Eres tú quien cree que ella es un demonio, quizás deberías ver un poco más allá, las cosas no siempre son lo que parecen.

—No entiendo a qué se refiere

—Vienes aquí pensando lo peor de las cosas, que ella ha sido mala contigo y que busca destruirte... y que es un demonio. Me has dicho que la quieres y luego te has arrepentido. Sería importante que buscaras dentro de tu corazón para determinar que es lo que quieres realmente.

—¿Lo que... quiero realmente?

—Es importante la introspección para saber la magnitud del pecado.

—La magnitud es máxima.

—Entonces el pecado no es solamente el sexo.

—No... —suspira.

—Un mes de ayuno.

—Yo no como, padre.

—¿Disculpa?

—No ingiero... alimentos.

—Ehm... ¿Nunca?

—No lo necesito.

—Ehm... —La cara de Dafaq.

—Lo siento, padre pero si quiere ser útil va a tener que empezar a asumir algunas cosas que no entiende como verdaderas.

—¿Qué tipo de penitencia acostumbras hacer?

—No acostumbro a pecar. Nunca.

—¿¡Nunca?!

—Nunca.

—¿No crees haber pecado jamás? ¿Ni una mentira piadosa?

—No. Las mentiras son... un instrumento.

—¿Para hace qué?

—Del gran plan —Mírate que listo.

—¿Me estás justificando las mentiras, hijo?

—Solo cuando son necesarias.

—Igualmente, Dios no está nunca satisfecho con ellas.

—Lo sé. Por eso las evito a toda costa.

—¿Alguna mentira que confesar?

Le mira por entre los agujeritos de las rejas. Arrodillado aun y con las manos en posición de orar. El padre traga saliva, porque no sabe por qué pero todo esto se siente sumamente importante.

—No, el problema es el otro.

—Bien... igualmente tenemos una limitación en la penitencia si me dices que no comes.

—Es necesario que sea otra cosa.

—Si no lo consideras por bastante, podrías intentar algún método más... severo.

—Sí, eso creo —asiente.

—Esto ya no se usa, y no es muy recomendable, pero... ¿ha oído hablar de la flagelación?

—Desde luego que sí, este es un caso desesperado.

—Ohh... Ehm... bueno... creo que cinco serán suficientes.

—Bien.

—En el nombre del padre...

—En el nombre del padre, del hijo y del espiritu santo.

—Amén —el padre le hace un gesto para que salga. Él suspira levantándose y saliendo del confesionario trágicamente.

Gabriel mira al hombre estirando la espalda desde toda su altura. El sacerdote se hace pequeñito, mirando a Gabriel con la boca abierta, impresionado.

Él le tiende la mano y le sonríe, el hombre se la toma, un poco temblorosamente y el ángel le... cura también, a través de ella. Así como... el dolor de espalda, o las caries o la alopecia o... lo que tenga. Incluso un cáncer asintomático no diagnosticado.

El padre no lo sabe del todo... pero seguramente deja de dolerle de inmediato el callo del pie izquierdo que suele dolerle. Parpadea igual sintiéndose repentinamente mucho mejor sin saber realmente la causa.

—Gracias.

—C-Cuando quiera... señor —hace dos minutos era hijo, pero ahora le ha parecido terriblemente imponente.

Asiente y le suelta para irse. Suspirando un poco porque... no puede creer que esto haya finalmente pasado. Que ella le haya... hecho eso a él. El Arcángel fucking Gabriel. No va a poder recuperar nunca... ella es la ganadora absoluta. La que ha mancillado su pureza irremediablemente.

Voy a decirte que ella tampoco se va a recuperar nunca de esto.

¡Pero no es lo mismo! ¿Con que desvergüenza va a vestir de blanco ahora? O va a dar ejemplo o va a rezar o va a atreverse a pedirle algo a Dios cuando él ni siquiera es capaz de mantener una simple promesa. Y no es una debilidad cualquiera, es con un DEMONIO.

Y con qué demonio... No por echarle más leña al fuego.

Ya... ya. Aunque un demonio cualquiera no iba a lograr esto, no es por nada

Claro, claro. No contigo. Eso lo entendemos bien.

Pues sí. Es que además ella iba a estar tan... sintiéndose tan genial y poderosa.

Ella está ahí sintiéndose... absolutamente atontada contigo.

Ugh, y es que además ni siquiera se había defendido en modo alguno, ¡uno pensaría que alguien en su posición tendría algunos recursos más para defenderse!

Tal como ella está pensando que... es que ni siquiera había sido agresiva con él. Uno pensaría que alguien en su posición debería ser duro y atemorizante... y lo único que había hecho era ser dulce con ďl. Y la peor parte era que... aun ahora, quería ser un poco dulce con él. Quizás no debería, pero... parecía tan preocupado y tan estresado con lo del pecado.

Es que ella le había parecido tan... ni sabía qué, no la había visto venir. Hubiera estado preparado si ella hubiera sido claramente tentadora de un modo sexual, si hubiera sido obvio, pero no. Había sido dulce y torpe, le había confundido haciéndole pensar que él seguía en control de todo cuando obviamente no lo estaba, era una maldita jugada maestra. Y él habia caído como un corderito. Como un novato... Nadie debía enterarse de esto.

De hecho... aunque no lo creas, querido mío, seguías y sigues en control de una gran parte.

Él no se siente en control de absolutamente nada.

Ella se ha quitado en la iglesia porque tu se lo has pedido...

¡Que va!

Vengaaaa, estás un poquito en control de todo, como ella está un poquito en control también.

No se lo siente... ojalá Dios lo perdone, al menos.

Eres el Arcángel Gabriel. Claro que te va a perdonar, querido.

Sí... pero mira lo que ha hecho.

Anda, anda, ve a jugar al BDSM en tu oficina. Vas a estar bien. Azitaphale te asegura que... después de un rato te vas dando cuenta que no pasa nada tan grave

No es jugar al BDSM, ¡esto es muy serio!

Si, sí, él lleva seis mil años sintiéndose culpable.

De todos modos... llega a su despacho y lo primero que hace es chasquear los dedos para glasear el cristal de la oficina y sellar la puerta.

La más ansiosa con esto, quizás es Belcebú. Vengaaaaa, no te lastimes por su culpa.

Luego se quita la chaqueta... y la camisa dejándolas colgadas de la silla con cuidado.

Belcebú pregunta si puede ver solo por fines educativos.

Van a ser más de cinco, eso ya te lo digo. Mientras reza.

Oh, ¡venga ya! ¡No necesitas más de cinco!

Todo el rato mientras reza.

Noooo, no deberías. Es que estás haciendo sentir culpable a BELCEBÚ... que me digas que no estás en control.

No, no... Necesita hacerlo. Es horrible y se está haciendo sangre pero... lo necesita hacer.

No es que no hagan esas cosas en el infierno pero no a ellos mismos, ¡joder! Gabriel, ¿qué mierda estás haciendo? Tocan la puerta.