15
Bella
He estado evitando a Edward durante los últimos tres días. Nunca antes había estado tan agradecida por tener que ir a un trabajo. Pero las noches han estado llenas de ansiedad, preguntándome si llamará a mi puerta o no.
He sido cuidadosa. Mirando por el picaporte antes de salir de casa, echando vistazos al jardín desde la esquina de la puerta del balcón.
Pero ahora tengo que ir a tomar un par de duraznos porque quiero hornear un pay. Antes de salir al jardín miro por la ventana del pasillo. Cuando veo la costa libre, regreso hasta la cocina y abro la puerta lentamente, tomando un tazón en el proceso.
Camino con las rodillas dobladas, dando largos pasos, deseando no verme a través de la verja. Espero que no esté en el balcón, eso sería incómodo. No quiero que me vea en mi peor momento.
Miro hacia arriba y suspiro, aliviada. No hay nadie ahí tampoco.
Cuando llego al borde del jardín, a donde está mi árbol, me coloco sobre mis rodillas y gateo. Maldición, ser un gato estaría bien justo ahora.
—Hola.
Mierda.
Pego un brinco. Él está apoyado en la barandilla, sus brazos doblados y me mira con los ojos entrecerrados.
—¡Oh, hola! —le sonrío. ¿Dónde mierda estaba? ¡Aahh!
—¿Por qué estás gateando?
—¿Eh? Oh, estoy... buscando algo. Mi arete, mi arete se cayó y no lo encuentro.
—Oh—él frunce el ceño y observa el piso, atento.
—No es un arete en realidad—murmuro. Suelo hablar mucho cuando estoy nerviosa—. Es la cosa que sujeta al arete.
—¿Necesitas ayuda?
—No—lo detengo—Estoy... no.
Caigo en cuenta de que sigo a gatas así que me levanto. Las pequeñas piedras se quedan pegadas en mis rodillas. Las sacudo.
—Estoy segura de que no lo encontraré.
Edward me mira directamente a los ojos. No puedo verlo a la cara. No después de haber probado sus labios y gemir descaradamente contra ellos. No después de mi "debería irme" murmurado seguido de mi salida vergonzosa.
—¿Has estado evitándome? —pregunta directamente.
Estaba, pero ya no, Edward. Gracias por arruinarlo.
—No. ¿Qué? No. ¿Por qué iba a hacerlo? —sostengo el tazón con ambas manos porque no sé qué más hacer.
Cierto, los duraznos.
Me estiro y atrapo uno.
—Tal vez te estás arrepintiendo de la noche del sábado...—comienza a adivinar mis pensamientos cuando la puerta del jardín abriéndose lo interrumpe.
—Edward, ¿crees que estas… ¡Oh! ¡hola! —su hermana saluda. Lleva un tazón con fresas en sus manos y sé que es su hermana porque la recuerdo de la fotografía en la sala de Edward.
—Hola—le sonrío.
—Bella, esta es Alice, mi hermana—murmura Edward, aunque sabe que la recuerdo.
—Un placer—su hermana asiente. Lleva una pañoleta en el cabello y un delineado naranja. Luce preciosa con su crop top del mismo color.
—Lo mismo digo. Bueno, yo sólo estaba tomando duraznos—menciono, tratando de terminar con esto lo más pronto posible.
—Creí que estabas buscando un arete—Edward apunta, arqueando una ceja.
—Estaba recogiendo duraznos cuando perdí el arete—tartamudeo. Él asiente y luego le echa un vistazo a mi otra oreja desnuda. Creo que sabe que estoy mintiendo.
—¿Crees que estas sean suficientes? —su hermana llama su atención.
Él se encoge de hombros.
—Tú eres la que conoce la receta.
—Deberías echar un vistazo tú también—ella lo toma de la mano y me sonríe antes de arrastrarlo detrás de ella.
—Hablamos luego—él señala y noto su advertencia.
Buena suerte encontrándome, Edward.
Una estancia en casa de los tíos no suena nada mal en este momento. Incluso puedo fingir olvidar el hecho de que vendieron la casa para llevar la fiesta en paz. Ibiza está demasiado lejos de todas formas.
Paso un buen rato pensando en él.
Mientras rebano los duraznos acepto el hecho de que besarlo fue un error. Estábamos bien, en este asunto de "intentando ser amigos luego de los gritos" y por mi impulso ahora estamos flotando en la isla "¿seremos algo o no?" Es jodidamente molesto.
Y también es jodidamente molesto que, en verdad, en verdad, no me arrepiento de haberlo hecho. Fue bueno, fue muy bueno. Sus grandes manos acaparando mi espalda, sus dedos bailando en la cintura de mi falda, sus labios demandantes y sus gemidos en mi garganta… Dios.
Estuve a punto de perder el sentido. Edward besaba mi mandíbula cuando le dije que sería mejor irme. Él no dijo nada, eventualmente se detuvo y me ayudó a bajar los escalones del porche, siendo todo un perfecto caballero. Incluso cerró su puerta luego de que yo entrara a mi casa.
Entonces corrí por las escaleras y alcancé un par de juguetes.
Fue temerario. Perdí el control.
Maldición, Edward Cullen es peligroso.
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Afortunadamente, Edward no me buscó.
Cuando escuché su puerta abrirse y cerrarse esa misma noche corrí hacia el picaporte, pero sólo era su hermana saliendo y subiendo a un Mercedes negro.
El jueves estuvo inusualmente silencioso. Y volví a fisgonear cuando lo escuché llegar. Anduvo yendo y viniendo, haciendo ruido en el jardín y esperé pacientemente a que saliera.
Lo hizo. Usaba shorts y una playera sudada. Probablemente regresaba de hacer ejercicio. Probablemente, en la semana de Evita a Edward, él se unió a un gimnasio. Y sólo estaba sacando la basura.
Aguanté la respiración cuando lo vi dudar en los escalones de su porche, observando mi puerta. Pero él no intentó nada.
Ahora, espero que nuestro ruido lo aleje. Seguramente no querrá interrumpir nuestra velada de chicas. Incluso las animo para que se rían más alto.
—Bella, pásame las fresas—Ángela alarga el brazo y le paso el tazón—. Y el vodka.
Le ruedo los ojos y se lo tiendo de mala gana.
—Deberíamos volver—continúa Jessica, encogiéndose de hombros—. No quiero perder la oportunidad.
—¿La oportunidad de que el barman, potencialmente, tenga una novia? —Ángela frunce el ceño, rebanando fresas.
—Ángela, no tiene una novia—Jessica hace un puchero y toma un puñado de palomitas, pero las come una por una.
—Chicos como él tienen novia, Jess. Está guapísimo.
—¿Está en Instagram? El bar—pregunto, alcanzando mi teléfono—. ¿Cómo dicen que se llamaba?
Rosalie regresa del baño, echándose el cabello detrás del hombro.
—¿Siguen con eso? No era tan guapo—le resta importancia con un gesto de mano. Se sienta en un taburete.
—Lo era, Rosalie, incluso más que Emmett—asegura Jessica.
Rosalie jadea, como era de esperarse.
—Estás borracha.
—No, aún no—Jess le da una mirada a Ángela.
—Ya casi—ella se disculpa, echando fresas a la licuadora. Será mejor que esa chica mueva las manos si quiere que nos emborrachemos.
—El nombre—demando, mirando a Jessica.
—One Eyed Pete—responde, inclinándose para echar un vistazo a la pantalla de mi celular.
Si están en Instagram. Deslizo mi dedo por las publicaciones hasta que Jessica suelta un gritito y abro la foto en donde hay dos chicos.
—Él es definitivamente gay—señalo con mi índice.
—Oh, por supuesto—Jessica asiente—. ¡Pero no estamos hablando de él! ¡Mira esto!
Ella arrebata mi celular y hace zoom, sosteniendo la foto con sus dedos.
—¡Míralo! ¿Lo estás viendo?
De acuerdo. El tipo es guapo. Cabello oscuro y musculoso. También tiene tatuajes.
Ugh. Demasiado Jake.
—Es guapo—acepto—. Pero me recuerda demasiado a Jake.
—Ugh—Jess arruga la nariz y continúa husmeando Instagram.
Ángela, finalmente, comienza a hacer ruido con la licuadora.
—¡Entonces! —Rose llama nuestra atención, aplaudiendo—. ¿Quieren hablar, ahora sí, de mi boda?
Jessica gime, echando la cabeza hacia atrás.
—¡Mátenme!
Rose le arroja palomitas.
—¿Qué sobre tu boda exactamente? —picoteo, amando molestar a Rosalie. Ella me da una fea mirada.
—¡Todo! —sonríe—. Aún no logro decidir si una boda moderna sea lo mejor. Tal vez una de ensueño, con candelabros y velas.
—Uuhh, usa velas—Ángela opina—. Son románticas y elegantes. ¿Dónde tienes las copas? —me pregunta.
—En el gabinete de la izquierda.
—¿Y qué opinan de la seda? O tal vez chiffon. ¿Jessica? ¿Qué opinas? —Rose apoya su barbilla en sus manos, observando todo con ojos brillantes.
Y Jessica sigue usando mi celular. Le frunzo el ceño, ¿qué rayos está haciendo de todas formas?
—Opino que prefiero las bodas reales a las hipotéticas.
Rosalie jadea. Me carcajeo. Jessica es una gran perra.
—¡Discúlpate!
—Pff, ¿por qué? Es hipotético… todo eso—Jessica la señala descuidadamente—. ¿Quién es este? ¿Y por qué te sigue?
—Muchas personas me siguen, déjame ver—alcanzo su celular.
Es Edward. ¿Desde cuándo Edward me sigue? ¿Y por qué Jessica está revisando mi Instagram? Tengo que mantenerla alejada de él. Hablo de Edward, aunque probablemente también debería mantenerla alejada de mi teléfono.
Sigo a Edward de vuelta y meto mi celular en mi bolsillo.
Ángela está haciendo malabares tratando de encontrar las copas perfectas para sus cócteles. En verdad las está contemplando y girando en sus manos, vaciando todo mi gabinete en el proceso.
—¡No es hipotético! —Rose chilla—. No se lo están tomando enserio, actúan como si no fuera la gran cosa.
—Rosalie, no es la gran cosa. No está sucediendo… aún—Jessica presiona.
Rose le entrecierra los ojos y se cruza de brazos.
Ellas continúan discutiendo y saco mi celular. La curiosidad matándome. Entro a su perfil. No tiene muchas publicaciones. Trece, exactamente. Y son buenas fotos. Entonces recuerdo que Edward es fotógrafo.
Tiene una especialmente bonita con su hermana, la carga en su espalda y ambos están sonrientes.
Y luego hay una de infarto, su segunda publicación. Está al pie de la cama, supongo que es su antiguo apartamento, sentado en el piso, con los codos en sus rodillas y el sol da en su cara y sus ojos… Oh, sus ojos. Lucen como dos preciosas esmeraldas con destellos…
—¡Qué mierda! —dejo de fantasear ante el chillido de Ángela—. ¿Te terminaste mis cócteles?
Le está gritando a Rosalie, que sostiene un vaso lleno de lo que, se suponía, eran nuestros cócteles. La licuadora está vacía y Ángela sigue sosteniendo las copas en sus manos.
—¿En qué momento? —demanda.
—Esta perra me irrita—Rose le ladra, señalando a Jessica. Ella se ríe—. Sólo tienes que hacer más, Ang.
Me río, porque es jodidamente gracioso.
A este punto, no nos emborracharemos hoy.
Y yo me quedaré viendo trece publicaciones por el resto de la noche.
¡Hola! Aquí tienen un capítulo nuevo.
Y ya me esperaba sus reacciones con el anterior.
Ahora estoy horriblemente enferma y sus comentarios me hacen sentir mejor.
Gracias y nos seguimos leyendo.
