Uriel, a quien Gabriel designó niñera número uno de Azrael y está ahí con él mirando alrededor pensando aquí no ha hecho ABSOLUTAMENTE NADA. Le han dado tres días y el idiota no ha hecho una mierda, se mete un susto cuando aparecen.
Azrael pega un salto también sin esperarles así y levanta las cejas al notar que es... Es ese... mira a Uriel.
Uriel carraspea un poco porque Crowley ni se ha enterado que ya no están en casa.
Aziraphale hace mmmmmm y Crowley asegura que solo está, ehm... pintándose los labios con algunos pasos extra. Ya, ya... claro.
—Dios mío... ¡Sí es cierto!
—¡Es asqueroso! —protesta Uriel.
Aziraphale empuja a Crowley al oírles hablar, quien levanta las cejas y cuando nota donde está y quienes hay a su alrededor, carraspea un poco.
—E-Ehm... ehh... hello —Aziraphale saluda, sonrojada.
—Te estabamos esperando —anuncia Uriel arrugando la nariz.
—Uriel... no sabía que tú... que... ehm... hello.
—Hey —saluda Crowley por ahí.
—¿Y tú eres... —pregunta Azrael hacia Crowley.
—Crowley —le tiende la mano.
—Oh... El de la manzana. Yo soy Azrael.
—El mismo —sonríe, aunque bueno, ha hecho un par de cosas más desde entonces, pero bueno.
—Ya me habían hablado de ti últimamente.
—Todo cosas malas, espero —bromea.
—Ehh... Bueno, sí, lo del... Fin del mundo les tenía a todos bastante tensos.
—Ah, sí —sonríe—. Eso fue bastante bueno.
—Hmmm... bueno, no. No todos están de acuerdo en eso —frunce el ceño.
—Nunca se puede contentar a todo el mundo —se encoge de hombros.
—Pues en ese caso ni tú parte ni la mía.
—¿La tuya?
—Los bandos.
Crowley se encoge de hombros porque... los bandos.
—Bueno... y esta el asunto con el ángel.
—Ah, eso —sonríe y mira a Aziraphale de reojito. Ella se sonroja.
—Son famosos por ello.
—Es... normal, ¿no?
—¿Normal? Es todo menos normal —asegura Azrael.
—Que lo seamos, quiero decir, aunque a ella le de asco —señala a Uriel.
—A todos.
—Sí, claro —ojos en blanco.
—Bueno, a él no, por lo visto.
—Eso está claro.
—Y dicen por ahí que Gabriel... Está teniendo intereses... Semejantes.
—Ah, eso. Sí —es que ni vacila. Uriel levanta las cejas sin esperarse una respuesta tan clara y directa.
—¿Sí?
—Desde luego. Con Lord Belcebú.
—Oh... really? —Azrael sonríe.
—Claro que sí, queréis que os lo contemos, lo vimos de primera mano... ¿Puedes preparar un té, angel? De hecho estáis aquí porque hoy va a ir a verla y no os quiere por ahí.
—Ugh... —Aziraphale aprieta los ojos con todas estas declaraciones de Crowley.
—¿Qué? —el demonio le mira, yendo a sentarse en el sofá.
—Nada, nada... siéntense —asiente Aziraphle moviendo los brazos y yendo a preparar la tetera.
Crowley la mira de reojo, no muy seguro que no sea nada.
La verdad, es que solo le preocupa la situación y decirle a Gabriel cuando justo le ha mandado para distraerle.
—Me estás diciendo que Gabriel está ahora mismo con Belcebú...
—Pues no sé si AHORA mismo, pero seguro hoy. En algún punto —¡Que se joda Gabriel!
—¿¡Y no quería que les interrumpiera... porque está haciendo eso que hacían ustedes?! Really?!
—Pues eso imagino, no creo que tras hacerlo dos veces a la tercera vayan a tener una reunión de trabajo muy profesional.
—¿Lo han hecho dos veces? ¿¡Se han besado?! ¿Cómo sabes?
—Azrael, está claro que está mintiendo, es un demonio —asegura Uriel. Azrael mira a Uriel.
—Pues... ¿será? Los rumores son fuertes.
Ella le mira, brazos cruzados y el ceño fruncido.
—Gabriel es un Arcángel. No iba a hacer estas... cochinadas con un demonio. Y nada menos el príncipe del infierno. Es completamente pecado. Además de asqueroso.
—Ya, ya... Igualmente Gabriel podría hacer este y otros pecados y ser tentado... más aún por el príncipe del infierno.
—¿A caso tú podrías?
—No, yo no... pero Gabriel.
—¿Y por qué crees que él sí?
—Bueno, porque es Gabrielito —sonríe de lado. Uriel frunce más el ceño.
—Podemos bajar al infierno —propone Crowley—. Y comprobarlo... siempre que no digáis que yo os lo he dicho.
¡No les recomiendo que hagan eso!
—¡Vale! —Azrael sonríe tan feliz.
—¿Vale qué? —pregunta Aziraphale volviendo con el té.
—Van a bajar al infierno a por Gabriel —explica Crowmey.
—What?! ¡No! ¡No pueden bajar! —chilla Aziraphale.
—Anda ya... no pasa nada —discute Azrael.
—No, si qué pasa. Me han puesto a mí a cuidar que no lo haga, ¡sea como sea! ¡La culpa si bajan será mía!
—Bueno, podemos decir que no te vimos y bajamos a buscarte —propone Azrael, sonriendo. Es de familia lo visto
—¿Al infierno?
—¿Pues no está contigo?
—Pero yo no estoy nunca en el infierno —replica Aziraphale.
—Ah, ¿no? —sigue Azrael.
—No si puedo evitarlo.
—Oh, bueno, eso es un problema. Ehm... decimos que te obligamos.
—No, ¡no pueden decir que me obligaron! ¡No me obligaron! ¡Me ha dado la orden de evitar que bajen!
—Vale, vale, calmémonos. Y si mejor os lo contamos todo. A lo mejor hasta vienen ellos mismos —interviene Crowley.
—¿Venir aquí? ¿Por? —pregunta Azrael.
—Quizás podríamos... hablar de otro tema —Aziraphale el aterrorizado.
—Ellos siempre nos piden consejo y ayuda —explica el demonio.
—¿Lo hacen? ¿¡A ustedes?! —Azrael mira a Crowley con una ceja levantada.
—Pues no es que haya alguien más haciendo esto a quien preguntar... ¿o sí?
—No, no... aun así. Uno pensaría que Gabriel consultaría a alguien de mayor rango. Sin ofender.
—¿Para qué? Igual no iban a saber decirle.
—Si iban a poder decirle que es pecado y cómo hacer penitencia.
—Eso es lo que prueba que se lo está inventando —insiste Uriel.
—En eso estoy de acuerdo —asiente Azrael.
—Obviamente no es sobre penitencia que nos pregunta. Aunque sabemos que se está dando latigazos —es que a Crowley le ha fastidiado que les interrumpiera y que no funcionaran sus amenazas
Aziraphale querría matarte, querido. Ya, ya... también querría matarle a él habitualmente.
—¡Es escándaloso todo esto que dices, demonio! —protesta Uriel.
—Parecieran... injurias. Pero... algo me dice que si hay que investigarlo. Si está por salirse del camino del bien, hemos de traerlo de vuelta —reflexiona Azrael.
—Tú estás dejándote tentar ahora por las palabras de este demonio del mal, Azrael y dudando de tus compañeros —sigue Uriel.
—Intento confirmar si realmente...
—Confiando en un demonio.
—Bueno, es el beneficio de la duda ¿No querrías salvar a Gabriel?
—Es fácil comprobarlo, solo hay que ver si tiene o no marcas de latigazos —propone Crowley y Azrael sonríe de lado.
—Buen punto, demonio.
—Así que ahora eres Tomás el incrédulo —protesta Uriel y mira a Aziraphale fulminándole un poco—. ¡Dile tú!
—Ehh... bueno. Es que no voy a mentir.
—Claro, el traidor... qué vas a decir.
—No me llames traidor, Uriel. Pero no debemos decir mentiras.
—¿A caso tú lo has visto?
Aziraphale se muerde el labio.
—He visto lo bastante como para no querer mentir.
—Para perder tú fe.
—¡No he perdido mi fe!
—Es tu superior
—No he perdido la fe en él, solo creo que...
—¿Qué?
—Está conociendo mejor a Lord Belcebú y probablemente haciendo que ella sea un demonio menos malo.
Ojos en blanco de Crowley con ese comentario, Aziraphale le mira de reojo con ese gesto.
—O simplemente pasando tiempo con ella.
—Pasar tiempo con ella no es pecado —asegura Uriel.
—Ni enamorarse de ella —añade Aziraphale. Uriel levanta las cejas.
—Tú eres el único desviado capaz de tamaña atrocidad.
Crowley frunce el ceño con eso.
—No soy un desviado por querer a nadie —se defiende Aziraphale.
—Lo serías menos si quisieras a un caballo.
—¡No puedes comparar a Crowley con un caballo! —Aziraphale abre la boca indignada.
—Lo que digo es que es PEOR.
—¡Tú no eres ni serás jamás ni la mitad de buena de lo que es él!
—Ugh, angel —protesta Crowley, porque no es bueno.
—Shut up!
Uriel solo pone los ojos en blanco sin querer ni contestar.
—No tienes ni idea, ni le conoces, ¡ni mereces conocerle!
—Ni ganas o interés en hacerlo tampoco.
—Ni él creo que quiera conocer a alguien tan repugnante como tú —TAN enfadada.
—Sigues equivocándote de bando, Aziraphale. Pero así te será más fácil cuando caigas.
—Si caigo, no será por esto.
—Aparentemente nadie va a caer por esto —Crowley cruza la pierna hacia el otro lado.
—¿Has visto ya tus alas, Aziraphale? —pregunta Azrael y Crowley la mira.
—No tienen nada de malo mis alas.
Crowley mira a Azrael entrecerrando un poco los ojos.
—Las alas de un ángel que va a caer se ven distintas
—¿Cómo se ven?
—Tienen un tono... diferente. Amarillento.
La mirada incrédula del demonio.
—He visto ángeles a punto de caer, créeme
Aziraphale vacila, nerviosa
—¿Cuándo? —pregunta Crowley.
—Cuando cayeron casi todos.
—Yo fui uno de ellos y ni me acuerdo
—Bueno yo les presté atención.
Crowley le mira no muy seguro.
—Las tuyas eran las peores —se ríe—. ¿Vamos a ir o qué?
—Creía que querías que te contáramos.
—A ver, cuéntenme.
Crowley mira a Aziraphale de reojo, que se revuelve un poco no muy seguro de qué contar y mira a Crowley con cara de preocupación.
—Bueno... vamos a decir que... Tal como dijo Crowley, ellos dos nos piden ayuda.
—Y todo empezó con... Obligarnos.
—¿A qué?
Crowley inclina un poco la cabeza con cara de circunstancias.
—Gabriel nos obligó a tener sexo frente a él —suelta Aziraphale así como de golpe.
—W-What?! —chilla un poco Azrael
—Lo mismo que Belcebú, pero él logró que lo hiciéramos —interviene Crowley.
—¿Que tuvieran sexo con él? —pregunta Azrael descolocado.
—No, no... frente a él —corrige Aziraphale.
—Claro que el espectáculo que quería montar ella... —comenta Crowley.
—¿Espectáculo? —sigue Azrael.
—Quería que lo hiciéramos frente a todo el infierno —explica Crowley y Azrael parpadea.
—¿Por qué razón querría eso?
—Investigación.
—Investigación... ¡eso es aberrante!
—Lo de a Gabriel no fue menos aberrante —interviene Aziraphale.
—Probablemente él estaba intentando salvar tu alma, Aziraphale, deberías estar más agradecido —protesta Uriel
—¿Salvar mi alma? ¿¡Exactamente cómo?! —replica Azirpahale.
—Pues viendo el mal que te aqueja y contrarestándolo.
—¡Me obligó a tener sexo frente a él!
—Tú empezaste haciéndolo con un demonio, seguro solo estaba valorando daños.
—¿¡Cómo puede ser esto valorar los daños?!
—Pues ver cómo de mal estás.
—No estoy mal. Estoy perfectamente bien. ¡Estoy mejor que nunca!
Uriel le echa una mirada de advertencia y se separa de Crowley un pasito más mirándole arrugando la nariz.
—No lo tienes por que entender, pero así es.
—Ya, claro.
—No tienes ni idea de lo que es ser feliz.
—Tú no tienes ni idea de lo que es la lealtad.
—La tengo más clara que nunca, solo que a mí no me la imponen. La lealtad se gana.
Ojos en blanco de Uriel. Crowley mira a Azrael de reojo menos preocupado por la idiota de Uriel, otra con quien no se puede hablar, para variar.
Azrael se le acerca a él porque la verdad la cháchara de Uriel con Aziraphale tampoco le interesa mucho.
—¿Qué quieres del principado? —pregunta Azrael.
—¿Yo? ¿Tú qué crees que quiero? —pregunta Crowley de vuelta.
—No lo sé. Si lo supiera no te preguntaría. ¿Ya te aburrieron los humanos?
—Se mueren demasiado rápido —gesto vago con los hombros.
—¿Y este ángel suavecito te parece que te va a durar más?
—Pues por lo visto... lo intentaron destruir y no pudieron, así que...
Azrael entrecierra los ojos.
—¿Qué? ¿No lo sabías? No le afecta el fuego infernal.
—Ah... ¿no?
—No.
—Vaya...
Crowley se humedece los labios, un poco nervioso, temiendo que le pida que lo demuestre. Pero no parece que vaya a hacer eso.
—¿Y tú qué tienes con Gabriel?
—Él es el arcángel del correo. Me trae los paquetes —sonríe de lado.
—El... correo —levanta una ceja.
—Sí, es nuestro compañerito de trabajo.
—Nunca lo había pensado como el chico del correo.
—Pues es el Arcángel mensajero. Lo hace bien, siempre llega todo a tiempo.
—Pero entonces... —inclina un poco la cabeza—. Veo que no lo defiendes así con esa pasión.
—Ah, no. Sí que le defiendo. A él y al proyecto.
—¿Qué proyecto?
—El de Dios.
—¿El plan inefable que nadie sabe?
—Es el plan de Dios, sí.
—Muy bien.
—Yo me encargo de los muertos.
—Que alegre —se humedece los labios.
—Lo es cuando tu tarea es llevarles al paraíso.
—Si te ocupas de todos, no creo que todos vayan ahí.
—Bueno, yo solo se las llevó a Dios.
—Entonces no sabes si van al paraíso.
—Los llevo directo a Dios. ¿Quién más hace eso? —hace los ojos en blanco.
—Pues... tú.
—Es un extraordinario trabajo.
—Por lo menos que lo disfrutes —sigue pareciéndole MEGA TETRICO.
—Pues es un labor muy importante.
—Labor importante es cuidar a los humanos vivos... —refunfuña Aziraphale viniendo a sentarse junto a Crowley, harta ya de Uriel.
Crowley le sonríe. Aziraphale le toma de la mano, entrelazando sus dedos, el demonio se lleva su mano a los labios besándole los nudillos.
Y Azrael levanta las cejas porque la cantidad de amor que emanan ellos dos así medio repentinamente es... abundante.
—Gracias por quedarte —susurra a Crowley
—Lo bueno es que ahora ya no tenemos que fingir que no nos conocemos.
—Ah, es decir... esto no es nuevo —comenta Azrael mirándoles con curiosidad.
—Eh... no, no... o sea, sí es nuevo.
—No es tan nuevo —sentencia Aziraphale.
—¿No? —le mira de reojo.
—No del todo... no es como que antes no nos conociéramos.
—Bueno, no, o sea, sí nos conocíamos, pero...
—No era esto, pero si era... esto.
—Era... distinto.
—Sí —Aziraphale asiente.
—Así que como sea tienen una relación rara hace mucho tiempo —sentencia Azrael.
—¡No! —replica Crowley.
—¡Pero ella ha dicho que sí! —Azrael señala a Aziraphale.
—¡Lo que digo es que no era rara!
—Ah ¿no?
—Pues... no.
—Esto que tiene es RARO.
—Y te llama un montón la atención por lo visto —Ojos en blanco.
—Sí, sí me llama la atención.
Crowley se humedece los labios mirándole.
—Es muy raro.
—¿Quién es el demonio? —le mira los ojos.
—Tú. ¿Eso que tiene que ver?
—No... El que a ti te interesa —sonríe de lado y Azrael abre la boca. Crowley le sostiene la mirada.
—E-El... pfff —se encoge de hombros y Uriel vuelve a respirar porque se habia acojonado un poco—. No, no, claro que no.
—Vale.
—Por supuesto que a mí no me gusta ningún... nada —Azrael se sonroja.
—No, no... Claro —Crowley se encoge de hombros.
—Claro, ¡No estés insinuando tonterías, demonio!
Uriel le mira, frunciéndole el ceño a Crowley, pero es que el sonrojo de Azrael lo nota hasta Aziraphale, solo con la idea.
—E-Es... una idea bastante desagradable. Solo como idea.
—¡Desde luego que lo es! —riñe Uriel.
—Quizás todos ustedes deberían probarlo... Antes de decidir si es o no una idea repulsiva —suelta la cínica de Aziraphale, harta de Uriel y Crowley se ríe.
—No conmigo —aclara antes que nada, levantando las manos.
—¡No! —el casi grito de Aziraphale lo confirma.
—Como es obvio —hace un gesto explicativo. Uriel arruga la nariz.
—Si Gabriel lo está haciendo, todos pueden hacerlo. Es probar... —insiste Aziraphale que ya pasó al estado... punk por lo visto.
—Bueno, como es obvio hay ciertos estándares que has perdido, Principado —le riñe un poco Azrael que igualmente, se está pensando el asunto.
—¿Qué es lo que ha perdido?
—La decencia, para empezar.
—Claro que no —frunce el ceño Crowley.
—Absolutamente, no parece un ángel con todos esos besos.
Aziraphale mira a Azrael con los labios un poco abiertos porque... es OTRO Arcángel diciéndole otra vez lo mismo
—Ah, no, claro, es mucho más de ángel hacer sentir mal a sus semejantes —replica Crowley.
—Pues la culpabilidad por cosas que uno ha hecho mal es una forma de ayuda.
—No es indecente hacer esto con... —empieza Aziraphale y aprieta los labios—. Alguien a quien quieres.
—Pero es que la idea de que está mal es solamente tuya —sigue discutiéndole Crowley.
—No, no es solamente mía. ¡Es de todo el cielo! —replica Azrael.
—Igualmente, estáis equivocados.
—¿Desde cuándo tú eres un baremo moral?
—Lo soy tanto como vosotros.
—Apúrame un poco e incluso, de lo que te sé, podrías ser un poco más —murmura Aziraphale. Crowley le mira de reojo—. Digas lo que digas, tú eres bueno.
—Ugh.
—Bueno... pff... un demonio —protesta Uriel.
—No le creáis —sigue Crowley, nervioso.
—Claro que no le cree nadie, es ESTUPIDO pensarlo.
—Gracias.
Aziraphale mira a Crowley y frunce el ceño.
—Claro, mejor que crean que yo soy estúpido a que piensen que tú eres bueno.
—Nadie piensa que seas estúpido.
—TODOS piensan que soy estúpido todo el tiempo Como ahora, que asumen que tú no puedes ser bueno y que yo inocentemente creo que lo eres.
Ojos en blanco.
—Vale, no, él es malo malísimo.
—No hace falta ser sarcástico.
—Pues también eres malo malísimo a veces.
Crowley suspira.
—Cielos, de verdad que son como los humanos... —susurra Azrael.
—¿Van a contarme que más paso después de que Gabriel les "obligara" a tener sexo como humanos?
—Pues que se fue a hacerlo él.
—Con Belcebú... ¿Qué vio que lo hizo hacerlo?
—¿Qué vio de qué?
—¡Que le mostraron que hizo que tuviera tanto interés en repetirlo!
—El interés viene por Belcebú, no por nosotros.
—Pareciera que tú, a pesar de ser un demonio, no conoces a Belcebú.
—¿Perdona?
—¿Qué podría en este universo tener Belcebú que atrajera a Gabriel?
Crowley mira a Azrael levantando una ceja
—Nada, por eso todo esto es mentira —insiste Uriel.
—No lo es —replica Aziraphale.
—Es que no veo posible que... Gabriel siquiera la mire —insiste Azrael.
—¿Qué clase de superficialidad es esa? —protesta Aziraphale
—Ya... claro —susurra Crowley.
—¿Cómo que ya... claro? —Aziraphale se vuelve a él.
—Pues que no sonáis convincentes.
—What?! Me estás diciendo que...
—Que no os creo. Ella no me parece atractiva, pero sé que podría ver alguien en ella. Especialmente alguien como vosotros.
—Pff... ¿Nada? —sigue Uriel.
—¿Te das cuenta de cómo sonabas tú? —mira a Aziraphale.
—Ugh, eso no es verdad —Aziraphale se sonroja.
—Exactamente así. O peor.
—¡No! Yo era mucho más razonable y menos... Ugh. ¿De dónde sacas algo así?
—Eras razonable.
—Ugh...
—¿En qué eras razonable?, si no eras capaz de decir que me conocías.
—Pues es... es que no te conozco. Siempre preguntaban esas cosas en el peor momento, frente a todo mundo.
—Ahora resulta.
—Además realmente casi ni nos conocíamos.
—Anda. Ya.
—¿No has dicho tú hace un momento que no teníamos nada?
—Raro. Dije nada raro.
—Pues eso es... casi como no tener nada. Además cállate que cada vez hablaba contigo y me iba contigo.
—Ahora tendré que agradecerte.
—Mucho, mira que lejos hemos llegado —sonríe un poco, de lado.
—Gracias a ti... por lo visto —sonríe un poco también, molestándole.
—No te enfades. ¿Qué quieres que diga en mi defensa con estas pruebas irrefutables? —pregunta bajando el tono de voz.
Crowley le sonríe más.
—Después de toda esa verborrea sigo esperando que nos impresiones con esos argumentos, demonio —interviene Azrael descolocándole un poco.
—¿Eh?
—Nos ibas a decir por qué razón podría gustarnos el príncipe del infierno... aún me parece un buen chiste que quiero escuchar.
—Pues... yo creo que a él le va el rollo dominación y visto lo de los latigazos hasta el sado. ¿Quién mejor para los castigos que ella?
—Eso será penitencia... si algo.
—No cuando los disfrutas. Eso es fetiche sexual.
—¡Claro que no los va a disfrutar! ¡Ni creo que los tenga! —chilla Uriel.
—Sí que lo disfruta un poco o no volvería —asegura Aziraphale.
—¿Ustedes tienen... fetiches sexuales? —pregunta Azrael.
Crowley abre la boca un instante y luego mira a Aziraphale. Así, girándosele completamente cara a ella.
—No voy a confesarte eso —protesta Aziraphale para Azrael, sonrojándose con la mirada de Crowley. Vale. Tu respuesta es un SI súper claro
Crowley se vuelve a Azrael sonriendo un poco. Así, mostrando los dientes.
—Oh, ahora resulta... —Azrael se echa adelante... y les mira a los dos intensamente—. Vamos, digan la verdad...
—Tiene que ver con la comida —asegura Crowley.
—¿Comida? —pregunta Azrael un poco descolocado.
Crowley se encoge de hombros y se echa atrás en el asiento de nuevo. Aziraphale le da ahora un codacito porque además piensa en dos o tres cosas a la vez, incluyendo en lo que estaba "comiendo" antes de que Gabriel les interrumpiera... y se sonroja.
Él se ríe, aunque no estaba pensando en eso.
Aziraphale... no ahora mismo.
Crowley estaba imaginando cosas con miel o chocolate.
Pues Aziraphale parece tener otros ochenta fetiches.
Por lo visto. Aziraphale siempre ha sido el hedonista de esta relación.
Desde luego. De hecho es que se lo piensa en plan... ¿Solo de comida? Vamos, no que... no tenga ese asunto de la comida. O sea... sí.
—Sí, bueno... entre otras cosas. Seguro tú también tendrías.
—Ya lo descubrirá, eso es lo divertido.
—NADIE VA A DESCUBRIR NADA —chilla Uriel.
—A Uriel le pone nerviosa, por lo visto...
—¿Q-Qué? ¡Claro que no!
—Con esos chillidos... SEGURO que sí —Aziraphale sonríe de lado.
—¡No!
—Malos pensamientos...
—Whaaaaat?
—Pues es lo que es, lo estoy viendo... con tu histeria.
—Estás sacando conclusiones erróneas.
—¿Nunca has imaginado nada... de eso?
—Claro que no.
—Yo tampoco —declara Azrael un poco... de más.
—Uy... pues han perdido el tiempo los dos.
—Deberíais Ni siquiera hace falta que sea con un demonio la primera vez —asiente Crowley.
Aziraphale le mira de reojo porque piensa en... hacer esto con un ángel y... Ugh
—Las muestras de afecto entre ángeles están permitidas.
De hecho Crowley hablaba de humanos, pero vale, sí, claro, daos amor entre vosotros, para variar un poco.
Ah, los humanos. ¡Pero eso está supuestamente prohibido!
Ya, ya... ¿y qué no?
—Antes, de hecho, era bien visto hacer esas cosas con humanos —explica Azrael—. ¿No recuerdan?
La CARA de Uriel.
—Casi al principio, yo sí lo recuerdo —asiente Aziraphale.
—No estamos aquí por eso y ya no son esos tiempos —replica Uriel.
—No, no, ya lo sé. Solo se los recuerdo... —explica Azrael.
—¿Lo que dices es que lo hiciste entonces? —pregunta Crowley.
Azrael se encoge de hombros y se estira un poco en el sillón, sin contestar. Crowley sonríe.
—¡Azrael! —riñe Uriel.
Ahora resulta que va a encandilarse con Azrael. Nah... Solo un poco, pero naah.
—¡Pues se podía hacer! Y había unos humanos muy hermosos creados a la imagen y semejanza de Dios.
—¿Y eso qué?
—Pues debíamos mostrarles el camino y yo llevo toda la vida con ellos... algo había que hacer mientras.
Aziraphale hace un poquito los ojos en blanco también porque Azrael... es cool.
—¿Y qué les enseñaste? —pregunta Crowley.
—¿Yo a ellos? —se ríe—. Créeme, ellos sabían mucho más que yo.
Aziraphale mira a Crowley de reojo.
—Bueno, es bastante instintivo para ellos. ¿Qué te enseñaron a ti? —Crowley no le mira.
—A procrear.
—Que específico.
Azrael se ríe.
—Me enseñaron que para la humanidad, procrear no solo es instintivo. Es... como una danza.
—Una... danza —repite.
—Es... algo que practican, disfrutan, mejoran, repiten.
—Eso no es procrear —asegura después de unos segundos, humedeciéndose los labios.
—No, no en el sentido animal.
—Me refiero a que los humanos tienen otro nombre para eso.
—Ya, ya lo sé. Eso vino después... cuando descubrieron que no solo estaban procreando.
—¿Y?
—Ese es el... defecto de los humanos. Toman las cosas bellas y buenas y la retuercen hasta hacerlas malas y hay que prohibirlas.
—Ahora resulta que reproducirse y hacer más humanos es algo malo.
—No he dicho eso.
—Es a lo que suena cuando condenáis el sexo.
—Algunos humanos han pervertido el tema hasta límites insospechados.
—Mmmm... Bueno, sí, pero hay otros que no.
—Ah no, desde luego. Y así terminan pagando justos por pecadores.
—Entonces está claro que hay varios estratos dentro de esta actividad y no todos son malos.
—Desde luego.
—Así que condenarla de buenas a primeras tal vez es un poco exagerado.
—Azrael! —protesta Uriel—. ¡Te estás dejando embaucar por el demonio!
—No, estamos hablando de esta actividad realizada entre humanos.
—Pero eso no implica que tenga que ser algo perverso.
—Entre humanos, no.
—Ni tampoco entre seres ocultos.
—¿En qué basas esa conclusión?
—En que la perversión no es intrínseca del acto.
—No, no lo es.
—Entonces no tiene por qué serlo entre seres ocultos a no ser que... los propios seres sean los pervertidos específicamente.
—Es que tienen que serlo para hacerlo —protesta Uriel.
—No, justo eso es lo que digo —sigue Crowley.
Azrael se piensa lo que dice Crowley.
—El problema aquí es que los demonios por naturaleza, son pervertidos y pervertidores.
—Ehm... bueno, sí, pero... no es obligatorio.
—Ah ¿no?
—Claro que no.
Aziraphale, que ha estado escuchando todo su argumento que parece estar funcionando bastante bien sin necesidad de intervención, le mira con esa última declaración.
—Pensé que era parte de las características intrínsecas de un demonio.
—Sí, pero no es obligatorio.
—¿Tú no eres pervertido ni pervertidor?
—Solo cuando quiero.
—¿Y no lo eres cuando estás con Aziraphale?
—Ehm... si... quiero.
Aziraphale se sonroja
—¿Y quieres?
—No.
—¿No le perviertes con cada beso o cada acto sexual?
—No.
—¿Qué haces con él entonces con cada beso y cada acto sexual si no pervertirle?
Crowley se humedece los labios y se sonroja un poco mirando a Aziraphale de reojo porque está es una pregunta complicadamente simple. Aziraphale traga saliva.
—Quizás eso es algo que no es de tu incumbencia... —suelta para Azrael. Uriel pone los ojos en blanco y Aziraphale se mira las manos.
—¿No te suena culpable precisamente que no nos lo quieras contar? —sigue Uriel.
—Love. Eso es lo que hacemos —se sonroja y Crowley también, a juego.
—Ya, claro —suelta Uriel.
—Y justo por eso no te lo quería decir.
—Qué casualidad.
—¿Qué casualidad qué? —la mira.
—¿Ahora también pueden amar los demonios? —pregunta Azrael.
—Qué casualidad que justo sea esto lo que no nos quieres contar.
—Te lo estoy contando, ¿no?
—Sigue sonando completamente inventado.
—¿Por? Uriel... ¿No puedes SENTIRLO?
—¿Por qué no... Hacemos otra cosa? Mirad, nosotros tenemos trabajo aquí como es obvio, vosotros seguro también lo tenéis, ahora ya sabéis porque Gabriel no os quiere rondando por ahí, que tal si vosotros solo... le esperáis que vuelva, nosotros arreglamos un poco esto y... todos felices —propone el demonio, tenso, levantándose.
Aziraphle suspira con eso, mirando a Crowley de reojo.
—Así que de verdad no pretenden contarnos esta parte...
—Es todo... un poco anecdótico.
—E igualmente si no van a creerse nada, cuál es el caso —agrega Aziraphale.
—Pues no esas cosas tan inverosimiles.
—No hay nada de inverosímil. Lo saben. Ustedes, más que todos los demás. ¡Es absolutamente absurdo que no me crean algo que pueden sentir!
—Es que todo viene de ti.
—No, no viene todo de mí, ¡la mitad viene de él!
Uriel mira a Crowley sin creerlo y Azrael mira a Crowley también, escéptico.
—Un demonio sintiendo amor sería la cosa más...
Crowley se sonroja.
—Absurda —Azrael le mira de arriba a abajo.
—Exacto —asiente Uriel.
—Pues absurda o no...
—¿Aja?
—Es lo que es. Me quiere ¡y ustedes solo tienen que sacarse la cabeza de donde la tienen metida y sentirlo! —Aziraphale protesta, yendo junto a Crowley—. Pueden quedarse ahí sentados si es lo que quieren, ojalá lo hagan en silencio.
