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Bella
Estoy desayunando cuando recibo un mensaje de Rosalie.
Rose: ¡ME VOY A CASAR, IDIOTA! ¡Te lo dije! ¿Acaso no te lo dije?
Y viene con una foto adjunta. Oh Dios. El anillo es precioso. Y se ve demasiado caro. Es un anillo de pasado-presente-futuro. Una banda de oro sostiene tres diamantes: uno cuadrado, uno ovalado y el último en forma de lágrima. Sólo Rosalie Hale, Duquesa de Forks, puede lucir tres enormes piedras preciosas en su mano. Perra afortunada.
Bella: Perra afortunada.
Tecleo con una gran sonrisa en mi rostro. Oh Dios, es tan genial ver a los demás ser felices.
Bella: Estoy muy feliz por ti. ¡Felicidades por tu novio!
Rose: ¡Lo amo tanto, Bella!
Bella: Lo sé. Y él te ama de la misma forma.
Termino mi desayuno sintiéndome contenta y decido que este será un gran día y que ni siquiera ir a la casa de mi padre podrá bajarme los ánimos.
Oh, si, gente. Estoy encargándome de eso.
Antes de salir de casa, recibo un mensaje de Emmett.
Emmett: ¡Wow, Bells! En verdad, muchas gracias. Te quiero. Te debo una grande.
Bella: Si que lo haces. Pregunta seria: ¿cuánto costó esa piedrota?
Emmett: ¿Enserio quieres saberlo?
Bella: Sip.
Emmett: Alrededor de $23, 000
Whoa.
Bella: ¿dólares?
Emmett: No, cacahuates. ¡Claro que dólares!
Me río porque mi mente comienza imaginar a Emmett contando veintitrés mil cacahuates. Ni siquiera podría llegar a cinco antes de comérselos.
Y es un hecho que nadie podría gastar esa cantidad de dinero en mí.
Hmpf, es una pérdida para el mundo, no para Bella Swan.
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Algunas veces ser positiva no es suficiente, porque tan pronto como me encuentro entrando a la casa de papá el mundo se me viene encima. Incluso hago un gran escándalo cerrando la puerta y lanzando mi celular al sofá antes de desplomarme ahí.
Está putamente frío y silencioso. Y la casa se está ensuciando. Contemplo las motas de polvo a la luz del sol por un buen rato.
Me talló los ojos y suspiro, decidiendo que esta fue una mala idea. No hay forma de que pueda subir las escaleras y empacar su ropa. Ahora entiendo a todas esas personas que nunca se deshacen de las cosas de sus seres queridos muertos.
Me mantengo quieta, esperando y deseando. Esperando una señal que me diga que esto está bien, que nada malo pasará conmigo o con mi vida si abro el clóset de papá.
Un ruido distante me saca de mis cavilaciones y presto atención. Son gotas. Sigo el ruido, creyendo que la llave de la cocina tiene una fuga, pero sólo está mal cerrada.
¿El agua se ha estado tirando por todos estos meses? ¿Papá olvidó cerrarla completamente? Un nudo se forma en mi garganta y miro alrededor, de pronto decidiendo que no tengo por qué iniciar con su habitación.
La cocina es tan buen comienzo como cualquier otro.
Hurgo en los gabinetes y en los cajones por un rato, antes de decidir que el silencio es demasiado incómodo y alcanzo mi celular, reproduciendo una playlist aleatoria en Spotify.
Cajas. Necesito cajas.
La hermana de la Sra. Cope trabajaba para papá y él solía decirle que reciclara, así que voy hacia el garaje, ignorando activamente el estante lleno de su herramienta y rescato un par de cajas desarmadas del bote de reciclaje.
Ahora necesito cinta. La encuentro fácilmente en un cajón y armo las cajas antes de dejarlas en el piso para decidir qué será donado, tirado o usado. Planeo quedarme con un montón de estas cosas, no es como si alguien más fuera a cocinar aquí.
Hago una mueca de desprecio ante mi broma demasiado prematura.
Trabajo sin prestar atención, lo que le da espacio a mi mente para divagar libremente. Pienso en el vecino guapo y en su notoria vida ocupada.
No he visto el culo de ese idiota en todo este tiempo desde el miércoles y ahora ya entendí que si se unió a un gimnasio y creo que está yendo a trabajar todos los días, porque he escuchado un ruido por las mañanas. Suena como a una licuadora, tal vez es El Chico Smoothies.
Aunque no puedo evitar pensar en el hecho de que él posiblemente sólo esté ¿ignorándome? ¿evitándome? ¿trazando una línea? Es decir, el miércoles sólo me senté en su sofá para terminar lo que no había iniciado, tal vez herí su ego, tal vez… ¿arruiné de alguna forma su perfecto día?
Tal vez Edward está ¿molesto? ¿de alguna manera?
Estoy llena de dudas y eso no hace más que hacerme extrañarlo. Extraño pasar el rato con él, ya ha pasado un buen tiempo desde eso. Y su boca… Dios, su boca. Extraño esa ambrosía.
¿Por qué estoy, siquiera, fingiendo que no me atrae? ¿Pretendiendo que no quiero algo, lo que sea, con él?
Hago una mueca. Puedo ser bastante estúpida en ocasiones.
Edward me gusta y sé que yo le gusto. Le gusta jugar y coquetear, tomarme el pelo… obviamente le gusto.
¿Sería tan malo sólo… ir a él? ¿Retractarme de mis palabras? ¿Sería tan malo? ¿O será muy tarde ahora?
Edward
Finalmente me he decidido respecto a saltar al barco Paul-Seth. Paul está contento con eso, por supuesto que lo está, así que me salto mi ida al gimnasio y tomo el autobús hacia el bar.
Cuando llego, doy un golpe en la puerta y espero.
—¡Está cerrado, lárgate! —Seth grita desde el otro lado.
—Abre la puerta, idiota—ordeno, dando otro golpe. Él lo hace, pero sólo un poco.
—¿Por qué estás aquí? —pregunta, su nariz apenas visible entre la abertura—. No somos tu última opción, ¿sabías? Estamos un poco heridos.
—Hazte a un lado—Paul lo empuja—. Andando—me dice y cierro la puerta detrás de mí.
Seth camina detrás de nosotros y se inclina en la barra. Miro alrededor, está asquerosamente sucio. Hay basura y manchas en el piso y los taburetes están dispersos por todo el lugar.
—¿Entraron a robar o así mantienen su negocio? —pregunto, sacándome mi chaqueta y colgándola en el perchero junto a la puerta de la bodega.
—Oh, silencio—Seth agita su mano—. Aún no hemos decidido quién va a limpiar.
—Lo hemos hecho. Tú lo harás—Paul lo interrumpe—. Así que andando.
—"Así que andando"—Seth masculla, alejándose y perdiéndose en la bodega.
—Casi no limpiamos antes de cerrar—explica Paul—. Sólo queremos largarnos.
Asiento. Se rasca la nariz y luego apoya su mano en la barra.
—Sabes preparar cócteles, ¿cierto?
—No todos—aclaro, mostrando las palmas.
Seth aparece cargando una canasta con productos de limpieza y una escoba, nos da una mirada fea antes de entrar a los baños.
—Bien. Empecemos con lo fácil—Paul llama mi atención y abre los gabinetes debajo de nosotros—. Vasos, copas, cocteleras, agitadores… todo limpio al terminar. Cuando la fila se calme, gana tiempo lavando esto porque volverás a usarlo. La esponja siempre está ahí, Seth siempre la deja donde quiere y es un dolor en el culo estarla buscando.
Paul continúa dándome instrucciones simples, dando consejos de cómo hace las cosas y entiendo su punto: busca eficientizar el proceso, es serio y está comprometido. Seth sólo tiene problemas con obedecer órdenes.
—Tienes que ser rápido, relájate, pero concéntrate. Seth trató de ser rápido y la primera noche terminó rompiendo tres vasos. Usualmente todo se mueve hacia la derecha, de las bebidas más famosas a las menos, ¿de acuerdo?
Asiento, con las manos en mis caderas.
—Hacemos inventario una vez al mes y la bodega, siempre, siempre tiene que estar ordenada. Incluso tenemos etiquetas ahí. Ya te explicaré eso cuando sea el momento—Paul vuelve a señalar la barra—. Manos siempre limpias y la preparación siempre a la vista. No hay razón por la cual tengas que darles la espalda a los clientes. No importa si ni siquiera te están viendo o si están demasiado borrachos, siempre a la vista. Si tienes que tomar algo de los gabinetes, dejas el agitador en el mostrador y continúas, ¿sí? No lo ocultes. Bien, hagamos un cóctel.
Paul me deja hacer una margarita, observándome atentamente.
Ruidos viniendo del baño nos hacen mirar hacia allá.
—¡Aahh! ¡No nací para ser un subordinado! —Seth grita, pateando la puerta y arrojando los guantes al suelo—. ¡Si sigo haciendo esto me saldrán úlceras! ¡No, várices! —sus brazos agitándose mientras se acerca a la barra—. ¡Tendré várices a los cuarenta!
—¿Es esa una referencia a 1984? —pregunto, Paul pasea su mirada sobre nosotros, interesado también en la respuesta de Seth.
—¿Qué? —el gruñe, frunciendo el ceño y dejándose caer en un taburete.
—1984, ya sabes…
—¿Qué es eso?
—El libro, hombre, 1984.
La boca de Seth está ligeramente abierta, me mira poco convencido, como si le estuviera tomando el pelo.
—Creí que era un año—responde.
Paul se carcajea y luego yo le sigo.
—Estás tan… estúpido—Paul jadea entre risas, presionándose el puente de la nariz.
Seth lo mira feo.
—Como sea. A partir de ahora se clausuran los baños. One Eyed Pete no tendrá baños. ¿No se supone que las mujeres orinan sentadas? ¿Por qué orinan en el piso?
—Ve a limpiar, Seth—Paul masculla, lanzándole una servilleta a la cara.
—¿Puedo, al menos, tomar un descanso? —grita, tirándosela de regreso—. ¡Tirano de mierda!
Regresamos nuestra atención al cóctel en mis manos y Paul me corrige en el proceso.
—Sostén fuertemente la coctelera, una sacudida fuerte, siempre sobre tu hombro, ¿lo ves? —la toma de mis manos y la agita una vez.
Ahora veo por qué las chicas le babean sobre la barra. Espero verme igual de atractivo que él mientras lo hago. Ugh, demasiado tiempo en compañía de Seth.
Lo imito, haciendo uso de mi confianza adquirida.
—Uuhh, mira esos brazos—canturrea Seth—. Opino que deberían servir bebidas sin camiseta. Eso aumentaría la afluencia, ténganlo por seguro.
Seth pulula por ahí durante un rato, antes de abandonar su asiento e ir a la bodega.
—¡Se clausuran los baños y se prohíben las camisetas! —grita, antes de perderse por la puerta.
—¿Cómo lidias con él? —le pregunto a Paul.
—No sin dificultad.
Pasamos el resto de la noche haciendo cócteles y Paul me asegura que todo estará bien, que aprenderé sobre la marcha y que pronto me volveré rápido. Habíamos acordado que me iría temprano los domingos y luego él me recomienda comprar unos Crocs Slip-On.
—Ayudarán con el dolor de pies, hombre—palmea mi espalda y luego mira al frente, hacia Seth que está terminando de apilar taburetes sobre mesas.
—¿Cómo fue eso de la chica nueva? —pregunta él, regresando a la barra.
—Oh, fue bien. A media mañana se ofreció a llevar los cafés y Heidi y Eric dijeron que les agradaba—me encojo de hombros—. Sólo me interesa que haga su trabajo.
—Pues a mí no—contesta Seth, lavándose las manos—. A mí me interesa que a ti te interese lo suficiente como para que le hables de mí y se convierta en mi amiga.
—No, deja de robarte a mi círculo social—le pellizco el brazo y salta.
—Sólo me robé a Lauren, ¿te molesta? ¿el sexo ya no es suficiente?
Ambos se ríen a mi costa y luego Seth alcanza un cóctel desechado.
—Me merezco esto—señala—. ¿Cómo es que él ya está detrás de la barra y yo sigo limpiando mierda? —cuestiona a Paul, dándome una mirada desdeñosa.
—Porque eres estúpido—Paul le responde—. Y porque rompiste dos vasos con tus putos malabares.
Oh si, recuerdo eso. Un vidrio fue directo al escote de una rubia.
—Bah, supéralo, cielo.
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Espero hasta que regreso del gimnasio para mensajearle a Lauren. Las fotos del spa están listas y todo lo que conlleva. Me paso la toalla por el cabello mientras tecleo con mi mano derecha.
Edward: Ya tengo las fotos, te las envío por correo. ¿Sigues en el spa? Puedo pasar a dejarte los volantes y los posters.
Edward: O tú podrías venir.
Lo dejo a su imaginación, ambos sabemos lo que quiero, pero no se lo diré. ¿Por qué? Ah, porque según ella, soy un bastardo orgulloso y prepotente.
Lauren: Genial. Jódete, Edward.
Lanzo una risa y bajo las escaleras. Estoy hambriento y rumeo por el refrigerador. Ayer por la noche me puse a cocinar, sin importar cuán cansado estaba. No puedo seguir comiendo porquerías, no por nada estoy pagando el jodido gimnasio. Y no es nada barato, pero me harté de mis infames rutinas.
Así que caliento en el horno una buena ración de pollo y arroz mientras me hago una ensalada. Estoy tan hambriento que podría morder la lechuga como un puto conejo.
Mi celular vibra con una respuesta.
Lauren: Pero estaré ahí como en media hora.
Sonrío. ¿Por qué siquiera se molesta en pretender?
Edward: No puedes resistirte.
Lauren: ¿Y? Demándame.
Lauren es tan cachonda como yo, creo que esa fue una gran ventaja en nuestra relación.
Echo mi ensalada en un tazón y agrego un poco del aceite de sésamo que mamá me regaló. Me tiro en el sofá y ceno con un episodio de La Ley y El Orden.
Estoy a media ensalada, masticando mi zucchini fresco cuando el garaje de Bella se abre. No estoy seguro si está volviendo o yéndose, me estiro en el sofá y trato de ver por la ventana.
Se está yendo, las luces de su camioneta iluminan mi entrada y luego pasa por el frente. Creo que es la primera vez que se dirige a la izquierda.
Estoy dejando enfriar el asunto con ella. Si, me gusta, es guapa, está buena y es divertida, pero en verdad ella "terminó" conmigo. Tal vez necesita espacio, no entiendo por qué tomaría esa decisión cuando, claramente, estamos en la misma página. Probablemente no está lista. Y acepté simplemente porque no estoy de humor como para algo ligero. Contrario a lo que pueda parecer, nunca me ha apetecido iniciar algo físicamente. Tengo la firme convicción de que se gasta demasiado rápido y, a pesar de que estoy literalmente en algo físico con Lauren, lo siento diferente. De alguna forma.
Conocí a Lauren por alrededor de medio año antes de empezar algo con ella, ocho meses juntos y ahora otros seis meses yendo y viniendo.
Además, iniciar algo físico con Bella no me satisface. Y el después sería jodidamente inconveniente. No el durante, porque somos vecinos y podemos cruzar una puerta para estar dentro de la casa del otro y eso suena a paraíso para cuando pueda estar caliente.
Si comenzara a salir con Bella y todo se fuera al carajo, obviamente sería incómodo, pero al menos tendría la satisfacción de que terminó porque tuvo que hacerlo. No porque nos hastiamos de algo que estaba destinado a explotar.
Para cuando termino de darle vueltas, no sólo el asunto con Vecina Bonita se ha enfriado, sino también mi pollo, pero como rápido luego de echarle un vistazo al reloj. Lauren podría llegar en cualquier momento y que el mundo me perdone, pero me interesa más comer que follar.
Y ella no estará contenta con eso.
Eructo mientras pongo el plato en el lavavajillas y bebo ávidamente un vaso de agua fría. Lauren toca el timbre y voy hacia allá.
—Hola—sonríe y miro sobre su hombro. Está usando el auto de su madre. Me hace a un lado y entra—. ¿Cómo estás?
—Genial, terminé de cenar.
—Oh, que bueno. Sólo tengo quince minutos para hacer esto así que andando—me jala de la playera y me lleva hacia las escaleras.
Se detiene abruptamente en el pasillo y me mira sobre su hombro.
—Quiero ver los volantes primero—dice.
—Están ahí. Iré a lavarme los dientes.
Ella se pierde en mi oficina, encendiendo la luz y la acompaño con mi boca llena de espuma.
—Son geniales, Edward—sonríe, enrollando un póster—. Mamá estará contenta. Ah, sobre eso, está enojada conmigo por una tontería así que te haré saber sobre la transferencia bancaria.
—¿Y qué tengo que ver yo con eso? —pregunto, colocando una mano debajo de mi barbilla para evitar chorrear mi playera.
Salgo de ahí y ella me sigue.
—Está enojada conmigo así que cree que el tratarte mal es como una venganza. Cree que me importas—murmura.
Le doy una mirada y se encoge de hombros, como si no pudiera evitarlo, pero está luchando contra una sonrisa.
Me llevo una palma de agua a la boca y cuando vuelvo a la habitación Lauren ya se está sacando sus jeans. Está usando un conjunto morado y me quito mi playera tirando por el cuello.
—Estoy lleno, si vomito no te burles.
—No debiste haber comido—dice.
Lauren se sienta en la cama y se desliza hasta el centro, acostándose y esperando. Trepo por el colchón y su aroma a canela me llega cuando me inclino a besarla, ella envuelve sus brazos en mi cuello y abre sus piernas para colocarme en el medio.
Dejo de besar su cuello y murmuro contra su piel—: No te estás follando a alguien más, ¿cierto?
—¿Por qué? ¿Te vas a poner todo celoso otra vez? —se burla y meto mis manos entre su espalda y el colchón para desabrochar su brasier.
Está llena de mierda. Nunca fui celoso. Bueno, sí, pero no se lo hacía saber. Hay una diferencia.
—No quiero usar condón.
—Oh—se escucha sorprendida—. Bueno, no lo hagas. No me he acostado con alguien más.
Eso como que enciende una vena posesiva, así que me deslizo por su cuerpo y saco su tanga. Lauren suelta una risa, sabe lo que planeo hacer, siempre dijo que ponía una mirada.
—¿Vas a hacerlo? —pregunta de igual forma.
—Como si no supieras la respuesta—respondo, antes de atacar.
Enreda sus dedos en mi cabello y abre más sus piernas, deslizando sus pies por la cama.
—Dios santo—jadea.
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—De acuerdo, eso es todo—digo, mirando alrededor, cerciorándome.
—Entonces te diré lo del dinero—dice Lauren mientras baja las escaleras—. Pero ella probablemente estará más enojada porque tomé su auto sin pedirlo.
Le ruedo los ojos.
—¿Cuándo vas a comprarte un auto?
—¿Cuándo vas tú a comprarte un auto? —refuta. Touché.
—Como sea.
—Como sea—me imita—. Nos vemos por ahí.
Está a punto de alcanzar el pomo de la puerta, pero alcanzo su brazo y la giro hacia mí, besándola y luego le doy un apretón.
Lauren aleja su rostro del mío para evaluarme, me entrecierra los ojos y luego se hace el silencio.
Mi lado no tan orgulloso quiere disculparse por haber sido un idiota antes, o al menos disculparse porque no nos hice funcionar.
Pero Lauren habla antes, gracias al cielo.
—No estamos saliendo, ¿recuerdas?
—Cállate. Adiós— la dejo ir y se ríe.
Vuelve a detenerse antes de salir de casa.
—Oh, ¿puedes darle estos…—rebusca en un bolsillo de su mochila—cupones a tu hermana? Antes de que se vaya a la escuela.
—No estamos saliendo, ¿recuerdas? No tienes que ser amable con mi hermana y darle cupones—los agito frente a su rostro.
—Cállate, Alice me agrada. Aunque sé que ella me odia.
Finjo demencia.
—¿Qué? Claro que no. No te odia.
Me rueda los ojos.
—Seguro, Edward. Como sea, deberías venir a la fiesta que mi mamá está planeando para el spa y esto—agita la bolsa llena de propaganda—. Es el sábado por la tarde, en el salón Denali. Barra libre. Y comida también. Puedes traer a quién quieras.
—Seguro, ¿por qué no? —le doy un encogimiento y luego ella asiente.
—Adiós entonces.
¡Hola! Muchas gracias por sus comentarios. Aquí les traigo un nuevo cap. Espero que les guste.
Por ahí preguntaban sobre Lauren, es un personaje más, no va a desaparecer pero creo entender la forma en la que quieren que desaparezca jaja. Falta poco para eso, de hecho.
Gracias, nos seguimos leyendo.
