Belcebú se va a... despertar, supongo, en una sala blanca de esas que parecen una nube. Encadenada, porque hay cosas que... hay cosas que ni el Archangel fucking Gabriel puede defender, pero está completamente curada del abdomen.

Ugh. Ella quería que ÉL le curara.

Él la ha curado.

Oh. Quería enterarse.

A lo mejor lo hará.

La verdad es que despierta un poco sobresaltada, casi como si hubiera vuelto a la vida y no reconoce UNA MIERDA de dónde está por unos cuantos segundos.

Por ahora no hay nadie ahí, pero si hay alguien haciendo guardia fuera de la puerta.

Maldita sea... intenta sacarse la cadena.

Nopi.

Echa la cabeza atrás, cerrando los ojos y pensando que es una imbécil , pero una IMBÉCIL.

Nah.

Ella se lo siente, agobiada, pensando que como el infierno se entere de todo esto... Cuando vuelva no tendrá ningún súbdito.

Bueno, pues nada, sigue un rato en tu autocompadecimiento.

—EHHHH! —grita después de unos momentos chasqueando los dedos e intentando hacer... algún milagro útil. Vamos, que tampoco la pueden dejar aquí para siempre.

La ángel de la puerta se caga de miedo y se agacha en el suelo deseando que no la vea.

What the fuck... ¿qué hago amarrada aquí? —protesta a gritos porque ya conoce cómo es el cielo y alguien va a desesperarse próximamente de que esté gritando.

La guardia sale gateando yendo a ir a buscar a alguien.

Belcebú... que ya se siente MUCHO mejor, intenta prenderle fuego a las cadenas a ver si se derriten.

No se derriten. Mierda con la mierda de... ¡mierda! A ver si se derrite la nube donde están pegadas. Ahí va a intentar quemarla.

No se queman con el hierro.

Mierda. ¿Puede aparecer algo con un milagro?

No creo.

Fuck! Vale, intenta arrancarlas por la fuerza. Saca las alas y ahí va a tratar de hacer fuerza contra la nube.

Ahí se oye ruido en la puerta.

Vale, vale, guarda las alas y se sienta con cara de inocente.

—¿E-Está... despierta? —pregunta una voz acojonada, ni creas que te van a abrir la puerta.

—Quiero ver a Gabriel.

—Ah, sí, claro. Él esta...viniendo junto con los otros.

Belcebú aprieta los ojos. Los... otros. ¿Ha llamado a los otros? ¿Qué otros? ¿Los Arcángeles? ¿Qué hay del pacto tácito que tienen ellos? Bloody hell.

—¿Qué otros?

—Ehm... Miguel y Azrael me parece.

Belcebú aprieta los ojos. ¿Va a traer a más Arcángeles? ¿De verdad? Es que... le recuerda, bastante entre sueños, diciéndole que no podía ayudarla. Aunque si lo ha hecho. La ha curado... o ha mandado a alguien a curarla.

—¿Necesita... algo más?

—¿Por qué razón me retienen aquí? No veo ningún motivo... —sinceramente... lo que quiere es besar a Gabriel y quisiera hacerlo, en cuanto le fuera posible.

—Es una... están... ehm discutiendo los... pormenores, me parece.

—Por favor ve por Gabriel y dile que quiero hablar antes a solas con él.

—No creo que eso sea posible.

La demonio se humedece los labios pensando en si pedir hablar a solas con... algún otro. Quizás con Azrael, para ponerle celoso. Aprieta los ojos porque no parece ser el mejor momento para ello.

—¿Por qué? Bloody hell, ve y dile que quiero hablar con él.

—No creo que él acceda.

—Dile que quiero negociar algo importante.

—Bueno, aunque no creo que acceda —ahí se va

Belcebú espera, con... paciencia. Tardan un rato, pero ahí van todos.

No, no quiere a todos. Aprieta los ojos cuando les ve entrar se levanta aun con las cadenas.

Gabriel entra el último y apenas si la mira. Azrael entra con sonrisita de lado, la verdad

—Quiero hablar con Gabriel a solas —es lo primero que ella dice.

Gabriel aprieta los ojos y Miguel levanta las cejas mirando a Azrael, que sonríe de lado aún más de lo que sonreía.

—Gabriel, tu novia... quiere hablar contigo a solas

Gabriel fulmina a Azrael.

—No hay nada que tengas que decirme que no puedan oír el resto, demonio.

—Igualmente quiero hablar contigo a solas, Gabriel

—Quizás es que Gabriel no quiere... hablar propiamente —sigue picando Azrael

—Por supuesto que no quiero. Suficientemente compleja es esta situación sin tu ayuda, Azrael.

—Necesito hablar con Gabriel a solas —insiste Belcebú, mirándole y... es que no hay maldita manera de no SENTIRLA.

—Ehm... —Miguel quiere aportar algo pero no sabe que decir. Gabriel fulmina a Belcebú.

Please —insiste Belcebú y Azrael levanta las cejas con ese please. Vamos, es que Belcebú... es que además parece estar hablando con Gabriel, por cómo le mira. Gabriel sigue muy serio—. Gabriel... —ella insiste, mirándole fijamente.

—No sé por qué consideras que estás en posición de negociar.

—Porque te lo estoy pidiendo a ti. Por favor, además. No creo que esto sea algo muy normal. Ni común. Solo voy a hablar contigo a solas.

Ojos en blanco del ángel, se vuelve a los otros dos.

—Te dejamos, te dejamos, hombre —responde Azrael levantando las manos inocentemente.

Gabriel se humedece los labios, visiblemente nervioso y se vuelve a ella. Azrael le da una palmada en la espalda antes de salir.

—Parece bastante desesperada... —le susurra.

Gabriel se vuelve a fulminarle porque además le ha dado en una herida abierta otra vez, joder con este tipo y luego toma aire por paciencia. Azrael le cierra un ojo y sale susurrándole cualquier cosa a Miguel, solo para ponerle nervioso.

Belcebú le mira de arriba a abajo, notando que no le han dejado ni cambiarse y que sigue en chándal, considerando este atuendo... peculiar

—¿M-Me has curado tú? —es lo primero que pregunta en cuanto están solos dando todos los pasos a él que le permiten las cadenas. Él sigue mirándola enfadado, sin moverse.

—¿Qué importa eso?

—Me importa a mí. ¿Por qué estás tan enfadado conmigo? ¿Es de verdad por lo que te dije?

—No sé de qué me hablas —se humedece los labios mirándola fijamente.

Belcebú hace los ojos en blanco.

—¿Traes la cosa esa puesta aún? —le mira a la cintura.

—No —se sonroja y se aparta.

—¿Por eso estoy amarrada? —sonríe un poquito y tira de las cadenas intentando acercarse a él.

—No. Estás amarrada porque has invocado fuego infernal en el pasillo y asustado a la mitad de los ángeles que había ahí.

—Ellos atacaron primero, yo... estaba herida y te estaba buscando.

—Y por lo visto crees que no tengo bastantes problemas —se humedece los labios.

Look... ya sé que la he cagado con decirte esas mierdas. Iba a venir aquí con bloody flores para ti, pero a-al final esto ocurrió y pensé que tú... serías el único que querría salvarme.

—No sé de qué me hablas —se humedece los labios otra vez porque sabe SABE que les están oyendo. Belcebú aprieta los labios—. Tienes mucha suerte de seguir viva. Solo porque esto es el cielo y somos misericordiosos. Pero no podéis venir aquí a buscar curación cada vez que tenéis una estúpida pelea en el infierno, no va a repetirse este trato.

—Si algo así te pasara a ti, tienes... una fila de millones de ángeles que darían lo que fuera por ser los que te ayudan.

—Eso debería hacer que te plantearas tus decisiones vitales.

—Yo solo tengo un ser al que le importa una mierda... ¿por qué querría destruirlo? —agrega sonrojándose. Gabriel traga saliva.

—Porque eres un demonio y corrompes todo lo que tocas.

Le mira con eso, que entra más fácil y más certeramente que la daga de Aziraphale.

—Es la primera vez que tengo algo que me hace pensar que valdría la pena intentar que no fuera así.

—Bien por ti. No veo que tenga eso que ver con el cielo.

—Sí, eso lo has dejado ya claro en repetidas ocasiones.

—Entonces, en relación a las cosas que nos interesan a nosotros...

—Quítame esto para que pueda bajar a hacer mi trabajo —le muestra sus muñecas.

—No... es tan sencillo.

—Entre más tiempo pase aquí y más demonios se enteren de que me han capturado, la revuelta será mayor.

—Ese es un problema del infierno.

—¿Y crees que no te afecta? —frunce el ceño—. Vale, ya empezarán a venir aquí o a ir a la tierra. Créeme, vas a enterarte, no son muy sutiles. Ganará el que les prometa más cosas fuera del infierno —se echa atrás, sentándose por ahí en un pedazo de nube.

—No es algo que yo vaya a decidir —se va hacia la puerta. Ella le mira hacer y traga saliva

—Who the fuck decides?

—Todos. Justo estábamos en una reunión para decidir qué hacer contigo. Deberías sentirte agradecida de que no estés en un peor estado.

—Yo sabía que venir aquí era un movimiento arriesgado... —responde y es que no acaba de entender si algo de lo que ha dicho ha servido de algo o si no.

Gabriel sale de la sala, mirando a los otros dos. Belcebú suspira porque... ni una miradita cómplice ni nada. Está enfadado contigo.

—Así que vas a dejar ir a tu novia así como así —declara Azrael, sonriendo. Gracias por tu ayuda, Azrael. Gabriel traga saliva otra vez.

—Ya os lo he dicho antes. Políticamente al cielo le interesa que ella esté al frente de esta parte del infierno. No sabemos qué consecuencias podría traernos una revolución y un alzamiento de otro príncipe del infierno.

—Claro, claro, ella es la pieza clave de todo —Azrael hace un gesto con la mano—. Yo creo que al menos merecería un castigo ejemplar.

Gabriel se aparta de la puerta y le hace un gesto para que entre y lo haga.

—Procura no demorarte mucho, los demonios son lentos de reacción, pero no la van a estar esperando para siempre

—¿Yo? No. Creo que tú deberías hacerlo, como parte de tu propia penitencia.

—¿Penitencia? —se tensa. Azrael chasquea los dedos y le quita la parte de arriba del... chandal.

Gabriel da un paso atrás.

—Enséñanos tu espalda, Gabriel.

—¿Q-Qué? —traga saliva, vacilando.

—Solo da una vuelta sobre ti mismo, venga —Hace un gesto con el dedo.

Mueve los hombros y tiene que... joder, curarse a sí mismo, a pesar de que no quiere. Saca también las alas, porque sabe que no va a poder esconder las marcas doradas.

Halaaaaa, pensamos que no se iba a curar. Azrael deja de sonreír cuando le ve, la verdad sin prestarle demasiada atención a las marcas doradas, porque esperaba ver signos obvios de flagelación.

—Ohh...

—¿Suficiente?

Miguel sí que nota las marcas doradas que tienen una forma un poco... concreta. Inclina la cabeza.

—Ehh... —Azrael mira a Miguel d reojo, frunciendo el ceño un poco picado de que lA información que le han dado no sea verídica, ahora dudando de todo el asunto. Gabriel vuelve a darse la vuelta y a ponerse su sudadera.

—Igualmente creo que debes castigarla tú —Azrael se encoge de hombros, no muy conforme—. ¿Qué es todo eso que te ha dicho de venir aquí a buscarte solo a ti y esas cosas?

—No tengo ni idea —se sonroja.

—¿La más mínima? Ella parecía sonar muy convencida. Y ha dicho que venía a buscarte a ti... ¿Quién la ha dejado así?

—¿Cómo voy a saber quién... nada? Se habrán peleado en el infierno.

—Pero si me han dicho que estabas tú con ella... de hecho estábamos esperándote en lo que queda del sitio ese del Principado cuando vino en un arranque de furia chillar por el demonio Crowley. Luego hemos vuelto a la librería... He visto a Uriel tirada y la he traído aquí, pero Aziraphale hablaba de ella.

—¿Que yo... qué?

—Estabas con ella, has mandado a Aziraphale a evitar que fuera a buscarte. ¿Por qué no les traemos, a él y al demonio?

—¿De dónde... sacas todo eso? —frunce el ceño.

—¿Pues de dónde va a ser? Me lo han dicho. ¿De dónde crees que saco que es tu novia? Venga, no pasa nada...

—Asumía que estabas bromeando con semejante... absurdidad.

—Ella no parece haber recibido ese memo —sentencia llevándole hacia adentro de la celda.

Belcebú levanta la cara al mirarle y frunce el ceño al notar que no es Gabriel.

—He dicho que solo voy a hablar con... oh —Belcebú se sonroja un poco, mirándole tras él y Azrael se gira a él también.

—¿Sientes eso, Gabriel?

El nombrado se sonroja un poco porque claro que lo siente.

—La última vez que revise, esto no es lo que se debería sentir en presencia del "príncipe del infierno"...

—Ese es un problema suyo —ojos en blanco.

—¿Me estás diciendo que tú no sientes nada por ella?

—¿Acaso sientes algo de mí?

—Mmmm...

Gabriel le mira fijamente intentando no sentir nada, Belcebú les mira, sonrojándose más.

—No lo sé, es que lo que viene de ella es...

—No sé a qué viene la fijación con este tema.

Belcebú se hace pequeñita y más sonrojada aún, sin saber cómo parar esto o controlarlo.

—Porque tiene toda la gracia del mundo, Gabriel.

—Quítenme esto —pide Belcebú Interrumpiéndoles.

—No, no la tiene. Haz lo que tengas que hacer y acaba con este asunto.

—Belcebú, pensamos que necesitas un castigo ejemplar —Azrael sonríe maliciosamente y Belcebú rápidamente piensa en azotes o algo en esa línea y la verdad agradecería un poco algo que la hiciera concentrarse en algo distinto a Gabriel y la mierda que le hace sentir—. Creo que considerando la naturaleza de tus actos, deberías... empezar por pedirle una disculpa a Gabriel.

Belcebú parpadea

—¿Pedir... una... disculpa? —mira a Gabriel pensando que esto quizás es una broma.

—Y un abrazo y un beso —agrega Azrael que está pasándosela demasiado bien con todo este tema.

Gabriel fulmina a Azrael, que le guiña el ojo, aguantándose la risa.

Is... this a joke? —pregunta Belcebú, tensa.

—No, lo digo perfectamente en serio. Si quieres irte de aquí, es lo que tienes que hacer —insiste Azrael.

Ojos en blanco de Gabriel.

—No seas idiota, Azrael —chasquea los dedos y le quita las cadenas a Belcebú.

—Es un demonio, lo que le pido es un castigo, Gabriel.

—No vas a castigarme a mí por castigarla a ella.

—¿Una disculpa, un beso y un abrazo sería un castigo para ti?

—¿No lo sería para ti?

—Bueno pero yo no soy tu... Ni ella es mí...

Bloody hell, no soy su nada. Déjale en paz, ¿quieres? —protesta Belcebú. Gabriel aprieta un poco los ojos.

—Oh... la novia sale a la defensa...

Belcebú hace los ojos en blanco y Gabriel la imita a juego.

—Me largo —sentencia el demonio

Gabriel no la detiene, desde luego. Belcebú se detiene en la puerta y le mira un segundo. Él se sonroja un poco y luego aprieta los ojos. Ella traga saliva y se sonroja también, saliendo.

You are no fun... —protesta Azrael.

—¿A qué ha venido todo eso? —Gabriel se vuelve a él.

—A que me han contado varias cosas contigo... te han hasta visto, Gabriel

—¿Disculpa?

—Sé que tú y ella tienen un rollo.

—¿Y no sabes que eso es difamación?

—¿Es mentira entonces?

—Por supuesto que lo es.

Azrael tuerce la boca porque tiene la tendencia natural a creerle a sus compañeros y era más divertido que sí tuvieran algo.

—¿Quién te ha dicho todo eso?

—¿Quién más lo sabe?

—Nadie. Porque es mentira.

—Me lo han dicho esos dos que si están teniendo algo... estaban muy seguros —sonríe.

—Aziraphale... —protesta.

—A su favor he de decir que se opuso a llevarme al infierno a buscarles.

—¿Qué?

—Pensé que sería divertido ir a ver cómo hacías... cosas con Belcebú y él se opuso.

—Desde luego no habrías visto nada de eso —se sonroja.

—Me han contado también que les forzaste a tener sexo frente a ti.

—Eso fue a puro nivel de investigación.

—Vaya... ¿y qué investigaste?

—Quería saber si ese demonio iba a hacer caer a uno de mis hombres.

—Y por lo visto no lo ha hecho caer... aunque está preocupado.

—No. Además era una partida que le gané al infierno —sonríe un poco tan orgulloso. Azrael sonríe de lado y le mira a los ojos.

—Mira, Gabriel... sé que el que hayas conseguido que el príncipe del infierno tenga sentimientos por ti es... algo de lo que sentirte... bueno, un poco menos mal que de costumbre.

Le mira de reojito.

—Y vale, vale... puede que me hayas impresionado un poco con ello —levanta las manos—. Pero tú sabes cómo es el amor.

Gabriel sigue en silencio, lo cual es MUCHO decir.

—Es imposible no sentirla. Y si bien es halagador, no se qué... sea capaz de hacer para intentar que sea recíproco.

—No sé lo que pretenda, pero desde luego eso está fuera de opción —no le mira.

—Sabes también que el amor no desaparece... quizás después del incidente de hoy... ¿quieres que yo me encargue de ella un tiempo?

—No —le mira fijamente con cierta fiereza, haciéndole parpadear.

—No subestimes el poder del amor.

—No lo subestimo, pero este es mi trabajo en mi oficina, en mi departamento, con mis competidores. ¿No dices siempre que mi trabajo podría hacerlo cualquiera y lo tan importante que eres tú? Pues vuélvete con tus infieles. Soy perfectamente capaz de lidiar con ella y con cualquier patética idea que se le ocurra.

—Ya veo que eres muy capaz de lidiar con ella que tienes a dos ángeles atacados en la tierra, no sé cuántos más en el cielo, fuego infernal dentro de las instalaciones, ¿cuántas fieras eran? ¿Cuantos ángeles están aquí asustados hoy? Lo tienes bajo control, pero no tanto... voy a quedarme aquí un tiempo a ver que todo esté bien de verdad.

Gabriel le fulmina.

—Y al príncipe del infierno totalmente encandilado contigo... —añade Azrael.

—¿Pero qué te crees? Es un demonio. No solo un demonio, es el fucking prince of the hell, ¿qué esperas de ella? Desde luego que sube aquí a desarmarlo todo cada vez que puede.

—¿Cada... vez que puede? ¿Me estás diciendo que no es la primera vez que esto pasa?

—Es la primera vez que no puedo detenerla.

—¿Estabas o no con ella antes de que fuera a buscar al demonio Crowley con Aziraphale?

—No.

—Así que no tienes ni idea de que ocasionó todo esto...

—No.

—Tengo un par de conocidos en el infierno... voy a preguntarles. Confieso que era más divertido pensar que eras tú teniendo un amorío con el príncipe del infierno.

—Ahora resulta que tienes... conocidos en el infierno —se humedece los labios.

—Pues desde luego que es muy difícil no encontrarme a Abadón en ciertas... ocasiones.

—Ya.

—Aunque dudo que sepa algo de los... sentimientos de Belcebú. No te preocupes, eso será nuestro secreto

Gabriel vuelve a sonrojarse y ahora sí que no puede ocultar del todo... sus... sentimientos. El afecto.

El... puto AFECTO. ¿Lo leen con el zumbido de Belcebú? Azrael le mira y sonríe de ladito al sentirlo. Gabriel carraspea.

—Bueno... te dejo entonces, nos vemos al rato... En las completas. ¿O no vas a estar? —se denomina completas a la última oración de la Liturgia de las Horas. Estando toda la comunidad reunida en la iglesia, se da gracias a Dios por el día que se acaba y se le pide su protección divina para el descanso nocturno.

—Sí, sí... claro.

—No te distraigas demasiado pensando ella...

Gabriel le fulmina un poco de nuevo y Azrael se va con una risita yendo a buscar a Miguel, que se ha ido hace rato, para cuchichear un poco porque este hombre es un chismoso.

Gabriel se vuelve al techo cuando Azrael ha salido.

—No va a haber latigazos por las mentiras eso es algo que no... He hecho lo que se tenía que hacer.