Aparecen en Londres, claro. Probablemente cerca del Soho. En el Soho, cerca de la librería. O ahí a donde uno va cuando quiere comprar ropa en Londres y la pasta no es el problema. Cerca de alguna sastrería tipo King's men que le gusta o algo así.
Aziraphale sonríe un poquito solo de pisar esta parte de la tierra. Le gusta más que el cielo aquí, sin duda. Gabriel mueve un poco el cuello y se arregla las mangas de la camisa.
—Vamos.
—Vamos —Aziraphale se ajusta la pajarita y empieza a preocuparse u poquito con este asunto de los pechos y... las explicaciones que va a tener que dar si van con un sastre..."Sí, sí, soy mujer pero me estoy... vistiendo de hombre." O quizás no tenga que comprar nada ahí, pero igual necesita ropa oscura de demonio.
A lo mejor pueden vestirla de demonio mujer.
Ni siquiera sabe si Gabriel se ha percatado de que ahora es mujer y ESA explicación es la que le pone nerviosa.
No es como que le importe, si acaso lo ha notado ¿No lleva el pelo largo?
No. Más larguito que de costumbre, sí, pero solo un poco y trae la misma ropa de siempre. Es decir, está intentando que no lo noten mucho y pregunten. Digo, igual a Gabriel le da igual de todos modos.
Ehm... Sí, la puta poca curiosidad de este hombre.
Mejor. Igual se pone un poquito nerviosa porque bueno, todo esto se sale de su zona de confort, aunque...
—Gabriel... ¿tú podrías ayudarme a seleccionar un buen traje negro?
—Claro, no te preocupes por eso... —tan feliz que está él.
—Uno que... —le guste mucho a Crowley, piensa para sí—, sea convincente.
—Veremos que encontramos —le mira, porque es que nunca se atreve casi ni a ir a la sección de colores. ¡Imagínate a la ropa negra!
Un millón de posibilidades con las que te vas a ver guapísimo, sí
A lo mejor hasta podría vestirse con algo más... con unos... ¿cómo se llaman? ¿Jennys?
—Vas a querer estar muchas horas ahí, ¿verdad?
—¿Qué? —se sonroja saliendo de su idilio mientras flirteaba con la posibilidad de una chupa de cuero.
—Conozco a los de tú tipo —le sonríe un poco y hace los ojos en blanco—. Crowley no compra ropa, pero puede estar dos horas decidiendo que y como ponérselo.
Gabriel parpadea con eso.
—Desde los calcetines hasta... si trae o no ropa interior porque si se ve con la ropa que trae no le gusta, o el collar, debe ser el de última moda —sonríe un poco más—. Todo tiene que ser perfecto.
—¿Estás comparándome con la vanidad de un demonio?
—No, solo te... olvídalo — Le mira de reojo y suspira—. Solo pensé que te gustaba la ropa como a él.
—Me gusta la ropa, pero no creo que como a él —entra a la tienda y sonríe.
Claro, porque hay dos formas en que te guste la ropa, una buena, que es como le gusta a Gabriel, solo por ser él. Y una mala, que es como le gusta a Crowley... solo por ser un demonio. Aziraphale hace los ojos en blanco pensando en ello.
Exacto.
Es imposible hablar con él.
Nah, pero bienvenido al infierno, Aziraphale. No lamas las paredes.
Sigh. Debió traer su teléfono para poder hablar con Crowley y mandarle mensajitos.
Aunque no creo que Gabriel le dejara hacer eso.
Quizás pueda, cínicamente... chasquear los dedos y traerlo. De hecho lo hace en cuanto Gabriel se pone a hablar con el hombre que debe tratarle como a un DIOS. Si es que no le paga en rupias, aunque no lo creo.
Aziraphale sonríe con su teléfono en mano... ¿le ha llamado o escrito Crowley?
Nah.
Jo. Igual se tarda el doble en encontrar whatsapp entonces.
"Hello, darling. It is Aziraphale"
Gabriel le va a meter la bronca porque no puede hablar con los demonios, a saber si le está contando el plan.
Le está diciendo que no le busque hasta noviembre o va a preocuparse y buscarle... y arruinar el plan.
Mmmm...
Puede revisar lo que le mande si quieres... *ojos en blanco*
Mmmmmmmmmmm...
Es que hoy por hoy no puede desaparecer tres días así. En otros tiempos podía.
¿Y eso por?
Pues porque prácticamente viven juntos. Aunque Crowley no parece especialmente preocupado por su ausencia.
La verdad, está durmiendo.
Ojos en blanco. Ni para que molestarse en avisarle que no viene. Igualmente esperaría, para lo MUCHO que ve su máquina esta demoníaca y lo rápido que suele contestar sus otros mensajes... que le contestara algo pronto. De hecho arruga un poco la nariz cuando pasan diez minutos y nada, pareciera que se pone de acuerdo con Gabriel para ciertas cosas... ugh
Solo aprovecha para dormir cuando no estás, como tú para leer.
Como se quede dormido hasta el dos y se salte la fiesta... En plan "ups"
Podría pasar, igual él no quiere ir. Y menos quiere ver a Belcebú para que lo mate.
Es decir, es de verdad probable que no vaya... wonderful. Bueno, cuando despiertes en veinte años puede que Aziraphale lleve diecinueve años once meses y treinta días encerrados en el infierno, siendo torturado constantemente sin que nadie le rescate.
O que se esté tirando a Hastur.
Yay. Bueno, pues nada... que desperdicio de milagro. Se guarda el teléfono en el bolsillo y a olvidarse de él por otro milenio.
Ugh.
Ya se hubiera traído mejor un libro. Se sienta por ahí aburridamente a meditar en su hambre y seguro a parlotear después de veinte segundos con el ayudante del sastre.
Bueno, no vamos a hacer esta escena a lo pretty woman, así que... como al... anochecer.
Cuando Aziraphale piensa que realmente podría comerse a un elefante completo. Creo que se ha hecho un milagro y traído un libro largo de varios tomos y como cada vez que hace eso, ahora no quiere que Gabriel termine.
Gabriel ha terminado, más o menos, aun no puede creer que se acabe de comprar ropa negra. Nada muy exagerado, aun no se atreve con el cuero y eso pero un traje... y es NEGRO. ¡¿Todo negro!
Debería haberse comprado la chaqueta de cuero, se le vería bien y Belcebú habría enloquecido un poco.
Aziraphale se ha probado a regañadientes lo que le ha dicho Gabriel que debía probarse.
Gabriel no se ha atrevido a ponerse la chupa, la verdad.
Buuu... Se le habría visto bien. Entonces, de verdad, necesitas hablar más con Aziraphale.
No vas a caer por una chaqueta de cuero, a Dios no le puede importar menos la ropa que usas... ¿Le ha ayudado a comprar un traje entonces? Uno gris oscuro, bonito y que... bueno, realmente no se trata de que le guste a Crowley, pero... con el que se vea demoniaco?
¿Se lo ha recordado?
Ehh... me parece que sí. Antes de traer el libro.
Entonces sí, aunque los pechos han sido un problema. Será un traje de mujer.
No, no... Tiene que ser de hombre, él... le hará los ajustes apropiados.
—No sabes ajustar la ropa, Aziraphale —le mira mientras se prueba su traje negro, con cierto... escalofrío recorriéndole la espalda al mirarse al espejo, de hecho, mirándole a través de él.
—Pero es que... —se revuelve mirándoselos sí misma y es que... en efecto, no le cierra bajo ningún concepto.
—Solo vuelvete masculino otra vez.
Justo al asunto al que no quería llegar bajo ningún concepto.
—Ehm... sí —piensa mientras valora la idea de quitarse los pechos... pero ¿y si lo echa a perder? Si realmente está embarazada y... necesita... bueno, no sé, las hormonas o algo así.
Gabriel le mira a través del espejo otra vez tienes suerte de conseguir que deje de mirarse a sí mismo por diez segundos y más aun estando de negro... es que míralo, ahora sí está como en mad men.
Absolutamente... y se ve ridículamente guapo.
Él está de acuerdo.
Bueno, Aziraphale objetivamente piensa que se ve muy bien pero meh.
—Creo que voy a seguir siendo mujer por ahora.
—Entonces no hay manera de que te hagamos un traje de hombre.
—Bueno uno de mujer, pues —se cruza de brazos.
Ala, dos horas más mínimo.
What? Ugh! Noooo. O sea ¿cómo pueden ser dos horas por cambiar el traje a uno de mujer?
¡Porque es un traje diferente completamente!
No lo es, su traje de siempre sirve bien sin problemas.
Bueno, si lo que quiere es un traje como el que tiene, entonces solo tiene que ir y elegir algo en una tienda pret a porter. Si quiere uno bonito de verdad, toma su tiempo
Así que Gabriel se atreve a ponerse... el traje negro con una camisa negra y una corbata blanca, ya que tenemos tiempo. Podría morirse ahora mismo. A lo mejor puede... probarse un polo. ¿Será demasiado? Y una... una chaqueta de punto. Eso no es una chupa.
O sea, Gabriel teniendo orgasmos con la ropa ¿Debe Belcebú ponerse celosa?
Iiiiih!
Pues... parece más propenso a tener un orgasmo con la chaqueta negra del que tiene con ella y se resiste menos.
Ugh, tampoco debería excitarle tanto comprar ropa negra. ¡Igual y está cayendo ya!
Ooooojos en blanco.
No. No. No. Nada de cuero. Nada de cuero. Solo la acaricia con el dedo pasando la mano por encima de ella en la percha.
—Deberías probártela —suelta Aziraphale que no puede callarse jamás. Gabriel da un salto apartando la mano.
—¿Qué? No, no, no, no...
—Solo probártela...
—Estoy bien, esto es suficiente —niega con las manos.
—Solo pruébatela... ¿qué te genera conflicto?
—No me lo genera —se gira hacia él.
—Entonces pruébatela —le sonríe—. Anda, Gabriel...
Vuelve a negar con la cabeza y se ríe un poco de nervios.
—Vas a verte muy guapo... y estamos haciendo esta misión que implica disfrazarte de demonio.
—Ya voy de negro, es suficiente.
—Naaaah, te vas a ver mucho más apropiado con eso. ¡Solo es probártela!
Niega otra vez, súper nervioso.
—Gabrieeeeeeel... Anda, anda, descuélgala.
—Basta.
Aziraphale suspiraaaaa.
—Vaaaaale, vale —y es que... tampoco quiere que se enfade, si ya consiguió que se riera un poco. Gabriel se calma un poco, porque es que bastante le tensa esto—. ¿Me acompañas a cenar algo, por favor?
—Sí, vale.
Ella le sonríe un poco y él sigue nervioso por el asunto de la chupa, al parecer tiene la misma clase de relación que con Belcebú. Ya sabe Aziraphale que recomendarle a Belcebú que le regale.
Noooooo ¡Virgen santa!
Pues claro que le va a decir que le regale una, DESDE LUEGO. A ver si así se congracian y les dejan en paz.
Uf... cielos, cielos, cielos.
Y además, el regalo va a encantarle. De hecho, creo que... en algún punto se acerca al chico, le paga la chaqueta y le pide que la guarde hasta que vayan por ella.
¡Ni siquiera la ha probado! ¡Igual y no le queda!
¡Pues debía habérsela probado!
¡No se la iba a probar! ¿¡Qué tal que le gustaba!?
SEGURO le iba a gustar. Aziraphale le lleva a uno de sus múltiples amados restaurantes, uno de comida italiana porque se le ha antojado y Gabriel lo mira todo con cara de asco
—¿Algún día has... comido algo?
—Sí, pero no esto.
Carne humana, ¡es verdad!
—¿Qué has comido? —pregunta enrollando cuidadosamente su spaguetti en el tenedor, sonriendo BASTANTE MAS de lo que ha sonreído en todo el día.
—Cosas. La hostia sagrada.
Ojos en blanco y mira su... copa de vino que, como siempre la pide, le han traido y le está causando toda la tentación del universo...
—Ya, la hostia sagrada, la sangre de cristo... ¿en serio nunca has comido nada más?
—Alguna otra cosa.
—Es... un gusto adquirido, supongo —se relame los bigotes
—Uno que no planeo adquirir.
Aziraphale hace "mmmmm" cerrando los ojos con el bocado que come, pensando... que él se lo pierde.
—¿Beber tampoco?
—No —niega con la cabeza arrugando la nariz—. Mejor explícame como planeas que nos infiltremos en el infierno.
Aziraphale levanta las cejas. Gabriel junta las manos y le mira, esperando.
—¿C-Como planeo yo infiltrarnos? No sabía que yo tenía que planearlo... hmm...
—Bueno, tú eres el que conoce el infierno.
—¿Estás consciente de que cada vez que bajo lo hago cargado y con una bolsa de tela en la cabeza, o inconsciente?
Ojos en blanco por que las quejas OTRA VEZ.
—No es una queja... es que creo sinceramente que tú has bajado al infierno de manera más consciente.
—Bueno, bajaremos entonces por las escaleras y ya. ¿Cómo lograremos que no nos reconozcan?
—Hemos de estar disfrazados, necesitamos un nombre, saber qué demonio somos, algo que sea muy poco llamativo.
—Bien —asiente.
—¿Cómo quieres llamarte? —Gabrielodeo... ¡Gabelcebú!
—No lo sé... ¿qué demonios conoces tú? —levanta una ceja.
Ella le mira, porque... es que con lo que ha leído, con lo que ha hablado con Crowley...
—Conozco el nombre de muchos
—Necesitamos dos que sepas que no van a ir.
—No, esa información definitivamente no la tengo.
—Alguno que sepas que vive al otro lado del mundo.
—Pero es que... podría ir, es el infierno.
—¿Y qué propones?
—Inventar dos demonios. O atacar a dos demonios, mantenerles secuestrados en el cielo... y hacernos pasar por ellos. Pero ¿realmente crees que sepan todos los demonios que tienen? ¿Belcebú les conocerá a todos?
—¿Tú no conoces a todos los ángeles?
—Pero es el infierno...
—¿Y?
—Son desorganizados, ¿no? Siento que... vamos, es que puedes pasar cien años sin pasearte por ahí y sin que pase nada.
Gabriel le mira y pone los ojos en blanco sonriendo un poco porque es un desastre.
—¿No?
—Sí, sí —sigue sonriendo de lado pensando en cuando se mete con Belcebú por eso.
—¿Pero crees o no que... les conozca a todos?
—No, tal vez no.
—Entonces podemos inventarnos a uno... la cosa es que si nos lo inventamos, será difícil acercarnos a ella con naturalidad, que es lo que quieres.
—No hay problema con eso, solo hay que ir a intentar matarla.
—¿Q-Qué?
—Ir a intentar matarla —gesto vago.
—¿Vas a intentar matar a Belcebú? ¿Pero no la acabas de curar?
—No seas dramático, de todos modos el plan es descubrir sus planes.
—¡No soy dramático! —protesta un poco, sonrojándose—. ¿Entonces qué? Vamos como dos demonios desconocidos y... ¿qué? ¿Nos acercamos a ellos para hablar? Cielos... es que...
—Sí. Y escuchamos sus presentaciones.
—Sospecho que eso va a ser mucho peor de lo que imaginamos... ¿Querrás hablar con Belcebú a solas? ¿No temes que... te reconozca? Vamos, es que... tu y ella...
—Eso te estoy preguntando, cómo hacemos que no nos reconozcan.
—Pues... no lo sé, no me parece tan simple. Crowley me conoce bastante bien, aunque creo que nadie va a esperar que estemos ahí...
—Mmmmm...
—Así que tenemos que... ser poco... protagónicos, Gabriel y poco espectaculares, que en tu caso es como pedir peras al olmo.
—Excuse me? —frunce el ceño
—E-Ehm me refiero a que por tu porte y por quién eres, todo mundo siempre queda impresionado.
Gabriel le mira unos instantes porque no le parece que eso sea sincero. Ella le sonríe, nerviosita.
—Eres como... difícil de no ver.
—Supongo que tienes razón... ¿qué debo hacer entonces para ser insignificante como tú?
Aziraphale le mira frunciendo un poco el ceño sin poder evitarlo. Ya, ya...
—Para pasar desapercibido debes no ser protagónico ni actuar como si fueras el Arcángel Gabriel.
—Nunca he sido otra persona que no sea el Arcángel Gabriel.
—Ya, esto... es cómo actuar. Tienes que aparentar que no lo eres, comportarte como... Belcebú.
—Como Belcebú.
—Bueno, no necesariamente como ella proque ella es el príncipe del infierno, pero ella tiene mucho más bajo perfil que tú.
—Solo es ir ahí y escuchar, no es para tanto.
—Pero es ir ahí y escuchar y que no se enteren... vamos, se que muchos de ellos son idiotas, pero...
—Ni siquiera hace falta que hablemos.
Ay... Eso tan complejo para Aziraphale.
—¿No quieres hablar con ella?
—No, si eso va a arruinar la misión.
—Pero... quieres escuchar lo que dice de ti, ¿no? —se muerde el labio.
—Sí.
—¿Y si no habla de ti?
—Bueno, entonces habrá que averiguar por qué.
—No entiendo.
—Pues por qué no habla de ello.
—¿Pero cómo pretendes averiguar por qué no habla de ello? Seguro será porque le da vergüenza... no creo que le guste la idea de que todo el infierno sepa lo que siente por ti.
—Preguntándole. Sé que esto es una estrategia de algo.
—¿Él qué? ¿El enamorarse de ti?
—No. Todo lo que está haciendo al respecto de ello.
—O sea ¿crees que enamorarse ha sido un accidente?
—¿Qué?
—Si te entiendo bien estás diciendo que tiene una estrategia para conseguir algo, pero que enamorarse no es parte de la estrategia... entonces ¿qué? ¿Fue un accidente?
—Probablemente sea parte de ello también.
—¿Me estás diciendo que crees que un demonio puede enamorarse a voluntad?
—No lo sé, tal vez.
Aziraphale le mira con incredulidad.
—No me creo que lo digas en serio.
—¿Por qué no?
—¿No decías antes que un demonio no podía amar?
—Por eso creo que pueden estar fingiendo todo eso que sentimos emanar de ellos.
—Eso no se puede fingir.
—Nosotros no, pero ellos... quién sabe.
—Lo habrían usado desde antes. Además por qué... Es... no, Gabriel. Es imposible fingir eso.
—Tal vez no cayeron en la cuenta hasta que tú...
—Los sentimientos de Crowley son sinceros.
—Eso quiere que pienses.
—No, de hecho le da vergüenza.
—Sí, claro.
—¿De verdad no crees que nada de lo que siente Belcebú es sincero?
—No lo sé.
—¿Qué te dice ella? ¿Cuándo empezó esto? ¿Cuándo lo sentiste por primera vez? ¿Ha ido en aumento?
—Ella es la que dice que es fingido.
—Ya, bueno, es un demonio. Obvio que va a decir eso.
—A mí me parece que la frase es "Ya, bueno, es un demonio. Obvio que es fingido."
—Es un demonio porque demonio o no, no quieres quedar mal con tus amigos.
—Sus... amigos.
—Conocidos, whatever... ¿Sus súbditos?
—No. Aun creo que te equivocas —niega con la cabeza pensando que cuando se lo dijo a él no había ningún... amigo al que convencer de nada o con el que quedar mal.
Solo la estabas presionando mucho y estaba muerta de vergüenza.
O a lo mejor se le escapó la verdad, debería bajar ahora a interrumpir esta cita tan rara.
¡No es una cita! Pero podría pensarlo. De hecho podría... sonar el teléfono de Gabriel otra vez. Por supuesto que es ella.
Gabriel se humedece los labios y se levanta pidiéndole un minuto a Aziraphale, yendo hacia fuera antes de responder al teléfono.
Aziraphale levanta las cejas y le mira irse. ¿Ha sentido algo?
Es... sí, un poco.
El ángel intenta escrutar los sentimientos provenientes del Arcángel y es que... no deja de ser misteriosito. Aprovecha para buscar el teléfono este suyo y ver si Crowley... algo.
Crowley duermeeeee ya te lo hemos dicho, que luego contigo no puede.
Bueno, ella no lo sabe.
Duerme en el techo de su casa nueva en la playa.
Frunce el ceño igual, picada, porque las últimas veces que Crowley ha bajado al infierno ella se ha pasado horas ansioso esperándole a la salida y Crowley parece cero preocupado de que esté en el cielo!
Y también te han dicho que no hicieras eso.
Aunque los hablen de lo mono que sea estar en su casa de la playa. Vuelve a guardar el teléfono cruzándose de brazos y preguntándose por un momento si Gabriel no tendrá razón sintiendo una punzadita de miedo en el corazón ¿Y si de verdad... todo fuera mentira?
Se revuelve un poquito en su asiento desechando la idea, nerviosito. ¿Y si van al infierno y Crowley dice un montón de cosas? Eso... Ugh, ¡No demostraría nada! Ya lo sabe de antemano que no va a decir nada bueno y eso no significa nada.
Bueno, Gabriel descuelga el teléfono y se lo lleva al oído sin decir nada. Belcebú se queda un par de segundos en silencio, vacilando.
—¿Gabriel?
—Hola.
—Hey —sonríe un poquito y se oye que lo hace —. ¡Hola! ¿Dónde... d-dónde estás?
—En la tierra, trabajando.
—Ohh... ¿Estás haciendo milagros? ¿Ayudando a los pobres? ¿Curando a los enfermos?
—Alimentando a los hambrientos, más bien —bromea, pero sigue tenso. Ella sonríe un poco más con eso.
—Llevo un buen rato hundida en papeles... y ehh... mmmm.
—A lo mejor si te organizaras un poco mejor...
—¡Estoy organizada! ¡Solo es que me distraes!
—Tú has llamado.
—Porque no me has contestado... Y, ugh, no sé si... es. Bueno, solo lo pensaba, que...
—Por qué estás completamente loca y... —se detiene a si mismo dándose cuenta, no se había dado cuenta aun—. Estoy enfadado contigo.
—Ohh... ugh... ¿Por? Vamos, Ehm...
—Lo sabes perfectamente. Aún estoy arreglando los desperfectos de tus ideas brillantes.
Belcebú se revuelve.
—No se suponía que todo el bloody cielo tuviera que enterarse, yo solo quería subir ahí y... —se detiene a sí misma sin saber cómo terminar la frase, sonrojándose un poco—. Se suponía que tú ibas a bloody llegar y...
—Mjm...
—¡Supongo que no entre todo lo discretafuckingmente que imaginaba yo, pero es que no tenían que hacer ese escándalo!
—¿Yo hice el escándalo?
—¡Tus tontos ángeles!
—¿Quién llegó ahí escupiendo fuego infernal e invocando bestias?
—¡Porque un imbécil me puso grilletes de hierro!
—Eres un demonio ¿Qué esperabas? ¿Una taza de té y galletitas?
—¡Subo a tú despacho al menos una vez por semana!
—Ya lo sé, pero no sin avisar.
—No me jodas, Gabriel, he ido sin avisar. Tú les... les has pedido que hicieran... eso.
—Yo ni sabía que ibas a subir, ¡por el amor de Dios!
—Pues quizás solo por las dudas, te largaste... así. ¡Y ahora estás todo... así!
—¿Sabes todo... TODO lo que he tenido que hacer para que pudieras salir de ahí... viva y de una pieza? ¿A cuántos ángeles he tenido que mentir por ti?
—No quería meterte en problemas, solo quería... —la hace sonreír un poco de ladito.
—No, no, es que parece que no eres consciente. Una cosa es que subas en buenos términos de un modo tranquilo y cuando todo el mundo está más o menos consciente de que vas a subir. Igual pones nervioso a todo el mundo pero pueden soportarlo. Es que no te imaginas lo que te habrían hecho de no ser por mí.
Probablemente la sientas por ahí, porque te está intentando localizar en la tierra. Nah, que va, no la siente porque está concentrado en echarle la bronca por teléfono.
—¿Qué me habrían hecho? —pregunta con cierta curiosidad. La verdad, es que lejos de sentir que le echas la bronca tiene esta enorme sonrisa porque el que la haya salvado del cielo es la cosa MÁS ROMÁNTICA del universo. Se ha ido a parar en la pared de uno de los edificios, no muy lejos de ahí, aun buscándole.
—Es... eso es lo de menos. Lo que siempre hacen. En Inmolaciones estaban frotándose las manos de tener un demonio de tu rango con el que experimentar, querían destruir la jerarquía del infierno, por supuesto, organizar una revolución... usarte para dar ejemplo.
—¿Que les has dicho?
—¿Pues tú qué crees? —suspira—. Que no nos interesa una revuelta en el infierno, que perderíamos nuestros pactos, que un nuevo príncipe podía no ser consciente del equilibrio de poderes... que aunque todos te odiemos nos interesa más que estés tu que vete a saber quién nuevo en tu posición.
—Oh, ahora resulta que todos me odian —sonríe más, relajándose un poco y es que... lo tenía casi debajo y le ha costado un montón darse cuenta de que es él porque no resalta contra el suelo por los colores claros como siempre. Tiene unos instantes de colapso y sangrado nasal. Joder. No se podría ver más guapo.
—No te lo tomes a risa, no es como para estar orgullosa.
—N-No. No. Es que... es más o menos lo mismo que hacemos contigo en el infierno, desde luego. Detestarte.
—Pues ahí lo tienes —da una vueltecita yendo de un lado a otro porque ha salido sin el abrigo y hace frío.
—Pensé siempre que tenías poder absoluto ahí arriba y que no necesitabas esforzarte para... rescatar a la gente que odias —vacila con tanta vueltecita.
Se detiene poniendo los ojos en blanco, con una mano en el bolsillo. Ella sonríe con eso. Touché. Se humedece los labios.
—Hay normas en el cielo y no es como que pueda saltármelas cada vez que me venga en gana.
—ESA si es una novedad —suelta a su espalda, tocándole el hombro con una mano.
Pega un brinco dándose la vuelta y palideciendo al verla, porque no... no debía venir ahora. No estaba preparado, ni PROTEGIDO ejem. Y Aziraphale estaba dentro y... desde luego no debía verle vestido de negro.
La verdad ella le salta encima para abrazarle. Guarda el teléfono como puede, sujetándola cuando se le echa encima Ella le aprieta contra si con fuerza.
—¿Q-Qué haces aquí?
La demonio levanta la mano y le acaricia el pelito de la nuca al ver que no se quita, hundiéndole la nariz en el cuello.
—Belcebú... —protesta, pasándole las manos por la espalda.
—Te ves guapo enfadado...
—Ugh. Cállate.
Ella se ríe un poquito sin poder evitarlo.
—A mí no me hace gracia.
—No te enfades... —sobra describir las toneladas de... afecto... con las que te está bañando. Él vuelve suspira profundamente—. Solo... entré en pánico —confiesa en su cuello—. Pensé que lo había echado todo a perder y quería subir y...
—Ese es otro asunto.
Belcebú le acaricia más el cuello y se mueve un poco para buscarle un beso.
¡Ugh! ¡No! ¡No te mereces besos!
El que se los merece es él, probablemente le da un beso en la oreja y otro en la mejilla, buscándole los labios al tercero.
Es que aún resuenan sus palabras sobre como todo es fingido y solo por hacerle caer y... Y... Todo lo otro que dijo. Gira la cara, no se fía de ella.
Le congela un poquito el corazón al girar la cara así pero no le suelta el abrazo, de hecho, si algo, le aprieta un poquito más contra ella, pensando que... no sabe arreglar esto. Solo sabe destruirlo por lo visto, y no quiere. Él tampoco la suelta.
—Será mejor que te detengas —sentencia él finalmente.
—Los besos si se pueden...
—Pero no quiero.
Belcebú aprieta los ojos con ese argumento demoledor y Gabriel la suelta un poco. La verdad, ella tiembla un poco
—Creo que... debo volver dentro. He dejado sola a mi acompañante.
Jaque mate.
La verdad, lo dice así porque no quiere que sepa quién es para que luego no vaya a preguntarle.
"No quiero. No quiero. No quiero. Mi acompañante. No quiero. Corrompes todo lo que tocas. NO QUIERO" Belcebú le suelta sin mirarle y sin decir una sola palabra con las palabras de Gabriel rebotándole en la cabeza.
Es que... Gabriel siente eso, aunque no pudiera sentir en sí el amor, podría sentir eso.
Es que si se desmorona un poco, la verdad. No me extraña que lo sientas. Y es que, para ser alguien que se dedica a forzar a la gente a cosas que no quiere, el soltarle si no quiere y dejarle libre le parece la única cosa que puede elegir darle. Aunque cueste.
—Nos... vemos pronto. Te llamaré —decide él, tragando saliva y mirándola.
Ella asiente aun sin mirarle y solo un segundo más tarde, ha desaparecido en el suelo.
Cierra los ojos un instante tomando aire porque esto está bien, así es como debe ir. Estás haciendo lo correcto, Gabriel. Lo que se espera de ti. Lo que Dios quisiera que hicieras. Se vuelve dentro del restaurante sintiéndose bastante mal para ser que esto es lo correcto.
No puedes dejar que ella te corrompa, solo quiere llevarte al mal camino, si fuera sencillo no lo llamarían tentación, por eso te sientes mal... se intenta convencer a si mismo volviendo a sentarse. Se te pasara.
Aziraphale está hablando tan feliz con el italiano dueño del sitio.
—No, no, te digo que es la chica de la tienda de teléfonos, una calle más al este... en fin ya ni te lío... —Aziraphale le sonríe al hombre y creo que le ha dicho "ya no te lío" tres veces más antes, pero ahora parece que va en serio, girándose a Gabriel que le mira con cara de no te voy a aguantar ni una más. Está de MAL HUMOR.
Aziraphale traga saliva habiendo esperado que volviera sonrojadito y de buenas.
—Has terminado —no es pregunta—. Quiero que vayas al archivo y encuentres a dos demonios muertos que suenen convincentes y de los que puedan no acordarse demasiado. Inventa una historia sobre porque no murieron y luego vienes a verme a mi despacho. Tienes dos horas —suelta y se levanta.
Abre la boca para alegar y la verdad es que...
—Vale —se levanta también solo por si acaso.
¿Ya ha pagado? Esperemos que sí porque lo toma del hombro y lo sube al cielo con el rayo.
Creo que sí... si no ya volverá con su amigo.. Luigi, a pagar, digo, otro día. Por ahora ira ni lento ni perezoso al archivo a buscar lo que dice Gabriel agradeciendo que no vaya con él.
Gabriel va a vestirse de blanco otra vez porque qué estupidez, solo falta además que alguien le vea. Como se atreve. Menos mal que no se ha probado esa cosa horrible de cuero.
¿De blanco, blanco? ¿Puro y cristalino?
Pues... sí, su... tono de blanco un poco grisáceo de siempre.
Ah, pensamos que más blanco aún.
No, pero nunca debió comprarse un traje negro.
Pues si aún vas a ir al infierno lo necesitas.
No si se disfraza. No va a bajar en un traje que además ella ya ha visto.
¡Tiene que ir igual de negro abajo del disfraz!
Sí, pero no en un traje que ella ya ha visto.
Todos pensamos que ella va a estar más preocupada con otras cosas.
Pero a él le preocupa esto...
Vale, vale, puedes ir por otro y la chaqueta de cuero.
¡No! Aunque la chaqueta de cuero es algo que definitivamente nunca se pondría así que es un buen disfraz para que no le reconozcan.
¿Ves? Belcebú no va a reconocerte en lo absoluto con una chaqueta de cuero. Ajem.
Mmmmm...
De hecho, a ver, es que si no esperaba que estuvieras ahí en Halloween ahora mucho menos.
¡Mejor!
Ehm... Seh, seh, claro, mejor. Todos cool. Todos estamos súper bien y será una gran fiesta de Halloween... yay. #not
Además tiene un millón de cosas que hacer y cero ganas de hacerlas.
