Bueno, vamos a fingir que son medianamente convincentes.
La verdad, Belcebú está con una ceja arriba... se gira a los dos ángeles y se pone en cuclillas frente a ellos. Sonríe peligrosamente.
—¿Cuál es su rol en navidad en el cielo?
—N-No pienso hablar contigo, demonio.
—Esta es una idea tremendamente mala, da igual lo que nos hagas —responde la otra con el ceño fruncido.
—Bien, si no quieren hablar por ahora, no hablen. ¿Saben todo lo que falta para navidad?
—Pues unos cuantos días, ¿no sabes contar?
—Sé contar perfectamente... dudo que dures tantos días sin quebrarte, Angelita.
—¡Puedes matarnos si quieres, que nunca vamos a ayudarte! —chilla el otro.
—Claro que no vamos a quebrarnos, nuestra señora está con nosotros —empieza a rezar.
—Ya, ya... ese triste asunto.
—No tiene nada de triste.
—Es triste que aún crean que pueden salvarles. ¿Con quién probaré primero?
La que parece Maggie Smith traga saliva.
—Vaya... tu apestas a miedo.
—Eso no es... verdad.
—Sí lo es. No todos los ángeles apestan así.
—¿Y tú qué sabes a que huelen los ángeles?
—Sé perfectamente a que huelen los ángeles de la cabeza a los pies.
La ángel la mira con cara de circunstancias.
—Preferiría que... —empieza Belcebú—. Accedieran —responde pensando en Gabriel diciéndole que es dulce.
—Sí, pues claro.
Ojos en blanco. Se sienta y... va a poseerla de golpe.
El GRITO.
Ya, ya... No nos extraña. Y el otro ángel casi de echa atrás en la silla.
Quisiéramos decirles que no tiene un orgasmo... pero sí lo tiene. El primero en su vida.
La verdad, ella cree que se está muriendo. La petit morte lo llaman en Francia.
Bueno, entonces... Una vez poseída la mujer... se va a poseer al otro. Boom.
¿Vas a darle orgasmos a todos los ángeles del cielo?
A... quizás. Sí. Ella no sabe que eso pasa. Ya quisiera que ALGUIEN le diera uno.
A lo mejor ni siquiera ha tenido uno.
¿Belcebú?... Ugh. Debería haber tenido alguno al menos auto... infligido. Maldita sea, Gabriel
A lo mejor solo se ha hecho sentir bien y nunca ha llegado a...
Vale, vale, no. Igual, esta tortura pueden aguantarla. Los dos.
Ugh. Sí. Belcebú sonríe y hace unas muecas dentro del segundo de los ángeles mientras la otra está aún volviendo un poco en sí.
—Hello... angel —la saluda desde el otro ángel—. ¿Estás bien?
—W-What?
—Yo... soy tu... amigo ángel.
La otra parpadea un poco. Belcebú sonríe desde el cuerpo del ángel y se las arregla para que se vea terrorífico sin querer, sinceramente. Ella parpadea un poco más
—H-Hariel?
—Yezzz. Hariel.
—¿Estás... estás bien?
—Un poco asustado. Pero sí. ¿Tú?
—N-No sé a... dónde a ido. ¿La sientes?
—No tengo ni idea —sonríe un poco más al ver que está funcionando.
—Uf...
—¿Qué te ha hecho?
—N-No lo sé, algo muy intenso. ¿Y a ti?
—Ehhh... hmmm... nothing too... bad —la verdad no tiene idea de lo que les pasa cuando les poseen.
—¿No? Es... raro.
—¿Raro cómo?
—Ha sido como... muy... f-físico. Tendríamos que salir de aquí, ¿puedes chasquear los dedos?
—No, tengo las manos amarradas extendidas. ¡No son estúpidos!
—Yo tampoco puedo...
—Quizás deberíamos ayudarles.
—¿¡Ayudarles!? —el escándalo.
—¡Pues no tenemos más opciones!
—Aziraphale... tenemos que sacarle de ahí.
—No le va a hacer nada muy malo el demonio.
—Claro que le va a hacer, ¡es un demonio! ¿Qué te pasa?
—Ese estúpido asunto de ser un demonio... —ojos en blanco.
—¡No es un asunto estúpido! ¿Qué te pasa?
—Nada me pasa, pero no me parece que vayan a hacer nada solo por ser demonios.
—Es la definición del término.
—¿Que no se supone que ustedes tienen una visión justa y perfecta de la creación de Dios?
—Precisamente.
—Tu visión no es justa ni perfecta.
—¿Cómo puedes decir eso?
—¡Porque no lo es! No TODO lo que hacen es malo.
—Eso también es así por definición —frunce el ceño.
—Tampoco todo lo que hacen los ángeles es bueno
—Excuse me? ¿Estás confesando algo?
—Estoy diciendo lo obvio. ¿Pueden tomar malas decisiones y hacerlo mal?
—¿Desde cuándo tienes estas ideas incendiarias y anticelestiales?
—Desde... siempre. Y tú deberías pensarlo también.
—Te está influenciando —frunce más el ceño.
—¿Quién?
—Pues la demonio... debe estar por aquí, de algún modo —se balancea para intentar soltarse
—Ugh, stop!
Belcebú sale de golpe del cuerpo del otro ángel y vuelve al suyo.
—Es eso, ¿verdad?
—Shut up, you bloody angel! —vuelve a protestar Belcebú. Ahora de su cuerpo.
—¡No vas a conseguir nada de nosotros!
—Voy a conseguirlo TODO de ustedes.
—¡Nunca!
El otro ángel abre mucho los ojos sin saber que ha pasado
—Verás... no suelen decirme que no —estira la mano hacia ella, sacando un fueguito en la punta de su dedo, como la flama de una vela—, ¿quieres que te obligue?
Se echa para atrás tragando saliva y empezando a rezar.
—No te van a servir los rezos...
—¡Déjala en paz! —grita el otro ángel. Igual reza más fuerte a la desesperada.
—¡Tus rezos no sirven! ¡Entiéndelo! ¡Y yo puedo hacerte daño, bloody hell! ¿¡Por qué no pueden simplemente cooperar!?
Sigue, neciamente. Belcebú chasquea los dedos callándola efectivamente y ella la mira con los ojos muy abiertos haciendo mmmmh! Mmmhpf!
—¡Te he dicho que te callaras!
Le frunce el ceño.
—No se puede hablar con ustedes, ¡ni siquiera saben qué quiero! Solo... cálmense, ¿quieren?
El otro ángel mira con los ojos muy abiertos a la que ya no puede hablar. Ella le mira también.
—¿¡Qué le has hecho?! ¡Para!
Belcebú chasquea los dedos de nuevo y... les deja hablar de nuevo a ambos. La anciana se humedece los labios mirando a Hariel.
—¿Podrían dejar de ser tan dramáticos? No les está ocurriendo nada. Son preguntas simples las que tienen que contestar, nadie les está pidiendo que maten a alguien o que hagan nada más allá que contarme cómo funciona la bloody Navidad.
—¡No vamos a contarles nada!
Belcebú suspira, mirando al cielo.
—Bien, esto es lo que vamos a tener que hacer... si tú hablas... —señala a la Ángel mayor —, yo no le torturo... si tú no hablas, vamos a ir poco a poco convenciéndote de que lo hagas.
—Aunque te lo dijéramos, Demonio, no podrías hacer lo que te propones. El cielo es un lugar prohibido para vosotros y no hay un momento en que haya más paz y amor que en Navidad. Cosas que vosotros odiáis.
—Eso es algo que debe preocuparme a mí... no a ti —se sonroja un poco, sinceramente, con el asunto de Gabriel en el cielo dándole tanto paz como amor... y no le molesta en lo absoluto la idea.
—No vas a sobrevivir ahí ni cinco minutos, lo ángeles sabemos cuándo hay demonios alrededor.
—Y justo por eso es que tú estás aquí.
—Aunque me suplantes.
—¿Cómo lo saben?
—De un millón de maneras.
—Empieza a listarlas.
—Pues es que aunque pudieras colarte ahí, tenemos un montón de protocolos y cosas que necesitarías saber. Cantamos en el coro, los demonios no saben entonar. Nos damos regalos de navidad, no sabes ni a quien le ibas a regalar... no conoces a los ángeles, nosotros nos conocemos a todos por el nombre. Nos saludamos de beso todos bajo el muérdago. Bien sabido es que los demonios no saben besar. Y aunque aprendieras, sois venenosos.
—Se saludan... todos de beso bajo el muérdago —mira las cosas que te llaman la atención, darling.
—Desde luego. Por no hablar de la misa.
—Bien... quizás te deje ir a la misa con tu cuerpo
—¿Estás escuchando algo de lo que te digo, demonio?
—Puedo aprenderme los protocolos, los nombres, fingir que canto y obligarte a que me digas a quien le dabas un regalo, dárselo yo. Puedo aprenderme algunos nombres y besuquear a algún ángel de ser necesario... se besar perfectamente y no soy venenosa.
—Ese es tu problema, crees que todo es muy fácil, pero todos van a darse cuenta. Notarán si alguien no canta, no sabes ni como se hace un regalo, no consiste en saberte algunos nombres, si no todos. Y no consiste en besar a algunos ángeles sino a TODOS —Y no solo eso, ver a... los demás hacerlo también. Ejem.
—¿¡A... todos?! ¿Cómo van a besarse todos? ¿Me estás diciendo que tú has besado al bloody Arcángel Gabriel cada bloody Navidad?
—Desde luego. Y no solo en Navidad.
Belcebú levanta las cejas, interesada con eso
—¿No... Solo en Navidad? Besarle... espera, ¿¡besarle cómo?!
—No voy a besarte para que me envenenes
Ojos en blanco.
—Bésale a... él —señala al otro ángel.
—¡No! No vamos a ayudarte.
Chasquea los dedos y produce en el aire una hoja de papel.
—Bien... entonces vamos a la tortura.
—¿Con una hoja de papel?
Se pone en cuclillas junto al ángel joven.
—Como se nota que en el cielo no son tan expertos en tortura... empezaremos con diez.
La ángel anciana parpadea sin saber qué hará y Belcebú se dispone a cortarle las yemas de los dedos con papel.
—¡Los ángeles podemos curarnos!
—No tan fácilmente si no pueden hacer milagros —Belcebú sonríe y el chico aprieta un poquito los ojos con el tercer corte.
—No hace falta chasquear los dedos para curarse.
—Perfecto, entonces puedo hacer esto infinitamente... lo que no pueden hacer es que no les duela —sonríe otra vez, malignamente.
—Está bien, está bien. No sé qué te imaginas como un beso, pero es solo un beso.
—¿En dónde? ¿En los labios? ¿Un beso... apasionado?
—Claro que en los labios. Un beso de amor.
—¿U-Un beso de amor? —Belcebú frunce el ceño.
—Tú no puedes sentir el amor, de todos modos.
—Sí puedo sentir el amor.
—Bien, entonces suéltame un poco y le besaré.
—Solo puedo sentir el amor si... es ha-hacia mí.
—¿Quién iba a quererte a ti? —Es una pregunta seria. Belcebú se sonroja.
—Alguien lo hace.
—Será un humano estúpido al que has embaucado con malas mañas
—Estás mintiendo, demonio, nadie podría amarte a ti nunca —sisea Hariel que agradece... que haya parado.
—No es nadie estúpido, te sorprendería saber quién es.
—Estás en un error si crees que te creeremos ni media palabra.
—Me da lo mismo si me creen o no... Es así. Y sé cómo se siente... es algo brillante, casi cegador y... hermoso e intenso. Como una vibración, que hace que todo lo demás se olvide.
La anciana mira al ángel joven.
—Y es adictivo. Una vez que lo sientes... —sigue Belcebú mirándola a ella en particular, como si... requiriera hablar de esto con alguien.
—¿Adictivo?
—Yes. Yes... Es como si... es algo que... quieres sentir todo el tiempo.
Ella mira otra vez a Hariel porque... sí, bueno... o sea...
—Ustedes no saben lo que es no sentirlo porque... lo sienten todo el tiempo. En todos lados.
—La verdad, eso se pasa cuando tienes suficiente.
—¿Qué es lo qué pasa cuando tienes suficiente? ¿Ya no quieren sentirlo?
—Sí, pero no es como lo describes. No es como una adicción.
—¿Entonces?
—Es bonito y hace sentir bien, pero no pasa nada si haces otra cosa por un rato.
—Eso es porque tienes una cantidad ilimitada de él yendo hacia ti todo el tiempo.
—¿Ahora resulta que el príncipe de las tinieblas está necesitada de amor? —se burla bastante cruelmente
Belcebú le mira con el ceño fruncido y se sonroja
—¡No! ¡Estoy... haciendo investigaciones con sus bloody tonterías del cielo! —se levanta a toda su corta altura.
La risita.
El problema de esto, era que... era verdad. El príncipe de las tinieblas había probado el estúpido amor del Arcángel Gabriel y ahora no parecía poder pensar en algo más.
—Well... vas a besarme a mí.
—No.
—¿Qué vas a hacer? ¿Morderme?
—¡No es eso lo que habíamos quedado!
Belcebú se cruza de brazos y le frunce el ceño, mirándola fijamente.
—Bloody hell...
—Ese no era el trato —insiste.
—¿No dices que soy un demonio y nunca cumpliré sus cosas?
—Podrás besarme entonces, pero nunca sabrás como es de verdad el beso de un ángel.
—Se cómo es de verdad el beso de un ángel.
—Sí, claro... ¿Entonces por qué quieres verlo?
—Porque... —quiero saber si es ÉL o si es igual con otro ángel. Ella le sigue mirando—. Porque quiero aprender. Quiero saber cómo funcionan.
—No vas a engañar a nadie.
—¿Engañar cómo?
—No puedes aprender a besar como un ángel.
—¿Por qué no?
—Porque eres un demonio.
—Una vez fui un ángel.
—Pero ya no.
—Pero no veo por qué no pueda besar como un ángel, ¿qué tiene de especial?
—Esto —hace una oleada de afecto
¿Belcebú la sentirá?
No lo sé, no es... hacia ella, es solo...
Entonces no, con Gabriel además suele sentirla si le toca y es hacia ella.
—Ehm... ¿esto qué?
—¿Lo ves?
—No, no lo veo.
—Exacto. Los ángeles sí.
—Hablas de sentir... algo.
—Sí.
—Sí lo siento cuando G-G...
—¿Cuándo?
—Con alguien en concreto.
—Ah, sí, ese enamorado tuyo —se burla.
Belcebú se sonroja y gira la cara.
—Ningún ángel te querría —escupe casi el otro ángel. La anciana la mira porque ya se lo ha dicho ella antes, aunque se refería a que los ángeles notaran que ella no... No hace eso. Porque no lo hace.
Si, si, está... reforzándolo.
—Ya he dicho yo que uno en concreto sí lo hace —replica—. ¡No que yo lo quiera! —ahí es donde puedes sentir que un poco el afecto al decir que no le quiere, ella siente un poco de afecto hacia Gabriel aunque quizás no... le sientan.
Ah... probablemente lo sientan pero no lo achaquen a ella. Si, vamos... es un demonio.
—Obviamente no le quieres —el ángel hace los ojos en blanco.
—Será deseo sexual que estás confundiendo.
—No le... Ugh, por qué desearía yo a un ángel?! —Se SONROJA, porque pocas cosas en la vida las desea más que a Gabriel.
—Quién sabe en qué piensa un demonio —y ese sonrojo sí que lo notan.
—¡Tenemos más cosas en común de las que creen! ¿A quién le dan en el intercambio?
—Eso no te lo vamos a decir.
A la mitad de "decir" se acerca y besa a la mujer mayor.
¡Ala! De veras que... te va a servir para saber si Gabriel es o no especial, pero no para saber cómo besar a los otros nueve mil novecientos noventa y nueve ángeles.
Gabriel es especial. Eso lo nota casi instantáneamente. De hecho acaba de tener una idea de que va a hacer con el asunto de los besos.
No sé cómo va a irle, la verdad. Mal seguramente, pero bueno. Igualmente, después de unos segundos, se separa porque esto no se parece en NADA a besar a Gabriel.
Pues claro.
Ya, ya pues... ugh, ella tenía la esperanza.
—¿A-Así haces u-un beso de a-amor?
—No, ¡ya te he dicho que no ibas a saberlo!
—¿No es así como besas a... los demás ángeles?
—No.
—No te has muerto envenenada...
—¡Déjala en paz! ¡No la toques otra vez! —protesta Hariel, aún asombrado del beso. Ella gira un poco la cara medio turbada.
—Suéltame un poco y te mostraré como se hace.
—En cuanto te suelte, chasquearás los dedos.
—Nunca sabrás lo que tienes que hacer entonces.
La desata del todo con un chasquido, menos las manos, que mantiene rectas y con los dedos separados. Ella traga saliva, porque sí pretendía usar la excusa para sacarlos de ahí y mira a Hariel.
—No soy idiota.
La mira otra vez pensando qué podría decirle para que le suelte las manos.
—Venga... has dicho que si te desataba me mostrarías.
La anciana traga saliva y... va a besar a Hariel mucho más apasionadamente de lo que lo ha besado nunca y de lo que en general se besan cuando ya han besado a cuatro o cinco mil de ellos y están ya todos un poco hartos.
Belcebú levanta las cejas pensando... que cielo santo. ¿¡Así se... besan Los Ángeles entre sí?! Aun así, la verdad, el espíritu se le cae un poco al suelo porque Gabriel lo único que parece hacer con ella por gusto propio es... besarla. A veces y si besa así a... todo el mundo.
Pues por eso ESO está permitido.
Se sonroja un poco porque los besos con ella acaban de ser infinitamente menos especiales de lo que son para ella. Fuck.
Aaaay, querida.
Quizás... estaba ella dándole un valor muuuucho mayor a esto de lo que Gabriel... estaba... Ugh.
Sí, claro, no está él acojonado ni nada. Vamos... que si se salta la dieta también se da de latigazos.
Aunque ELLA era dueña de su virginidad. De hecho, si pudiera... se la colgaría como una medalla. Es más.
Oh, joder. No nos recuerdes eso.
Chasquea los dedos y se cuelga una estúpida medalla en el pecho y sonríe de lado. Debe ser bastante fea y decir con bonitas letras doradas, I Own YOUR virginity.
Nadie va a poder leer eso.
"Gabriel's Virginity"
La verdad, eso es puto obvio y te la va a arrancar de ahí cuando la vea, pero allá tú. Igual y te va ese rollo. Para una vez que quiere arrancarte algo...
Quizás se la arranque con todo y ropa. Pero no, ahora lo ha pensado bien y no quiere que insistan con eso de que está enamorada del Ángel.
Así que será G-V. Medalla al puto mérito.
Eso está mejor porque no lo van a entender.
Nadie, ni Gabriel. Ya se lo explicará
—¿Alguna vez tienen sexo?
—What?
—Que si... alguna vez tienen sexo.
—No, ¡claro que no!
—¿Por qué los besos si y el sexo no? Es estúpido.
Hariel está un poco sorprendido con ese beso, sinceramente.
—Lo besos son de amor y el sexo es un acto de lujuria.
—¿No puede ser el sexo un acto de amor?
—Solo cuando hay un compromiso y la pareja está unida a ojos de Dios.
—¿Y tú no tienes eso con... nadie? Como es esa mierda de compromiso... ¿compromiso de hacer qué?
—Matrimonio.
—Ohh... Ugh. ¿Es la... ÚNICA forma?
—Es la única forma aceptada por Dios. Y siempre que sea con deseo de reproducción y no solamente por placer físico.
—¿No se supone que Dios lo ve todo? Es decir, cualquiera que se una estará unido a ojos de Dios.
—No, ella es muy clara. Si no hay una unión matrimonial, es pecado.
—Bloody hell con... ugh. ¿Y qué se necesita para esa mierda?
—¿Qué mierda?
—El matrimonio ese.
—Pues... ¿Cómo que qué se necesita? Casarse. Una boda.
Belcebú se cruza de brazos
—¿Y no hay forma alguna que sin una boda puedan hacer eso en maldita paz? ¿Hay ángeles que se casen?
—No... no. Claro que no, fuera del matrimonio es un acto lujurioso, carnal y pecaminoso. Y claro que los ángeles no se casan, es un ritual humano.
—Entonces nada de sexo entre ángeles nunca jamás —Belcebú bufa.
—Ni siquiera tiene razón de ser. Los ángeles no lo necesitan, ni les sirve para nada. Es un acto sucio e impuro. Como comer, como dormir. Peor, de hecho.
—Son tan aburridos... —ojos en blanco —. ¿Así que ninguno de ustedes lo ha hecho?
—No... No vas a hacernos eso, demonio —pasito atrás.
—Of course not! —asegura Hariel con cara de horror.
—Ohh... ¿a... a ustedes? —mira a uno y luego a la otra y es... es que. Ugh—. Lo haré si no me explican lo que requiero
—¡Ya te hemos explicado! ¡Suéltanos!
—No todo lo que quiero... ¿Cómo es la cena navideña? ¿Dónde se sientan? ¿Cómo son las canciones? ¿A quién le dan en el intercambio...?
—No hay ninguna cena, no se come en el cielo
—¿No se comen al tal Jesús?
—¡Es la eucaristía y es parte de la misa!
—Podría ser una cena rara...
—Dios mío, ¡que blasfemias!
—No importa, Hariel, no hay modo en que no les descubran.
—No nos van a descubrir, desde luego que no nos van a descubrir. Explícame o tendré sexo con los dos. A la vez. Y me encargaré de que les guste.
—¡Ni siquiera sabes cómo es una eucaristía! No creo ni que puedas tomar la hostia realmente.
—¿¡T-Tomarla?! ¿No puedo... saltármelo?
—No.
—¿Por?
—Sabrán que pasa algo raro. Es un honor tomarla, ningún ángel renunciaría a ello.
—Les diré que... he pecado. Además son miles, ¿Cómo van a saber si dos ángeles no comen eso? Es decir, ¿tienen contadas las bolitas o qué?
—Sí. Y uno hace cola. Todo el mundo se levanta y los Arcángeles se ocupan de dársela a cada uno en la boca.
—Hmmm... Encontraremos la forma de no ir. Eso es fácil.
—No, cada Arcángel tiene asignada una cantidad de ángeles exacta y concreta que siempre es la misma para darles. Sabrán que alguien no comió.
—No sabrán que fuimos nosotros.
—Piensa lo que quieras, yo te estoy advirtiendo.
—Está bien... que otra cosa ocurre. El intercambio.
—Ya llegas tarde para eso, todo el mundo tiene ya su regalo personal preparado.
—Yo voy a dar el tuyo en tú nombre.
—¡Claro que no!
—¿Quieres que lleve cualquier cosa y esa persona crea que le has dado una mierda?
—¡No! Pero eso es algo que yo...
—¿A quién le das?
—No creo que sepas ni quién es.
—Entonces vas a hacer el ridículo en el cielo.
—¡Claro que no! A Muriel, ni siquiera sabes quién es.
—Ugh... claro que sí sé —no tiene ni idea.
—¿Quién es?
—¿Tú a quién le das? –Belcebú mira al otro ángel sin responder.
—Tampoco sabes quién es y es alguien a quien yo aprecio mucho, ¡no vas a robármelo!
—¡Exacto!
—No es que quiera robarlo, ¡es que voy a entregarlo en su nombre!
—¡No vas a hacerlo! Van a capturarte antes, ¡es una ofensa terrible la que haces!
—Ni siquiera vas a poder pasar los saludos.
—Que va, ¡nadie tiene siquiera por qué sospechar!
—Sospecharan al instante de que estamos poseídos. Ya te lo dijo ella, ¡ustedes apestan a demonio!
—Exacto.
—¡Pues nos bañaremos! ¿¡A quien le das o te empezare a clavar alfileres bajo las uñas?!
—Ni siquiera vas a conocerle, ¿qué más te da?
—¡Pues lo mismo que a ustedes decirme!
—Fraciel, le doy a Fraciel.
—Tampoco sabes quién es.
—Sí que lo sé... e-es... uno bajito.
La anciana levanta una ceja.
—Es mujer —replica Hariel.
—A... eso me refería. ¿Qué hay de los villancicos?
—Pues es el coro. Cada uno se canta de un modo distinto y en una posición.
—Si estoy en tu cuerpo podré cantar como tú... O al menos mover la boca y hacer como que canto.
—No es solo cantar tienes que entonar
—O mover los labios como si cantara, eso es fácil.
—Eso lo sabrán.
—¿Cómo van a saberlo?
—¡Por el sonido!
—¡Son miles de ángeles! Es imposible que noten que DOS no cantan.
—¡Sí es posible!
—Ugh, ¡eso lo están inventando!
—Claro que no, ¡es la armonía!
—Dos Ángeles no se notan, no se sientan imprescindibles.
—No puedes ni imaginarlo. No es como que canten todo el tiempo todos los coros, estamos en diferentes grupos.
—Y Los Ángeles que están a su lado notarán inmediatamente que no cantan
—¿Y están todos tan preocupados de acusar a sus vecinos por no cantar? Por Satán, yo pensaba que los demonios eran los paranoicos acusadores.
—¡No es de ser paranoicos acusadores!
—Lo es totalmente.
—Es que lo va a notar todo el mundo, especialmente cuando solo canta nuestra sección.
—Bueno ¿y qué cantan? Ugh... ya podría venir Crowley a escuchar esto... CROWLEEEEY.
