Gabriel la estaba abrazando, no sé si la habrá soltado cuando los otros han ido a besarla.

Vale, el beso de Azrael no es tan mal recibido.

AHORA RESULTA.

De hecho... Azrael le gusta cómo debería gustarle Gabriel. Remiel lo siente y piensa que tal vez ha sido una falsa alarma

Pues es guapo y risueño y la suele tratar un poco menos como si fuera una araña ponzoñosa.

Claro, claro.

Pero de ahí al... afecto de Gabriel hay un montón de distancia.

Sí, sí, claro.

Lo que pasa es que claro... Azrael la besa y la abraza y la levanta del suelo y le da dos vueltas en plan "¿qué te pasaaaaaaa, que estás malitaaaaaa?" y la baña tanto de afecto que... si, Remiel puede pensar un poquito que ha sido falsa alarma.

Remiel sonríe con eso y Gabriel niega con la cabeza poniendo los ojos en blanco.

Miguel se separa un poquito sonrojada y... se le vuelve a pegar a Gabriel abrazándole de lado porque... ahora mismo puede. No que quisiera del todo hacerlo con frecuencia. Ejem.

Gabriel la deja, desde luego, asegurando que no le pasa nada.

—¿Cómo te fue con el infierno? Veo que a ti no te descorporizaron solo de verte... —comenta Azrael.

—Ya te dije que eso fue porque tú debiste faltarle el respeto —replica Gabriel.

—¡Nadie le faltó al respeto!

—Además, ¿de qué habrías hecho drama si no...? —sonrisita de lado de Gabriel.

—A Gabriel nunca le pasó... —concede Miguel asintiendo. Gabriel hace un gesto de "ahí lo tienes".

—Pues para no haberle pasado ahora está muy escondido entre tus piernas.

—¡Anda ya! —ojos en blanco—. Solo hemos cambiado tareas, no es para tanto.

—Aclaró, le has dado a Miguel las más peligrosas para sólo dedicarte a hacer de chico del correo.

—¿A caso querías que las intercambiara contigo? ¿O insinúas que ella era la que se ocupaba del correo antes?

—Le he echado la única parte ligeramente compleja de lo que hacías antes encima a Miguel.

—¿Sí? ¿Y por qué yo desde el aislamiento tengo un informe sobre lo que sucedió en el infierno y tú no?

—Porque Miguel es demasiado buena contigo.

—Miguel no ha tenido nada que ver en eso. ¡Díselo! Ella ni siquiera ha logrado un reporte.

—Aunque yo tengo un reporte de cómo conseguiste el reporte... —Miguel sonríe de lado.

—¿Qué? —la mira.

—Sé exactamente como conseguiste ese reporte...

—¿Cómo lo sabes?

—Eso nunca lo sabrás —deja de coquetear con él siendo Miguel.

—Entonces no sabes nada —se encoge de hombros.

—Ven, te lo diré al oído para que veas que sí —se le acerca, poniéndose de puntas. Él se le acerca—. Sé del otro teléfono...

—Pues claro que sabes, si me lo diste tú —frunce el ceño.

—Ohh... —Levanta las cejas sin esperarse eso. Gabriel la mira con cara de "So...?"—. Ehhh... y le escribiste.

—¿Qué? ¿A quién?

—A... ella —vacila porque no quiere que se enfade y él se sonroja.

—C-Claro que no, ya te dije que no quería saber nada de eso.

—Vale, vale... —Miguel se muerde el labio. Tiene un día contigo, no va a pelearse por algo que te da vergüenza—. Yo solo... adivinaba.

Gabriel parpadea sin esperar esa respuesta.

—Hablaremos de eso luego —responde carraspeando.

—Hiblirimis di isi luigi—Azrael le imita. Gabriel le fulmina y mira su reloj para usar la excusa de que van tarde. Se paraliza al ver los gemelos.

Bienvenido a tu mundo ahora.

—¿Qué? —susurra y es que suelta a Miguel para mirarlos.

Miguel se sonroja un poco, sin comentar nada, sonriendo de lado.

—¿Qué? —pregunta Azrael.

Gabriel se humedece los labios... y se los muestra. Remiel levanta las cejas porque ¿no son los que se llevaron al infierno?

—Ohh... ¿te los devolvieron?

—No...

—¿Cómo?

—No lo sé, ni siquiera son los que me he puesto esta mañana.

Miguel le mira en silencio.

—No entiendo —asegura Azrael.

—Yo tampoco, ¿cómo han llegado aquí? —se los quita.

Miguel frunce el ceño y le tiende uno a Azrael para que lo mire ¿Vuelven a ser las estrellas de nieve?

No. Es como los discos del Bentley por lo visto. Olvídate de tus estrellas de nieve.

¡No! ¡No puede cargarse todos sus gemelos!

Es una maldición. Lo siento, ha sido tu culpa.

—Pues... son unas moscas, ¿no? —pregunta Azrael mirándolos.

—Son las abejas que mandamos al infierno

—Ah, sí, abejas —responde Azrael y Remiel inclina un poco la cabeza mirándolo porque no parece una abeja.

—Son moscas —murmura Miguel.

El trauma.

Pues es que son moscas, no es un trauma.

—Pero si no las devolvieron ¿Cómo han llegado aquí? —pregunta Remiel.

—Quizás Belcebú cuando subió...

Gabriel mira a Miguel porque Belcebú entro a su despacho y... discutieron, pero no quería contárselo. Miguel se sonroja un poco más

—¿Qué? ¿T-Te dijo...?

—N-No.

—¿Entonces?

—Pues es la única forma...

—Pero eso significaría que sí fueron un regalo de ella —interviene Remiel—. O de otro modo no le importaría. Tal vez por eso nos descorporizó, quizás creyó que tú sabías que eran un regalo suyo y que se lo despreciabas y se ofendió y pagamos nosotros...

—Yo lo dije desde el principio... —suelta Azrael.

Miguel aprieta los labios porque de verdad pensó que era un regalo de Gabriel y cada vez le da más vergüenza.

—No seáis ridículos, ya os dije que los demonios no hacen regalos.

—¿Y tú si le has regalado algo a ella?

—No, ¿por qué iba a regalarle nada a ella? —y se sonroja porque una pequeña Belcebú se aparece en su hombro y le susurra "tu virginidaaaad" al oído malignamente.

Eso sin duda y ese regalo no se devuelve. Es para SIEMPREEEE.

—Porque ella te regalo unos gemelos.

Ugh. Aprieta los ojos.

—No está claro que fuera ella.

—¡Son moscas! Y estaba firmado con una B. ¿De quién iba a ser? —protesta Miguel.

—Ya hemos discutido esto.

—Ugh, bueno. Póntelas igual.

—El punto no es ese, Miguel —interviene Remiel. De todos modos, Gabriel se los pone otra vez.

—¿Cuál es?

—¡Pues como es que han vuelto!

—Ah, eso... —Miguel le quita importancia sonriendo otra vez cuando se los ve puestos.

—Bueno, vamos a tener que ir abajo con los demás.

—Seeeeh! —Azrael tan contento, abraza a Remiel de los hombros

—¡Chicos! —Gabriel llama al resto. Todo mundo les sigue viendo—. Vamos abajo —les hace señas y luego le tiende el brazo a Miguel.

Ella se lo toma y sonríe, un poquito nerviosa. Y ahí van... A enfrentar al cielo entero.

Aziraphale asegura que la van a tratar mejor a ella que a él.

Pues claro, es Miguel.

Pues claro... ojos en blanco.

Bueno... y ahora sí, el FESTIVAL de besos y bendiciones.

Uuuugh. El problema es que le da temor dejar el cuerpo de Miguel despierto, pero va a... retirarse un poco, encontrar donde esconderla, y... dejarla ahí, inconsciente.

Oh... Gabriel va a estar buscándola mientras se besa con todo el mundo.

Es que a Miguel... no va a saber dónde está y va a hacer un drama. Así que el siguiente, que le besa... no es un ángel cualquiera, es ella.

Belcebú aparece dentro del cuerpo de un ángel... medianamente joven, hombre.

Está ocupado, búscate a otro.

No, no el de Gabriel.

De hecho era Crowley hablando de Aziraphale.

Ahhh. Ugh... hola, no sabíamos que ya estaban aquí

Nah, nah, puede ser otro. Era una broma, pero claro, no quieres que te quiten porque tú si quieres darle el beso a Gabriel, eh? Claro, claro.

¿Cómo le llamaba a Gabriel?

Estrellita.

¡SE ACUERDA!

Se lo decía Aziraphale. Sí se acuerda de las cosas que dice Aziraphale.

Deja de ser encantador.

Ugh.

Bueno, entonces Belcebú aparece dentro del cuerpo de un ángel... medianamente joven, hombre y mira a Gabriel un poco harta de... que esté besuqueando a todo mundo. Mierda. Cierra los ojos y entreabre los labios, echándole los brazos al cuello.

Gabriel le besa como a todos, sin abrir la boca, aunque eso de los brazos al cuello es nuevo.

El ángel si se separa sin abrir la boca y le mira a los ojos. Se sonroja un poco y... ahí va al siguiente. Gabriel le sonríe deseándole feliz navidad, parpadeando un poco pero no muy enterado.

—I-Igualmente —responde el ángel casi sin mirarle, con bastante más problemas en general de los que parece y el siguiente beso es... un poco más... intenso, otra vez abrazándole del cuello.

Belcebú... es que a este paso no vas a llegar a los villancicos sin que se dé cuenta, aunque es tan despistado...

Gabriel mira de reojo unos instantes más a este ángel mientras este intenta entender qué tren acaba e pasarle por encima.

El siguiente no es mejor, de hecho a este ya le pone la mano en el cuello y le busca un poco con la lengua.

Crowley, detenla por favor. Es tu labor.

Oh, cielos, alguien no debió ponerse esos pantalones blancos más ajustados.

La verdad, Crowley no sabe lo que está haciendo ella.

Maldita sea.

Y aun de saberlo, no creo que supiera como pararla.

Los ángeles, una vez Belcebú sale de ellos, se quedan todos un poco traspuestos mirando a Gabriel con cierta cara de...

Uno hasta se lleva las manos a la entrepierna. Ninguno de los besos de la noche vuelve ser igual que esto. Va a haber murmullos sobre esto.

Y que a Gabriel le aprieten los pantalones un poco dolorosamente en la zona interesante después del cuarto o quinto beso tampoco va a ayudar a disipar los murmullos.

Belcebú... es que va a hacer algo medianamente arriesgado. En el siguiente beso... le abraza después de dárselo y le susurra al oído

I love you... no creas que te vas a deshacer de mi —porque es NE CIA.

Gabriel mira al ángel random número diecisiete con cara de "¿De qué vas intentando ser un main character?"

Ella se sale de ahí, con cierto temor, y va al ángel siguiente. Gabriel sigue mirando al otro ángel sin recordar haber hablado con él más que un par o tres de veces.

Este ángel nuevo le acaricia la mejilla.

—Gabriel...

Se gira un poco al nuevo un instante y se vuelve aun mirando al anterior... porque le acaba de decir...

—Oíste bien.

What? —se gira completamente al que le habla.

Se le acerca y le besa otra vez. Bueno... No otra vez. Le besa este ángel nuevo.

La verdad, Gabriel está un poco distraído para frustración de Belcebú en el cuerpo de este ángel. También le abraza y le mordisquea un poco la oreja.

—No estás alucinando...

Parpadea girándose para mirarle a los ojos. Ella sonríe de lado... y se separa.

—¿Qué?

Le cierra un ojo y se va al siguiente en la fila

Gabriel parpadea mirando a este ángel tener una... experiencia religiosa.

Te están pasando cosas muy raras hoy.

¡Sí! Y levanta las cejas, sujetándole mientras respira como si fuera a parir.

Belcebú, en el cuerpo del siguiente ángel, le mira.

—¿Qué pasa?

Estaba sujetando aun al anterior, le suelta.

—Aunque no te enteras...

—¿Qué está pasando? —mira al siguiente ángel.

Nothing... kiss me —le besa, bastante mejor que el anterior.

Cielos... o sea... es que empieza a perderse en el beso.

A Belcebú ahora le parece medianamente imperioso que sí se entere que es ella, no medio cielo seduciéndole.

—Gabriel —es Raguel quien le llama y Gabriel parpadea separándose—. ¿Dónde está Miguel?

—¿Q-Qué?

—Miguel. Estabas cuidándola.

—E-Estaba... aquí —mira alrededor siendo un... desastre en general. Despeinado, un poco sudado, desorientado... y no le mires los pantalones, por favor.

Raguel baja la mirada Justo a sus pantalones. Pues nada, el show de la Holly Erection otra vez.

—Pues ahora no está. ¿Qué está pasando?

—Estás pensando en Belcebú —le susurra el ángel del que se acaba de separar

—E-Estoy pensando e-en... empieza a repetir, como hechizado.

—Estoy en todos lados, no vas a poder deshacerte de mí...

—B-Belcebú —sigue para Raguel.

—¡B-Belcebú?! —pregunta Raguel

—¿Q-Qué?

Y Belcebú desaparece de este ángel yendo hasta Miguel otra vez. Gabriel mira a Raguel como si tuviera dos cabezas.

—¿Estás bien? —sigue Raguel.

—N-No... Creo que no —niega Gabriel saliendo un poco del embrujo.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Raguel mirando alrededor a ver si ve a Miguel.

—Belcebú... ¡Belcebú! —cae en la cuenta, sujetándole de los brazos.

What? ¿¡Belcebú qué?!

—Está... es... ¡Es ella!

—¿Es ella? ¿Quién?

Gabriel ¡piensa bien lo qué haces antes de hacerlo!

—Los... ¡besos! ¡Ha sido ella!

—¿Ella? ¿Belcebú? ¿Dónde está Miguel?

—No lo sé, ¡pero tengo que encontrarla!

—Vamos, vamos... te ayudo.

—No sé ni... cómo —se acerca al otro ángel y vuelve a besarle como la besaría a ella.

El otro ángel con trabajos... se está en pie con normalidad. No le responde el beso correctamente. Aunque tampoco se quita la verdad.

Frunce el ceño porque no, descartándole y yendo al siguiente

Mismo caso. Beso extraño.

Así va a seguir, uno por uno con todos los que ha sentido... y luego los que no. Buscándola.

¡Mierda con esto! Belcebú le mira desde el cuerpo de Miguel hasta que Raguel la nota y se le echa encima.

—¡Miguel! ¡Aquí estás! ¿¡Estás bien?!

—Sí, sí estoy bien. ¿¡Qué hace Gabriel?!

—¡Estábamos preocupados!

—Pero ya les he dicho que no había nada de qué preocuparse... ¡Gabriel!

Gabriel contesta a esa respuesta con una exhibición extremadamente gráfica.

—¡Ugh! ¡Para!

Se detiene parpadeando.

—¡Miguel! —exclama al reconocerla. Ella le mira y se sonroja un poco.

—Miguel, creo que ella está aquí... ¡me estoy volviendo loco!

—Basta, cálmate... ven —le toma de la mano y tira de él.

Gabriel se deja tirar, nervioso. Miguel le aprieta la mano y trata de llevárselo algún sitio menos concurrido. Termina en las escaleras.

—¿Qué te pasa?

—Está... no entiendo lo que hace, Miguel —la mira tan desconsolado. Miguel le toca la mejilla.

—No te quiere hacer daño.

—Claro que quiere hacerme daño, ¡me está volviendo loco!

—Solo te echa mucho de menos —asegura sonrojándose más y girando la cara.

—Que va, está intentando enloquecerme.

—De haber sabido que era así de fácil... —susurra Miguel y Gabriel se lleva las manos a las sienes—. ¿Qué has sentido?

—La estoy viendo en todos lados, creo que estoy alucinando.

—La echas de menos.

—No es esto lo que me pasa cuando echo de menos a alguien.

—Quizás ella es especial.

—N-No así.

—Vas a estar bien, solo deja de besar a todo mundo.

—Solo estoy saludando a la gente.

—¡Estabas comiéndote a todos a besos!

—Estaba buscándola, no puede hacerles esto a los otros.

—¡No va a hacerle eso a nadie más que a ti!

—No estoy seguro... tienes que ayudarme. No sé si le estoy alucinando yo.

—¿Cómo quieres que te ayude?

—A encontrarla... si acaso está aquí. Tengo que protegerles a todos. ¡Pero no les digas que está aquí o va a cundir el pánico! Sabe que yo la estoy buscando, así que tenemos que ser discretos. ¿Cuento contigo?

—¿Cómo la vas a buscar?

—N-No lo sé.

—No creo que este aquí... ¿cómo iba a estarlo?

—No lo sé...

—Venga, Gabriel, solo has pensado mucho en ella... quizás querrías que estuviera aquí.

—¿Por qué iba a querer que estuviera aquí?

—¿Por qué te gusta estar con ella?

—¿Qué? —le toma un poco por sorpresa la pregunta inesperada

—Te gusta estar con ella, ¿no? ¿Por qué?

—Sí... ¡No! No aquí.

—Ya, bueno, como asumo que a ella no le gusta estar contigo ahí abajo. Aun así...

—Aun así, no la quiero aquí.

—Yo no creo que esté aquí... estás paranoico

—N-Necesito... —la mira todo desconsolado.

—¿Qué necesitas? —le acaricia la cara otra vez y la verdad es que el chantaje... funciona bien.

—Dejar de estarlo —aprieta los ojos.

Ella le acaricia más la cara con suavidad.

—Será mejor que vaya a sanación

—No, no... Venga. Es navidad. Al rato... al rato te acompaño, ¿vale? Por ahora, vamos a buscarla —le da un besito en la mejilla y le abraza.

—Pero si dices que no está aquí, no podría estar aquí.

—Por si acaso, nos pondremos pendientes —le aprieta contra sí—. No estés angustiado.

—Es que no tiene sentido... pero estoy perdiendo la cabeza porque he sentido...

—¿Qué has sentido?

—Que era ella quien me besaba.

—Quizás solo era porque estabas pensando en ella.

—P-Pero...

—Y tenías ganas de besarla.

—Tenía ganas... —repite, pensándolo.

—Y estabas besando a los demás y sentiste como si fuera ella y... —otro cariño en la cara.

—¡N-No! Ella... era ella.

—El hecho de que ella se tome la molestia de subir a besarte a través de otros ángeles... —le sonríe un poco.

—¿No dices que... es mi imaginación?

Miguel le pasa una mano por el pelo, con suavidad y luego le rasca el pelito de la nuca.

—Mmmm... —Sonríe de lado—. Quizás sea mejor que te relajes. Vamos con el resto.

—¿Cómo voy a relajarme con esto así?

—Porque tienes todo bajo control... s-she l-l-loves you, right?

What?

—No va a hacer nada que te perjudique realmente... e-en e-eso consiste e-el a... afecto.

—No estoy seguro.

—Yo sí —le toma otra vez de la mano frunciendo un poco el ceño—. Vamos.

Él se deja, suspirando y ella le aprieta la mano con fuerza.

—Todo va a estar bien.

—M-Miguel...

Whaaaat?

—¿Estás segura?

—Sí.

—Es que si me lo he inventado todo... —suspira de nuevo tocándose los labios.

—No te has inventado nada —asegura.

—¿E-Entonces crees que está aquí?

—Creo que no es buena idea que dejes de hablar con ella.

—Pero... Miguel...

—De hecho es la peor idea que has tenido.

—¡Mira la influencia que tiene sobre mí!

—Estabas mejor cuando hablabas con ella de lo que estás ahora.

—Estaba mejor antes de... —no acaba la frase.

—No, no estabas mejor

Suspira, porque Miguel no lo entiende y él no puede explicarle. Ella le mira y frunce el ceño porque lo entiende mejor de lo que cree

—Vamos. Intentaré distraerme con otras cosas.

—Gabriel...

—¿Mmm?

Abre la boca para decir algo y luego la cierra, girando la cara.

You are an asshole —susurra... antes de salir corriendo. Gabriel parpadea sin haber oído bien.

Miguel se ha ido a meter entre los ángeles. Él levanta las cejas y se va detrás porque Raguel le ha dicho que la cuide... Ahora a ver cómo la encuentras.

Pues moviéndose entre los ángeles hasta que le atrapen todos para volver a saludarle (Y a ella también).

Ya, ya... de hecho ella empieza agobiadamente a notar que esta fue una mala idea un par de minutos más tarde.

¿Por? ¿No aguanta lo de los besos y las bendiciones?

Las detesta bastante.

Ya, bueno...

Pero bueno... Ahí está en medio de todo mundo tratando de no matar a nadie, apretando los ojos... y tratando de mantener inconsciente a Miguel que protesta un poco.