Belcebú le llama a Crowley para preguntar si Gabriel está en el cielo, maldita sea y de hecho sube a buscarle después de... colectar/Ehm... robar... las cosas que ha... colectado.

Colectado...

Crowley ya debe estar en su cuerpo de nuevo con su cadera a la que echábamos de menos.

Aziraphale ha tenido que curarse la suya.

Ya, ya... llorón. Crowley da vueltas con la suya como si tuviera un hula-hoop.

¡No todos a son tan flexibles!

Eso es evidente... Y no hablamos solo físicamente. Se lleva el teléfono al oído respondiendo.

Ciao?

Ojos en blanco... qué pesado con la pasivo agresividad.

—Crowley... Crowley!

—Ah... ¡Hola! ¡Ha sido todo un éxito!

—Ehm... sí y no. ¿Sabes dónde está Gabriel?

—Pues... con... usted, ¿no?

—No, estaba conmigo y... se fue. Dijo que subiría otra vez al cielo y no sé si ha subido o no.

—Yo... eh... sí, creo que sí, creo que lo veo ahí al fondo, ejem. Sí —carraspea sin querer decirle que ya no están ahí.

—¿En el cielo? Fuck... convéncele de que vaya a su despacho o algo, quiero hablar con él.

—N-No creo que pueda acercarme, hay un montón de gente a su alrededor.

Belcebú aprieta los ojos

—Crowley... me dijo que no iba a volverle a ver nunca más. Necesito... disuadirlo antes de que sea más tarde. ¡Acércate!

—Ehm... no es una buena idea presionarles cuando...

—¡VE A DECIRLE! —chillonea histérica... porque está histérica, asustada y... con demasiados sentimientos a la vez.

Crowley mira a Aziraphale con cara de circunstancias y pone en la tele el sonido de un montón de gente, grita un poco y cuelga el teléfono apagándolo.

Ahí va Belcebú al cielo a buscarle... malditasealavida. Va a tener que ir a espiarles por la estúpida ventana por la que salieron los dos, a meter moscas... y a tardarse un montón antes de notar que Gabriel no está ahí.

Remiel se gira hacia la ventana por gracia divina, viéndola ahí y se acerca con el ceño fruncido.

Belcebú mira alrededor tratando de encontrar a Gabriel, quizás un poco descuidadamente, parada en el alféizar.

—¡Tú! ¡Demonio!

Ella le ve, aprieta los ojos y se deja caer un poco de la ventana, sacando las alas otra vez y volando solo un metro más abajo de la ventana a ver si se va.

Lo que pasa es que claramente, si se asoma, la va a ver ahí.

Es, por supuesto, lo siguiente que hace.

Ahí está, revoloteando. Le mira.

—Quiero hablar con Gabriel.

—¡Pues ve a buscarle! ¡a saber qué le has hecho!

—No le he hecho nada, deja de ser tan dramático. ¿No está aquí? Me ha dicho que subiría! —sube un poco, mirándole y tratando de mirar hacia adentro.

—¿Te parece que eso ha sido nada?

—No le iba a lastimar ni nada, solo... ha sido cierta... operación de... escándalo. Él se ha enfadado igual.

—Pues ha sido un buen escándalo, ¡eso seguro!

—¡Me ha gritado y se ha defendido! No creas que ha sido simplemente... así. Él... yo... ¿está ahí? Dile que salga

—No está aquí, ¡no ha vuelto! ¡Algo le has hecho tú!

—¿¡No ha vuelto?! Really?!

—¡No!

Belcebú frunce un poco el ceño... y cierra los ojos. Si no ha vuelto... debe estar en la tierra. Y si está en la tierra, esto es más fácil. Se concentra levemente para mandar moscas a buscarle.

—Pues cuando se ha ido de conmigo estaba vivo... ¿vale? Bloody hell... —se humedece los labios y piensa en decirle algo que medio restaure la puta "reputación" de Gabriel—. Me... ha... dejado inconsciente. Y... me ha insistido que le deje en paz.

—Debiste hacer eso desde el principio, ¡ni siquiera sé a qué has venido aquí! ¡No vas a lograr hacerle caer!

—Por supuesto que no voy a fucking lograr hacerle caer... bloody hell. Es un fucking hueso imposible de roer.

—Entonces vuélvete al infierno y desiste en tus intenciones.

—Gabriel me ha... —Se humedece los labios—. Intentado... reconvertir a-a la fe en... Dios.

—Gabriel no te echa de menos ni se alegra de verte, nadie se alegraría de ver a alguien tan despreciable como tú. Él mismo pidió que le alejáramos de ti específicamente —frunce el ceño.

Belcebú hace los ojos en blanco.

—¿Oíste lo que acabo de decirte o no? Te digo que estaba intentando re-evangelizarme... y yo me he... rebelado otra bloody vez.

—¿Y eso qué?

—Esto solo es él intentando hacer su fucking trabajo... claro que no me echa de menos ni se bloody alegra de verme.

—Eso dijiste tú frente a todos.

—No pensé que otdo el bloody mundo decidiera que este era un buen día para empezar a creerle a un demonio.

—Ni siquiera le dejaste cantarle a la virgen.

—I am a fucking demon... —aletea un poco más... vacilando—. ¿Algo más que quieras preguntarme o bloody aclararme?

—¡Esto no va quedar así!

Le mira... y es que quisiera poder... hacer algo que mejorara la situación de Gabriel, pero no sabe qué.

—D-Desde luego que no se va a quedar así. ¿Crees que Gabriel es idiota? Va a... joderme. Todo lo que pueda.

—¡No va a joderte! Y ninguno de nosotros es idiota.

Bufa ¿¡porque... no está entendiendo lo que está diciendo?!

—¡Va a hacerme pagar, es lo que estoy diciendo! Y todos son idiotas... menos él... —se sonroja un poco

—No puedes mandar aquí más demonios. ¡Díselo a todos ahí abajo!

—Ustedes tampoco pueden mandar más Ángeles a mi infierno, espero lo hayas aprendido. ¿Quieres que te lo recuerde?

—¡Solo fuimos a hablar!

—Gabriel bajó al infierno a una misión de espionaje. ¿Crees que no iba a intentar vengarme de él? De nuevo, muchacho, creo que subestimas al infierno.

Frunce más del ceño y le echa una cadena de hierro al cuello.

Fucking hell con estos putos ángeles! Echa una llamarada de fuego infernal hacia Remiel, pero el peso de la cadena... y que sea de hierro, la precipitan bastante rápidamente hacia el suelo.

Remiel se aparta y luego vuelve a sacar la cabeza mirando hacia abajo

Tienen todo un fetiche con las malditas cadenas de hierro. No la tiene sujeta, ¿verdad?

No.

Belcebú desaparece entre las nubes en un bonito espectáculo... aunque la verdad termina por conseguir volar y no estrellarse contra el suelo.

Ugh...

Sí, sí, no vas a descorporizarla tan fácil, por más que quieras. Aún así... es que el estúpido fierro les viene fatal, cae medianamente descompuesta al suelo. Estúpidas cadenas de hierro, ¡estúpidas!

Por lo menos la ha echado, es lo que quería.

Ojos en blanco... al menos ella ya sabe que Gabriel no está ahí. Se sienta por ahí, a ver... qué le dicen sus "abejas" Sin quitarse la cadena del cuello, porque... uuuuuugh, vale, quizás si llega con una cadena al cuello con Gabriel el efecto sea un poco más... dramático.

Las moscas son hábiles y siempre le encuentran con rapidez. Se aprieta un poco los ojos con las palmas de las manos pensando que... es que Gabriel le ha besado como nunca le había besado y le ha... tocado y la ha... penetrado con todas las ganas y la intención que quería ella que lo hiciera y si lo piensa, aún debe tener su... producto ahí en medio de las piernas.

Se muerde el labio porque luego se ha largado y la ha llamado demonio y... ¿por qué no podían tener una vida tranquila? En lo único que podía pensar últimamente cada vez que pensaba en él, era en abrazarle. Abrazarle por horas. Y quizás después tener una tarde tranquila, sí, vale, se imaginaba en una cama, después de besarse un rato... él pasándole los dedos por el brazo, criticándola a ella y al infierno por el desorden, sonriendo.

Quería que sonriera con ella como le sonreía a Miguel. Que se riera cuando protestaba. Quería molestarle un poco y poder tocarle la mejilla y el cuello y quitarle el pelito rebelde que se le despeinaba un poco a veces y se le metía en los ojos. Que él volviera a pasarlo bien con ella. Quería ser dulce con él... y ayudarle a preparar sus discursos y escucharle ensayar el estúpido Ave María, que por lo visto no había ensayado lo bastante. Quería una estúpida vida medianamente aburrida con él... y él no quería ni siquiera verla otra vez. Suspira. Iba a arreglarlo todo. Ahora. Sin que él pudiera pensárselo más.

Das mucho miedo...

Ugh, si eso es sarcástico pueden...

No lo es. Para nada.

Ugh. Por eso los personajes no deberían poner lo que piensan y sienten.

Naaah. Si es por lo de "lo voy a arreglar ahora".

Belcebú se levanta tan sonrojada considerando irse al infierno por primera vez e toda la tarde. Estupidacadenadehierro.

Gabriel se ha ido... directo a la catedral. Otra vez. Está buscando de nuevo consuelo en la confesión.

Bliblibli. Mejor. Convenientemente en Londres, parece gustarles mucho a todos los seres celestiales e infernales. Es como a Doctor Who... que puede ir literalmente a CUAJQUIER lugar del universo y consistentemente siempre termina en... Londres.

Son cosas de brits. No lo entenderíais.

Por una vez, Belcebú piensa que tiene suerte de haber caído del cielo Justo en... adivinen. ¡Si! ¡Londres!

Lo digo por si las moscas o las abejas tienen que informar.

Moscas, moscas. Mira que cuesta que trabajen en el frío, pero, menos mal, en Londres No hace tanto.

La verdad, el padre en la catedral está un poco en plan "muchacho, ya van como tres veces que me juras y perjuras que te arrepientes mucho de esto. Tal vez deberías empezar a arrepentirte de VERDAD." Para el odio infinito de Gabriel que aún se siente más culpable.

Ahí va Belcebú a pie a cruzar el Támesis... estupidacadenadehierro por un puente.

Y la verdad, ojalá pudiera hablar con María. Ella parecía... bueno, es verdad que él fue un poco despegado de ella en vida, pero... ella parecía comprensiva y paciente… La clase de persona que no le juzgaría demasiado duramente.

No camina o que esos trucos de caminar por el agua solo los hacia el hijo ese de Dios.

Así que después de hablar un buen rato con el padre... se sienta a rezar en los bancos, rogándole a María una señal sobre cómo debe actuar.

No nos extraña que el padre le odie, la verdad, debe haberle sacado de la cena navideña. O de la cama a esta hora.

A lo mejor estaban en la misa del gallo, pero serán las ventajas de ser el fucking... Quizás no le ha interrumpido entonces.

Seguro ha esperado a que termine la misa. Has tenido tiempo, muchacho.

O sea, tal vez ha sido después, en vez de oírla en el cielo la ha oído en la tierra.

Para cuando Belcebú llega la iglesia está cerrada y vacía excepto por el rezador a la virgen.

Sí. Está ahí de rodillas, atrás. Les ha mandado a todos a dormir y sigue rogando por guía sobre cómo actuar, porque esto no está funcionando, desde luego cada vez a peor. De hecho, ahora ya no se lo pide a la virgen, ya se lo pide a Dios.

Ugh, había olvidado lo que quema esta mierda de suelo consagrado

O sea, hoy ni siquiera se ha resistido, si no que ha sido él quien ha...

Y la cadena aquí dentro escuece bastante más.

Gabriel se detiene de rezar al oír la puerta y se gira. Se levanta y casi tira el banco frente a él cuando la ve ahí dentro.

Belcebú le mira desde la puerta y traga saliva... tratando de no hacer ruido ni hacer el absoluto ridículo al dar saltitos en el piso.

—S-Solo quiero... ay... hablar contigo.

—N-No puedes... estar... aquí. —vacila humedeciéndose los labios, porque si esta es la estúpida señal, esto es un poco... anticlimático y la verdad no es lo que se esperaba, pero bueno, si es lo que nuestra señora quiere pues... que se le va hacer. Sonríe un poquito. Que luego no se diga que no tiene caminos completamente inescrutables.

—E-Es molesto, sí —cambia el pie en el suelo—. P-Pero quiero p-pedirte una cosa.

—What?

Belcebú levanta las cejas al verle sonreír y cambia el pie al suelo.

F-Fuck... —se rebusca entre la ropa.

Gabriel traga saliva y se acerca un poco, aun medio temeroso.

—E-Espera, espera, que los traía por... Ugh... por aquí...

Chasquea los dedos y le quita la cadena, ella se lleva una mano al cuello... sintiéndose mil kilos más ligera.

—Bloody hell, thank you.

La mira sonriendo un poquito...

Ni siquiera se lo ha pensado. Sí, SOLO va con la americana no se había dado cuenta. Con razón la miraban así en la calle, pensaba que era la cadena...

La mira, sonriendo un poquito porque... la americana que le va enorme le queda... rara. Parece una niña pequeña disfrazada, pero de algún modo también se ve bien. No parece menor. Parece... suya. Muy suya. Como si él la hubiera reclamado de su propiedad. Ella hace que ese blanco brille aun más por contraste.

Es que si la miras así... Se sonroja, repentinamente muy, MUY consciente de su atuendo y casi desnudez.

Parece más sucia y desaliñada que de costumbre en contraste que con el blanco inmaculado. Nota que ya ha conseguido manchar las mangas, el cuello y los bordes inferiores de la chaqueta, como ha hecho con él... como hace con todo...

—Q-Quizás debí... N-No me había dado cuenta de... —sonríe un poco y cambia el pie otra vez bajando el tono y usando ahora uno... ¿es eso, ilusión, Belcebú?—. E-Estás... sonriendo.

—Esa chaqueta... es mía.

—Claro que... es tuya —baja un poco la mirada, cambia el pie y la acaricia un poco y mientras pasa encima recuerda que lo ha puesto... dentro. Se busca en el bolsillo interior sacando la camisa ensangrentada que... también ha robado. Ejem. Solo la ha reducido al tamaño de un pañuelo por practicidad.

—Le quitas todo el significado y sentido a lo blanco —inclina la cabeza con el pañuelo ensangrentado, sin entender lo que es.

—Pues habría i-ido de negro si tuvieras ay... algo de ropa negra... —le mira y traga saliva... porque algo ha oído por ahí que debería hacer esto de forma medio específica—. Tenías q-que estar en una f-fucking iglesia y hacerme la vida imposible.

Sonríe de lado y se cruza de brazos con eso. Chasquea los dedos y ahí tienes un par de zapatos de tacón de aguja, blancos, desde luego.

Vamos a decir que le ayuda un poco momentáneamente. Con una buena suela para que la eleven del suelo un poco.

—Ehhh... el detalle es bueno pero, verás... —se echa al frente y... se pone de rodillas. Las dos en el suelo y extiende el pañuelo hacia él. Ahí está... en medio de la sangre. El Koh-i-Noor—. M-Marry me.

—¿Q-Qué?

—E-Eso lo arregla, ¿no? —sacude un poco la camisa hacia él. Solo le ha traído la piedra sin corona, porque no la he dejado. Pero ella ha oído que se necesita un diamante para esto.

Gabriel aprieta los ojos...Tú querías señales divinas...

—Te has... vuelto... —abre los ojos y la mira—. Belcebú... ugh. Bloody hell.

Eso último la hace sonreír. Aunque estúpido... suelo consagrado.

—Ugh... ay... —baja las manos y estira las piernas unos segundos.

—¿Sabes? Debería decirte que sí.

—¡Claro que... ay... deberías decirme que sí! —se contorsiones como si estuviera haciendo yoga, y vuelve a ponerse de rodillas, mirándole—. Te he traído un diamante y todo.

Se acerca y la levanta por debajo de los hombros. Ella le deja hacer, abrazándole del cuello.

—Si estás haciendo esto así solo para matarme o algo así...

Se agacha para recoger el diamante y se lo pone en las manos, levantándola como princesa con ambas manos.

—Devuelve eso de donde lo hayas robado.

—¿E-Eso es un no? Les he dejado uno igual... —trata de no sonar tan decepcionada.

—Uno igual no es el original —va a sentarse a los bancos de la iglesia.

—Es bonito... lo estuve mirando. Es perfecto y brilla... míralo bien —se le acurruca un poco y lo levanta entre dos dedos contra las velas, para mostrarle—. Casi te deja ciego e lo que brilla.

—Es robado —la mira igualmente a ella.

—No lo venden.

—Esa no es excusa.

—¿Me vas a hacer ir a Neptuno? Tomar uno de ahí también sería robarlo...

—Entonces no lo hagas —suspira. Ella suspira también—. No puedes hacer estas cosas, Belcebú. No puedes pasearte frente a todos los ángeles del cielo en una chaqueta mía, no puedes tentarme hasta volverme loco y luego gritarme que estás embarazada. No puedes robar un diamante y pedirme matrimonio.

Se humedece los labios.

—¿Cómo te imaginabas que iba a salir todo esto? ¿Qué pensabas que iba a suceder?

—Todo... salió sobre la marcha. Casi.

La mira.

—No debía poseer a Miguel... pero tú estabas tan...

Parpadea porque de eso no de había enterado.

—Cerca. Y sonreías y hablabas conmigo —le mira de reojo—. Mierda.

—¿Cuándo poseíste a Miguel?

—Ella está bien, ¿vale? La dejé en tu oficina. Ehm... vamos a decir que... No nos desviemos del tema.

—No es eso lo que he preguntado

—Nunca bajé del cielo después de la junta —se acurruca más. Él levanta las cejas—. Ni siquiera te diste cuenta

—T-Todo...

—¿Eres siempre así de cariñoso con ella?

—Te... estuve hablando... con ella. ¡De ti!

—Sí... por lo visto sabe algunas cosas —le mira.

—¡Era una conversación privada! —ni siquiera está muy seguro de lo que dijo, ahora mismo.

—No le has dicho nada que no supiera ya... de hecho te he tenido que sacar la información.

—¿¡Qué información!?

—Toda la que has dado y has dado poca. No le has dicho lo que hemos hecho, ni siquiera le has dicho que me echas de menos—levanta la mano y le acaricia la mejilla.

—¡Claro que no!

—Pero le sonríes todo el tiempo y la abrazas y la besas.

—¿Y?

—Y... tuve que aguantarlo —no le mira.

—Pobre mártir.

—No había ensayado la canción de Miguel, había ensayado otra de otro ángel. Se suponía que... iba a usar las máquinas de sanación en el cielo para ver si de verdad estaba embarazada o no mientras todos estuvieran ocupados en la Navidad. Ese era el plan.

—No puedes estar embarazada —aprieta los ojos—. ¡No puedes meterte a las máquinas de sanación del cielo!

—Crowley y el ángel dicen que no hemos usado esos tubos de plástico... ¡Nadie se iba a enterar! ¿Tú que crees que haría conmigo el infierno si tengo un bloody ángel adentro? Iba a matarlo pero... pensé que...

—No seas idiota. ¿Tienes idea de cómo funcionan esas máquinas?

—No. ¿Pero tienes alguna idea mejor? Esa cosa va a comerme por dentro.

—Te habrían descorporizado. Esas máquinas no diagnostican, eliminan todo lo malo, sea lo que sea. Si hubiéramos metido a Miguel estando poseída te hubieran deshecho.

—Ohh... Ugh. ¿No tienen unas que eliminen lo bueno? Podríamos usarla...

—Desde luego que no, ¿para qué íbamos a tener algo así?

—Para abortar un posible bloody baby angel.

—No tienes un posible baby angel. No es así como se reproducen los ángeles.

—¿Cómo se reproducen los ángeles?

—Dios hace más.

—Bueno, esa es una buena noticia entonces —le mira y vuelve a acariciarle la mejilla.

Él traga saliva porque tampoco está cien por cien seguro.

—No puedo hacer lo que quieres que haga —asegura dando por terminado el tema del bloody bebe que le da escalofríos.

—¿Hacer qué?

—Irme y no volverte a hablar ni ver...

—¿Por que no?

—No puedes hacer las cosas qué haces y luego... esperar que me olvide de ellas —traga saliva.

Gabriel le hace una oleada de afecto.

—Fucking thing... —aprieta los ojos.

—Esto —sonríe.

—Y-Yo sé que tú lo sientes todo el tiempo ahí arriba y que no te...

—Te dije que te iba a volver loca. Es intolerable.

—¿Intolerable? —se humedece los labios.

—Me refiero a que no puedes... es inevitable. Letal. No hay forma de luchar contra ello.

—¿Haces esto para... matarme? —le mira, asustándose un poco. Y es que... sería tan fácil para él. Un chasquido, agua bendita... subir al cielo y proclamar su gloria. Reivindicarse. Limpiar su nombre.

—No es que sea... letal propiamente. No te va a matar, si acaso te matarás tú a ti misma a causa de ello.

—Preferiría encontrar una manera sin muertos.

—Eso no depende de mí.

—Crowley dice que casarse hace que deje de ser pecado. Si no es pecado puedes hacerlo, ¿no?

—¿Casarse hace que deje de ser pecado? ¿Desde cuándo?

—¿Pues no se supone que uno puede querer a su esposo o esposa? De hecho tiene que hacerlo

—Solo con fines de reproducción.

—Podemos intentar reproducirnos y fallar miserablemente.

La mirada. Belcebú suspira.

—Estabas hablando de matar a un posible baby angel —le recuerda él.

—Y no lo he matado aún... créeme que no ha sido por falta de tiempo –mira el diamante en su mano otra vez—. ¿Entones eso es un "no"?

—No he dicho no.

—Tampoco has dicho sí.

—Es que... mírate, ni siquiera puedes estar aquí de pie.

—Sí puedo, solo me quema.

Él le mira con intensidad.

—Y... eso resuelve algo. Debe resolver algo.

—¿Eso es lo que hizo Crowley? ¿Casarse con Aziraphale?

—¿¡Me estás preguntando por Crowley ahora?! ¡Yo qué coño sé!

—¡Pues es lo que te dijo a ti! Alguien decía eso sobre Aziraphale, pero nadie le creía demasiado.

—Probablemente —Belcebú suspira porque le dan lo mismo.

—Crowley puede tomar los sacramentos...

—Crowley puede nadar en agua bendita... yo no. Pero esto... no requiere que coma nada o que toque nada ¿o sí?

Gabriel suspira

—¿Queeeeé?

—Tienes que ser parte de la iglesia de Dios para casarte a ojos de Dios.

—Soy parte de la iglesia de Dios. ¿No me has visto dibujada en las iglesias ortodoxas? Estoy del lado de los malos, pero soy parte.

Gabriel sonríe un poco de lado con eso.

—Esto... es para que tú te estés haciendo algo que esté bien. Esto no es para mí.

—Para que yo haga esto bien, tiene que hacerse BIEN. Nada de doblar las normas, nada de vacíos legales o libres interpretaciones.

—Tú eres el que sabe cómo funcionan las cosas. No puedes bautizarme —Belcebú se humedece los labios.

—Es que... En el caso de los humanos se puede pedir un permiso episcopal, pero yo tendría que prometer que no me voy a apartar de la fe.

—No te vas a apartar de la fe... ¿crees que voy a impedirte ir a misa o a dar tus círculos de oración y a intentar que no comulgues? ¿Vas tú a... hacer que yo no tiente?

—Todo este asunto es... no podría ser una evidencia mayor de mi...

—Interés por hacer las cosas bien y en orden —acaba la frase ella.

—Tendencia a apartarme del camino recto —replica él.

—Más tendencia es no hacerlo.

—Lo que hace esa tendencia es el evento general, no pedir un permiso. Belcebú no estamos hablando de que seas musulmana o judía. Ni siquiera que seas un demonio menor que a nadie le importa como Crowley.

—¿Y crees que no... hago lo que debería? ¿No me porto contigo como debería? ¿No te respeto y... hago todas las cosas que requieres de una "esposa"?

—Definitivamente no las haces —la molesta—. Pero no es eso de lo que hablo.

—¡Sí que las hago! —protesta de vuelta y le mira—. ¿De qué hablas?

—De tu estatus.

—No puedo dejar de ser quién soy... no puedo cambiarlo.

—Ya lo sé —suspira—. ¿Y qué crees que pase en el infierno cuando sepan...?

—No pueden saber...

—Mmmmm...

—¿Tú vas a decirle a todo el cielo?

—No sirve de nada si no lo sabe todo el mundo.

—En el instante en que subas ahí y lo insinúes van a... decir que estás loco. Que te he influenciado y llevado por el camino del mal.

—Eso es lo que te estoy diciendo yo a ti que has hecho.

—Creo que... quizás deberías entender qué está pasando aquí... que es todo menos influenciarte y llevarte por el camino del mal.

—No va a ser reforzar mi fe...

—¿Estás seguro? Estás sobreconsciente últimamente de cada... cosita mala que haces, haces penitencia, te arrepientes y te agobias. Quizás más que cuando no estabas conmigo.

—¡Esto no son "cositas"!

—No estás lastimando a nadie más que a mí... Y a ti en el proceso. Son cositas...

—¡No son cositas! Es lo PEOR que he hecho nunca.

—¿Peor que matar gente?

—Nunca he matado a nadie que no fuera designio divino.

—¿No matarás no estaba dentro de sus mandamientos? Esto no puede ser peor que matar... estás haciendo tu trabajo que es... amar —se sonroja.

—Estoy desobedeciendo a Dios, esa es la principal ofensa.

—¿Dios te ha dicho que no puedes estar conmigo? ¿Cuándo?

Gabriel se humedece los labios porque de hecho la señal que le ha mandado ha sido otra.

La señal que te ha mandado, querido, ha sido Belcebú yendo a pedirte matrimonio.

—¿Cómo puedes desobedecer una orden que nadie te ha dado? Estás... enseñándole sobre el amor a... alguien que no debería saberlo, me parce que eso es considerablemente más útil que no hacer nada.

—Ella... V-Vosotros...

—Y me inspiras a ser bloody buena contigo y paciente y a quererte y tratar de ayudarte.

—Igualmente, es... vosotros no... No es esto para nada lo que tendríamos que hacer con vosotros —y aun así ningún ángel te inspira esto que ella te inspira a ti cuando le besas.

—¿Te hago malo? ¿Vas por ahí siendo peor con los demás por mi culpa?

—No, pero porque no tienes tanta influencia —Aziraphale discrepa.

—¿Tengo o no tengo mucha influencia? —pregunta sonriendo de lado.

—¡No!

—¿Si no tengo influencia entonces cuál es el bloody problema?

—Que está mal. No me vengas ahora de marisabidilla con tus juegos de palabras.

—Está mal sólo por decreto tuyo... —se estira y le da un beso en los labios—. ¿Quieres que lo sepa el infierno? Vale... les diré a todos que voy a casarme contigo.

—No es por decreto mío... y necesito pensar esto mejor.

—¿Eso qué quiere decir?

—Que necesito valorar esto.

—Que me vaya al infierno y que quizás no me vuelvas a hablar nunca más o... quizás te cases conmigo —Belcebú suspira.

—Primero devuelve eso. No seas cínica —se levanta para llevarla a la puerta en volandas.

Ella hace los ojos en blanco, Gabriel la deja en el suelo, justo en el linde de la puerta, por fuera pero Belcebú no le suelta del cuello, mirándole a los ojos.

—Por cierto... ¿nadie te dijo que devolver los regalos es feo?

—Pues...

—Y es mentira que los demonios no damos regalos...

—¿Cuántos regalos has dado a alguien en tu vida?

—Tres —le mira a los ojos y se sonroja un poco.

—¿Cuál es el tercero? —levanta una ceja.

—Los gemelos de mosca, la capa y... esto

—¡La capa!

—Que también me devolviste.

—No. Se la presté a Azrael y tú se la quitaste.

—No era para Azrael, ¡era para ti!

—Se la presté.

—Vas a tener que ir por ella si la quieres —le sonríe un poco.

—Sigo enfadado contigo —ojos en blanco. Ella suspira, acariciándole el pecho.

—Yo... sigo queriendo abrazarte un día entero —murmura mordiéndose el labio.

Gabriel se acerca a besarla y ella sonríe un poco y cierra los ojos devolviéndole el beso.

—He... hablado con el muchachito ese... Arcángel. Memiel o como se llame —susurra cuando se separa. Él la mira—. Traté de... convencerle de que todo era mi culpa y que tú eras... ugh... ¿sabes? Merezco otro beso por eso —se acerca y se lo da ella.

Se lo devuelve. Cuelga tú, no cuelga tú.

Belcebú sonríe incluso en el beso, poniéndole las manos al cuello y acariciándole el pelito de ahí. Estás PERDIDA chica.

Y él le mete las manos por dentro de la chaqueta.

Ella le abraza del muslo con una pierna.

De hecho se la desabrocha como buenamente puede, bastante torpe y hace para quitársela.

Ahí va la chaqueta hasta el suelo. Ella le... desfaja un poco la camisa, tocándole la espalda un poquito con los dedos. No quiere hacer ningún movimiento excesivamente extremo.

No, no va al suelo, la pesca antes de que se caiga y se separa colgándosela al hombro y dando un par de pasos atrás para mirarla.

What the hell!Trae la corbata... Al cuello aún. Porque se ha puesto una corbata lila. Casi se cae de boca sin esperarse que se separara.

—Devuelve las cosas que has robado —se da la vuelta con la chaqueta al hombro, dirigiéndose hacia dentro de la iglesia.

—¡Ehh! ¡La chaqueta es mía! —protesta y se cubre con las manos un poco, y es que... por Satanás, cómo la tientas.

—La chaqueta es mía.

—Ugh... —ella que iba a hacerse bolita en ella saliendo de aquí—. Los ángeles son los que no dan NI UN regalo

Chasquea los dedos y le quita también la corbata.

Fuck... —chasquea los dedos y le quita la camisa que trae puesta.

Pues él le cierra la puerta en los morros.

Asshole! —sonríe poniéndose la camisa que le acaba de quitar.

Esa era la respuesta que queríamos.

Repentinamente el amanecer se ve especialmente brillante y bonito desde aquí. Se pasa una mano por el pelo y... olisquea un poco la camisa que se acaba de poner, porque huele un montón a él y... hoy ha sido un buen día. Se va a ir tarareando el maldito Ave María.

Te ha dado muuuuuy fuerte.

Shut up.