A lo mejor le meten a una puta random dentro.

Raguel hace los ojos en blanco cuando la ve. De hecho, no. Parpadea al verla sin entender

—¿Tú... quién eres?

La chica se cae al suelo y se hace bolita rápidamente contra algo que encuentra, una esquina o la pared.

—¿Estás... bien? ¿Estás herida?

Murmura algo súper súper en pánico

—No voy a hacerte daño... dime ¿dónde te duele?

Ella se cubre la cabeza con las manos, temblando.

—Soy un ángel, no voy a hacerte daño. Dime dónde te duele y te curaré —le susurra.

Niega con la cabeza haciendo un sobreesfuerzo para no gritar. Tiembla, también.

Estira una mano y le roza una pierna soltándole un poco de afecto celestial para intentar calmarla.

Ella se calma un poco, levantando la cabeza parpadeando aunque aún le va el corazón a mil.

—¿Por qué estás aquí?

Llora.

—Calma, calma...

Llora más, tapándose la cara.

—Eh... todo va a estar bien, de verdad... vas a dormirte. Esto es solo una pesadilla —la hace dormir.

Pues ahí cae dormida sin remedio, como si la hubieran drogado.

Así va a encontrarle quien venga después.

No va a venir nadie.

¿¡Nunca?! Pero... pero... pero...

Pues no, por lo pronto.

Ugh ¿Cuándo va a venir por él alguien?

Pues por ahora le observan.

La chica se le va a morir de hambre.

Cúrala.

Sigh... ¡sigh! Pues eso hace, preocupado curándole la sed y el hambre con su profundo conocimiento de los humanos

¿Pero no la despierta?

Pues pobre chica, no. Está desesperado.

Ella también. La chica, pues.

Es un sueño muy largo.

Ya, ya.

Pobre chica.

—AAAAMOOOOOOON!

La verdad, lo que quiere es que hables con ella.

Va a tardarse en hablar con ella.

¿Y eso?

Pues va a pensar que la ha traído para otra cosa

¿Y va a hacer esa otra cosa? También estamos interesados en ello.

No, no va a tocarla así!

Menos mal.

Lo dicen como si existiera la posibilidad ¿¡De verdad no va a venir en días?!

Están viendo qué hace.

Es que... tres días más tarde quizás si la despierte solo para... o sea... es que no sabe si se le puede morir por dormir tanto rato.

No hombre no.

No hombre no se te muere. O no, hombre, no van a pasar tres días.

No se te muere.

Como bien decíamos, es después de muchísimas horas que Raguel despierta a la chica, preocupado por lastimarla al tenerla dormida tanto tiempo.

La chica esta súper mareada y cansada después de dormir demasiado.

—¿Estás bien?

—¿Q-Qué?

—Lo siento, no he logrado sacarte de aquí aún...

—¿Sacarme?

—¿Te duele algo?

—L-La cabeza. No lo sé.

Estira una mano hacia su cabeza para curarla y se le pasa bastante el mareo. Parpadeando.

—¿Quién eres?

—M-Me llamo Eva... ¿quién eres tú?

—Eva. Yo soy Raguel. ¿Conoces a... Aamón? ¿Sabes por qué te han traído?

—R-Raguel... ¡RAGUEL! ¡Aamón!

—¿¡Sabes quiénes somos?! —Levanta las cejas.

—T-Tenía un... mensaje, para... Raguel, creo.

—¿Cuál mensaje?

—No estoy muy... segura.

Raguel se pone en cuclillas frente a ella, que le mira

—Entre más pronto recuerdes eso, más pronto te dejarán ir.

—Era algo sobre que... Aamón... ¿Aamón?

—Sí, Aamón. Es... ¿qué te ha dicho?

—Se... acostó conmigo.

Raguel parpadea leeeentamente.

—Creo.

Raguel se levanta, pensando que... SEGURO se acostó con ella. Aprieta los ojos y respira profundamente.

Ojo por ojo.

O lo que Aamón interpretaba por ojo por ojo. Se humedece los labios imaginándole... abrazando a esta chica, o besando a esta chica, o... tocándola. Toma aire profundamente otra vez.

—Estoy muy confundida.

—¿Te... l-lastimó?

—N-No lo sé, todo está... como... borroso.

Raguel toma aire profundamente ooooooooootra vez.

—AAAMOOOOÓN!

Ella se queda paralizada. Raguel aprieta los puños, empezando a enfadarse de verdad con toda esta situación.

—AAMÓN! ¡MALDITA SEA! ¿¡QUÉ MÁS VAS A HACER PARA ARRUINARLO TODO?! —grita, y empieza a sentir la ira subirle...—. NO TENÍAS QUE HACER ESTO, ¡ERES UN IMBÉCIL!

—¿Q-Qué pasa?

—ES UN IMBECIL, ¡ESO PASA!

Parpadea.

—¡HACE COSAS SIN PENSAR EN LAS CONSECUENCIAS QUE VAN A TENER!

—P-Pero...

—¡Y NO LE IMPORTA NADA NI NADIE PORQUE ESTÁ ENFADADO! —le salen las alas.

Eva se agazapa asustada entonces. No nos extraña.

—NO SEAS COBARDE Y BAJA, AAMÓN! —sigue gritando Raguel, sin hacerle caso a la pobre chica que se agarra el pelo pensando que se está volviendo loca.

Sí, pareciera que sí, lo entiendo.

Y se pone a rezar.

Oh, Dios... vale, esa... es una forma perfecta de calmarle.

Pero sigue desconsolada

No nos extraña... pero el ángel siente, siente sus rezos... y se tranquiliza un poco. Ella sigue desesperada y súper asustada.

—Eva, Eva... Eva. No pasa nada —pide, acercándosele. Cielos... los humanos.

No le hace caso porque verás, ahora le das miedo tu también.

Va a ponerla a dormir de nuevo.

Uf...

Todo esto es culpa de Aamón. Se sienta por ahí, brazos cruzados, enfadado. Ya ni siquiera reza.

Uuuuf...

—¡No puedes dejar de hablarme y dejarme aquí! —protesta apretando los ojos.

No va a bajar ahora. Quiere ver qué haces

Seguro va a estar enojado un rato LARGO... y luego va a hacer drama la verdad. A lloriquear un poco porque por lo que veo mis ángeles son suavecitos y... lloran.

Oh.

Quisiera decir que es por el conjunto de cosas pero... no es por las otras cosas. Es por Aamón.

Ya...

El draaaaaaama angelical Ni siquiera sabe si le va a dejar salir. Ahora da igual... quizás tampoco quería que viniera.

Tienes que despertar a la chica.

La verdad no sabe si la quiere despertar. ¿Para qué? ¿A ver si le cuenta detalles? Le vuelve a tomar un tiempo despertarla y vuelve a hacerlo preocupado de que... se muera.

Y le vuelve a pasar lo mismito

Chasquea los dedos e intenta hacer un milagro para calmarla.

Vale, vale, va entrar en un trance así como si la hubiera drogado. Raguel suspira.

—Estás bien. Vas a estar tranquila y sin asustarte, ¿vale?

Asiente con una sonrisa de medio ausente.

—T-Te hizo sentir amor en... cuando... se...

—¿Mmmm?

—¿Cuándo se acostaron? ¿Sentiste su... amor?

—¿Cuándo se acostó quién?

—Tú con Aamón.

—No me acosté con ningún Aamón, tenía que decírselo a su novia para que se pusiera celosa —sonríe en trance.

—¿Q-Qué? ¿Su novia? —Raguel levanta las cejas.

Y de repente ella desaparece como prueba de que te están observando.

—Ehhhh!

Pues es que... han entrado un poco en pánico.

Ejem.

Sí. Ejem.

—¡VEN AQUÍ EN ESTE INSTANTE O DEJARE DE HABLARTE PARA SIEMPRE!

Las... amenazas de los ángeles. Este no es Crowley

Pues, por eso se lo cumple. Es que está empezando a DESQUICIAR a Raguel

Eeeeh... igual ahora no quiere ir. Ejem. Demasiado comprometido

Si tuviera algo que lanzar contra la pared lo haría. Esta es LA prueba de paciencia.

No, no va a dejar que lo descorporice frente a todos, el puto Lucifer ha estado sacando partido de lo que descubrió ¿¡Y cuantos días va a dejarle aquí?!

Creo que va a abrir el techo de nuevo para que salga si quiere.

Raguel está tentado a salir y a volver a entrar al infierno.

¡No!

¡Sí! Está enfadado. Está enfadado de verdad.

Van a meterle a una celda otra vez y vamos a repetir esto.

¡Es increíble que no se digne a verle! IN CRE I BLE

¿Te crees que es el único que está ahí observándole?

Abre las alas y se larga.

Ya bastante va a tener que hacer para que no se lo COMAN por la puta diciendo eso y luego abrirle la celda.

Pues se larga enfadado. Jum! y a medio camino se devuelve. Maldita sea. ¡Es desesperante que no le deje hablar con él! ¡DESESPERANTE!

¡No va a ir a hablar con él ahí ahora que todo el mundo está pendiente!

P-Pues... pues... Raguel bufa. Manda un mensaje al cielo y se va al lugar en el que llevan pecando los últimos cien años... Ligeramente obsesionado con esto ahora, se ha olvidado del cielo y de los pecados.

Igual va a tener que esperarle.

Pues... le espera. Sorprendentemente enfadado a pesar del tiempo.

Días...

Luego no te quejes de que el té haga esperar también...

¡No compares! Pues, pues... bueno. Whatever.

Bueno pero antes va a ir por él, ¿no? porque está incrédulo, está incrédulo de todo esto.

Raguel pasa las primeras horas paseando de un lado a otro, revisando en su cabeza exactamente que va a decirle y cómo Se echa en la cama un rato más tarde, luego saca el backgammon y juega contra si mismo.

Luego pasea un rato más. Se sienta y reza unas cuantas horas. Se plantea subir al cielo.

Sale a la calle, habla con la vecina. Vuelve. Da vueltas.

Vale, cuando vuelva le va a encontrar ahí.

Se pregunta cuándo van a inventar la imprenta...Oh. La verdad ha revivido esta escena en su cabeza tantas veces... Que no sabe si, intentar saltarle encima y besarle, o descorporizarle de golpe.

Aamón le mira, humedeciéndose los labios, sentado en la cama.

—Te has tomado tu tiempo...

—Ha... habido problemas abajo.

—Han habido problemas en todos lados, por lo visto —frunce el ceño, igual, y se cruza de brazos. No se Aamón, pero el sigue sorprendentemente enfadado.

—Es lo que ocurre cuando...

—¿Sigues con eso? —Raguel hace los ojos en blanco.

—¿Y tú?

—Sigo sin ser un adúltero, sí.

Ojos en blanco.

—Y si he entendido bien, tú tampoco eres un adúltero.

Aamón se sonroja y no le mira.

—Gracias a Dios.

—Te aseguro que si fuera por Dios, lo sería.

—¿Aún crees que lo soy?

—Moralmente.

—¿Soy de moralidad adúltera? —Da un par de pasos hacia él y se lleva una mano al pecho sintiendo, al acercarse, un poquito de amor en el aire—. Moralmente... cuestionable. Moralmente imperfecto. Un mal ángel. Pero no... no soy un adúltero —se sienta junto a él en la cama

Maaaás ojos en blanco.

—Sé que no te interesan mis problemas morales con Dios... lo cual es un poco decepcionante, pero... de hecho, si no soy adúltero no tiene que ver con ella, tiene que ver contigo.

—Si no eres adultero es porque eres demasiado...

—Es que no me interesa estar con nadie más, Aamón. No importa si se dedica a ello o no, no importa si es posible, si estoy en su casa, si lo ha malentendido. Ese día... quería terminar rápido mi trabajo para venir a verte aquí. Luego estaba mortificado por haberme enterado y... quería venir aquí. Y vine aquí. Y cuando vine, lo único que quería era estar contigo.

—Idiota —acaba la frase.

—¿Tú qué tienes que decir? —Le mira de reojo.

—¿De qué?

—¡De todo esto!

—Pues ya te lo he dicho.

—Que soy moralmente adúltero.

—Más lo de que eres idiota.

—¿A qué te refieres con moralmente adúltero?

—Pues a que tal vez no hiciste nada físicamente, pero...

Raguel se le acerca y le besa en los labios con seguridad y bastante fuerza.

—Nmmm...

Aamón le besa de vuelta y ahí va el amor de ambas partes, una cantidad absurda por parte de Raguel. ABSURDA. Cielos, no te mueras ahogado en amor.

No creo.

Y, cabrón demonio, te va a salir bien este movimiento porque va a entregarse del todo otra vez, sin siquiera vacilar.

Pues es que la pelea pide sexo de reconciliación a gritos.

Sí. ¿Lo ves? No es solo el demonio.

No, no... lo que se inventó el demonio es la pelea. Igualmente han hecho esto tantas veces que... Es difícil sentirse tan culpable. Como si alguien le dijera que usar los ojos es un pecado.

Bueno, es que... eso es lo que siempre dicen todos los demonios.

Ughhh ¡No le digas eso!

Es verdad, que el sexo en sí no es pecado porque si no la humanidad...

Para él sí es pecado.

Bueno, porque él es un ángel.

Pues claro... pero es que a estas alturas es difícil pensar en ello, está demasiado normalizado.

Tan mono...

¡No es mono! Pero igual se le esconde en el cuello y le aprieta contra sí in querer separarse en lo absoluto.

—¿Estás bien?

—Sí... ahora estoy mucho mejor —le aprieta contra sí—. Aunque...

—¿Aja?

—Esto está mal —se estira sobre él y le acaricia el tórax y le toca las partes íntimas—. Quiero hacerlo otra vez.

Levanta las cejas sin esperarse eso.

—Por favor... —añade.

Aamón asiente.

Raguel le besa otra vez, ansiosamente. Aamón ya no está tan necesitado esta segunda vez, así que puede... recrearse y disfrutarlo más.

Sí, sí, si lo que le pone ansioso es haberlo pedido. Esta vez es más... concentrado y consciente. De hecho, si no cae esta vez, piensa, es porque ni está en su destino.

La verdad, el demonio está disfrutándolo mucho como cada vez, porque además hace más días y esto es maravilloso, siguiéndole el ritmo.

Raguel, quizás es lo prohibido o el conocimiento real de lo que hacen o el enojo que tenían... pero todo le está pareciendo ESPECIALMENTE intenso y fuerte.

Yo creo que sigue siendo el enojo.

Quizás sí. Sea lo que sea... está siendo muy efectivo e intenso.

¿Y agradable?

Absolutamente, mírale la sonrisa y la cara que pone. Aunque otra vez se esconde a la primera oportunidad después de terminar, en su cuello.

Le acaricia lánguidamente él mirando al techo, satisfecho.

—Te echaba de menos...

—Y yo, maldita sea.

—No parece... has tardado en entrar en razón —responde riendo un poco igual.

—A mí no vino nadie a decirme que era todo mentira a los treinta segundos.

—¡Te dije que era todo mentira el mismo día que estábamos aquí a los treinta segundos de que lo malentendiste! —protesta separándose para mirarle. Y sonríe porque mira que cerca está y qué despeinado se ve.

—¡Pero tú no eras confiable! —protesta un poco también.

—¿Quién lo era? —le da un beso en la mejilla.

—E-Ella... medianamente.

—¿María Magdalena? ¡Dios mío! Dime que no la mataste... ¿qué te dijo?

—Que eres idiota.

—Encantadora chica.

—Nadie podría inventarse esa historia.

—Te lo dije... —se esconde otra vez—. De hecho eso... es ahora un problema.

—¿Por?

—Porque me cuesta mucho pensar que esto sea un pecado mortal... ni siquiera me parece un pecado.

—Es que...

—¡Aun así no puedo creer que fueras a hablar con ella!

—¿Cómo iba a no ir?

—¡Pues creyéndome!

—No eres de fiar.

—¡Soy un Ángel! —abre la boca cómicamente.

—Eso ya lo sé.

—¡No puedo no ser de fiar!

—Sí que puedes.

—¡No!

—Oh, sí.

—Claro que no, ¿qué mentiras te he dicho yo?

—Las piadosas.

—¿Cuáles?

—Pues las mentiras piadosas que tu les llamas

—¡Esas no las digo así a la ligera tampoco!

—Ahí tienes una.

—¡No es una mentira!

—¿Que hay de cuando te... hago eso que te da vergüenza admitir que te gusta?

—Ugh... eso es otro asunto —se le esconde.

—Siempre dices que no te gusta tanto y todos sabemos que es mentira

—P-Pues... —aprieta los ojos—. Pues lo que ocurre e-es que cuando digo que no me gusta tanto e-es que no lo hace.

—Ahí están las mentiras ooootra veeeez...

—¡No son mentiras, Aamón! Ugh, cállate.

—Claro que sí.

—Cállate —insiste, mordiéndole una poco el cuello.

El demonio se ríe, dejándole.

—¡Igualmente esta vez no te he mentido y ahora lo sabes!

—Bueno... como sea.

—Pero tú...

—¿Yo?

—Si yo soy idiota, tú sí sabías.

—Sabía... ehm...

—Y no me sacaste del error ni una vez —le mira a los ojos y sonríe de lado—. Claro que ¿qué podía esperar yo de un demonio...?

—Pues es que, ¿cómo iba yo a decirte? Para que hicieras un drama.

—Para ser sincero conmigo y... parar.

—Ibas a hacer un drama.

—Sí.

—Entonces como iba yo a decirte ¿Crees que soy tonto?

—No, pero... es lo que yo hubiera hecho. Sobre todo si te beneficiara a ti.

—Ya, claro.

—O eso creo... Ugh. Vale. Quizás no.

—Sé que no.

—Es... —Le acaricia la mejilla, Aamón le mira—. Cierto. Vale.

—Pensaba que ibas a mentirme de nuevo.

—Contrario a lo que crees... No me gusta mentir. En lo absoluto. Me hace sentir mal, incluso esas mentiras piadosas.

—Sí, sí, ahora resulta.

—¡De verdad no me gusta! ¿Por qué no me crees?

—Porque las dices a tu conveniencia, como todos.

—Me estás diciendo que digo la cantidad de mentiras que dice un demonio cualquiera... solo a mi conveniencia.

—Pues claro, los ángeles sois súper cínicos.

—¿Qué? ¡No!

—Oh, sí.

—¿¡Cínicos cómo?!

—Pues así, diciendo que no dices mentiras

—No las digo en cosas gordas, no te diría que... de hecho... no tendría sexo nunca con nadie más. Cosa que no necesariamente es tu caso... ¿entendí bien y realmente NO te acostaste con ella?

—Pues claro que no.

—Y yo debería creerte a ti...

Ojos en blanco.

—¿Estás bien? —se ríe.

—Sí, claro.

—Claro, claro... como si no te hubiera afectado nada de todo esto.

—Más o menos.

El ángel entrecierra los ojos. Lo cual es casi como... cerrarlos en su caso.

—Si no te afectara no habrías estado así de enfadado.

—Anda ya...

—¡Es verdad! Aunque seas tú.

—Claro que no, por eso me enfadé, es mi trabajo.

—No digas mentiras y seas cruel solo por serlo —frunce el ceño un poco y le mira a los ojos. Aamón se humedece los labios—. Fue horrible para mí también.

El demonio gira un poco la cara. Raguel se le esconde otra vez en el cuello, cerrando los ojos.