Aamón le mira y Raguel cambia el peso de pie... tragando saliva.
—A-Al fin... solos.
El demonio le sonríe. Raguel es humedece los labios sintiéndose... como un adolescente. Recarga la espalda en el marco de la puerta.
—¿Cómo estás?
—Sentado —sonrisita de lado.
—Oh, ¿de verdad? —sonríe un poco... y es que cada vez que habla con él unos cuantos segundos, vuelve a pensar en lo mucho que le ha echado de menos.
Se acerca a la butaca en la que está, sonrojándose un poco porque... trae ropa nueva,y no sabe si le gusta y... parecía nervioso hacia un rato, todo tenso. Ahora quizás el tenso es él, solo porque... es que quiere abrazarle otra vez y no debería pedírselo de nuevo.
—Sí, no soy realmente así de bajo, aunque lo parezca.
—Pensé que te habías encogido —sonríe un poco más y vacila dónde sentarse. ¿Junto a él? ¿En la otra butaca?
—Solo cuando estoy contigo me hago más pequeñito.
Raguel levanta una ceja... sentándose en la otra butaca después de pensárselo bien
—Anda ya... ¿es la idea que te da?
—Sí... ¿a ti no?
—Lo que te haces es dulce —le sonríe y el demonio pone los ojos en blanco
—Aunque me pongas esa cara —risita.
—Tú te haces más irascible.
—Eso todos sabemos y hemos confirmado que es cierto... así que ten cuidado —igualmente se sonroja y gira la cara.
—Uy, que se pone chungo.
—Exacto, no tienes idea de las cosas que podría hacer.
—¿Cómo qué?
—Cosas terribles, inimaginables —le mira, y sonríe un poco, pensando inocentemente — Cosas violentas.
—¡Violentas!
—Brutalmente violentas —asegura, asintiendo—. Casi hasta se podría decir que... anomalísticas. Irreconocibles. Brutales.
—Todas esas son solo palabras que no hacen la idea clara.
—Ah, ¿quieres una demostración? ¿Te recuerdo la última vez?
—Me acuerdo de ti llorando por años y años sintiéndote culpable.
—Aún me lo siento... así que calla —se sonroja un poco más.
—Lo... suponía —vuelve a sonreír.
—Y no pretendo volver a hacerlo, he aprendido mucho autocontrol en lo últimos años
—Ah, ¿sí? Algunas lecciones se aprenden por las malas —mira hacia otro lado, entrecruzando los dedos sobre sus piernas cruzadas. Raguel le mira y baja un poco la cabeza.
—Lo siento... no nos pongamos otra vez tristes
—No, no... Vale. Solo digo... —le mira—. No te lo estaba echando en cara, de hecho me compadecía de ti un poco.
Raguel traga saliva
—Yo he aprendido a la más mala... algunas cosas. Pero...
—¿Pero?
—Pero lo he aprendido. Hay cosa que no repito.
—Yo... también.
—¿Qué... que ha aprendido tú? —Raguel traga saliva con esa declaración de peso.
—Algunas cosas, por las malas. Errores que no se van a repetir... espero.
—No vas a confiar en mí nunca más, ¿verdad?
—No he dicho eso —traga saliva.
—No, no lo has dicho, pero puedo inferirlo —Raguel cierra los ojos.
—Pues es... algo que está por ver. No te eches igualmente toda la culpa.
—Igualmente, si hay algo que no podemos cambiar, es el pasado—asiente —. Sea toda mi culpa, parcialmente mi culpa, o culpa de ambos... cosa que agradezco que pienses.
—Por eso lo que hay que hacer es aprender de ello.
—Yo... si hay cosas que definitivamente voy a cambiar.
—¿A parte del enclaustramiento?
—Sí, aparte del enclaustramiento, que definitivamente no ha sido lo peor.
—¿Entonces?
—Tú. Las cosas respecto a ti.
—¿Aja?
—No vuelvo a dejar de hablarte ni a irme así
—Eso... te lo aseguro —sonríe.
—¿Me lo aseguras? —pregunta sonriendo también y echándose al frente.
—Con total convicción.
—Me gusta que estés así de seguro.
—Bien por ti.
—Andaaaa... que agresividad.
Aamón se ríe.
—Bien por ti, me da lo mismo, ¡ñañaña!
—Pues es que no vas a cambiar eso
—¿Por qué depende de ti?
—Porque voy a hacer cosas que no hice la otra vez si eso se repite. No te dejaré ir tan fácil.
—Quizás el que se va esta vez seas tú... — Raguel le sonríe sinceramente y Aamón abre la boca con esa posibilidad—. No creas que no lo he pensado. O temido.
—Yo no me iría a esconder. Podríamos seguir siendo amigos
—Te refieres a... como ahora —traga saliva otra vez con el asunto de los amigos.
—Ehm... sí, bueno.
—Ugh... ¡ugh! —protesta —. Igualmente, si fueras a esconderte... Visto lo visto, no haría lo
mismo que ya hice una vez
—¿Qué harías?
—Ir a decirte que eres un idiota y que no hagas la misma estupidez que hice yo.
El demonio sonríe.
—Y luego acabaríamos sentados aquí, volviéndonos a ver y siendo... ugh, amigos. Aamón... estoy teniendo dificultades con lo de ser amigos.
—¿Por? —aprieta los ojos
—Porque... me parece insoportable estar sentados así, después de... ugh. No sé cómo ser tú
amigo, porque incluso ser tu amigo... para mi implicaba ser infinitamente más cercanos que
estar sentado tu ahí y yo acá.
—¿Quieres sentarnos en el sofá? Si el problema es de localización... —se levanta y se cambia
al sofá.
—Oh, no te burles de mí —protesta un poquito, aunque le mira de reojo —. ¿P-Por qué no jugamos... algo?
Hace un gesto abriendo las manos y encogiéndose de hombros. Raguel le mira... y es que pareciera ser el él único ansioso por tocarle, o abrazarle o besarle.
Traga saliva.
Pero si por eso se ha cambiado de sitio.
Ya, ya... porque se lo ha pedidooooo.
—¿P-Puedo tomarte la mano? —igualmente estira un poquito la mano hacia él.
—¿No querías juga... Oh
—J-Juguémoste, juguemos —quita la mano, sonrojándose y girando la cara —. ¿P-Por qué no buscas algo de beber e-en lo que busco el juego?
—No, no... ven.
Le mira de reojo, sin esperarse eso. Traga saliva y ahí va. Aamón da unas palmadas al sitio a su lado en el sofá. El ángel se humedece los labios y... se sienta, poniendo sus manos entre sus propias piernas, apretándolas.
—¿Cómo me pides tomarme la mano y ahora estás así de tenso? —le mira de reojo.
—P-Pues porque ya no sé qué si puedo y que no puedo hacer —saca una mano igual de ahí en medio. Una sudorosa mano.
El demonio le toma de los hombros y le atrae hacia sí. Raguel se deja caer contra sí del todo.
—A-Ay A-Aamón —saca la otra mano de entre sus piernas y le rodea con ese brazo, él le aprieta un poco—. Soy terrible
—¿Por?
—Porque esta vez sí que no estoy haciendo lo que DEBO hacer.
—¿Y qué debes hacer?
—¡Dejarte en paz y ser un buen amigo!
Suspira
—Voy a ser un buen amigo, lo prometo... —le da un besito en el pecho. Nota eso y él le da uno en la coronilla. En la brillante y reluciente coronilla—. ¿Qué necesitas de mí? —pregunta dándole otro besito
Se echa un poco de espaldas para que se le estire encima. El ángel lo hace, porque además, esta posición... no es nueva. Y nada ha cambiado demasiado más allá del entorno.
—Dime, dime lo que necesitas que haga... —le mira recargando la barbilla en su pecho
Aamón le mira respirando profundamente y le pone un pulgar en el lagrimal exterior de un ojo, acariciándole la mejilla. Se le humedecen los ojos porque está ahí... y es él.
I Raguel inclina un poco la cabeza hacia su mano, disfrutando la caricia. El demonio luego se lo pone entre las cejas y le dibuja el puente de la nariz.
El ángel sonríe ampliamente, acariciándole un poco el abdomen por encima de la ropa y él solloza llevándose las manos a los ojos.
Abre los ojos, sin habérselo esperado. Traga saliva.
—Aamón, mi vida... —le aprieta contra sí.
Niega con la cabeza porque está bien, de verdad sin destaparse los ojos
—Eh... ehh... —trepa un poco por su pecho y le da un beso en las manos.
Intenta calmarse un poco
—Está todo bien, estoy aquí... estás aquí, estamos bien —le acaricia un poco la mejilla.
—S-Sí, sí... —se sorbe los mocos limpiándose los ojos
—¿Qué hago?
Niega con la cabeza y sorbe los mocos de nuevo.
—¿Cómo te... ayudo? ¿Cómo te hago sentir mejor? —le pone las manos en el pecho
—Estoy... Estoy bien.
—¿Sí?
Asiente. Raguel le toma de la muñeca y tira un poco de su mano para descubrirle la cara, acariciándole la cara y limpiándole los ojos con los dedos.
Le mira, humedeciéndose los labios, el ángel le mira los labios y se humedece el los suyos en espejo.
Aamón tiene que DETENERSE A SI MISMO de decirle que le quiere. Raguel... tiene que detenerse a sí mismo para no besarle. Así que ahí están, uno y otro, clavados.
El Arcángel baja los dedos hasta sus labios... y traga saliva. Él los abre un poco, la verdad, no se lo está diciendo con palabras, pero debería sentirlo como si se lo gritara, así que le hace sentir amor de vuelta, con completa fuerza, a través de los dedos. Vas a tener que pararle tú, los siento.
No le va a parar, así que le besa con absoluta fuerza y se lo devuelve, abrazándole.
Raguel le besa casi como si no hubiera mañana, apretándole contra el sillón.
Pues... nada, esto va a durar un rato...
Hay un momento, en que... Raguel se agobia, porque Aamón tiene pareja y no debería haberle besado... Y se le va a ir detrás porque tú eres su estúpida pareja, joder.
Le aprieta otra vez contra sí, le acaricia la mejilla y el pelo mientras le besa de nuevo. ES bloody inevitable.
Pues le va a rodear del cuello con los brazos para que no se le escape otra vez. Así no se escapa. De hecho esto debería recordarle el principio de todo cuando se besaban por horas.
Exacto, pero es que un poco vuelven a estar como al principio, con Aamón siendo esta vez el temeroso de hacer algo más. La verdad es que si bien Raguel querría un poco más de contacto físico, los besos largos como este le gustan.
¿Ahora es Raguel el... pecador?
Sinceramente sí, Raguel es el dispuesto a pecar.
Wow. Luego dicen de Aziraphale.
Exactamente. Aunque Raguel diría que esto no es pecado. Más pecado es lastimarse a sí mismo y lastimar a Aamón.
Pero es distinto cuando lo decimos nosotros que cuando lo dices tú, Angel
Que va. ¿Distinto por dónde?
Aun así, no me extrañaría que Crowley hubiera puesto algunas cámaras, solo por si...
Aziraphale volviera a tener demasiados problemas o alguien quisiera preguntarle nuevamente como funciona, al menos poder salir ahí y mostrar cómo funciona con ALGUIEN MÁS.
Bueno, es... eso es útil. "Funciona... así. Miren." Aun así... no creo que... No van a hacerlo. Van a besarse mucho, mucho rato, pero no van a hacer lo que quieres.
Bueno, tal vez no esta vez pero por si acaso. Tal vez a las próximas. También tendrá pruebas si Aamón roba algo, que no se fía de él.
No le digas a Aziraphale que lo vas a poner súper nervioso
Pues ¿qué demonio se fía de otro?
Ninguno. Aamón, de su novio.
Imaginario.
¡Que imaginario va a ser! Asegura Raguel.
Que no es imaginario, es que va a otro colegio y no tiene teléfono porque sus padres son muy conservadores, ¿vale?
¿Ven? Aunque la lógica básica dice que... Después de este beso, esa otra pareja se le ha olvidado por completo.
¡Pues claro!
¡No es tan obvio! Lo único obvio aquí es que a él sigue queriéndolo mucho pero eso ya lo sabía. El pecado que está haciendo él es seducirle y desear al hombre de su prójimo.
Se vienen entradas interesantes en tu libro.
La verdad, ahora mismo...
Aunque Crowley aun opina que el del problema es el que tiene pareja.
Pues el pecado es desear a la pareja de tu prójimo, no es tener dos parejas.
Ahora resulta.
Pues... Raguel tiene claro que desear a Aamón, siendo el la pareja de otro es un pecadote. Aun así, mírale. Está deseándole desde muy cerca y de manera tremendamente activa como para que parezca que le importa. Además ahora mismo ni siquiera parece sentiré culpable, al contrario.
Bueno, esas cosas pasan, Gabriel puede prestarte su látigo.
Quizás más tarde lo requiera. La verdad, quizás hasta tenga uno. Uno de época, la primera versión del silicio.
Probablemente todos tengan el suyo, en plan cepillo de dientes.
Si Aziraphale tenía uno lo perdió antes que la espada por lo visto.
En fin, después de un rato, Aamón le suelta un poco. Raguel sonríe, separándose un poquito con naturalidad y acariciándole el pelo con una mano.
El demonio le mira, con todos los labios hinchados.
—Mmmm... —le hace un cariñito con la nariz.
Aamón sonríe cerrando los ojos y le aprieta fuerte contra sí.
—Gracias —Raguel se ríe un poquito con ese apretón.
No responde, con la nariz hundida en su cuello
—Quiero quedarme... aquí —Raguel sonríe más aún, cerrando los ojos.
—Pues... quédate
—Contigo.
Aamón suspira, abrazándole y pensando en el secuestro.
—No suspireeeeees —protesta apretando los ojos, aunque sonríe.
—Sí que lo hago, siempre tenemos las mismas discusiones.
—No es una discusión... e-es una propuesta.
—Son las propuestas de siempre, entonces.
Se humedece los labios y el demonio le hace dibujitos en la espalda.
—Antes eras tú el que siempre se quería quedar...
—Ya...
—¿Y si te convenzo?
—¿Cómo?
—Asegurándote que si no, va a ser peor. Me pongo violento en tu presencia.
—Alaaaa.
—Créeme, si no es por las buenas, va a ser por las malas —se ríe un poquito.
—Solo me amenazas pero ni siquiera es nada muy concreto.
—Podría... secuestrarte en el cielo.
—¿En el cielo?
—De ahí no te puedes escapar. O aquí... con unas cadenas pesadas de hierro.
—No podrías hacer eso.
—¿No... Podría?
—Nah.
—¿Exactamente qué es lo que no "podría"?
—Un secuestro... es algo que implica constancia. Y tú te sentirías mal en solo cinco minutos.
Raguel se sonroja.
—"¿Estás bien? Sabes, no, sí que puedes irte. ¿Seguro que no quieres irte? ¿Seguro, seguro? Pero que puedes irte si quieres, ¿eh?" —le imita.
—Yo no habló así... y... ¡es que no querría que estuvieras ahí contra tu voluntad! ¡Es feo!
—¿Ves? —se ríe.
—Aun así no creo que no... ¡Quieras estar!
—Entonces no es un secuestro —sonríe.
—Es un secuestro... de alguna forma —se le esconde en el cuello.
—No es un secuestro si no es contra la voluntad de la víctima, mi amor —dice sin pensar.
Raguel le mira, con unos ojos... porque hace mucho que no le llamaba así. Sonríe más.
—¿Entonces qué es? —pregunta.
—Otra cosa. ¿Vacaciones?
—No puedes tomar vacaciones conmigo —igual sonríe, mirándole a los ojos y haciéndole un cariñito.
—¿Por qué no?
—Porque tienes otras obligaciones... ¿no? Con tu pareja.
—B-Bueno... sí.
—¿Le has dicho ya algo de esto? —Raguel aprieta los ojos.
—N-No...
—Y estás aquí, haciendo esto conmigo...
—Pero no te preocupes por eso.
—Claro que me preocupo... eres el hombre de alguien más y... yo te estoy deseando. Necesitas ir y hablar con él... y...
—¿Q-Qué?
—Vámonos de vacaciones... una vez le digas a él.
—Olvídate de él. En serio.
—No me puedo olvidar de él... no así. Necesito que al menos vayas y le expliques lo que está pasando, porque como se entere... ¿Sabes qué repercusiones podría tener?
—¿Repercusiones?
—¿Qué te preocupa? ¿Que me haga daño? ¿Qué tal que se entera porque alguien le dice?
—N-No...
—¿Quieres que te acompañe al infierno?
—¡Claro que no!
—Quiero... conocerle. Quiero ver que te quiera de verdad.
—C-Claro que me... quiere, no tienes que preocuparte de eso.
—Pues lo hago, aunque no tenga. Quiero verle. Quiero verle y explicarle y que me explique.
—Es... no es necesario. Va ser raro, e incómodo y...
—Y es necesario.
—No tiene nada de necesario.
—Para mí si lo tiene. Estoy... besando al hombre de alguien más y...
—Ehm... en realidad yo te estaba besando a ti.
—Que va... yo te bese a ti —le toca los labios otra vez.
Aamón niega, Raguel se acerca y le besa... y el demonio se lo devuelve. El ángel sigue, con profundidad, para que quede claro que lo está besando él.
No vamos a desaprovechar eso y tal vez acaban sus manos bajo la camisita blanca esta que se ha puesto.
No le hagas esto, estás viendo lo difícil que es detenerseeeee.
Pues... Lo será pero...
Le deja hacer, aunque él... No, él no le toca realmente mucho más que abrazarle. Pero tampoco le detiene.
Pues ahí sigue recreándose, acariciándole los costados y la espalda... y luego dentro de los pantalones.
¿¡D-Dentro de los pantalones?!
Lo que viene siendo el... culo.
Es que no va a tardar en estar... Ehm... feliz
¿Y te crees que el otro no lo estaba después de esos besos?
Desde luego que sí, no era el único. Cuando siente que... el... cuerpo le... exige más, se detiene y separa un poco.
Aamón le mira, con las manos dentro de sus pantalones.
Estaría despeinado si tuviera pelo. Respiración agitada, ojos incluso medio oscurecidos con el deseo.
Le besa ahora él, un beso rápido, robado.
—Q-Quisiera comerte...—el ángel levanta un poco las cejas, corazón acelerado.
—Pues empieza...
—N-No. No deberíamos estar haciendo esto, no —decide después de unos segundos, separándose más—. Deberíamos jugar.
—Estamos jugando —vuelve a acercarle hacia sí
Raguel cierra los ojos y le besa, boca cerrada. Aamón le lame los labios y mueve la mano dentro de sus pantalones para ir delante.
—No —es que le da un escalofrío, porque está perfectamente excitado y necesitado de esto. Igualmente baja la mano y le detiene la muñeca—. No hasta que... no decidas si él o yo. No mientras tengas a alguien más. NO.
—¿Q-Qué?
—No puedo hacer esto contigo mientras tengas pareja —decide, muy, MUY a su pesar, saliéndosele de encima del todo.
—Claro que puedes —manos a la zona y pequeñito impulso, como si lo necesitara.
El ángel suelta un gemido imparable, la verdad, casi termina con el pequeñito impulso.
—N-No... n-no así.
—Te mueres de ganas, venga... ¿Cuánto hace que no haces esto?
—Me muero de ganas, claro que me muero de ganas—gira la cara y se sonroja más—. Y n-no lo hago como lo hacíamos desde... entonces. Pero no voy a hacerlo contigo cuando tienes a alguien más —le huye.
—Olvida eso, no tengo a nadie más.
—Claro, ahora no tienes a alguien más... ahora que te he dicho que no —Raguel hace los ojos en blanco.
Aamón aprieta los ojos porque esto es absurdo y vuelve a ponerle la mano para hacerle terminar ahora sí. Raguel aprieta los ojos y gime otra vez, cayéndose un poco sobre él sin poder evitarlo.
Y se hace terminar a si mismo también porque así va la fiesta hoy. Raguel le abraza... haciéndose bolita contra él.
—Te echo de menos...
—Yo también... muchísimo. Pero hay cosas que no están bien —ya vamos a empezar con las lloraderas otra vez.
—Tú eres mi... todo, solo tú.
—D-Déjale —El sollozo de Ragueeeeel. Aamón asiente—. E-Espera... a-antes quiero verles juntos. Quiero saber que no... no es un error.
—¿Qué? No, no... Yo... bajo al infierno y le cuento esto y... es un buen motivo para dejarle —se humedece los labios poniéndose un poco nervioso porque este no era el plan inicial. ¡No se suponía que iba a caer de nuevo completamente prendido de él en cinco minutos!
—¿S-Seguro?
—Sí, sí... yo lo arreglo. Déjame... deja que hable con él.
Raguel se humedece los labios y le da un beso rápido haciéndole sonrojarse.
—A-Aunque quizás sí... se lo toma un poco mal.
—¿S-Sí?
—¿Pues cómo te lo tomarías tú?
—M-Mal. Mal. T-Tienes razón —Raguel traga saliva y Aamón no le mira.
El ángel se separa otra vez, del todo, entrando un poco en pánico. No iba a dejarle por él. Se lo había pedido y no iba a hacerlo.
—Pues es lógico pensar que se lo va a tomar mal también.
—No le dejes.
—¿Qué?
—No lo hagas. Lo que debes dejar es esto, Aamón, no a él. V-Vamos a ser a-amigos... no debí besarte, ni se-seducirte. L-Lo siento —le da la espalda, llevándose las manos a la cara.
—P-Pero...
—¿Aún quieres hablar y jugar? —pregunta aún con las manos en la cara.
—No quiero... claro que quiero jugar y hablar y... absolutamente todo.
—Pues vamos a jugar y hablar. Y nada más.
—Enséñame a escribir con el teléfono —se humedece los labios.
—Ohh... s-sí. Si quieres si, aunque no se mucho... —se gira a mirarle, limpiándose discretamente los ojos.
—Pero yo no he sabido responderte.
—C-Cierto, cierto. Ven.
Saca el teléfono y se incorpora.
Raguel le mira, tragando saliva y chasqueando los dedos para limpiarse y arreglarse otra vez... Aamón le mira de reojo hacer eso y sonríe de ladito. Ejem... no es necesario perder la compostura.
—B-Bueno... a ver, ¿qué es lo que te olvidaste?
—Lo mono que eras.
—Venga ya... —Raguel se sonroja sin esperar esa respuesta.
—¿Ya qué? —se ríe.
—No soy para nada mono —protesta un poco, relajándose.
—Sí que lo eres, me gustas.
—No seas tonto —se sonroja más, riéndose un poco.
Aamón le da un poco hombro con hombro sonriendo sin dejar de mirarle, haciéndole reirse más.
—Tú también eres mono... además de tonto —risita.
—¡Además de tonto! —se gira para hacerle cosquillas por decir eso.
—¡No! —protesta porque además si tiene cosquillas y se las hace correctamente!
Claro que se las hace correctamente, casi da un salto, acordándose de como hacerselas.
—¡No! ¡No! —da saltitos intentando alejarse de él—. ¡Para!
El demonio le sigue, riéndose, sin parar hasta que le tiene contra uno de los libreros... (Aziraphale suspira profundamente) Y acaba todo desfajado y se le echa encima a besarle otra vez aun con las manos sobre su abdomen
Raguel cierra los ojos, devolviéndole el beso y Aamón vuelve a abrazarle, de la cintura, tirando algunos libros.
(El ojo de Aziraphale salta.)
Raguel le besa de vuelta otra vez, sin detenerse ni un poco. El demonio se separa del beso al cabo de un rato, sin soltarle el abrazo.
—Te quiero... —Raguel susurra.
—Y-Y yo...
Se le esconde en el cuello, sonriendo. Aamón sonríe y le hace un cariñito en la nuca.
—No soy realmente yo más que cuando estoy aquí. N-No solo lo digo por los besos... —agrega como aclaración.
—¿Por qué lo dices? —susurra e inclina un poco la cabeza hacia la suya.
—Porque me gusta estar contigo y oírte hablar, y oírte reír y estar... en tu presencia. Me siento bien.
Sonríe y le aprieta un poco como respuesta.
—Creo que además... lo sabes. La única forma en la que pude hacer lo que hice... fue yéndome. No puedo estar contigo... sin estar contigo. Y además una vez aquí es... es que necesito que alguien venga y me quite de aquí.
—No quiero que nadie te quite de aquí.
—Nadie va a hacerlo ahora... el cielo está a favor de esto, muy a favor. Gabriel está... proponiendo una novedad.
Se aparta un poco para mirarle.
—Va a casarse con Belcebú...
—¿Casarse... CASARSE? —levanta las cejas.
—Y por amor... y lo que nos ha propuesto es que todos los Arcángeles...
—Pues sí que le ha dado fuerte la niña.
—Sí, sí que le ha dado fuerte... bueno, no es al único —sonríe un poco de lado y se sonroja —. Y quiere el algo con lo que yo no voy a cooperarle.
—¿Qué quiere?
—Él a lo que nos ha instruido es a venir, cada uno con un príncipe del infierno y hacer que se casen con cada uno de nosotros. Desde luego... que yo le he dicho que a ti no te voy a obligar a absolutamente nada.
Se sonroja un montón con eso.
—Y menos aún a esto y menos aún contigo teniendo... una pareja. Sin embargo, la señal clara de que el rumbo de las cosas no va a cambiar. Las bodas son para siempre.
—¿Q-Qué?
—Que al fin... tenemos... autorización superior. Él dice que Nuestra Señora... que esto es parte del plan. Por tanto... nadie tiene por qué separarnos —le mira a los ojos.
—P-Pero... —no sabe ni qué decir.
—El... cielo ya sabe de lo nuestro, además. Oficialmente, sabe lo que tuvimos.
Parpadea y es que...
—Me estás...
Raguel sonríe un poco, sonrojándose. Le acaricia la mejilla y se le recarga otra vez en el cuello. Aamón traga saliva.
—Igualmente saben que tienes pareja, así que no tienes de qué preocuparte... pero quizás Belcebú en algún punto te...
—Pidiendo...
—Te... hablaría de ello contigo si no tuvieras... —vacila.
—¿E-Eh?
—Todo lo saben... todo. Hasta lo que me ha salido mal a mí.
—¿Lo que ha salido... mal?
—P-Pues... tú. Que t-tu no... No estás disponible... sino que tienes a o-otro. A-Aunque si no lo tuvieras, en el dado caso de que estuvieras disponible, no creo que...
—¿Que qué? —protesta un poco... irascible.
—No te obligaría a casarte conmigo solo porque Gabriel dice. A mí me basta con... verte y estar juntos.
—Ya... ya. Ya.
—E-En un... hipotético... caso —se humedece los labios y le mira—. ¿T-Te haría alguna... ilusión?
No le mira y se encoge de hombros.
—Nuestro caso no es como el de los otros Arcángeles.
—Ya lo sé.
—Lo nuestro es... e-era... mucho mejor a lo que tienen todos ellos que ni siquiera han tenido una relación entre ellos. Fuera de la de Gabriel, sería la boda más... sincera.
—Mmmm...
—¿N-No?
—Bueno, no.
—¿Te has enfadado? —Raguel se humedece los labios.
—Ehm... no, pero... bueno —se encoge de hombros y le suelta un poco. Raguel frunce el ceño.
—No, no sé qué estás pensando. Pero no, no he bajado aquí por ti por eso.
—Vale.
—Aamón. Mírame
El demonio pone los ojos en blanco y no lo hace, yendo a sentarse otra vez. Raguel le mira hacer, de pie.
—Esto se le acaba de ocurrir a Gabriel, días después de que fuéramos a buscarte.
—Ya, claro —se acaba de acordar, además de la pregunta sobre qué pasaría si Dios cambiara de opinión de nuevo. O si supusieran que la han interpretado mal—. Igualmente no entiendo el sentido de contármelo.
—Te lo cuento porque no hay ninguna mala intención en ello.
—Bien, me doy por informado.
—No, no vas a mal entender todo esto y a meternos en más líos.
—No estoy malentendiendo nada.
—Estás interpretando.
—Cómo todos.
—Estas interpretando incorrectamente mis motivos... quizás para no dejar a tu actual novio. Ya has dicho que no quieres dejarle.
—Y sigo sin querer —tan frío. Raguel traga saliva con eso y desvía la mirada.
—Eso ya me queda claro... tampoco entiendo por qué necesitar usar un pretexto.
—No estoy dando un pretexto.
—Pareciera que te ha convenido inventarte que yo he venido aquí porque Gabriel ha dicho lo de la boda. Aun cuando te he dicho que no pretendo hacer nada sobre ello.
—¿Quién está sacando conclusiones ahora? —protesta.
—¡Las mismas que estás sacando tú! —protesta Raguel—. Maldita sea, tú tienes a alguien más, Aamón... ¿¡Qué cosa peor podría pasar?! —sigue, la verdad más asustado que enfadado—. Por favor...
—Ni siquiera es eso lo que estoy pensando.
—¿¡Y qué estás pensando?!
Aamón suspira porque no quiere decírselo. Raguel traga saliva y se sienta en el sillón frente a él.
—A-Aun si no quieres dejarle... podemos ser amigos, ¿no?
—No creo que hayas hecho esto porque Gabriel te lo ha pedido. Pero sí creo que podrías cambiar de idea si Gabriel lo hiciera.
—Estoy cansado.
El demonio le mira en silencio con eso.
—De convencerme a mí mismo de lo que hice, todos los días, estoy harto. Por otra parte... —se echa atrás y suspira también—. Te entiendo.
—¿Qué entiendes?
—Que tengas miedo.
—Y yo estoy cansado de hipótesis de mierda.
Raguel se mira las manos
—De cambios de opinión, de no cambios, de miedos, de estupideces, de... —sigue el señor de la Ira. El ángel le mira con cara de circunstancias—. De ti, de pensarte, de esto, de mí, de mis mierdas...
Se muerde el labio bajando la cabeza otra vez.
—Lo siento... —susurra.
—En fin...
—Q-Quizás la próxima vez vaya un poco mejor... —dice con la boca pequeñita.
—¿La próxima vez que qué?
—Nos... veamos.
—Ah... —se relaja un poco.
—No vas a deshacerte de mí —le sonríe un poco.
—Ya veremos.
—A menos que QUIERAS deshacerte de mí. En cuyo caso... probablemente tengas que convencerme —Raguel cierra los ojos y suspira, poniéndose de pie y acercándose a Aamón.
—No sé... —suspira porque ahora esto no le hace gracia. Raguel se pone en cuclillas frente a él.
—Siempre supe que si algún día volvía, nada sería fácil.
Le mira, parpadeando y el ángel le pone las manos en las rodillas.
—Cada escenario que imaginé era siempre peor que el anterior. Nunca pensé volver a hablar contigo como dos entes civilizados... —le acaricia un poquito, dejándole sentir afecto—. Y aquí estamos. Me has dado optimismo.
Se sonroja, con el corazón en un puño. Raguel mueve las manos y se sostiene de sus pantorrillas mientras él sigue mirándole, en tensión.
—Así que voy a seguir... aquí. Insistiéndote. A secuestrarte... aunque sea usando mensajes. Aunque tengas días en los que te canses de mi, y de esto. Mañana quizás estés menos cansado... yo te quiero. He descubierto que si algo ha cambiado, es que te quiero todo lo que puedo querer.
Traga saliva.
—Es algo que simplemente va más allá de mí, como la fe. Es... algo enorme, poderoso y completamente incontrolable —se lo hace sentir, tal como lo siente.
Aamón tiembla, sin moverse. Raguel se impulsa un poco al frente y le da un beso suave en los labios.
El demonio cierra los ojos, esperando. Raguel estira un poco las piernas, empujándole más contra el sillón y echándosele encima para abrazarle del todo.
Parpadea un poco porque no era eso lo que esperaba y suspira un poco decepcionado, porque es un idiota.
Raguel traga saliva sintiendo el suspiro, temblando un poquito, sin dejar de hacerle sentir amor. Apretándole contra él.
No, no, si el amor está bien. Solo esperaba... es idiota.
¿Qué esperaba?
Algo que obviamente no iba a pasar.
¿Qué le pidiera que se casara con él?
Que de hecho, no quería que pasara. Sí.
No puede pedirte casarte contigo si estás... con otro, Aamón. ¿Le quiere de vuelta al menos?
Ya, ya... bueno, como sea. Se limpia los ojos.
Raguel se esconde el su cuello sabiendo bien que algo de lo que está haciendo no ha sido... suficiente. Porque le conoce. Sin estar seguro de qué.
Es que... sabe que no... y aun así... le hacia ilusión, estúpidamente.
Raguel ni siquiera lo ha visto dentro del panorama de opciones.
—V-Voy a hacerlo mejor... todo —asegura ahí metido aún, en su cuello—. Voy a hacerte feliz, te lo aseguro —insiste, subiendo la mano a su pecho.
—Lo sé —asiente.
—¿Nos veremos el martes otra vez? ¿P-Podría ser antes?
—¿El jueves?
—Dame tu teléfono —Asiente, tranquilizándose un poco.
Aamón lo hace y Raguel busca la aplicación de cámara, aún acostado sobre él.
—Mira... con esto vamos a hacer una fotografía. ¿Quieres?
—Si quieres... —le mira de reojo.
—Sí, quiero —sentencia moviéndose un poco para quedar a su altura.
Traga saliva porque esa respuestaaaa
—Tengo que apretar aquí... creo... —seguro toma siete fotos de cosas distintas menos de ellos dos.
Mejor, porque Aamón no sonríe demasiado sincero.
—Ugh... no ha salido. No sé qué estoy haciendo que... —le mira de reojo —. Quieres...
—¿Qué?
—¿Intentar tú?
Niega. Raguel se humedece los labios.
—¿Quieres que te explique lo de los mensajes?
—Sí.
Suspira y lo hace, mirándole cada dos por tres de reojo e intentando... entender. El demonio le escucha, con atención.
—Hazlo tú ahora —le pide después de explicarle todo, dándole el teléfono y lo logra, esta vez. Raguel sonríe un poco, mirándole—. Listo... ahora si no te me vas a ir lejos.
—Tú eres el que se va.
—Iba.
—Se fue.
—Sí hay una forma de hacer que no pueda irme nunca más...
Aamón le mira..
—Sí, es esa forma... —le mira a los ojos—. El pacto eterno.
—Pero no va a pasar.
—¿Nunca?
—Por lo visto.
Raguel entrecierra los ojos... y los ojos de Raguel desaparecen por completo.
—¿Me estás diciendo que no?
—Ni siquiera estamos hablando de esto.
—Es que si no va a pasar, exijo conocerle.
—¿Qué?
—Has dicho que no quieres tener ESTA relación conmigo, no vas a estar conmigo, no vas a dejarle... y vamos a vernos el jueves. Exijo entonces que le traigas.
—¿Para qué? No... No necesitas verle ni necesito que él te vea a ti.
—Sí necesito verlo, necesito creerme de verdad que... tengo que olvidarte.
—Esto es... No. No quiero. ¿Qué pasa si quiere... hacerte daño o algo? Es peligroso que te conozca.
—¿Hacerme daño?
—Es un demonio, Raguel.
—Igualmente puede lastimarme... si me conoce al menos puedo decirle que no somos nada.
—¿Y por qué iba a querer conocer a alguien que no es nada?
—Porque somos amigos.
—Ahí tienes el motivo de herirte.
—Si no lo traes tú, voy a tener que ir a buscarle yo —ojos en blanco.
—¿Disculpa?
—No me dejas otra opción.
—Ni siquiera sabes a por quién ir. Además, ¿qué ibas a decir?
—Cosas... hablar de ti.
—Ni sabes con quien.
—Iré y hablaré con medio infierno hasta que encuentre al que te quiere.
—No lo sabe medio infierno, es... algo bastante clandestino.
—Pues ahora lo sabrá.
—Pues ahora lo sabrá todo mundo. Evítalo presentándomelo.
—¿Me estás amenazando?
—Q-Quizás.
—No puedes ser tan... imprudente. Te traeré una foto.
—Una foto... ¿por qué sólo una foto?
—Porque una foto no puede saber quién eres y venir por ti.
—Pues... vale. Una foto de ambos para el jueves —Raguel hace los ojos en blanco.
—V-Vale.
Raguel traga saliva.
—Y ya no sacarás más el tema —añade como requisito haciendo al ángel arrugar la boca.
—Bueno, veremos.
—No, tienes que prometerlo.
—¡No puedo prometer eso!
—Sí que puedes.
—¡Aamón! Si te prometo eso no puedo nunca más protestarte o querer conocerle.
—Exacto.
—Entonces no quiero una foto, quiero conocerle.
—No vas a conocerle, eso es súper peligroso.
—No es súper peligroso, si es tu novio no puede ser peligroso.
—Eso lo dices tú, sigue siendo un demonio.
—Tú sigues siendo un demonio.
—Sí, pero yo sí me fío de mí mismo.
—¿Y si... hacemos una cita doble?
—¿Qué?
—Una cita doble. Tú llevas a tu pareja esa... —traga de hablar con menos desdén de la dichosa pareja —. Y yo llevo... a una pareja.
—¿A qué parejas vas a llevar tú?—frunce el ceño.
—Pues de aquí al jueves conseguiré una y así el no me creerá un peligro.
—¿Qué? ¡No!
—¿No? ¿Por qué no? Es una buena idea.
—No, ¡no lo es! —protesta.
—¿¡Por qué no?!
—¡Porque no quiero!
—¿Qué no quieres? ¿Que traiga una pareja?
—Exacto.
—¿Por?
—¡Pues porque no!
—Pero tú...
—¿Qué?
—¡Tú si tienes una pareja!
—¡Pero yo ya la tenía antes!
—Pues tarde o temprano quizás podría yo... tener otra.
—¡No!
—¿No? ¿Cómo no? ¡Tú tienes a otro hombre!
—¡Pero yo lo tenía antes!
—¿¡Y eso qué?! ¡El hecho es que lo tienes!
—Pues... ¡que tú no puedes!
—¿Por?
—Porque me niego. Le mataré.
Raguel parpadea.
—¿L-Lo matarás?
—Sí —se cruza de brazos.
—Voy a matar yo a tu novio, entonces.
—Pues hazlo.
—¿¡Qué?!
—No sabes ni quién es.
—¡Lo sabré cuando le traigas! Es increíble que entiendas que tú tienes celos irracionales de el pero no entiendas mis celos de... él.
—Sí entiendo tus celos, ¡por eso te digo que te olvides de ello!
—No puedo olvidarme de ello, tú quieres matar a una pareja que ni siquiera tengo... igualmente, vamos a hacer una cita doble.
—No. Mataré a quien sea que traigas. Es una amenaza.
Raguel... es que siente calientito el corazón con sus celos. Se acerca y le besa. Aamón levanta las cejas sin esperarse eso.
Pues... Claro que le besa. Pues eso no significa que se lo espere, aunque sí que se lo devuelve.
—Gracias a Dios —susurra cuando se separa un poquito en el beso.
—Gracias, mi Dios —besito rápido, porque casi se había olvidado de eso
—¿T-Tú Dios? —le pregunta suavecito y se sonroja.
—Tú.
—¿Y-Yo? A-A pesar de...
—Todo. Cualquier cosa.
—Ay... mi vida —Le acaricia la cara y le vuelve a besar, conmovido.
Cielos con lo pegajosos.
Crowleeeeey, deja de quejarte que bien que te gusta.
Ñañaña...
