Los personajes de esta historia pertenecen a la increíble Stephanie Meyer, la trama pertenece a la asombrosa autora CaraNo, Alepattz la tradujo, sullyfunes01 es nuestra prelectora, yo tengo el permiso para publicarla.
Thank you CaraNo for allowing us to share this amazing story in Spanish!
30 - ROMA EN ENERO
BPOV
Toc, toc.
Con un dedo sobre mis labios, le hice señas a Autumn para que se callara, a lo que ella soltó una risita silenciosa detrás de su mano, y... supe que estaba completamente enamorada de ella.
Han pasado dos días desde que me alejé de Edward, y aunque nunca planeé que durara más que esa primera noche, mi ira volvió con toda su fuerza cuando hablé con Rose el día después. Al parecer, ella le estaba dando el mismo trato a Emmett, y las dos veíamos ahora lo justificada que estaba nuestra ira. Sabíamos que matar gente era una parte horrible de la vida de Emmett y Edward, y desde luego no se lo echábamos en cara, nunca lo haríamos. Lo que sí les reprochábamos era que se rieran tan cruelmente después de ver a aquellos hombres envueltos en llamas.
Seré la primera en admitir que no me importan los hombres muertos. Me importan sus familias, al igual que a Rose. Porque no eligieron esa profesión para sus maridos o padres, pero aun así tuvieron que lidiar con la pérdida de ellos. Puede que haya muchos aciertos y errores, pero reírse está mal, sin lugar a duda, y Rose y yo trazamos una línea ahí.
Así que... he pasado los dos últimos días con la pequeña señorita Autumn Bell.
"Bella, ¿estás ahí?" preguntó Edward, obviamente sabiendo ya la respuesta. "Por favor, déjame entrar, cariño".
Autumn me miró inquisitivamente, preguntándose si iba a dejarlo entrar, pero volví a negar con la cabeza.
Por cierto, tenía razón. Gracias a Dios. No forzó la cerradura esa primera noche. Todos sabíamos que podía, pero me respetaba lo suficiente como para mantenerse alejado, y a la mañana siguiente, cuando intentó disculparse, le pregunté: "¿Qué es lo que lamentas?"
No respondió.
Así que no solamente se disculpó sin saber de qué se disculpaba, sino que no pudo ver qué había hecho mal.
Le había dicho: "Ven a buscarme cuando lo sepas, Cullen".
Que no ha oído, evidentemente, porque ha llamado a mi puerta cientos de veces en los últimos dos días. No es que me haya mantenido encerrada todo el tiempo, porque no es así. He estado por toda la casa, y en cuanto conocí un poco a Autumn, ambas disfrutamos mucho de nuestra afición compartida por la piscina. No hacía tanto calor en enero en Italia, pero funcionaba cuando le añadías chocolate caliente y un fuego al aire libre después.
Estoy divagando.
Edward ha intentado hablar conmigo. Mucho. Pero me fui de la habitación. Con Autumn, porque éramos así de cercanas hoy en día. Ella ya nos había declarado mejores amigas. Sin embargo, ella también dijo: "Pero Edward también es agradable, Bella". Sí, ella era la diplomática. Niña inteligente, y maldita sea, tenía a Edward envuelto... alrededor de su dedo. En realidad, ella tenía a la mayoría de los chicos aquí envueltos alrededor de su dedo.
Toc, toc.
"Bella, sé que estás ahí. Por favor, déjame entrar".
Suspiré. Mi determinación estaba decayendo.
"Podemos hacer la fiesta de pijamas otra noche, Bella", susurró Autumn.
Era demasiado tierna.
"De ninguna manera, cariño", le susurré, guiñándole un ojo. "Definitivamente tendremos nuestra fiesta de pijamas esta noche". Nosotras también estábamos arregladas. Bueno, tal vez yo no, pero sin duda Autumn. Llevaba un pantalón de chándal azul oscuro y una camiseta negra que decía "Keep Calm and Catch the Snitch". Ah, y zapatillas negras, comodísimas. Pero Autumn, que juro está obsesionada con Hello Kitty, llevaba unos bonitos pantalones cortos de algodón en gris claro, una camiseta rosa de Hello Kitty, unas zapatillas cómodas de Hello Kitty, y en brazos -sin separarse de ella en ningún momento- tenía a su Hello Kitty... Kitty. Un peluche, en otras palabras. Era demasiado tierna para describirla con palabras. Y acabábamos de pasar una hora pintándonos las uñas. ¿Quién sabía que había esmaltes de Hello Kitty? Bueno, Autumn sí que lo sabía y llevaba un neceser lleno de cosas de Hello Kitty, como maquillaje, pegatinas para las uñas, pinceles y espejos.
"Um, ¿está Autumn ahí?" Escuché a Edward preguntar entonces. "Pregunta estúpida", se rio entre dientes. "Autumn, cariño, ¿podrías abrirme la puerta?"
Buen intento, chico irlandés.
"Tal vez deberíamos abrir", susurró Autumn, mirando a la puerta. "El tío Eric siempre dice que debes ser amable".
Uf. Una niña de siete años es más lista que yo.
Pero... Quiero que se dé cuenta de por qué se disculpa antes de decir 'lo siento'.
Suspiré.
"Bien, cariño". No estaba derrotada, pero estaba dispuesta a escucharlo. "Puedes abrir la puerta... si realmente quieres".
Autumn no perdió el tiempo. A toda velocidad, se lanzó hacia la puerta, abriéndola de un tirón con una sonrisa radiante en la cara.
"¡Hola, Edward!", soltó una risita adorable.
"Hola, Ojos Azules", dijo Whistler, devolviéndole la sonrisa mientras se acuclillaba frente a ella. "¿Bella ya no te tiene secuestrada?"
"No, no, Bella me gusta muchísimo. Nos divertimos mucho, ¿ves?" Le enseñó sus uñas recién pintadas. "¡Brillan!"
Se rio entre dientes y hizo que me desmayara mientras le besaba los nudillos. "Ya lo veo", murmuró. "Hello Kitty, ¿eh? Tu tío Eric mencionó que te gusta Hello Kitty".
Odiaba que me sacara una sonrisa, pero ahí estaba. Justo ahí, en mi cara, porque era jodidamente sexy cuando interactuaba con Autumn. Y el hecho de que llevara pantalones militares, un jersey blanco y una gorra de béisbol no jugaba precisamente en su contra. Llevaba la gorra al revés, era roja y yo sabía que era de los Boston Red Sox. Todo irlandés, o lo más parecido a un irlandés.
"Me encanta Hello Kitty", le dijo Autumn. "A Bella también. ¿Verdad, Bella?" Miró por encima de su hombro, asintiendo con la cabeza como si eso fuera a provocar mi propio asentimiento.
Y para ella sí. "Sí, cariño. ¿Cómo puedes no amar a Hello Kitty?"
Edward me observaba atentamente y me resultaba imposible apartar la mirada.
Podía ver lo cansado que estaba. Demonios, yo también estaba cansada. No podía dormir sin él, y ahora nos había hecho sufrir durante dos noches enteras.
"Bueno", dijo Whistler, mirando de nuevo a Autumn. Una sonrisa en su lugar. "Tengo algo para ti que creo que te va a gustar".
"¿Como un regalo?", jadeó.
"Sí". Todavía en cuclillas, buscó algo al otro lado de la pared, fuera de la habitación. "Lo encontré en Internet y envié a Kellan a recogerlo a Roma". Entonces apareció un enorme paquete envuelto en un brillante envoltorio rosa, y Autumn estaba más radiante que el sol. "Vamos, ábrelo".
Ambos se sentaron en el suelo, allí mismo, en la puerta.
"¡Oh, es tan rosa, Edward!" susurró en voz alta. "Tan, tan, tan bonito".
Rompió el papel, todavía radiante, y pude ver lo mucho que les importaba a los chicos tener a esta niña aquí. Sonreía a todo el mundo, a pesar de la reciente pérdida de su padre. Eso no quiere decir que Autumn esté de maravilla, porque no es así. También ha habido muchas lágrimas, pero por suerte somos muchos aquí, ansiosos por verla sonreír de nuevo, y Eric es increíble con su sobrina.
"¡Edward!", jadeó, y creo que yo también, cuando se descubrió el regalo. "¡Es Hello Kitty!".
No era solo Hello Kitty. Era un maldito portátil. Un portátil morado claro con Hello Kitty.
El otro día, Autumn y yo estábamos sentados en la terraza viendo una película en el portátil y Autumn dijo que el portátil sería "muuuuy bonito si tuviera pegatinas". Al parecer, Edward la había oído.
"¿Te gusta?" Sonrió.
"¡Mucho! Gracias, gracias, gracias".
"Cuando quieras, cariño". Sonrió. "Ya sabes qué hacer". Señaló su mejilla.
Mi cara estaba a punto de partirse, estaba segura.
Autumn soltó una risita y saltó a sus brazos, soltando un sonoro "Mua" mientras le besaba la mejilla.
"¿Puedo enseñárselo a todos?", preguntó, acercando el portátil a su cuerpo. "Todos deberían ver que tengo el computador más bonito".
Vaya, el chico irlandés era listo.
No es que Whistler le comprara un regalo a Autumn solo para tenerme a solas, porque había cientos de formas de hacerlo sin enviar a Kellan a Roma por un regalo increíble, pero... sí, definitivamente había una parte de él que sabía que ella iría corriendo a enseñar su nuevo artículo de Hello Kitty, lo que me dejaría sola.
"Por supuesto", dijo. "Deberías empezar con tu tío Eric, porque puede que haya una bolsa de Hello Kitty para este portátil, y él la tiene en el sótano".
Otro grito ahogado. Luego un susurro: "¿Es rosa o morado?"
Edward también susurró. "Ambos, y brilla".
Sí, Autumn estaba perdida.
Tras darle otro beso en la mejilla, se marchó a toda prisa.
Edward y yo suspiramos cuando nos quedamos solos, pero el suyo fue un suspiro de resignación, creo, mientras que el mío fue simplemente femenino por lo que había visto entre Edward y Autumn. No podía evitarlo. Me encantaba todo lo que la hacía sonreír, porque la había oído llorar en mitad de la noche y había oído a Eric intentar hacerla sentir mejor. Pero sabíamos que tardaría mucho tiempo en superarlo.
"Entonces..." Ese era Edward mientras se levantaba del suelo.
Me quedé en la cama.
"¿Podemos hablar?", preguntó inseguro.
Le hice un gesto para que hablara, porque yo no lo iba a hacer. Estaba dispuesta a escuchar, eso es todo.
Respondió a mi mirada de indiferencia con otra de frustración.
"Mira", dijo, pellizcándose el puente de la nariz. Sí, estaba frustrado. "No tengo ni puta idea de lo que he hecho para cabrearte, Bella, pero ya estoy harto del tratamiento del silencio". Enarqué una ceja y me miró con odio. "Obviamente hice algo mal", gritó. "Y como no sé lo que es, estaría muy bien que me lo explicaras".
Lo odiaba, pero sabía que tenía razón.
Me estaba dando latigazos en este jodido lío, pero no podía evitarlo.
Yo era joven y esta vida estaba jugando con mi cabeza. He disfrutado y abrazado, a esta vida... pero necesitaba tiempo para adaptarme y asimilarlo todo, maldita sea. Cometeré errores. Pero eso significa... ...que debo permitir que Whistler también cometa errores. Carajo. ¿Ahora soy todo lógica y toda esa mierda? ¿No podría haberlo sido antes?
Maldición.
Sé que no cederé cuando se trate de su reacción a los asesinatos. Nunca aceptaré la risa y un alegre "trabajo bien hecho". Pero tenía razón. Si no sabía lo que había hecho mal, tenía que decírselo para que pudiéramos hablar de ello.
Exhalé un suspiro y hablé con calma. "Te reíste". Su ceño se frunció en señal de confusión, aunque también pude notar alivio... muy probablemente porque estaba hablando de verdad. "Te reíste cuando esos hombres murieron, Edward. Tu reacción me cabreó".
"Espera, ¿qué?" Seguía confuso. "¿Me has ignorado los dos últimos días porque me reí de la muerte de esos asesinos?". Mierda santa, no lo entiende. Realmente no cree haber hecho algo malo. Se rio incrédulo, lo que no hizo más que cabrearme todavía más. "¿Hablas en serio, Bella? ¿Y qué carajos si me he reído?" Ahora estaba enfadado, jodidamente enfadado. "¡Esos bastardos estuvieron en Seattle, matando a nuestros hombres! ¡Matando al padre de Autumn! ¿Y si hubieras sido tú, Bella? ¿Y si te hubieran disparado?" Su pecho se hinchó. "No puedo creerlo", murmuró, sacudiendo la cabeza. "¿O sabes qué?" Me miró. "¿Y si me hubieran disparado? ¿Y si yo hubiese muer-...?"
"¡No digas eso!" Solté, arrodillándome en la cama. No podía soportar que dijera eso. De ninguna puta manera. Pensar en ello... carajo, no. "No lo digas, Edward. Por favor".
Pero siguió como si yo no hubiera interrumpido. Con voz tranquila. "No puedes evadir esto. ¿Y si me matan?, buscarías venganza, ¿verdad?"
Parpadeé.
"Claro que sí", susurré, hundiéndome de nuevo en la cama.
No había duda. Si perdiera a Edward...
"De eso se trata", dijo rotundamente. "Y sé que me amas, princesa... Así que, dime, ¿te reirías o expresarías tus sentimientos una vez que el hombre que me mató estuviera muerto?"
Entendía a dónde quería llegar... pero no estaba de acuerdo. ¡Mierda!... Había demasiados lados. Demasiadas perspectivas. No sabía si me habría reído. No podía saberlo, pero lo que sí sabía era que una muerte no borraba otra. Si perdía a Edward, la muerte de su asesino no me devolvería a mi marido, ni me daría alivio, porque Edward seguiría sin estar. Por otro lado, sabía que querría a ese cabrón a dos metros bajo tierra, pero esa nunca fue la cuestión. Nunca culpé a Edward por lo que tuvo que hacer. Solo estoy en desacuerdo con su reacción. De nuevo, yo... podía ver su punto de vista, pero... ¿por qué no podía ver el mío?
Quizá porque no le he explicado cómo lo veo.
Sí, empieza a hablar, Bella.
"También tenía en mente el Autumn", dije con calma. "Pero pensaba más en otras Autumn. Pensaba en el hecho de que los hombres que murieron tenían sus propias Autumn en casa, y tú te reías de la muerte de sus padres". Entrecerró los ojos, no era la reacción que yo esperaba. Pero continué. "Me alegro de que esos hombres se hayan ido, Edward, de verdad. Porque mataron gente, al padre de Autumn incluido, pero... Hay más Autumn por todo el mundo. Y..." Me encogí de hombros. "Pensaba que era una vergüenza echarles esas risas a la cara.
Porque la idea de un asesino riéndose de la muerte de Joe... Sacudí la cabeza, luchando contra las náuseas. "No puedes decir que quieres eso, Edward".
"¡Claro que no!", espetó enfadado. "Pero hay una diferencia entre tú y yo, Isabella."
"¿Cuál?" Pregunté, sintiendo miedo del hombre que tenía delante. No porque fuera a hacerme daño, sino porque yo también veía la diferencia. Era grande. Enorme. Sí, la vi.
"No me importan otras Autumn", dijo secamente, y ahí estaba. "Solo me importan los que estás en nuestro lado, los de mi familia".
Entonces hemos llegado a un punto muerto.
"No te importa que los niños crezcan..."
"No", dijo enseguida, cortándome. "Ahórrame el discurso y te ahorraré algo de tiempo. Me importan una mierda los niños y las mujeres que viven con los hombres de Avellino. Me importan los míos, eso es todo".
Lo miré fijamente.
Simplemente... me senté en la cama y lo miré fijamente.
Mi mente daba vueltas, y por una vez intenté mirar desde su punto de vista. Intenté verlo a su manera, pero no pude. Sabía que había crecido con esto, de una forma u otra. Y eligió centrarse únicamente en su propia familia, lo cual... en cierto modo puedo entender. Porque a Dios pongo por testigo que daría mi vida por proteger a mi familia. Ahora que finalmente tengo una. Soy ferozmente protectora, pero... Todavía puedo ver lo mal que está esto para todos, no solo para una parte. ¿Está mal que piense en los que están en medio? ¿Me equivoco al considerar a todos los niños igual de dignos, independientemente de su apellido?
Esto había explotado fuera de proporción. Ya no era una simple reacción a un solo evento. Se trataba de... cómo veíamos el puto mundo. En cierto modo.
"Estás muy callada", rio sin humor, encendiendo un cigarrillo en medio del dormitorio. "Déjame adivinar; crees que soy menos humano o algo así".
¿Qué carajos está él haciendo?
¿De dónde viene todo esto?
Este no era mi esposo.
Esto no era Whistler, en absoluto.
"Supongo que, después de todo, estás casada con un monstruo", murmuró con amargura. Luego sonrió. Era falsa, muy falsa. "A la mierda con esto. Hasta luego, Bella".
Se fue sin decir nada más.
Me quedé de piedra.
De nuevo mi mente empezó a dar vueltas.
Rápido como el demonio.
Y a medida que pasaban los segundos, todo empezó a encajar. Trozos y piezas. Empecé a comprender mejor. Teorías, conclusiones, planes y perspectivas. Pensé y pensé, porque sabía que tenía que arreglar esto. Estaba todo jodido, y no iba a disculparme por sentirme como me sentía, pero sí por dejar a Edward colgado, porque ahora lo tenía todo muy claro. Si no hubiera esperado, si no lo hubiera ignorado a propósito durante los dos últimos días, ahora no tendría conmigo esa actitud, y lo reconocí. Lo recordaba. Desde la primera vez que se acercó a Charlie, ese era el hombre que conocí. Edward Ryan Cullen. No Whistler, no el chico irlandés, y necesitaba a esos dos de vuelta. LO ANTES POSIBLE. Porque Edward Cullen tenía sus defensas levantadas. Era hora de que derribara ese maldito muro.
Todavía tenía mucho que procesar sobre todo esto, pero no iba a dejar que dos opiniones se interpusieran en mi puto camino. ¿Y qué si no siempre estábamos de acuerdo? ¿Qué pareja lo hace? Seguro que en el futuro habrá más cosas en las que no estemos de acuerdo.
Lo primero es lo primero: encontrar a Edward.
Segundo; dale un pedazo de mi puta mente.
Así que me fui. Bajé las escaleras, y me encontré con Eric y Autumn en la cocina.
"Sótano", dijo Eric enseguida, sabiendo lo que yo quería.
Asentí en señal de agradecimiento y abrí de un tirón la puerta de la despensa antes de teclear el código que había aprendido.
La puerta se abrió y bajé las escaleras antes de seguir las voces que oía.
"Hola, James", dije, ignorando su risita. Él sabía que yo estaba en una misión, lo más probable. "¿Dónde está?"
"Sala de control con Seth y Kellan." Señaló con el pulgar por encima del hombro. "No está en sus cabales".
"Gracias". Entonces me detuve de nuevo, porque eso podía significar dos cosas. "¿Borracho o enfadado?" Pregunté, pero mierda, lo había visto hace diez minutos. No te emborrachas tan rápido. "No importa, está enfadado."
Se limitó a sonreír y asentir.
No tardé muchos segundos en llegar a la sala de control y, una vez allí, dije: "Kellan y Seth, por favor, déjenos solos". Había autoridad en mi voz. Yo era la maldita señora Cullen. Podía ser la señora jefa cuando lo necesitaba. "Y cierren la puerta al salir".
Kellan y Seth caminaron obedientemente hacia la puerta que yo acababa de atravesar.
"Vuelve a tomar el punto teléfono", espetó Edward, levantándose de la silla. "No van a ninguna parte. Tenemos trabajo". Casi se burló de mí. "Lo siento, Bella, pero te has pasado dos días ignorándome; seguro que puedes esperar un poco más para una puta charla".
"No, no puedo", dije, sin perder el ritmo. "Vamos a acabar con esta mierda".
Miré a Kellan y a Seth de reojo.
Se fueron.
Con las manos en las caderas, me enfrenté a un furioso Edward.
No retrocederé, cariño.
"Lo siento", dije primero. "Siento haberte ignorado durante dos días, Edward. Fue infantil, lo admito". De nuevo, entrecerró los ojos, quizá sin creerme. "Debería haber hablado contigo enseguida sobre lo que pensaba -y sigo pensando- que has hecho mal". Respiré hondo. "Tienes todo el derecho a estar enfadado conmigo por cómo he manejado la situación-".
"No hay ninguna situación", dijo rotundamente.
"Cállate. Cállate", grité. "Porque sí, hay una situación, y lo sabes, carajo". Dios, me estaba volviendo loca. "Ahora, ¿puedes por favor escucharme?"
Se encogió de hombros, tomando asiento de nuevo. "¿Como te detuviste a escucharme, igual?"
Touché.
Me lo merecía.
"Bien. ¿Quieres que me vaya?" pregunté, arqueando una ceja.
Otro encogimiento de hombros.
Cabrón.
Podría irme. Sería muy fácil. Sabía que él no quería que me fuera, pero también sabía que era demasiado orgulloso para decirme que me quedara en esta habitación, aquí y ahora. Así que me quedé. Porque esto iba a terminar ahora. Se acabaron las tonterías.
"Como dije antes, lo siento", dije una vez más. "No debería haberte ignorado, pero lo hice, y ahora puedo intentar arreglarlo". Otra respiración profunda. "¿Me encontrarás a mitad de camino?"
Que me jodan si el cabrón no se encogió de hombros otra vez.
Vi a través de él, sin embargo. Sabía que estaba cagado de miedo de que me fuera, por eso levantó ese maldito muro. Esto era él haciendo suposiciones acerca de cómo lo veía.
"¿Qué hay que decir, Bella?" suspiró, intentando parecer aburrido. Énfasis en intentar. "Para mí está todo bastante claro. Tú te preocupas por la gente, independientemente de la familia en la que hayan nacido, y yo no. Solamente me importa mi propia familia".
Cristo.
"Sí", dije lentamente, eligiendo mis palabras con cuidado. Sabía que estaba a punto de explotar. "Pero lo que hiciste que me cabreara..." Mierda, no explotar iba a ser difícil. "-Fue poner palabras en mi boca". Apreté los dientes, intentando contenerme, pero cuando oí su suspiro de aburrimiento.. le espeté. "¿Sabes qué, Edward? Que te jodan. Si quieres sentarte aquí y tratar de actuar como si esto no fuera nada para ti, entonces adelante". Estaba que echaba humo. "Admito que me equivoqué, pero no soy la única que comete errores aquí, y perdóname por cagarla a veces, pero esta vida es un poco nueva para mí. No crecí de esta manera, Edward. Soy de un pueblo pequeño donde no pasa nada. Mi padre era el Jefe de Policía. ¿No puedes entender que esto es confuso para mí? Solo tengo dieciocho años, ¿y sabes qué? Nos conocimos en agosto del año pasado. Eso me da cinco meses. Cinco. Meses. Para acostumbrarme a esto. ¡Cinco meses para pasar de ser una chica de instituto despistada a una puta esposa de la mafia!". Estaba a punto de jadear y, gracias a Dios, él tuvo la decencia de borrar su puta cara de indiferencia. "¿Sabes?, pensaba que lo había hecho bastante bien, pero quizá me equivoqué". Cerró los ojos. Vi dolor. "Te conocí, me enamoré de ti, me casé contigo, lo acepté todo, hice preguntas, pero nunca te juzgué. Te apoyé en todo, Edward. Estuve a tu lado. Dices que sabes que te amo, pero realmente lo dudo, porque si supieras que te amo, no levantarías este muro". Sus ojos se abrieron de golpe. "¿Qué, crees que no me di cuenta? Por favor, dame algo de crédito". Me burlé. "Te conozco. Te conozco bien. ¿Y si tú me conocieras? Sabrías que odio que hagas suposiciones sobre mí". Grité. "¿Alguna vez te he llamado inhumano? ¿Alguna vez te he llamado monstruo?". Se me humedecieron los ojos, lo odiaba. Esto había estallado... como dije, muy fuera de proporciones. Pero ahora estaba furiosa y no había manera de detenerlo. "Me importan un carajo los hombres que ordenaste matar, y nunca te guardé rencor. Mierda, ¡yo también los quiero muertos! Solo odiaba que te rieras porque me parecía que estabas pateando a sus familias hasta el puto suelo".
Me enjugué las lágrimas de rabia.
"Pero nunca te llamaría monstruo". Se me quebró la voz. "No puedo creer que creas que yo pienso eso de ti. Haces suposiciones..."
"Bella..."
"No", dije, negando con la cabeza. "Sé que cometí un error, pero lo que estás haciendo ahora es peor. Puede que te haya ignorado, pero nunca dije cosas para alejarte de verdad. ¿Y sabes qué? Probablemente cometeré más errores, pero me pregunto si podrás soportarlo".
¿Actuará así cada vez que cometa un error? ¿Pondrá ese muro?
Dios, estaba tan confundida.
Tenía preguntas, muchas, pero... todo estaba revuelto.
"Bella", dijo en voz baja, y yo estaba encontrando mis pies muy interesantes de ver. "Esto es..." Suspiró pesadamente, cansado. "Simplemente jodido."
De acuerdo. Bien.
Pero entonces lo oí acercarse, y esperé, Dios, deseé que no hubiera terminado. Esperaba que quisiera resolver esto. Esperaba que no huyera de nuevo. Esperaba... que él pudiera tener algo de puta claridad.
"Oye", susurró, inclinando mi barbilla hacia arriba. "Lo siento". Estaba en silencio, pero nunca apartó la mirada. "Tienes razón. Intenté alejarte, aunque sabía que no duraría", rio sin humor, bajando la mirada un segundo antes de volver a encontrarme con los ojos. "Pero, ¿no lo ves, Bella? ¿No ves por qué lo hice?"
"No." Realmente no podría.
Sonrió, era una sonrisa pequeña y triste. "Porque eres la única con el poder de destruirme".
Bien.
Bueno, la ira ha vuelto.
"¿Quieres decir que soy tu única debilidad?" pregunté, y él asintió una vez. "Bueno, gracias por el voto de confianza, Edward. Me ves como tu debilidad en vez de verme como tu fuerza".
"No, Bella, eso no es lo que quiero decir..."
"Cállate, Edward. Eso es exactamente lo que quieres decir".
"¿Ahora quién está haciendo suposiciones?", espetó, dando un paso atrás. "¡Solo digo que tengo que protegerme!"
"¡No de mí!" Grité enfadada. "¡Maldita sea, Edward, nunca deberías sentir la necesidad de protegerte de mí!"
Yo tenía razón, y él lo sabía.
Dios, no tenía ni idea de que él tuviera esas inseguridades. Pensé que sabía cuánto lo amaba. Creía que ya sabía... lo mucho que le pertenezco. Pero evidentemente no lo sabe. Evidentemente seguía pensando que yo huiría.
Fue entonces cuando me di cuenta de lo jodidos que eran los matrimonios concertados también para los hombres. Especialmente si querían amor y no conveniencia. ¿Nunca se daría cuenta de que yo estaba aquí por voluntad propia? Quiero decir, él me había dado su pleno consentimiento. Podía divorciarme de él si quería, así que ¿por qué no me creía?
Edward estaba a punto de decir algo, algo que pareciera que por fin íbamos a empezar a resolver este mierdero... pero sonó una alarma en uno de los monitores.
"Carajo", maldijo Edward en voz baja. Se volvió hacia las pantallas, pero se detuvo y me miró con ojos suplicantes. "No te vayas... ¿por favor?"
"No me iré", dije, esperando que entendiera el doble sentido. Porque lo decía en serio. No me iba a ninguna parte. Ni ahora, ni nunca. Ojalá lo supiera.
Al diablo, tendré que convencerlo. Pasaré mi vida haciendo eso si tengo que hacerlo.
"Whistler", susurré, caminando hacia él mientras se daba la vuelta. "No me iré a ninguna parte". Podía verlo claramente en su cara. Tenía opiniones, y se mantenía firme, pero seguía aterrorizado de que esta vida fuera algún día demasiado para mí. Pero se equivocaba. Así que acuné su cara. "Te amo". Él cerró los ojos. "Tenemos un montón de cosas de las que hablar pero lo solucionaremos, ¿entendido?"
Podía oír a los demás acercándose afuera, obviamente preparándose para el trabajo, pero yo necesitaba esto primero.
"No voy a ninguna parte", dije una vez más, y eso fue lo que hizo falta. Se relajó, aunque solo un poco, y luego se sumergió y capturó mi boca con la suya. Con fuerza y pasión.
"Te amo", respiró en mi boca. "Dime que no me abandonarás".
Y mi chico irlandés había vuelto.
"Eso es imposible", respondí. "Haré que me creas".
Me besó de nuevo, volcándolo todo en ese beso.
Por desgracia, se nos había acabado el tiempo, y los otros chicos entraron en la sala de control con Eric a la cabeza. Con un último beso, Edward me dijo en silencio que hablaríamos más tarde, y eso fue suficiente para mí ahora. Mientras tuviera esa promesa, estaba bien.
"De acuerdo, ¿qué tenemos aquí?", dijo Eric, frotándose las manos antes de hacer lo suyo. En serio, era demasiado para seguirle el ritmo. Sus manos volaban sobre los teclados y... sí. Sabía lo que hacía. "Jefe, parece que Aro ha decidido irse a su casa de vacaciones en Cerveteri".
Por una vez no me sentía completamente fuera de lugar. Sabía que el equipo de Edward había pasado los dos días anteriores a la llegada a nuestra llegada estableciendo vigilancia en torno a las cuatro villas de Aro en Italia, todas ellas situadas cerca a Roma. La casa permanente de Aro, que era más bien un puto palacio, estaba en algún lugar de la Toscana, pero según el trabajo anterior de los Masen, sabíamos que Aro siempre se dirigía a una de sus cuatro villas en los alrededores de Roma cuando había ocurrido algo, y evidentemente esto era cierto puesto que ahora se estaba mudando.
El siguiente plan era entrar, y para ello necesitábamos saber dónde estaba, y ahora lo sabíamos. Cerveteri. Lo que significaba que lo más probable era que los chicos salieran esta noche.
Le había preguntado a Kellan por qué no irrumpían y colocaban sus cámaras y demás en las cuatro villas en lugar de esperar a ver a cuál se mudaba Aro. Quiero decir, no era que Edward y su equipo no pudieran permitirse la tecnología, pero Kellan me lo había explicado. "Lo primero que hacen cuando llegan es barrer la villa en busca de micros. Así que, si ya tenemos nuestra mierda allí, la encontrarán. En otras palabras; tenemos que poner nuestra mierda en su sitio después de que hayan hecho su búsqueda".
Sí. Así que ahora irrumpirán en la villa, sin ser atrapados, y plantarán los micrófonos y las cámaras.
"Eso no está lejos de aquí", señaló Edward. "¿Cuál es el estado de la actividad hasta ahora?"
Mientras Eric trabajaba en la respuesta, Edward me acercó a él, apoyando su barbilla en la parte superior de mi cabeza. Aquello me encantaba, no podía negarlo, y me aseguré de que supiera que me encantaba mientras lo estrechaba contra mí.
"Bueno, los más cercanos de Aro han llegado", dijo Eric, acercándose al monitor 4. "Personal de cocina, equipo de limpieza". Señaló la pantalla donde un montón de gente vaciaba unas furgonetas. "Y guardias". Acercó el zoom a cuatro hombres parados afuera de la villa de tres pisos. "Ese es Stefan Ztano, el jefe de seguridad de Aro, y si ya está allí, diría que tenemos menos de un día antes de que llegue Aro". Sacó un mapa, dejando la carretera -desde donde estamos hasta la villa de Aro- en color rojo. "Esta es la carretera que tomaríamos, y sabemos que Aro llegará en helicóptero". En el monitor 3 apareció la imagen de un helipuerto, y recordé que Kellan me había dicho que él siempre viajaba en helicóptero, acompañado solamente de un piloto y dos guardias.
Había otra pantalla que mostraba el plano de la casa, y se había marcado con un círculo una habitación del tercer piso, que yo sabía que era la habitación en la que suponían que Aro tenía su despacho. Recuerdo a Kellan, Eric y Adam hablando de formas de entrar en la casa... y recuerdo haber sentido esa sensación. Adrenalina, recordándome una vez más que quería ayudar y... sentirla.
Edward consultó entonces su reloj. "Son casi las ocho y media PM". Suspiró. "¿Cuándo podemos irnos?"
Tragué saliva.
"Dentro de una hora", respondió James desde detrás de nosotros. "Como es la villa de Cerveteri, necesitamos cuatro hombres". Hizo una pausa, encendiendo un cigarrillo. "Cuando Seth, Adam y yo estuvimos allí hace unos días, nos dimos cuenta del nuevo sistema de seguridad que habían instalado. Además, es una villa de tres plantas. Así que necesitamos a Eric aquí, trabajando con los ordenadores, y Sam es demasiado grande", se rio, al igual que los demás. Me perdí. "Yo diría que... Cullen, Adam, Seth y yo".
Sentí que Edward asentía.
Me concentré en respirar.
"Suena bien", dijo Edward pensativo. "McKenna, tienes tu equipo, ¿verdad?" Señaló la pantalla donde estaba toda la villa. "Necesitas escalar ese maldito".
"Tengo todo lo que necesito, jefe", Adam respondió.
"Bien. Preparémonos, muchachos. Quiero a Seth en algún puto árbol con su automática". Otra vez con las risitas. No es que me importara, solo estaba confundida. "Pero quiero que Sam nos acompañe. Estará en el coche por si necesitamos sus músculos". Más risas. "Y James, tú harás vigilancia. Adam y yo entraremos".
"¿Cómo van a evitar los detectores de movimiento?", Kellan preguntó acercándose a los monitores. "Están incluidos en el nuevo sistema que instalaron". James asintió pensativo. "Y podría apostar que las ventanas también los tienen".
Miré a Edward en busca de respuestas.
"Tenemos que pasar por debajo del muro", dijo, señalando el muro de hormigón que rodeaba la villa. "Tenemos equipo para eso". Se encogió de hombros, sin ver ningún problema. "En cuanto a las ventanas... Eric tiene un plan". Sonrió con satisfacción.
Y todas las miradas se dirigieron a Eric... que también sonreía.
Todos son unos bastardos engreídos.
"Los informáticos lo hackearon", dijo Eric simplemente. "A diferencia de nosotros, lo gestionan todo a través de un sistema informático, que es su cagada, porque ahora me resulta casi demasiado fácil apagarlo". Estaban... mierda, muy seguros de sí mismos.
Pero espera...
"Si puedes apagarla, ¿por qué no apagas también la cosa de la valla?", pregunté, ignorando mi falta de un término correcto para lo que fuera en lo que trabajaban. Cosa de la valla funcionó muy bien para mí, gracias.
"Podría hacerlo, pero sus guardias lo oirían, porque su pared también es eléctrica y está conectada a los sensores", explicó Eric. "Es algo así como grillos. Los oyes, como un zumbido interminable. La electricidad que fluye por los cables de la pared es prácticamente la misma. Se oye, y no puedo cortar los sensores sin cortar la corriente".
Huh,
Lentamente asentí. Comprendí.
"¿Por dónde van a entrar?" Kellan preguntó a Adam y Edward.
Todos estaban concentrados en la pantalla donde estaba el plano de la casa, y como Edward mencionó escalar, supe que planeaban entrar por el tercer nivel.
"Bueno, el área justo al lado de lo que creemos que es la oficina de Aro es más probable que sea un cuarto de baño", respondió Adam, señalando la habitación más pequeña en el monitor. "Ese debería ser el lugar más seguro para entrar sin toparse con alguien".
"No se puede, bro", dijo Eric, sacudiendo la cabeza mientras reorganizaba y ampliaba y... mierda. "No cabrás por la ventana", dijo, y entonces hubo una foto. Supuse que James y sus chicos la habían tomado mientras preparaban las otras cámaras. "Y a juzgar por el balcón que hay justo al lado, yo diría que eso es un dormitorio, y estarás allí hasta tarde. Existe la posibilidad de que haya alguien allí".
Escuché, muy atentamente, pero seguía concentrada en la ventana. La ventana del baño. No parecía tan pequeña. Al menos no para mí.
"¿Qué pasa con la ventana de la oficina entonces?" preguntó Seth.
Tanto Edward como Eric negaron con la cabeza. "Está enrejada, por eso creemos que es su despacho", suspiró Edward, obviamente sumido en sus pensamientos. "Mierda... eso nos deja la segunda planta". Frunció el ceño. Podía ver que no le gustaba esa idea, y no era muy difícil entender por qué. Diablos, lo estaba entendiendo, porque de hecho lo veía. Si Edward y Adam entraban en la casa por el segundo piso, tendrían que subir las escaleras, un lugar fácil de ser descubiertos. Y era fácil, después de ver trabajar a los chicos, ver que querían moverse lo menos posible. No querían moverse demasiado en la villa.
Y cuando lo pensé, me di cuenta de las ganas que tenía no solo de ayudar, sino de asegurarme de que su plan salía bien. No quería verlos corriendo por esa villa con gente de los Avellino patrullando. Así que...
Se me escapó. "¡Yo puedo entrar por esa ventana!"
Es solamente entrar y salir, ¿verdad?
"¿Estás intentando provocarme un infarto?" murmuró Edward, sin perder el ritmo. "Olvídalo, princesa. Te necesito a salvo. Sigamos".
Continuaron... pero me fijé en Kellan. Me miraba, y como que supe, supe que lo más probable es que tuviera su aprobación. Creo que vio potencial en mí.
Pero se quedó callado.
Hasta que Edward, Sam, Seth, Adam y James partieron una hora más tarde.
Sí, se fueron. Preparados y listos para probar la ventana de la habitación del tercer piso, se marcharon en uno de los tres todoterrenos negros que Edward había comprado para el equipo.
Durante un rato, después de que se hubieran ido, estuve temblando de nervios.
Edward me había asegurado que volverían antes del amanecer.
Sí. Eso realmente no me calmó.
Sin embargo, pronto tuve algo en lo que concentrarme, porque Kellan se me acercó.
Preguntó: "¿Estás lista para jugar con los grandes, Bella?".
Y yo respondí sin dudarlo. "Lo estoy". Porque podía sentirlo.
Poco después, hubo un plan.
Había equipo. Un arnés, cuerda y alambre, porque estaba subiendo. Allí en el tercer piso, a través de la ventana del baño. Había un chaleco antibalas. Allí estaban mis dos cuchillos favoritos: mi cuchillo de bota y mi cuchillo mariposa. Había un todoterreno. Había artilugios que Eric me entregó después de una pequeña discusión sobre contárselo a Edward.
Kellan y yo ganamos esa discusión.
Y pronto nos pusimos en camino hacia Cerveteri.
Necesitaba conducir, necesitaba sentirlo. Y vaya si lo sentí.
Agarré el volante con más fuerza y pisé a fondo.
