Uf... Media hora más tarde suena el teléfono de Aamón.
No, suena el de Aziraphale.
Que a saber Dios dónde está.
Ahí... va a estar ahí, punto. El de la librería
Ala... Vale, haciéndole pegar un salto.
Y Crowley le suelta un poco, culpablemente. Aziraphale se sonroja, contestando el teléfono.
—¿Hola? —pregunta Aamón.
—¿Q-Quién habla?
—Es esta la librería de Azira... A. Z... ¿Cómo se dice?
—Aziraphale, yes.
—¡Ah! Soy Aamón. Oye... sé que estáis enfadados conmigo, pero esto es urgente.
—Eres... ¿Eres Aamón? ¿De verdad? ¡Justo estaba intentando llamarles!
—Ah... Ah, ¿Sí?
—Sí... sí. Tengo... ¿Está Raguel contigo?
—Sí, está aquí.
—¿Le puedes... decir que... tengo algo importante?
—¿El qué?
—Un objeto valioso para él.
—¡El libro! ¡Lo tienes tú!
Se escucha a Raguel histérico al otro lado del teléfono dando un montón de explicaciones.
—Tenemos que ir para allá, calma, calma... ahora vamos.
—Han venido a vendérmelo... —explica Aziraphale—. Está a mi resguardo.
Le cuelga, porque Raguel esta histérico. Aziraphale suspira, levantando una ceja.
—Asumo que vienen... pronto. Raguel estaba un poco... fuera de sí.
Crowley le mira.
—¿Podrías... guardar la copia en tu casa?
—Sí.
Aziraphale le sonríe y se le acerca, abrazándole del cuello. Crowley sonríe de vuelta abrazándole un poco también.
—A mí me han prometido una copa.
—Estás ridículas casualidades en la vida...
—¿Que me prometan una copa?
—Que nos llamen a la vez que les intentamos llamar... —sonríe—. Vamos a por esa copa. ¿Y no podrías vestirte decentemente? Veo que no.
—Naaah.
Parecen los dos hippies de principios de los 60s. Todo despeinados, con cara de "acabo de tener sexo ardiente", en batas abiertas, bebiendo alcohol, a saber Dios qué hora es...
Crowley debe tener marcas en muñecas y pies de... que le ha atado o sea... un desastre.
Raguel está histérico, es que va a personarse ahí en...cuanto Aamón se lo permita pero a menos que Aamón diga lo contrario, Raguel está ahí tocando la puerta como histérico.
A nadie le importa qué hora es, Angel, la botella no tiene reloj.
Aziraphale sirve una copa para cada quien, sonriendo, porque está... la verdad, está de un extraordinario buen humor después de todo esto y aun no se entera de la bata abierta.
Y Crowley le mete mano cada vez que le da la espalda. El ángel supone que está subiendo manualmente la bata.
—Crowley... —jijijiji
Exacto, jijiji todo el rato, ¿podéis ir a abrir la maldita puerta?
Aziraphale le da un besito a Crowley sin enterarse y Raguel abre la puerta de un chasquido, lo siento.
—¿¡HOLA?! —y ahí va Aamón tras él.
Aziraphale protesta, separándose de Crowley.
—¿No cerraste la puerta? —pregunta sonrojándose un poquito.
—¿Yo?
—Pues tú la cerraste
—Sí la cerré —ahí aparecen.
—Ohh... hello —Aziraphale les sonríe y es que Raguel... parece demente.
—¿¡Dónde está?! ¿¡Dónde está?!
Crowley se separa un poco de él y Aamón entra detras también bastante más discretamente.
—Raguel... Ehm... ¿Qué tal?
—¿¡Dónde está?!
—Acá, lo tengo acá...
Crowley fulmina a Aamón de reojo que pone los ojos en blanco. Aún no te perdonan.
Raguel.. es que pareciera que está en medio de un ataque de pánico, a punto de gritar como loco.
—Creo que es el tuyo, no estoy del todo seguro... pensé que era mejor que vinieras tú a reconocerlo —explica Aziraphale... y es que están los DOS encima de la mesita. Se gira a mirar a Crowley con carita de... llevateunodelosdos.
Ahí va corriendo a esconder uno, no sé cuál, porque ni se fija.
Como no sea el correcto, Crowley, no vas a correrte nunca jamás.
Puede que sí sea la copia porque el otro debe darle un poco de... picorcillo en los dedos como las cosas sacra... WHAT THE FUCK?
Vale, vale... si es la copia ai vas a volver a hacerlo. No temas.
Aziraphale... nota que lo hace y le señala a Raguel el libro, que se ABALANZA SOBRE ÉL, casi arrancándoselo a Aziraphale de las manos.
—E-Es... DIOS MIO... ¡ES MI LIBRO! —es que casi llora, abrazándolo.
Aamón sonríe con eso acercándosele un poco.
—M-Mira... ¡mira! Es... es el libro —Raguel se le echa encima prácticamente, aun abrazado a su libro—. Gracias a Dios.
Aamón le abraza.
—Supongo que estaréis dispuestos a pagar su precios entonces —suelta Crowley.
—A... ¿¡a qué?! ¿Pagar su precio? —pregunta Raguel dese los brazos de Aamón.
—Esto es una librería, aquí nos dedicamos a la compra y venta de libros. No a regalarlos.
Aziraphale mira a Crowley de reojo.
—¿¡Van a... venderme mi propio libro?!
—Teniendo en cuenta que hemos tenido que comprárselo al que lo ha traído... esto es un negocio.
—¿Con dinero?
—No.
—¿¡Con que lo han comprado? Con indulgencias?! Aziraphale! —le riñe un poco.
—No... No, no. Lo he comprado con dinero.
—Pero ese no es el problema, el chico vino aquí diciendo que era un libro muy raro y... tuvimos que pagarle con mentiras.
—¿Mentiras?
—No pretendías que le dijéramos que era el libro sagrado del cielo que un Arcángel irresponsable había perdido.
Raguel traga saliva con eso, guardándose el libro en la ropa como siempre, sonrojándose.
—N-No... No. En realidad no. ¿Qué es lo que quieren a cambio?
Crowley mira a Aziraphale, que le mira sin tener IDEA con carita de cierto agobio.
—Queremos que elimines algunas cosas ahí escritas.
—N-No puedo... no puedo eliminar nada —Raguel levanta las cejas.
—Bueno, nosotros no podemos mentir y lo hemos hecho, lo... justo sería la... paridad.
—E-Es que físicamente... es imposible. No hay... nada que lo borre.
—Entonces abstente de escribir nada sobre Aziraphale en adelante —Crowley se humedece los labios.
Aamón frunce el ceño con todo eso.
—P-Pero es mi trabajo, no debo... N-No debo... —Raguel vacila.
—Tampoco debía él y va a tener que mentir más aun para no decirle a nadie que ha pasado con ello.
—Y-Yo... lo siento. De verdad. Este es un error mío y quedará registrado en el libro.
—Ya, pero nadie lee el libro más que tú... y Dios. ¿O quieres decir que Aziraphale puede reportar este suceso a Gabriel como reporta semanalmente sus actividades?
—Ohh... eso sería... ehm, inconveniente —Raguel se sonroja.
La sonrisa de Crowley que hace fruncir más el ceño a Aamón.
—Va a tener que seguir mintiendo...
—Q-Quizás lo mejor sería... q-quizás...
—Raguel vacila, apretando los ojos y pensando—. Trataré de...
—Oh, bueno, supongo que Aziraphale también tratará.
—No, no. No. Es que de verdad no puedo dejar de escribir sus cosas. Sería hasta raro.
—Pongamos entonces... la mitad. Una de cada dos.
—U-Una de cada dos...
—No es una mentira del todo, solo es... ocultación de PARTE de la información.
—Lo hará —interviene Aamón.
—A-A... a qué nos referimos —Raguel le mira de reojo.
—Mentirás por él igual que él tiene que mentir por ti. Fin del asunto —Aamón le mira con cara de circunstancias.
Raguel... traga saliva, pero... asiente, dejando que Aamón hable. Porque es mucho más fácil si él lo hace. De hecho se le esconde un poquito detrás.
Crowley frunce el ceño porque de Aamón no se fía, maldita sea.
—¿Algo más? —pregunta Aamón.
—Y-yo quiero saber una única cosa —susurra Aziraphale y todos le miran.
—¿Puedo... decírtelo al oído, Raguel? —traga saliva. Y sonríe un poco.
Raguel levanta las cejas sin esperarlo. También los otros dos.
Aziraphale se humedece los labios y... se acerca a Raguel, susurrándole algo
Raguel se gira a mirar a Crowley en cuanto termina Aziraphale de susurrar, quien sonríe y asiente como si supiera de qué va el tema.
De hecho el único que no tiene ni idea es Aamón, tu si deberías saberlo, Darling.
—Hmmm... ¿Para qué quieres saberlo? —pregunta Raguel mirándole de reojo, con cierta sospecha.
Aziraphale cambia el peso de pie y mira también a Crowley.
—¿Por favor? —pide Crowley sin tener ni idea. Solo por la... actitud de Aziraphale
Raguel se humedece los labios, especialmente con eso último de Crowley, que le sonríe más. Aamón frunce el ceño desconfiado.
—Bien, si el demonio está de acuerdo con que te lo diga... no veo por qué no. Sé que no suelen recordarlo... —se acerca a Aziraphale.
—What the fuck?! ¡NO! —chilla de repente.
Raguel se detiene a la mitad de la palabra.
—¿Qué está pasando? —protesta Aamón.
—Oh, Crowley ¡venga! —protesta Aziraphale
—¡No! —Crowley protesta y les mira porque... él sí quiere hablar con Raguel. A solas. Y no sabe cómo echar a los otros dos
—¿¡Pero por qué? no tiene nada de malo, no es como que quisiera que fueras... lo que eras antes.
—¿Porque no vas a buscar comida como querías?
—¿Quieres hacer lo que... me decías que ibas a hacerle? —Aziraphale le frunce un poco el ceño.
—Y peor.
—¿Qué ibas a hacerle a quién? —sigue protestando Aamón sin entender. Aziraphale frunce más el ceño.
—Vámonos, Aamón.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Crowley quiere darle "besitos" a Raguel —sentencia Aziraphale, levantando la nariz.
—Aziraphale quiere saber qué nombre tenía yo cuando era un ángel, así que voy a sobornar a Raguel para que no se lo diga —responde Crowley después de eso.
Aamón parpadea con ambas respuestas, mirando a Raguel, que levanta las cejas...
—Ya, claro... —refunfuña Aziraphale —. Sobornarle con besitos.
—What the fuck? —protesta Aamón frunciendo más el ceño—. ¡No me pienso ir!
Ojos en blanco de Crowley.
—Pues te quedarás a ver cómo se los da... yo no voy a ver eso —refunfuña Aziraphale dándose la media vuelta y mostrando... TODO el culo.
Aamón parpadea con eso y Crowley aprieta los ojos porque en realidad tiene que irse LOS DOS.
Raguel mira a Aamón y le sonríe un poco.
—Voy a estar bien... nada de besos, créeme —le asegura.
—Da igual, no es urgente —suelta Crowley.
—¿Seguro? —Raguel parpadea un poco.
—Pues si se va a poner así todo el mundo...
—¿No quieres que se lo diga?
—¡Claro que no quiero!
—¿Puedo saber por qué?
—No, porque todo el mundo se está poniendo histérico si hablo contigo.
Aamón pone los ojos en blanco.
—¿Qué es lo que tienes que decirle? —pregunta porque nadie le ha explicado
—Quien era él cuando era un ángel.
Maaaaaás ojos en blanco de Aamón.
—Bueno, pues a mi si me importa —protesta Crowley para Aamón—. Si tan poco te importa a ti, que le diga quien eras tú.
Raguel se sonroja un poco con eso.
—Pues que se lo diga, ya ves... —replica Aamón encogiéndose de hombros.
—Yo aún quiero saber por qué no quieres que lo sepa. Aamón, mi vida, si a él le incomoda que escuches, ¿te molestaría mucho perderte un poco más allá para que pueda explicarme?
—¡Esto es ridículo! Díselo y ya está —protesta Aamón.
—No va a decirme mientras estés tú aquí oyendo...
—No, que le digas al ángel. ¿Qué importa lo que él quiera?
Crowley frunce más el ceño.
—Aamón, amor, por favor déjame hablar un minuto a solas con él.
Más ojos en blanco y mira a Aziraphale que la verdad si tiene hambre y está entrándole a unas galletas que tenía en su escritorio con medio culo de fuera.
—¿Tú qué haces? —se le acerca.
—Oh... hola. Como galletas. ¿Te han echado a ti también? —le extiende una y... es que parece de mucho menos mal humor del que parecía cuando se largó tan supuestamente indignado.
—Vámonos.
—¿A dónde? —le sonríe metiéndose otra galleta a la boca.
—No lo sé, te... invito a desayunar —propone al verle comer.
—¡Oh! Hay un lugar fantástico aquí junto para desayunar. ¡Que nos alcancen cuando acaben! —sonríe encantado con la idea.
—¿Porque no quiere que te diga eso? —pregunta asintiendo a la propuesta. Aziraphale chasquea los dedos y se viste.
—Supongo que... espera. CROWLEEEEEY! Estamos en el Moors, ¡cuando acaben vengan! —toma del brazo a Aamón, abriendo la puerta—. Supongo que le da vergüenza.
Crowley le mira levantando las cejas y luego frunce el ceño, pero no le detiene, girándose a Raguel, que le sonríe.
—Bien, ya puedes decirme
—¿Porque tiene que llevárselo a Moors? —protesta.
—¿Qué es Moors?
—Una estúpida pastelería o whatever.
—Debe haberlo sugerido Aziraphale, dudo que Aamón sepa qué es.
—Ya lo sé pero... bueno, da igual. Ven.
Raguel le mira, sin saber a dónde y Crowley se va hacia dentro de la librería, así que le sigue.
—Esto es... una especie de soborno.
—¿Ajá?
—Te lo voy a mostrar a cambio de que NO le digas nunca.
—¿Por qué no quieres que le diga nunca?
—Porque no le incumbe — mueve el libro que abre las estanterías donde está la televisión
—¿No le incumbe? —levanta las cejas... pensando otra vez que esto se parece mucho al armario de la oficina de Gabriel.
—¿Lo prometes?
—¿No decirle nunca lo que vas a mostrarme? Sí, supongo que sí.
—No decirle nunca mi nombre de ángel.
Raguel sonríe.
—Si ese es tu deseo, sí. Lo prometo. Aunque a veces hay que pensar bien lo que uno pide... ahora puedes tener sentido, pero en otros momentos podría no tenerlo.
Crowley le mira intensamente y pone en marcha el video, buscando en las grabaciones de las cámaras. Pone un video en el que Aamón está sentado en la butaca y Aziraphale le está escuchando.
En cuanto aparece Aamón en pantalla, Raguel se tensa un poco, tragando saliva.
—¿Qué es eso?
—Tú espera... y verás —le da click para que empiece el sonido.
Raguel vacila un poco queriendo preguntar si es algo horrible lo que va a ver. Pero no lo hace. Atento a la pantalla.
—¿En qué horario? Es... importante recalcar las reglas. Todo lo tienen que dejar como lo encuentren, nada de fuego, nada de... desordenarlo todo—se oye a Aziraphale enumerar como advertencia.
Raguel parpadea, todos los sentidos atentos a la pantalla.
—¿Qué podría incendiarse o desordenarse por hablar? —pregunta Aamón levantando una ceja.
—No lo sé... —el ángel se pone los innecesarios lentes y le mira por encima de ellos—. Si solo van a hablar no hay ningún problema.
Raguel piensa que... esto es sobre ellos, ¿verdad? Sobre ellos dos. El plan era hablar y terminaron como cada vez terminan. Se sonroja un poco y vacila preguntándose si hay video de eso también. Ugh. Miguel le hace eso también y lo odia.
—Solo vamos a hablar —sentencia Aamón visiblemente de mal humor.
—Vale, vale... puede ser en la tarde, después de las siete —sigue Aziraphale mirando su agenda.
Crowley detiene el video y le mira… Raguel sonríe un poquito de lado con ese tono irritado de Aamón, notando que nunca le ha visto interactuar con el mundo sin que él esté.
—Oh...
—Ahora viene lo bueno, así que atiende bien —le advierte Crowley.
—V-Vale...
Crowley asiente y pone play de nuevo.
—Solo vamos a hablar porque soy idiota y entré en puto pánico y le dije que estaba con otro. Me inventé una historia de mierda sobre un demonio, como si hubiera alguien ahí abajo que no fuera completamente repulsivo —protesta el demonio en la pantalla. Aziraphale parpadea con ese repentino cúmulo de información dirigida hacia él.
Raguel... parpadea.
—Y ahora no quiero decirle que es mentira... y espérate, porque voy a tener que puto buscar a alguien ahí abajo a que me haga el... favor de hacerse pasar por lo que sea, porque lo va a querer conocer. Por mucho que yo le diga que no —Aamón se pone los ojos en blanco a sí mismo.
El Arcángel abre la boca para decir algo... y vuelve a cerrarla al ver que sigue hablando.
—Ohh... Crowley piensa lo mismo —responde Aziraphale un poco descolocado, aunque... Ay, estos pobres demonios faltos de... alguien con quien compartir.
—No, no puede ser Crowley. ¿Crees que no conoce todo el mundo vuestro estúpido caso?
Raguel da un pasito hacia la pantalla, absorto.
—No, no... no. No lo he insinuado ni remotamente... ! ¿Qué ha dicho el de... que... no estaban ni ustedes dos en un "estúpido caso" también? —pregunta frunciendo el ceño.
—Hace dos mil putos años. ¿No te lo ha contado?
—Un... poco, por encima. Sí. También Crowley... Ehm e-es igual. Aún así... el... uy... es que decirle que estás con alguien es un poco, extremo, ¿no crees?
Raguel se lleva una mano al pecho. La mirada intensa del demonio en la pantalla, otra vez. Aziraphale toma un traguito a su whiskey, nervioso.
—No se te va a ocurrir... contárselo.
—No, no. No. No hablo tanto con él. Solo... es que...
—¿Qué?
—Me da la impresión que él quería algo más... romántico.
—Sí, ya lo sé.
—Quizás Crowley sepa de alguien...
—No, no quiero que todo el mundo se entere de esto. ¡Ni siquiera debí contarte a ti!
—Hmmm... ya, ya... bueno no pasa nada, se guardar un secreto. Solo me preocupa porque no va a estar contento.
—¡Ya sé que no va a estar contento! ¡Yo tampoco estoy contento! —sigue—. Creía que... iba a ser distinto, que las cosas se habían enfriado. Me prometí que se habían enfriado. Que iba a estar furioso. Que iba a hacerle pagar por ello. Que no iba a estar disponible para él para que creyera que podía hacer lo que quisiera sin consecuencias. ¡Que me iba a mantener firme! —se levanta de golpe con los brazos muy rígidos para ilustrar la firmeza y luego se pone a andar alrededor del cuarto—. Pero me encontró y... no estaba preparado, no me había avisado de cuando sería. O sea, subí a la tierra a esperarle otra vez como un imbécil. Donde pudiera encontrarme con facilidad, además. Ni siquiera sabía dónde me buscaría. Hasta me plantee volver a convertir nuestra casa en nuestra casa a chasquidos de dedos... y no lo hice solo porque... yo qué sé. Pero llegó y le vi y me puse a llorar como un imbécil.
Raguel traga saliva con eso, sorbiendo un poco los mocos.
Aziraphale parpadea... y parpadea otra vez.
—Y... Y es qué... qué coño se cree. O sea, ¡yo también tengo que tener algún control sobre todo esto! —sigue, cada vez más enfadado.
—Ahora mismo tienes absoluto control... ¿qué ha hecho cuando se lo has dicho?
—¡¿Qué control voy a tener?!
—Todo el posible.
—Desde luego que no, si le dije eso e igual le besé y casi consigue que me acueste con él.
—Ehm... ¿Y tú no quieres?
—Pues... no. O sea... sí —da otra vuelta sobre sí mismo—. Pero es que no puedo dejar que me afecte tanto así de rápido! ¿Y si se vuelve a ir? Y sé lo que pasará en el momento en que suceda.
Raguel tiene que limpiarse un ojo
—¿Qué?
—¿Qué de qué?
—¿Qué pasara en el momento que suceda?
—Pues puñeteros arco irises ¿tú que crees?
—Ehm... sí. Sí. Ahora mismo el asunto está en... que él cree que estás con otro y que... estás en un dilema —puntualiza porque iba a decir ya no le quieres, pero este hombre está dejando una estela de amor bastante intensa pese al enojo.
—No estoy en un dilema estoy en un puto problema de cojones. Porque le dije que no iba a hablarle del otro, pero se lo comen los celos y la curiosidad...
—Pues claro... —es que se piensa que Crowley le dijera eso mismo...
—Así que tengo controlado... más o menos... el tema sexual, pero... ¿Qué hago cuando quiera conocerle?
—Coaccionar a Asmodeo... de todos, a Asmodeo. Esto tiene... e-esto es... es... pero si acabamos de... —Raguel protesta y a la vez... se limpia los ojos.
—No creo que sea buena idea...
—¿El qué? ¡No le voy a decir que era mentira!
—Aún no me dices cómo ha reaccionado.
—¿Cómo ha reaccionado de qué?
—A que le has dicho que estás con otro... me parece una declaración bastante seria.
—Pues... con celos. Aunque dijo que sí quería ser mi amigo.
—¿Y... luego le besaste?
—Sí —se sonroja y no le mira.
—Así que... él va a sentirse más culpable.
—¡Pues no es como que se apartara!
—Bueno, si consideramos que seguramente el tiene dos mil años de ganas de besarte...
—¿¡Y qué demonios crees que tengo yo?!
—Pues pareciera que no tantas ganas de besarle como para conseguir un buen pretexto para no hacerlo...
—¡No es porque no tenga ganas!
—¿Entonces? —Aziraphale da otro traguito a su whiskey.
—Es... ¡ya te lo he dicho!
—Lo de mantenerse firme...
—¡No! O sea... sí, también, ¡pero no!
—¿Hacerle pagar?
—¡No! ¿Es que no estás escuchando, muchacho?
—Si estoy escuchando, me diste todas esas razones... pero vale, creo que el problema real es el pánico...
—No... Es que... sé lo que pasará conmigo cuando... pase.
—¿Lo mismo que pasará con él?
—¿Cómo voy a saberlo? Él es el que ha sido capaz de pasar dos mil años ahí
Raguel medio solloza, medio se ríe, con lo absurdo de todo esto. Con lo terriblemente celoso que se ha sentido. Con Aamón teniendo MIEDO y Crowley detiene el video.
—No hay más preguntas, señoría.
—¡No! ¡¿Que va a pasar con el cuándo eso ocurra!? ¿¡Qué más ha dicho?!
—No lo sé, luego hablan sobre si estás demasiado celoso para ir a verle, cosa que obviamente no pasa y si acaso tú vas a preferir ser solamente su amigo.
—¿P-Pero de verdad es cierto lo que ha dicho? De verdad no... n-no...
—¿Quieres volver a verlo?
—Sí —y es que todo encajaba. Todo. Aamón no queriendo presentárselo, Aamón para nada preocupado por Asmodeo en el cielo.
—Regalo de la casa —Crowley le hace una copia en un USB y se lo tiende.
—Ehm... gracias. ¿Sabes si esto se puede ver en el cielo?
—En un ordenador cualquiera, aunque quizás tenga algún virus... Pero le pasas un antivirus y listo.
Raguel... asiente. Pensando.
—Aamón no tiene a... otro.
—Aamón no tiene a otro —repite Crowley para confirmarlo.
—Aamón tiene miedo. No voy a irme otra vez —asegura en voz alta... y sonríe —. No sé cómo ha podido hacerme esto el muy...
Crowley se encoge de hombros
—Y... ¡pretendía además seguir así! ¡Si acabamos de subir al cielo a ver a Asmodeo!
—¿En serio?
—¡Y Asmodeo lo ha confirmado!
—Sí, bueno, fuimos todos a tomarle la foto de mierda.
—¿Todos... ustedes? ¿Y sabían que no eran... pareja? —Raguel parpadea... y parpadea.
—Pues Aziraphale y yo, ya lo has visto.
—Que divertido, ¿verdad? Hacer tonto al Arcángel Raguel ¿Lo del libro también ha sido planeado?
—Él nos lo pidió y Aziraphale me obligó a esconderlo, porque le gusta que la gente confíe en él. Pero la verdad, fue un mamón cuando le ayudamos con lo de la foto, así que me he cansado de cubrirle el culo.
—¿Le gusta que la gente confíe en él? Pues... ¡Extraordinario trabajo conmigo! Seguro que confiaré en el ahora...
—¿Debo pensar que tú no eres confiable ahora que te he contado esto? —frunce el ceño.
—No, ¡pero Aziraphale debió contármelo a mí! ¡Esto ha sido horrible!
—Aziraphale no es ningún chivato acusica. Dio su palabra y eso tiene un valor.
—Esto no es culpa de Aziraphale... —Raguel aprieta los ojos, pellizcándose el puente de la nariz.
—Exacto.
—Tampoco de Aamón, en realidad. Esto es culpa mía.
—Bueno, bueno, a auto-compadecerse cada uno a su casa, ¿eh? Yo me voy a buscarles.
Raguel se sonroja un poco. Crowley chasquea los dedos vistiéndose y esconde la pantalla otra vez.
—No le digas que sé.
—Pero según tú lógica...
—¿Qué?
—Debería hacerlo
—En realidad... no. Vale, ya... ya he dicho que Aziraphale no debía decirme necesariamente.
—Vale, vale.
Raguel se toma un segundo, pensando, antes de sonreír un poquito. Porque... Aamón es suyo, y solo tiene miedo. Cosa fea... pero manejable. Por lo menos ahora tiene sentido todo lo de "deja de pensar en eso" y "le dejaré".
—Bien, vamos entonces.
Crowley asiente.
—¿Es cerca?
—Sí, es aquí al lado.
—Oye...
Abre la boca porque él también iba a decirle algo y luego la cierra sonriendo un poco.
—Gracias por decirme.
—No te preocupes —se encoge de hombros.
—No le diré tu nombre... no te preocupes.
—Más te vale.
—Que noooo.
—¿Sabes? Hemos leído el libro. O bueno, parte de él.
Crowley, shut up!
—Oh... —Raguel toma aire profundamente con eso—. Ehm... ¿y qué han leído?
—Pues... no lo hemos leído todo, pero nos dimos cuenta que... todo el mundo peca muchísimo, pensaba que sería mucho menos.
—Pues... es que los pecados son de pensamiento, palabra, obra y omisión... es difícil.
—Y... es interesante como cada uno tiene un... pecado predominante.
—Hmm... ¿Te parece?
—Sí. Nunca imaginé que Gabriel, que no come, pecara de gula más que nadie, por ejemplo.
—No debieron leer el libro.
—Ya, ya, Aziraphale estuvo protestando por eso todo el tiempo mientras yo lo leía.
—Me refiero a que... el libro es peligroso.
—¿Por?
—Puedes sacar muchísimas conclusiones de él. En general incorrectas. Como esto. Gabriel... cometiendo gula.
—Mmmm... Pero está escrito.
—No, no... Si eres Gabriel y lo lees, entras en pánico. Y... tratas de no cometerla por todos los medios.
—Ah, pero no soy Gabriel, gracias a Satán o a quien sea.
—Imagino que el principado ha sacado conclusiones donde no debía.
—No lo sé.
—Ese es el peligro. Si se leyó a sí mismo... Gabriel, por ejemplo, trataría de evitar a Belcebú al leerlo.
—De hecho, eso justo pensamos, que se debía a Belcebú... pero en tu caso era la ira y no estás evitando a Aamón.
—Ahora. Lo evité dos mil años...
—Y aun así... no dejaste de cometerlo.
—Me tomo años aprender a no preocuparme por ello.
—¿No te parece... curioso?
—¿A qué te refieres? —pregunta.
—Pues que coincidáis. O sea, tú con Aamón, Gabriel con Lord Belcebú...
—Crees que... ¿a qué te refieres?
—Suena como... a predestinación o algo así. Hasta se podría predecir quién va con quién.
—C-Claro —parpadea y se humedece los labios, porque no lo había notado.
Crowley le mira, se encoge de hombros y abre la puerta de la pastelería, entrando.
Crowley le mira, se encoge de hombros y abre la puerta de la pastelería, entrando.
Aziraphale está riéndose así que Crowley frunce el ceño desde ya. Aamón le está contando que han visto a Asmodeo en el cielo.
Aziraphale se ríe un poco más, aunque se nota que estaba esperándoles porque casi inmediatamente que entran le hace una seña a Crowley y ahí va él.
Aziraphale le sonríe cuando llega, haciéndole un gesto para que se siente. Raguel se acerca a Aamón también, humedeciéndose los labios.
—Ya estamos —anuncia Crowley.
—¿Todo bien?
—Sí.
Raguel se acerca a Aamón poniéndole las manos en los hombros... y agachándose hacia él. Aamón le mira y él le da un beso en los labios haciéndole levantar las cejas, pero se lo devuelve.
Crowley frunce un poco el ceño porque esperaba una bronca, ¡no que este idiota además se ganara un beso!
Raguel lo profundiza un poco, la verdad y luego se separa. Aamón se va un poco atrás.
—Hola —no le deja, irguiéndose.
—Hola —parpadea un poco.
—Ehm... perdona —Raguel se sonroja.
—¿Eh?
—Sí, sí... disculpa. Eres un hombre con pareja —se sienta a su lado y le pone la mano en la pierna—. ¿Qué decían?
Aamón parpadea con todo eso.
—Hablamos del cielo —explica Aziraphale.
—¿Del cielo de qué? —pregunta Crowley.
—Me estaba contando que Raguel acaba de subir.
—Ah, sí.
—Eso... sí, a ver al novio de Aamón.
—¡No a eso! —protesta él.
—¿Ah no, mi vida?
—No, tú eras el desesperado
—Pues quería saber quién era el dueño de tu corazón.
—Es... no deberías estar tan enfocado en eso.
—Seguramente no. Quizás... deberíamos hacer una cita doble.
—¿Qué? A q-quién ibas a...
—Pues quizás debería yo de conseguir a algún otro... no sé.
—¿Otro qué?
—Pues una pareja mientras... tanto.
—¿Por qué?
Raguel le mira... y es que sonríe.
—Porque sí—otro besito en los labios.
Aziraphale mira a Raguel y porque está sintiendo la ridícula cantidad de amor que rezuma. Mira a Crowley de reojo sin saber que le hizo.
Aamón se lo devuelve y Crowley mira a Aziraphale cuando le mira.
—¿Qué pasa? —susurra Aziraphale.
—Nada —sonríe. Aziraphale le acaricia la cara con un beso y dado que estamos en estas... le da un besito en la mejilla
—Invita a Asmodeo entonces... ahora que salga del cielo —pide Raguel... y da otro beso en sus labios
Mientras se besa todo el mundo es que aparece Gabriel. Se acerca a ellos carraspeando.
Aziraphale lo... ignora, sinceramente. No es como que los demonios no, pero Raguel... si se separa un poco atrapado y Aamón parpadea.
—O-Oh...
—Raguel.
—Gabriel... ¿qué tal?
—Preguntándome dónde estabas.
Raguel se separa del todo, carraspeando y Aamón frunce el ceño a Gabriel.
—Gabriel. Ehm... e-estaba... convenciendo a Aamón.
—Ya. Tendríamos que ir cuanto antes...
Aziraphale mira a Crowley de reojo en plan... huyamos. Crowley asiente aprovechando que no les hace caso tirando de él para llevárselo
"Dile a Aamón que vaya él. Tú no vas" sentencia Belcebú dentro de Gabriel
—Yo no sé si sea buena idea que baje de nuevo —responde Gabriel que sigue pensando que esos pensamientos son suyos.
—Ehm... ¿vamos? —pregunta Raguel mirando a Aamón, que asiente un poco a regañadientes.
—Tiene que hacer algo o decir algo o... vamos, es que no quiero que termine el ahora encerrado. Belcebú me había dicho que la sacaría.
—No lo sé, pero por eso es que no quiero ir, no quiero encontrarla.
—Iremos nosotros... ¿seguro que lo la han sacado aún?
—No ha vuelto al cielo.
—Vale, vale... ¿tú estás bien? —pregunta Raguel a Gabriel levantándose.
Gabriel traga saliva... y niega suavemente. Raguel se muerde el labio... y se acerca a él, abrazándole.
Aprieta los ojos. Le hace sentir amor, porque lo siente por él, apretándole.
—Dios te dará fuerzas...
Aprieta más los ojos y suspira profundamente.
—Aunque... —se separa un poco y le mira a los ojos—. Creo que estabas interpretando mejor antes que ahora, el plan de Dios.
—¿Cuándo?
—Belcebú. Hay... algo en el libro, en mi libro... que me hace pensar que necesitas recuperarla.
—¿En tu libro?
—Tengo aún que analizarlo bien, pero... Creo que es Belcebú tú otra mitad. Necesitas volver a ella.
—¿Cómo lo sabes? —traga saliva.
—Los pecados. La gula... tú pecas de gula.
—¿G-Gula?
Raguel se humedece los labios y mira a Aamón de reojo.
—Yo lo hago de... Ira. Pareciera... qué hay un patrón. No lo había visto antes, pero...
Aamón levanta las cejas.
—Pero si yo no como —replica Gabriel.
—Es la gula, el libro lo prueba.
—Pero como va a ser la gula, no como ni bebo nada.
—Gabriel... lo es. Igual que el mío es la ira... ¿cuántas veces me has visto enfadado? Busca en tu interior... reflexiona.
—No tiene sentido, estás apuntando cosas sobre mí que no son.
—¿De qué me estás acusando?
—¿Cómo puedo pecar de Gula si no como ni bebo? Es ridículo, estás apuntando mentiras.
Raguel le mira a los ojos y Gabriel frunce el ceño.
—Nunca he apuntado ahí algo que sea mentira.
—Yo nunca he pecado de gula, ni siquiera deseo ingerir alimentos.
—Quizás no sea con alimentos, Gabriel. Es como si yo te acuso de entregar mensajes que no debías.
—¿Cómo no va a ser con alimentos? Eso es como decir que la ira no es con enfado.
—Gabriel, ¿puedes no entregar un mensaje oficial cuando te lo piden?
—No, pero es que no tiene sentido
—Tendrás un apetito desmedido por otras cosas...
—¿Qué otras cosas tienen que ver con la gula? El apetito sexual es la lujuria, el apetito por bienes materiales es la avaricia, el apetito por posiciones o relaciones o cosas intangibles es la envidia. La gula es con alimentos.
—¿Ropa?
—Eso sería avaricia. Incluso soberbia.
—Gabriel, no lo sé. Yo solo sé el pecado por gracia divina.
—Pues estás interpretando mal.
—No estoy interpretando nada.
—La gracia divina que te otorga el conocimiento de los pecados.
—¿Insinúas que nuestra Señora se equivoca?
—No, que tú la malinterpretas.
—¿Quieres hacerlo tú ahora? —protesta Raguel, empezando a enfadarse.
—A lo mejor debería, pero sinceramente, no puedo hacer el trabajo de todos, así que más vale que revises eso bien.
—Pues quizás sí que deberías. Ten —saca el libro y se lo pone en el pecho—. Llevo toda mi vida haciendo lo mismo, no necesito revisarlo.
—No voy a hacer tu trabajo. Revísalo y empieza a hacerlo bien —se lo devuelve.
—¡No voy a revisar un trabajo que estoy haciendo bien! —le grita.
—No lo debes estar haciendo tan bien entonces —se gira para irse.
—No me des la espalda, Gabriel, ni me dejes hablando solo.
No se gira, sigue, yéndose.
—¡GABRIEL! —le grita, incrédulo y enfadado, porque Gabriel no suele portarse así con él.
Una vez fuera, Gabriel vuelve al cielo con un rayo porque solo falta que le acuse a él de glotón.
Pues lo siento, darling. Belcebú... es que... hace sonreír a Gabriel mientras frunce el ceño
"Gula... la gula de Belcebú."
"Está equivocado, ni siquiera como."
"Tienes que ir con ella."
"Tengo que olvidarme."
"¡No! ¡Ella haría lo que fuera por ti!"
"Ella quiere a otro, ya hemos visto eso."
"No quiere literalmente a NADIE más."
"No podemos seguir engañándonos con eso..."
"Ella tiene miedo"
Parpadea porque eso se sale completamente de la linea de pensamiento y no sabe el porque lo ha pensado.
"Eres lo único bueno y puro que tiene y tiene mucho miedo de perderte."
Gabriel se tensa más.
Ugh! ¡No te tenses más!
