Belcebú... se humedece los labios sentada en la cama al lado de Gabriel. Vamos, es que el lleva durmiendo cómo... dos días seguidos cuando... parpadea un poco.

Ella se humedece los labios y le pasa una mano por el pelo con suavidad.

—¿Gabriel?

Él empieza a despertarse sin saber qué está pasando y de repente salta, sobresaltado.

—Ehh... ¿qué pasa? Estás bien, estamos en un lugar seguro

—¿Me has... dejado inconsciente? —Parpadea mirándola a ella y mirando el cuarto.

Es un cuarto de hotel normal, de hecho bastante lujoso. Porque alguien ya te conoce...

—No. Te has quedado inconsciente tú solo.

El ángel parpadea más veces... intentando recordar y le duele un montón la cabeza.

—Me devolviste al coche... ¿recuerdas? Eso fue hace un par de días. Después te quedaste... así, cómo muerto.

Se pone las manos en la cabeza para curarse.

—Te... traje aquí porque respirabas, pensé que solo dormías y...

—No recuerdo haber estado desnudo cuando... perdí la consciencia —suspira sintiéndose mejor y la mira. Belcebú se sonroja.

—No parecías cómodo durmiendo con ropa...

—Ya...

—¡No te hice nada que tú consideres pecado! De hecho ¡no te hice nada malo! —aprieta los ojos—. Bloody hell... ¿no vas a creerme y vas a decir que esto es suficiente para no estar juntos?

—Supongo que eso me pasa por confiar en un demonio. Qué esperas que te haga, Gabriel, si no aprovecharse de ti mientras estabas inconsciente —se ríe un poco y suspira.

—Ugh! Lo que voy a hacer a la próxima es... ¡justamente ESO! —aprieta los ojos sonrojándose un poco al notar que... es que lleva dos días abrazándole una buena proporción del tiempo.

Él se deja caer otra vez sobre la cama, tumbándose. Ella se humedece los labios y... se acuesta a su lado.

—¿Sabes? No soy ni la mitad de lo horrible que podría ser contigo.

—Pues no quiero saber cómo sería si lo fueras —mueve el brazo para que se tumbe junto a él, sin mirarla. Belcebú se gira hacia él y le abraza de la cintura.

—Infinitamente peor, créeme —hace un dibujitos en el abdomen con un dedo—. Pero... Igualmente te quejas. Una semana voy a ser contigo como con los demás y verás.

—Oh, ¿sí? Oh... vaya —pone duro el abdomen cuando lo hace

—Sí sabes que... no haría nunca algo que realmente fuera a... —le pica un poco el abdomen, notándolo y haciéndole sonreír—. Lastimarte, ¿verdad?

La atrae contra sí y la inunda de a... fecto. No solo a ella, pero el resto del hotel son daños colaterales.

—Mmmm... —Belcebú cierra los ojos y sonríe—. Esto es mucho mejor cuando estas despierto.

Se ríe un poco más.

—Shut up —protesta ella sonrojándose un poco.

La aprieta más, acariciándole la espalda.

—Gabriel... podrías... Si en otra ocasión alguien te dice que ya no te quiero —se humedece los labios—. ¿Que no se supone que ustedes SIENTEN esas cosas?

—Sí.

—¿Y tú has dejado de ser un ángel o qué?

Saca las alas como respuesta.

—Mmmm gris.

Las mueve para hacer aire y moverle el pelo. Ella cierra los ojos y sonríe un poco más.

Show off!

Las guarda de nuevo sonriendo.

—Quizás solo es que yo no...

—¿No?

—Sé hacer que lo sientas.

—No me atrevía a ir a comprobar si lo... habías dejado de hacer.

—Claro que no lo iba a dejar de hacer... no soy tonta.

—O a lo mejor habías aprendido a hacerlo a... voluntad.

—¿Eso se puede? —Belcebú le mira de reojo.

—¿Quién sabe? Yo puedo.

—¿Tu puedes quererme a voluntad?

—Sí. O sea, no puedo evitarlo cuando lo siento naturalmente, pero puedo provocarlo aunque no necesariamente lo sienta.

—¿Conmigo lo haces porque quieres o porque no puedes evitarlo? —traga saliva.

—Ambas.

—¿Pero podrías... parar si quisieras?

—No, si me sale, no puedo evitarlo.

—Menos mal... yo tampoco puedo evitarlo. Ojalá pudiera.

Se ríe y le acaricia la espalda

—Así me quitaría la angustia caaaaada vez —se le acerca a darle un beso en los labios—. No podemos vivir así.

—Ya... ya —asiente.

—Lo digo en serio, ¡es imposible!

—Sí, ya lo sé.

—No confías en mí —levanta una mano y le peina.

—Confío... poco en ti.

—Y yo hago cosas sin pensar.

—Sí.

—No debí poseerte, pero no quería que...

—Eso es lo más invasivo que has hecho NUNCA.

—Lo siento... e-entré en pánico.

—No puedes... entrar en pánico así.

—Pues entró en pánico porque me dices que... te vas a ir.

—Pues... porque a mí me dicen que tú quieres a otro —suspira.

—Aun así, ¡no te tienes por que ir! ¿Vas a abandonarme así porque... si? ¿Sin siquiera preguntarme?

—¿Qué otra cosa voy a hacer si creo que vas a engañarme?

—Si yo creyera que vas a engañarme no haría eso.

—¿Qué harías?

—Ir atrás de ti, ¡obviamente!

—Mmmm...

—¡Y convencerte de que no!

Gabriel suspira.

—¿Qué decía la carta?

—Que preferías a Azrael.

—¿Y lo había escrito... yo?

—Estaba firmada por ti, sí.

—¡Pero yo no fui!

—¿Cómo iba yo a saberlo?

—Con tu sexto sentido angelical... Ah, no, es verdad que eso no se te da —se ríe mientras le peina con las dos manos y sonríe.

Ojos en blanco.

—Quizás sí... acordáramos que siempre que pase esto debemos hacer algo específico.

—¿Cómo... qué?

—No lo sé, un... Yo no entro en pánico y tú no prometes no botarme.

—Mmmm... Podemos probar.

—Si yo quiero poseerte en otra ocasión, te lo diré. O... hacer una de esas cosas que no te gustan.

—Lo agradezco —asiente.

—Lo que pasa es que luego no sé qué cosas no te gustan.

—Pues pregúntame —la mira.

—Pero es que siempre estás enfadado.

—Eso no es verdad... más enfadado debería estar ahora.

—Sí es verdad, no siempre... pero muchas veces estás enfadado conmigo.

—Porque muchas veces tú... actúas de unas formas...

—Solo hago lo que en el momento se me ocurre que resolverá el problema.

—Impulsiva.

—P-Pues... no más que tú al botarme.

—No es impulsivo, yo solo reacciono.

—Es que para el caso yo también, solo reacciono.

—Oh, no, no... Claro que no.

—¡Sí! Todas las veces reacciono porque vas a dejarme, ¡es lo mismo!

—Y todas las veces viene alguien a decirme que tú estás...

—Pero eso es alguien más, cuando te he dicho yo que no estoy... —se sonroja.

—¿Y yo cómo voy a saber que no has cambiado de idea?

—Gabriel... eres lo mejor que tengo en la vida

—Sí, eso dices cada vez, pero...

—Pero nada, ¡es en serio! No voy a botarte nada más porque sí.

—Vale, vale —le sonríe.

—¡Es que te lo digo en serio! —Le vuelve a peinar—. Me gustas mucho, me gusta que me quieras, nadie... hace esto conmigo. Eres... preciado.

Veeeenga vaaaale más afecto.

Yaaay!

Y un beeeeso.

Debes sentir tú el afecto de ella. Sonríe en el beso, sinceramente.

—Gabriel...

—Mmm?

—N-No es que t-tú... quieras estar con otro demonio, ¿verdad?

—Como si no tuviera más que suficiente contigo —niega con la cabeza, ella se ríe un poco y se sonroja.

—Pero Dios quiere que hagamos esto y si no es contigo pues... pensé que tendría que buscar a alguien más para seguir sus designios.

—Besaste a Asmodeo.

—Sí. Y fue un desastre porque a él le gusta Uriel.

Asmodeo ni conocía a Uriel.

Ya, pero eso no influye en el hecho. Dios ya sabía que iba a ser así, por eso salió mal

—Ohhh... ¿y a ti te gustó besarle?

—No sabría decirte...

—No me gusta que beses a otros demonios... y menos a él —el ceeeeeño frunciiiido.

—¿Celos ahora?

—P-Pues... ugh —se esconde en su cuello—. Tú eres mío.

—Vaya... imagínate otro así.

—No estás entendiendo —ella se ríe—. Me parece que si estás besando a otros... demonios solo puede ser por UNA razón

—¿Cuál?

—Yo no te estoy besando lo bastante.

—Visto así es bastante fácil de arreglar —se rie con eso.

—Así que debería besarte más y más.

—Sé a dónde lleva eso... —te vas a ganar el estúpido cinturón de nuevo...

Ugh! ¡No!

Ya está chasqueando los dedos.

Le besa sin notar el chasquido... aún.

Seguro notarás el frío.

Se separa de golpe del beso

El ángel la sigue un poquito.

—Me has puesto esa cosa... —lloriquea.

—Porque esto siempre lleva a...

—Pero...

—¿Qué?

—Nos peleamos y después de pelearse, uno...

—No funciona así.

Belcebú suspira y se deja caer sobre él pensando que algún día, va a conseguir que haga esto suavecito, mirándole a los ojos y diciéndole que le quiere. Se sonroja con la idea.

—Pero tú si quieres. ¿Verdad?

—No —aprieta los ojos.

—Creía que... Mentir estaba mal.

—Las mentiras piadosas están permitidas.

—¿Y esto es una mentira piadosa?

—Sí —la mira a los ojos.

Ella sonríe con eso y piensa que es tan malditamente guapo...

—Quizás debería... tentarte —baja la mano por su abdomen y le provoca un escalofrío que lo flipas.

Belcebú le acaricia la parte baja del abdomen. Gabriel traga saliva y de repente piensa que le ha puesto el cinturón a la persona equivocada

—Quien diría que debajo de... tanta ropa violeta hay un arcángel tan... pervertido.

—¿Q-Qué? ¡No hay nada de... eso!

—¿Seguro? ¿No tienes... ganas de que te toque un poco más abajo?

Muchísimas putas ganas tiene, pero intenta apartarse.

—No haré nada que no quieras —le asegura poniéndole la mano en el abdomen con cierta firmeza para que no se aparte.

—Tú eres la que... tú... —aprieta los ojos porque ese no es el puto problema.

—Te estoy acariciando en zonas permitidas...

—Deberías hacerte a... ti, no a mí.

—¿¡Quieres que me toque a mí misma?! Y dices que no eres pervertido...

—No es por perversión, es que tú eres la que... quiere.

—Yo quiero tocarte.

—No, pero eso no...

—¿Eso no qué? —le acaricia un poco una pierna, y le da un besito en la mejilla.

—No es lo que... no hará que tú... no está ayudando.

—Relájate, sabes que no va a pasar nada... así que no hay peligro.

Gabriel le mira fijamente. Belcebú se humedece los labios y le roza la zona en cuestión.

Da un salto y es que se va a cubrir con algo, chasqueando los dedos. La demonio sonríe porque es que es un histérico muy mono.

—¿Pudor, Gabs?

—¡Sí! No está bien que hagas esto, ¡ya te lo he dicho!

—Pero no te estoy haciendo nada, solo te estoy acariciando un poco el abdomen... no te enfades —le sonríe.

—Pero deberías... —le quita el cinturón.

—Quieres... que... —Belcebú levanta las cejas.

—Háztelo a ti misma. Tú eres la que... quiere —se pronuncia quiere pero se lee puede.

Belcebú se humedece los labios notando CLARAMENTE lo que él quiere.

—Vale... por qué no, para evitar las tentaciones, te sientas ahí —señala el sillón de cuero qué hay frente a la cama.

Gabriel parpadea mira el sillón, ella le mira de reojo.

—A menos que seas lo bastante fuerte para quedarte aquí... y solo ver —se sonroja un poco, pero se pone boca arriba y dobla las piernas.

—¿Quieres que te... mire?

—Podría... ser útil saber si eso te gustaría. Para el futuro, cuando si puedas... ¿no? —La verdad, ella lo que cree es que quieres mirarla.

—¿Mirarte?

—Sí, venga... vamos a intentarlo —se humedece los labios.

Gabriel se levanta entonces y se va ahí tan obediente. Belcebú se humedece los labios otra veeeeez y... es que mira que guapo es.

—¿Algo que te guste de esto?

—No lo sé.

Ella le encuadra, entre sus piernas dobladas y... se pone la mano ahí, en el lugar apropiado.

—¿Qué harías tú sí... fuera tu mano?

—¿Mi mano?

—Esta. Si está fuera tu mano —le saluda con ella

—Esta es mi mano —le muestra la suya. Belcebú... parpadea.

—Si esta fuera tu mano... ¿qué harías con ella? —insiste. Creo que te vas a querer dar de topes.

—Ponerla al final de mi brazo.

—Ehhh... vale. Yo hablaba de tocarme. Si pudieras tocarme.

—Me levantaría y lo haría.

—Gabs, really... ¡la idea es que te imagines que es tu mano!

—Tengo que ir a comprar ropa —es que le echa una mirada.

—¡¿A... comprar ropa?! —la última cosa que esperaba que dijera en el universo en estos momentos.

—No me gusta la ropa invocada y me has desaparecido la mía.

—P-Pensé que... —parpadea

El ángel cruza la pierna hacia el otro lado.

—Ugh, mira, si quieres no ver y no decirme que harías, yo sé bien que hacer solita —medio protesta moviendo la mano y cerrando los ojos para concentrarse.

Ojos en blanco.

Abre un ojo y le mira, arqueando un poco la espalda, porqué la vista... no es mala. De hecho es bastante buena. Y el que esté mirándola hacer esto no le...

Él le mira a los ojos sin sonreír.

Traga saliva, sin ser del todo capaz de leer si esto no le... realmente no le está gustando a él. Pero es que... el que le riña un poco con los ojos no la hace... que no se le acelere el corazón y suelte un... gemidito

—¿Este es el... plan, entonces?

—¿No te gusta? —se detiene.

—Pues no mucho.

Se levanta y camina hacia él, abrazándole del cuello y sentándosele encima. La deja, rodeándola de la cintura.

—Vale, hoy aprendimos algo conmigo que a ti no te excita...

—¿Qué?

—Verme hacer sin participar —le besa.

—Pues no sé si me excita o no.

—¿Quieres que vea si lo hace? —baja la mano.

—¡No! —le aparta la mano, un poco enfadado aun.

—¿Qué pasa? —pregunta ella, suavecito, quitando la mano.

—¡Pues que me has mandado a la silla!

—Porque pensé que lo que querías era ver... —Le acaricia la cara y le mira a los ojos—. No te tomes a mal todo lo que hago, de verdad estoy... intentando hacer lo que quieres.

—Te he dicho que te lo hicieras a ti, no que me dejaras fuera de ello.

—Vaaale, lo siento —le da un besito—. No te enfades más.

Suspira y debe sentir que le quiere, porque de verdad lo hace.

—Tengo esta impresión de que... entre más trato de gustarte, menos te gusto —suspira la demonio.

—No, pero es que esto... esto es muy complicado.

—No tenemos que tener sexo, de verdad... Estaba intentando algo que no fuera tener sexo y te gustara, y que fuera dulce y a ti... no te hiciera sentir mal —le pone las manos en el pecho—. Pero siento que cada vez que te... toco, y que me acerco lo hago todo mal. Y eso me... e-es que va a haber un día en que ya no vas a querer más que me acerque.

—Porque siempre es con una intención...

—Uuuugh... ni lo es, pero ¿¡qué esperabas de salir conmigo?! Soy como... un demonio terrible. Y no podría ser más... mona contigo de lo que soy, quizás hasta me salgan unas plumitas blancas —medio protesta abrazándole y apretando los ojos.

—¡No eres tan mona!

—Ugh... bueno, sí, podría ser más mona... y tu podrías ser menos angelical. ¡Pero no es así!

—Entonces no me intentes vender que... lo eres.

—Pues es que intento serlo un poco porque sé que quieres que... ¡ugh!

Gabriel le mete la mano entre las piernas y le hace pegar un SALTO.

—Más vale que me expliques qué debo hacer ahora.

Belcebú traga saliva... O sea casi se viene nada más con esa frase .Por lo visto, Gabriel, no lo vas a tener muy difícil.

—A-Aquí hay un... un m-montículo que parece piel... un... poco... salido.

Vale, vamos a buscar. No sé si lo va a encontrar.

—No... más... más hacia adelante. Más... Ugh, espera —se echa para atrás y sube una pierna en su hombro, va a señalárselo.

A lo mejor deberías aprovechar que te toquetee aunque no atine, pero vale. Pues... no pierde tampoco mucho con decirle dónde. Literal va a enseñarle "aquí"

—Ahí... ese... ese sitio es la clave del éxito conmigo, ¿vale? —No con todas las chicas... ejem. No vayas a probar con otra.

—¿Y qué tengo que hacer con él? —pone un dedo encima para sentir... a que se refiere con un trozo de piel que sobresale.

—T-Tienes q-que... tener mucho cuidado y-y a la vez... —Belcebú da un saltito.

—No te apartes

—N-No lo hago —baja la pierna. Lo siento, ahora no vas a ver, espero hayas aprendido.

—Estás hasta bajando la pierna.

—E-Estoy... p-poniéndome cómoda —hasta tiembla un poquito—. A-Ahora solo... j-juguetea con eso... f-frótalo.

—Si lo encuentro otra vez, casi no me has dejado ver.

—S-Si lo vas a encontrar... yo te diré dónde. T-Tiene que... p-ponerse húmedo todo.

—¿Más?

—Sí, más. Mojado. Hasta que veas que a mí me gusta

—Estaba bastante mojado.

—Pues porque ya desde que me estabas viendo desde aquí...

—¿Qué?

—¡Pues me gustaba!

—Ya, claro, ahora resulta que todo lo has hecho tú.

—No, ¡me gustabas tú mirándome!

—¿Te gusta más que te mire?

—¿A que me toques? Ni loca

—¿Entonces?

—Pero yo me había... esto es súper sexy, no me estoy quejando.

—Vale, vale...

—Puedes... meter el dedo también y... —el punto G definitivamente no lo va a encontrar y si lo encuentra con los dedos vas a tener a Belcebú tirándose a tus dedos solo unos segundos más tarde.

De hecho la levanta se la lleva a la cama porque en la silla esto es incómodo.

Tú llévala a donde quieras. Ella se le esconde en el cuello, podrías llevarla a medio infierno y ni se enteraría, pero si aprendes a hacer esto bien, puede que no te presione tanto con tener sexo...

La deja en la cama subiéndosele un poco encima y ella le sonríe un poco, sin soltarle el abrazo. La mira a los ojos y le sonríe también.

—Me gusta cuando estamos así... cerca.

—Te gustan unas cosas muy dignas del infierno.

—What the... shut up! —protesta.

Gabriel se ríe y vuelve a llevar la mano al lugar a ver qué encuentra

Pues... qué vas a encontrar. Humedaaaad y a una Belcebú que arqueeeeeaaaa la espaaaaaldaaaa.

—¿Crees que puedas hacer esto en silencio?

—¿E-En... s-silencio? ¿P-Por?

—No me parece... no tengo problemas con hacer esto —sigue moviendo los dedos—. Pero si reaccionas sí me pongo nervioso.

—P-P... P-Pues... e-es que no... ahhhhh... asíiiiiii

Aparta la mano, porque los gemidos...

—Nooo! Fuck! Ponla mano ahí otra vez!—protesta—. Vale, vale... me callo

—En silencio.

—¡Eso intento!

—Que va, no te esfuerzas —vuelve a acercar la mano.

—S-Sí... sí que lo hago...

—Háblame de otra cosa, entonces.

—¿Ha-Ha... hablarte?

—Mientras lo hago, para distraerme.

—P-Para... distraerte... —es que no se lo puede creer—. E-Ehm... d-de qué te...

—De lo que quieras, otra cosa.

Belcebú cierra los ojos y piensa que... vale, esto es de nuevo su propio infierno personal. Cierra los ojos.

Anda ya con el drama.

—E-Ehm... e-estaba... y-yo... c-creo que voy a c-convocar una junta

—¿Para?

—Mmm... p-para...

Cada vez que vacila baja el ritmo incluso si el sonidito es demasiado sexual se detiene del todo y es que además no puede quedarse sin voz porque...tiene que hablar.

Hace un sobreesfuerzo por no... Gemir, pero en serio que no lo hace tan mal para... no haber hecho esto nunca. Pero es desquiciante.

Sí, claro... es un ángel. A hell of an angel. Absolutamente.

—Gabriel... please —es que quiere que termine ya, bloody heaven!

—Estas gimiendo otra vez... —es que aparta la mano.

—Pues es que estoy excitada... deja... v-voy a... callarme.

—No te estas callando.

—Estoy intentando... deja me... —se pone una almohada sobre la cara

Vuelve a tocarla suavemente, solo un instante a ver si la oye. Belcebú se tapa la boca con la mano y luego con el cojín.

—Aun te oigo.

Chasquea los dedos dejándose muda. Seguro cortándose las cuerdas vocales.

La desesperación absoluta.

SÍ! Además con lo BESTIA que es.

Gabriel hace un par de toques pequeñitos más y... para, porque no sabe si ya hay suficiente, la verdad, esta todo SUPER MOJADO

Pues... claro que lo está, y no, aún no es bastante, Belcebú le toma de la muñeca para que NOSEQUITE

—¿Qué? —la mira a los ojos.

Please... —mueve los labios sin pronunciar palabra.

—No te entiendo... —es que sonríe de lado.

—Haz... mueve... ¡quiero terminar! —sigue solo moviendo los labios, bastante histérica.

Gabriel levanta las manos encogiéndose de hombros.

—¡Nooo! —le sostiene como puede

Va a darle un beso. Vale, eso funciona. Menos mal. Se lo COME. Pero no acaba.

Es que como no quieres que no te viole, de verdad. O sea la llevas al límite y luego no...

Vaaale, vale, vale, a ver si puede hacerla acabar.

Es que lo que sigue es que te ponga las manos ahí, te excite y te viole y te enojes.

A lo mejor se enfadaría... menos. Igual tiene poca tolerancia a la frustración Belcebú.

Siiiií, muy poca, sinceramente.

Tsk tsk tsk.

Es que va a enfadarse... ¡pero es que de verdad que es su culpa!

¡Que va a ser su culpa!

Además se lo va a llevar como un tren. Mano a la entrepierna, pequeña descarga sexual solo para que se le levante si es que no lo tiene levantado y... en cuanto se descuide la va a tener montada ahí.

Oh, fuck.

En serio ya mejor disfrútalo.

¡Pero si es que ese es el problema!

Belcebú creo que hasta saca las alas para abrazarles, esto te pasa por ponérmela LOCA.

Gabriel aún está intentando saber qué acaba de pasarle por encima.

Belcebú le besa y la verdad es que le cubre de amor demoníaco de la cabeza a los pies y creo que de lujuria un poco, a ver si ya que están en esto de gana otra vuelta.

Pues se levanta otra vez aunque él ni sepa lo que está pasando.

Sí, esto pasa cuando pones a Belcebú como loca. Pero ni te quejes, mira que bien la estás pasando.

Pues no es como que pueda quejarse, insisto, apenas si puede respirar

Pero vas a quejarteeeeee. Luegooooo. Por ahora, definitivamente no vas a quejarte. Pero todo lo bueno se acaba y la misma Belcebú ya no tiene ni aire ni fuerzas para intentar otra vez, acaba dejándose caer sobre él, sonriendo como una idiota

Él aún está temblando y la atrae hacia sí.

—Te quiero —le susurra temblando también, buscándole un beso, él la besa de vuelta y es que... el amooooooor, ¡estúpido amor que lo inunda todo!

Afecto.

Ugh.

Gabriel se separa un poco del beso y suspira.

—E-Eso... fue... marafuckingvilloso

—Me hiciste otra vez...

—El amor.

—Eso no es el amor.

—¿Que insinúas?

—Es sexo. El amor es esto —le hace una oleada y la hace temblar un poco más. Mierda.

—El... amor es estar así de cerca y... darte todo.

—No, créeme.

Belcebú suspira

—Voy a tener que hacer penitencia otra vez.

—Yo nunca me siento más querida por ti que cuando hacemos esto —susurra—. ¿A qué hora me has curado?

—¿Curarte?

—La voz... lo has hecho tú

—Debe... haber pasado solo cuando me has hecho... cuando yo he... —se refiere al orgasmo pero no quiere decirlo.

—¿Terminado?

Asiente

—Igualmente tendrías que haber hecho tú.

—¿Eh?

—Curarme —levanta la cara y le mira a los ojos—. Fuck, eres tan guapo.

—Sí, digo que debo haberlo hecho sin darme cuenta cuando has...

—Sí, sí... —le acaricia la mejilla y le da un besito en los labios—. Gracias.

El ángel suspira y sonríe un poco.

—Me gusta estar contigo.

—Ya, ya... pues como no, si haces conmigo lo que quieres

—Esto es un poco tú culpa —Ella se ríe un poquito y cierra los ojos.

—Qué culpa mía va a ser.

—¡Me has dejado muy muy al borde y no has terminado!

—¡No parabas de gemir!

—¡Ni tú tampoco cuando te has excitado! ¡Eso hace uno!

—¡Pero es que eso no sirve!

—El sexo es parte del amor.

—No, cuando es pecado.

—¿Hace la diferencia hacer una unión frente a Dios? No voy a dejarte, Gabriel...

—Sí, lo hace.

—Bueno, igualmente es parte del amor.

—No, tenemos que formalizarlo ante ella, si no es solo tentaciones.

—Bueno... ya falta poco.

Él le acaricia el pelo.

—Si... s-si te sirve de algo saberlo, no lo he hecho porque sea pecado para ti y porque yo gane algo con eso... lo he hecho solo porque... no te tengo nunca lo bastante cerca.

—Pero si nos vemos siempre.

—No, cerca... cerca. Así. Cerca de mí. Rodeándome, en todos lados.

—No hay problema en abrazarte y darte besos, Bú, es... que siempre acabamos igual.

—Necesitamos casarnos, para que acabemos igual y no sea algo malo.

—Sí.

—No va a volver a pasar hasta la boda.

—Eso me prometiste la otra vez.

—Es que te tengo ganas siempre —Belcebú aprieta los ojos.

—Y estaba intentando arreglarlo.

—Lo sé... Ugh, lo sé. Necesitamos casarnos.

—Ya no queda tanto, hasta donde sé van para ahí todos.

—Hasta Lucifer lo estaba consiguiendo... le dejé con Miguel.

—¡Miguel! — se incorpora.

—Ehh... no van a hacerle nada, venga...

—No, ¡tengo que ir por ella!

—Deben haberla sacado ya... cálmate.

—Tengo que ir a ver.

—Voy... yo. Al infierno a ver. Tú ve al cielo.

—Vale. Si está, suéltala.

—Sí, sí... eso lo había pensado ya. Pero estoy segura de que ya la han soltado

—Entonces todo irá bien.

—Me preocupan... bueno, el idiota de Asmodeo no me debería preocupar, pero has dicho que le gusta a alguien.

—Sí.

—¿Quién nos falta?

—Pues... Azrael... Remiel... y Sariel...

—A mí me falta... Mammón, Belfegor y Leviatán.

—Sabes...

—¿Qué?

—Raguel tiene una... especie de teoría.

—¿Teoría?

—Sí. Sobre la correspondencia de los pecados

—Hmmm... ¿Y cuál es la teoría?

—Los ángeles pecamos más del pecado del demonio que nos corresponde

—¿Pecan?

—Sí.

—Oh... ¿y tú pecas de gula?

—Es absurdo, yo ni siquiera como... o bebo.

—No, no... Nunca te consigo tentar.

—Eso le he dicho yo.

—Pero... ¿pecas de eso? ¿Cómo sabes? —se yergue un poco

—Raguel escribe... el libro de los pecados. Él es quien me lo ha dicho.

—Ohh... Pero... ¿gula? —Belcebú traga saliva pensando que... si no estarán equivocados y al final no será otro demonio el de Gabriel.

—Le he dicho que era imposible.

—Quizás... n-no... Quizás... es que se te antojan las cosas aunque no la pruebes.

—Mmmm... No.

—¿Bebidas?

Niega.

—El deseo incontrolable de consumir...

—No importa, está equivocado.

—Sí, debe estar equivocado —le abraza con fuerza, un poco angustiada—. Él y su teoría tonta.

—¿Qué pasa? —parpadea notando la angustia y le acaricia un poco la espalda.

—¿C-Cuál crees tú que es tu mayor pecado? —pregunta en un susurro.

—No lo sé... ninguno, espero.

—¿Pero si tuvieras que decir uno...? No sería gula.

—No. Claro que no, yo no como.

—¿Y cuál sería? —se le encoge un poco el corazón.

—Pues no lo sé.

Quizás era la lujuria... y realmente creía que Asmodeo era más conveniente para él que ella. Tarde o temprano se daría cuenta de eso, o el idiota de Raguel le comería el coco hasta el punto en que... una vez más, quisiera dejarla. Aprieta los ojos.

—No creo que... esa teoría idiota de ese ángel esté bien. De hecho creo que es tonta y absurda y no vamos a seguirla.

—A lo mejor... la envidia, dicen eso de Azrael y yo a menudo. O la soberbia. De eso me acusa él. Diría tal vez la ira, pero supongo que ese es el de Raguel.

Belcebú frunce el ceño... y es que otra vez el maldito miedo. Le mira. Quizás por eso siempre peleaban y estaba enfadado con ella, quizás la estúpida de Dios ahora iba a venir a quitarle a Gabriel con esta imbecilidad, ¡qué porque no eran compatibles!

—Deberías empezar a comer.

Gabriel parpadea pero es que no, ella no iba a permitir que el que su pecado fuera la maldita gula de mierda hiciera que Gabriel se fuera. Cierra los ojos y se concentra en... tentarle.

—¿Qué haces? —Siente un nudo en la garganta.

—N-No vas a irte con alguien más solo por esto.

—No he dicho que vaya a irme con alguien más. Me estás dando frío —adivina como se protege uno del frío.

—Es que ya se lo que va a pasar... vas a creerte esa estupida teoría y vas a pensar que al final yo no soy el demonio apropiado para ti y vas a irte con alguien más... y no.

—No he dicho nada de todo eso.

—Aún —vuelve a tentarle, con intensidad.

—Para, ¡estoy helado y me estás haciendo sentir incomodo!

—Hambre... necesitas comer. Y beber.

—¡No tengo hambre! ¡Tengo frío! —intenta cubrirse con la sábana.

—¿Frío? ¡No! ¡Te estoy tentando a la gula!

—No, me estás dando frío, mira —la toca con una mano para que vea que está helado.

—¡Pero es a la gula a lo que te tiento! —le frota un poco el brazo.

—¡Pues no funcionará conmigo! Igualmente tengo que ir por Miguel.

—¡Tiene que funcionar contigo! —protesta ella.

—¡Pues no lo hace!

—¡Tiene que hacerlo! Porque tu... ¡sí vas conmigo! —es que está asustándose otra vez, deberías notarlo.

—Belcebú, ¡solo es una teoría! —es que hasta le castañean los dientes.

Le abraza, del todo y es que además se siente súper desnudo, no te creas.

—Es que ya lo sé, vas a... decidir que es una teoría súper válida y que no debes estar conmigo... ¡y ya me dijiste que si te vas a casar! ¡Conmigo!

—Lo que no es válido es que me diga que peco de gula cuando ni siquiera como —la verdad, le roba la chaqueta a ella y la hace más grande para ponérsela.

—Pues...

—¿Qué?

—Quizás sí lo haces de alguna otra forma y por eso estás conmigo —le mira con su chaqueta y se sonroja un poco.

—Ni siquiera... bueno, da igual, solo es una teoría

—¿Hay ángeles para cada demonio? —Belcebú se abraza las piernas.

—Si eso es cierto, debería.

—Si otro de tus ángeles hace más gula no lo quiero —Belcebú traga saliva.

—Pues por ejemplo, Aziraphale —la mira.

—No lo quiero, te quiero a ti.

Gabriel sonríe. La sonrisa la relaja un poco haciendo que se sonroje y le sonría un poco de vuelta.

—N-No quiero a ningún otro ángel para nada, ¿vale? Tú tampoco quieres a otro demonio, ¿verdad?

—Ah, no lo sé...

Deja de sonreír y él se ríe con esa cara. Ella se sonroja, apretando los ojos.

—Yo llegué primero.

—¿Y con eso quedé maldito para siempre?

Luego no te quejes de que se ponga posesiva loca.

¡Sí se queja!

—Sí, ahora eres mío ¡y voy a matar a todos los otros demonios que quieras!

—Mmm... Eso... Es interesante, puedes ocuparte tú ahora de matar a los demonios que me molestan si te digo que me interesan.

Belcebú le mira con los ojos entrecerrados y le salta encima. Él la sostiene como puede.

—¡Deja de hacerte el ángel listo que no te queda! —protesta un poco, abrazándole del cuello y sonriendo—. Quizás mate a todos los demonios y solo me quede yo siendo la más poderosa.

—Entonces será fácil hacernos con el infierno

—Ningún fácil, tú conmigo no puedes —besito en los labios.

—¿Qué no? Mira cómo te traigo loca.

—Y yo a ti, mira cómo te gusta esto también.

El ángel aprieta los ojos con eso.

—Y me quieres, yo lo siento

Lo hace, para que lo sienta y ella sonríe.

—¿Esto sientes?

—Sí.

—Y te gusta.

—Aunque no es así... como más me gusta —Traga saliva y se sonroja. Asiente suavecito.

—Ya, pero lo otro sigue siendo pecado.

—Y aun así te gusta —sonríe.

—Ya no me líes más.

—Si te lío, ¿cuándo nos vemos de nuevo?

—Pues subirás a la siguiente reunión, espero.

—Sí, sí que subiré. Hasta entonces no importa cuántos mensajes de que no te quiero recibas, no les creas —Belcebú sonríe…

—Ya veremos. Aun me debes un traje completo.

—No, ¡nada de que veremos! ¿Quieres... ir por un traje completo? ¿O que te lo regale?

—Me da igual. Me lo debes. Y zapatos.

—Vale... el martes después de la junta bajamos por eso —Belcebú hace los ojos en blanco.

—Lo necesito ahora, no puedo ir por ahí solo con la chaqueta de príncipe del infierno. ¡Soy un ángel!

—¿Ahora? Pues... vale, vale, vamos ahora —le da un besito en los labios—. Aunque para ser un ángel...

—¿Qué?

—Te va bien mi chaqueta. Te compro un traje negro...

—La he hecho grande —se muerde el labio—. ¿Qué voy a hacer con un traje negro?

—Ponértelo.

—No voy a ponerme un traje negro, ¡soy un ángel!

—¿Y la ropa blanca es lo que te hace ser ángel?

—No, pero los ángeles no se visten de negro.

—Podrías implantar la moda —le viste de negro de un chasquido.

—No me gusta.

—Vamos a comprarte algo que te guste —extiende la mano hacia él.

Gabriel se la toma y sonríe un poco.

—Lo he pasado bien...

—Ya, ya... —va a ir con las alas de fuera todo el rato que va vestido de negro solo porque le incomoda y está estableciendo un punto.

Parpadeo. Belcebú va a arrepentirse de ir a comprar ropa con Gabriel. Estoy segura.

Ah, es probable.

Seguramente va a acabar desquiciada media hora más tarde y va a intentar tentarle con gula otra vez a ver si le corta el shopping spree.

Todo depende de qué tanto te moleste verlo vestirse y desnudarse mil veces. Eso solo va a empeorarlo, la verdad, si hace cinco minutos no le convencía nada, ahora lo quiere todo.

Belcebú parpadea con eso. No le molesta verle desnudarse en lo absoluto. Ni vestirse, pero la indecisión... Igual levanta una ceja viendo... acción-reacción.

Empieza a elegir más y más cosas.

Parpadeo... parpadeo.

—Vamos.

—¿No has... visto cómo te has... puesto?

—¿Ponerme?

—Te he tentado.

—¿A qué? —parpadea.

—¡Gula!

—Sigue sin darme hambre, Bú, déjalo ya.

—Te ha dado hambre de ropa.

—Eso no existe —ojos en blanco.

—Es en serio... mira. Dime algo de aquí que no quieras comprar.

—No me lo estoy llevando todo.

—Dime una cosa que no quieras... señalarla

Mira alrededor... pesándoselo y Belcebú le espera.

—Eso, es negro —señala

Belcebú se humedece los labios y... le tienta con toda la mala intención del mundo.

Gabriel traga saliva y se acerca a verlo porque al parecer no lo ha visto del todo bien.

—A-Aunque tengo unos zapatos...

—¿¡Ves?!

—¿Qué? —lo toma también.

—Eso lo hice yo.

—¿Hacer qué?

—Hacer que la quisieras.

—Bueno, igualmente.

—No, no... Es importante esto que te digo.

—¿Qué, que puedes tentarme?

—¡A la gula!

Se mete al probador poniendo los ojos en blanco. Belcebú le tienta un poco más a ver que consigue.

Lo que consigue es que sí vaya a comprarse todo lo que ha metido ahí. Hasta lo negro.

Belcebú va a hacer pruebas. La verdad es que le SIGUE tentando a ver si consigue que compre toda la tienda.

Pues lo hará. ¿Qué problema hay en eso?

Ninguno, ninguno, no nos quejamos. Solo... Belcebú saca conclusiones. Él no, porque como las saque va a dejar de hacerlo.