Uriel sale de la sala de juntas hecha una furia y segura de que le van a acusar de Ira pero pues ya... de putos perdidos al río, se va a su despacho como un torbellino.

Y vas a ponerte peor ahora que encuentres ahí a Asmodeo. Está recostado en el sillón blanco azulado que tienes ahí, lanzando al techo una pelotita anti-estrés con forma de la tierra que encontró encima del escritorio.

Uriel le mira con... diría yo hielo en los ojos, dejando sus cosas en el escritorio de un golpe.

Asmodeo le sonríe, sentándose, aunque levanta las cejas al sentir el golpe de hielo.

—¿Que ha pasado?

—Ven aquí.

—Pareces... ¿enfadada? —se levanta, pasándose las manos por el pelo.

Ella se le acerca y le toma de la ropa, del pecho.

Asmodeo levanta las cejas y desaparecen con un rayo, bajando a la tierra.

Él, discúlpame Uriel, pero la abraza un poco, más por miedo que por protección.

Cuando están en la tierra se le echa encima a besarle.

Ohh... cielos. Créeme que él no va a detenerla, ni siquiera un poco, solo que no le podría tomar más por sorpresa. ¿A dónde le ha traído? Digo... solo por saber.

Ni idea, a lo mejor a... mitad de un campo de... trigo o así.

Que romántico. Asmodeo sonríe un poco en el beso, dejándose llevar del todo y por fin reaccionando como Dios manda. No empieces, Uriel, con tus cosas

De hecho al cabo de un rato, ella se separa del beso porque... bueno, no sabe cómo seguir.

—Fóllame —probablemente podrás sentir más ira que lujuria ahora mismo.

Él le hace un cariño en los labios, con un dedo, mirándola a los ojos.

—V-Vamos, hazlo, por favor. Antes de que me arrepienta.

—S-Sí, sí lo hago. P-Pero si quieres que pare en cualquier momento, dime...

—No me... ¡venga! ¡Joder! —protesta y les desnuda a los dos de un chasquido porque está tardando mucho.

Asmodeo traga saliva con eso, vale, vale... en serio no es que no pueda hacerlo. La besa otra vez, buscando acostarla en el suelo.

Bueno, vale, otro beso, se calma un poco porque esto parece ir adelante y los besos más o menos los controla. Hay que decir que ella ya está húmeda solo con esto

Después de unos segundos de beso y cuando nota que se ha tranquilizado un poco, va a besarle el cuello y a tocarle los pechos... y a buscar los dorados que llevan varios días volviéndole bastante loco. ¿Hasta dónde le llegan?

Hasta abajo, como una camino de luces para un avión aterrizando de noche.

Va a besarlas TODAS...

De verdad... Esto está muy bien, para otro momento. Casi le empuja hacia al lugar al que tiene que ir con ansiedad.

Asmodeo se humedece los labios y le toca ahí abajo... levanta las cejas. Vale, por lo visto no hay nada que preparar aquí abajo.

De hecho es muy probable que solo con que le toque haya suficiente

Eso no es fóllame, darling.

Grita como una loca, qué sabe ella. Lo que es follarla o no.

Asmodeo... que sabe leer bastante bien el ambiente, no va a dejarla ir con solo uno de estos, créeme, va a encenderla otra vez, con solo un roce. Ventajas de que seas mujer, darling.

Y va a volverle a exigir DE INMEDIATO. Lo que quiere es que le quite las ganas que no se le van con el... eso que hace para aliviarse.

Asmodeo levanta las cejas por esta... absoluta necesidad inmediata. Sonríe, porque esto le GUSTA. Así que sube otra vez hasta estar al nivel de sus ojos. Tomándola de las corvas dispuesto, ahora si a... hacerlo bien.

Es que va a volver a terminar en dos segundos, pero la parte buena es que puedes hacérselo como veinte veces hasta que termines tú.

Es que además cada vez parece que está explotando una bomba.

Exponencialmente le va a costar más rato acabar que la anterior aunque probablemente parezca imperceptible y sea solo una diferencia de unos segundos de una a la otra.

¿Hay algo de amor por aquí? Perdonen la pregunta pero es importante.

No. Ahora mismo no. Lo siento, lo habrá, pero no esta vez.

Vale, eso hace que Asmodeo esté más consciente de lo que pasa y menos perdido y pueda hacer esto de mejor y más ordenada manera.

Sé que esto parece como... lo haces siempre y que... no es diferente para ti, pero dale otra oportunidad. Esta no vale, de verdad, esto no es lo normal.

Sí, sí parece un poco como lo hace siempre. Aunque ella parece especialmente necesitada del placer, así que si se recrea un poco en enloquecerla unas cuantas veces antes de terminar él...

Y va a seguir demandando un poco más.

Haciéndole sonreír y bajar la mano para hacerle terminar unas cuantas veces más.

Vale, vale... vale. Vale. Tal vez tenías un poquiiiiito de razón y esto es mejor.

Un poquiiiiito, ¡qué va! Creo que va a ir a explorarle los dorados ahora sí, sonriendo un poco de lado, es que ni los ángeles se resisten a sus encantos. Obviamente.

Al fin, nota que se está clavando algo a la espalda y respira un poco más pausadamente

Asmodeo la mira, dándole un beso en la cadera. Le sonríe.

Ya se le ha pasado la ira ciega... y las ganas la verdad, casi no se acordaba de lo que era no tentarlas.

—¿Estás bien? —le acaricia el muslo.

—Ahora sí.

—Has terminado como veinte veces... ¿Ves cómo esto es mucho mucho mejor a lo que tú haces?

Ella hace un... gesto vago sin saber qué decir.

Asmodeo le da un besito en uno de los dorados.

—Me encantan... tus dorados.

—No están ahí para ti.

—Eso imagino... ¿para quién están?

—Para mí.

—Esa es una buena respuesta —Asmodeo sonríe más aún.

Toma aire profundamente y vuelve a soltarlo. Asmodeo se le sube un poco encima hasta ella para darle un beso. Le deja y... traga saliva con eso.

—Ehm...

Asmodeo la mira... y es que conoce esta reacción perfectamente bien. Es la reacción de "ya me has dado lo que quiero, ahora quita".

Exacto.

Así que, se le quita de encima chasqueando los dedos y vistiéndose. Ella parpadea y... se viste también de un chasquido.

—E-Esto...

Asmodeo se pasa una mano por el pelo y la mira de reojo, suponiendo que... ya no querrá ir a la cita con él. Seguramente, si es que quiere repetirlo, lo que querrá repetir es acostarse con él y ya está. Como todos.

—Esto ha sido... —Uriel no sabe qué decir, la verdad, porque solo ha hecho esto porque a pesar de todos sus esfuerzos por contenerse Raguel ha acabado llamándola lujuriosa frente a todo el mundo y Gabriel y Miguel y Raguel habían hecho todo esto con mucho menos problema y se ha enfadado tanto que ha sido como... de perdidos al río, si igual me van a decir pues al menos que sea con motivo.

El demonio la mira a los ojos, porque... es que esto ha sido tan diferente a todo el tiempo que ha pasado con ella en la celda.

—¿Te ha gustado? —Toma un trigo, y se lo pone entre los labios, mordiéndolo un poco con los dientes.

—Ehm... —aprieta los ojos sin saber, porque... no sabe si va a querer repetirlo. De hecho esto debería ser cosa de una sola vez, pero joder.

Asmodeo... también ha visto esto antes. Los arrepentidos. Los que saben que no debieron.

—Yo creo que si te ha gustado... ¿Quieres saber si me ha gustado a mí?

—Pues...

—Vale, no eres de las que hablan después de esto, por lo visto —se acuesta boca arriba, mirando al cielo.

—Mira... yo solo... —Aprieta los ojos otra vez.

—Necesitabas acostarte con alguien y yo era el que estaba en el lugar y momento adecuados.

—S-Sí, un poco.

—No pensé que este fuera el modo de los ángeles pero... vale.

—¡No lo es! Solo he tenido... un día horrible.

—¿Que ha pasado? —se gira a ella.

—Dios cree que peco de lujuria.

—Todo mundo peca de lujuria. Yo creo que hasta Dios con Satanas, no es por nada.

—Por lo visto yo soy el Arcángel que más lo hace. Más incluso que los que tienen pareja.Más incluso que los que no se reprimen —se abraza de las rodillas.

—La lujuria es de todos los pecados, el que menos lo es.

—No, no es verdad. Es el PEOR de todos ellos.

Asmodeo tuerce la boca porque el cayó por lujuria y nunca ha estado de acuerdo ni conforme por haber caído por ello.

—Es algo que no puedes controlar, es algo que tu cuerpo te pide... y es algo con lo que puedes hacer felices a otros. De hecho la lujuria dentro de ciertas circunstancias está hasta bien vista.

—Claro que puedes controlarlo y reprimirlo, de hecho fue lo que me pareció injusto... que me dijeran eso a pesar de todos mis esfuerzos.

—No me extraña... si te van a poner ahí por lujuria, al menos que sea por algo qué haces y no solo por algo que piensas y reprimes.

—E-Exacto.

—Y aun así me parece a mí que no has hecho nada realmente malo. Me has hecho pasar un buen rato, has pasado tú un buen rato. Todo ha sido por gusto y de común acuerdo... aun no entiendo por qué razón esto puede ser algo malo.

—Es... es malo, ¿de acuerdo? No... No es algo que haya que cuestionarse.

—Ya, es lo que lleva todo mundo toda la vida diciéndome —aprieta los labios y suspira.

—Porque es así. Gabriel nos lo advirtió —aprieta los ojos—. No dijo... id con cuidado de no enfadaros o... vigilad porque luego os volveréis perezosos. Dijo "No quiero a nadie acostándose con demonios por los rincones." —aprieta los ojos—. De hecho, todo este rollo de la boda... no es para evitar que codiciemos bienes o para evitar que nos envidiemos unos a otros. Es por la LUJURIA.

—¿Y no te parece completamente injusto? ES decir... Si en el proceso alguien está irascible o perezoso o envidioso... nadie parece hacer un drama enorme, pero claro... como alguien desee a otro sexualmente, es un drama.

—Pues eso es porque la lujuria es el PEOR pecado.

—Eso es lo que te quieren hacer creer todos... solo porque ni siquiera lo entienden. Si te fijas, los que ya han pasado por ahí les parece que ya no es tan grave.

—¡No! ¡Precisamente de esto es de lo que nos está advirtiendo Gabriel!

—Pues... No tiene ningún sentido, yo no soy el peor demonio ni por mucho.

Ella le mira.

—Es que no te voy a decir que yo soy un ángel, porque no, ya no lo soy, pero... insisto que la lujuria es de los males el menos malo.

—No... No quería... —suspira y niega con la cabeza.

—¿Qué? —le mira de reojo.

—No quería... tú... o-o sea...

—¿No querías qué?

—Pues he sido un poco... no te he dado mucha opción —se disculpa y Asmodeo sonríe de lado con eso.

—Esto, así, no es exactamente como yo hubiera elegido hacerlo contigo la primera vez.

—L-Lo siento, supongo que podría intentar compensarte.

—Me parece una buena idea... quizás pudiéramos tener esa cita.

—O-Oh... —traga saliva.

—¿No quieres?

—Sí... sí, vale. Pensaba que me ibas a pedir... otra cosa.

—¿Qué cosa?

—No lo sé, algún... favor más... no sé.

—Quizás además podrías terminar de curarme.

—Ah... eso... sí. Si quieres sí —responde y suspira pensando que va a tener que ir a sanación.

—No pareces convencida…

—No, no, sí. ¿A-Ahora quieres?

—Sí...

Se pone de rodillas hacia él para hacerlo y él le sonríe un poco.

—Has estado formidable —comenta él.

—¿Eh?

—En verdad... lo has hecho bien —le sonríe.

—Te... agradecería que no hablaras de eso —se concentra para curarle, sonrojándose por el comentario pero, la verdad, ahora sin ningún problema en hacerlo. Es hasta agradable para ella también

—¿Nunca más?

—Sí.

—¿Por?

—Ha sido algo impulsivo que no...

—¿Que no qué?

—No sé si... debió pasar. Ni si se repetirá.

—Oh... eres del grupo de los arrepentidos.

—¿Q-Qué?

—Las personas que se acuestan con otras por lujuria... algunas se arrepienten.

—No sé si me arrepiento —susurra.

—No lo hagas...

—Sí, claro, qué me vas a decir tú —le mira.

—Bueno, puedes arrepentirte. No serías la primera.

Ella se vuelve a lo que hace con las manos, él le pone una mano sobre la suya y ella le mira otra vez.

—Has quedado... satisfecha.

Se sonroja otra vez e intensifica lo que hace. Está intentando a ver si se desconcentra y se le olvida el tema.

—Eso es bueno, ¿no? — Asmodeo cierra los ojos, y suelta un "mmmmmm" suavecito. Así que ella se recrea—. E-Esto me gusta... e-es... suave.

—Es... no lo es.

—¿No?

—No, es bastante fuerte. Ya casi está.

—Me gusta... me gusta que hagas esto. Podrías hacerlo frecuentemente.

Para y le mira porque ya ha terminado. Al fin.

—¿Qué?

—Nada, ya está.

—Ohh... ¿ya estoy limpito? ¿Ha sido difícil?

—Sí, mucho. Nunca había visto a nadie tan...

Se incorpora y ella vacila.

—¿Tan... lleno de mierdas? No me extraña... a este cuerpo imbécil se le pega cualquier cosa.

—Bueno... sí.

—Puedo...

—¿Qué?

Se acerca para robarle un besito rápido y ella se sonroja con eso.

—Gracias —otro besito no tan rápido.

Ella no se mueve, un poco paralizada.

—Mmm... —no estaba tan paralizada antes que estaba muy urgida—. No te gustan tanto los besos ahora que estás satisfecha, por lo visto...

—Ehm... E-Es que... es... raro

—¿Raro?

—Ahora es... raro.

—Hmm...

—¿No?

—Pues... No me lo parece, pero si no quieres besos, vale.

Uriel aparta la cara, él le da un beso en el cuello y ella da un salto y se separa.

—Oh, ¡venga ya!

—P-Pues es que... —mano al cuello.

—Si me dejarás besarte un poco otra vez tendrías ganas

—¿De qué?

—De marcha.

—¿Tienes... más ganas? —parpadea.

—No sé, seguro podría tenerlas —sonríe un poco, sin notar del todo que lo que él quiere es contacto físico... y afecto. Ese que no ha sentido en toooodo este rato.

—Creo que es la primera vez en la vida que no las tengo.

—Tenías que conocerme para ello —se le recarga un poquito y se ríe.

—T-Tal vez —Uriel suspira porque se siente bastante bien por ello, en realidad.

Asmodeo sonríe un poco y la mira a los ojos pensando que esto dista un poco de ser lo que el inicialmente había imaginado que sería con uno de ellos... el mismo Gabriel había hecho esas oleaditas de afecto que no le gustaban. Esto era normal. Como siempre... o casi siempre, de hecho era más complicado cuando la persona se prendía del todo de él.

Y esto no te gustaaaaaaaa, ya lo sabíamos pero aguanta un poco. Esto no es normal.

Levanta una mano y le toca un poquito la mejilla con el dorso de un dedo. Uriel le mira.

Creo que es él el que va a sentir cierto afecto por ella, sin saber por qué y ella parpadea con eso.

—¿Qué pasa?

Él se encoge de hombros sin tener muy claro qué ocurre y es ahora quien se abraza las piernas.

—Estás... estás emanando afecto. No mucho. ¿Por qué?

—No estoy emanando nada —frunce un poco el ceño y se revuelve. Probablemente hasta más intenso lo sientas.

—Sí lo haces

El demonio se revuelve tratando de parar sin saber cómo hacerlo. La gente normal no sentía a los otros emanar estas mierdas. Ugh.

—Pero no entiendo... ¿qué es lo que te gusta?

Asmodeo traga saliva sin mirarla, pensándolo. Desde maldito luego que era ella la que le gustaba. Aprieta los ojos, porque esto... no era lo más común.

Uriel sigue mirándole sin entender. Asmodeo se humedece los labios y le mira de reojo.

—¿Qué me has hecho?

—Curarte, nada más.

—Además de eso, has hecho uno de tus trucos angelicales en mí, ¿verdad?

—No hay ningún truco angelical.

—Has hecho algo raro para que yo te quiera, ¡no mientas!

—De hecho porque no he hecho absolutamente nada es que me sorprende que lo hagas.

—¡No lo hago!

—Puedo notarlo... sé lo que estoy notando. Es porque... ¿es por lo de antes? Te...

El demonio la mira con el ceño fruncido.

—¿Sientes afecto por cada persona con quien te acuestas? ¿Tú?

—¡Por supuesto que no! ¡Eso es absurdo! ¡Y tampoco lo siento por ti!

—¿Qué pasa cuando alguien te demuestra afecto de vuelta?

—Es terriblemente molesto —se pasa una mano por el pelo, porque no entiende nada de lo que está ocurriendo.

—¿Por qué?

—Pues... porque o no soy... —se humedece los labios—. Con los humanos ¡yo no soy alguien a quien querer!

—¿Te sabe... mal que alguien más te quiera?

Asmodeo se revuelve y hace los ojos en blanco.

—Cuando haces esto con un humano, algunos... esperan algo más. No sé, que sea su pareja o algo y yo no... no.

—¿Por qué no?

—¡Pues porque no voy a ser la pareja de un humano!

—¿Por qué no?

—Pues porque los humanos son... humanos.

—¿Y?

—¿Tu por qué no tienes una pareja humana?

—Yo no tengo una pareja, ni la he tenido nunca. Los ángeles no podemos tener preferencias por humanos concretos. Además, muchos de los vuestros caísteis justo por eso.

—Ya, no me digas...

—Pero eso no se aplica en tu caso.

—¿Por?

—¡Porque tú no eres un ángel!

—Y no me interesaba tener una pareja estable en lo absoluto hasta que empezaste a hacer tus pases mágicos.

—¿Qué?

—¡De hecho sigue sin interesarme! —grita un poco histérico porque no sabe bien ni lo que está diciendo.

—Pareja... ¿Estable?

—Son ustedes los que han venido a querer casarse, ¡ahora no se hagan!

—Gabriel, dirás.

—Pues ahí empezaron todos los problemas. Al menos me dieron asilo en el cielo antes de que Belcebú intente cortarme la cabeza.

—Eso no responde a mis preguntas.

—¿Cuáles preguntas?

—Estás pensando en una relación estable... conmigo. Y sientes amor.

—No estoy... no... ¡No estoy! ¡No estoy sintiendo amor!

—Y además te agobia, por lo visto.

—Pues... es que... esto es injusto, ¡No sé si tú sientes algo o no!

—Eso... no cambia nada el hecho.

—Apenas te conozco, por qué habría de... ¡quererte! —chillonea.

—Eso es lo que me pregunto.

Asmodeo la mira a los ojos sin tener respuesta a eso. Ella levanta una ceja.

—¡Esto solo puede ser tu culpa!

—Yo creo que no, mira como chillas todo el rato

—¡No estoy chillando!

Uriel le echa una mirada de circunstancias.

—Bueno, igualmente... ¿Tú no decías que los demonios éramos incapaces y no sé qué?

—Pues por lo visto... ¿O puedes hacerlo a voluntad?

—¿¡Por qué estás obsesionada con esto?! —protesta.

—No estoy obsesionada, intento entender.

—Yo tampoco entiendo, ¡al parecer hiciste algo!

—Algo que por lo visto nadie más te ha hecho...

—¿¡Hacer qué?!

—No lo sé, tal vez... acostarme contigo.

—¿¡Acostarse conmigo?!

—Por lo visto.

Asmodeo se ríe y ella le mira.

—¡Me he... acostado con incontables personas! Y lo tuyo ha sido... bueno, vale, admito que tú estabas muy... MUY excitada, pero...

—Pues no te hice otra cosa.

Asmodeo se revuelve un poco, incomodo. Uriel inclina la cabeza... se humedece los labios y le... emana un poco de amor a ver qué pasa.

Asmodeo la mira de reojo casi de golpe en cuanto lo siente. Ella para.

—¿Estoy siendo una especie de experimento para ti?

—Ahora sí.

—¿Qué quieres saber? Qué pasa si haces esa cosa del amor...

—Sí.

—¡Pues... pues! —se humedece los labios—. Si tú haces esos experimentos yo voy a hacer los míos.

—De todos modos no ha pasado nada, así que no es eso.

—¿Qué debía pasar?

—No lo sé, algo.

—Has hecho... has... soltado amor. Amor de ese que no es que lo sientan.

—Sí, bueno.

—Solo lo hacen para demostrar que pueden.

—No, en este caso era para ver qué ocurría... es interesante que puedas diferenciar...

—No, no lo puedo diferenciar.

—Pero... ¿Ves? No es esto lo que te hace reaccionar.

—No, es que... no. No has hecho eso mientras nos acostábamos, lo has hecho ahora, solo para ver qué pasa.

—Sí.

—Pues yo también voy a empezar a hacer cosas para ver qué pasa.

—¿Tan mal te ha sentado que te diga que te he sentido quererme?

—N-No. B-Bueno...

—Vamos, que sí

—Nadie había notado eso nunca, ¿vale? —aprieta los ojos.

—Aun así, no entiendo a qué se debe.

—Bueno, quizás... has sido amable conmigo.

—Así que si soy amable lo sentirás de nuevo.

Asmodeo se revuelve

—No creo, porque te he curado. Eso es amable y no ha sido entonces.

—Bueno no lo sé, igualmente... ¿para qué sirve? Para nada.

—¿Por qué crees que no?

—Porque tú no lo haces de vuelta.

—¿Y quisieras que lo hiciera? Si no te gusta.

—No, no es que quiera que lo hagas... Ugh.

—¿Entonces?

—¡No lo sé!

—Mira, mejor te aclaras si quieres o no quieres.

Se gira a ella y le besa, que levanta las cejas pero no le responde al beso.

Él se separa un poco, cuando no le responde, mirándola a los ojos. Debes poder sentir otra vez, bloody hell, el afecto.

—¿Te... gusta que no... Te gusta que no responda? —levanta las cejas con eso.

—No.

—Haces esto cuando yo no hago nada.

—No, hago esto cuando tú...

—¿Aja?

—Cuando te miro y estás ahí tan... —no tiene ni idea.

—¿Tan qué?

—Pues no lo sé, te ves bien, ¡me gustas!

—Mmm... Ahora me estas mirando pero...

—¡Ahora no voy a quererte si me estás cuestionando con esto y poniéndome incómodo!

—No debería una cosa influir con la otra.

—Ugh!

—El caso es que no es eso.

—¿Qué quisieras poder concluir?

—Algo un poco más específico.

—¿Puedo preguntarte una cosa? —intenta cambiar el tema.

—¿El qué?

—Antes de que me saltarás encima... porque te gusto, ¿quién te gustaba?

—¿Q-Qué?

—¿En quién... pensabas?

—¿P-Por qué... piensas que había alguien... más?

—Porque en alguien debías pensar cada vez que sentías eso.

—No tiene por qué.

—¿Pensabas en seres aleatorios?

—¡No! ¿Qué importa eso?

—Me da curiosidad... ¿en quién pensabas si no?

—No lo pensaba. Es... pecado. Lo reprimía.

—Vale... ¿en quién pensarás ahora entonces?

—No sé qué... No sé qué voy a hacer ahora.

—No puedes volver a lo que hacías antes.

—Sí que puedo —aprieta los ojos.

—No debes, es feo —le pone una mano en la pierna.

Ella la aparta y siente el afecto de él otra vez.

Es que de verdad piensa que le hace sentirlo cuando le rechaza.

En realidad, es cuando siente que la pierde. Alguien no maneja muy bien el rechazo. Igualmente, vuelve a intentar tocarla.

—Lo haces otra vez.

—¿El qué?

—El amor, lo siento cada vez que me aparto. Es como si rogaras que no lo hiciera.

Se queda congelado. Quita la mano del todo y debes volver a sentirlo. (¡Asmodeo dice que esto no es puto justo!) Quizás incluso más intensamente.

—No tiene mucho sentido.

—Q-Quizás debería irme —es que no creas que este no entra en pánico.

—Si quieres...

La mira de reojo y es que el amor se intensifica.

—Mejor quédate.

Se gira a mirarla y sonríe un poco. El afecto de mantiene. Inclina la cabeza.

—Y me iré yo —añade.

—Ohhh... —¿puedes dejar de jugar con Asmodeo, Uriel?

No. Está viendo cómo reacciona. Él se pasa la mano por el pelo.

—¿Estás acaso viendo si reacciono con amor cada vez que me dices que te vas o que me voy?

—Sí.

—Deja de... sentir las cosas que ni yo mismo siento —Asmodeo aprieta los ojos y se levanta.

—Creo que necesitas ir y aclararte un poco —Uriel le mira. Asmodeo frunce el ceño, porque esto no iba de él, ¡iba de ella!

Ahora ya no.

Pues noooo, ¡no funciona así!

Ahora sí.

—Ahora me estás echando.

—Te he dicho que me voy yo.

—Igualmente... debería volver al cielo.

—Deberías volver al infierno.

—No, no voy a ir al infierno —suspira igual porque, esto... es cada vez más claro.

—No puedes quedarte en el cielo indefinidamente.

—Pero ya, ya entiendo. No van a cumplir nada de lo que han prometido y ya está.

—¿Qué es lo que no se te está cumpliendo?

—Primero me ha llevado al cielo y me ha puesto en riesgo con Belcebú. Me dijo que podría quedarme, luego tú me usas y me dices que me largue.

Ojos en blanco y Asmodeo suspira.

—Pues vale... adiós —se limpia los pantalones, y se echa a andar.

Ella le mira, sin moverse y él la mira de reojito después de dar varios pasos.

Ella aun le mira, un poco de arriba abajo... la verdad es que se ve bien.

Claro que se ve bien.

Podría no vérselo. Podría ser Hastur.

—¿De verdad ni siquiera... vas a despedirte después de lo que hicimos? —es que está incrédulo.

—Que Dios te bendiga.

Ojos en blanco, chasquea los dedos y desaparece. Uriel suspira... y no se mueve.

Creo que todos tienen que aclarar esto un poco.