Miguel le aprieta el brazo a Lucifer y mira alrededor con una poca de cara de asco.

—Pueeeees... ¿Cómo va la vida?

—Iba mejor antes, cuando ustedes se portaban bien.

—¿Qué te han hecho ahora?

—Sabes perfectamente bien lo que ocurrió después de que tú te largaste y me dejaste ahí...

—Pues fueron a soltarte, ese lameculos de Aamón.

—Y el imbécil de Leviatán que tuvo a bien quedarse con mi armadura... —se aclara la garganta—. He... Seguido nuestro acuerdo.

—Oh... ¿y cómo ha ido?

—¡Pues como va a haber ido! —protesta y se sonroja—. Con escándalo.

Sonríe porque le gusta el escándalo.

—Aun así, eso acordamos, ¿no?

—Exacto.

—Pues nadie dirá que Miguel No cumplió su palabra. ¿Y tú?

—Nadie me ha preguntado.

—Mejor. ¿Vas a cumplir con tu parte?

—¿Cuándo es?

—¿Tu parte está condicionada a la fecha?

—Pues... sí.

Miguel levanta las cejas y se gira a mirarle.

—¿Qué?

—No está condicionado a la fecha, lo que yo hice no tiene caducidad.

—Pero una boda sí la tiene.

—¿Y cuándo es la fecha de caducidad de la boda?

—Pues no lo sé, ¿ya han puesto día?

—Es en semana santa y más te vale que no me salgas con que eso es un día después de lo que se vence tu oferta, porque... vas a vértelas conmigo —protesta.

—Justamente así es... lo siento.

Miguel frunce el ceño y parpadea.

—Una pena... —se encoge de hombros.

—Me estás diciendo que yo fui y les dije a los ángeles que... hicimos... ESO... y tú no vas... —frunce más el ceño aún, le toma de la camisa con un puño.

—¿Y te sorprende?

—¡DESDE LUEGO QUE ME SORPRENDE! ¡NO ES ESO EN LO QUE QUEDAMOS!

—Uy... que mal por ti.

Es que está sin palabras de la indignación y Lucifer sonríe con esa sonrisita molesta.

—¡Hicimos un acuerdo!

—A mí no me suena firmar nada.

—No me pongas esa cara, fue un acuerdo verbal.

—¿Tienes... algún testigo o algo que lo pruebe?

—Dios es mi testigo —ya va a empezar con las agresiones físicas. Le pone la otra mano en la camisa y le plancha contra cualquier pared.

—Que baje y hable entonces a tu favor.

—¿¡De qué vas?! —pregunta levantándole un poco

—De pesca, ¿te vienes de gusano?—le vacila.

—Esto no se va a quedar así —protesta ella, soltándole del todo y dando dos pasos atrás.

Lucifer sigue sonriendito.

—No, esto no va a quedarse así... —ella se sonroja un poco, porque esperaba... maldita sea, esperaba que esto, todo esto fuera de otra forma. Al menos imaginaba unos besos en el despacho de Belcebú, no que este imbécil le dijera además que le había visto la cara. Se humedece los labios.

—Mira, entiendo la decepción si además te habías hecho ilusiones, pero entenderás que...

Es que te va a atravesar de lado a lado como aceituna, darling.

Oh, joder.

No, no... No era literal. O sea como sigas en esta línea te va a atravesar de lado a lado como aceituna.

Ah. Ya estábamos viendo cómo hacer para un cuerpo nuevo.

Creo que igualmente pueden irlo viendo, no veo que Lucifer vaya por buen camino.

—No me he... llevado ninguna... sí, si me decepciona que aún ahora hayas decidido engañarme de nuevo.

—A mí me hace gracia que sigas cayendo como mosca.

—Más de lo que has caído tú, nadie. Me voy.

—Yo con una vez tuve suficiente para aprender —frunce el ceño.

—¡Al parecer no aprendiste nada si sigues engañando a los ángeles!

—Justamente a engañar a ángeles es a lo que aprendí.

—Pues esta es la última vez que me engañas a mí.

—Eso también me suena.

—¿Y luego hay quien se pregunta por qué no te hablo? ¡Es imposible hablar contigo! Pero vale, ya está... ya has conseguido lo que querías por lo visto, ya le dije eso a todo el mundo, ya está... eso me pasa por intentar asumir que muy en el fondo se podía hacer un trato contigo.

—No vas a hacer que me sienta culpable.

—Pues deberías sentírtelo.

—Más bien me siento orgulloso.

Miguel hace los ojos en blanco.

—¿Orgulloso de haberme engañado con esto? Vale, vale, Lucifer... Orgullosa me voy a sentir yo cuando te atraviese de lado a lado con mi espada.

—Eso dices siempre.

—¿Estás insinuando que no te cumplo el atravesarte de lado a lado como es debido? —protesta llevándose una mano a la espada.

—Digo que por eso no se puede hablar contigo.

—¿Por qué? ¿Porque saco la espada? —la saca y la lanza—. ¿Quieres hablar de algo? Habla.

Se va a por la espada y la recoge. Miguel se cruza de brazos.

—¿Ahora vas a atascarme con mi espada?

—Mmm... Tal vez —juega con ella

Ella no se mueve y levanta la nariz. Él levanta la espada y le pone la punta en el cuello, sonriendo

—Bien, ya lo tienes todo a tu favor. La espada, el engaño... —levanta la cabeza para dejarle más espacio.

Le dibuja un corazón.

¡Un corazón! ¿Cómo para sacarle sangre?

No, más bien como una caricia, con la punta de la espada.

Ella igualmente no nota que es un corazón, pero traga saliva y se le acelera el suyo. Puede que sí te veas la marca luego, bajo el mentón.

—Tienes que presionar con más fuerza —se mueve un milímetro al frente.

—Ese rollo te va, ¿no? Lo sangriento.

Ojos en blanco, pero no lo niega. Vale, no va a negar que está es un poco una fantasía suya.

—Que te... dominen y hasta... te obliguen. Toda la fuerza del ejercito celestial... doblegada.

—E-Eso no va a pasar... —susurra.

—¿Crees que no podría? —se acerca un poco sujetando aun la espada.

—Por supuesto que no —le mira, desafiante, con el corazón desbocado. Ya estaba... esto era todo. Iba a pasar (al fin!). Hace más calor en el infierno ahora del que hacia un rato atrás, ¿no? Ejem.

Lucifer se acerca un poco más y estira una mano hacia su armadura, intentando fundirla... pero joder con el puto hierro bendecido de mierda.

Vale, vale... Es que sí que hace más calor aquí, si la está cocinando al vapor. Eso también.

—¿V-Vas a... c-cocinarme aquí dentro?

—Es una... manera.

Miguel chasquea los dedos y le pone a él la armadura.

—Joder —aprieta los ojos.

—Calor, ¿verdad? —otro chasquido de dedos, vale, vale, se la quita.

—No... —lo que le preocupa es que no creo que él solo se la pueda quitar si no se la puede quitar a ella.

—Ehm... ¿e-en que estábamos?

—En que... —baja la espada, de hecho.

Miguel parpadea con eso, aún tensa y mira la espada de reojo en plan... Ehm...

—Los ángeles sois insufribles y me alegro de haberme largado de ahí.

—Hmm... va... le.

Le tiende la espada.

Miguel parpadea. O sea... o-ó sea... de verdad... DE VERDAD QUE...

Él la mira, todo enfadado.

—¿¡Qué haces?!

—¿Pues acaso no te largas?

Miguel se sonroja y es que... Se suponía que Lucifer debía estarle besuqueando contra la pared, no... Este estúpido resultado. A ratos pensaba si de verdad Lucifer... quería realmente besuquearla contra la pared como todos decían que quería, con toda seguridad.

—C-Claro que me largo.

Sí quería pero tú eres... ¡Ugh! No va a suplicarte y a forzarte, TÚ tendrías que estar suplicando.

Se estira ella un poco para tomar su espada pensando además que... es que lo único que quería era que ella DIJERA que eso había pasado. ¡No quería que pasara en realidad! Ni eso ni la boda ni lo de después de la boda. Ugh, y ¡sí que se había hecho unas pocas de ilusiones! Le arranca la espada y se la guarda sin mirarle.

Es que él sigue rabiando, ¿Por qué no era capaz de PEDIRSELO? Bastante ha sido que le dijera él del trato y la presionara la última vez y aun así seguía negándose, pues anda que le den. O que le dé otro. Porque él no va a arrastrarse.

¿Cómo le hacía todo mundo? Un momento estaban bien, al otro se estaban besuqueando como críos hormonados. Y es que Lucifer ni siquiera INTENTABA besarla y es que ella ya había DICHO que lo habían hecho y le había preguntado lo primero de la boda, ¡no podía ser más obvio lo que quería!

¿Cómo le hacía todo mundo? Un momento estaban bien, al otro se estaban besuqueando como críos hormonados. Y es que Miguel ni siquiera parecía querer NI UN POQUITO.

—Ehm, bueno pues... s-supongo que... t-tendré que buscarme a alguien más para casarme... y decirles a todos que no es verdad que... —es que intenta no sonar desilusionada pero falla miserablemente. Aprieta los ojos.

—Buena suerte para que te crean.

—P-Pues les diré que no has podido... completar el acto —se revuelve porque es verdad.

—¿Disculpa? Y te preguntarán porque no dijiste eso antes.

—B-Bueno, diré que no lo he disfrutado.

—Sí, claro, que ibas a decir si no.

Miguel vacila porque hasta este momento no había dicho que no. Se sonroja.

—Sigue siendo irrelevante y de todos modos nadie te va a creer si saben que te ha gustado lo bastante como para que con solo una vez hayas decidido pedirme matrimonio.

—Todos saben que te lo pedí porque es designio divino, ¡no porque realmente quisiera!

—Nada te obligaba a pedírmelo a mí, fue tu voluntad.

—Vale, vale, si... tú ganas. Yo te lo pedí, yo hice lo que me pediste, yo hice, yo dije —mueve los brazos —. Ya tienes lo que querías, ¿no?

—¿Y tú?

—No, yo no. ¿Contento?

—¿Qué querías tú?

Que tuvieras algún tipo de interés en algo que no fuera fastidiarme, que me besaras y estrujaras al fin contra la pared y me dejaras sin ninguna posibilidad de defensa, sin habla y sin malditas ganas. Ah, y que te casarás conmigo. Se sonroja, vacilando sin decir nada.

Él le sostiene la mirada queriendo OIR todo eso.

—Que fueras el demonio que no eres y por una vez tuvieras un par de... —levanta una mano haciendo un gesto leve pero muy claro—. Para hacer las cosas.

—¿Qué cosas?

—¡Las que no te da la gana hacer! —protesta ella.

—¿Cómo casarme contigo?

—P-Por ejemplo.

—Ya...

—L-Lo cual es... P-Por lo visto a-algo que... ugh.

—¿Qué?

—¡Es que hice lo que pediste! —protesta frustrada.

—Ya, bueno.

Ella chasquea los dedos otra vez, poniéndose de nuevo la armadura.

—Sinceramente, creo que si no... —traga saliva—. Si no pretendías... no sé qué hago... qué...

—¿Si no qué?

—¡Pues! ¡Si no... si no quieres!

—¿Cómo iba a querer?

—¿Por qué no ibas a querer?

—Porqué iba a querer casarme contigo.

—¿Qué tendría de malo casarte conmigo? No es como que no me conozcas, no es como que... no... —Miguel traga saliva—. Ugh, finalmente nos conocemos desde el comienzo, y... yo asumo que prefieres estar casada conmigo que con otro ángel.

—Ese es justo el punto. No quiero estar casado con ningún ángel.

Miguel se humedece los labios con eso.

—Bueno, ya, yo tampoco quisiera estar casada con un demonio... y si no eres tú, tendrá que ser con alguien más.

—La verdad, a mí, Dios no me ha pedido nada, así que...

—Pero a mí sí... y si no es contigo, voy a ir con alguien más —insiste Miguel, mirándole fijamente.

—Ve con quien quieras, a ver si alguien te aguanta.

Bueno, es que más indicativo de que REALMENTE no le interesa en lo absoluto esto, diga lo que diga todo el mundo... no había forma. O sea siempre había pensado que Lucifer quería... algo más, pero ahora que ella estaba más, ehm, dispuesta, el parecía querer exactamente lo opuesto. SE sonroja.

Él se cruza de brazos, tan de mal humor porque claro. Uy, mira soy el Arcángel Miguel y me puedo ir con quien me dé la gana... como si no la detestaran todos. ¡Él incluido!

—P-Pues eso haré, encontrar algún otro demonio... que sí esté interesado en... —traga saliva, más jodida con esto de lo que quisiera. Sacude la cabeza—. No ser un imbécil.

—Buena suerte con eso también.

—Pues ser peor que tú no es muy difícil, la verdad casi que una piedra podría superarte.

—Lo creeré cuando me presentes a tu novio demonio.

Aprieta los labios con eso y él se cruza de brazos, retándola.

¿Y es que de dónde iba a sacar un NOVIO demonio? Por alguna estúpida razón, siempre ha sido ÉL la maldita referencia de "demonio". Ningún demonio era peor que Lucifer, fuera el más malo, el más idiota, el más molesto, el más... feo, el más desagradable.

—P-Pues... preferiría estar con CUALQUIER OTRO demonio antes que contigo.

—¿Y por qué sigues ahí jodiéndome?

Miguel abre la boca para contestar y la cierra otra vez, luego la abre de nuevo y... la cierra una vez más. Y se siente un poco tonta por seguir aquí.

—Bah... —suelta yendo hacia la puerta e imaginándose un bonito escenario en el que Lucifer la detiene de alguna manera y, quizás le toma del brazo, y... la besa contra la puerta.

Lucifer la toma del brazo y la detiene en un impulso.

Miguel abre los ojos como platos y ahí está el corazón que se le SALE casi, levantando una mano y un poco violentamente tomándole de la muñeca de la que le ha tomado el brazo mirándole a los ojos.

Él le sostiene la mirada.

¡Al fin! Al fin iba a... a... ALGO. Siente la piel de su muñeca CALIENTE contra su mano, casi como si estuviera asiéndose a un hierro hirviendo.

Ella le aprieta un poco más la muñeca, tragando saliva visiblemente y la verdad piensa que, es que va a darle un beso, de verdad va a darle un beso en este momento. Él a ella... o ella a él. Porque la ha detenido, y eso debe querer decir algo, ¿no? Al menos debe querer decir que no se... que no quiere que se vaya.

Él la mira sin saber qué hacer en realidad porque sigue frustrantemente haciendo todo lo que le reta a que haga a pesar de no querer que lo haga.

—T-Te... m-me... i-igualmente me debes un fa-favor... —susurra ella mirándole los labios.

—¿Por?

—P-Porque te he hecho quedar bien con todos los ángeles... t-todos creían que me habías violado.

—¿Eso es quedar bien?

—Es quedar bien decir que me acosté contigo por gusto, sí.

—Has dicho que te violé.

—No, he dicho que me acosté contigo y todos saltaron a la conclusión de que me habías violado, tuve que... a-aclararles.

—Y lo hiciste.

—¿Hice qué? —Miguel se sonroja.

—Aclararles.

—Les dije... les dije que me había... acostado contigo, porque en eso quedamos, en que lo diría a todo mundo. E-En realidad...

—¿Qué?

—No entiendo para qué quieres que todo el mundo crea que nos acostamos si has dejado claro que...

—Belcebú quiere que lo hagamos.

Miguel traga saliva con eso.

—¿Y-Y... desde cuando eres bueno para seguir ordenes? —pregunta con cierta suavidad.

—Pues no lo he hecho a pesar que ella quiera así que... desde nunca.

—¿¡Entonces para qué quieres que todo el mundo lo crea?! —Vale, no... No iba a pasar. Miguel hace los ojos en blanco.

—Para que me deje en paz.

—Pues concedido.

—Eso ya te lo diré.

—Ah, ¿además vas a hacerme una evaluación de calidad en el servicio?

—Pues si Belcebú no me deja en paz, desde liego habrá sido un mal servicio

—Bueno, tú servicio es pésimo desde el principio, no has hecho NADA por mi.

—Desde mi punto de vista, eso es un éxito.

—¡Eres un egoísta!

—Bienvenida al infierno...

Miguel bufa con eso y le suelta la muñeca. Él también la suelta.

—Otros... Ugh, ¿¡por qué tienes que ser así?!

—¿Así cómo?

—¡Imposible!

—Pues claro que soy imposible.

—¡Podrías no serlo!

—Podría... pero entonces sería un ángel.

—No, idiota, ¡no digo que lo seas en general!

—En detalle es lo que hace el general.

—Bueno pues entonces sé un imbécil general.

—Eso ya está pasando, pero no te creas que tú no estás siendo imbécil también.

—¿¡Yo?!

—Sí.

—¡Yo no estoy siendo imbécil!

—¡Claro que sí!

—¿Haciendo qué?

—Te crees muy lista, "puedo ir ahí y conseguirme a otro..."

—Pues... es que no sé qué esperarías que hiciera, vengo contigo y te pido algo y la respuesta es un absoluto no... ¿Qué pretendes?

—Ah, no, claro, como si fuera al revés iba a concederme.

—Es que no sé qué más quieres que te conceda que hacer exactamente lo que has pedido, ¡sin importar el costo moral que ha tenido para mí!

—Ese es tú problema.

—No es mi estúpido problema, es la clara respuesta a que sí que si fuera al revés te he concedido, ¡te he concedido lo que pides!

Miguel levanta la nariz y le mira, y se sonroja un poco dando ella esta vez un paso hacia él y tomándole del hombro.

Le mira a los ojos.

Y es que está ahí, solo tiene que... estirarse y besarle, pero... Lucifer es capaz de quitarse... y si se quita tendría que matarle.

Si ella nada más... L-Lo hiciera, es que es obvio que tiene ganas, porque no lo DEMUESTRA.

En realidad ahí está mirándole a los labios pensando cómo se sentirán sobre los suyos... Miguel traga saliva después de unos segundos, parpadea lentamente, le mira a los ojos...

Él bufa y a aparta la mirada. Miguel aprieta los ojos porque otra vez...

—A veces creo que SIGUES enfadado —suelta, quitándole la mano del hombro.

—¿Y tú no?

—Pues... Menos que tú, al final yo no perdí.

—Pero te irrita todo lo que hago.

—¡P-Pues porque no haces lo que espero!

—Tú tampoco.

—¿¡Qué querrías que hiciera?!

—¡Aceptar la verdad!

—¿¡Cuál verdad?!

—Que me deseas.

—¿¡QUE?! —casi se ahoga, SONROJADISIMA. Él sonríe de ladito con esa respuesta—. ¡T-Tú me deseas a mí!

—Ni siquiera puedes negarlo.

—Yo soy un ARCÁNGEL, no tengo esos... e-esos... —es que se sonroja seis veces más, porque no, no puede negarlo

—Admítelo y seré tuyo.

Miguel traga saliva SONORAMENTE.

—Ya... debí suponerlo.

—Cállate.

—Ahí tienes tus respuestas.

—¡No he dicho que no! —chillonea.

—No te he hecho una pregunta.

—Pues te he dicho... —Se sonroja más, frustrada.

—No has dicho nada, sigues sin decir nada.

—¡Pues te estoy diciendo que sí!

—¡No te he preguntado algo de sí o no!

¡Miguel le mira sin poderse creer que ¡no entienda!

Sí entiende pero quiere que ¡LO DIGAS!

¡UGH!

—¡Eres imposible! —protesta casi a gritos.

Ooooooojos en blanco porque JODER.

Es que a ella le parece que es IMPOSIBLE ser más clara.

Es que no le va a ROGAR que lo diga.

—Tú también lo haces.

Bastante le ha parecido lo de "dilo y soy tuyo." ¡Y aun así no lo ha dicho!

¡Lo está diciendo!

¡No! ¡Está divagando cosas raras para evitarlo!

—¡Tú también me deseas! —protesta ella, mira que... más claro esto NI EL AGUA CRISTALINA DEL ARROYO DEL PARAISO.

—Eso es... soberbia.

Sí, en realidad si lo es. Raguel asiente.

—No es... ¡no es soberbia! —chilla bastante histérica porque es o que ha dicho Raguel... y ella no peca de soberbia—. ¡Te lo estoy diciendo!

—Me estás diciendo que yo te deseo a ti. ¿Así es como eres humilde?

—Te estoy diciendo que TAMBIÉN me deseas a mí, lo cual es... implica que... y-yo...

—¿Tú...?

Miguel se humedece los labios dando un pasito atrás y sonrojándose.

Fuck...—protesta apretando los ojos.

Y ahí llegan los otros.

Miguel se separa de Lucifer como tres metros... o trescientos si es posible.

Lucifer se tensa al oírles pero enseguida cambia su postura a esto es exactamente lo que yo quería que pasara.

Y es que Miguel parece que va a hacer combustión interna, sinceramente. Sonrojada y a punto de matar a alguien.

—¿Ya... estáis? —pregunta Gabriel.

—¿No... Interrumpimos? —pregunta Belcebú sonriéndole a Lucifer con esa carita de... guiño, guiño.

—Vámonos —decide Miguel en un revuelo, saliendo de ahí, tomando a Gabriel del brazo y tirando de él.

—Ya terminamos —Lucifer le sonríe falsamente a Belcebú. Gabriel le sigue, desde luego.

—Vaya, vaya... ¿Fue placentero? —le pregunta Belcebú a Lucifer

—Ya sabes... —se encoge de hombros.

Miguel bufa, oyendo eso a lo lejos y apretando los ojos.

—Siempre me deja con ganas de más —añade en lo que Gabriel se asegura que Azrael va ahí con ellos.

Miguel se gira a mirarle por un segundo, con... un poco de fuego en los ojos... Pero él no la mira.

La verdad es que... sin siquiera tener la intención de hacerlo, suelta un poco de frustrado amor hacia él.

Gabriel la mira de reojo con eso.

Es que ya está casi corriendo hacia las escaleras, ni siquiera comprueba si Azrael si trae la armadura. Lo que quiere es... gritarle a ALGUIEN.

Gabriel apresura a Azrael que aun lleva a Leviatán colgado del brazo.

Azrael intenta quitárselo de encima, de verdad, pero no quiere.

Ugh... va a arrastrarlo todas las escaleras, empezando a estar un poco harto de esto.

Y hasta el cielo, querido

No, no. En cuanto pisen la tierra va a intentar quitárselo de encima.

Y no sé si lo logre.

¡Ugh! Miguel... es que, ¿quién va a hacer algo que no sea lo suficientemente bueno? ¿Gabriel?

A lo mejor le puedes gritar a Leviatán, dos pájaros de un tiro.

—¡CAMINEN DE UNA MALDITA VEZ! ¿¡NO QUIEREN IR MÁS LENTO ACASO!? ¿QUIEREN QUEDARSE EN EL INFIERNO? ¿Y QUIEN ES ESTE? ¿¡QUÉ HACES AQUÍ?! ¡SUELTA A AZRAEL QUE NOS VAMOS AL CIELO!

Leviatán se acojona bastante con eso, soltando a Azrael más por auto supervivencia que por nada, solo un instante.

Miguel les toma a los dos ángeles del brazo y desaparecen los tres con un rayo.

—Noooooo —el grito todo desconsolado.

Lo sentimos, pequeño, pero... Azrael respira un poco menos agobiado en cuanto pisan el cielo.

—¿QUÉ MIERDA HA PASADO? ¿Y DÓNDE ESTABAN? ¿POR QUÉ HAN TARDADO TANTO? —grita Miguel arrancándole la armadura a Azrael de la mano.

—¿Qué ha... pasado? —les pregunta Gabriel a los dos porque... joder con ambos.

—Ehm... nada. Nada. o ha pasado nada. Solo he ido por la armadura —se defiende Azrael.

—Traías a... —sonrisita burlona—. Colgando como llaverito.

—No le traía colgando como llaverito —igual se sonroja—. Él... no sé qué le ha pasado.

—¿No que era insoportable y no le aguantabas y casi era un insulto todo esto?

—Es insoportable y... N-No le aguanto y todo esto es un insulto. E-El se aprovechó de mi.

—¿Se aprovechó?

—A-Absolutamente. Ehm... tengo que irme a trabajar —carraspea un poco, intentando salir de ahí porque necesita pensar.

—¿Cómo se aprovechó?

—D-De... ehm... formas. Gabriel, tengo que irme.

Miguel bufa.

—¿¡Vas a decir que TE ACOSTASTE con él?! —protesta Miguel porque ¿¡todo el puto universo infinito va a acostarte con un demonio menos ella?!

—Eso no explica... —Gabriel se calla con esas riñas

—¿¡QUÉ?! ¡MIGUEL! —protesta Azrael.

—¿En serio? ¿Te dejamos solo cinco minutos y... te acuestas con él? Más vale que te vayas a rezar. Bastante cerca estabas de ser un demonio ya —riñe Gabriel.

—Noo! NO! —da dos pasos atrás, súper asustado.

Miguel... es que BUFA. En serio. En puto SERIO.

—Él... ¡se aprovechó! ¡Yo no hice nada! ¡Ni siquiera quería! ¡TODO ES TU CULPA! —Azrael está gritando a todo pulmón, señalando a Gabriel...

Miguel se pellizca el puente de la nariz y Gabriel sonríe de ladito, dulce venganza.

—No querías pero no te apartaste...

—Me aparté, grité, ¡estaba encerrado en una celda el infierno por TU culpa! ¡Encadenado! —frunce el ceño, sonrojado, incómodo y sin querer pensar en esto, o queriendo pensar en esto pero estando a solas. Aprieta los ojos y señala a Gabriel—. ¡Nada de esto habría pasado si TU no estuvieras de noviecito con Belcebú!

—Yo no te oí gritar, será que no lo hiciste tanto. Y yo fui a buscarte nada más se te llevaron, a mí no me eches las culpas.

—¡Te las echo porque son tuyas! ¡Todo este maldito desastre es tu culpa! —le empuja

—Yo no te obligué a nada, esto son los designios de nuestra señora, Azrael —cuidado, Gabriel que será la otra la que te arranque la cabeza.

Miguel BUFA otra vez. Ni siquiera molestándose en intentar que no peleen.

Azrael vuelve a empujar a Gabriel, la verdad gastándose los últimos bríos que le quedan porque... demasiada adrenalina en general.

Él trastabilla un poco, la verdad.

—Ya, claro, los designios de nuestra señora —refunfuña Miguel, mirándoles.

—Pues... pues... aún no se si estos son designios de ella, ¿¡vale?! ¡Él me ULTRAJÓ! —grita Azrael de nuevo

—A mí me parece que tú estás ultrajando a la verdad, porque te dejaste. El demonio no paraba de soltar amor como una fuente. Eso no es posible sin una fuerte influencia primero.

Miguel RECHINA LOS DIENTES con eso y Gabriel la mira de reojo.

¡Estúpido Lucifer, es que ni siquiera un maldito beso!

—Tranquila, siempre subes de mal humor cuando le ves...

Miguel aprieta los ojos con eso, de más mal humor que nunca. ¡Es que AZRAEL se había acostado con LEVIATAN! Y ella... es que Lucifer ni siquiera intentaba parecer levemente interesado, aún con todo y ella le había dicho que sí que le deseaba. No debía habérselo dicho.

Técnicamente él tampoco ha negado que te desea.

Pero ella sí ha dicho que sí lo haceeeeee.

No, no lo ha dicho, solo no lo ha negado

No, ¡ha dicho que él TAMBIÉN la desea!

Ese también no es lo suficiente.

¡Debería serlo!

Pero no lo es.

¡Ughh!

—Ya lo... sé. Es imposible.

—¿Un abrazo?

Azrael bufa, porque además Gabriel no le está haciendo caso y decide irse a su oficina a trabajar.

Miguel bufa de nuevo, queriendo un abrazo... y asintiendo un poco, apretando los ojos.

Gabriel mira a Azrael de reojo, abriendo los brazos para Miguel y ella da un pasito hacia él.

—Solo porque lo has pedido tú, yo estoy bien —no, no lo está.

—Lo sé —igual la abraza y la inunda de amor.

Ella le abraza de vuelta con fuerza y él le acaricia la espalda.

Es que... por qué todos le gustan a un demonio, todos, hasta Azrael y el imbécil de Lucifer... ¡O sea es que RAGUEL se acuesta con el suyo desde hace miles y miles de años!

Sí le gustas.

¡Pues eso pensaba ella también pero él se pone así de... intransigente!

Porque es un orgulloso de mierda.

Ya, ya... Ella le hace sentir un montón de amor a Gabriel, probablemente no todo es suyo y una buena proporción es de Lucifer. Porque... es que no, no solo le gusta, no...

Gabriel la esconde entre sus brazos suspirando un poco porque se estaba metiendo con Azrael y era bastante divertido, pero si Miguel le necesita...

Ya te meterás con él hasta el día del juicio final...

Ya, ya, pero... De hecho ni siquiera se ha despedido de Belcebú ahora que lo nota.

Aun así, Miguel pronto aprieta los ojos y hace para separarse, volviendo a cerrarse. Porque uno no es el comandante del ejército del cielo siendo una blandengue.

Gabriel la mira un poco desconsolado sin estar seguro que se sienta mejor.

—L-Lo siento, sé que te lo prometí pero no voy a casarme con él —sentencia.

—¿Q-Qué?

Ella suspira, mirándole a los ojos.

—Ha dicho que no quiere... —hace una pausa y traga saliva—. N-Ni yo tampoco, d-desde luego. Así que necesito buscar a alguien más... quizás algún otro demonio de segunda línea ya que todos los demás están ocupados.

—Pero... ¿qué? ¡No! Hablaré con Belcebú para que le diga.

—No vas a hablar con nadie. Si no... Quiere, pues no quiere —Miguel frunce el ceño.

—No puede no querer.

—Gabriel. Por favor.

—No puede, debe darle miedo la ceremonia, a todos les pasa lo mismo.

—Gabriel, entiende. ¡No quiere!

—Ya querrá. ¿No te has acostado con él?

—¡E-Eso es irrelevante...! —Miguel aprieta los ojos.

—No, justamente ese era el motivo de no hacerlo, claro que no quiere casarse si tiene... lo que quería sin pagar el precio completo.

—No me... sermonees. Ya tiene lo que quería, que no es lo que crees, ya está.

—Por eso. Si quiere más... que querrá, no puedes caer de nuevo.

El rechinido de dientes otra vez… No va a querer más, si no quiere ni besarla, ¡maldita sea!

—Ya, no te preocupes.

Le acaricia la cara, preocupado. Ella la tensa un poco, pero no se quita, solo porque es él.

—No voy a dejar que te robe la virtud y se vaya de rositas. Tal vez deberías probar haciéndole lo del amor.

—Buscaré a alguien más... debo poder conseguir a algún demonio, n-no... No creo que sea tan difícil —traga saliva resistiéndose un poco a decirle que no le ha robado la virtud porque no ha querido ni siquiera besarla. Se sonroja—. N-No voy a hacerle nada con el amor, n-no lo merece.

—Ya sé que no lo merece, pero...

—No quiere, Gabriel. No quiere. ¡No quiere estar conmigo! Me ha dicho que busque a otro.

Gabriel frunce más el ceño.

—Déjale, ¡no quiero que hagas nada! Yo también quiero buscar a otro, él... —se revuelve sin saber qué hacer.

—No —protesta porque todo quedaba súper simétrico y bonito y no le gusta que ahora el mocoso este venga a destruirlo todo porque... quien sabe qué motivo.

—Por favor.

—Sí, sí —no te está escuchando.

—Gabriel, estoy hablando en serio. ¡No vas a ir tú ahí a hacerme quedar en ridículo!

—No, claro, no tienes que preocuparte

—Ya te conozco, ¿¡qué estás pensando?!

—Nada

—Gabrieeeeel! Vas a hacer algo y seguro no es precisamente lo que deberías hacer.

—Tú no te preocupes.

—Yo sí que me preocupo. ¡Dime que estás pensando!

—Nada, creo que solo está siendo malo porque es un demonio y eso no se puede consentir.

—Sí se puede.

—No.

—¡Es que dime qué vas a hacer!

—Ya te lo he dicho, hacer que Belcebú le riña.

—¿Y tú crees que eso va a surtir algún efecto? Ya la vez pasada había accedido solo para que se callara —suspira.

—Pues tendrá que ser más dura esta vez.

—¿Y después qué? ¿Va a obligarle a algo que no quiere hacer? ¿Querrías tu que Belcebú estuviera contigo solo porque la obligan?

—Veremos cómo funciona entonces.

—¡No me estás respondiendo!

—Mira, si solo está siendo malo porque es un demonio solo significa que te miente.

—O no.

—Venga... no pienses eso.

—Necesito que me ayudes a encontrar a otro demonio, mejor.

—Podemos hacer eso también.

—También no.

—También sí.

—Ugh. Esto es quizás exactamente lo que quiere, ¿sabes? Que alguien le ruegue, todo para que además una vez esté conmigo la respuesta sea... "No"

—No creo que Belcebú le ruegue precisamente.

—Esto no va a salir bien, ¡no quiero pedirle más cosas! —Miguel suspira.

—Ahí está el punto, no se las estás pidiendo tú.

—Vas a hacerlo igual diga lo que diga, ¿verdad?

—Sí. No puede él ir decidiendo que no quiere.

—Se llama libre albedrío —Miguel hace los ojos en blanco.

—No ahora que nuestra señora ha manifestado que este es su plan para nosotros.

—Quizás Nuestra Señora le ha excluido a él específicamente.

—¿Por qué iba a excluirlo?

—Por ser ÉL.

—Ya no es su favorito.

—Ya lo sé.

—¿Entonces porque iba a... excluirle?

—Pues porque esté enfadada aún con él. Gabriel, ¡no lo sé!

—Eso no tiene nada que ver en esto.

—No tengo idea de qué decirte sobre esto...

—Solo déjame hacer.

—No parece que tenga yo otra opción... —suspira.

—Todo irá bien, lo prometo.

—Si tú lo dices... voy a mi despacho.

Asiente y ahí se va tan indignada... en realidad, a buscar a Uriel que seguro está tan frustrada como ella y la entiende.