¡Hola a todos! ¡Me alegró mucho que les gustara el capítulo anterior! ¡Neil en verdad se lo merecía! ¡Ji, ji, ji! Continuamos con un capítulo más. ¡Un abrazo!
"UNA DECISIÓN DE VIDA"
CAPÍTULO XI
Candy estaba sobre una pequeña escalera de tres peldaños, limpiando por dentro unas altas ventanas del segundo piso en la Mansión Andley de Lakewood. Estaba tarareando una alegre canción mientras laboraba. Stear le había contado en su última visita desde Chicago, dos semanas atrás, que Anthony y Archie habían encontrado finalmente a Neil en Nueva York antes de partir y que el tío abuelo William lo había mandado exiliado a La Florida, prohibiéndole regresar a las mansiones Andley en adelante, lo cual la hacía sentir segura finalmente. Ella sonreía contenta, sabiendo lo mucho que Anthony y sus primos se preocupaban por ella y lo que habían luchado por protegerla. Eran en realidad su familia del corazón. Stear incluso le había traído unos chocolatitos que Anthony siempre le traía desde Chicago, y que sabía le gustaban bastante, para festejar que ese triste episodio Legan quedaba atrás, lo cual la conmovía muchísimo. En verdad los quería mucho a los tres. Pero en especial a su Príncipe. Su tío abuelo Príncipe, pensó divertida, riendo para sí.
"¡Candy!", su compañera Betsy llegó corriendo hasta donde ella estaba. "¡Candy, al fin te hallé!" se detuvo agitada su compañera de trabajo. "La señora Ormond te manda llamar a la cocina."
"¿La señora Ormond?" preguntó sorprendida, tratando de recordar si había hecho algo mal en todas sus tareas esa semana. Repasando sus últimas tareas en silencio, bajó de las escaleras pensativa y dándole el paño con que limpiaba a Betsy de manera distraída, comenzó a caminar por el pasillo, alejándose de su compañera. Luego se detuvo sobresaltada al recordar a la emisaria de su jefa y se volvió, "Betsy, ¡oh!, ¡lo siento!", le dijo apenada al notar lo que había hecho, regresando con ella.
La jovencita de cabello negro rió. "¡Descuida, Candy!" le dijo comprensiva, "Yo continuaré aquí. Ve." Le aseguró con una sonrisa. No se ofendía porque con casi un mes de trabajar con ellos, ya conocía lo distraída que podía ser la rubia al concentrarse en algo.
"¡Gracias, Betsy!" Le sonrió contenta y la rubia bajó sonriente al primer nivel por las escaleras de la servidumbre, buscando la cocina.
Las últimas semanas habían sido un gran contraste de sentimientos en su joven corazón, la tristeza por la ausencia de su amado, y también de sus amigos que, aunque ya no les podía platicar con la misma libertad de antes, era un consuelo para ella saberlos cerca y encontrarse con ellos de vez en cuando, en medio de sus tareas. Y estaba también la tranquilidad que le daba el saberse finalmente lejos de Neil y de las maldades de los Legan. Por suerte nunca la mandaban a atender cuando la señora Legan visitaba a la tía abuela.
En realidad, su llegada a Lakewood había sido como un milagro para ella. Con Dorothy habían tenido una amable acogida por parte del personal de la Mansión Andley. El mayordomo principal, el señor O'Connor, a pesar de ser estricto, era muy justo, y administraba la casa Andley con firmeza y, sin embargo, con respeto al personal. Igual lo hacía la señora Ormond, la Ama de Llaves, quien en un principio desconfiara de la joven rubia por su amistad con los dueños, pero luego comprendió que era una trabajadora muy acuciosa y servicial, lo cual le valió ayudar a atender los desayunos o las comidas de la familia de vez en cuando.
Candy por primera vez en su vida se sentía sin la presión de ser acosada por Neil o menospreciada o puesta a trabajar de más por Elisa o la señora Legan, lo cual era un gran cambio positivo para ella. Las habitaciones para empleados en la Mansión Andley eran cómodas y ahora ya no olía su ropa más a heno o a caballos. Para Dorothy también había sido una bendición el cambio, y le alegraba a la pecosa verla también muy feliz en sus nuevas tareas. Aunque sí debía admitir que ambas extrañaban mucho a sus amigos de la mansión vecina, aquí, sin embargo, ambas se sentían felices, ya que además de las prerrogativas que tenían - como el día de descanso semanal y los quince días de vacaciones al año, cosa que ni en sueños les darían donde los Legan -, la paga también allí era considerablemente mayor, lo cual significaba que pronto podría enviarle un monto mayor a sus madres para ayudar con los gastos del Hogar de Pony, lo cual la tenía también muy feliz.
Candy entró finalmente, a media mañana, a una cocina extrañamente silenciosa para la hora del día que era, buscando a la señora Ormond. Y la encontró pensativa, sentada a la gran mesa donde todos los empleados compartían sus alimentos por turnos en las mañanas y medios días, y todos juntos por las noches.
"Señora Ormond" le sonrió Candy al detenerse frente ella y hacer una pequeña reverencia. "Betsy me dijo que me estaba buscando. Solo estaba terminando de limpiar los ventanales en el ala sur del segundo piso, ya en un momento bajo a ayudar con preparar la masa del pan para la noche."
"No es por eso que te llamaba, Candy." Le dijo la dama poniéndose de pie con seriedad, y con cansancio tomó un sobre que tenía sobre la mesa, el cual había estado jugando en sus manos cuando la joven entró al recinto. Y tomándolo en sus manos otra vez, lo ofreció a la muchacha. "Ésta es tu paga por las últimas semanas de trabajo, Candy, y una compensación extra para completar este y un segundo mes. Lamento informarte que la familia Andley ya no requiere más de tus servicios en esta casa."
Candy se quedó de piedra.
"Por instrucciones del señor O'Connor, se te solicita que saques tus cosas en este momento del área del personal y dejes tu uniforme sobre la cama. Uno de los choferes te escoltará hasta la estación para que puedas tomar un tren - junto con otro empleado que está haciendo un encargo -, con destino a Arkansas, donde podrás buscar trabajo o marcharte a otro estado que no sea del medio oeste ni del noreste. Se te prohíbe hablar con el demás personal de la casa o despedirte en persona de ellos. Y en caso pienses…" ella dudó de continuar, "en caso pienses en volver a tu Hogar de Pony… o comunicarte con ellos… o regresar a Lakewood o a trabajar en Chicago o Michigan, me dijeron que la familia dice que… que…"
La señora se descompuso totalmente, intentando no llorar.
"Señora Ormond…" le dijo Candy aproximándosele para consolarla.
"Me mandaron decirte que…" la señora continuó secándose las lágrimas con una de las servilletas empezadas a doblar sobre la mesa, "…que si te vuelves a aproximar a ese hogar, o a alguno de los jóvenes Andley, o a comunicarte con ellos, la familia misma se encargará de ver que cierren ese hogar definitivamente, porque conocen al dueño de los terrenos, y al final, sería únicamente por tu culpa que sucedería. Y podría haber cargos en tu contra por algún faltante que no hayamos notado ahora. - ¡Candy, niña! -," le dijo la señora Ormond tomando sus manos, que aún sostenían distraídamente el sobre que le había entregado. "¡Será mejor que te vayas! Ésta es gente muy poderosa que no se medirá ni tendrá contemplaciones con una jovencita como tú. Los jóvenes Andley son nobles, pero… el mundo real se mueve de otra manera, pequeña. Será mejor que no permanezcas más en los estados del norte, niña, por tu bien."
Candy cerró sus ojos y una lágrima se derramó de ellos, al tiempo que su corazón se encogía en su pecho. Abandonada otra vez, pensó con angustia… Pero luego, recordando lo prometido a su Anthony aquel último día, valientemente abrió sus ojos verdes y sonrió a la apenada señora Ormond, asintiendo. "Tiene usted razón, señora Ormond. Gracias por su consejo. Creo que, al final, el cuento de hadas… finalmente terminó.", dijo con dolor, secando sus lágrimas, apenada. "Por favor, dígale al señor O'Connor que muchas gracias. Y por favor, cuide mucho a Dorothy, ella es muy buena persona y necesita de este trabajo. Por favor, si está en sus manos, dígale que no tuve tiempo de despedirme, que lo siento. Y por favor, intente que no le suceda lo mismo que a mí. Ella vino aquí por mi culpa y no quisiera que ella o su familia sufrieran por mi causa."
La señora Ormond sacudió su cabeza asombrada, aún en medio de su tragedia la jovencita de una cálida mirada seguía pensando en los demás. "Y… ¿al joven Anthony?… ¿no deseas que le diga yo algo?" preguntó con cautela, sorprendiendo a Candy.
La pecosa sonrió enternecida al ver que había visto el cariño entre ambos. "Solo dígale… que nunca olvidaré lo que me dijo.", respondió sincera. "Gracias por todo, señora Ormond. Le agradezco su gentileza."
"Candy, pequeña…" le dijo la ama de llaves conmovida y la abrazó maternalmente, mientras la jovencita por un momento, al sentirse cobijada en su abrazo, se quebró en su dolor y rompió a llorar con verdadero sentimiento, como lo haría en los brazos de la madre que la vida le negó.
Luego de unos minutos de llanto, la pecosa se calmó poco a poco, y separándose gentilmente del abrazo de la señora, le sonrió amablemente. "Gracias, señora Ormond. Con su permiso", le dijo. Y secando sus lágrimas con su mano, se alejó por el pasillo hacia las habitaciones de los empleados.
Media hora después, uno de los vehículos de la familia Andley salía del patio lateral de la mansión y tomaba camino hacia la salida principal y hacia la lejana estación de trenes. Un empleado que Candy desconocía, le acompañaba en el vehículo junto con el chofer. Iba a viajar junto con ella, supuestamente porque iba al mismo lugar, le dijo, ella sabía que no era verdad, solo un pretexto más para asegurarse de que no se extraviara del destino trazado o pensara en quedarse.
Al irse alejando el vehículo en medio del bosque tempranamente otoñal, una figura erguida, tras el ventanal de una de las salas en el segundo piso, veía en silencio la escena del vehículo al alejarse.
Alguien tocó a la puerta de donde estaba, y volviéndose.
"Pase." Respondió la tía abuela Elroy apartándose del ventanal y tomando asiento nuevamente al frente del impresionante escritorio de cedro inglés.
El formal mayordomo principal ingresó e hizo una reverencia. "Madam, vengo a informarle que sus instrucciones respecto a la señorita Candis White han sido cumplidas."
"Gracias, O'Connor." Le respondió la dama de manera inexpresiva. "Creo que está por demás decirte que de esto ni una sola palabra a mis nietos. Ella tomó sus cosas y se marchó sin que nadie se diera cuenta de ello. Esa es la única explicación que darán. Adviértelo a quien corresponda."
"Sí, señora Elroy. Así se hará." Le dijo respetuoso y se retiró, dejándola sola.
La mirada de la orgullosa dama se fijó en el retrato de sus tres nietos en un portarretrato triple sobre su escritorio.
Anthony le sonreía desde el centro de las fotos, apuesto como siempre, y al verlo sonreírle tan sincero y gentil, algo en su corazón de pronto se conmovió. ¿Culpa quizás?...
Apartando mejor la vista de ellos, la seria dama tomó los documentos sobre su escritorio y continuó revisando las múltiples propuestas presentadas por las principales familias del país como posibles futuras esposas para sus nietos, esto para distraerse de las circunstancias, ya que temía reconsiderar el penoso asunto de la sirvienta White, y eso era algo que, en verdad, no se podía permitir.
Continuará…
¡Pobrecita la pecosa…! ¡Me dolió en el alma también! ¡Mi cielo!
La historia continúa, queridos lectores. ¡Gracias por leer!
Y gracias por sus comentarios al capítulo anterior queridas Sharick, Anguie, Guest 1, Guest 2, Guest 3 (¡Muchas gracias! ¡Bendiciones también!), Guest 4, Cla1969 (¡Così carino, Clau! ¡Ti ringrazio di metterlo anche in spagnolo! E ho anche adorato la conversazione tra Anthony e la prozia, puoi davvero sentire la relazione tra loro e la qualità della persona e del leader che Anthony è. E sì, ¡la collana è apparsa! ¡Un abbraccio!) En español: ¡Tan linda, Clau! ¡Te agradezco ponerlo también en español! Y a mí también me encantó la conversación de Anthony y la tía abuela, se siente la relación entre ellos de verdad, y la calidad de persona y líder que Anthony es. Y sí, ¡cabal el collar apareció! ¡Ji, ji! ¡Un abrazo!; Gracias, Julie-Andley-00, Guest 5, Guest 6, Mayely león y Guest 7 (¡Muchas gracias! ¡Qué bueno que te guste la historia!) - y Georgy, espero estés bien. Te envío un gran abrazo, amiga. ¡Bendiciones! -
¡Saludos también a todos los lectores silenciosos de esta historia!
Con cariño,
lemh2001
31 de agosto de 2023
P.D. La continuación se publicará este sábado.
