Gabriel se siente completamente perdido, por eso lo de hacerlo con un beso, así es como uno sabe dónde tiene que ir, no tarda mucho igualmente en entrar donde tiene que entrar, más por gracia divina que porque sepa lo que está haciendo.

Bienvenido a tu primera posesión a un demonio.

La verdad, se siente frío esto. Y raro. Y doloroso. Se mueve incómodamente y abre los ojos. Belcebú opina que se estaba mejor cuando Gabriel estaba aquí dentro también.

—¿Gabriel?

—W-What?

—No se siente tan bien aquí, era mejor cuando estabas —la abraza.

—E-Esto... —paladea con la boca—. Duele.

—¿¡Duele?! ¡A ti todo te duele!

Ella se mueve para intentar levantarse.

—¿Qué te duele?

Y cuando toca algo de la capilla es que explota en una masa de moscas en pánico gritando en zumbidos.

Gabriel facepalm.

—Lo que duele es este lugar… no hagas… no… ¡Ugh!

Las moscas van de un lado a otro como locas.

—Deja de hacer… ¡Ugh! ¡Gabriel! ¡Deja de hacer el tonto!

Dan vueltas sin saber cómo volver a tener forma humana. Y acaban contra la pared, eso le vuelve humana, pero cuando cae al suelo de culo se vuelve moscas otra vez porque tocar cosas le duele.

—Gabriel deja de…. Ugh, ¡estás haciéndolo mal y es ridículo!

Como no le des instrucciones más claras...

—¡Tienes que hacerte humana otra vez! —clarísimas….

Y es que además está intentando rogarle ayuda a la virgen, lo que es como lo más estúpido que podría hacer.

Eso no va a servirte de nada, en efecto…

La nube de moscas sigue rebotando de pared en pared como una pelotita de goma.

—No, no… no. Estás muy disperso, así es más difícil. ¡Concentra a la mayoría! ¡Deja de volar como loco!

Lo haría, ero es que todo lo que toca le duele... poco a poco empieza a volar más lento y el problema es que cada vez que vuelve a tocar el suelo le vuelve a doler y vuelve a convertirse.

—Es… Gabrieeeel… Ugh, es que ¿¡qué haces?!

—Dueeeezzzzzzzzleeeezzzzzzzzzzz

—Pues claro que duele, es una mini iglesia de mierda. Ven acá.

Consigue más o menos revolotear cerca de él y Gabriel hace para meterse en la nube de moscas y sonríe porque aquí dentro… se siente un poco el calorcito del amor de Gabriel.

Belcebú es la que intenta volver a colgarse de ella, pero es que se va de boca.

—Gabrieeel! ¡Concéntrate! ¡Tú dijiste que me ibas a dar más amor! —protesta ella intentando meterse en la nube de moscas otra vez.

La masa de moscas voladora

v a irse a la puerta.

—¡Nooooo! ¿A dónde vas? —él chillonea tras ella, yendo y tras la masa de moscas… Como una mosca. Badun tss.

Y en pasillo es que ella consigue caer al suelo de culo. Gabriel se le echa encima a abrazarla otra vez.

Belcebú etiqueta contra el suelo. Así que sí plancha contra el suelo

—U-Ugh...

Es que va a pretender colgársele otra vez como monito.

¡Pero si es tres veces más grande que ella! ahora intenta levantarse cuando unos ángeles que se cruza por el pasillo mirándolos en el suelo. Belcebú les sonríe un poco incómodamente.

—Abrázame —pide Gabriel ignorando a los ángeles.

Lo hace, pero aprieta los ojos y va a buscar el teléfono de Gabriel en sus ropas para escribir a Sariel a ver si ya ha conseguido a los querubines.

—Dame un beso.

—No puedo.

—Sí puedes.

—Necesito que vengan por ti.

—Yo quiero que me quieras.

—Y lo hago, lo hago...—intenta darle amor y la verdad... no sé lo que le va a dar, tal vez lujuria.

Hambre.

No, me refería a... ya sabes, eso que hacen del apetito sexual.

—Gabriel… dame un beso —susurra Gabriel de manera un poco… diferente.

—Ehm... sí, espera —mira a ver si Sariel le ha respondido.

Sí, ya vienen los querubines.

—Vamos, vamos a otro sitio más discreto.

—Vamos a donde quieras, pero bésame.

—En ese sitio.

—¡Ugh! ¡Tú dijiste que me ibas a querer más!

—Lo haré, pero no aquí.

Gabriel refunfuña, pero hay algo que tiene este cuerpo que parece calmarle un poco.

—V-Vamos.

La guía por los pasillos... algunos le duelen porque Uriel ha rehecho las bendiciones.

Ya, ya, la loca de Uriel que bendice TODO.

Gabriel la sigue, replegándosele lo que puede y abrazándola.

No, pero estaba asustada cuando creía que les estaban invadiendo.

—¿Porque me duele al andar? —pregunta ella intentando colgársele un poco.

—Porque este lugar está bloody bendito en todos lados. Si me abrazas, te cargo.

Le abraza. Gabriel hace para cargarla y… ¡Uy! ¡Mira qué fuerte es!

La levanta con bastante más facilidad de lo que esperaba y Belcebú levanta las cejas con eso.

—Ohh… ¡No pesas nada!

—Tú eres... como... claro —aprieta los ojos cayendo en la cuenta—. Vamos para allá

—señala.

Otros ángeles que pasan y saludan a Gabriel, Belcebú se sonroja de ir en volandas y Gabriel ignora los saludos de todos.

En realidad, los ángeles están a punto de pararle para preguntarle, pero al ver al Belcebú, vacilan un poco.

Cosa bastante rara, pero es que Gabriel va con bastante prisa a ver a dónde, pero necesita más afectooooo. Debe estar lanzando amor como fuente por todos lados. Y es que salen de los despachos a ver qué pasa.

—¿A dónde voy? Ohh… ¡tu despacho!

—No, no, pasa de largo, vamos a sanación.

—En sanación no vas a besarme.

Y ahí viene un Serafín.

—¿Habéis podido reducir la invasión?

—¿Invasión? —pregunta Gabriel descolocado al notar que además habla con... ella.

—Sí, sí, tranquilos, todo está bien —asegura Belcebú, a lo que el Serafín la mira de reojo y da un pasito atrás.

—Vuelve a hacer tu trabajo —ordena Gabriel al chico. Él vacila un poco pero asiente.

—Y que Dios te bendiggggg!

—Anda, vas a ahogarte con tu lengua por tonto.

—¡Ugh! ¡Esto escuece! Vamos por ahí.

—Gabriel, ¡NO PUEDES ir lanzando bendiciones!

—¡Pero es que escuece mucho!

—¡Pues ya lo sé!

—No puedo no bendecir a mis ángeles, ¡es de muy mala educación!

—¡Yo NO BENDIGO! Además, estabas queriéndome, quiéreme más.

Ella vuelve hacerle este asunto sexual.

Oh, bloody hell! —la media estampa contra la pared dándole un beso.

Ella levanta las cejas, pero le devuelve el beso.

Pues es que…. Le haces esa cosa sexuaaaaaal. Pues es que ella no sabe lo que hace.

Ya, ya… eso lo entiendo, pero no es una buena mezcla. Necesitada de amor y excitada. Al menos deben estar a punto de llegar ya a Sanación.

Pues yo creo que sí, pero Gabriel no quiere llegar a sanación, Gabriel quiere comerse a Belcebú, que golpea un poco las paredes de cristal de sanación a ver si alguien sale a ayudarla.

Sariel es quien sale porque es la que estaba trayendo a los querubines y viendo qué hacían con Leviatán.

—Ohh... ¿ya la has traído?

Belcebú se separa de Gabriel como puede, lo cual no es tarea fácil.

—S-Sariel!

Gabriel se le va detrás a Belcebú haciendo que Sariel se sonroje.

—O-Oh...

—Sariel... ¡ayudame! —suplica Belcebú.

Sariel frunce el ceño.

—¡Sariel! —insiste ella.

—Gabriel, ¿puedes parar un poco?

—Encadénala, Sariel —sigue Belcebú y mira que... eso si lo entiende, aunque no venga de la boca correcta. Así que ahí va a encadenar a Belcebú, desde luego, que mete un grito con el hierro.

—Ufffff, estos demonios. ¿¡Estás bien?! —pregunta a Gabriel.

Gabriel parpadea porque esta debe ser la primera vez que... alguien encadena a otro alguien en su presencia y no incluye cadenas para ella.

—¡QUÍTAME ESTO AHORA MISMO! —chilla pataleando medio desvaneciéndose en moscas medio no. Agarrando las cadenas con las manos intentando quitarlas.

—Ohhh... ohhh! Pero... ugh... ¡Eso debe doler!

—Pues seguramente, pero ¿estás bien? Ven, ya he traído a los querubines —explica Sariel.

—Zariel, ¡ella ez Belzebú! ¡Encadénala a ella! —sigue gritando Belcebú.

—No, no... no... Solo sácala de ahí.

—Zzzzzzarieeeeeeel —es que sigue medio descomponiéndose y volviéndose a componer. La verdad, va a salir Remiel a ver que son todos estos gritos.

—¿Qué está pasando?

—No, no, eso duele... sácale de ahí —grita un poco Gabriel todo agobiado.

—He tenido que encadenar a Belcebú porque Gabriel necesitaba ayuda —explica Sariel un poco agobiada.

—Yoooo zzzzzzzzoy Gabrieeeeeeel.

—Ugh… —Gabriel se agacha y abraza las cadenas—. ¡Sáquenle!

—¿Qué ha dicho? —pregunta Sariel.

—Oh... —Remiel levanta las cejas y se acerca a Gabriel—. Tranquilo, ahora nos la llevaremos con Leviatán.

—P-Pero el amor... me lo prometió.

Remiel le da un poco para calmarlo, mientras Belcebú se retuerce.

Gabriel abraza a Remiel y Remiel levanta las cejas, abrazándole de vuelta.

—Amor... dame más.

Lo hace, por supuesto, mientras Belcebú se revuelve. Gabriel está con Remiel como si fuera el pez de las profundidades que tiene una lucecita muy brillante para atraer a la presa.

—Gabriel, ¿qué está pasando?

—Saca a Gabriel de ahí... —susurra Gabriel.

—Estás bien, estás aquí. Vamos a llevarla dentro, Sariel, vamos.

Sariel parpadea porque no entiende que pasa y chasquea los dedos para poner a flotar a Belcebú que aun patalea en el aire.

Gabriel le busca un beso a Remiel en los labios porque es una fuente de amor y en general los besos funcionan.

Remiel es un poco tomado por sorpresa con eso, la verdad, paralizado.

Es que además no es un besito

Se echa para atrás tras unos segundos empujándole.

—¡G-Gabriel!

Gabriel parpadea porque... es que no es lo mismo, aunque este sí saca amor y Gabriel está haciendo otra cosa, pero los besos... son mejores con Gabriel.

—Sácale.

—¿A quién?

—A Gabriel.

—Estás aquí... Ven, ven, vamos dentro con ellos.

—Pero es que…. Me dijo que me daría besos.

—No puedes darle besos en su estado, pero estará bien, ya verás.

—Pero me dijo que me querría más.

Sariel se lleva a Belcebú a una de las mesas.

—Venga, vamos.

Y Liliel se acerca a ella porque ya tienen a Leviatán atado y preparado.

—P-Pero… ¿tú me quieres?

—Pues claro que te quiero, ¿no lo sientes?

Belcebú sigue respirando agitadamente mientras la llevan de un lado a otro.

—No lo bastante.

—¿Cómo qué no? —Remiel le mira tan desconsolado.

—Tienes que quererme más —le abraza del cuello otra vez.

Remiel parpadea y vuelve a darle amor, él le abraza con más fuerza.

—¡S-Sariel! —llama ahora este.

—¿Qué pasa? —pregunta mientras amarra a Belcebú a la camilla con ayuda de Liliel.

—G-Gabriel... le pasa algo.

—¿Qué le pasa?

—Dice que no le quiero suficiente.

—¿¡Qué?! ¿Gabriel? —Sariel parpadea.

—Sí, óyele.

–Sácale de ahí, ¡Él me quiere más! —chillonea Gabriel.

—¿Pero que saquemos a quién? ¿A... A Belcebú?

Gabriel asiente y ahí se le acerca a Belcebú un poco. Remiel mira a Sariel de reojo porque...

—Esto es extraño…

—Gabriel, ella va a estar bien. Tienes que hacer el cambio.

—¡Quítenle las cadenas! ¡Duelen!

—No pasa nada.

Gabriel se asoma a mirar a Belcebú al lado de la cama.

—Zacadme ezzzztooo.

—No puedo.

Belcebú intenta calmarse, venga tú estás acostumbrado a los latigazos.

—Si yo chasqueo los dedos no pasa nada porque es hierro —los chasquea y sí desaparecen.

Gabriel levanta las cejas porque es había pasado. Belcebú vuelve a respirar, super aliviada y se incorpora.

Gabriel la abraza casi instantáneamente.

—Yo soy Gabriel, ya he hecho el cambio —les asegura a los otros dos, abrazándola de vuelta igual.

Sariel parpadea y mira a Remiel de reojo, que también vacila.

—Ya, claro…

—Sariel, ella es Belcebú. Ya he hecho el cambio. Y esto es horrible. Encadénala. ¿Dónde está Miguel?

—¡No me encadenen! ¡No! Yo soy Gabriel —grita Gabriel sin soltar a Belcebú.

—Bú, no empieces —la riñe y es ella la que invoca ahora las cadenas. De las que usan en el infierno. Remiel da un paso atrás con eso.

—No me jodas Gabriel que te quito las cadenas yo y me…. ¡ME DIJISTE QUE IBAS A QUERERME!

—Estoy haciendo esto porque te quiero. Los querubines se quedarán con vosotros hasta que os pongáis bien.

Gabriel le mira entrecerrando los ojos y ella le hace unos guantes también, por si acaso.

Gabriel se mueve y patalea un MONTÓN.

—NOOOOO!

Belcebú toma aire y mira a los tres ángeles, que le parecen super altos ahora.

—¿Dónde están Miguel y Azrael?

Sariel da un paso atrás.

—Vade retro…

—Sariel, yo soy Gabriel.

—No parece.

—No sé cómo probarlo, pero tienes que confiar en mí.

—¿¡Confiar en Belcebú?!

—Ten fe, Sariel.

Sariel Mira a Remiel de reojo, que vacila también porque es que no parece...

—Deja que nuestra señooogh ugh!

Gabriel sigue gritando fastidiado en la cama porque además no siente amor y le ha encadenadoooooo.

Sariel frunce el ceño con la frase cortada de Belcebú, porque no parece Gabriel.

—Ugh?

Belcebú le pone la mano a Gabriel sobre el hombro y le pasa excitación sexual.

—No puedo... no puedo bendecir, esto es horrible.

Gracias por ayudar con la excitación sexual. Remiel no puede aguantarlo más y le vuelve a poner una cadena al cuello a Belcebú.

—S-Si de verdad eres Gabriel, entenderás que haga esto.

Sariel agradece enormemente a Remiel porque no se ha atrevido a hacerlo ella.

—Ufff… menos mal —hasta se recarga un poquito en Remiel.

Alguien toca la puerta porque no tenemos los bastantes problemas aún.

Belcebú grita un poco sin esperarlo y aprieta los ojos pero no protesta. Ahí va Liliel a abrir la puerta.