Leviatán protesta cuando Azrael le golpea la cabeza con la puerta y se le abraza más fuerte.

—Ugh, perdona.

Le sale sangreeee y Azrael parpadea.

—Me has hecho daño! Si me quieres, ¡dame más amor para compensarlo!

—Espera es que si… sí que te he hecho daño.

—Por eso, ¡quiéreme! —protesta apretándole más mientras andan por la calle, la verdad, hay bastante gente mirándolos.

Azrael aprieta los ojos porque… joder. Además, estúpida cabeza, siempre sangra un montón y sin pensar, leves un poco más de amor y le pone la mano en la cabeza con el fin de curarle en general la herida de la cabeza.

—Ya está, ya está… a ver si ahora te sientes mejor —le susurra mientras intenta curarle.

Leviatán parpadea... una... dos... y tres veces.

Le da un besito en la cabeza y un poco más de amor, distraídamente, buscando donde sentarse.

Leviatán le suelta de golpe echándose hacia atrás, con miedo, un poco torpemente incluso.

De manera que le empuja y se tropieza con sus propios pies, hasta que se da en la espalda contra la fachada de un edificio.

Azrael… definitivamente no esperaba eso, también trastabilla un poco.

—Oh… qué… ¿qué pasa? —le da un poco de amor por si acaso.

—¿Qué haces? —se echa más hacia atrás, moviéndose de lado en la pared.

—¿Yo? ¿Qué haces tú? ¿¡Ya te arreglaste?! —la verdad, muy arreglado, no parece…

—Que ha... ugh —se lleva las manos a la cabeza porque aún le duele un poco.

—¿Te sientes… bien? ¿Aún quieres amor?

—No quiero... no... ugh. What in the hell me has hecho?

—Oohh… o sea ¿ya estás bien otra vez? Estabas como poseído por un… demonio. Bueno, eso… no sé si sea la mejor forma de explicarlo.

—No estaba poseído por un demonio, estaba... borracho de... tu mierda.

—Amor.

Leviatán aprieta los ojos. La verdad, está bastante abochornado. Hasta se cubre un poco la cara con una mano.

—Pero estábamos curándote con un poco de amor hasta que te he curado la cabeza.

Se humedece los labios y le mira entre los dedos de una mano.

—¿Ya estás bien, entonces? —se le acerca un paso.

—Sí, sí. Seguro... sí. Uhm —tres pasos atrás.

—¿Qué? —da tres pasos hacia él. Leviatán vuelve a apartarse, corriendo—. ¿Pero qué haces?

—No te acerques.

—¿Por?

—No quiero que... vuelvas a hacer eso.

—¿Darte amor?

—Nada... de nada de eso. En general.

—Anda ya. ¿Ahora tienes miedo de esto? Todo iba bien cuando tú hacías los tatuajes —se sonroja—, y las cosas, pero cuando es al revés…

—Solo un idiota no tendría miedo.

—Venga ya, ¡No te ha pasado nada tan terrible!

Le mira... y el problema es que se acuerda de todo. De TODO. Está teniendo problemas con él hincado en el suelo suplicándole que se casara con él después de traerle un oso gigante y quien sabe cuanta mierda más.

—En realidad me gusta más cuando no estás así… como estabas —Azrael le sonríe. Está teniendo cruda moral el pobrecito.

—Ya... ya. Yo creo que será mejor que me vaya.

—¿A dónde?

—Al infierno. No te ofendas todo esto ha sido divertido, pero...

—¿Y cuándo nos volvemos a ver?

—¿Ansioso?

—Pues no, pero hace un minuto estabas aquí como un bebé…

—Ya. Sí. Ehm... disfruta de tu oso. No creo que vayas a recibir mucho más pronto —se sonroja igual.

—Awww ¡Que mal! —Azrael sonríe un poquito.

Ojos en blanco del demonio.

—Tan enfadado ahora—sigue con su sonrisita el ángel.

—No estoy enfadado.

—Pareces enfadado… ¿qué estás si no?

—Mmm... —"Avergonzado, asustado... preocupado" piensa para sí mismo sonrojándose más sin atreverse a decírselo.

—Ajá? —le escruta, queriendo adivinar que piensa. Estira una mano hacia él

—Tenso —vuelve a alejarse.

—Ahora si podemos casarnos —Azrael sonríe un poco a pesar de todo.

What?

—Ya estás normal. Si quiero casarme contigo —decide.

—La verdad, eso... es muy bonito, p-pero... —le mira y... traga saliva.

—Tú me lo pediste.

—No creo que... nadie debiera tomar muy en serio NADA De lo que ha pasado estos días —se vuelve a sonrojar recordándose a sí mismo, hincado en el suelo. Por satán.

—Estabas hincado en el suelo.

—Sé lo que pasó, Azrael —protesta.

—Cuando me lo pediste. Y ahora te digo que sí.

—Y yo... estoy echando atrás mi oferta.

—No puedes echarla atrás.

—¿Por qué no?

—¡Porque ya lo pediste y dije que sí!

—Ya, bueno... entiendo que a vosotros nunca os han interesado las circunstancias atenuantes, pero...

—¡Tú me lo pediste!

—Y la oferta ha expirado.

—¡No puede expirar!

—Si vieras que sí —se encoge de hombros—. Acaba de hacerlo.

Azrael frunce el ceño porque… le ha dicho que sí!

—No te lo tomes a mal, parece muy tentador, pero... no, gracias —añade el demonio.

—Tú me lo pediste a mí y yo dije que sí, eso es una promesa. Punto.

—Está bien, Azrael. Supongo que es lo mejor a lo que puedes aspirar.

—No es lo mejor a lo que puedo... Ugh! ¡Eres insoportable otra vez!

—Debí suponer que así sería —sonríe un poco de ladito

—¿Así cómo?

—Eres un ángel... debí suponer que todo esto funcionaría a base de forzar, no escuchar y no tener en cuenta nada que no sean tus intereses.

Azrael parpadea.

—Es que me parece súper injusto que cuando estabas raro no me escucharas tú, pero ahora que estás normal te diga que sí y ¡tú decidas que siempre no!

—Primera, estaba raro ¿por culpa de quién? Segunda, ¿cómo iba a escucharte en ese estado?, tercera, ¿quién en este mundo podría tomar en serio algo de lo que pasó a alguien más en ese estado?

—Bueno, ¿te quieres casar o no?

La verdad, le corta la voz con eso y... lo valora más seriamente y durante más segundos de los que quisiera y va a admitir. Asegurará que aun le quedaban algunas secuelas.

—Por supuesto que no.

Azrael, que lleva todo el día dándole amor y cuidándole y mimándome un poco y no va a admitirlo, pero le gustaba un poco tenerle cerca, aunque vale que daba miedo que estuviera así, se le queda mirando unos segundos. Muchos, MUCHO más heartbroken de lo que quisiera. Es que hasta se le abre un poco la boca, tontamente.

—O-Oh… –susurra muy, muy suavecito.

—Y-Ya, la vida es dura —Leviatán traga saliva con esa respuesta, menos en control de lo que pensaba que iba a estar y sintiéndose peor de lo que suponía por hacerle daño a un ángel.

El ángel vacila un segundo sin saber muy bien que hacer consigo mismo. Cierra la boca. La abre otra vez. Hum…

Leviatán vuelve a dar un paso atrás, porque sigue asustado.

—Ya… —y es que la verdad tiene que detenerse a sí mismo para no… volverle a echar una oleada enorme de amor que le vuelva a hacer que le quiera. Pero no. No lo hace y no le faltan ganas, pero piensa que… es que era verdad, nada de todo esto era una cosa realmente sincera de Leviatan. Era… provocado, únicamente de manera obligada, por el mismo y el amor. Momento incómodo.

—M-Mira, seguro encontrarás a otro imbécil en muy poco tiempo. Y voy a... voy a arrepentirme de esto en alguna medida —aprieta los ojos.

Azrael aprieta los ojos porque no quiere oírle decir esto. De hecho, no quiere oírle hablar, quiere irse al cielo. Ugh y no puede.

—Porque maldita sea que no podrías verte mejor y que no podría ser más tentador todo esto y... eres el ángel de la muerte y no podría parecerme más impresionante... —sigue el demonio señalándole, más para si mismo que para Azrael.

Este abre los ojos y le mira intensamente porque no entiende nada. Si le parece tentador, que no debería porque es un ángel, y le parece… impresionante y le gusta, y… es que ¿¡por qué no?! Se sonroja un poco aún sin quererlo con todo esto que dice.

—Y... ugh. Joder. ¡No! —se grita a sí mismo en riña, casi casi dando una patada al suelo de frustración.

Y es que lo que piensa Azrael es que esta vez no está amarrado, no está encerrado en una celda, ni siquiera tiene que oírle y aquí está mirándole pelear consigo mismo para convencerse de dejarle. Y lo que él quiere es besarle.

Leviatán se pega a sí mismo en la cabeza repitiendo "no, no, no, domínala, domínala. Tú a ella, no ella a ti"

—¡Para!

—¿Q-Qué? —le mira saliendo de esos pensamientos y la verdad... se le desvanece lo que peleaba.

Es que Azrael va a acercársele para besarle.

Bueno, eso va a funcionar bastante bien también. Gracias. Aunque va a separase asustado... ¡vas a volverlo loco!

—Todo está bien —le asegura, le toca la cara con suavidad con una mano y le abraza de la cintura con el otro brazo.

—N-No lo está, sé lo que... —maldita sea, que le relaja lo suficiente—. Se lo que viene ahora.

—¿Qué viene ahora? —pregunta porque él no tiene IDEA. Le hace igual un cariñito en la cara y piensa que se ve sumamente bien y ahora sí parece él y no el peluche de hace un rato.

—Ugh, no tienes ni idea. Pero yo sí la conozco. La conozco muy bien —y como si fuera un asunto poético, los ojos se le van volviendo verdes de manera casi imperceptibles—. Va a arrollarte como un tren.

—Va a… ¿qué? ¿Quien?

—La dama verde. O lo que es lo mismo, básicamente, yo. No pensé que con esto nada más fuera a ser suficiente. Siempre es con menos de lo que espero... —se pone los ojos en blanco a sí mismo.

—¿La dama verde? Tú eres… ¿una dama verde? No entiendo —Azrael se asusta un poco, la verdad, ni siquiera sabe bien por qué. Pero esto no está yendo por donde él quería con ese beso.

—Ya, ya. Sé que no eres muy bueno con el discurso figurado. Tranquilo, lo sabrás muy pronto.

—¿Tengo que tener miedo? —susurra y le acaricia la cara otra vez.

—Maldita sea —protesta siguiendo la caricia igual, peleando, ya no sabe ni con qué.

Azrael traga saliva preguntándose por un momento si está cayendo en la trampa del demonio y teniendo miedo igual.

—No sé si tú tienes que tener miedo, I'm fucking doomed. Otra vez —confiesa Leviatán con los ojos cerrados.

—¿Por qué? No voy a hacerte daño —le da un suave beso en la frente, notando que… no sabe cómo es que ha pasado de querer estrangularle hace unos días, a tener este instinto protector con él—. Ni voy a dejar que nadie te lo haga.

El demonio le mira otra vez porque esto es lo peor que podría estarle haciendo y no podría ser más imbécil... y él no podría serlo peor tampoco. Azrael aún tiene la excusa de la inocencia, ¿Tú qué tienes?

—Si en vez de pelear, solo… vamos juntos al mismo sitio... —le sonríe, toooodo lo vulnerable que puede ser.

—¿Qué sitio?

—A un sitio que nos guste a ambos. Deben… haber opciones. Mira a Raguel.

—¿Y qué pretendes hacer ahí?

—Estar… contigo —responde tras vacilar un poco, porque eso parece ser suficiente.

—¿Por qué ibas a querer estar conmigo si te parezco insoportable?

—Porque no siempre lo eres.

—Ugh. Ugh. Ugh. Ugh.

—Mírame y dime que no quieres pasar más tiempo conmigo…

Un voz en su mente le susurra "ríndete, Leviatán" y él opina que esa voz es su propia estúpida voz en todos los demás y esto no tiene ningún puto sentido

—Aunque seas insoportable a ratos…

Leviatán aprieta más los ojos y va a invocar un poder ancestral o yo qué coño sé lo que es esto, pero con una voz mesurada, que suena un poco más metálica que la suya y que deja un halo verde a su paso, le susurra a Azrael al oído "Prefiero a Gabriel" (Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento... el dardo envenenado de autoprotección)

La frase le atraviesa el alma a Azrael y se lo lleva por delante.

No la esperaba, inmerso en un mundo de fantasía al que se había rendido. Le toma desprevenido, por la espalda y todo lo vulnerable que podría tomarle.

Leviatán se separa un poco, suavemente, mirándole a los ojos como si acabara de apuñalarlo.

Raguel se va a pasar toda la tarde escribiendo planas infinitas de Azrael: Envidia.

Y es que el amor es un sentimiento peligroso no solo para el que lo recibe. Darlo… darlo tiene también sus enormes consecuencias.

Leviatán le sostiene la mirada, en silencio.

Y debe poder ver y palpar, el destrozo que acaba de hacer, casi cuadro por cuadro. A Azrael se le borra la sonrisa de los ojos que no sabias que tenía ahí. Se esfuma con la ilusión. Ni siquiera le da tiempo a soltarle, aun con una mano en su mejilla que mueve un poquito en una sombra de caricia.

Leviatán cierra los ojos con esa sombra de caricia igual que lo va a torturar mientras dure esto.

Azrael traga saliva, soltando una cantidad de envidia que va a ocasionar probablemente que la mitad de esta ciudad se pelee a golpes por todo aquello que pueda causarles envidia, precisamente, pero… También suelta amor.

La verdad, Leviatán la nota, mirando alrededor unos instantes y luego mirándole a él de nuevo, porque a él... se le está desvaneciendo la que sentía o más bien, sabía que iba a sentir.

Y el amor se lo estás robando, Leviatán. Porque no quiere. Quisiera no quererte todo lo que te quiere ahora mismo. Con la absurda certeza, además, de que es amor no correspondido.

—Y aun así, eres mío, Arcángel Azrael —susurra porque lo está notando.

No hagas leña del árbol caído. Con esas palabras sí que le suelta, sintiéndose completamente ridículo, expuesto y avergonzado.

—U-Un día esto será menos intenso y te aseguro que... podremos ir a matar a alguien o lo que sea que hagas para divertirte de manera relajada —sigue, porque no se puede estar callado.

Algún día dejarás de quererme de manera unilateral como lo haces ahora y aguantarás estar a mi alrededor sin sentir que puedes hacer que te quiera y que el pecho se te incendia por no poder conseguirlo

—Igual y hasta soy yo el muerto, cosa que estoy seguro que ahora mismo desearías...

Azrael se muerde el labio y aprieta los ojos. Porque no quiere que estes muerto, no, quiere que le prefieras a él.

Leviatán se pasa la mano por el pelo, nervioso porque va a seguir diciendo idioteces una y tras otra.

—La parte buena es que mucho de esto es mi influencia y cuando ya no estés a mi alrededor, se te pasará y... me caerá a mi encima, pero yo lidio con ella. Tengo un ratito de conocerla y sé más o menos como manejarla, si eso te consuela de algún modo.

Azrael le escucha esta frase y… estaba A PUNTO de largarse y con ello has conseguido que se quede. Mira tú por dónde.

—Probablemente necesite alcohol. O sexo. O un psicólogo. Tal vez las tres. Podría acostarme con un psicólogo borracho —valora, porque es un idiota.

Vale, vale… otra vez has conseguido que se quiera ir. El ángel le mira unos segundos a los ojos

—Suelen hacerlo bien, me han jodido la vida en innombrables ocasiones con los humanos. "Comportamiento tóxico" lo llaman ahora. Pues cómo no va a ser tóxico si es un pecado...

Y es que querría seguirle escuchando las tonterías, porque… le gusta. Es… triste. Querer pasar tiempo con alguien que preferiría que fueras alguien más. Como si a Gabriel le interesara algo de esto. Se humedece los labios sintiendo penita por si mismo y su situación, dejando caer del todo los hombros.

Leviatán se calla un poco con eso, mirándole.

—Vas a... vas a sentirte mejor en cuanto me vaya, créeme.

Gabriel iba a enterarse de esto y le iba a hacer un montón de gracia, pero ni siquiera encuentra algún tipo de fuerza para enfadarse.

—Ehm... que tal que... uhm... vamos a... s-supongo que vas a bajar al infierno, que tal que... —le tiende el brazo como para que se lo tome.

Azrael traga saliva. Y es que NO PUEDE ir al infierno ahora. No con Leviatán. Hacía Gabriel. Palidece.

—¿No? Ehm... vale. O sea, lo... lo entiendo. Vale —levanta las manos en señal de rendición.

—No me lleves al infierno… —casi suplica, con voz quebrada y se le llenan los ojos de lágrimas.

—Oh. Uhm... Vale. No... no hay que ir, pensé que querrías porque ya que no podéis subir al cielo pues quizás...

Azrael se limpia los ojos con las manos, volviendo a sentir penita por sí mismo por estar llorando aquí, enfrente de Leviatán.

—A lo mejor podríamos ir a por ese psicólogo.

—No creo necesitar un psicólogo —responde otra vez con voz bastante suave, sorbiéndose los mocos y limpiándose más los ojos, soltando un sollocito y es que no era culpa de Leviatán preferir a alguien más. Ni siquiera podía reclamarle eso.

—A mí me parece que lo que necesitamos a estas alturas es terapia de shock, pero quien soy yo para juzgar... claro, que a ti a lo mejor te iba mejor un exorcista, pero ya sabes... poquito a poquito.

Deja de ser mono y agradable y encantador. ¡Que le puto gustas!

Es que está nervioso.

—Siento haberte hecho lo del amor.

—Ugh, no me pidas disculpas ahora, ¡hombre! Concéntrate en el guión, esto es una pelea —protesta.

—No es una pelea.

—Me dirás a mi lo que es o no una pelea...

—¿Por qué iba a ser esto una pelea? —se limpia más los ojos y suelta otro sollocito.

—Bueno, tú me has hecho algo demasiado bueno, que ha acabado siendo algo malo, yo me he acojonado y he acabado estropeándolo todo como siempre hacemos los de mi tipo... clásico. Pelea de manual. De hecho, si hubiera por aquí algún escritor de diccionarios, seguro nos pediría una foto para ilustrarlo.

—Pero no es tu culpa preferir a alguien más

—Pues... no sé si sea una cuestión de culpas

—¿Crees que no?

—O quizás sí,

—No puedo enfadarme contigo si esto es algo que dios quiere y no algo intencionado

—Oh. ¿Y crees que Dios quiere... joderte?

—Creo que los caminos de Dios son inescrutables… probablemente esto es solo una prueba — Azrael suspira.

—¿Qué significa eso?

—Que seguramente, en efecto, tú no eres el demonio para mí y yo estaba intentando forzar las cosas como tú has dicho —se limpia otra vez los ojos.

—¿Y qué harás?

—Rezar y buscarme al demonio correcto… si es lo que dios quiere para nosotros —suspira, porque aun no está muy convencido.

Leviatán frunce el ceño... y vueeelve a ponerse los ojos en blanco a si mismo.

—¿Tú que vas a hacer?

—Probablemente subir a ver si... hay algo interesante.

—¿Al cielo? —frunce el ceño y le mira de reojo.

—Parece un buen momento —se encoge de hombros y es que otra vez le rompe un poquito el corazón con eso.

—¿Este te parece un buen momento para conseguirte a alguien más?

—Parece un buen momento para conseguirme al cielo entero. A quién quiero ya te lo he dicho.

Azrael se limpia los ojos, otra vez sintiendo envidia… maldita sea.

—¿Cuál es tu plan entonces?

Azrael se humedece los labios, volviendo a querer… ahogarle en amor.

—¿Terapia de pareja? —ofrece y sonríe un poquito.

—Sería BASTANTE útil.

—Eso... puedo arreglarlo.

—¿Cómo? ¿Vas a hacernos una cita?

—Nah. Vamos a una consulta y le convencemos que somos su siguiente cita. Son humanos, Azrael.

—Pero… vale, vale. Pero si sabes lo que eso implica, ¿verdad?

—¿Qué implica?

—Implica que seamos… pareja.

—¿Te... incomoda la idea?

—Me confunde la idea.

—¿Por?

—Por que íbamos a ser pareja si tú no…

—Por que tu sí, aparentemente. Una pequeña fantasía para ti.

El CEÑO fruncido

—Ya, ya... bienvenido a la vida a mi alrededor. Tu diosa te ha obligado a ello, así que reclamos para ella.

—No voy a estar contigo si tú no quieres estar conmigo

—Nada de secuestros entonces. Me lo apunto.

—¡Como si tú siguieras esa regla!

—Bueno, tal como lo has dicho, era una regla para ti, no para mí.

—¡Porque no me puedes decir que… quieres estar con otro y luego que somos pareja! ¡Qué te pasa! —protesta.

—Cálmate, solo es un juego de rol.

Azrael se humedece los labios porque… es un poco descorazonador hacer esto con el hombre que acaba de decirte que quiere con Gabriel y no contigo.

—Ugh.

—El problema es que yo nunca vengo a esta ciudad a esto... así que aquí no sé muy bien...

—¿Y tú realmente crees que yo vengo aquí a tomar terapia de pareja? —hace los ojos en blanco.

Ojos en blanco. De vuelta y le tiende una mano. Aunque... sigue con un poco de miedo, pero... es que ¿alguien se le resiste a esos brazos y esos pectorales? Joder. Parece que lo haga a propósito.

Azrael traga saliva, pero… ahí va a mover el brazo hacia él para dársela. Sus pectorales y brazos enormes.

Le... tientan. ¿No que él es el demonio? Como puede ser un Arcángel tan TENTADOR.

Pues… Ehm… ¿accidentalmente?

Menos mal que los ángeles no sienten la lujuria como el amor... No lo sienten, ¿verdad?

Aun así, le mira como si fuera un bombón de chocolate y mueve los dedos para que le tome la mano.

No, tranquilo, no la sienten, pero es que le estás mirando asíiiii. Azrael se sonroja un poco pero le toma la mano igual y se la apriete un poco.

Tira de él atrayéndole hacia si, para poder abrazarle de la cintura.

Ahí va, sonrojándose un poco más, pero… es que vuelve a escuchar en su cabeza el "Prefiero a Gabriel" y se tensa un poco, separándose un poquito.

—Voy a... m-meter... ugh

—¿A meter?

—A ti... o sea... a los... a... joder.

—¿¡A joder!?

—O sea, no a ti, o sea contigo... no... quiero decir que... la tierra —aprieta los ojos porque por lo visto el cerebro deja de hacerle conexión cuando está así de cerca.

Azrael le acaricia un poco la mano con el pulgar sin pensar, parpadeando un poco al ver la falta de conexión.

—A lo mejor no estaba tan estupidizado antes, por lo visto. Me refiero a ir por debajo de la tierra —protesta con los ojos cerrados.

Azrael tiene el enorme impulso de… darle un besito en los labios

—Bastante lejos, de hecho, espero que... ehm... sepas hablar español.

—¿Tú crees que yo no recojo a gente en todo el mundo?

—Supongo que cuando les encuentras no suelen tener ganas de hablar. Parece una circunstancia un poco... —le mira.

—Pues no te creas, algunos sí que… hablan.

—Y ahora... ¿qué? ¿No hay alguien muriendo?

—Sí, sí que lo hay. Todo el tiempo, en muchos lugares a la vez. Y mis chicos están haciendo su trabajo porque se mantiene estable la cantidad, como siempre.

—¿Y cuáles son los que vas a buscar tú personalmente?

—Los que me dice el corazón que tengo que buscar yo personalmente. Antes los buscaba yo todos.

—Mmm... tu corazón... —le acaricia el pecho pensando que... no funciona del todo entonces lo de matar a gente solo que para invocarle cuando este aburrido... y es que otra vez sus estúpidos pectorales.

—S-Si, mi corazón. Es una sensación indescriptible —le toma de la muñeca y estira la espalda

Leviatán para de mover la mano y le mira a los ojos otra vez. Azrael le mira a los labios, porque es que le gusta mucho todo el desparpajo con el que habla y cómo le mira. Pero es que el prefiere a Gabriel. Igualmente… le mira los labios.

—¿Q-Qué pasa si alguien se muere cuando estas... a mitad de otra cosa? —baja un poco la voz, arrastrando un poquito las palabras al notar como le mira.

—E-En general puedo terminar lo que hago —susurra.

—¿Así que... quien sea... agoniza un rato más? —se le cierran los ojos, inclinando un poco la cabeza

—Dios no me dio el don de la ubicuidad…

—Pero no le importa la agonía...

—Es parte del plan, supongo. La gente moriría si no sin enfermedades ni sufrimiento y créeme, eso pasa pero el pocos, muy pocos casos.

—Creía que solo sentías la llamada en el momento —sigue susurrando aparentemente casi sobre sus labios.

—Si la siento… solo… bueno, la… —es que deja de pensar en lo que dice.

—No es... inmediato...

—S-Si… —se acerca por un beso y Leviatán se lo da, porque maldita sea.

—¿A-A dónde vamos entonces? —corta el ángel.

—Yo, a la mierda, seguro —suspira y le rodea la cintura.

—Me mareas…

Le mira, sonríe, le guiña un ojo y luego tira de él hacia a través de la tierra.

—Aaaaaahhhhhh!