Belcebú, Uriel y Asmodeo aparecen en mitad de una de esas salas grandes del infierno... que está llena de demonios en mitad de una orgía, porque los chicos de Asmodeo son gente de armas tomar y hacía tiempo que no organizábamos una ahora. Aunque la empezara Aamón.

Asmodeo es que… SIENTE la lujuria en el ambiente de GOLPE y sonríe sin poder evitarlo.

Belcebú parpadea un poco sin estar segura de lo que está viendo, mirando alrededor y aprieta a Uriel contra sí misma, que está como hipnotizada mirando esto, ojos como platos y boca abierta.

—Bienvenidos al infierno… —susurra Asmodeo con un gesto teatral. Nada más llegar él empeora la cosa todo alrededor.

—¿Qué es... qué...? —Belcebú consigue susurrar. Uriel, perdonadla, pero aun ni siquiera responde.

—Sospecho que nunca habían venido en… uno de estos eventos —Asmodeo roza levemente el culo de Uriel.

Ella da un salto y se echa más sobre Belcebú, que... es que va a sacar las alas para protegerse a ambos. Las alas de murciélago. Bien, Gabriel, bien. Porque, además, Uriel que ni se ha disfrazado, brilla como estrella en el firmamento en este lugar.

—¿Si saben que no parecen demonios, ¿verdad?

—Tienes que... ¡hay que parar esto! —protesta Belcebú cuando consigue salir un poco de la hipnosis.

Uriel solo consigue abrirle un poco las alas para seguir mirando las... los... partes... del cuerpo... y... los fluidos... los gemidos… las respiraciones… Es que cómo pueden... es... no sabe dónde acaban unos y empiezan los otros. Y esas posturas y los movimientos... hasta tiene que inclinar un poco la cabeza en algún punto para entender lo que ve.

—No, ¡no vas a parar nada! —protesta Asmodeo.

—Asmodeo, esto es... es... —sigue protestando Belcebú y es que se vuelve a hipnotizar un poco también, no creas que no. Porque esto es como cuando ves a una persona deforme y sabes que no deberías mirar, pero no puedes evitarlo.

—Una orgia.

—G-Grotesco —asegura Belcebú, super nerviosa, soltando un poco a Uriel para darle una patada a alguien que se les está ya acercando a tirar de sus pies y meterles en la melé.

—Eh! ¡Sin golpes! —protesta Asmodeo—. No es grotesco, es… placer.

—Esto no es placer —protesta Belcebú, moviéndose hacia otro lado y vigilando que nadie más les tire de los pies.

—Claro que es placer —sigue Asmodeo, sonriendo con una sonrisa peligrosa.

—Que va a ser placer —sigue protestando Belcebú y trata de esparcir templanza y amor haciendo que además los demonios ahora empiecen a beberse los fluidos unos a otros y casi podría asegurar que hay canibalismo en algún lugar oscuro. Gracias, Gabriel, como siempre una ayuda inestimable.

—Quizás deberías unirte a ellos —propone Asmodeo saltando sobre una pierna y rodeando a Belcebú y Uriel para acercarse a ellos por el otro lado.

W-what? —Belcebú se escandaliza un poco más con eso si acaso es posible, abrazando a Uriel como si fuera un peluche, su ángel de apoyo emocional.

Asmodeo se relame tomando a Belcebú de la barbilla y empezando a pasarle un poquito de lujuria a través de los dedos, no suficiente como para asustarle, todavía.

Belcebú aprieta a Uriel más fuerte contra si misma e intenta esconderse detrás de ella y separarse Asmodeo. Intentando influenciar más templanza y consiguiendo más canibalismo.

—E-Espera —pide Uriel a Belcebú, suavecito, saliendo un poco de la hipnosis entre los apretones y el hambre.

Belcebú la mira, ¿que espere a qué?

Asmodeo mira a Uriel. Ella se humedece los labios y le mira a él. No sé si te va a gustar o no lo que va a hacer. Toma de la mano a Asmodeo y luego a Belcebú.

—Voy a intentar una cosa... sujetadme —pide la ángel.

—¿Qué vas a intentar? —pregunta Asmodeo sintiendo cierta calma cuando Uriel le toma la mano.

—Tú eres el Demonio de la Lujuria... pero yo soy el Arcángel de la Castidad —asegura y lo que hace es empezar a equilibrarle, absorbiendo ELLA la lujuria.

Belcebú parpadea y la verdad es que Uriel le pasa un poco de la lujuria que está absorbiendo a ella a través de la mano porque en algún lado tiene que meterla, pero a Asmodeo le drena.

Los demonios más cercanos a ellos, de repente empiezan a sentirse un poco incomodos con esto que hacían.

Ugh.

Belcebú tiene que soltarla pronto y llevarse las manos entre las piernas sin poder aguantar.

—¿Qué estas… me estás… Ugh? —Asmodeo Mira alrededor también un poco incómodo con esto y estar aquí

La verdad es que aguanta unos minutos, pero toda la Lujuria del Infierno es demasiado incluso para el Arcángel de la Castidad, sin ayuda de sus congéneres.

—No sé si… U-Uriel… —Asmodeo trata de pararla en algún punto. Ella parpadea un poco, parando.

—Gabriel... corre... —susurra temblando un poquito.

Que exagerados son.

La verdad, Belcebú, vacila un instante con esa petición, pero... ugh, es que si necesita irse un rato a un rinconcito. Porque ni calmándose a si mismo esto funciona. (Sobre todo porque ya no tienes poderes curativos, querido) Se va a ir corriendo hacia el despacho de Belcebú, empujando a algunos a su alrededor.

Uriel mira a Asmodeo un poco asustada.

—¿E-Estás bien? —pregunta Asmodeo sintiéndose RARO. Plano. Vacío.

Niega, porque ella se siente súper súper llena, temblorosa.

—¿Qué has hecho? ¿Has… neutralizado todo esto? —es que no termina de sentir la lujuria que viene de ella (No, ¡no le gusta esto!)

Porque la está sosteniendo. Asiente sin atreverse a moverse demasiado.

—Ugh… —es que además Asmodeo siente un exceso de paz y de… neutralidad. Claridad mental. Mira alrededor—. Ugh.

De hecho, lo que pasa en el infierno es que ella no ha podido... no ha podido con todo, así que poco a poco, vuelve a subir la Lujuria de los otros demonios y se siente la de Belcebú donde quiera que esté.

—Háblame —Asmodeo empieza a sentirla en la punta de los dedos, aun un poco adormecido, pero empezando a despertar.

—N-No puedo —Uriel aprieta los ojos, sudando y hasta temblando un poco. Con el corazón acelerado.

—Estás… la tienes tú —vale, eso le sube la lujuria a Asmodeo de golpe.

Jadea un poco como respuesta. Asmodeo la besa. No sé si te va a gustar eso.

Uf... Ella le devuelve el beso y ahora si vas a notar TODA la lujuria que ha absorbido, concentrada, volviendo a ti.

Al menos estamos habituados a la lujuria, pero la siente además venir como un baño CALIENTE, que le pone a mil casi al instante, la empuja un poco y la toca encima de la ropa.

Y lo que no se espera el infierno es que sea Uriel la que la suelte ahora, mezclada con amor de ángel, a ella le hace sacar las alas sin darse cuenta y BRILLAR como una lámpara, comiéndose a Asmodeo en mitad del infierno.

Cosas que definitivamente no se ven todos los días en el infierno. A nadie le van a gustar las orgias de ahora en adelante.

Pues es que, comparada con esta, pero si llegamos a saber que tener un ángel en una era tan divertido, la hubiéramos invitado hace años.

De repente, todo el mundo vuelve a estar encendido como el mismísimo lago de lava, la verdad, Uriel, no sé si lo has empeorado... Belcebú incluida, que está como poseída de todo esto...

Todos consideramos que sí. Bueno, Gabriel, participarás en tu primera orgia de verdad. No le cuentes a Belcebú esto.

La verdad, Uriel se lo está llevando por delante, como a todos, porque en vez de absorber a Asmodeo, ahora mismo está funcionando como un altavoz y esta es la historia de como el infierno tuvo la mejor orgia en seis mil años.

Y los idiotas de Miguel y Lucifer que siguen en el cielo poniendo bombas. Tenéis el don de estar en el lugar equivocado en el momento erróneo, queridos.

Asmodeo es que… no está pensando, no está haciendo nada a propósito, solo está instintivamente tocando, besando, comiéndose a Uriel… y soltando amor también porque… maldita sea.

Bueno, es que una no consigue que el demonio de la Lujuria le haga caso solo a ella en mitad de una urgía sin... algún truco secreto que de hecho ha salido al revés de lo que ella esperaba.

Vamos a decir que... lo haces bien, Uriel, esto de las urgías. Asmodeo pensaba que te referías a una orgía, pero ahora ya nota que no.

De hecho, ahí es donde muy probablemente Azrael les escribe y ahora entendemos todos como es que, ni caso alguno.

Y espérate que cuando Uriel tiene el primer orgasmo, hay una de esas ondas blancas como la de Raguel con la ira, que descorporizó a Aamón... y aunque no creo que esta descorporice a nadie... preparaos para la incomodidad cuando en unos días volváis a encontraros con el demonio con el que estéis haciendo algo por ahí en los pasillos, de casualidad.

Creo que va a conseguir al menos que todo el infierno tenga un orgasmo a la vez. Una oda a la coordinación.

Deberíamos repetir esto cuando estén los ángeles también... especialmente Miguel y Lucifer, sí.

xoXOXox

"Dalquiel"... se pasa una mano por el pelo entrando al cielo sin poder creer del todo que esté aquí... así. Se relame un poco y mirando al rededor y lo primero que hace es cerrar los ojos y susurrar para sí mismo "Cállate, mamá".

Luego traga saliva y vuelve a abrir los ojos, mirando quien hay por ahí sin poder evitar sonreír como niño con un juguete nuevo. La verdad, aún hay un poco de caos. Pero eso va a cambiar pronto... a ser MUCHO caos, por supuesto.

Llama a uno de los ángeles que hay por ahí. Por su nombre. Porque si alguien en el infierno se sabe los nombres de TODOS los ángeles ese es Lucifer MorningStar.

Ahí viene el ángel, que parece muy ocupado, como todos, todo el tiempo.

—Ariel... Ariel... —le pasa un brazo por encima de los hombros—. Mi buen amigo. ¿Estas bien? ¿Cómo va la flora y fauna?

—Oh, Dalquiel —le sonríe un poco aunque… se tensa porque le está abrazando así y es un poco raro —. Sí, sí estoy bien. Un poco atareado.

—Escucha, necesito que me ayudes. Ya sabes lo que está pasando, ¿no?

—Ya, sí, recibí el memo y el mensaje. Y fui a las pláticas.

—¿De qué hablas? —frunce el ceño.

—Pues de todo lo que hicieron.

—¿Qué pláticas? —entrecierra los ojos—. ¿Quién las dio?

—Pues tú junto con los chicos, ¿de qué hablas?

—Ah, sí, sí, pensaba que hablabas de las otras. Vamos, quiero dar algunas más creo que aún hay gente que no ha ido y necesito que me ayudes. Acabo de cerrarle la puerta a Miguel y quiero que todos estén la tanto.

—Ohh… esta es una situación terrible. No han pensado… Ehm… o sea…

—Está súper enfadada, pero ya sabes a que siempre lo está. Además, creo que lleva al demonio dentro, no para de gritar como loca algo sobre Lucifer. No es que sea nada fuera de lo habitual, pero igualmente es mejor evitar que pueda hacernos flaquear la fe.

—Ohh, en serio? Hay que tener cuidado entonces con ella.

—Sí. Por favor, júntales a todos en las salas de juntas, yo ahora vendré.

—Vale, vale. Ahora mismo lo hago.

—Gracias, seas bendecido —le sonríe sin decir bendecido por quien, el viejo truco de los juegos de palabras de los demonios.

—Tú también, Dalquiel. Ahora te veo —ahí se va casi corriendo otra vez como si tuviera mucha prisa. Debe ser de los de Sariel porque siempre camina ella así.

Dalquiel se aguanta un poco el dolorcillo de eso porque las bendiciones de los ángeles llevan fe incluida y eso siempre duele y se va para sanación.

Seguro se encuentra a varios otros ángeles en el camino a sanación. Los saluda a todos y los arrea a las salas de juntas diciendo que van a dar otra charla. Todos van muy ordenaditos.

Dalquiel sonríe con esto otra vez un poco incrédulo, pero... "Si llego a saber que esto era taaaan fácil"

No lo sería tanto si estuvieran los Arcángeles.

"Quizás nos hubiéramos centrado en eso desde antes."

Ñañaña. Pues no deberías. Ya ves lo mucho que tú madre parece estarte riñendo.

"Ya. A propósito de esto... a qué viene todo eso con... o sea, ¿en serio? ¿MIGUEL?"

¿Todo qué?

"Pues lo de que... lo... que está... haciendo con los Arcángeles."

Con Miguel

Se sonroja.

Se han dado un besoooo. Tu madre lo ha vistoooo.

"Ugh. Eso ha sido un... error de cálculo." Se sonroja más.

¡Que error de cálculo va a ser!

—Dalquiel! ¿Va todo bien? —le pregunta la enfermera.

—Hola. Vengo a ver a... Gabriel.

—¿Otra vez?

—Sí. Tengo más cosas que hablar con él.

—Ya sabes dónde está.

—Oye, una cosa... estaba pensando... ¿porque no le habéis quitado las cadenas como siempre se las quitamos a todos y le habéis mandado a la tierra con los demás?

—Ahh, porque había que curarle.

—Es cierto... pobre. ¿Cómo está? ¿Se siente mejor?

—Yo le veo mejor.

—Bien... ¿y tú? ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien con todo esto?

—¿Ehh?

—¿Estás bien? ¿O estás preocupada con todo lo que pasa?

—Pues… ¿hay alguien acaso que no esté preocupado?

—Yo. No te preocupes, todo va a salir bien, con la ayuda adecuada.

—¿Que va a pasar con ellos? ¿Qué ayuda adecuada? —ella le sonríe.

—¿Pues cuál va a ser, Liliel? —mira al techo, porque no pueda del todo decirlo no significa que no pueda actuar e insinuarlo—. Vamos a estar mucho mejor.

—¿Cómo?

—Sin demonios que desorganicen todo y no paren de mandar a ángeles enfermos aquí para que les atiendas.

—Bendita Dios —ella sonríe más con eso.

A él se le congela un poco la sonrisa, porque las bendiciones, pero se acerca a donde parece que le ha señalado que está Gabriel... Y en efecto, ahí está con su bata blanca.

Dalquiel mira a Gabriel y se humedece los labios... pensando. A lo mejor podría... subírsele encima ahora y tirárselo así por las buenas y cargarse su reputación para siempre. Al final, es Belcebú, no sería la primera vez.

Aunque también piensa que seguro Belcebú ya le ha hecho eso en alguna ocasión, aún recuerda lo que pasó en Navidad y como no le repercutió en NADA. Maldita sea con los ángeles.

—Liliel, necesito un poco de... privacidad —asegura volviendo opacos los cristales.

—¿Qué vas a hacer? —pregunta la ángel.

—Hablar con él.

—No le puedes hacer daño, ¿vale?

—¿Por qué iba yo a hacerle daño, Liliel?

—Por nada, en realidad… porque estamos enfadados, yo qué sé.

—Tranquila —se acerca a ella, la toma del hombro y se concentra en intentar darle amor. Pero no le sale—. Nos... proveerá.

—Eso espero —le mira de reojito porque hay algo raro en el pero no sabe que —. Bueno, voy acá a terminar el papeleo. Si necesitas algo levanta la voz porque no te oigo en mi escritorio.

—Claro, no te preocupes —asiente yendo hacia donde está Gabriel. Ella le sonríe y se va a su escritorio

—Gabrielito —le llama después de cerrar la puerta, acercándose a la cama, sonriendo.

Gabriel pone los ojos en blanco un poquito.

—¿Puedes soltarme? —es lo que le ha pedido a todo mundo, todo el tiempo

—Poder, puedo. Pero...

—¿Qué?

—Tiene un precio.

—Un… precio —repite Gabriel. Dalquiel inclina la cabeza y sonríe.

—Has tenido algunas conversaciones ya hoy, ¿verdad? ¿Qué te han dicho?

—Nadie ha hablado de ningún precio. Soy Gabriel, nadie quiere soltarme por Belcebú.

—¿Qué pasa con Belcebú?

—Pues está revuelta, ya me lo han explicado todos que no debemos hacer esto de mezclarnos con los demonios blablablá.

—¿Te han dicho lo que han hecho con los demás Arcángeles?

—Echarles, ya lo sé.

—¿Y qué opinas de eso?

—Que van a arrepentirse.

—¿Sí? ¿Por?

—Pues porque no estamos haciendo nada terrible!

—Bueno... eso ya lo veremos. El punto aquí es que, si te suelto, te vas con ellos.

—Sí —miente, EVIDENTEMENTE.

—No, no era una pregunta. Me refiero a que te voy a mandar con ellos.

—Ahh… sí, sí, desde luego.

—Bien —levanta los dedos, dispuesto a chasquear pero se detiene. Gabriel le mira así de… now, WHAT—. ¿Qué más te han contado?

—¿De qué? —pregunta, fastidiado/agresivo porque YA ESTÁ HARTA.

—En general, quiero saber qué te han contado. Yo incluido.

—¿Tú incluido? ¿Por? —

—Quiero estar seguro de que me escuchas.

Gabriel levanta una ceja porque esto suena demasiado como… él mismo. Suena a Gabriel.

—¿Y bien? —presiona.

—Sí que te escucho, tú eres un ángel de poca monta que está disfrutando sus cinco minutos de fama.

—No creo que te haya dicho eso.

—No, no me has dicho eso.

—¿Entonces?

—Pues todo el rollo este de que no debemos aliarnos con el enemigo

—Ya, ya, ese discurso ya me ha quedado claro. ¿Qué más?

—Que debo entender que esto es algo que hacen por nosotros, que es temporal, que la gracia de Dios … —ojos en blanco. Dalquiel sonríe de ladito.

—¿Y qué harás cuando estés abajo?

—Conseguir un trabajo… tocar la trompeta, quizás.

—Pffffff —es que se la imagina a ella haciendo eso.

—Aunque te rías, siempre he tenido ganas de hacer eso —asegura Gabriel aunque… sonríe un poco porque a ella también le parece gracioso.

—¿No intentaste ya hacer eso hace poco? Después de que Belcebú te pidió matrimonio, si no recuerdo mal —se sube a la cama en la que está recostado, para sentarse.

—Ugh —protesta y se sonroja un poco y es que no tenía idea de que Gabriel le hubiera contado a Dalquiel. ¡Estos ángeles! —. Ehm… sí, y me gustó mucho así que voy a hacerlo de nuevo.

—Creía que habías vuelto al cielo casi enseguida...

—Pues sí, pero es algo que… quiero probar por más tiempo —le mira de reojo, ya tensa porque no suele hablar tanto con Los Ángeles y MENOS los de Miguel.

—La verdad, pensaba que irías a acostarte con ella.

Gabriel se queda con la boca abierta unos segundos.

—Ahh… e-ehh… no… iba yo a pecar tanto. Eso es… ha-hasta el matrimonio.

—Todos dicen que lo has hecho varias veces...

—Ehm… eso… es… solo Dios sabe.

—Tú también sabes.

—Pues es algo entre nosotros dos.

—Y ahora quiero saberlo yo.

—Si no he caído aún no debe ser tan pecado.

—Bueno, esto que está pasando ahora se parece bastante, pero no me refiero a eso.

—No sé a qué te refieres entonces.

—Pues a... como... ¿cómo es? ¿Qué se siente?

—E-Es… uff… es lo más bonito del mundo —se muere del sonrojo, pero como es Gabriel, descubre que puede decir estas ridiculeces sin que pase nada.

Dalquiel se queda con la boca abierta un instante pensando en cómo se sintió el beso con Miguel.

—Es... como algo calientito en el corazón.

—Uhm... bueno, a quién iba a importarle eso —ojos en blanco.

—A los ángeles, ¡obvio!

—¿Por? No puedo creer que lo estés describiendo así.

—Pues... porque soy un ángel.

—¿Y? Hace un minuto decías que era pecado.

—P-Pues es… Ugh.

—Cómo lograste... cómo lo hizo... ella. Cómo lo logró ella. ¿Al principio?

—Bueno no es necesariamente que ella se me haya echado encima ni nada.

—¿No? —cosas que Lucifer NUNCA le preguntaría.

—Pues… a ver, un poquito sí que ayudó ella.

—¿Cómo?

—Pues ella quería esto.

—Ya, bueno, eso es obvio —igual que es obvio que Miguel quiere.

Ugh, ¡NO lo es!

Sí que lo es, está ahí fuera gritándolo ahora mismo "Lucifer, Lucifer, déjame entrar. Poséeme, Lucifer11"

¡Claro que no!

No ha gritado poséeme Lucifer en lo absoluto! JAMÁS.

La estamos oyendo desde aquí. Ahora mismo.

¡Qué va!

—Uhm... y qué hizo ella con el...

—De hecho, yo... me hice el difícil, como si no quisiera —ojos en blanco.

—Pero y... ¿el afecto?

—¿Qué con el afecto? ¿Que si yo siento afecto por ella? Sí —¿¡En serio le va a llamar AFECTO?!

—¿Cómo lo... maneja ella?

—Como puede. Aunque no lo creas, es bastante paciente.

—Paciente... —repite.

—Pues… bueno, es… siempre lo consigue.

—¿El afecto? Dicen que la... dejaron embriagada de ello.

—Ahh… eso —se sonroja bastante.

—¿No temes que la haya afectado?

—¿A-Afectado? ¿Cómo?

—No lo sé, a lo mejor le preocupa que lo repitas.

—Ah, es…. Bueno, realmente no funciona tan bien. ¡Ni te creas!

—Parecía estarlo haciendo. Muy bien, de hecho.

—No, no tan bien. No.

—No crees que le preocupe? ¿Nada de nada, entonces?

—No —Gabriel se aclara la garganta—. Y más les vale a todos ustedes que no intenten hacer lo mismo.

—¿Por qué no? Parece un buen plan contra el infierno.

—No lo es. Los demonios se acostumbrarán.

—Pffff de aquí a que eso pase...

—Pues a Belcebú como le doy mucho amor… está acostumbrada.

—¡Si a ella es a quien le acaba de pasar!

—Pues… pero… —Gabriel se sonroja otra vez y Dalquiel le mira, levantando una ceja —. Insisto que este no es un buen plan, no es una solución, ¡cada vez aguantarán más y luego podrán usarlo en nuestra contra!

—De todos modos, el plan es que no vuelvan aquí.

—¿Nunca?

—Probablemente no.

—¿No crees que los demás arcángeles estén pensando en cómo retomar el cielo? — Gabriel le mira con las cejas levantadas. (La verdad, es que no, pero eso no lo vamos a decir aquí.)

—La verdad, me parece que van a estar corriendo como gallinas sin cabeza y probablemente acostándose con sus demonios —se encoge de hombros.

—Que va, para como son...

—Si es que no están todos en la orgía del infierno —le mira con una mirada cargada de sentido.

—¡No van a estar en una orgia!

—Pues no es lo que me han dicho. Por lo visto Uriel y Miguel querían ver cómo era una y bajaron al infierno disfrazadas de Aamón y Leviatán con Belcebú y la organizaron.

—Miguel y Uriel bajaron a una orgia?! Uuuuuhhh! —es que sonríe maligno.

—Sí, bueno y salieron huyendo casi enseguida, pero por lo que sé Belcebú se quedó ahí... y luego salieron y... volvieron a ir. Ya habría que instalar una puerta giratoria en el infierno.

—¿Belcebú se quedó ahí? ¿En la orgia?

—Eso creo —se encoge de hombros—. Pero ¿qué se puede esperar de un demonio de esos? Por eso debes alejarte de ella.

—¿Qué hace en una ORGIA? Quítame esto, tengo que ir por él.

—¿Pues tú qué crees que se hace en una orgía?

—¡QUÍTAME ESTO!

A Dalquiel se le escapa un poquito la sonrisita y chasquea los dedos, soltándole.

—¡Menos mal! Bueno, ¡me voy! —Se levanta de la cama y se cae de cabeza, porque el cuerpo de Gabriel…

—Bonito paso de baile. Súper grácil —levanta las cejas, aun sentado en la cama.

Ugh, shut the fuck up

Dalquiel sonríe sin moverse de donde está.

Muy IC Gabriel en todos los aspectos, pero él ya sabe que no es Gabriel. Ya, gracias al cielo.

—Bueno… —se gira y le mira de reojo pensando en si encadenarlo y llevárselo al infierno para detener esta revuelta. Aunque eso… no le ayuda a Gabriel.

—Te acompaño a la puerta.

—Vale.

Hace un gesto para que pase delante y ahí va, con este cuerpo que es un poco rarito, pensando en si no podría reducir a todos los ángeles y tomar el cielo de vuelta.

Dalquiel frunce el ceño pensando que si hace algo raro puede encadenarla, aunque ahora ella es un ángel, pero él también. ¿Pero tiene poderes angelicales? ¿O los tienen los dos?

Es... un misterio. Si se dijeran quien es quien puede que pudieran averiguarlo.

Esto es bastante complejo, igualmente le sigue un poco en tensión, vigilándole de cerca.

Gabriel le mira de reojo también. Quizás si le entregaba el cielo de vuelta…

De hecho, es que… Ay los demonios. Sin que venga a cuento de nada y de golpe, lo que hace Belcebú es… intentar poseerle y Lucifer la echa de dentro con Crowley le echó a él de Aziraphale.

Lo que pasa es que… va a saber quién es.

Pues sí, pero... en cuanto Dalquiel sacude la cabeza y empieza a gritar por ayuda, que Gabriel está poseído por Belcebú como estaba haciendo Miguel ahí fuera sobre él, sois tal para cual.

Joder. Sí que son tal para cual, cielos... la mala suerte del demonio por lo visto, más aún si son demonios británicos.

El resto de ángeles se ponen muy nerviosos y la verdad es que ahora mismo Dalquiel parece más confiable que Gabriel, aunque Gabriel es... GABRIEL. Muchos vacilan sobre qué hacer.

—Dalquiel está intentando que me echen, OBVIAMENTE! —protesta Gabriel.

—¡Pues claro que lo estoy intentando! ¡Llevas un demonio dentro! ¡Así se ha quitado las cadenas que tenía!

—¡Me las ha quitado él y estaba por echarme del cielo!

Dalquiel esconde los dedos hacia abajo y los chasquea disimuladamente creando un remolino de fuego infernal sobre la cabeza de Gabriel... que hace que todos se acojonen y vayan a echarle, ahora seguros de lo que dice Dalquiel de que tiene un demonio dentro.

—Oh, come on! Ahh! —protesta Gabriel, siendo empujado hacia las puertas del cielo.

Lo van a sacar a empujones ahí con Miguel

Belcebú tiene todo un Lío con donde está y quien es quien. Con Miguel además. Ugh.

Miguel que se sobresalta cuando los ve venir, aún más sobresaltada. Cuando están ya los dos fuera Dalquiel saca la cabeza a mirarlas

—Tú! —grita Miguel. Dalquiel le sonríe—. Se quién eres —se le acerca.

—Sé que lo sabes, no ha sido un descuido.

—Salte del cielo o voy a sacarte yo, cueste lo que cueste —le señala con el dedo.

Gabriel mira detrás de Miguel a Dalquiel con una ceja levantada. Dalquiel le manda un beso.

¿A quién?

A Miguel, no hagas esto raro.

IMiguel se sonroja, sin poder evitarlo y frunce el ceño girándose a Gabriel.

—Nos vamos.

—JA! —suelta Dalquiel tan seguro de si mismo. Gabriel parpadea y da un pasito atrás porque Miguel siempre da un poco de miedo.

—What? —protesta.

—Anda, ve a salvar a tu príncipe encantador, sis —responde Gabriel ignorando a Miguel.

—No es mi príncipe encantador, idiot! Y… ¿tú que vas a hacer?

—Adivina.

—¿Conquistar al cielo?

Dalquiel se encoge de hombros y la verdad es que mira dentro un poco porque que tal que les oye alguien.

—Pues… anda, ve mientras te dure—sigue Gabriel.

—Cállate y vámonos —protesta Miguel.

—Que te lo pases bien con los granos en el culo.

—Oirás de mi pront… oooooooooooooooo —se le oye irse con un rayo junto con Miguel sin que Gabriel pueda evitarlo.

Dalquiel sonríe y se mete dentro cerrando las puertas.

Ugh. Miguel se queja de su sonrisa idiota y que esté EN EL CIELO.