Entretanto, Gabriel, se gira a mirar a Belcebú.
—¿Estás bien? —pregunta ella.
—Ehm... Sí... uhm. Más o menos.
—¿Ahora qué pasa?
—No puedes... no puedes hacerme esto así.
—¿Hacerte qué? ¿Cómo?
El ángel señala la silla refiriéndose a... lo que acaba de pasar ahí.
—Tú no puedes devolverme mi cuerpo ASÍ y esperar que no pase nada.
—Eso... podría haberte curado.
—¡No tiene gracia! No me sirve cuando me curas.
—¡Sí la tiene! Y no es pecado.
—¡Es parecido!
—No es pecado —sigue, necio.
—Eso no nos une como pareja —discute ella.
—Esa es una... excusa. Voy a ir con los otros para ver como recuperamos el cielo.
—Ese asunto… puede que te cueste un poco.
—¿Qué vas a hacer tú?
—Ir contigo. ¿No dijo Miguel que fuera?
—Uhm... vale, supongo que... vale. Van a estar los otros también así que... compórtate.
—¿Puedes dejar de reñirme como si fuera una niña?
—Te riño como si fueras una loca.
Belcebú hace los ojos en blanco.
—Y fuéramos a ir con quienes vamos a ir a hacer lo que vamos a hacer... no empieces ha hacer lío, esta situación es muy delicada. Antes estaban también Asmodeo y Aamón y Lucifer...
—¿Y qué han dicho ellos? —Belcebú mira a Gabriel con lo de Lucifer.
—Pues... no mucho, estábamos intentando hacer un plan alrededor de que tú seguías ahí.
—Gabriel, ¿Cómo iba yo a saber que… querías eso? De verdad… yo vine aquí al infierno a salvarte.
—Aziraphale tenía que contarte.
—Igualmente no me pareció que estuvieras bien tu solo aquí en medio de una orgía... yo las evitaría en el futuro si fuera tú —vacila—. Es un… riesgo elevado.
—Suenas... preocupada —sonrisita.
—¡No estoy preocupada!
—Y celosa.
—¡No vas a estar acostándote con otros demonios!
—No planeo acostarme con nadie, Bú, es pecado.
—Pues eso dices conmigo e igual pasa.
—¿¡Y de quién es culpa!? —protesta igual, sonrojándose.
—¡Tuya!
—¡No es culpa mía que tú te aproveches de mi cada vez que quieras! Voy a volverte a poner el cinturón de castidad.
—No.
—Si este es el plan, no queda de otra.
—Es que el problema ha sido el cuerpo… ¿tú no te sentías excitado cuando estabas aquí?
—Tu cuerpo es un desastre, todo se siente mal.
—Tu cuerpo es grande e incómodo también —ojos en blanco.
—Igualmente no discutíamos eso.
—No puedes salirte de mi cuerpo y dejarlo como estabas y ¡no esperar que te haga nada! ¿Con quién querías que lo hiciera si no? ¿Con un demonio?
—Yo te hubiera curado.
—Ugh!
—Bueno, vas a portarte a la altura y a no hacer que me arrepienta de esto, ¿verdad?
—Que siiiií, que siiiií.
Gabriel la mira y suspira porque sabe que sí va arrepentirse de esto.
—Vamos a buscar a Azrael —decide finalmente.
—Vamos pues. ¿Alguna idea de dónde está?
—No... Pero podemos mandarle un mensaje —ahí va a escribirle con el teléfono.
—Vale, ¿aún estaba con Leviatán?
—Supongo.
—Es difícil con él —hace los ojos un poco en blanco—. ¿Sigue… enfermo?
—Creo que no, antes ha escrito que no.
—Ugh, entonces dudo mucho que este con Leviatán.
—¿Por?
—No creo que Leviatán no piense que salir CORRIENDO de Azrael no sea la idea más sensata.
—¿Por qué iba a salir corriendo?
—Si tú me hubieras… —Belcebú le mira—. Bueno, no sé. No sé cuál sea la idea de Leviatán sobre lo que ocurrió, pero estar estupidizado con sus tonterías no es divertido —Ella se sonroja un poco.
—¿No? Te... cómo... ¿cómo ha sido? —se apoya en la mesa inclinándose un poco hacia ella.
—Incómodo y estúpido. Y molesto y tonto y no parece ser apropiado al pacto de no agresión.
—Le... haremos que Miguel lo compense de algún modo pero tienes que entender que no le están saliendo bien las cosas con Lucifer y eso la tiene tensa.
—¿No le está saliendo qué con Lucifer?
—Pues... —se señala a sí mismo y luego a ella varias veces—. Esto.
—Ahh... ya, bueno, es que Lucifer también...
—¿Aja?
—Pues ya le conoces, es...
—¿Qué?
—¡Lucifer! Ya sabes cómo es
—No sé a qué te refieres.
—Miguel va a tener que SUPLICARLE si quiere algo.
—Pues que le suplique, ni que fuera la gran cosa —Gabriel hace un gesto para quitarle importancia.
—¿Eso... piensas? —Belcebú parpadea—. ¿Y por qué tú no me suplicas a mí nunca? —frunce el ceño.
—Porque tú solo quieres una cosa que es la que yo NO puedo hacer —mira a ver si Azrael le ha contestado, pero no, nada.
—Pues es que... hombre.
—Además para lo que sirve suplicarte a ti.
—¿Te parece que no sirve de nada?
—Constantemente te suplico por cosas y me ignoras.
—¿Cómo cuales cosas?
—Que seas sensata, que no me violes, que no seas impulsiva —va nombrado con los dedos.
—No te violo, ¡bien que quieres! —Belcebú hace los ojos en blanco.
—Una cosa no quita la otra —aprieta los ojos y se levanta, porque Azrael no contesta y se está empezando a preocupar—. Vamos.
—No te puedo violar si quieres... vale, ¡vamos!
—Excepto porque no quiero. ¿Tienes un papel?
—Tengo todo el papel que quieras —rebusca en su escritorio y le va a dar un papel reciclado de impresora de puntos, de los que tienen las tiras de lado y hay que cortar cada hoja.
Gabriel lo toma arrugando un poco la nariz porque tiene restos de... cosas. ¿Sangre? ¿Vino? ¿Manchas de aceite?... ¿Caca? Ugh. Ugh. Ugh.
—¿Y un bolígrafo?
—Ehh… ¿un lápiz? —le da uno con la punta más desafilada del mundo. De hecho, escribes la mitad con la madera.
—Esto es un desastre...
Belcebú pone los ojos en blanco y le busca... un bolígrafo. Le da uno que encuentra e nun cajón que está medio chorreado y es de los que seguro se cayeron al suelo.
Gabriel aprieta los ojos, chasquea los dedos para arreglarlo y levanta las cejas al notar que es un bolígrafo de los corporativos del cielo que dan a cada navidad, lleno de asco y mugre.
—¿Cuánto lleváis robándonos material de oficina?
—Material... ¿eh? Ahh... es... nah, debes haberlo dejado tú aquí.
—Mmmm... —le mira no muy seguro, entrecerrando los ojos e igualmente escribe un "Hola" porque es más soso que las hostias sin consagrar.
Luego dobla el mensaje, toma aire y cuando acaba de escribir "Para Azrael" es que se envuelve en un halo blanco y se le pone su Túnica Oficial de Mensajero Celestial TM con un gran suspiro.
Belcebú levanta las cejas al mirarle hacer esto... resiguiéndole de arriba a abajo porque había oído de esto, pero no recuerda haberlo visto antes hacerlo con consciencia, y menos estando con ella.
—¡Oh!
Así que ahí se levanta él envuelto en su halo blanco brillante de primera comunión y con las alas de fuera, le tiende la mano a Belcebú.
—¡Oh! ¿Puedo ir contigo? ¡Qué bien!
Gabriel suspira otra vez porque odia esto con todo su ser... y sería más vocal sobre ello si no fuera el don especial que Dios le había dado. Toma a la demonio de la mano y ahí se deja llevar por la inspiración divina para que le saque del infierno en dirección al destinatario del mensaje.
—¿Cómo funciona esto? —pregunta ella mirando alrededor.
—La gracia divina me hace entregar el mensaje.
—Ohhh ¿a quién sea?
—Sí.
—Pero... ¿y cómo sabes?
—Pues por inspiración divina, Belcebú. Es mi trabajo.
Belcebú hace los ojos en blanco mientras Gabriel sobrevuela el planeta entero hasta Buenos Aires como figurita de pesebre.
—Waaaaaaahhhhhhhhh —a Belcebú le cae un rayo, granizo, una tormenta de arena, una pedrada, la caca de un avión y se le estrella un pájaro en el camino.
Gabriel aterriza después de un rayo, suavemente posándose sobre la acera.
—Ahh… que agradable viaje —suelta Belcebú sinceramente, limpiándose un poco la ropa.
—Aun no acaba, no sé ni qué es esto —tira de ella hacía dentro del edificio.
—Ah… y te toca así siempre, ¿seguir hasta que llegues?
—Sí.
—¿Y yo te puedo pedir que mandes cosas?
—No, esto solo funciona con los mensajes celestiales.
—Esto puede ser un mensaje celestial.
—Tú no eres un ser celeste. Eres más bien... negro... mugroso. Tornasolado.
—Y aun así podría mandar el mismo mensaje que te has mandado tú.
—Pero no lo entregaría yo.
—Ah, pues eso tiene menos gracia… si pudiera te pondría yo a mandar mensajes diario porque mira que mono te ves.
Ojos en blanco de Gabriel porque de las cosas que más odia es la estúpida túnica. La parte buena es que no hay puertas cerradas, ni ventanas atrancadas o llaves o pestillos para El Enviado De Dios.
Abre la puerta del despacho de la psicóloga, donde Leviatán sigue... intentando ahogar de lujuria a Azrael en el sofá.
—Pega muchísimo la túnica con tu estilo… ¿la mandas a lavar o se limpia so…? Ohh
—Cállate, Bú —masculla acercándose a ellos—. ¡Azrael! —la verdad, su voz tiene ahora un efecto sonoro un poco cavernoso y retumbante, pero a la vez lírico al estilo "fear not, human!"
La verdad es que… a Azrael le sirve para sacarle un poco del trance. Aunque la forma… más humillante IMPOSIBLE.
Y la cara de ojos en blanco de Gabriel porque porqué a todo el mundo le cuesta tanto reaccionar. Empatía infinita con las notificaciones no atendidas.
Leviatán parpadea con todo esto porque... ANTICLIMÁTICO.
Azrael parpadea, con la cabeza echada atrás, la respiración agitada y la mirada desenroscada. Pero la voz y el tono…
Belcebú carraspea un poco, porque venga que interrumpir a alguien durante el bad deed of the day es un poco de mal gusto…
—¿Puedes tomar esto, por favor? —pide Gabriel con el papel en la mano porque hasta que el destinatario no hace caso, él sigue en el papel Delivery boy.
—Ahh…. —Azrael resopla.
Toma su mano de... donde sea que esté. La verdad, la menos comprometida y... le pone el papel en la mano, volviendo a su traje normal. Carraspea un poco y mueve el cuello y los hombros.
Leviatán se baja de encima de... ejem. El sofá. Azrael. La Holy Erection. Sonriéndole a Belcebú incómodamente y carraspeando como si no hubiera estado pasando... lo que estaba pasando. Se viste de nuevo a chasquidos.
Azrael piensa que alguien debe haberse muerto para que Gabriel le traiga un mensaje… AHORA.
Samael, uno de los chicos de Azrael, que ha ido a recoger el alma de la psicóloga parpadea un poco con todo esto, aun no sale del susto de ver a Azrael siendo violado por un demonio como para tener ahora el susto de ver a Gabriel y Belcebú unirse a la fiesta. Y ahora entenderá como los Arcángeles han enloquecido y necesitaban ser expulsados del cielo asap.
La verdad, por ahora, Samael, está ahí intentando parecer lo más posible un mueble, porque lo último que le apetece es... dar explicaciones. De NADA.
Belcebú dice que es innecesario hacerle kink shaming al ángel, cada quien sus gustos.
No son sus... ugh! Él ni quería estar aquí.
Ya, claro...
—G-Gabriel... qué... ¿qué pasa?
—¿Esto es lo que tú entiendes por "no acostarte con el demonio desorganizadamente en todos lado"?
Azrael aprieta los ojos porque esto ha sido un ASALTO EN TODA LA REGLA.
—¿Qué haces aquí? —protesta.
—Venir a por ti ya que no contestas al teléfono. Tenías que avisarnos cuando tu demonio se repusiera para que supiéramos que ya se podía soltar a Belcebú y has decidido que no te importa el cielo y prefieres andar tirándotelo en vez de ayudarnos. Por esta clase de comportamientos es que nos han echado.
—Excuse me? Hace rato les he llamado a todos por teléfono y ¿sabes quién me ha contestado? NA. DIE.
—Ni siquiera sabes los problemas que hemos tenido todos en el infierno. Y además han echado a Belcebú del cielo también, así que nos hemos quedado sin infiltrado y nuestro plan se ha ido al traste.
Samael mira a ambos con todo esto... ¿Tenían un DEMONIO INFILTRADO?
—¡Lo sabría si ALGUIEN me hubiera hecho caso! Cuando me llamaste… Ugh, dónde está mi…
Samael se ocupa de desaparecer en este instante. ¡Tiene que contarle esto a Dalquiel!
—Teléfono… —Azrael rebusca por ahí —. ¿Qué problemas han tenido en el infierno?
Leviatán sigue ahí atrás notando que Samael se ha ido y le hace una mirada cargada de sentido a Belcebú a ver si ella lo ha visto, sin decir nada. Porque estos dos idiotas...
—Ya se les escapó el ángel que estaba aquí, seguro al cielo…. —comenta ella, haciendo los ojos en blanco al notarlo.
—La urgía sigue en marcha, es un desastre. Uriel ha intentado pararla, pero al final hemos tenido que irnos de ahí huyendo. Y no han dejado entrar a Aziraphale al cielo tampoco y ahora vamos a vernos todos en casa de Raguel.
—No creo que ni lo hayan visto. Un portento del ingenio que son —comenta Leviatán.
—Ni siquiera creo que piensen que esto va a traerles problemas… o no —responde ella.
—Tiene su gracia igual verles corriendo como gallinas sin cabeza —se encoge de hombros sonriendo de ladito.
Belcebú salta al cadáver de la terapeuta y se sienta en el sillón en el que estaba ella antes.
—De Raguel. Ugh, vale, vale…. Pues venga, deja… —se cura a sí mismo.
—Parece que lo estabas disfrutando —comenta Gabriel a Azrael, burlón, al notar lo que hace.
—Esto fue un asalto.
—Como vuelvas a decirme que solo hacías lo que yo te dije, te saldré con esto, te lo advierto —le tiende la mano para ayudarle a levantarse.
—Nadie ha dicho que no puede uno disfrutar hacer lo que Dios manda.
—Dios no te ha dicho que peques...
—Di que sí, a mí también me ha gustado —asegura Leviatán lanzándole un beso a Azrael.
Azrael FULMINA a Leviatán.
—No, no me ha gustado. Punto.
—Por lo menos esta vez no les has atontado... tanto —comenta Gabriel, mirando a Leviatán de reojo.
—Ni la mitad de lo que me atontarías tú —replica este, guiñándole un ojo a Gabriel.
Azrael, que ya estaba fulminando a Leviatán, ahora frunce más el ceño aún, queriendo MATARLO. Belcebú levanta las cejas, debo decirlo, parpadeando y mirando a Leviatán también.
Gabriel parpadea con eso y carraspea un poco incómodo y es que Leviatán se relame con la envidia de Azrael. Ojos cerrados.
—Uhm. Bueno... será mejor que nos vayamos —decide Gabriel, un poco incómodo, pero ignorando eso.
Azrael ni siquiera mira a Leviatán, apretando los dientes y desapareciendo con un rayo.
—Lo siento, hemos tenido días mejores —Leviatán se encoge de hombros yendo a tomar a Gabriel del brazo, no sea que lo dejen aquí.
—Tú —Belcebú frunce el ceño, yendo a hacer que le suelte.
—Calma, calma, solo es que no quiero perderme el espectáculo —asegura, sonriendo sin soltarle del todo.
Gabriel aprieta los ojos y... la verdad, toma a Belcebú de la cintura, llevándoles a los tres a casa de Raguel con un rayo.
