Notas de las Autoras:

Querido lector, te recordamos que, debido a un excedente de capítulos en esta historia y muchas ganas de compartirlo con ustedes, hemos decidido publicar un poco más de cuatro capítulos esta semana. Este es el tercer capítulo de la semana y el primero del martes. ¡Que lo disfrutes!

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El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré como funciona el mundo!

Estrategias

La fiesta para vivir la primavera llegó con rapidez luego de que pude volver a Eisenreich. No había visto a Rozemyne aun, no sabía que cara poner frente a ella, pero eso dejó de importarme cuando ella no apareció en la fiesta.

Estaba sentado junto a Brunhilde y Karstedt, pero nadie parecía alterado o nervioso por su ausencia. Después de las celebraciones a los estudiantes de honor y a los que habíamos obtenido el mejor, se anunció oficialmente el ascenso de Brunhilde como candidata a archiduquesa.

Antes de poder ir al templo ella y yo debíamos enviar las invitaciones a aquellos que queríamos en nuestro sequito, confirmar su disposición y conversar con aquellos que se ofrecían a servirnos pero que no habían sido elegidos.

Lo más importante para ambos era que tanto eruditos como caballeros fueran al templo.

Una semana. Una semana tardaría en reunirme con todos los candidatos a asistente.

"Ferdinand, Freida trajo una caja para ti. Dijo que era de parte de Rozemyne", me informó Justus.

"Gracias, puedes retirarte", indiqué recibiendo la caja. Cuando la destapé casi dejé de respirar.

Ella sabía. Rozemyne sabía el motivo por el que había faltado a mi promesa.

'Espero que te ayude a dormir durante las noches', el mensaje corto estaba escrito en la letra que me era tan familiar, no decía nada más, solo eso.

Me encontré con una tela oscura y suave, un peluche de Shumil similar al santze que le regalé. Incluso podía sentir su maná en el juguete

'¿Era su forma de decirme que ya no me quería cerca?'

Necesitaba hablar con ella. Disculparme. Compensarla. ¡Cualquier cosa! Solo quería arreglar esto. Pensé en dejarle a Justus y a mis padres adoptivos el elegir asistentes para mí, pero como candidato a archiduque, al final necesitaba aprobarlos yo mismo.

No podía concentrarme, pero debía hacerlo. No quería que esto se alargara más de lo necesario así que estuve poniendo en pequeñas pruebas de fuerza, estrategia o habilidad a mis candidatos hasta reducir el número de aquellos dispuestos a seguirme incluso al templo. Para el final de la semana conseguí suficientes estudiantes para un sequito de tamaño correcto, el cual alcanzaba los veintitrés estudiantes entre eruditos, caballeros y asistentes, así como otros quince adultos.

Entre mis asistentes se encontraba Eckhart, un aprendiz de caballero en el mismo grado que Harmut, Lasfam, un laynoble que ingresaría ese año a la Academia Real y los dos caballeros varones que me appyaron en mi primer ditter.

Cuando al fin pude regresar al templo, la ceremonia de oración estaba por iniciar, pero Rozemyne no estaba por ningún lado. Me tocó dirigir a mi la reunión y dar las zonas a los azules. No me pasó desapercibido que éramos yo y Brunhilde los encargados de la zona de control directo.

"¿Dónde esta Rozemyne?", le pregunté a Margareth tan pronto como la vi. Era raro que usara sus túnicas de doncella azul, así que algo debía estar pasando.

"No lo sé", me dijo después de dejar sus hojas en el escritorio del despacho "desapareció después de los bautizos de primavera."

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Antes de poder partir a la ceremonia de oración, mi padre adoptivo y Aub Adalbert se reunieron con nosotros. Nos preguntaron si conocíamos el paradero de Rozemyne. Había estado desaparecida durante tres semanas. Era mucho más tiempo de lo normal, además nadie avisó de estar reunido con la hija de Aub.

Era como si se hubiera desvanecido del ducado.

"La orden de caballeros la esta buscando por todo el ducado. Pero no la hemos encontrado".

Tenía un mal presentimiento, pero también una idea de donde podía encontrarla. Según me dijeron Conrad y Freida, cuando terminaron los bautizos de primavera ellos solo escucharon que decía, 'acepto' antes de desaparecer en medio de luces doradas, negras y verdes, aun usando sus túnicas de sumo obispa. Si tenia razón, tenía sentido que nadie la hubiera encontrado aun, y que no hubiera regresado todavía.

Me disculpé con Brunhilde y le pedí que cubriera mi zona, lo primordial era encontrar a Rozemyne. Ella estaba de acuerdo.

Volé tan rápido como pude, llegando a Garduhn la mañana siguiente después de acampar en alguna zona de Leisengang solo el tiempo suficiente para recuperar mi maná. Di muchas vueltas por el bosque sin lograr encontrar el baño de la diosa, fue cuando recordé que Rozemyne le había dejado una ofrenda la ultima vez. Busqué frutas y flores y rece a las diosas del agua buscando cualquier mínima oportunidad de encontrarla. Llegué al lago poco después.

¿Estaba condenado a sufrir cada vez que ella estaba en este lugar? ¿oh este era mi castigo por lo que pasó en la soberanía?

Rozemyne estaba sobre el lago, en lo que parecía ser una cama de flores y hojas. Sus ojos estaban cerrados. Su cabello estaba extendido a su espalda y aun vestía su túnica de sumo obispa. Mi corazón se apretó por la escena. ¡Parecía muerta!

'Ella está bien. Tiene que estar bien.'

Apenas intenté llegar a ella, la barrera que no debería estar ahí me detuvo. Los tallos y hojas se abrieron dejando que Rozemyne cayera en el agua. Si no estaba muerta antes, moriría si no la sacaba del agua. Mis pensamientos se deslizaron en rápida sucesión, buscando una solución.

Forzar mi maná no me dejaría pasar, no si la barrera no se debilita primero. Si intento romperla quedare inconsciente antes de poder llegar a ella. Las feystone negras me permitirían pasar, necesito algo que absorba maná.

'¡La capa del dios oscuro!'

El hechizo lo aprendí en la biblioteca subterránea.

Finsumhang!", me envolví en la capa y pude atravesar la barrera. Deshice la transformación de mi schtappe y me lancé al agua. Necesitaba sacarla de ahí, pero el agua parecía demasiado densa a mi alrededor, como si el mismo lago no quisiera permitir que llegara a ella.

Use mi maná para fortalecer mi cuerpo golpeando con fuerza el agua, forzando mi vista para verla. Ella flotaba en el agua, tan tranquila que en realidad si parecía muerta.

No podía respirar.

Estiré mi cuerpo, adelantando mi mano hasta que mis dedos rozaron su brazo. Vi como sus ojos se abrían mientras se enderezaba bajo el agua.

"¿Ferdinand?", ella se movió con tanta suavidad que parecía mentira que estábamos en el mismo lago, "¿Qué estás haciendo aquí?", me preguntó llegando hasta mí, pero no podía hablar. ¡Ella no debería poder hablar! "A la diosa no le gustan los hombres", me recordó mientras me envolvía entre sus brazos y usaba sus piernas para sacarnos del agua como si no pesara nada.

Me sacó del agua y me ayudó a sentarme en la orilla. Todavía no podía respirar. Comenzó a frotar mi espalda dando pequeños golpecitos para ayudarme. Tan pronto como esa densa agua abandonó mis pulmones, me giré a ella, abrazándola. La idea de que ella no fuera Rozemyne si no una ninfa o una ilusión me llenó de terror, pero era ella. Realmente era ella.

"¡¿Dónde has estado?! ¡¿Por qué desapareciste?!" le pregunté sin soltarla, aferrándome a ella, temiendo que desapareciera de nuevo.

Sus manos sujetaron mis brazos, separándome de ella. La escuché soltar un ligero suspiro antes de recoger sus piernas y abrazarlas.

"He estado aquí, desde que comenzó la primavera. He estado aquí", me dijo sin mirarme, "No sabia que cara poner frente a ti o cómo tratarte ahora que recibiste tu educación de caballero."

"¿Tú… sabias?", pregunté horrorizado. Ella asintió, dejando que sus pies entraran de nuevo en el agua. En ese momento me percaté de que no llevaba zapatos …ni calcetas.

"Lo sabía. Sé cómo funciona la bendición de Arnvax en los hombres. Cuando no volviste y me dijiste que te quedarías una semana más… me enteré de lo que significaba…", un ligero rubor cubrió su nuca y mejillas, murmurando algo que no logré escuchar.

Respiró hondo antes de volver sus ojos a mí solo por un segundo. "Supuse… supuse que después de dormir con una mujer, ya no querrías acompañarme en las noches. No podía soportarlo y las diosas del agua me sugirieron descansar un tiempo. He estado alimentando este lugar con mi maná desde que llegué, por eso es tan similar a la noche santa de Flutrane. Aquí iba estar a salvo por un tiempo."

"Estaba aterrado", comencé, acercándola a mí en un abrazo, sintiéndola tensarse. Sus brazos permanecieron estáticos, sin abrazarme. Suspiré. "No sabía que cara poner frente a ti. No quería decepcionarte. No quería que me odiaras", sus ojos de luna me vieron en ese momento, "Es tan similar, que a veces me olvido de las diferencias en el sentido común de este mundo y mi antiguo mundo. Temía que me miraras con reproche por haber… recibido… mi educación de caballero…"

"¿Por qué lo haría?", preguntó confundida, "Es algo necesario. Todos los varones pasan por eso, de lo contrario sería muy difícil al llegar a la edad adulta". Dijo recordándome que, de hecho, ella no tenía sus recuerdos pasados. No tenía dos sentidos comunes luchando en su cabeza por el control.

"No para mí. No en mi cabeza". Le expliqué, "Cuando Freida me dió tu regalo, solo pude pensar que me odiabas. Que era tu forma de decirme que ya no me querías cerca de ti".

"Yo pensé que ya no me querrías cerca de ti", dijo con una sonrisa que pronto me contagió. "No quería que me dijeras que ya no volverías a consolarme en las noches porque mi cuerpo era insípido e insuficiente…"

"¿Por qué te diría eso?" pregunté genuinamente confundido, pero ella no me respondió, en cambio sonrió antes de volver a hablar.

"No importa."

"Rozemyne, ¿cuánto tiempo más planeabas quedarte en este lugar?"

"No lo sé, ¿hasta la noche santa? ¿Cuánto tiempo ha pasado?", preguntó, "Eh pasado la mayor parte de mi tiempo dormida casi desde que llegue, así era más llevadero", respondió observando entonces sus túnicas y mi ropa, "deberíamos secarnos. Oh Steiferise diosa del vendaval, de suave remusgo agora bendita Oreara nuestro fato", Un suave viento nos envolvió y algunos momentos después estábamos secos.

"¿Volvemos ahora? todos comenzaron a preocuparse, has estado fuera tres semanas."

"Pensé que había pasado más", confeso con una sonrisa poniéndose de pie, "No puedo volver por mi cuenta. Ni siquiera tengo mi piedra de Highbeast y aunque la tuviera, no tengo maná suficiente ahora. Alimentaba este lugar durante mi sueño. Despertaba cuando me quedaba sin mana. Comía algunos frutos mientras esperaba a que se recuperara y volvía a dormir" dijo llevándose algo similar a las frutillas a la boca "tardaré varias campanadas en recuperarme."

"Te llevare yo".

Formé mi caballo y la hice montar antes de subir yo mismo, abrazándola a mi para evitar que se cayera, "Rozemyne, antes de regresar, necesito preguntar ¿Dónde están tus calcetas? ¿Dónde están tus zapatos?"

"Oh… bueno…", su rostro se tiñó de rojo, "la verdad es que los Talfrosch se comieron mi ropa…".

Sentí mis orejas calentarse ante la implicación de sus palabras, "… lo único que no tocaron fue mi túnica", término casi en un murmullo.

No hablamos mucho más luego de eso.

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Tres días después habíamos vuelto al templo que ahora se encontraba vacío. La dejé junto a sus asistentes y fui a mi habitación. Envié un mensaje a Aub, informándole que Rozemyne estaba en el templo otra vez.

Esa noche fue a mi habitación. Parecía insegura. Se quedó cerca sin atreverse a acercarse a mi cama.

"No te hare nada", le prometí yendo hasta ella antes de cargarla para que pudiéramos dormir, "pero es tarde y no podré descansar hasta que me asegure de que esto no es un sueño".

La sentí acurrucarse entre mis brazos. Parecía haber crecido un poco desde la última vez que la vi. Estaba más alta. Considerando que pronto cumpliría diez tenía sentido que se estirara.

Durante unas semanas solo fuimos los dos, como en el inicio. Desayunábamos, comíamos y cenábamos juntos. Hicimos nuestro trabajo en su habitación en lugar del despacho. Practicamos harspiel. Fueron días dichosos.

Uno a uno, mis compañeros comenzaron a llegar al templo. Me sorprendí a mí mismo deseando que hubieran tardado más, pero Dregarnuhr seguía hilando.

Pronto volvimos a nuestra rutina. Se nos notificó que debíamos participar en la reunión que se llevaba antes de la conferencia. Esta sería la primera vez de Rozemyne, la mía y la de Brunhilde.

Se discutieron las tendencias que se presentaron durante el invierno y cuales podían venderse. Además de la caja de música que Rozemyne había regalado a Eglantine, también estaban los abanicos hechos de rinfin con tororo de trauperles que Brunhilde presentó cuando fue adoptada y los nuevos lienzos. Estaban mis juegos y era seguro que preguntarían por mi gimnasio.

"La mayoría de las tendencias de este año se hicieron con el papel desarrollado por Rozemyne, pero no se presentó el papel más básico, ¿estoy en lo correcto?", preguntó el Aub

"Es correcto, padre. Mis estudiantes han estado usando papel washi durante tres años, pero no se ha difundido. Mi plan actual es comenzar a difundirlo este invierno, ya que es más económico que el pergamino. La idea hasta ahora ha sido mostrar su versatilidad", explicó Rozemyne

"¿Tenemos suficiente para vender las cajas de música y los abanicos?"

"Las cajas sí, pero no se venderán", Rozemyne suspiró antes de recibir unas hojas de Tuuri, "la caja de música es un prototipo, aun esta en desarrollo, además de que Ferdinand ha estado tratando de diseñar un mecanismo que evite el uso del maná para hacerlo girar. Según la información de mis estudiantes, nadie esta verdaderamente interesado en adquirir la caja de música, aunque si mostraron interés en las partes que la componen, en específico en el papel. Intentarán comprar las hojas ya que se percataron de que al pasar maná sobre la partitura, la melodía se escucha."

"Es tu industria, Rozemyne, ¿qué quieres hacer?"

Ella me miró un momento y observó las hojas frente a ella, bajando sus ojos por un segundo o dos, antes de volver su vista a su padre.

"Nieguen la venta del papel. Todos los tipos tienen un uso. Si los vendemos solos, con un poco de estudio sabrán cual es el material principal. Incluso podrían descubrir de que árbol proviene. Es el proceso mismo de fabricación lo que evitará que lo imiten, pero las herramientas y usos son otra cosa. Otros ducados pueden robarnos los productos."

"Si Aub me permite, es como dice Rozemyne. En lugar de venderlos, podríamos presentar unas pocas cajas de música y abanicos a los ducados aliados como un símbolo. Incluso a los ducados que están bajo la protección de Eisenreich. Son productos que pueden ser elaborados por plebeyos en un 70 u 80 %, pero hemos sido nosotros los que hemos perfeccionado los productos. Mi abanico fue elaborado con premura para presentarse, pero contiene círculos mágicos incrustados debajo de la decoración para, entre otras cosas, usarlo como una herramienta de evita de escuchas", Brunhilde mostro su abanico entonces, así como la pequeña canica que colgaba como un adorno, "solo debo darle a la persona con la que deseo conversar esta parte, es una versión más simplificada de una herramienta de evita de escuchas". Explicó.

"¿Qué hay de los juegos de Ferdinand entonces?"

"Es lo mismo, Aub. Hasta ahora cada juego es único y se hacen a mano. Estamos desarrollando una tecnología que nos permitirá hacer los juegos con más rapidez", golpee mi sien, recordando la cantidad de producto en existencia, "hay suficiente como para aprobar la venta de 100 de cada juego aproximadamente, pero no más que eso."

"Eso es un problema…" murmuró Lord Adalbert. "Con tan poca existencia, algunos tratarán de acapararlos."

"¿Por qué no realizar una preventa entonces?" sugerí y sentí los ojos de todos sobre mí.

Parece que el concepto aun no existía.

Aub me miró y me pidió que explicara lo que quería decir.

"A la hora de establecer las conversaciones de venta, se podría llegar a un acuerdo con cada ducado sobre cuantas piezas puede comprar. Los eruditos deberán estar atentos para evitar ofrecer más de lo que se tiene. Una vez llegado al acuerdo, por decir algo, de vender diez juegos de reversi, quince de los dioses y tres backgammon a Dunkelfelger, se pagaría un 20 % del total. Podemos usar el papel Nasben como comprobante. Se le daría al archiduque la cantidad de tarjetas según el juego que se quiere vender, y el gremio de comerciantes tendría la otra parte de esas hojas, de modo que puedan contabilizar la venta de forma correcta."

"El papel Nasben vuelve a unirse. Podremos tintar el papel de forma que cada color represente un producto o juego", continuó Rozemyne entendiendo mi idea, "con eso también evitamos que intenten conservar el papel para reproducirlo."

"¿Puedes hacer eso?", preguntó Lady Verónica a Rozemyne, quien profundizó su sonrisa mirando a su madrastra.

"Puedo."

"En ese caso, preparen las tarjeras de venta y comprueben la existencia de sus productos. La conferencia de archiduques inicia en dos semanas."

La conversación continuó mientras hablaban de la venta y compra de otros productos que no eran tendencias. Eisenreich era conocido por su agricultura y la venta de ciertos productos minerales.

Casi al final de la reunión me preguntaron si entre las jóvenes que se acercaron solicitando un compromiso había alguno que quisiera aceptar, pero me negué. Todos eran para primer consorte fuera de Eisenreich. No quería irme y convenientemente omití el hecho de que no podía sentir a ninguna de ellas.

"Realmente eres popular, Ferdinand. Ni yo que soy el presunto heredero tuve tantas solicitudes", se río Sylvester cuando terminó la reunión. "De todas maneras, pensé que tenías más maná", murmuró abrazándome de los hombros, "con lo rápido que terminaste los cursos, pero no puedo sentirte en absoluto."

Rozemyne, que caminaba cerca de mí se detuvo entonces, mirándome confundida antes de volver su vista a Sylvester.

"Hermano, Ferdinand tiene suficiente maná como para ofrecerlo conmigo en la ceremonia de invierno." Su cabeza giró un momento antes de elevar su manga, mostrando la herramienta mágica que había hecho hace tanto. No sabía que aun la usaba. "Tiene suficiente maná como para que no pueda saturar por accidente la herramienta para niños que me hizo".

"Ferdinand, ¿a quién puedes sentir?" preguntó mi padre adoptivo que había escuchado la conversación.

"Yo… a nadie…", murmuré, desviando la vista, "No puedo sentir a nadie, ni aquí, ni en la soberanía"

"Dices nadie… pero seguro que puedes sentir a alguien, ¿tal vez solo a la familia de Zent?", volvió a inquirir Sylvester, pero solo negué.

"La profesora Hirschur dijo que mi método de comprensión era de verás impresionante, pero nunca pensé que crecería tanto", solté un poco incómodo.

"Esto será un problema…", murmuro alguien y no pude evitar estar más de acuerdo.

La pequeña sonrisa de Rozemyne al verme debería haberme resultado dolorosa, parecía burlarse de mi desgracia, pero algo en su mirada me impidió enojarme con ella.

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Volvimos al templo para prepararnos. Se encargaron hojas de Nasben grandes para poder hacer cien tarjetas de un tamaño equivalente al A10. Asignamos los colores para cada producto e hicimos una lista. También verificamos con los comerciantes la cantidad de productos que se podrían comercializar.

Un ordonannz avisando que Lady Constance vendría al Templo orilló a qué la mayor parte de mis asistentes y los de Rozemyne nos viéramos unos a otros.

Tuuri apretó sus labios en una fina línea que mostraba su molestia. El recuerdo de Constance y su séquito acosándome de forma impúdica en la biblioteca mientras buscábamos materiales debió proyectarse en su mente.

"¿Milady va a permitir que su hermana venga?" preguntó Tuuri con cautela, mirándome de soslayo.

Rozemyne soltó un sonoro suspiro cargado de cansancio. Ella misma había descubierto a su hermana acosándome en los pasillos del castillo antes de que se decidiera que me ascenderían a candidato a archiduque durante el invierno.

"No puedo negarle a nadie el favor o la sabiduría de los dioses. Además, Constance va a comportarse cómo es debido. No se preocupen."

Todos asentimos y seguimos con nuestras rutinas. La reunión sería dentro de tres días a la quinta campanada.

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"Lord Ferdinand, ¿cuántas veces lo estuvo acosando esa mala mujer?" cuestionó Matthias más tarde, cuando algunos de nosotros tuvimos el tiempo de ir a ejercitar a la cabaña que habilité.

"No estoy seguro. Es algo tan vergonzoso que no disfruto pensando en ello."

"¿No le gustaría vengarse con una jugarreta, Lord Ferdinand?" ofreció Laurenz con una sonrisa divertida.

Brigitte no tardó mucho en darle un puñetazo en el hombro, molesta.

"¡Ouch! ¿Por qué fue eso?"

"¡Porque no es correcto lo que estás sugiriendo, Laurenz!" respondió la futura caballero "Además un sacerdote no debería buscar venganza, va en contra de los principios de nuestra señora."

"¿Venganza? ¿De qué están hablando?"

Todos guardamos silencio en ese momento, observando a Hartmut mirándonos desde la entrada.

Yo estaba trabajando en una máquina para fortalecer mis brazos. Me detuve al notar lo que acababa de pasar.

"¿No van a decirme porque no tomo el curso de caballero? ¡Eso es muy mezquino!" se quejó el pelirrojo "yo también soy parte de este séquito. De hecho, soy mayor que todos ustedes."

Nos miramos unos a otros.

Damuel soltó un suspiro sin detenerse de sus ejercicios en la bicicleta antes de mirar a Hartmut.

"¿Recuerdas el año que nos integramos con ustedes en la Academia Real?"

"¡Lo recuerdo! ¿Qué sucedió?"

Damuel miró a Laurenz y a Matthias sin dejar de mover sus piernas. Era como si estuvieran poniéndose de acuerdo sobre quién explicaría el resto, resultando en Matthias colocando las pesas que estaba levantando antes de sentarse en la plancha de ejercicios en qué estaba sentado.

"Debió ser durante la segunda semana de clases, cuando nosotros estábamos libres de las clases escritas. Lady Constance con dos de sus asistentes y uno de sus eruditos atraparon a Lord Ferdinand y… bueno… usaron un truco MUY sucio para convencerlo de usar su tiempo libre para darle tutoría de lenguaje antiguo a Lady Constance."

"¿Trucos sucios?" repitió Hartmut.

"¡Lo estaban seduciendo!" respondió Laurenz con una enorme sonrisa en una de las caminadoras "¡parecía divertido! Yo me hubiera hecho de rogar hasta conseguir que Lady Constance también me frotara sus pechos encima… ¡Auch!... ¡Brigitte!"

La joven que estaba alternando a levantar pesas pequeñas simuló que no le había pegado un golpe a Laurenz, haciéndonos reír a todos.

Hartmut por su parte parecía pensativo ahora, cerrando la puerta y tomando asiento en una silla cercana a los improvisados lockers de madera donde guardábamos la ropa limpia para después de entrenar.

"Una táctica sucia, en efecto" afirmó por fin el erudito "tengo entendido que usó una táctica similar para comprometerse con Hauchletzte. Alderon me comentó una vez que Lady Constance odia el frío, por eso su emoción de conseguir un compromiso en uno de los Ducados del sur."

"¿Hizo qué?" preguntamos Damuel, Matthias y yo a la vez.

"Oh Anhaltung, subordinado de la Diosa de la Luz, que tu sabiduría ilumine mi camino para ser acosado con grandes y hermosos senos de tres vestaAAHHHH… ¡Brigitte!" gimió Laurenz cuando un tercer golpe lo alcanzó en el hombro.

La risa nos hizo detenernos a todos por un momento y notar el rostro sonriendo de forma sardónica de Hartmut.

"Lord Ferdinand, candidato a archiduque o simple archinoble, eso pierde su importancia cuando tenemos en cuenta que usted fue el primer asistente de su santidad. Ella ha invertido tiempo y esfuerzo en sacar a relucir todo su potencial y enaltecerlo cómo es debido, no solo a usted sino a todos nosotros. Teniendo eso en cuenta, USTED.ES.INTOCABLE."

'¿Ahora que se le metió en la cabeza a este fanático loco?'

"Su santidad, nuestra señora, parecía especialmente ofendida cuando recibió la noticia de la visita de su hermana, sin embargo, nuestra señora es una mujer tan pura que no se negó a recibirla… es nuestro deber como su séquito hacer justicia en su nombre. ¡Acosar a nuestra señora o a cualquiera de este séquito debería ser considerado un crimen!"

"Hartmut" dije en un suspiro, cubriendo mi cara "deja de decir…"

"¡Lord Harmut tiene razón!" afirmó Damuel.

"¡Es cierto! ¡Es ofensivo que Lady Constance se haya atrevido a acosar a uno de nosotros!" comentó Matthias.

"Oigan, chicos…" intenté detenerlos y protestar al notar lo que estaba sucediendo.

"Sin olvidar que esa actitud lasciva nos pone en mal a nuestra señora, las mujeres de su séquito y las mujeres nobles de Eisenreich", prosiguió Briggitte con determinación en su rostro.

"¿Esa no es una excusa exce…?"

"Cómo asistentes de Lady Rozemyne, la Princesa Santa y Amada Hija de los Dioses y asistentes del Sumo Sacerdote en algún punto, ¡es NUESTRO DEBER corregir esto y evitar que los delincuentes se vayan sin un castigo adecuado!", proclamó Harmut con un fuego malsano en sus ojos.

Ya no pude decir nada porque todos me miraron con fijeza y una especie de sed de sangre que me aterró. ¡Que peligroso puede ser un fanático con habilidades políticas como Harmut!

La idea no tardó en llegar al resto de mis compañeros sacerdotes. Todos estaban de acuerdo en que Constance, Alerah, Teresia y Alderon debían pagar por su impertinencia, lo que me sorprendió demasiado. No entendía porque se lo tomaban tan personal… excepto por Laurenz. Él no dejaba de comentar que era injusto que solo me acosaran a mí de esa manera cuando él estaba dispuesto a ser acosado por chicas hermosas de todas las maneras posibles.

Esa noche nos reunimos para planear como castigar a mis acosadoras y por común acuerdo, todos decidieron que la primera debía ser Constance. Su reunión con Rozemyne era el momento perfecto para llevar a cabo esto. Como candidata a archiduquesa y futura primera dama de Hauchletzte, esa visita era el único momento en que se podría.

Cuando nuestras manablades comenzaron a regañarnos y decir que era inapropiado buscar venganza, tuvimos que retractarnos y prometer no hacerlo.

La próxima vez que nos reunimos, nos aseguramos de olvidarlas en nuestras habitaciones.