Buen día/tarde/noche dependiendo de a qué hora estén leyendo el capítulo. Está vez pude traerlo a tiempo, pero se me complica escribir, controlar y editar. Seguro habrán encontrado bastantes fallas, lamento eso. He decidido subir cada 15 días para poder controlar mejor. Ya explicado el asunto… ¡COMENZAMOS! Hay un poquito de Lime, solo poquito.

CAPITULO 9

La historia de LUCY HEARTFILIA.

Me gusta su compañía, como se ve genuinamente interesado por lo que le cuento y yo estoy deseosa de tener un dibujo hecho por él. Los había visto en algunos apuntes y eran sencillamente geniales. Le pregunté incluso por su amor al arte, creo que dijo la verdad a medias, pero se lo dejé pasar. A veces soy demasiado curiosa y preguntona.

Ya estábamos regresando a casa cuando me recordé que se acaba el día y aún no nos habíamos besado. Tenía que evitar pasar por mi puerta antes de que sucediera. Me volvía gelatina su manera de mirarme, como susurraba sobre mis labios buscando permiso. Ni siquiera me había dado cuenta y ya estábamos dentro de su casa. Cuando me besó todo desapareció, barría mi cordura con solo morderme la boca. Pero ni bien lo sentí sujetar mi cintura me congelé. Fue como si ESA noche volviera a comenzar y tuve miedo.

Él se disculpó por culpa mía e incluso aclaro que pararía solo por mí bien – No te preocupes – Dijo cuándo me acompaño a mi apartamento.

-Lo siento – No parecía molesto, más bien preocupado o afligido. Le robe un beso casto tratando de espantar la sensación que se formaba en mi estómago. No funcionó y las pesadillas regresaron, más vividas que nunca.

Me levanté a mitad de la madrugada. El cuadro terminado de Natsu estaba escondido tras algunas pinturas viejas, esta vez no deseaba algo hermoso. Quería pintar como me sentía con respecto a mí misma. No hice un boceto previo, solo dejé a mis manos hacer lo que quisieran. Cuando me cansé y admiré la imagen en el lienzo unas pequeñas lágrimas corrieron por mi mejilla, así era yo. Completamente gris, con una barrera que no dejaba que los colores me tocarán.

Subí mis piernas al taburete y las abracé contra mi pecho ¿Por qué no puedo olvidarme de eso? ¿Servirá de algo contárselo a alguien cuando ya pasaron tantos años? Miré mi cara en la pintura, me veía miserable – ¿Sí te enteras de esto me verás con pena? ¿Asco tal vez? - ¿Siquiera querrás tenerme cerca si sabes que me persiguen?

Apenas habían pasado tres días desde el beso y yo no sabía cómo mirar a Natsu ¿Sí lo vuelvo a besar regresaran los fantasmas? – ¿Lucy? – Estábamos trabajando en su oficina, la mayoría de los trabajadores se habían retirado, ya estaba oscuro – ¿Me dirás que te preocupa?

-No puedo – Evité girar la cabeza, encararlo era imposible – ¿Dónde está el proyecto Lamia? – Las carpetas que traía en la mano fueron retiradas y unos grandes dedos me sostuvieron con delicadeza.

-Por favor mírame – Negué con la cabeza y bajé la mirada – Me duele verte así.

-¿Debería irme entonces? – No me soltó.

-¿Hice algo malo? ¿Por eso no soportas sostenerme la mirada? – Negué de nuevo con más énfasis – ¿Entonces qué ocurre? Desde el beso estás extraña.

-Lo siento – ¿Sí lo vuelvo a besar pasará de nuevo? – Es mi culpa, yo…

-No digas eso – Afianzo el agarre, tenía que decírselo. Esto le afecta también, debería saber la verdad; para alejarse si no quiere estar con alguien… dañado. ¿Qué le contaré primero?

Estuve unos minutos en silencio, buscando las palabras para expresar lo ocurrido cuando era adolescente – Yo… a mí me paso algo desagradable en el pasado. Estaba tomada, era infantil y… – bajé aún más la cabeza – un tipejo se aprovechó de eso. Desde aquel día no soporto que se acerquen demasiado – Me limpie la lágrima traicionera y respiré profundo. Lo del acosador capaz haya terminado, hace meses dejo de molestar, no necesita saberlo.

Él había aflojado el agarre, pensé que iba a soltarme pero no lo hizo – ¿Quién fue? – Estaba enojado, su voz lo delataba – ¿Lo denunciaste? ¿Está preso?

-No – Enderezo la espalda, nuevamente parecía un león enjaulado – No tuve el valor para hablar en su momento.

-Eso es horrible Lucy… – ya tenía el mentón pegado al cuello; más abajo no podía ir – ¡Cuánto lo siento yo…! Me comporte como un bruto en mi departamento – Una de sus manos se soltó, más gotas saladas se acumulan bajo mis párpados – ¡Debo haberte asustado!

-¡No! ¡Yo quería besarte! – Me dejé caer sobre el sofá – De verdad quería hacerlo – Se colocó en cuclillas frente a mí, levanto mi rostro suavemente

Su palma me acunaba la mejilla – Yo también quería – Quise sonreír, pero solo salió un sonido extraño de mi boca. Él me miraba con ojos comprensivos – Ya no llores – Con el pulgar limpió la gota que se deslizaba por mi labio inferior.

-Me gustas mucho – No lograba levantar la comisura de mis labios – Muchísimo.

-Y tú a mi ¿Lo sabes verdad? – Asentí – ¿Lo crees también? – Esta no era la sonrisa que tenía cuando llegó a , ni la que utilizaba con las personas en los horarios laborales o en reuniones ocasionales. Era solamente para mí.

-¿No te doy asco? – Acarició suavemente mi mejilla.

-Por supuesto que no, eso no fue culpa tuya ¿Entiendes? Ese maldito debe ir a la cárcel por lo que te hizo y si alguna vez quieres contarme quien fue, con gusto lo mandaré a castrar para ti – Reí de nuevo, había pasado tres días en agonía. Sin saber si debía contárselo o qué diría si lo hiciera.

-Lo pensaré – Negó con la cabeza e intento retirar su mano de mi mejilla, la sostuve con la mía – Gracias.

-Yo no hice nada, eres valiente Lucy. Nadie podrá sacarte eso jamás.

Decírselo a alguien era liberador, como si la carga de todos estos años fuera un poco más liviana. Natsu es un ser humano comprensivo, dijo las palabras correctas como siempre y siento que elegí bien a quien abrir mi corazón cuando me consuela.

La historia de NATSU DRAGNEEL.

Se comportó tan extraña durante los siguientes días, llegué a pensar que sólo me imaginé el domingo compartido. Quería cumplir mi palabra y hacer un dibujo de ella para tratar de animarla, pero me era demasiado difícil hacer un boceto sonriendo si la veía apagada. Huyendo de mi mirada y evitando al máximo acercarse. De verdad la había ofendido.

Me rompía el corazón verla así, me disculpe incluso para intentar calmarla, pero su noticia fue como un balde de agua fría en pleno invierno – Yo… a mí me paso algo desagradable en el pasado. Estaba tomada, era infantil y… - No daba crédito a lo que escuchaba. Un maldito la había ultrajado, haciéndola sentirse culpable, sucia. Incluso me preguntó si no le daba asco. Quería matarlo, el día que me diera un nombre habría un muerto más en los obituarios.

Ella no vale menos por lo que pasó. No es su culpa y si pudiera borraría todos sus malos recuerdos. Detestaba verla llorar, con cada lágrima derramada se me rompía un poco el alma. Quiero ayudarla, pero no sé cómo. Esto no es algo que puedas borrar solo con cariño. Espero ser capaz de reconfortar por lo menos un poco su dolor, ayudarla en su recuperación. Confió en mí para contarme algo así, me siento agradecido.

Normalmente no suelo meterme en los asuntos de otras personas, pero esta no era una extraña para mí, es Lucy. Le llegué a recomendar que trate con un profesional, no se sentía lista. Entonces fuimos probando de a poco a su pedido, sujetando sus manos con más frecuencia, besando sus labios despacio y sin prisa, abrazándola cuando disfrutábamos de una película sentados en mi sofá. Parecía mejorar, unos días estaba más receptiva que otros.

-¿Estás segura Lucy? – Asintió – Dime cuándo parar – Solo movió la cabeza de arriba hacia abajo varias veces.

Estábamos parados en medio de mi sala, a escasos centímetros del sofá. Primero la abracé, besé sus mejillas, bajé la boca por su mandíbula y ella suspiró sonoramente cuando mordí el lóbulo de su oreja – Natsu – Sujetaba mis hombros, arqueado el cuello para darme acceso.

-Soy yo Lucy – Deslicé mi nariz desde su mentón a la clavícula, empapando mis fosas nasales con jazmín – Solo estamos nosotros dos, abre los ojos si te sientes mal ¿De acuerdo?

-¿Por qué? – los tenía cerrados con fuerza. Apenas lograba verle las pestañas a causa de lo fuerte que apretaba los parpados.

-Así verás que soy yo – Levanté la vista y esos hermosos chocolates se encontraron conmigo en un debate silencioso – Hola hermosa – Se sonrojó más por el comentario que por la actividad.

-No digas eso – pase mi lengua por la piel que tenía al alcance. Bajo las pestañas pero volví a pedirle que me mirará. Detestaba causarle un mal rato y si llega a pensar en lo que le pasó quiero que me vea.

Subí mi rostro hasta que nuestras narices se tocaban, acerque los labios pero no la besé, solo respiraba el mismo aire que ella – Voy a acariciarte Lucy – Asintió. Mirándome la boca, implorando que eliminará la distancia y lo hice. Era como si mi cuerpo entero se quemará.

Primero sostuve su cintura, no tan fuerte como aquella vez que la asusté. Baje despacio, acariciando su espalda hasta que mis manos llegaron al objetivo. La besé, dándole suficiente aire para que pudiera procesar las cosas. Pasado el minuto me sentí más valiente, ella ya no estaba tan rígida – ¿Qué te gusta más? – Fui probando puntos al azar, su oreja, cuello, clavícula, hombros, mis manos acariciaron su vientre, buscando algo que le hiciera sentir deseo – ¿Dónde quieres que te toque?

-Me gusta cuando hablas en mi oreja – hice lo que me pidió, pero mis manos siguieron recorriendo su piel y cuando sentía que alguna parte se erizaba, le daba el doble de atención.

La jale hasta que termino sentada sobre mí en el sofá. Es la mujer más preciosa que he visto, los labios hinchados, mejillas sonrojadas y la camisa entre abierta mostrando el inicio de sus senos. Sé perfectamente que jamás tuve a alguien como ella, y no porque fueran poco atractivas las mujeres con quienes compartí. Solo que los sentimientos faltaban, no me sentí jamás a punto de desbordar – ¿Todo bien?

Cerró los ojos más tiempo de lo normal – Quiero seguir, pero tengo miedo.

-Es un proceso – Acaricié su mejilla, acercando mis labios a su oreja – Podemos continuar otro día – Susurré, ella negó con la cabeza.

-Te vas a cansar se mí y buscarás lo que no puedo darte – Me alejé un poco, para mirarla perplejo. Sinceramente esperaba cualquier cosa, menos ese comentario.

-Si fuera caso, sería un idiota y estarías mejor sin mí – Pegó suavemente mi pecho.

-Hablo enserio – Sujeté su mano, besando sus nudillos.

-Yo también. Confiaste lo suficiente para contarme algo tan privado, ¿Y ni siquiera soy capaz de esperar un poco? – Hizo un gesto bastante gracioso con los labios – No soy un completo patán y apenas ha pasado un mes.

-No dije que lo seas – sus dedos se agarraron a mi remera.

-Estoy seguro que lo pensaste en algún momento – asintió – ¿No puedes negarlo un poco al menos? – Reí y ella me siguió a los pocos segundos.

-Antes lo eras – Hice cara de estar mortalmente ofendido.

-Quien era desagradable conmigo fuiste tú, todavía recuerdo tus jugarretas – se cubrió el rostro con la mano – De verdad te inspiraste para bromear.

-Lo siento – le hice cosquillas, se retorcía sobre mí - ¡Oye! ¡Lo digo enserio! – Se reía a tal punto que me contagiaba - ¡Me rindo!

-Al fin salgo victorioso – Podía ver sus perfectos dientes, mientras descansaba sus manos sobre mi pecho – Eres hermosa.

Cerró la boca, cambiando un poco su expresión – No lo soy – se colocó de pie, yo también lo hice. Me miró a los ojos y se sonrojó al bajar la mirada.

-Lucy – Traté de acercarme, ella me detuvo a un brazo de distancia – Lo decía enserio.

-Yo… ¿Eso duele? – La miré confundido – Eso – Apuntó al suelo y al seguir la dirección de los orbes chocolates, supe a qué se refería. Si soy sincero conmigo mismo, era imposible que no se despertara con ella retorciéndose en mis piernas.

-Un poco – La verdad ante todo – Pero puedo soportarlo – No quería asustarla, sólo conseguiría que huya espantada.

-¿De verdad? – Asentí con la cabeza, ella me miro a los ojos – ¿Cómo puedo ayudarte? – Abrí los labios para decirle que no era necesario - ¿Natsu? – Fuera, impulso de estupidez.

-De momento evita mirarme demasiado – Inclinó la cabeza un poco, pero no aparto la vista de mi rostro – Lucy, enserio no sabes lo difícil que me lo haces.

-¿Yo? – Entrecerré los ojos - ¿Qué hice?

-¿Bromeas verdad? – Se pasó la lengua por los labios, aflojó el brazo que me mantenía lejos y las pupilas iban de mi cara a la entrepierna, para regresar a enfrentar verde contra chocolate.

-… Me calmé un poco – Tomo mi mano y la dirigió a su cadera - ¿Quieres continuar? – Obviamente sí, pero.

-¿Estás segura? – en respuesta acercó su cuerpo al mío, yo automáticamente la pegué a mí – ¿Muy segura?

-Sí, quiero intentarlo – Recorrió mi pecho con las palmas abiertas, acariciando mi cuello y jalando suavemente mi cabeza para abajo – Me gusta cuando eres tú – No aguanté más, me dejé llevar por esos labios rosas. Empecé despacio, pero a medida que la pasión se desbordaba por los poros, mis manos cobraron vida propia. Menos mal no se asustó ante mis atenciones.

Saqué su camisa de los pantalones de mezclilla, mi boca devoraba la suya sin darle tregua. Acaricie su abdomen, subiendo mis dedos a todo lo largo de este hasta que me topé con el sostén. Me separé un poco para pedirle permiso, pero con solo ver sus ojos fue suficiente. Desabroché cada botón ante la atenta mirada de Lucy, quien se mordía el labio inferior de manera seductora. Una vez que terminé mi tarea, bajé la cabeza y besé la piel expuesta con suavidad. Los sonidos que hacía, mandaban mi cordura un poco más lejos. Con la lengua delinee su clavícula, continuando mis atenciones en cada porción de dermis que tenía al alcance.

No sé si ella estaba planeado esto, porque el sostén de encaje rojo resaltaba muchísimo. Si pasará por alto esa visión me arrepentiría más adelante - ¿Natsu? – Me alejé un poco para admirarla.

-Ni se te ocurra cubrirte – Le advertí al ver sus intenciones – Eres preciosa.

-Basta – Bajo un poco la cabeza, yo la levanté por el mentón.

-Lo eres – La sentía caliente al tacto, delinee con mis dedos índice y medio el recorrido desde su cuello hasta el botón del pantalón - ¿Puedo? – Al recibir su permiso, lo abrí; con el cierre abajo, metí mis manos por la cintura para acariciar su trasero, apretándolo, restregándome contra su abdomen - ¡Carajo!

Estiró mi remera e intentó sacármela sin éxito, detuve mi tarea para poder ayudarla. Me miraba con los mismos ojos que yo a ella, como si quisiera comerme y eso me encantó. Sus delicadas palmas se pasearon desde mi pecho hasta la parte baja de mi abdomen, deteniéndose en seco al acercarse demasiado a mi erección. Me agache un poco y susurré en su oído mi pregunta – Sí – Dijo sin pesarlo demasiado.

-¿Cuánto? – Subió la mirada, con las mejillas sonrojadas.

-Muchísimo – Besé sus labios de nuevo, necesitaba que Lucy se quedará conmigo. Por nada del mundo le daría una oportunidad al pasado para regresar.

Mis caricias fueron desde las orejas hasta la cinturilla de los pantalones, siendo ayudado por ella para deshacerme completamente de ellos. Al ver que su ropa íntima combinaba creo que el seducido fui yo y no al revés. Arrodillado frente a esta mujer me siento más que a gusto, además de que por algún milagro a quien ella eligió fue a mí. Trataré de demostrarle que no se equivocó y la llenaré de emociones agradables.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

Nos vemos en el siguiente capitulo.