― No es lo que esperaba una vez que preparé todo ―

Silencio…

Las palabras pronunciadas parecían ser dirigidas al aire mismo por la falta de respuesta.

― ¿No vas a contestar? Pensé que, a la hora de los tratos, serías más elocuente ¿No cautivaste así a otros? ―siguió aquella voz.

Sin respuestas.

― Solo exijo el conocer, el conocimiento, cada experiencia, cada momento, todo, deseo que todo lo que esté a mi alcance para tener sea dado ―

Un brillo llenó el lugar.

Dos figuras.

Una mujer sentada en una silla blanca, frente a ella un paraguas en el centro de una mesa, aquello en medio de un gran jardín que parecía extenderse sin límites.

La figura de la mujer estaba envuelta en un vestido negro con detalles de plata y un cabello blanco puro que caía libremente hasta tocar el suelo de lo largo que era.

― Tiene mi palabra que cumpliré mi papel de guardián entre tanto que me pueda proporcionar conocimiento de forma ilimitada ―una sonrisa creció en el rostro de la mujer.

El contrato era simple, conocimiento que ella no podía seguir consiguiendo debido a su estado actual, y, sobre todo, eternidad.

Ella no era estúpida, un contrato con algo así, con una eternidad no era algo lo cual ella hubiera aceptado, hubo miles de cláusulas a su contrato.

Cosa que sorprendió a la mujer que aquel ser incorpóreo pudiera corresponder y admitir.

Le costó el pensar en que aquello iba a ser posible, pero no le importó ahora lo que pudiera ser venidero, siendo que la mayor parte de sus preocupaciones, por no decir todas, estaban ya solventadas.

Un guardián, a cambio de algo tan básico como eso podía acceder a todo lo que quisiera, le prometió la biblioteca más grande que existe en todo lo conocido, con cientos de miles de millones de historias las cuales podía leer.

Un contrato con una entidad que no conocía non fue lo más productivo que pudo haber hecho, pero posiblemente fue lo que más esperó.

Era simple, lo que pidió, conocimiento, un lugar el cual poder estar y un sirviente.

Todo lo demás ya estaba solo a coste de su comodidad y su paranoia.

No iba meterse en nada fuera de sus deberes como guardián, no iba a hacer nada que le afectase en algún aspecto.

Una eternidad de conocimiento, y sí la cosa no lograba cumplir con su pacto, entonces ella era libre.

Demasiado sencillo.

Tanto que ella no lo creía de verdad.

Cuando la mujer abrió sus ojos lo primero que sintió es que no estaba en donde había estado por los últimos cuatrocientos años.

Sus ojos obsidiana recorrieron el lugar.

Una biblioteca.

Una interminable que parecía extenderse hasta el infinito.

La mujer parpadeó ante aquello. Aquella escena era algo que esperó con su trato, pero no tanto como esto.

― Te ves desconcertada ―

La voz que sonó cerca suyo hizo que la mujer se diese vuelta y prepararse su cuerpo para cualquier acción de defensa.

Pero solo encontró a un hombre sentado en una silla elegante, un escritorio delante suyo y un libro en su mano.

La mujer parpadeó.

El hombre llevaba ropa parecida a una armadura, pero no lograba comprender el material, botas con metal en las puntas y un manto rojo que estaba cubriendo parte de sus hombros brazos y caía a sus costados desde cintura hasta casi tocar el suelo por el hecho de estar sentado con las piernas sobre el escritorio.

― Supongo…que eres el bibliotecario ¿O el sirviente? ―la pregunta de la mujer hizo que el hombre mirase a recién llegada con diversión.

― ¿Echidna? ―el hombre habló viendo a la mujer de pelo blanco con vestido negro.

― De hecho…―no hubo una respuesta formal de la mujer, fue un tono tímido.

Algo que ella misma hizo porque pensó que era conveniente. Y su pensar fue correcto al ver como el semblante del hombre se ablandó un poco para luego fruncir el ceño.

― Bienvenida a los Counter Guardian, penosamente no tenemos una fiesta de bienvenida, Alaya solo me informó que te asista y que te de acceso a todo lo que pueda darte de conocimiento, esto es lo que ofrezco ―el hombre habló con tranquilidad para levantarse.

Alto. Aquello fue lo que Echidna notó cuando el hombre se puso de pie y se paró frente a ella, debería al menos ser una cabeza o algo así más alto que ella, solo llegaba a su pecho.

― Bueno… ¿Hola? ―inclinando la cabeza Echidna levantó la mano a modo de saludo al hombre.

El silencio siguió por unos segundos más antes de que el hombre diera un suspiro.

― ¿Puedo preguntar algo? ―el hombre habló para caminar hasta quedarse detrás de la mujer.

― Ah, adelante ―el acto de emociones era lo mejor que hacía.

El hombre frente a él seguro pensó que entró por alguna razón "pura" siendo que ambos estaban por el bien de la humanidad como sus guardianes.

― ¿Qué buscas con el conocimiento? ―aquella pregunto hizo que la mujer levantase una ceja.

Una sonrisa suave salió de los labios de Echidna antes de asentir con la cabeza.

― Quiero entender el mundo, cada secreto, sentimiento, emoción dato, todo, cada pequeña cosa que me rodea, quiero saber cómo funciona, cómo reacciona y que siente ―alzando los brazos y poniendo las manos juntas en su pecho, Echidna sonrió ante aquel pensar.

― Nunca vas a tenerlo todo ¿Lo sabes? Una vez que llegue el punto en el cual puedas aprender, eso será todo, existimos para evitar a personas que saben demás ―la respuesta del hombre hizo que Echidna se quedara quieta por unos segundos.

― ¿Es eso así? ―la pregunta vino con un toque de confusión y miedo fingido.

El hombre frunció el ceño ante la respuesta de la mujer frente a él.

― Puedes leer todo lo que existe aquí, pero eso es todo, no lo tomes a mal, posiblemente nunca lo terminaras, puesto que es conocimiento ilimitado de cientos de mundos y realidades ―la boca de Echidna se abrió ante aquello.

― Eso es…gracias ―la misma sonrisa suave salió de la boca de la mujer.

La misma sonrisa fingida que ella sabía que era perfecta.

― Tu primera misión va a ser dentro de poco, por favor, prepárate para lo que viene ¿Alguna vez experimentaste con humanos? ―la pregunta tranquila del hombre hizo que la mujer levantase una ceja.

Una mirada de desagrado falsa nació en el rostro de la bruja.

― Yo no- ―fue interrumpida por el hombre.

― No eres natural, tus expresiones, no sé cómo funciona o que eres ¿Parte de un espíritu? Quizá por eso puedes ser un Counter Guardian y no un espíritu heroico ―la respuesta del hombre fue simple y cortante. ― No entiendo tu naturaleza, pero tampoco veo que mientas, pero siento que no está bien, me desconciertas de verdad ―la respuesta del hombre hizo que la mujer cerrara la boca.

Echidna maldijo al hombre internamente, era más inteligente de lo que esperó.

― Bueno, creo que nuestra distancia comenzó porque no conozco tu nombre, sabes el mío, pero igual me presentaré ―la mujer tomó los costados de la falda e hizo una reverencia suave. ― Soy la bruja de la codicia, Echidna, lo que soy, soy un espíritu como mencionaste, al igual que una bruja, mi objetivo es obtener todo el conocimiento posible ―la respuesta de la mujer fue formal y natural.

Como si hubiera ensayado.

El hombre se quedó callado unos instantes antes de dar un suspiro.

Una silla se formó detrás de Echidna, y una puerta se abrió frente a ella, tenía un marco de metal y era de madera negra, casi parecía que estaba podrida.

― Puedes llamarme Archer, actualmente somos Counter Guardian, quizá la parte de actual está demás, puesto que no hay salida de esto ―el hombre resopló con burla. ― Puedo manejar la mayor parte de los principios del lugar donde estamos, por favor, si ves una puerta dentro de este lugar, no salgas afuera ―ante aquello, el hombre movió su mano haciendo que la puerta se cerrase una vez más y fuera remplazada por libros. ― Esa es la única regla que te pondré ―

― Eso…parece razonable ―Echidna alzó la cabeza y vio un cielo azul claro con nubes.

Un cielo falso.

La parte superior de la estructura interminable que era aquella biblioteca era de vidrio, un vidrio que dejaba a la vista el cielo falso puesto.

Tenía curiosidad del mundo fuera de aquel lugar.

Pero primero lo primero.

― ¿Dónde me recomiendas comenzar con todos estos libros? ―

Historia tras historia, nombre tras nombre.

Poco a poco Echidna fue leyendo los libros que se les fue disponibles.

Cientos y cientos de datos que nunca pensó o conoció aparecían a cada momento que leía alguna historia.

Una cosa que aprendió de aquellos libros, era que eran biografías, algunos tenían volúmenes de entre cinco a seis mientras que había otros que contaban con más de veinte, aquellos largos eran los que más información mágica poseía, era como si fuese que la persona de la biografía hubiera vivido por cientos de años.

Lo único que aún no lograba entender.

Eran sus misiones.

La puerta de la habitación en la que estaba se abrió sin más dejando al único individuo aparte de ella entrar.

― Mi, es bastante mal educado entrar en la habitación de una doncella sin tocar la puerta ―

― No eres una doncella, así que no importa, nos vamos ―ante aquellas palabras Echidna levantó una ceja.

Antes de poder decir algo, ambos se habían transportado a otro lugar.

Echidna parpadeó ante el cambio repentino de su posición, en vez de estar acostada en su cama ahora estaba de pie sobre un montón de piedras.

Ella perdió el equilibrio al instante y cayó al suelo sin gracia.

― Esto es irritante ¿No me puedes avisar antes? ―la pregunta de Echidna hizo que el hombre se riera.

Una tela larga de color rojo salió de la mano del hombre y cayó sin ceremonia en la cabeza de la mujer tapando a la mujer con la tela.

― ¿Otra vez esto? ―la pregunta de Echidna fue recibida con un resoplido de diversión del hombre. ― Eres un demonio ―la burla amistosa fue falsa como de costumbre, el hombre solo servía como nexo entre el conocimiento y su nuevo trabajo.

― Me duele que esto vaya así, ya pasó alrededor de un mes, podría esperar un poco más de afecto o de dedicación a mejorar tus caídas ―un resoplido vino de la mujer de pelo blanco.

― Esto ya no es divertido ―

― ¡Señorita! Entonces ¡¿Cómo logró el héroe vencer al villano?! ―Echidna no era particularmente buena con los niños, ella había cuidado de sus creaciones sí, pero el verlas y el sentir aprecio verdadero era otra cosa.

Pero sí podía sentir algo de empatía.

Un niño con un traje rasgado preguntó con entusiasmo a la mujer de pelo blanco que estaba cubierta por una tela roja que le cubría el cuerpo completo. Al lado del niño estaban otros en su mismo aspecto.

― El héroe encontró el punto débil del villano, entonces logró vencerlo y volvió a su tierra natal, donde todos festejaron al ahora héroe de todos, entonces el hombre se casó con la princesa y vivieron felices para siempre ―la sonrisa de la mujer hizo que los niños gritaran de emoción.

Poco a poco, después de aquello y unas ligeras despedidas, ella se quedó sola.

― ¿Terminaste? ―la pregunta de Echidna no parecía ser a nadie en particular.

Eso hasta que un hombre de tez bronceada y pelo blanco apareciera a su lado cayendo desde el árbol que estaba detrás de la mujer de tez pálida.

― De hecho, aún tengo que cuidar algunas cosas, pero a está el trabajo principal, ve a la puerta y espérame ―la respuesta del hombre hizo que Echidna asintiera.

Ella no iba a decir que quería trabajar demás solo porque tenía curiosidad.

Hasta ahora de todas las misiones que participó, nunca había entendido como el hombre cuidaba de los problemas, tenía curiosidad, pero el hombre sacaba la excusa de que no era necesario que ella cuidara de eso, que él ya estaba acostumbrado.

Echidna dio un suspiro antes de volver a ver detrás de una piedra.

― ¿Sucede algo? ―la mujer preguntó a la niña que estaba escondida y viendo todo desde lejos.

― Es solo… ¿Crees que exista un héroe que nos salve a todos? ―el miedo presente en la voz de la niña hizo que Echidna le diera una sonrisa simple para calmar y hacer que la niña se callase.

Podía tener empatía en parte, pero tampoco iba a meterse con los niños.

― Siempre hay héroe velando por todos y cada uno de los humanos ¿No es lo mejor así? Quizá ese ángel esté frente tuyo ―una sonrisa de burla salió de Echidna mientras que se agachaba frente a la niña y le acariciaba el cabello, notó un pequeño cuchillo que estaba atado en la espalda de la niña.

Desagradable, pero a la vez era algo que podía hacer, y tampoco era como si fuese lo peor.

La niña le dedicó una sonrisa de esperanza antes de sonreír y correr hacia la ciudad que había estado visitando donde se suponía que estaba el objetivo.

Si la bruja no recordaba mal, estaba en Grecia en una realidad a parte en los años del comienzo de la civilización.

Aquello fue emocionante, el conocimiento que había sobre magia, dioses y sistemas fue algo que ella deseaba probar una vez estuviera fuera de esto.

Dando un paso hacia el bosque comenzó a caminar hacia la puerta que iba directo a aquella biblioteca.

Al menos tenía una nueva idea para que investigar.

El tiempo puede pasar de una forma en la cual los espíritus no comprenden, pero para un Guardian era peor.

El concepto del tiempo de vida y como vivirla era algo lo cual Echidna había estado preguntándose como había medido el hombre el tiempo que llevaba trabajando.

Cuando ella le preguntó solo le respondió.

"Más de lo que podrías soñar"

Según los cálculos de Echidna, ella ya llevaba tres años vagando en aquella biblioteca y apareciendo junto a Archer en algún lugar de la historia o lo que fuese que iban.

En ese tiempo notó un par de cosas.

El hombre hacia todo lo posible para que ella no viera como era el método que se usaba para arreglar el lugar al que eran enviados, el hombre cocinaba de forma excelente, al parecer estaba feliz de poder cocinar, siendo que ni necesitaban comer para existir, el hombre no lo había hecho en quien sabe cuánto tiempo, y la única razón de la posibilidad de ahora era porque ella tenía parte del contrato en eso, para su comodidad.

Fue divertido cuando ella le preparó té y el hombre lo bebió con curiosidad para luego revelar de dónde venía.

El rostro del hombre se puso pálido y con una mirada de sorpresa.

La mayor emoción que pudo sacar del hombre hasta ahora.

Podría decirse que ese fue el punto en que ella pudo describir como "divertido" hasta ahora.

Otra cosa que había aprendido es que los libros de cada una de las biografías, con unas casi inexistentes excepciones. Todos los libros terminaban con el mismo final.

Cortado por una espada, disparado por una flecha o envuelto en una gran explosión.

Esas tres eran variantes que veía en cada uno de los libros por no decir todos.

Las únicas excepciones eran las que trataban de la creación de armas, en vez de las biografías, era una mezcla bastante confusa.

Los libros comenzaban con la forja de un arma, cualquiera, pero pasaba a narrar las aventuras de la persona que lo tomaba.

― ¿Por qué vienes aquí? ¿No te molestaba que las personas te vieran leer? ―

Echidna se giró y vio al hombre estaba con los brazos cruzados mientras que veía a la mujer con cansancio.

― Bueno, es aburrido ver solo libros todo el tiempo, y mantener una conversación sana ayuda a la mente también ―

― No es lo creo que piensas, pero no me importa, ya me rendí con saber que pasa dentro de esa cabeza de bruja tuya ―

― Eso fue algo ofensivo…―

― ¿Importa? Si dices algo "deberías tratar mejor a una doncella" entonces juro que voy a hacer desaparecer los libros una semana completa ―

― No sabes cuándo es una semana aquí, no hay día o noche ―

― Tengo mis formas ―

― Ni siquiera sabes cuánto tiempo llevas vivo aquí ¿Realmente quieres que crea eso? ―

―…―

― ¿La bruja te quitó la lengua? ―la pregunta de Echidna fue recibida con un suspiro de cansancio.

― Eres aburrida ―

― Busco conocimiento, no alegrarte el día ―

El hombre entrecerró los ojos ante aquello.

― Dices eso, pero la vez que lo hicimos estabas más que feliz de "alegrarme" me sorprende que fueras tan amable de la nada―

Aquello si fue desprevenido y tomó a la mujer por la guardia baja.

La relación de ambos era de mera complacencia, no había ni un sentimiento, al final de todo.

Ambos no entendían el concepto de "amor" como tal, ambos eran nada más que maquinas en cuanto a emociones se tratase.

― Supongo que gano, a veces me pregunto qué tan lejos vas a ir por el conocimiento ―

Un rechistar de lengua salió de Echidna mientras que desviaba la vista con falso rubor y vergüenza.

― Para hablar así de una doncella, realmente eres un desvergonzado ―

― Tu lo ofreciste si no tenía problema ―

― Desvergonzado…―una voz cantarina hizo que el hombre riera un poco.

Era la primera vez que escuchaba algo que parecía mínimamente real de parte del hombre.

Echidna miró el libro en su mano y dio un suspiro.

No era lo que esperó, pensó que como era uno de esos libros que el hombre resguardaba iba a tener otro final, pero era lo mismo.

Una flecha en la cabeza.

Había hecho un trato un par de veces, a ella no le importaba eso, el que usara su cuerpo si es que le diera más conocimiento, solo fue una mención, lo máximo que llegó fue un intento cutre de seducción, imitando la imagen de una doncella desesperada. Después de eso el hombre se rio y le dio acceso a los libros que guardaba.

― No entiendo cómo se supone que leíste todos los libros siendo que tú mismo dijiste que son infinitos ―

Echidna tomó un sorbo de su té antes de ver al hombre que estaba mirándola con una expresión aburrida.

― Llevo aquí mucho tiempo ―

― Eso no significa que puedas hacerlo ―la mujer refutó para luego dar un suspiro.

― Oh, parece que alguien no cree que algo así sea posible ¿Celosa de lo que conozco? ―

― Pedí un sirviente y me dieron a un bibliotecario con delirios de grandeza ―la mujer dio un suspiro otra vez para luego sacudir la cabeza en signo de resignación. ― ¿Sabes de que trata el libro que tengo en mis manos? ―

― Una espada bastarda la cual fue usada en la edad media, pasó a ser vendida siglos después por un coleccionista, ese hombre la uso para jugar con cada persona que podía y asesinarla, formó un ejército que planeaba atacar una ciudad vecina, el hombre era el regente de otra ciudad, la ciudad la cual iba a ser atacada iba a ser erradicada, pero con él, antes de que se pudiera dar el cometida, una flecha atravesó su cabeza y terminó la revuelta con toda la ciudad ―Echidna miró al hombre con curiosidad momentánea.

― No creo que lo hayas leído ahora porque estaba en el extremo que ni siquiera te gusta ir ahí, supongo que uno de tantos, preguntare en otra ocasión sobre otro ―Echidna asintió con una sonrisa y le levantó la mano al hombre en signo de aprobación.

Imitar.

Ella misma sabía que solo emulaba las emociones como conocía, una máquina, el concepto ahora estaba grabado en su cabeza. Una maquina estaba programada para cumplir ciertas indicaciones, el programa indicaba que tenía que hacer y cómo actuar.

Echidna misma se consideraba algo parecido, pero intentaba aprender como funcionaban las emociones.

Pero ese hombre era prácticamente una maquina con un solo programa. El cumplir cada necesidad que se diera por aquella entidad con la que hizo el contrato.

― ¿Es eso así? Siempre puedes venir a intentarlo ―la sonrisa del hombre siempre fue algo que inconscientemente perturbó a Echidna.

Pero lo iba a dejar pasar, no era como si el hombre buscara su mal al final y al cabo.

Un libro fino de cobertura mediocre.

Los ojos obsidiana de Echidna viajaron a aquel libro antes de dar un suspiro.

Esa clase de libros no tenían nada que aportar, había leído varios de esos, pero de igual manera no tenía la esperanza de ver algo lo cual le sirviese para algo próximo. De hecho, algo lo cual pensaba de aquellas historias que encontraba era que no eran importantes para cualquiera.

Pero de igual manera estaban almacenadas en este lugar, un lugar donde el conocimiento era tan rebosante como los granos de arena. Echidna ya había pasado una década haciendo el contrato, vagando de mundo en mundo en que la humanidad era afectada por ellos mismos.

Solo para nunca ser activa en su papel, no entendía como debería hacer parte de su contrato si ni bien llegaba el hombre ya terminaba la misión incluso antes de que ella pudiera identificar lo que se necesitaba cuidar.

Aquello ocasionó que solo se sentara a leer y esperar al hombre como de costumbre.

Había interactuado con algunos niños algunas veces antes de que todo se cerrase, al parecer el manto que siempre le tiraba el hombre tenía propiedades que evitaban que alguien le reconozca o que sus características no puedan ser del todo comprendidas.

Dando un suspiro y despajando aquel pensar, Echidna se dispuso a leer el libro que tenía en su mano. Caminando hasta quedar en una de las múltiples sillas del lugar, se sentó y ojeó algunas hojas.

La historia de una daga mal hecha que uso un bandido que luego asesino a su esposa, pero antes de que matara a su hija esta tomó el cuchillo y lo clavó en la garganta de hombre. Una historia simple, pero eso fue hasta cierta parte.

¿Crees que exista un héroe que nos salve a todos?

― ¿Qué? ―el susurro de la mujer fue dado cuando leyó aquella frase dada por la niña. ― Una mujer pálida envuelta en un manto rojo le sonrió antes de responder. Feliz por la respuesta, la niña volvió a la aldea para sentir un dolor en la cabeza por una flecha que le atravesó el cráneo y murió al instante ―está historia…

Echidna se puso de pie y vio todos los libros en el lugar.

No eran biografías.

Leí todos los libros de este lugar

― Oh, me tomó un tiempo entenderlo ―Echidna susurró para luego ver el lugar con otros ojos y, sobre todo, girar sus ojos al fondo de la habitación donde su bibliotecario estaba sentado leyendo el mismo libro de siempre, el único libro que le prohibió leer.

Empujando la silla y poniéndose de pie, la mujer caminó con lentitud hasta el segundo habitante de aquel lugar. Cuando llegó donde se encontraba el hombre ella se inclinó y leyó de pasada lo que estaba en aquel libro.

― ¿Sucede algo? ―el hombre preguntó alzando la cabeza y viendo a la mujer.

― No realmente, solo tenía curiosidad de saber cuando va a ser el próximo despliegue, me dio curiosidad si podríamos encontrarnos alguna vez con algunos niños con los que hablé―una sonrisa complaciente salió en el rostro de Echidna mientras que llevaba sus brazos a su espalda para juntar las manos e inclinarse, a modo de espera.

― Oh, sorprendentemente sentimental viniendo de ti ―la sonrisa de Archer creció al ver el ceño fruncido de la mujer frente a él.

Echidna infló la mejilla e hizo una mueca de enojo fingida como para seguir bromeando.

― Solo tengo curiosidad, además después de tanto tiempo, nunca participé activamente en nada, creo que es buena idea comenzar ―Echidna se dio la vuelta, pero no necesitaba ver al hombre a sus espaldas para saber que puso una expresión molesta.

― No te voy a detener, bruja ―Echidna alzó una ceja ante aquel título.

Era la primera vez que el hombre le llamaba así.

Emiya miró a la mujer frente suyo con desinterés, incluso después de tantos años, seguía siendo la misma. Según lo que había dicho la mujer se conocían ya hace un par de décadas, peo como siempre, nunca la dejó ir directo en las ejecuciones.

Inconscientemente él quería evitar que ella hiciera eso. Por más que sentía que a la mujer no le importara lo que estaban haciendo. El hombre tampoco podía decir nada sobre aquello, si salvaba a alguien lo hacía, pero la vida humana había perdido valor hace mucho tiempo, una moneda que se usaba para comprar un valor mayor.

― ¿Es por aquí? Es bastante cerca del pueblo en el cual aparecimos ―la respuesta de Echidna hizo que un sonido de burla saliera del hombre.

― De hecho ¿Qué te parecieron los niños? Veo que te agradan mucho ―al menos eso era lo que el hombre podía decir por la forma en la que la mujer siempre se juntaba con estos.

― Fueron amables, dijeron que iban a regresar ¿Por qué? ¿Tienes curiosidad y vas a ir a verlos tú mismo? ―el tono amigable de la mujer no cuadraba con sus expresiones.

Era por eso que nunca creyó en la mujer. Emiya supuso que lo mismo iba para ella, nunca creyó en él, siempre uno intentaba ver más allá del otro para aprovechar algún aspecto. El hombre seguía sin entender como ella había sido capaz de ser convocada como un guardián, no tenía sentido. Más aquello no importaba ahora.

Un arco se creó en la mano del hombre haciendo que Echidna alce una ceja, deberían estar al menos a tres kilómetros de la ciudad principal de la cual habían venido.

― Nunca estuviste presente y tampoco es como si fueses necesaria ―Echidna entrecerró los ojos ante aquello.

Una espada se formó en la mano del hombre, pero casi al instante está pasó a ser una flecha roja.

Los ojos de Echidna se abrieron en comprensión ahora.

― Oh ―su boca se abrió cuando vio aquello y entendió del porque los libros con ese final, de donde salían los libros y como era que se solucionaba el problema.

Una lluvia roja cayó sobre aquella ciudad humana haciendo que todos empezaran a correr desesperados para evitar aquella muerte inmediata. Una flecha se dividía en decenas, cada flecha particionada iba directo a cada humano en la zona.

Los gritos junto con llantos no se hicieron esperar antes de que el hombre tensara otra vez el arco, a pesar de la distancia, por la cantidad de gente gritando fue posible el escuchar los gritos a pesar de la distancia.

Poco a poco el humo se levantó en la ciudad, las personas corrían por todos lados, intentando evitar las flechas que caían en su dirección, poco a poco aquel mar de gritos pasó a ser una torre de humo que se encendía en la ciudad.

No hubo palabras del hombre solo una expresión simple, ni siquiera afectado en lo más mínimo por lo que acababa de ocasionar.

Echidna comenzó a caminar detrás del hombre, en vez de a su lado como lo había hecho en todo ese tiempo.

― ¿Por qué necesitábamos eliminar a este pueblo? ―a paso lento ambos seguían caminando hasta llegar a la entrada de la ciudad.

― El regente de la ciudad estaba usando todos los recursos posibles para investigar una enfermedad que quería tratar y curar ―

Echidna parpadeó ante aquello en verdadera sorpresa y curiosidad. Ella no había tenido contacto directo con Alaya como lo había hecho el hombre siempre.

― No lo entiendo ¿No es algo bueno que busque la cura? ―la pregunta de Echidna fue ahora con un tono analista, intentando ver como podía aquello estar mal. Si sale una interrogante, es obvio que debería haber una respuesta, el hombre solo necesitaba buscar la respuesta.

― Esa enfermedad aún no puede ser curada ―la boca de Echidna se abrió ante aquello. El hombre a su lado seguía tan imparcial como desde minuto uno.

― Pero…―la mujer vio a su alrededor, si mal no recordaba en torno a la historia de aquellos mundos, esto debería ser al menos el siglo quince. No había muchas cosas a parte de aquello que la humanidad pudiera tener. ― No entiendo, esto afectaría más a la humanidad que a otros, deteniendo esto va a haber más casualidades en un futuro ―

― Es por eso que debemos preservar eso ―Emiya levantó el arco y apuntó a lo lejos, Echidna ya no necesitaba ver que apuntaba a una persona, era obvio, el hombre era demasiado bueno en esto.

― Esto puede ser una variable viable, no lo voy a mentir, pero tiene sus complicaciones, guerra venta de recursos, intentos de asedio, una propia guerra civil en un imperio en ascenso, todo eso sin que se tenga una cura clave aún, solo por algo que mejore un poco el estado de salud ―Emiya comentó para levantar una mano y tener una espada en esta que se formó al instante.

Echidna estaba en silencio, escuchó la tos de un niño cerca. Uno de los tantos niños con los que habló una vez llegó a la ciudad. El niño extendió la mano hacia la mujer intentando pedir ayuda.

Una espada cayó en el cuello del niño antes de que pudiera decir algo. La cabeza de este rodó hasta los pies de la bruja. No hubo reparos del hombre, solo siguió avanzando en aquel infierno.

― ¿Por qué no solo asesinar al culpable? ―la pregunta de Echidna fue ahora en un tono plano, sin emoción alguna.

― Me alegra ver tu cara de verdad, me estaba pudriendo de tu acto emocional ―

―…―Echidna se quedó quieta y esperó a que responda el hombre

― ¿No vas a decir nada? Bueno, no importa, después de todo, siempre fuiste así ―el hombre se burló de ella.

― No eres diferente, no, eres peor, yo al menos intento imitar, tu no puedes comprender si quiera ―Aquel comentario hizo que el hombre le sonriera a la mujer.

― ¿Es eso así? ―

― Deberías estar enojado ahora ―un pitido llegó en la cabeza de Echidna al momento de decir eso.

Esas palabras. Habían sido las mismas que ese sujeto…

― Y tu deberías estar menos emocional que ahora, el contrato sigue, conocimiento infinito por tu servicio, y una vez que ese conocimiento se termine entonces eres libre de irte, mal por ti ―los pies de la mujer perdieron fuerza y tropezó con la nada antes de caer al suelo y levantar la cabeza y ver al hombre sonriendo.

― Conocimiento infinito…los libros, cada uno de ellos, es la historia de una persona la cual asesinaste ―un sentimiento de miedo y odio se formó. ― Esto no es como me prometieron ―

― Nunca lo es, felicidades, eres la persona más inteligente que conocí en todo el tiempo que llevo vivo y muerto, pero a la vez eres la más torpe por aceptar algo de Alaya ―Echidna movió su mano haciendo que todo frente a ella se despedace, su poder de bruja seguía igual, no, mejor, siendo que ella ya no tenía la limitación de antes.

Como Counter Guardian tenían acceso a todo tipo de energía que necesitasen.

― Eso fue peligroso de verdad ―Echidna se giró para ver al hombre quieto con una sonrisa burlona.

Dando un suspiro la mujer se puso de pie y se sacudió el polvo.

― Perdón por mi falta de tacto ante eso, siendo que fui superada por un inconsciente colectivo me siento ofendida ―una risa salió del hombre antes de negar con la cabeza.

Echidna se enfrió al instante, no había odio u emociones fuertes ahora, solo desagrado profundo. El fuego se extendió a los alrededores haciendo que la mujer viera como los cuerpos quemados empezaban a romperse y elevando el olor de estos.

Una ciudad en escombros con una alfombra de sangre que se extendía hasta los pies de Archer, el hombre elevándose ante aquel montón de cuerpos y humo.

― Realmente pareces ahora un demonio ¿Lo sabias? ―una sonrisa se dibujó en los labios de Echidna.

El hombre resopló con diversión ante aquellas palabras.

― Eres uno también ahora, siento pena por la niña que le dijiste que podías llegar a ser un ángel, supongo que no eres una doncella normal ―aquellas palabras hicieron parpadear a la Echidna. Una suave risa salió de su boca ante aquello.

Una que no fue del todo fingida.

― Puede ser, la pobre niña, que en paz esté, habló con un aliado del demonio ―

― ¿Ahora soy el demonio? ―

― Actualmente pienso que eres Satán ―

― Eso ya fue malo, incluso para tu lúgubre intento de humor, bruja psicópata, te ves molesta por el contrato, pero también demasiado calmada ―

― Quizá no sea la información que quería, pero sigue siendo conocimiento ilimitada, me siento estofada, pero siempre puedes hacer más libros, aprendí mucho sobre los sistemas mágicos de creación al final de esto, y ni siquiera voy por una fracción de lo que hay en aquel lugar―Echidna infló el pecho con orgullo.

― ¿Debería tener miedo? ―

― No lo creo, no mataré a mi autor favorito, aunque dudo que pueda hacerlo de igual manera ―

― Oh, me honras ―extendió el brazo como para que la mujer lo enganche para comenzar a caminar antes de que ambos desaparecieran en motas de luz.

Dejando así una mancha fuera de la historia humana.

― Tengo curiosidad de algo ¿Cómo creas todos esos libros? ―Echidna preguntó con interés viendo la nueva sección de la biblioteca. ― Te estuve viendo todo el tiempo, pero la sección apareció sola ―

― Es por eso que me espiabas todo este tiempo ¿No? ―

Echidna se puso nerviosa en aquel instante, al menos eso fue lo que vio el hombre.

Nadie sabía lo que pasaba por la cabeza de aquella mujer.

―…―el silencio de Echidna solo hizo que el hombre diera un suspiro por aquel accionar de la mujer. Emiya se puso de y caminó hasta uno de los estantes y le lanzó un libro a la mujer. Echidna no entendió aquello, extendió la mano para tomar el libro.

Para luego sentir como su cuerpo caía hacia abajo y golpeaba el suelo de cara.

― Ahora, pienso que solo te gusta burlarte de esta pobre doncella ¿Quizá como el demonio que eres vas a profanarme por eso me lastimas así? ―Echidna comentó con tanta sinceridad en su tono que parecía una burla. Todo eso obviamente, siendo solo una imitación de emoción.

Pero las palabras estaban presentes de verdad.

― Posiblemente si te digo que te usaré y te daré un libro aceptarías ―

― ¿Lo harías? ―Emiya casi pudo ver un leve brillo en los ojos de obsidiana de la bruja podrida.

― ¿No tienes dignidad? ―

― No me das acceso a algunas cosas, de igual manera no afecta el contrato porque tengo aún cientos de cosas que leer, eres bastante listo para ser un demonio, oh, supongo que es donde va la expresión más sabe el diablo por viejo que por diablo ―

― Eso fue incluso bajo para ti ―

― Soy joven en edad de espíritu, te ves viejo, ese pelo son canas ¿No? ―Emiya cerró los ojos.

Todo aquello venía de una mujer que estaba con las manos atrapadas en el suelo porque una espada estaba sobre ellas.

― Lo que sea ―

― Entonces puedes transformar libros en espadas, no, eso no, creas espadas de la nada, transformas espadas en libros ¿Pero de donde quitas la información? ―Echidna se sintió liberada cuando la espada salió de sus manos convirtiéndose en motas azules, solo para ver como el hombre le extendía una mano.

― Es parte de mi magecraft ―

― ¿Eres un magus? Ese termino me es raro aún, pero por lo que dijiste ahora entiendo, pero no entiendo como quitas la información ―

― No es algo que se pueda replicar incluso tú no puedes ―

― Oh, soy bastante insistente cuando quiero algo- ―

― No tienes los materiales requeridos para recrear ese evento, y no se pueden recrear ―

― No existe tal cosa como lo imposible ―Emiya dio un suspiro por la respuesta de la mujer.

― Por cierto, tengo curiosidad de donde estamos, está biblioteca, no tiene sentido alguno, puedes crear lo que se te plazca en este lugar ―Echidna caminó viendo el lugar, las mesas y libros, todo lo que estaba era manipulable para el hombre.

― Es bastante obvio, porque está es mi realidad ―

Echidna que estaba pasando su mano alrededor del escritorio para sentir algo frio en su mano. Una espada estaba donde antes estaba el mueble.

Fue casi instantáneo, como todo lo que ella veía no era más que espadas, el techo, los libros, los muebles, todo era hecho de espadas las cuales estaban amontonadas.

― Más que una biblioteca parece una jaula ―Echidna comentó con sorpresa.

― Puedo modificar las espadas a mi antojo, pero no es tan versátil como crees, puedo crear los muebles que viste, también, pero todo en mi magia gira en una sola cos- ―Emiya fue interrumpido por la bruja.

― Espadas, veo, cambias las propiedades de la espada, como tus flechas, pueden parecer flechas, pero en su núcleo de origen son espadas, interesante, pero es un desperdicio de mana absurdo mantener eso, y no eres precisamente el sujeto con más mana que conozco ―el hombre asintió la cabeza antes de que todo lo que estaba a su alrededor brillase en azul por unos instantes antes de que una fuerte luz apareciera.

Echidna se tapó el rostro y poco a poco los abrió. Pero lo primero que sintió, fue calor, uno realmente grande, no ese aire frio de aquella biblioteca, calor como si estuviese en un…

― ¿Desierto? ―engranajes girando en el cielo de forma perpetua, el sonido de estos era bastante fuerte, el suelo pasó a ser arena, dunas que se extendían por hasta donde podía ver, y entre todo eso, espadas clavadas en el suelo esparcidas en aquel campo.

― Correcto, esta es la representación de mi alma ―la bruja se giró y vio al hombre que ahora estaba de espaldas contra un árbol seco y estéril, rodeado de espadas. El hombre estaba con las manos en su nuca mientras que se recostaba en aquel árbol.

La bruja caminó hasta quedarse al lado del hombre y con un jadeo de esfuerzo se acostó al lado de este viendo el cielo naranja con los engranajes girando.

― Prefiero la biblioteca ―

― ¿Eso es todo lo que vas a decir? ―

― No soy la persona indicada para comprender si esto "duele" o no, no me importa ―

― Eso fue frio incluso para ti ¿Y si te negara el acceso a la información ahora? Las espadas son lo mismo que los libros que aceptaste ―

― Ah ―la boca de la bruja se abrió ante aquello. ― No lo harás, me quieres demasiado para eso ―

― ¿Y tu me quieres? Lo siento, no siento eso, no me importa ―repitiendo lo mismo el hombre vio a la bruja que ahora hizo un puchero.

Ambos sabían que no iban a quitarse del camino de cada uno.

― Entonces ¿Qué eres? Dudo que seas humano, esos engranajes en el alma son todo menos normal ―

― Soy una espada ―

― Y yo una bruja ―

― Sé que intentas imitar el sentido del humor, pero al menos inténtalo mejor ―

Un resoplido salió de la mujer ante aquello, cruzándose de brazos la mujer miró al hombre con diversión, una que Emiya sabía que no era nada más que de intensiones perversas.

― Para ser una espada, hablas mucho, no me importa todo lo que hagas, lo que hiciste o lo que sea, con tal de que me des el conocimiento que deseo, no veo del porque molestarme ―

― Eso fue cruel incluso para ti ―

― Eres peor que yo, hago mi esfuerzo por intentar comprender los sentimientos ―

― Lo sé, la ira se te da bien ―

― Que desvergonzado decirle algo así a una doncella ―

― Solo veo una bruja ―

― Cállate espada, demonio tonto ―

― Pensar que antes hacías todo lo posible para mantener la mascar amigable ―

― De que sirve si ni siquiera te importa ―

Ambos se detuvieron antes de volver a mirar los engranajes.

Echidna se sentó en la arena, pero antes de que si diera cuenta ya no estaban en aquel lugar, volvían a estar en aquella biblioteca.

― Era hora ―

― No me gusta hacer esto, tengo que estar semi concentrado, no es mi mundo así ―

― Pero el mío sí, así que acostúmbrate a que tu mundo sea mi mundo ―las palabras dadas podían sonar dulces incluso añadiendo el tono de voz de la mujer.

Emiya sonrió ante aquello, esa mujer era todo menos dulce, solo dio su verdadera intensión.

― Entonces te usaré como quieres ya que eres un visitante indeseado, pero recuerda este camino, es caminar hacia el infierno ―

― Sabía que eras un demonio ―

― No fue un chiste ―

― Es difícil saberlo si es o no, eres demasiado difícil de leer ―Echidna dio un suspiro ante aquello. Ella seguía sentada al lado del hombre, la única diferencia que ahora era un sofá grande y el hombre apoyando los pies en la mesa frente a este.

― Me duele eso, tengo mejor sentido del humor que tú ―

― Cuestionable, eres aberrante en todo, si me reía era para disimular ―

― Eso duele ―la sonrisa del hombre nunca se fue.

Quizá estuviese cansado de su trabajo, pero la última vez que participó en aquella guerra. Aprendió a aceptarlo una vez más, no hubo otra salida, tampoco más opción, solo un ideal el cual seguir.

― Como si pudieras sentir algo ―Echidna comentó para ponerse de pie y caminar hasta uno de los estantes y tomar uno de los libros. ― Sabes, ahora me va a costar ver las historias como antes, solo veo espadas ―

― Yo también ―

― Eres desagradable hasta cierto punto ―

― Que lo digas tú duele bastante ―

― Debería, una doncella sabe lo que está bien y mal ―alzando la cabeza con orgullo la mujer hizo una pose de realce. ― Pero no importa, si quieres dar un algo de conocimiento que no me vas a compartir a propia voluntad, no olvides que siempre estaré a tu servicio ―un guiño de ojo fue dado por la mujer.

Emiya se rio ante el intento de la mujer de hacer algo lo cual no entendía en base a emociones. Verdaderamente ambos no eran nada más que maquinas con un vano intento de parecer reales.

― Eso si es algo que no diría una doncella ―

― Pero te gusta ―

― No me voy a quejar ―

Bueno, esto es sorprendentemente random, demasiado, y a los que preguntan, es solo un fic random, con un intento de justificación, sobre si Echidna pueda o no llegar a tener un contrato con Alaya quizá quede a la deriva. Solo lo inventé en base a lo que sé y ya, no le di muchas vueltas, pero creo que parece creíble.

Ah, esto no es lo que esperaba, este one shot, es demasiado, incluso para mí, no entiendo cómo pasó, pero bueno, noche de borracho, idea anotada en cuaderno y luego a pensar que sería interesante. Quizá no, quizá sí, no sé, sino lo escribía se me hubiera quedado en la cabeza por más tiempo.

¿Alguna sugerencia para una historia random con personajes que no los pensaría ni Dios?

Esto es ¿Romance? Ni idea, lo pondré de categoría, a ninguno de los dos le importa eso, tampoco creo que eso cambie a la larga, ah, las cosas de vivir por la eternidad y todo eso.

Si preguntan por la personalidad de Echidna, la mayor parte de toda emoción que mostró, a excepción de cuando ponía verdadera, eran meramente un intento de hacer esas expresiones, no vamos a ir arriba, ella es mala, pero no mala mala, caótico neutral.

Emiya ya está en un punto en el cual parece más un robot que otra cosa, quizá con todo lo de ubw y alguno que otro fic le de buena apariencia, pero bastante hijo de puta la verdad.

Y sobre la biblioteca, vamos, mana infinito como CG, y no creo que le cueste convertir algo de un libro, digo, el sujeto puede proyectar una máquina de algodón de azúcar…

No importa, espero que les guste esto, a pesar de lo sin sentido que es, me dio curiosidad escribir de estos. Ideas raras…

Perdón por cualquier error que esté en el capitulo y les deseo lo mejor, espero saber que opinan.

Rey de picas fuera.