Ya sé, soy una descarada. Tengo miles de fics que actualizar, pero se le ocurrió esta idea y necesitaba ponerla en word para estar tranquila. Prometo actualizar el resto pronto-prontito. Espero que les guste y me dejen un comentario contándome que les parecía. Y Bueno, el aviso legal como recordó que los personajes pertenecían a Masashi Kishimoto. Yo solo uso sus personajes para jugar. Y esperen con emoción -como yo-, el ingreso de los hermanos Uchiha y Neji a la historia para más sabor
La Matasangre
I
El imperio del Fuego, anteriormente conocido como el país del Fuego, siglos atrás fue bendecido por los dioses vertiendo su gracia sobre una de las familias fundadoras: Los Uchiha, dotándolos con la habilidad de la manipulación del fuego y con los ojos de los Dioses, que se decían, eran tan oscuros como la noche misma donde nada podía escapar a su profundidad y a su juicio.
Con el auge y el desarrollo de Konohagakure no Sato, rápidamente se instaló la capital en dicho lugar.
Debido al creciente poder militar y deseo de conquista de los primeros líderes se llevó a cabo en las primeras diez décadas del actual Imperio Uchiha de Konohagakure la unificación total de todos los clanes bajo el yugo del Imperio. Sin embargo, aunque todos los clanes que siguieron a la familia imperial desde sus inicios y los que eventualmente los acompañaron a sus campañas militares con otros países, nunca lograron reconocer con exactitud los dones que los hacían especialmente diferentes a los ojos de Dios y a sus propios clanes, salvo un par de características que desde antaño era de conocimiento público.
Un verdadero Uchiha con sangre bendita nacía por defecto con el cabello y los ojos oscuros, con la capacidad de cambiarlos a un rojo similar a la sangre.
«Los ojos de la verdad.»
Cuando un Uchiha te veía con esos ojos, ocurrían dos cosas: te volvías loco o te matabas. Todo sin que ellos hicieran nada más que observar. Un simple acto que resultaba tan aterrador como para que cualquiera se atreviese a preguntar por el acto. Todo lo demás aparte de sus características físicas, formaba parte de los secretos de la familia imperial. Cuando un príncipe nacía, no bastaba con su nacimiento, debía probar que la línea hereditaria había sido bendita por los dioses mostrando sus habilidades, y los ojos de la verdad…
II
Sakura miró su reflejo frente al tocador, sus ojos intensamente verdes brillaban a la luz de las velas a medida que su doncella principal cepillaba con delicadeza sus largos y rosados cabellos. Externamente, excluyendo su piel extremadamente blanca, no había ni una sola gota de parentezco con su padre y hermano.
—Sáquenla de aquí, es un error de la naturaleza —le había dicho su madre al visitarla en su palacio, poco antes de su muerte—. Esa "cosa" no pudo nacer de mí…
«Es posible, madre…», quiso decirle Sakura conforme fue creciendo. Mebuki Haruno, Uchiha después de casarse, tenía el cabello tan rosado como los cerezos en flor; y sus ojos, verdosos como las esmeraldas había hecho de Sakura una copia casi perfecta.
—Eres un error, no tenías que ser una copia mía… tenías que ser una copia de mi señor… Tenías que nacer como un Uchiha, no como una Haruno. He traido deshonra a Madara-sama…
Sakura lo recordaba a flor de piel, era una noche similar a esa, negras nubes de tormenta cerraban el cielo ocultando tras de ellas la luna; los relámpagos surcaban el celaje, como si tratasen de devorar al mundo. Tenía miedo en ese entonces, había acudido a su madre buscando resguardo en su regazo. Pero solo encontró el cuerpo colgado de su madre pendiendo del ventanal, una imagen aterradora que permanecería anclada a sus memorias. Desde entonces habían pasado quince años, ahora tenía veinte, pero volvía a sentir una inquietud similar a la experimentada en antaño…
—Esta noche lloverá de nuevo —susurró Sakura, más para sí que para la doncella. Sus pies, como shinobi "sensor" le hacían percibir distintas energías acercándose al Palacio del Sol, residencia del Emperador.
La doncella se apresuró a cerrar las ventanas, pero para entonces las primeras gotas comenzarón a traquetear contra la ventana.
Entonces una energía muy conocida para Sakura cruzó rápidamente en su perímetro sensorial. De alguna manera la barrera se había desactivado alrededor del Palacio y un grupo de mercenarios cruzaban raudamente, pudo reconocer el chakra de un par de caballeros, pero uno le inquietaba en particular…
—Mi hermano, ¿dónde está? —preguntó, Sakura, con urgencia. Rogaba que sus sentidos y su suposición estuviesen equivocados— ¡Shisui!, ¡pregunté dónde está Shisui!
—No lo sé mi señora, iré a preguntar.
Pero antes de que Moegui lograra abrir la puerta del dormitorio, Sakura la hizo a un lado y atracó la puerta con un atizador.
—Guarda silencio —susurró y apagó las velas del dormitorio—. Hay cabelleros ingresando a mi palacio.
La doncella se llevó las manos a la boca, visiblemente pasmada por lo que estaba aconteciendo, pero Sakura se quitó rápidamente el camisón que llevaba y Moegui se sorprendió aún más que debajo llevase pantalones de cuero, sacó de atrás del armario una espada y le indicó a Moegui que se escondiera debajo de la cama.
—Es una de las rutas de escape que la familia imperial utiliza en caso de asedio. Debajo de la alfombra hay una corredera. Entra primero, te seguiré en un minuto.
—Pero mi señora…
—¡Hazlo! —ordenó con voz impetuosa. No tenían tiempo.
Necesitaba concentrarse para ampliar su diámetro de rastreo, le preocupaba su padre. Sakura apretó sus nudillos, furiosa, sí, era cierto que físicamente no se parecía ni un céntimo a su padre ni a Shisui. Incluso sus primos del Gran Ducado compartían más características físicas con la familia imperial que ella misma, no obstante… Su padre, ya sea por pena o por lástima, nunca la había tratado "mal" como se esperaría que ocurriese. La había reconocido como La Primera Princesa del Imperio y le había dado el estatus correspondiente.
Madara Uchiha había mandado a callar los rumores que la desligaban de la línea de sucesión del trono, pero ya fuera por lástima hacia ella o por el amor que alguna vez le tuvo a su madre, la había protegido mandando a callar a quienes dudaban de su linaje. Shisui era el segundo príncipe, nacido de la segunda consorte que tuvo su padre posterior de la muerte de Mebuki, dejando el puesto de emperatriz, el clero instó a su padre a desposar a su prima de quinto grado, lo que permitió la unión, y como era de esperarse, Shisui era perfecto físicamente, había sido bendito con los ojos de Dios, lo que había hecho que Sakura se alejara de mundo social y de la corte, y de Shisui, el actual Príncipe Heredero.
Nada tenía sentido. Shisui solo tenía que esperar y el puesto sería suyo. No asediar de esa manera. Pero cuando escuchó como intentaban tirar la puerta de su dormitorio, entendió que aquello era reL, aquel que había visto como su hermano pequeño, buscaba acabar con todo lo que amenazara su ascenso al trono.
Sakura bajo por la ruta de escape y corrió violentamente en dirección al Palacio del Sol.
Por norma, el Príncipe Heredero tomaba clases de diplomacia, de esgrima, taijutsu y ninjutsu. Pero solo llegado el momento adecuado, El Emperador le transmitía los secretos de los dioses, no estaba segura que había motivado a Shisui tomar por la fuerza el palacio. A ella, como no había demostrado ser "una niña bendita" se le permitió acudir a las mismas clases de su hermano, con el tiempo y conforme fue creciendo, su profesor se convirtió en Tsunade, quien le había enseñado otro nivel de escrima y estrategias bélicas. Era claro que no la veían como una amenaza, por lo cual no veían con malos ojos lo que ella aprendiera o no… aunque a Sakura le hacía ruido las técnicas de invasión que sus antepasados habían empleado y que ella, debía conocer dada su posición marginal.
«Nunca sabes cuándo un mal azotará el Imperio…», le había dicho Tsunade.
Ahora creía entender…
III
Sakura salió por la parte posterior del palacio a un lado de una vieja estátua, lugar que de seguir adelante la llevaría hacia los bosques fuera del imperio. Pero ella había tomado en su huída un pergamino de transportación; con su espada empleó su sangre para activar el pergamino que la llevó al Palacio Interior y comenzó a correr nuevamente, esta vez hacia el pasillo principal.
Frente a ella el desplome de una larga fila de cuerpos conocidos la desconsoló, reconocía los rostros de viejos caballeros, algunos formaban parte de la guardia de su padre que habían sido especialmente amables con ella cuando el resto la miraban como una deshonra; Sakura quizo gritar del dolor e impotencia, el juramento de un caballero incluída ser la espada de su maestro, renunciando a los placeres del mundo y a la posibilidad de tener una familia. Ellos… todos esos caballeros no tendrían nadie que llorara sus muertes, nadie que reclamase sus cuerpos…
Los restantes, que también habían sido leales a su hermano no eran diferentes, más allá de la soledad de la muerte, todos ellos tenían en común las enormes manches de sangre que empañaban el sagrado camino de su majestad sobre los cuales yacían sin vida. El corazón de Sakura sintió que se aplastaba, su inocente hermano, aquel pequeño niño de cabellos negros que solía visitar el jardín de su palacio había crecido, a su criterio, como un roble recto, con lo necesario para ser un buen monarca. Pero al igual que su padre, ella también se había equivocado.
¿Shisui, qué has hecho?, se preguntó con un nudo en su interior.
No compartían la totalidad de la sangre, lo sabía, todo el mundo murmuraba al respecto pero para ella, Shisui era su hermano. Era su pequeño hermano y lo amaba. Pero tan pronto llegó a la mayoría de edad, había decidido asediar el lugar que lo vio crecer, sacrificar a las personas que lo habían protegido y aquellos a los que alguna vez le llamaron familia…
Sakura sentía la cabeza explotándole, las lágrimas caían sin poder controlarlas, el pasillo principal parecía no acabarse, y con cada paso identifcaba una nueva cara conocida. Quería detener a Shisui, ¿no era ese el deber de un hermano mayor?, lo haría, así le costase la vida.
Para cuando llegó, la sala de audiciencia del Emperador era custodiado por dos mercenarios de su hermano. Por sus sentidos, podía identificar el chackra de dos individuos en el interior, su padre aún continuaba con vida.
Sakura desenvainó su espada y aquel secreto que había mantenido tan suyo lo reveló al mundo. Sus ojos verdes que no detenían sus lágrimas se tornaron más rojos que el granate, y sobre su iris tres aspas resplandecían en medio de la noche. Su corazón latía tan rápido que era capaz de percibir su latido en la sien, si los hombres hablaron, ella no los escuchó, tan pronto como se lanzaron contra ella, Sakura cortó sus cuerpo a la mitad de un rápido movimiento. Todo lo veía de manera lenta, y su cuerpo se sentía violento, con un deseo insano por cobrar venganza por cada vida que se había perdido por una absurda codicia.
IV
Con poco decoro empujó la puerta de audiencia y encontró a ambos hombres en la mitad del lugar. Su padre se encontraba sentado en el gran trono del monarca y Shisui mantenía su afilada katana desplegada apuntando el cuello de su padre.
Shisui ladeó el rostro por un segundo, para ver quién se atrevía a interrumpir la "tierna y amena" charla filiar que mantenía con su padre.
—Ah, es la inútil de mi hermana —maculló Shisui al reconocerla, sin quitar su amenazante arma del cuello de su padre. Entonces vio algo interesante en Sakura— Vaya, así que no eres un error biológico dentro de la familia. Esto se vuelve interesante, hermana, ¿desde cuándo mi tierna hermana tiene este secreto? ¿Acaso tu lo sabías, padre?
Y la misma mirada roja con la vió a Sakura se la dirigió a Madara, inquisitivo.
—¿Es por esto que no respondiste a mis preguntas? —escupió más enojado, acercando más el filo de la katana al cuello de su padre, de donde un hilo de sangre empezó a resbalar.
Madara vió la impulsividad en su hijo. No le costaba nada librarse de aquella risible situación. Pero le inquietaba ver hasta que punto era capaz de llegar Shisui. Que Sakura apareciera para enfrentarse a su hermano era algo fuera de sus cavilaciones, no aparecía ni en la más remota de sus probabilidades varajeadas.
—Ocultándome cosas, negándose a hablar. Los dos son de lo peor…
Shisui no terminó de hablar, su cabeza explotó en ira y con ello se le fue el último hilo de racionalidad. Había estado enojado desde que le había preguntado a Madara por los tesoros de los Dioses, sabía que eran tres y se podían ejecutar con el poder de sus ojos, él deseaba dominarlos ya, no cuando fuera viejo y su cuerpo estuviese senil por la edad, justo como el de su padre. Él ya había alcanzado la mayoría de edad, por ende, podía recibir el trono. No había motivos para que su padre se negara. Y si de todas formas no le iba a dar lo que buscaba, su padre no tenia ningún motivo para vivir…
Y se avalanzó sobre él, pero lo último que escuchó fue el grito desesperado de Sakura, ella lo había tomado del cabello desde atrás, exponiendo su blanco cuello.
Lo que ocurrió después, fue Madara limpiando la tibia sangre que había cubierto su rostro y su cuerpo. Sakura había decapitado a su hermano.
No podía creerlo. Su cuerpo había actuado por sí mismo. El chakra de su hermano se había vuelto sumamente inestable y su intención asesina se disparó. Y ella…
Ella…
—Yo he matado a mi hermano… —Sakura soltó su espada, la misma con la que había entrenado gran parte de su adolescencia. Había visto su forja, la había blandido muchas veces, pero nunca la había usado en una lucha real, y de pronto… ella la había templado con la sangre de Shisui. La espada se le hizo infinitamente pesada, su espada no solo le era pesada, sentía espinas. La sangre de su hermanito había hecho brotar espinas desde la empuñadura hasta el final de su filo.
Sakura se dejó caer de rodillas, su pecado era imperdonable.
—Padre, yo… No… —se corrigió, era incapaz de llamarle padre al hombre al que le había arrebatado a su querido hijo— Su majestad, he cometido el peor de los pecados, recibiré su castido con los brazos abiertos.
Madara observó a su hija incada, al parecer, su hija era incapaz de darse cuenta que seguía llorando, y algo más… Había algo más que debía comprobar.
—Levántate y mírame a los ojos, Sakura —Los ojos enjuagados en lágrimas miraron llenos de dolor a su padre. Pero su padre permanecía inexpresivo— Un emperador debe tener cuidado con sus palabras, incluso si aún eres una princesa. Todas las paredes oyen. Y reconsidera tus acciones así sean pesadas para tu corazón. Mataste a tu hermano, eso no cambia…
Sakura sintió que su corazón terminaba de despedazarse, Madara observó su rostro y la sostuvo del mentón, evitando que volviera a realizar un acto tan vergonzoso para alguien con sangre noble.
—Pero también mataste a un traidor y detuviste la caída de la Familia Imperial y la invasión del Palacio. Shisui vino primero hacia mi, y mandó a otro séquito a tu Palacio, la finalidad era clara. Traición. Y la traición se paga con la muerte. Ahora tú —Madara hizo una pausa, observando con detalle los ojos de su hija, quien había logrado calmarse levemente—. Desconozco desde hace cuando has despertado tu bendición y el motivo por el cuál lo mantuviste en silencio, pero hoy, has despertado algo aún más insólito.
Sakura miró a su alrededor, el cuerpo de su hermano seguía tendido cerca del trono y no podía evitar concentrarse en algo más. Madara se percató de ello y cubrió el cadaver de su segundo hijo con su capa.
—Las bendiciones suelen venir con maldiciones, Sakura… la locura forma parte de nuestra sangre. Cuando te vi por primera vez, tan diferente a la sangre maldita de los Uchiha, pensé que crecerías libre y bella como una flor silvestre; pero sabia como los libros donde solías esconderte. Aunque eres sangre de mi sangre, tenía la esperanza de que la sangre de Mebuki fuese más fuerte, pero… antes de continuar, dime, ¿desde cuándo tus ojos han cambiado?
Sakura dudó un segundo, y sonrió con melancolía. Los recuerdos llegaron raudamente a su mente uno a uno. Era imposible olvidarlo.
—A los cinco años, ante el primer rechazo real de mi madre —respondió—. Después de despreciar mi existencia lloré por horas, y cuando me vi al espejo mis ojos eran rojos, con una muesca en ellos; la segunda ocación fue cuando encontré a mi madre en su habitación, su fallecimiento fue un impacto que atormentó mi corazón. Y hoy… al cruzar por el pasillo principal y encontrarme con lo sangre y cadáveres de las personas que alguna vez nos sirvieron, algo cambió en mi corazón. Dolor, tristeza, angustia…
—El corazón de mi hija parece ser del agrado de los Dioses —Madara chasqueó los dientes enojado, maldiciéndolos por dentro—. O les divierte.
Se acercó a Sakura y la abrazó profundamente, tratando de reconfortarla. En el pasado creía que mantenerla alejada del corazón de los Uchiha estaría segura, pero ahora veía la consecuencia de su negligencia.
Se llevó una mano a la frente, no esperaba que sus hijos fuesen puestos a prueba de aquella manera. En especial Sakura, a quien creía haber alejado del dolor del mundo, sin darse cuenta que la había arrojado para ser despedazada por los lobos.
—Sakura… —la volvió a llamar con voz seria— tus ojos han vuelto a cambiar y no te has dado cuenta. Shisui quería saber el secreto detrás de nuestros ojos, y solo hay una verdad, nuestra sangre bendita necesita de una vida llena de maldiciones y desgracias para alcanzar la perfección que llaman bendición. Para que tus ojos cambien, las personas de nuestro linaje debe sufrir una serie de eventos emocionales lo suficientemente fuertes o impactantes para que puedan liberar el potencial de sus ojos. Has superado las tres aspas de tus ojos con la perdida de tus seres amados, y al arrebatarle la vida a tu hermano, ha sido lo suficientemente doloroso para llevar tus ojos a otro nivel, esa es la forma de llegar al camino de los tesoros de los tres Dioses. Por supuesto, no podía explicarle eso a Shisui. La codicia es capaz de llevar a la perdición a aquellos que pierden el respeto por la vida.
Para recibir la gracia de Dios, debes ser capaz de dar algo igual de importante a Dios. Es una regla de la vida el dar para recibir, pero para nuestra familia, el sacrificio es demasiado grande. Solo aquellos que venden su alma y rechazan su humanidad avanzan por el camino de la Gracia, y una vez ahí, no hay lugar para el arrepentimiento.
Madara dejó de hablar pero la cabeza de Sakura seguía siendo un ovillo. Era cierto que el hermano gentil que conocía había cambiado frente a sus ojos. Sin embargo, en su corazón vivía el pequeño Shisui que recogía violetas para ella solo porque se le veían bien a su hermana mayor. Ella nunca había hecho diferencia entre ambos, aunque el origen de sus madres fuese diferente.
Si lo que su padre decía era cierto, Shisui había decidido rechazar su humanidad. La locura de su sangre podía aparecer como algo natural o como algo motivado por la codicia.
Ojalá hubiese podido prevenir aquella tragedia. Algo o alguien tuvo que haber seducido su mente si su hermano desconocía la información que su padre acababa de confesarle. El Shisui que conocía no hubiese sido capaz de renunciar a todo por codicia. Lo que sea con lo que lo hayan tentado debió ser irrechazable para él.
—¿Sakura?
—¿Si? —preguntó por inercia, Sakura.
—Te preguntaba por qué ocultaste tu bendición de mi.
De nuevo una sonrisa melancólica adornó los labios de Sakura. Era evidente.
—Padre, el nacimiento de Shisui fue una bendición imperial. Cuando él dio señal de haber heredado la bendición de los Dioses, fue otra celebración nacional. Para entonces Shisui se había instituido y envestido como el Príncipe Heredero. ¿Qué hubiese pasado si la Primera Princesa, hija de la primera Emperatriz también despertaba su bendición y heredaba el don del clan Haruno?
Madara la miró ligeramente asombrado, nunca había desechado la idea, después de todo su hija se parecía físicamente a Mebuki.
—La facción que apoyaba a mi hermano se hubiese dividido entre los que apoyarían al segundo príncipe y a la primera princesa. El linaje siempre ha importado, mi madre como primera emperatriz tenía mayor peso que la madre de Shisui. Además… padre, yo heredé el "Sensor" de mi madre. La lucha por el trono nos habría despedazado, y Shisui era demasiado joven para encontrarse en medio de una guerra política. Inevitablemente nuestro padre también sería presionado por darle su favor uno de nosotros.
Madara soltó un largo suspiro. Sakura tenía razón. El sacrificio de su hija había hecho su vida política bastante cómoda, sacrificando en el proceso la vida de ía que arreglar todo aquello de manera urgente. Había sido un pésimo padre tanto para Shisui como para Sakura. Y quizá, de ahora en adelante, haría que Sakura cargase con más sobre sus hombros. Madara hizo un par de sellos con las manos e invocó a varios shinobis de "sombra", que fungían como las manos y los pies del Emperador.
—Convoquen de manera urgente a los jefes de los Clanes fundadores y a los aristógratas de alto rango viejos y emergentes. Es una orden del Emperador.
Madara hizo un gesto con la mano y uno de los shinobi de sombra movió con sumo cuidado los restos del segundo príncipe a un feretro de madera. Su cuerpo seguía envuelvo en la capa del emperador y a un lado la katana con la que había intentado arrebatarle la vida a padre e hija.
Madara se sentó en su trono y junto a él mandó a colocar un sillón donde Sakura se sentó a su derecha. No obstante, no se permitió que ninguno de los dos se cambiasen de ropa. La sangre que anteriormente estaba fresca y tibia, poco a poco se habia ido secando, hasta que la sala de audiciencia comenzó a llenarse de nobles y líderes de Clanes. Por supuesto, los cadáveres del pasillo principal seguían ahí.
¿Quizá como una advertencia?
Cuando la sala estuvo llena y los shinobi de sombra custodiaron la entrada y el interior del salón, entonces Madara comenzó a hablar:
—Para muchos, no debe sorprenderles que durante la noche haya habido un acto de traición en el Palacio Imperial.
—Oh, claro que nos sorprende, su majestad…
—¿En el Palacio Imperial? Imposible, se trata del lugar más seguro del imperio… ¿quién podría?
Pero Madara los cayó con un rugido.
—¡No les he ordenado hablar! El principal traidor ha sido El ex Príncipe Heredero. Shisui intentó tomar directamente mi vida y la vida de La Primera Princesa, y ese acto de traición y rebelión no pudo organizarlo solo. Lo que quiero decir son dos cosas, la primera, es que hay unas malditas ratas tratando de roer mi Trono e Imperio, y segundo, los he reunido de emergencia para anunciarles oficialmente que nombré a La Primera Princesa como Princesa Heredera.
De pronto toda la sala se llenó se rumores, desde los que mencionaban que la primera princera no había demostrado su valor, otros siseos mal intencionados que mencionaban que la Primera Princesa no era sangre de su Majestad, que era un espantapájaros… pero el peor de todos fue un susurro que la llamó MATASANGRE.
Una matasangre como sucesora…
El cuerpo de Sakura se erizó, y sintió como su estómago dió vueltas. Tenía ganas de vomitar de solo recordar a Shisui.
Matasangre. No estaban equivocados… Lo era, era una Matasangre…
Entonces la enorme mano de Madara se posó encima de la minúscula mano de Sakura y la acarició suavemente, como una forma de confortarle y de decirle que él la apoyaba.
—¿No se preguntan por qué la Princesa Heredera y yo estamos manchados de sangre? Hasta un idiota se daría cuenta que no por diversión; la Princesa Heredera defendido con honor y valentía su Palacio y ha venido a ofrecer ayuda al Palacio del Sol, sin embargo, para entonces gran parte de los sirvientes y caballeros habían sido asesinados por Shisui. La Princesa Heredera es mi benefactora, arriesgó su cuerpo y se enfrentó al segundo Príncipe. Y hay algo más… Mi sucesora ha superado los dones de mis ojos. No es necesario dar grandes explicaciones del Don bendito de la Princesa, pero pueden ver que en sus ojos que ella ha "Despertado" y ha sido reconocida por los Dioses por su paciente espera. Por lo cual la reconozco a La Primera y única Princesa como mi Heredera, a partir de hoy puede ejercer extensamente su poder con todo mi respaldo.
Sakura, que había estado observando con minucioso detalle las expresiones de los viejos con el sharingan activo, descubrió un sin fin de actitudes extrañas y nerviosas que le decían que por el bien de la verdad, tenía que investigar personalmente a dichas familias. Y si las palabras de su padre eran ciertas, podría descubrir la verdad, y de alguna manera, calmar la culpa de la pérdida de su hermano.
—Siendo así, su Majestad El Emperador —dijo Sakura, levantándose de su asiento, con el sharingan brillando en todo su esplendor—. Me gustaría tomar mi primer trabajo oficial como Princesa Heredera con la investigación del caso de traición e intento de asesinato de la Familia Imperial. Aquellos que hayan conspirado, serán castigados bajo las leyes del imperio.
Y BIEN? ¿QUÉ OPINAN? ES UN TIPO DE AU DIFERENTE A LO QUE ACOSTUMBRO, SOLO ESPERO QUE LES GUSTE Y SE DIVIERTAN TANTO COMO YO LO HAGO ESCRIBIENDO
