Capítulo VI: "Color escarlata"
Ese día, se había despertado con el positivismo por las nubes. Le costaba muchísimo mantener su estampa de chico serio, frío y amenazante. Ese día, podría decirle que sí a cualquier cosa.
Preparó su desayuno, puso en marcha su estómago, salió de la casa con una sonrisa imposible de evitar en su rostro y se subió a su automóvil. Pasó a comprar temprano unas flores artificiales para que nunca se le marchitaran a su querido novio. Unas rosas blancas sabía que iban a gustarle a su dulce rubio.
Una vez comprado el ramo, lo colocó en el asiento trasero y se dirigió hacia la empresa donde trabajaba. Quedaba bastante lejos el lugar, pues él no vivía en Konoha, sino que en una ciudad cercana.
Estaba tan feliz ese día que quería divertirse un poco. Además, el automóvil que tenía era nuevo, pues, hacía menos de un mes, había podido comprarlo y todavía no lo había acelerado como le hubiese gustado. Ese día, estaba bastante animado, así que se dispuso a subir de a poco la velocidad hasta llegar a sobrepasar la marca permitida en la carretera alterna que iba a Konoha.
La adrenalina lo invadió. Le gustaba la velocidad, pero siempre había sido muy prudente, como pensaba que era en ese momento, ya que la carretera estaba desierta.
Sin embargo, la felicidad duró escasos minutos en esa vorágine de emociones enérgicas, pues de la nada apareció un automóvil negro que iba a casi la misma velocidad. Pudo verlo por el retrovisor, pero no veía al conductor, ya que llevaba vidrios polarizados. Le resultó increíblemente sospechoso, pues era demasiado temprano para que apareciesen otros vehículos en esa carretera desierta que empezaba a poblarse cerca del mediodía. Era justo por eso que la había elegido para ir a tamaña velocidad.
Sin pensarlo dos veces, apretó aún más el acelerador y el perseguidor hizo lo mismo. Sasori comenzó a ponerse nervioso, pues estaba muy en desventaja con un sujeto que lo estaba siguiendo, porque era demasiado obvio. Un auto con vidrios polarizados que aceleraba en cuanto él lo hacía. Era la presa de su perseguidor.
Tratando de no apartar demasiado la vista del camino, tocó la pantalla de su teléfono que tenía colocado en el portador de celulares de su auto y buscó un contacto para comenzar a llamar. Fue atendido.
—Kisame—pronunció el nombre de su posible salvación en un tono que intentó que sonara calmado.
—¿Qué sucede, Sasori? —preguntó al otro lado de la línea.
—Estoy en la carretera alterna de Konoha. Me están persiguiendo—le explicó poniéndose un poco nervioso.
—¿Puedes ver de quién se trata?
—Tiene vidrios polarizados—respondió apretando el agarre al volante.
—Intenta perderlo. Trataré de alcanzarte. No estoy lejos de allí—le dio esperanzas.
Sasori suspiró con algo de alivio.
—Kisame…—pronunció su nombre en un susurro.
—Dime.
—Esto… no es obra de Itachi, ¿verdad? —preguntó en duda, porque algo le había estado oliendo mal desde hacía días.
—Trataré de alcanzarte. No te preocupes. Llegaré pronto, niño—respondió y colgó la llamada.
Sasori se puso aún más nervioso, pero trató de pensar en cómo podía perder a su perseguidor cuando, de repente, oyó el sonido de un disparo y vio cómo todo se puso color negro.
La bala que había sido disparada desde la ventanilla del automóvil perseguidor había impactado directo en una de las ruedas del automóvil de Sasori, haciendo que éste inmediatamente perdiese el control y diese, al menos, unas cuatro vueltas de campana y después derrapara unos cuantos metros quedando el automóvil con el techo sobre el pavimento, que ya estaba comenzando a mancharse con gotas escarlata.
El otro automóvil, que antes lo había estado persiguiendo, dio media vuelta y se retiró a toda velocidad del lugar. El conductor sabía que el joven pelirrojo no tenía posibilidad de sobrevivir a tamaño siniestro vial.
A los pocos minutos, otro automóvil se dirigía a toda velocidad hacia el lugar del accidente sin saber su conductor que se encontraría con tal horrorosa escena.
Un hombre de cabello azul se bajó de su automóvil del mismo color a unos metros del auto reducido a chatarra y se acercó apresurado. Fue directamente hacia la zona que se suponía era del conductor y pudo ver al joven Sasori completamente ensangrentado y con sus ojos cerrados. Se llevó las manos a la cabeza sin poder creer lo que estaba viendo, pero, sin pensárselo dos veces, tomó su teléfono e hizo una llamada que no tardó en ser respondida.
—Kisame—dijo la persona al otro lado de la línea.
—No me lo vas a creer…—le dijo casi en susurro.
…
Itachi estaba en su casa desayunando con su hermano, como casi nunca lo hacía, cuando su teléfono sonó por una llamada. Vio el remitente y contestó de inmediato.
—Kisame.
—No me lo vas a creer…
Por el tono en el que le respondió su amigo y compañero ya sabía que se trataba de malas noticias. Alejó su taza de café y su rostro expresó una seriedad aún más marcada que la de siempre.
—Dime qué fue lo que sucedió—pidió tratando de no ponerse nervioso.
Hubo un silencio que no duró más de treinta segundos y el sonido de un mensaje de WhatsApp se oyó.
—Velo por ti mismo—le respondió Kisame.
Inmediatamente, sin cortar la llamada, Itachi revisó su WhatsApp. En el chat de Kisame, había una foto. La abrió y sus ojos se abrieron grandemente expresando sorpresa y horror.
La cara que no pudo evitar hacer le advirtió a Sasuke que algo malo había pasado como para que su hermano hiciera ese tipo de expresiones.
—¿Qué pasa, Itachi? —preguntó Sasuke intrigado.
Itachi volvió a colocar el teléfono en su oído sin responderle a Sasuke, se desajustó un poco la corbata y se llevó una mano a su rostro.
—Averigua quién fue…—dijo casi en susurro.
—Tú sabes quién lo hizo—recibió como respuesta.
—¿Tú ya hiciste lo que te pedí? —le preguntó.
—Es cuestión de esperar. Kakuzu pronto pagará su traición—le respondió.
—Bien… ¿Tenía familia? Él nunca me contaba nada…
—Hermano, ¿qué pasa? —volvió a preguntar Sasuke sintiendo aún más intriga, pero sin que su rostro lo demostrase.
Solamente recibió una seña de su hermano que le indicaba que esperase.
—Solamente sé que tiene a su abuela y… supe por Hidan ayer una cosa que no sé si te caerá en gracia, pero él y Deidara eran amantes hacía ya unos cuantos meses. Ayer se hicieron novios—le explicó.
Itachi hizo silencio unos segundos procesando la información recibida.
—Kisame, ¿estás seguro de que…? —fue interrumpido.
—Está muerto, Itachi. Está muerto…—le dijo con pena.
Hubo otro silencio que duró unos treinta segundos.
—Bien, no importa… Avísale, por favor, a su abuela y yo le digo a Deidara—le dijo antes de soltar un pesado suspiro.
—Bien… Supe que Sasori iba a pasar por él después de la escuela. Sería un buen momento para avisarle sin arruinarle las clases—sugirió.
—Perfecto. Encárgate de todo…Ya sabes—le dijo teniendo la mirada clavada en la mesa.
—Bien. Para la policía, fue un accidente y nosotros nos encargamos—le respondió.
—Exacto. Te veo luego—le dijo y después colgó.
Itachi guardó su teléfono en el bolsillo de su traje y le dio un sorbo a su café mientras se tocaba la frente con su mano libre.
—¿Me dirás qué ocurre? —preguntó con seriedad Sasuke sintiéndose inquieto por la imagen de su hermano tan decaído de pronto.
Itachi hizo silencio unos segundos antes de soltar un largo suspiro.
—Sasori… uno de mis empleados de mayor confianza en la empresa, acaba de tener un grave accidente en la carretera alterna que llega a Konoha—le respondió dándole otro sorbo a su café.
—Y… ¿cómo está? —le preguntó temiendo la respuesta y sintiéndose incómodo sin saber mucho qué decir en esa situación.
—Está muerto—respondió simplemente.
Sasuke abrió los ojos un poco sorprendido sintiéndose mal por su hermano, a quien, seguramente, le había afectado mucho la noticia.
—Tú… ¿estás bien? —Preguntó tratando de buscar sus ojos para verlos—¿Era tu amigo además de todo?
—Algo así—suspiró—En proceso, digamos—le regaló una leve sonrisa que duró menos de un segundo antes de levantarse de la mesa.
—Lamento lo que le pasó—le dijo Sasuke sin mirarlo.
Realmente, no sabía cómo actuar en esas situaciones. Se sentía incómodo y con el orgullo fastidiándolo, ya que no se animaba a ir a abrazar a su hermano o a decirle algunas palabras más cálidas.
—Ya—respondió Itachi entendiendo que a su hermano le costaban las expresiones.
A él también le habían costado en su momento, pero, con el tiempo, se había vuelto más suelto apartando el orgullo un poco de su vida.
—Mencionaste a Deidara—dijo Sasuke sintiendo curiosidad por eso.
—Deidara era su novio o algo así. No sé muy bien—respondió dando otro suspiro.
Sasuke se sorprendió, pero no lo dio a notar. Sintió cierta pena por el rubio, pero luego se acordó de la maldad que había intentado hacer con Naruto y se le pasó, pero, de igual forma, no le deseaba tanto el mal.
—Espero que ese idiota esté bien luego de esto…—dijo casi en susurro.
Su hermano mayor asintió y salió del comedor. Tenía trabajo que hacer.
Sasuke estuvo sentado a la mesa acabándose su desayuno mientras esperaba el mensaje de respuesta de Naruto, el cual llevaba esperando desde el día anterior. Ya no iba a recibir respuesta alguna y eso lo entristeció.
…
Punto de vista de Naruto
Me desperté esa mañana con un dolor de cabeza insoportable de tanto pensar en las miles de cosas que habían ocurrido el día anterior. No sabía si debía ir a clases ese día, porque no tenía muchas ganas de ver a Sasuke o al director, aunque no debiera reunirme con él, porque le había pedido a la abuela Tsunade que ella fuese quien hablase por mí, aunque yo pareciese un cobarde, pero prefería pasar por un gallina antes de contar que lo había visto teniendo sexo con Sasuke y que no soportaba su presencia por eso… No quería traerle problemas a Sasuke, porque, si por mí fuera, ese viejo asqueroso se podía pudrir en una celda.
Había hablado con la abuela Tsunade sobre todo lo ocurrido omitiendo detalles e inventándome algunos otros. Obviamente, tuve que contarle que no me gustaban las chicas, pues sí le tenía confianza y ella se lo había tomado como algo normal, lo cual me había aliviado. Le había dicho que había visto al chico que me gustaba con otra persona, que todo se me había juntado con la inmensa soledad que tenía en mi interior por nunca haber conocido a mis padres, por la ausencia de mi padrino y porque siempre me estaban acosando los brabucones del orfanato como Deidara y Hidan, lo cual todo era verdad, pero podía con ello, excepto con lo de Sasuke. Ella había entendido que era algo que se hacía difícil en la adolescencia y había insistido en que debía visitar a un psicólogo para remediar la situación y afrontar con entereza toda mi vida, a lo que me había negado rotundamente con la promesa de no volver a atentar contra mi vida. No había quedado convencida, pero había creído en mi palabra. Aun así, quería que me pensara lo del psicólogo. También habíamos decidido que todo esto quedase en secreto entre ella, Gaara y yo para que no hubiese problemas más graves y para que nadie del orfanato estuviese atormentándome con preguntas y estupideces.
Había recibido el día anterior un mensaje de Sasuke pidiéndome que le avisara sobre mi llegada al orfanato, pero no le había respondido nada. Eso sí, me había leído el mensaje unas mil veces hasta el final del día y después, en la noche, hasta que me había quedado dormido.
Era la primera vez que recibía un mensaje con palabras que parecían normales, pero era una rareza que saliesen de él, como el rogarme hablar conmigo el día anterior bajo la lluvia y decirme que no le importaba que el mundo se le cayese encima tan sólo para poder hablar conmigo. Eso me había conmovido y me había hecho sentir algo muy lindo en mi interior que prometía sanar las heridas, pero después había pensado en lo que había ocurrido con Gaara y me había preguntado qué era lo que había sido aquello… ¿Por qué me había sentido tan bien a su lado hasta el punto de considerar estar con él como algo más que amigos y dándole un beso? Había sentido que no había sido justo ilusionarlo de esa manera, porque, cuando las horas habían pasado, y, al leer el mensaje de Sasuke, recordarlo bajo la lluvia diciéndome aquello había despertado lo que había sido anestesiado por la presencia de Gaara y no quería estar jugando con dos personas al mismo tiempo. Puede que Sasuke no sintiese por mí nada más que amistad, pero yo seguía estando enamorado de él y no podía pretender que Gaara me arrancase a besos ese sentimiento.
Primero, debía desencantarme de Sasuke para después pensar qué era lo que quería, porque yo adoraba a Gaara, pero no sabía si podía llegar a llamar a eso "amor". Tal vez sólo había sido un impulso del momento, como él me había explicado, y estaba bastante convencido de eso, pero… ¿realmente, quería desencantarme de Sasuke? ¿Por qué había ido a buscarme? No había necesidad si solamente era mi amigo. Me había buscado para hablar conmigo y, seguramente, darme explicaciones como si fuese su pareja a la que había engañado cuando solamente era su amigo. Estaba realmente confundido, pero la confusión se me iría en cuanto hablase con él… Lamentablemente, no me sentía con ganas, pero debía enfrentarme a él.
Fin del punto de vista de Naruto.
…
Punto de vista de Sasuke.
Me dirigía hacia la escuela. Había salido más temprano de lo normal para estar esperando a Naruto en cuanto llegase, así podríamos hablar antes de que comenzaran las clases, porque estaba seguro de que sería así. Naruto llegaría más temprano para poder evitarme, aunque podría llegar a no ser exactamente así, pues tal vez decidiría llegar un poco más tarde para poder evitarme igualmente. Apelé a la primera opción.
Al primero que vi llegar fue a Deidara junto con su estúpido mejor amigo, Hidan. Ese día, le esperaba una muy mala noticia a ese tonto que, realmente, me daba pena. Mi hermano se encargaría de que estuviese bien. Después de todo, era como su protegido, aunque no sabía muy bien por qué se tomaba tantas molestias por un chico como él. Suponía que tendría sus razones.
Llegaron muchos estudiantes, generalmente, los que siempre llegaban antes de clases para poder hablar o que eran fanáticos del estudio, pero Naruto no llegaba. En cambio, sí llegó alguien, y no era precisamente de mi agrado, sino todo lo contrario. Venía caminando al lado del otro que no me caía mal, pero tampoco era mi amigo ni nada que se le pareciera.
Pasé a mirar a otro lado ignorándolos por completo. Sai pasó de mí y se adentró al edificio, pero, para mi sorpresa y mi desagrado, Gaara no hizo lo mismo, sino que se detuvo justo frente a mí, haciendo imposible que ignorase su molesta presencia.
—Uchiha—me mencionó.
—¿Qué quieres? —pregunté mirándolo con hostilidad y en un tono poco agradable.
—Tenemos que hablar—me dijo con su cara seria que me daba un asco increíble.
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Ahora apártate de mi vista que me estorbas—le dije cruzándome de brazos y mirando hacia la dirección por donde debería venir Naruto.
—Es sobre Naruto. Hay algo que debes saber—me dijo y lo miré con molestia.
Detestaba que mencionara el nombre de mi rubio.
—Lo que sea que deba saber de él que venga y me lo diga él. Lárgate.
—Él llegará un poco más tarde. No lo esperes… Además, lo que debo decirte te va a interesar si mis sospechas son ciertas—me dijo y logró causarme una curiosidad mezclada con preocupación.
Solamente lo quería escuchar para saber sobre Naruto. Estaba seguro de que lo que ese idiota me diría sobre él era verdad, porque mentir no era uno de sus defectos.
Nos dirigimos hacia adentro del establecimiento en un sector del patio donde no había nadie cerca.
—Habla—le exigí con poca paciencia.
—¿Naruto te importa? —me preguntó y me sorprendí.
—Eso no es algo que sea de tu incumbencia—le respondí molesto—Si tienes algo realmente importante que decirme, hazlo o deja de hacer que pierda mi tiempo.
—Necesito saber la respuesta para poder contarte o, de lo contrario, esa información no será de tu incumbencia—me dijo y tuve la sensación de que cada cosa que salía de su boca parecía un jaque mate.
—Naruto es mi mejor amigo—le respondí.
—¿De verdad? No se nota—me dijo y apreté los puños—Puede que eso parezca a simple vista, que tampoco lo parece. Tienes que decirme si él realmente te importa o, mejor dicho, dime lo que sientes por él. ¿Lo quieres?
—¡Tsk! —ese sujeto sí que me fastidiaba, pero debía responder para saber qué quería decirme sobre mi rubio—Escúchame, maldito entrometido… —procuré bajar la voz para que nadie más oyera lo que iba a decir luego de eso—Quiero a Naruto más de lo que tú podrías imaginarte o de lo que tú podrías llegar a quererlo en tu maldita vida. Ahora dime lo que tienes que decirme—exigí muy enojado.
—Muy bien…—se cruzó de brazos—Te voy a contar todo lo que pasó ayer después de que te vio en una situación íntima con otra persona, la cual no sé quién es—me dijo y miró hacia el cielo para luego suspirar.
—Habla. ¿Qué ocurrió? —exigí para que continuase.
—Luego de enterarme de que él había salido de la escuela en el horario de clase, yo también lo hice para ir a buscarlo, porque me preocupé por él. Lo busqué por todos lados, pero supe a dónde ir luego de buscar en ciertos lugares. El lugar donde le gustaba ir a veces cuando nos dejaban salir a pasear juntos—se detuvo unos segundos y me desesperé.
—¿Dónde?
—El puente de Konoha—respondió y me miró a los ojos—Naruto fue al puente de Konoha, pero no fue a observar la vista, como solía ir a hacer, sino que fue para otra cosa—de nuevo, se detuvo mientras me clavaba su irritante mirada en los ojos.
—¿A qué fue? —pregunté con desesperación.
—Cuando yo llegué al puente, vi cómo Naruto se había lanzado por él hacia el vacío y vi cuando su cuerpo impactó contra las frías aguas—me dijo y sentí cómo mi corazón se estrujó haciéndome sentir mareado.
—¿Qué…? —pregunté casi sin aliento.
No podía ser… Naruto había intentado quitarse la vida por mi culpa… No podría perdonármelo nunca.
—Obviamente, corrí hasta la orilla más baja del barranco y me lancé sin pensarlo. Cuando lo saqué del agua, creí que estaba muerto, pero le hice RCP y pudo reaccionar. Luego lo llevé a la cabaña de mi hermano, estuvimos ahí hasta que se recuperó del todo y me contó lo que le había sucedido. Después de eso, regresamos a casa, aunque antes quiso agradecerme—dijo y, cuando oí lo del agradecimiento, sentí náuseas.
Realmente, tenía miedo de la respuesta. Por el tono en el que había mencionado lo del agradecimiento no se estaba refiriendo solamente a un simple: "gracias, Gaara, por salvarme".
Solté una leve risa amarga.
—Quiso agradecerte…—dije casi en un susurro—¿De qué maldita forma le pediste que te agradezca el favor? —lo miré con odio, porque no podía creer que Naruto hubiese tenido la iniciativa.
—No te equivoques, Uchiha. Yo no obligué a Naruto a nada. De hecho, quien me lo pidió fue él. Yo, al principio, no quería hacerlo—dijo y me sentía cada vez más rabioso y deseaba partirle la cara, pero antes quería terminar de saber.
—¿Hacer qué…? —pregunté casi en susurro.
La sangre me hervía y, rápidamente, llegaba a mi cabeza, recorriendo y calentando todo mi cuerpo mientras mi respiración se agitaba y mi corazón se aceleraba.
—Naruto decidió agradecerme con un beso. Después llegaste tú—me dijo.
Lo sabía. Sabía que se habían besado o que se estaban por besar. No puede ser… Naruto, pero si tú me habías escrito esa carta donde decías que no deseabas que nadie te tocara, ni aunque yo te rechazara. Entonces… ¡¿por qué demonios hiciste eso?! ¡¿Por qué lo besaste?!
Sin pensarlo, le di un fuerte puñetazo a la pared que tenía al lado.
—Debes saber que siento un profundo aprecio por Naruto que va más allá de querer tener una amistad con él, así que, si tú no lo ves de la forma en la que él te ve, te voy a pedir que te apartes y me dejes el camino libre—me dijo y solamente quería que cerrase la boca.
—Cállate… Cállate… ¡Cállate! —Pasé a mirarlo con odio y rabia—Voy a matarte…—comencé a acercarme a él, pero no había miedo en sus expresiones.
—Te recomiendo que no lo hagas, Sasuke. Trata de controlarte—me dijo, pero estaba enceguecido y lo tomé de la camisa para luego azotarlo contra la pared.
—¿Que te deje el camino libre? Lo único que voy a hacer será desaparecerte de mi camino… Te arrancaré el alma como tú acabas de arrancarme la mía—lo sujeté del cuello con mi mano y comencé a apretarlo para comenzar a ahogarlo.
—Uchiha,… si… realmente sientes algo… por Naruto,… deberías… hablar con él…—me decía con dificultad y sus palabras me sorprendieron, pero no abandonaba mi postura.
—No quiero que de tu boca salga su nombre una vez más. Te prohíbo decir su nombre—apreté aún más su cuello, pero él no hacía nada para defenderse, lo cual era extraño.
—Escúchame…—se esforzó un poco más en hablar—No sé si te has dado cuenta,… aunque la evidencia es… mucha,… él… sí te quiere,… más de lo que… tú puedes llegar… a merecer… Si hablas… con él… y lo ayudas a… mejorar,… prometo… apartarme de tu… camino… Solamente… quiero su felicidad,… aunque… no sea a mi lado…—terminó de hablar y noté cómo unas lágrimas se asomaban por sus ojos.
Comprendí que, aunque Gaara estaba enamorado de Naruto, no iba a obligarlo a estar con él si Naruto me amaba a mí y no sería una piedra en nuestro camino si decidíamos estar juntos. Así que lo solté y el comenzó a tomar grandes bocanadas de aire para poder recuperarse.
—¿Por qué demonios me contaste lo del beso si no era solamente para que me apartara al sentirme un mal tercio? —pregunté inquietado por esa acción que parecía maliciosa.
—Fue… para ver tu reacción. Supe que, si te contaba eso y no reaccionabas como me esperaba, es decir, así como ahora, entonces, no veías como algo más que un amigo a Naruto—me dijo llevándose una mano a su cuello, el cual me supongo que le dolía—Ahora veo que sí lo quieres, pero… eres demasiado posesivo y celoso. Creo que deberías mejorar esa parte, Uchiha…
—Eres un idiota—le dije con molestia, pero con alivio—No es asunto tuyo el cómo soy.
—Lo es si eso hace daño a Naruto—me dijo—¿Realmente… ibas a matarme?
Solté una leve risa.
—Claro que sí—le respondí sonriendo con malicia, aunque no era verdad. Quería que el idiota pensase que sí era real.
—Deberías tomar clases de manejo de la ira—me sugirió con seriedad.
—Haré lo que se me dé la gana—le dije para después retirarme de allí.
Salí hacia la entrada para ver si Naruto ya había llegado o estaba llegando y atiné. Él venía caminando lentamente a unos quince metros de la escuela. No esperé más y salí corriendo mientras metía mi mano en el bolsillo de mi pantalón, porque allí tenía la carta de él. Obviamente, me vio acercándome a toda velocidad, pero no lo dejé reaccionar.
—Naruto, tenemos que hablar—le dije apresurándome a sus reacciones.
Él venía con la cabeza baja, pero la alzó en cuanto me vio unos segundos antes. Traía las manos metidas en sus bolsillos del pantalón y una expresión cabizbaja.
—Sasuke…—pronunció en un susurro y supe que no sabía qué hacer o decir.
—Cállate y ven conmigo. Quiero que hablemos—lo tomé del brazo e intenté jalarlo, pero no se movió.
—¿Naruto? —me sorprendí y se me heló la sangre al ver sus ojos que parecían fríos.
—Ahora no, Sasuke. Luego—me dijo y se me paralizó el corazón.
Me sentí desesperado, no sabía que hacer y solamente quería convencerlo de que hablase conmigo.
—Naruto, quiero que hablemos ahora y no luego. Necesito contarte qué fue lo que viste—le dije poniéndome nervioso.
—Si estás preocupado porque te acuse a ti y al director, quédate tranquilo… No diré nada—me dijo bajando la mirada al suelo e intentó seguir caminando, pero se lo impedí poniéndome frente a él de nuevo.
—La verdad… es que no me importa eso y tampoco te pediría que no hables. De hecho, si quieres acusarnos, está bien. La verdad es que me importa muy poco si el director pierde el trabajo o yo soy castigado por quien sea—le expliqué y di un paso hacia adelante acercándome un poco más a él.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza y mi desesperación crecía.
—Eres egoísta, Sasuke…—su voz sonó con decepción.
—¿Por qué? —pregunté sintiendo que me iba a desmoronar.
—Cometes actos incorrectos sin importarte quién salga perjudicado y hasta lo admites. No creí que tú fueses así—ni siquiera me miraba al hablar. Eso estaba rompiéndome en pedazos.
—Estoy dispuesto a asumir mis consecuencias, pero los otros también deben asumir las suyas. Soy culpable de lo que hice y asumo mi parte de culpa, pero ahora lo que quiero es contarte algo importante. Quiero saber si estás dispuesto a escucharme—extendí mi mano y la puse sobre su hombro—Naruto,… mírame—le pedí y alzó la vista para encontrarse con mis ojos—Eres mi mejor amigo… Quiero que hablemos,… por favor.
No sé si lo hizo por pena o porque realmente quería, pero asintió. Aún teníamos media hora antes de que la campana de la escuela sonara, así que teníamos ese tiempo para nosotros dos.
Ambos caminamos en silencio hasta un parque que había a la vuelta de la escuela y nos sentamos en una banca. Suspiré profundo y tomé valor para decir lo que estaba a punto de decir: admitir mis sentimientos y contarle sobre la carta.
—Te escucho, Sasuke. ¿Qué es lo que debes decirme? —me preguntó mirando el suelo con su expresión cabizbaja.
—Primero que nada, quiero explicarte por qué estaba con Orochimaru—vi cómo se revolvió en su lugar y miró al cielo—Admito que había estado sintiendo cierta atracción por él, pero lo que viste fue sólo un estúpido impulso que, de todas formas, no pasó a mayores. Se quedó en algo escueto… que no volverá a pasar, porque yo no siento nada por él y la atracción que sentía se murió en cuanto te vi salir corriendo—le dije mirándolo y quería que él me viera a los ojos.
No sé si fue mi imaginación, pero creí haber apreciado una leve sonrisa que duró menos de un segundo en su rostro. Luego pasó a mirarme a los ojos, lo cual me encantó.
—No tienes por qué explicarme eso, Sasuke. Es tu vida y te puedes meter con quien se te antoje—me dijo fingiendo una sonrisa que me molestó.
—Ahora te diré por qué debía explicarte eso. Y te equivocas… No es mi vida—le dije clavando mis ojos en los suyos y puedo jurar que eso hizo que se sonrojase un poco.
Suspiré antes de seguir, pues él se había quedado en silencio. Luego saqué la hoja de papel que había puesto en mi bolsillo hacía un rato de nuevo. Naruto miró la hoja de papel bastante extrañado, porque no sabía lo que era.
—Esto que tengo aquí, en estos momentos, es la más valiosa de mis pertenencias—le mostré el papel del lado que no estaba escrito.
—¿Qué tiene que ver ese papel con todo esto? —preguntó curioso y sin saber qué era lo que yo pretendía.
—Leí tu carta—le dije y sus ojos se abrieron grandemente sin entender cómo era posible que yo la tuviese.
Su rostro era un libro abierto que yo podía leer perfectamente y sabía lo que pensaba al instante. Mi rubio era tan predecible.
—¿C-Cómo… es p-posible? —tartamudeó su pregunta.
—Bueno, por lo que puedo suponer no te llevas bien con Deidara y creo que se metió a tu cuarto, husmeó tus cosas y encontró la carta, y, como hace pasantías con mi hermano, pues se la dio a él y él me la dio a mí, pero eso no es lo importante ahora…—le expliqué lo más rápido que pude y noté en su rostro enojo hacia Deidara y, posiblemente, hacia mi hermano.
Suspiré profundo de nuevo. Pude ver cómo su rostro se tornaba completamente rojo al asimilar que yo había leído la carta y me había enterado de sus sentimientos por mí.
—Tranquilo, Naruto. Te dije que esta carta era una de mis pertenencias más preciadas, porque era para mí, ¿no? —sonreí divertido ante esa tonta pregunta.
Naruto se avergonzó un poco y apretó la tela de su pantalón por la zona de las rodillas. Todas sus expresiones eran tan obvias y visibles que me daba ternura.
—Naruto…—me mordí el labio inferior y extendí mi mano para tomar su barbilla y hacer que me mirase a los ojos—Los sentimientos de esta carta son correspondidos—le dije y vi que su rostro no se podía poner más rojo ante lo que yo le había dicho.
—S-Sasuke…—trató de decir mi nombre y bajó la mirada.
—Naruto, sé que debí haber sido sincero contigo antes y no haberme dejado llevar por ningún estúpido impulso—suspiré tratando de controlar mis latidos y mis nervios—También supe todo lo que pasó ayer cuando te escapaste… Y sé que es mi culpa lo que te pasó. Lo siento—acaricié su barbilla.
—S-Sasuke… ¿C-Cómo… sabes? —me preguntó con nerviosismo.
—Gaara me lo contó—le confesé—Pero le doy gracias porque lo hizo. También sé que lo besaste. Aunque eso me molestó muchísimo, sé que me merezco sufrir eso…—bajé la mirada y quité mi mano de su cara—No me tendría que molestar si deseas estar con él después de todo.
—Sasuke…—puso su mano sobre la mía con algo de vergüenza y miedo.
—Naruto—volví a ver sus ojos y ya no pude soportarlo más. Mis ojos se llenaron de lágrimas que intentaba retener—No quiero vivir en un mundo donde tú me odies,… aunque me lo merezco por haberte hecho desear morir—una lágrima rodó por mi mejilla mientras clavaba mis ojos en los suyos.
Sabía que no podía evitarlo y sus ojos también se llenaron de lágrimas al verme de esta forma en la que casi nadie me había visto nunca. Para Naruto, era la primera vez, pero algo me decía que no sería la última.
—Sasuke… —se llevó el brazo a sus ojos para secar sus lágrimas—¿De verdad tú correspondes a mis sentimientos? —preguntó mientras rompía en llanto.
—Con todo mi corazón—le respondí dejando que otra lágrima saliera de mí.
—Sasuke…—me nombró entre un sollozo ahogado—La estuve pasando muy mal, dattebayo… Me hubiese gustado saber esto y, entonces, hubiese sido muy feliz,… pero ahora… no sé qué hacer—me dijo quebrándose y cubriendo su rostro con las manos.
Jamás lo había visto así. Tal vez lo había confundido o todo era demasiado para él, pero no podía hacer demasiado, porque tenía miedo de tocarlo o decir demasiado porque podría empeorar las cosas.
—No voy a exigirte nada ni a pedirte nada más… Ya te dije todo lo que debía. Si quieres, puedes irte y hacer lo que tú quieras—le dije mirando hacia otro lado y poniéndome serio.
Sentí su mano en mi brazo como si me pidiese que lo mirara, así que lo hice y vio mi parte más humana, todas mis debilidades y mi ser verdadero, aquello que no le mostraba ni a mi espejo: mi rostro empapado de lágrimas, una mirada de amor sincero y una expresión en mi rostro vacío de orgullo o vergüenza.
—Sasuke…—me dijo y supe que estaba sorprendido al ver eso.
Movió su cuerpo para acercarse más a mí y supe lo que quería, pero no sabía con absoluta certeza si era eso o yo lo arruinaría si me apresuraba. Puso una mano en cada uno de mis brazos como queriendo acercarme y mis ojos se posaron en los suyos. Su rostro estaba sonrojado, pero había duda.
—Quiero que seas sincero conmigo, Sasuke… Necesito saber y estar seguro de lo que sientes…—me pidió en una súplica cargada de desesperación.
Dejé caer mi frente sobre la suya y pude sentir su cálido aliento en mi rostro. Tenía tantas ganas de ponerme a llorar como un niño en su pecho, pero debía controlarme.
—Naruto… Odié saber que tus labios habían tocado los de Gaara…—posé mi dedo índice y el mayor sobre su boca—Le prohibí pronunciar tu nombre en cuanto supe eso… Sé que no tengo ningún derecho a todo eso, porque yo hice algo peor, pero no puedo evitar sentirme así… También odié saber que compartes tu cuarto con dos chicos y que, entre ellos, está el que me robó tus labios. Odié saber que podría haberte perdido para siempre y odié saber que podría llegar a perderte si decidías irte con él… Odio saber que te lastimé y me odio a mí mismo por ello…—más lágrimas salieron de mis ojos mientras veía cómo Naruto también soltaba lágrimas y estaba muy rojo—Pero a ti te amo tanto…—mi voz salía casi quebrada e intentaba mantenerla entera, sin poder entender cómo es que mi orgullo me había abandonado de esa manera para poder soltar lo que sentía.
Tomé sus mejillas con mis manos y pude sentir ese calor tan agradable. Se veía tan hermoso que debía hacer un esfuerzo sobrehumano para no sobrepasarme.
Podía notar que él no sabía qué decir, no sabía cómo reaccionar y yo no podía dejar de llorar, pero hacía fuerza para no romper en un llanto interminable.
—Sasuke…—dijo mi nombre y mi corazón latió con más fuerza.
—Te necesito conmigo, Naruto… Ya no lo soporto más…—le dije mientras el llanto comenzó a salir de a poco sin que pudiese hacer nada para contenerlo.
Me separé un poco de él y me cubrí el rostro con el brazo. Apretaba los dientes para contenerme, pero era imposible y, finalmente, rompí en un llanto tan ahogado que sentía que no podía respirar.
—Sasuke…—me dijo y pude sentir cómo sus brazos rodeaban mi cuerpo.
Me sorprendí muchísimo. Cuando bajé mi brazo, él estaba abrazándome con tanta calidez, haciéndome sentir muy reconfortando. Era un imbécil… Yo debí haber estado haciendo eso con él después de todo lo que le había causado, pero no pude evitar recargar mi cabeza en su hombro y corresponder a su abrazo apretándolo contra mi cuerpo. Siempre había querido hacer eso y siempre me había privado de ello por mi estúpido orgullo. De todas formas, abrazarlo así era lo mínimo que podía hacer.
—Naruto…—me separé de él un poco más calmado—Necesito saber si crees en lo que te estoy diciendo…—no podía dejar de ver sus ojos que tanto me enamoraban y tomé sus manos para acercarlas a mi pecho—Estás en tu derecho si no deseas perdonarme, pero me encantaría tener tu perdón. Quisiera que confiases en mí y me creyeras—volví a apoyar mi frente sobre la de él—Te prometo que no volverás a pasar por esto nunca más. Tus ojos jamás volverán a verme con nadie más que no seas tú, dattebayo—imité esa palabra que decía muy a menudo y sonrió inmediatamente por haberle causado gracia. Entonces, me sentí feliz por un instante al saber que lo había hecho reír.
—Te creo…—me dijo con una sonrisa y casi en susurro—Y te perdono, Sasuke…—se puso serio—, pero no quiero que te sientas culpable por lo ocurrido… Yo fui un tonto que nunca debió haber pensado en eso. Ahora me doy cuenta de que, si yo hubiese muerto, tú hubieses sufrido mucho pensando que habías sido el responsable y sabiendo que tú…—lo interrumpí.
—Que te amo, que siempre te amé y que lo voy a seguir haciendo por siempre, aun después de mi muerte—le dije mirándolo con seriedad.
Las lágrimas ya no salían de nuestros ojos. Me sentí muy aliviado por las palabras de Naruto.
—Yo también te amo, Sasuke,… y mucho, dattebayo… Prometo que nunca volveré a atentar contra mi vida, Sasuke—me dijo regalándome una breve sonrisa.
—Gracias… por tu promesa, por tu perdón, por tu carta, por existir…—le dije cerrando los ojos unos segundos para luego volver a abrirlos y encontrarme con ese azul cielo que me enloquecía.
Deseaba con todo mi corazón estar a su lado, así que lo único que quería en ese momento era pedirle que fuera mi pareja, pero no estaba seguro de que aceptaría, puesto que habían ocurrido muchas cosas y, posiblemente, desearía pensárselo.
Me separé un poco de él, pero no solté sus manos.
—Naruto, quiero pedirte que me des la oportunidad de remediar mis errores y de hacerte sonreír todos los días—le dije sin más rodeos al asunto.
Vi cómo sus ojos se abrieron grandemente y se ruborizaba hasta las orejas. Supe que no sabía qué decirme.
—Pero si no deseas hacerlo o quieres pensarlo, está bien…—me mostré cabizbajo por su falta de contestación.
—S-Sasuke,… ¿m-me estás p-pidiendo que s-sea t-tu n-n…n-novio? —le costó horrores hacer una simple pregunta.
Yo reí levemente ante eso. Me resultaba gracioso verlo tan nervioso por algo tan simple.
—Sí, dobe. Te estoy pidiendo eso—le respondí.
Su cara mostró enfado.
—No seas así. ¿Por qué tenías que arruinar el momento, teme? —me dijo con enfado y me causó más gracia—No te rías, teme—me exigió aún más molesto.
—Responde a mi propuesta, rubio—le dije poniéndome serio y se sonrojó aún más.
—Yo… Me encantaría. Quiero ser tu novio, Sasuke—se me acercó aún más y mi corazón latió aún más fuerte—Quiero estar contigo. Acepto ser tu novio, porque, con todo lo que me has dicho y me has demostrado, mis heridas están sanando muy rápido y me estoy sintiendo tan feliz, dattebayo—se lanzó a abrazarme con lágrimas en los ojos.
Me sentí tan feliz. Correspondí a su abrazo y luego lo separé un poco de mí para poder ver su enrojecido rostro.
—Me encantas—le confesé—Me haces feliz y quiero hacerte feliz—me puse serio—Tú… me diste el mejor cumpleaños que jamás pensé tener desde que mis padres murieron y yo a ti te di el peor día de la vida. Déjame remediar eso. Te daré hoy el mejor día de tu vida, así que ve pidiéndole permiso a tu cuidadora para que te deje salir y, si no te da permiso, yo te secuestro—le dije bromeando y se puso aún más rojo.
—No seas tonto, Sasuke. La abuela Tsunade no va a dejarme salir en un buen tiempo y no creo que funcione lo del "secuestro". De todas formas, ya me has dado el mejor día con esto, dattebayo—me regaló una hermosa y radiante sonrisa.
No pude evitar perderme en sus ojos, porque eran tan hermosos como dos zafiros brillantes y su rostro era tan perfecto, con esa piel acanelada y sus labios rosados que eran como un fruto prohibido que era difícil resistirse a probar, así que fui acercando mi rostro aún más al de él y noté cómo sus nervios subían, su cuerpo temblaba y sus ojos se abrían cada vez más mientras yo me perdía en el aroma de su aliento que escapaba de sus labios entreabiertos. Puse mis manos sobre sus mejillas y mis labios rozaron los suyos. Naruto cerró sus ojos esperando lo inevitable mientras que sus manos estrujaban la tela de su pantalón por la zona de las rodillas.
—¿Puedo? —pregunté, porque quería tener su absoluto permiso, aunque no lo necesitaba, porque ese rubio era todo mío.
Naruto solamente soltó un pequeño quejido en señal de afirmación y posé suavemente mis labios sobre los suyos, haciendo estremecer cada fibra de su cuerpo y viendo cómo se derretía entre mis manos.
Torpemente, correspondió a mi beso mientras que mis labios probaban los suyos con suma delicadeza, pero, al cabo de unos segundos más y con toda la pena de mi alma, me separé de ellos para poder observar su cara de niño sonrojado que pedía más.
—Debemos ir a la escuela ya—le dije y noté su frustración.
—Sí, está bien…—soltó un suspiro pesado.
Nos levantamos de aquel banco. Cuando nos dispusimos a caminar, llevé mi mano hacia la de él y entrelacé mis dedos con los suyos, lo cual hizo que se mirase la mano y se sorprendiera muchísimo.
—S-Sasuke…—dijo totalmente rojo y sorprendido.
—¿Qué?
—Pero… ¿llegaremos así a la escuela? Yo no…—lo interrumpí.
—Naruto, deja de pensar en lo que dirán los demás. Acéptate y, entonces, ellos tendrán que aceptarte. Y al que te diga algo sobre esto le romperé los huesos—le dije sujetando su mano con firmeza, pero sin llegar a dañarlo.
Él se sonrojó aún más, si era que eso era posible, y asintió. Comenzamos a caminar.
—Ahora eres mío, Naruto. Nadie debe decirte nada ni molestarte, porque yo te voy a estar cuidando—deposité un dulce beso en su mejilla.
—Lo que tú digas, Sasuke—me respondió y sabía que él estaba brincando de felicidad por dentro.
Ambos llegamos a la escuela y no había nadie ya en la entrada. Nos fuimos directo al edificio y comenzamos a caminar por los pasillos hasta el aula que nos tocaba, la cual aún no había sido ocupada por el profesor.
Abrí la puerta del salón y nos adentramos tomados de la mano. Mi expresión era la misma de siempre, pero la de Naruto era una de terror y vergüenza, porque todos habían volteado a vernos. Muchos estaban extrañados, otros sonreían, otros no tenían ninguna expresión, la expresión de algunos era de sorpresa y la de otros de odio, decepción y celos.
—Ya, tranquilo—le susurré y se calmó un poco.
Cambió su expresión a una de orgullo y confianza, porque estaba conmigo y eso le daba seguridad. Entonces, nos dirigimos a nuestros lugares, donde solté la mano de Naruto para que se sentase al lado de Sakura, porque no iba a exigirle que abandonara a su mejor amiga por sentarse a mi lado, y yo me senté donde siempre. De todas formas, estaba cerca, porque yo estaba atrás de él.
Era la hora.
—"Que comiencen las malditas preguntas…"—pensé sabiendo lo que se venía, porque todos querrían saber qué había pasado.
Notas de autor: ¡Hola! Espero que les haya gustado. Si es así, no olvides dejar tu comentario, por favor. Es lo único que me anima a seguir escribiendo.
