Facción Noble 0 – Princesa Heredera 1


I

Sakura masajeó su entrecejo tratando de corregir la tensión dibujada en su frente. Tras las dos largas y escandalosas semanas en el castillo era natural que durmiera poco, dado que las calamidades no dejaban de caer una sobre otra sobre la familia Imperial. Ella misma se había ofrecido a escarbar entre la pobredumbre que rodeaba a su hermano, pero no esperaba que la madre de Shisui cometiera suicidio inmolándose con un ninjutsu de fuego y con ella llevándose parte del anexo del palacio de la Emperatriz.

"Qué demonios estaba ocurriendo? ¿Acaso tenía sentido llegar a ese extremo aún cuando no había sido señalada directamente como sospechosa?". Por supuesto que su padre la puso bajo arresto domiciliario antes de llevarla a testificar, como una medida para calmar a la opinión pública, pero prefirió volar en pedazos su palacio antes que ir a la corte.

"¿Tenía relación las calamidades una tras otra?", casi podía jurar que sí. Pero ya no existía un objetivo primario al cual terminar de interrogar, porque se fue sin decir nada hasta el final, alegando que no podía violarse la dignidad de la Emperatriz. Sakura odió eso, porque no pudo ejercer las habilidades mentales de los Yamanaka hasta que se autorizara el edicto. Pero la Emperatriz eligió la salida de emergencia antes que hablar.

Chasqueó los dientes. Una pieza importante se había ido.

Sin embargo, su meta seguía siendo la misma, buscaría incluso debajo de las piedras hasta encontrar pruebas que pudiesen ser juzgadas bajo las leyes imperiales. No importaba si los involucrados seguían vivos... o muertos.

Lo primero que hizo Sakura fue expulsar de la corte a todos los consejeros de su hermano y aquellos que eran partidarios de su facción. Los nobles de alto rango fueron puesto bajo arresto domiciliario hasta que fuesen llamados a testificar por orden imperial, y aquellos cuyas familias provenían de Clanes shinobi, fueron encarcelados en las mazmorras bajo el palacio central. Sus manos y sus pies habían sido atados con grilletes de chakra impidiendo cualquier movimiento inusual.

Madara, con el rostro indiferente, y sentado en su trono se limitó a observar las acciones de su hija sin obstruir sus ordenes. Si estaba de acuerdo con ella o si la estaba evaluando, era algo que nadie sabía. Pero todos los ojos y la presión recaían sobre el cuerpo de la que hacía poco, era una princesa nacida en desgracia y sin poder.

"¿Podría hacer algo una princesa joven e incompetente que nunca ha salido al mundo?".

Los siseos a sus espaldas eran horribles como un enjambre de abejas zúmbando junto a sus odios, pero aún no podía ejercer ningún tipo de coerción verbal o física sobre ellos. Tendría que ganarse el respeto con mérito propio. Y por supuesto, creando su propia fuerza.

—Todos los sirvientes deben ser evacuados ahora mismo. Regístrenlos cuidadosamente, no debe salir ningún objeto del palacio de la Emperatriz —Ordenó Sakura, diligentemente. Y el resto resguarde el Palacio del ex Príncipe Heredero hasta que llegue el grupo de inteligencia.

Los caballeros imperiales asintieron, incómodos, algunos con rostros de dudas ante la incertidumbre de ver como la Familia Imperial se había reducido a dos integrantes en un parpadeo, y otros inquietos al observar como su nueva princesa heredera, quien fuese una semilla mal lograda no se parecía en nada al difunto príncipe al que servían.

Era un choque de ideas para la mitad de los caballeros que habían sido entrenados para obedecer estrictamente la sangre Uchiha. Todos habían sido formados para servir fielmente bajo la imagen esplendorosa del cabello negro como la brea y ojos oscuros e inexpresivos como la noche, capaces de eliminar a decenas de enemigos cuando se volvían rojos como la sangre.

Pero ahora el cabello rosado de Sakura se anteponía a sus directrices, y los ojos que debían hacer temblar la tierra y el cielo, tenía un color particularmente a esmeralda que aludía un mar en calma.

¿Cómo caballeros estaban haciendo lo correcto?

—Tú —fue Sakura quien cortó las maquinaciones de uno de ellos— Las doncellas principales y el mayordomo llévenlos a las celdas subterráneas, y llamen al jefe de investigación de inmediato.

—¿Princesa…? —Los ojos del hombre se abrieron llenos de conmoción, ¿Qué? ¿había escuchado bien?

—Dije que el resto de tu pelotón vaya por el jefe de investigación —Esta vez Sakura dio la orden con una mirada más inexpresiva y vacía si cabe, ya sea porque odiaba que la subestimaran abiertamente o por lo agotador que era tener subordinados renuentes—. No me hagas repetirlo de nuevo.

El caballero asintió enfáticamente, pidiendo disculpas por su distracción.

Las doncellas que iban saliendo del Palacio miraron con rostros pálidos llenos de consternación como la "noble e inofensiva princesa" había pedido la presencia de aquel hombre omitiendo deliberadamente el cargo real que ocupaba como jefe de TORTURA e investigación de Konoha.


II

—Ibiki Morino, ¿estás diciendo que La princesa Heredera en sus primeros pasos ha ordenado traer a ese hombre?

Madara cambió su postura desinteresada y sus ojos comenzaron a brillar con ahínco, instando a su secretario Sarutobi a continuar el informe.

—Es correcto, su Majestad. Ha puesto bajo arresto a todos aquellos que tuvieron afiliación a Shisui, y se presume que mandó una carta al resto de las familias que permanecían neutrales en la capital antes de la traición para que se presenten al Palacio Imperial a la brevedad.

—Eso moverá a la nobleza —Madara se acarició la barbilla, sopesando la información.

Entonces una luz apareció en su brillante mente que lo hizo sonreír, terriblemente complacido.

—No, más que eso. Los está obligando a moverse, ha habido un acto de traición en el Imperio; no es bueno para la Familia Imperial que los neutrales permanezcan cómodos observando como se desenvuelve la cacería de brujas de la Princesa Heredera mientras ellos mantienen sus privilegios de inmunidad, ella misma los está sacando de su ratonera. O demuestras tu lealtad al imperio o estás en contra del imperio. Y en este momento el imperio somos padre e hija. Y yo he apoyado abiertamente a Sakura como mi sucesor frente a los grandes señores.

Madara soltó una risotada que resonó en el salón del Sol ante las acciones agresivas y descaradas de su hija.

Era una forma de Sakura de hacerse de su propio poder usando a su padre como escucho "Estás conmigo o estás en mi contra".

—Es muy probable, su Majestad. Ya que la Princesa firmó las cartas con el sello del Heredero hizo que se convirtiera en un edicto para una audiencia. Eso hace imposible que no acudan a su llamado disfrazado de cortesía.

Madara miró por el enorme ventanal del salón, contrariamente a la tormenta que azotaba a su familia, afuera el sol resplandecía sobre su cenit y las aves volaban con brillante calma.

—¿Qué querrá lograr, Sakura, además de mover la fuerza neutral a su favor?

—La audiencia se dará por la tarde. Los nobles se están trasladando en este momento. Tardarán un poco en completar el protocolo de seguridad por lo que tenemos tiempo de infiltrar a alguien dentro de la guardia real. ¿Desea que vigilemos el desarrollo completo?

Madara tenía curiosidad de las intenciones de su hija, pero decidió darle un voto de fe. Era la primera reunión que Sakura oficializaría sola bajo el título de Heredera, aunque aún no estuviese coronada como tal. Si necesitara su ayuda, podría haberle dicho, pero no fue así. Por lo tanto, el resultado de la audiencia sería responsabilidad total de Sakura, por supuesto lo salpicaría, pero era una buena oportunidad para evaluar si sus habilidades estaban a la altura de controlar a una manada de lobos sin convertirse en la presa. Al cabo negó con la cabeza y decidió abrir su mente a algo más.

Tenía la excusa perfecta para realizar su propia caza de brujas.

—Trae inmediatamente a Tsunade y a Shizune. Tengo entendido que Sakura ha estado bajo su tutela desde que tiene uso de razón, quiero saber que diablos le han estado enseñando a mi hija.


III

Sakura se mudó a un anexo en en interior del Palacio del Sol, lugar donde únicamente moraba el Emperador.

Después de que su Shisui cometió traición, el palacio del Príncipe Heredero se volvió un lugar poco digno para los ojos puristas, y por supuesto, para la corte, en un lugar acordonado bajo inspección imperial. Las diligencias aún no habían terminado y el estigma de dicho lugar seguía impregnando el ambiente; después de la destrucción parcial de la residencia de la Emperatriz, unicamente quedaba su antiguo palacio de pie —con algunos daños menores a su criterio— y otros palacios más alejados pero con menor mantenimiento.

Ella había elegido continuar en su antigua residencia, pero su padre se había opuesto a tal decisión. Su antiguo Palacio se encontraba apartado, y cabía la posibilidad que fuesen contra ella la fuerza rebelde restante. Era peligroso en muchos sentidos, por lo cual Madara había ordenado mantener a Sakura en su Palacio hasta que se terminaran de reparar los complejos destruídos y se reforzara la seguridad, y eso sería cuando las diligencias se completaran.

Sakura cerró los ojos, y hundió su blanco cuerpo en la bañera rebosante de agua caliente. La cabeza le explotaba y percibía que sus sentidos se encontraban en un estado de hiperalerta.

Lidiar con demasiadas personas en tan poco tiempo la había desgastado, por lo que últimamente había optando por lavarse ella misma, evitando a las doncellas a lo mínimo indispensable. Y claro, para poder recuperar su cuerpo fuera de las miradas indiscretas. Aún debía guardar ciertas cartas para sí misma.

Junto sus palmas y las acercó junto a su pecho. Dejó que su mente poco a poco se despejara; prestando atención al agua que la rodeaba hasta las clavículas dejó que el brillo aguamarina de su chakra se infundiera hacia ella haciendo que el cansancio abandonara su cuerpo, que sus ojos rojos por la somnolencia se aclararan recuperando su brillo y que sus músculos tensos, recuperaran su elasticidad y resistencia. Era su palma sanadora, un jutsu médico aprendido por Tsunade-sama.

En un principio no creía que le fuese de utilidad aprenderlo, dudaba que alguna vez fuese a salir del Castillo. Sin embargo, ahora veía que las amenazas de las que le habían hablado de joven, se hacían más presentes a cada segundo. No estaba lidiando una guerra con espadas, pero sí una guerra emocional donde se apostaba su cuello.

Y estaba por devorar a la facción neutral o ser devorada por ellos. La primera opción era la única que existía para Sakura.

Ante esta idea se levantó de golpe y salió de la bañera con paso decidido, únicamente cubierta por un albornoz.

—Moegui, es hora de alistarnos —ordenó Sakura con voz tenaz; la joven que se mantenía de espaldas a la mampara asintió corriendo a secar el cabello de su maestra.

Cuando se abrió El Salón de las Estrellas, todos los nobles de la facción neutral saludaron con suma cortesía a Sakura cuando su nombre y título fueron anunciados. Fue un saludo de reconocimiento que duró toda su trayectoria hasta que se entronó en el asiento de Principe Heredero. Lo único que vieron los nobles hasta ese momento era el pisar de unas botas negras y el ondear de una capa azul marino con bordados intrincados de patrones brillantes.

Era parte de la etiqueta que en presencia de un miembro de la familia imperial, ya fuese la primera vez en coincidir en un evento o al dar una audiencia oficial todos los presentes, nobles y plebeyos se arrodillaran colocando su brazo sobre su rodilla hincada e inclinaran la cabeza en señal de respeto. Si el miembro imperial mantenía cercanía con la persona o identificaba alguna discapacidad para movilizarse, éste podía darle indulgencia. Y esa indulgencia estaba destinada a sus maestras y a Moegui.

A Sakura le incomodaba aquel saludo de sumisión, ya que nunca había recibido tales atenciones. Pero lo toleró lo suficiente, porque para ganar poder, primero debía ejercer sus privilegios.

Y otra forma de mostrar autoridad en esos tiempos, era a traves de la vestimenta. Las mujeres de clanes shinobi que pertenecían a la ofensiva imperial se les permitía usar el uniforme militar, siempre y cuando estuvieran en servicio activo y hubiesen alcanzado un rango. En el caso de las mujeres aristocráticas que no tenían una función militar, su código de vestimenta solía incluir vestidos ostentosos, como artilugios de lujo, dado que el poder no era compartido, era exclusivo del cabeza de familia que tenía voz y voto en la corte de nobles.

Sakura ya no era una simple princesa. No llevaba vestido, ni zapatos altos o adornos en exceso.

Sentada desde la posición más alta se podían ver sus botas negras ceñidas perfectamente a los pantalones y a su abrigo militar de un blanco puro adornado con finos botones de oro y sobre su lado izquierdo resplandecía la medalla al honor y valentía de la orden de caballeros imperiales que el Emperador le había otorgado posterior al asedio del castillo. Los flequillos dorados de sus hombreras destellaban tanto como el cinturón dorado con franjas azules atado a su cadera. Su cabello peinado pulcramente en una cola alta no tenía accesorios, a diferencia de lo que se esperaría de una joven noble dama.

—Nos presentamos ante Su Alteza la Princesa Heredera, el pequeño Sol del Imperio.

Sakura los miró con expresión fría, guardando silencio. La audiencia acababa de iniciar y ya le estaban saltado al cuello sin dudarlo.

Lo que debía hacer a continuación sería aceptar el saludo ofrecido por los nobles que amablemente hablaron en conjunto. Pero eso la hizo enojar. Debían pensar que era una princesa tonta que desconocía la etiqueta del lugar.

Primero, el miembro de mayor rango de la familia imperial debía aceptar el saludo permitiendo romper la pleitesía, en ese momento la de mayor jerarquía era ella, por algo deliberadamente no invitó a su padre, para poder fungir como una figura de poder en sí misma. Y los nobles arrogantemente rompieron su formación hablando sin un permiso previo; la segunda norma indicaba que el saludo al heredero incluía el nombre de pila, y ellos con propósito estaban saludándola pero sin darle un lugar a su nombre. Y las normas existían para dar un orden. Los nobles dijeron "Su Alteza la Princesa Heredera, el pequeño Sol", pero… si hipotéticamente existieran dos princesas en el mismo espacio, ¿a quién reconocían como heredera o a quién despreciaban en el papel de heredera?

¿Acaso le estaban externando que no la reconocían como sucesora del Emperador, sino como una princesa espantapájaros?, ese era el ambiente que podía leerse entre líneas, claro, si estuvieses bien versado en etiqueta imperial.

Sakura sonrió ante la mirada nerviosa que empezaba a notarse en el rostro de los nobles.

Y tercero, al ser una audiencia oficial de una facción, debía existir un lider quien se encargara de dar el saludo verbal y comunicar las inquietudes de la facción a la Princesa Heredera, y si ocurría una discordia, al resto se le permitiría exponer sus argumentos. Sin embargo, todo había salido mal desde el principio.

Al ver el cabello rubio de aquel hombre de complexión delgada y ojos verdes, no tuvo duda de quién se trataba.

—Saludo al Conde Inochi Yamanaka —musitó Sakura con voz seria. Lo ubicaba perfectamente porque eran sus habilidades las que quería usar en la fallecida Emperatriz.

El hombre abrió los ojos, sorprendido de ser ubicado tan rápido, estaba a punto de presentarse antes de que la Princesa lo señalara directamente.

—Saludo al Conde por su nombre completo porque asumo que la dignidad de los demás condes se encuentran en mi presencia y no busco ofenderlos. Se le llama respeto, Conde Yamanaka. Se la presento.

El conde Yamanaka se ruborizó ante la llamada de atención de una joven con la mitad de su edad y menos de una centésima de su experiencia. Pero viendo que el resto de nobles desviaban su mirada de él, decidió continuar solo.

—Ah, temo haber cometido una falta de respeto ante Su Alteza La Princesa Heredera por culpa de los nervios —se intentó excusar Inochi—. Se debe a que nos hemos reunido raudamente para brindarle nuestro saludo que hemos olvidado parte de nuestra dignidad aristocrática.

Aquello hizo fruncir los labios de Sakura, ¿significa que era culpa de ella que le faltaran al respeto por llamarlos "de prisa" al Palacio Imperial?

Arg, que molestos. Tendría que pisar sus colas más fuerte.

—Ya veo, he sido egoísta en pensar únicamente en el estado de emergencia que sacude al gobierno que he actuado sin considerar las agendas de los distinguidos nobles del Imperio —lanzó una punzada, sin intención de detenerse ahí— Solo estuve sopesando arduamente en las actividades que estarían desempeñando la facción neutral que no fueron purgadas como la facción de mi fallecido hermano. ¿Qué piensa acerca eso, Conde Yamanaka?

El resto de los nobles, incluído Inochi sintieron un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Una sensación helada provenía de asiento de la Princesa. Lo que inicialmente pensaron que sería un cachorro inculto, resultó ser un felino hambriento.

Inochi no contestó porque un voz carrasposa se precipitó dando un paso adelante con un semblante solemne en defensa de los suyos. Con elegancia se inclinó ante Sakura y ofreció un saludo digno de su nobleza.

—Me presento ante Su Alteza la Primera Princesa, Heredera al Trono y el Pequeño Sol del Imperio. Soy el duque del Este, Hiashi Hyūga quien acude con lealtad al atento llamado de su Alteza.

Sakura lo inspeccionó rápidamente, y vio el potencial que buscaba. El duque de los Hyūga había omitido su nombre, pero había señalado su posición en la línea de sucesión como "primera princesa", era una forma honorable de corregir un pequeño error sin hacerlo evidente al público, y manteniendo su honorabilidad intacta.

—Su excelencia, es un placer conocerlo —hizo un ademán con la mano para instar al Duque a levantarse y retomar su compostura digna—. En este tiempo de caos es prudente conocer a las personas que darán la cara para reafirmar la fortaleza del Imperio.

Los nobles que se encontraban detrás de Hiashi Hyūga hicieron un gesto de desdén a las palabras de Sakura. Era claro que la facción neutral no era tan neutral, y que desconfiaban las capacidades de Sakura como futuro líder del imperio, así ese futuro estuviese aún lejos. Hasta ahora lo único que podían reconocer de ella era coraje para plantarle cara a una facción que podía ser su fuerza o su derribe.

Esa arrogancia que era propia de la juventud era de las cualidades que más odiaban los adultos de los jóvenes, por no decir que veían en ella la arrogancia de sus inmaduros hijos.

Pero Sakura no era hijo de ninguno de ellos. Ella, que había vivido alejada del círculo social, siendo considerada un error de la naturaleza por su propia madre, no había mirada de desprecio o palabras hirientes que la alcanzaran en ese momento.

Hiashi Hyūga era un hombre perspicaz, podía ver la guerra no declarada abiertamente que mantenía la Princesa Heredera con el resto de su facción, por lo que decidió intervenir nuevamente.

—Su Alteza, hemos acudido a su llamado por edicto Imperial, pero también porque en consenso queremos mostrar nuestra lealtad jurada a usted y a su Majestad. Es cierto que es un tiempo de caos y de cambios. Las antiguas facciones han desaparecido con la traición del segundo príncipe. Solo existe la Facción imperial y la Facción neutral, pero en momentos de discordancia es deber de la facción neutral darle fuerza al Imperio y por ende al Emperador y a su Heredero para mantener a flote las Arcas de nuestros antepasados.

Sakura observó rostro por rostro y los gestos de cada noble, y pudo ver con claridad a su nuevo séquito.

—Muy bien —sonrió complacida— Agradezco su sinceridad; así mismo, la Familia Imperial tiene el deber de demostrar su fuerza. La sangre de su Majestad no se encuentra diluída, se encuentra fuerte y pide su mano para garantizar la protección del imperio de manera segura.

Sakura se levantó de su asiento y al hacerlo sus ojos se tornaron carmesí, brillaban tan violentamente como si se sumergieran en un río de sangre que los nobles no fueron capaces de sostenerle la mirada. Instintivamente se arrodillaron al unísono y familia por familia en orden de jerarquía se presentó ante Sakura jurando lealtad a la nueva Princesa Heredera. Cuando todas las familias terminaron de rendir pleitesía, Sakura hizo un último anuncio.

—En vista que hemos llegado a un acuerdo mutuo de lealtad, es mi deber informar el motivo real del edicto de hoy —de pronto una serie de susurros se empezaron a escuchar en medio del salón: ¿Cómo? ¿La finalidad no era jurar lealtad?, ¿hay algo más? — La facción del segundo príncipe fue purgada junto a sus seguidores. Y es mi intención crear mi consejo a partir de las familias neutrales hoy reunidas que han jurado lealtad en nombre del Imperio. Yo, en nombre de su Majestad, nombro a su Excelencia Hiashi Hyūga del ducado del Este mi consejero inmediato. Y a su hijo y sucesor, Neji Hyūga, parte de mis diplomáticos; su excelencia Kakashi Hatake del ducado del Oeste, te nombro mi segundo consejero inmediato.

Los nobles que consideraban aquella reunión una comidilla banal por parte de la Princesa Heredera sintieron que habían sido sacudidos por un terremoto. Sakura no solo los había doblegado y regresado sus insultos de forma pasiva-agresiva, sino que consiguió que le juraran lealtad. Y cuando creían que aquel circo había terminado con la demostración de la joven princesa demostrando que sí portaba sangre Uchiha, ella los había apuñalado tomando descaradamente el poder absoluto de la facción neutral. Sí, habían jurado serle leal y apoyarla, pero ella no quería solo "eso", no quería su ayuda de vez en cuando, la quería total, completa y a su disposición. Y estaba tomando a los representantes de las familias más poderosas como si nada.

Y la sonrisa de Sakura no se detuvo ahí.

—Shikaku Nara, Marqués de Nara, te designo como el jefe de seguridad del Palacio Imperial donde resido junto a su majestad y del rastreo de inteligencia enemiga de las fronteras. Tu hijo, Shikamaru Nara se volverá mi fuerza y mi sombra. Haré uso de sus habilidades a partir de mañana. Hay demasiado trabajo en el imperio —Sakura soltó una sonrisa— Como bien dijeron los sabios nobles, trabajemos juntos para mantener a salvo las arcas de nuestros antepasados.

Todos los presentes se quedaron callados, atónitos al derrocamiento contundente que la inofensiva Princesa Heredera había realizado. Ellos, la facción neutral que nunca se había doblegado ante ningún príncipe se acababa de convertir en la facción absoluta de la Princesa Heredera sin oportunidad de meter las manos.

Sakura los miró al pie de su trono, tenía personas capaces de su lado.

"Shisui será vengado…"


IV

—¡SU MAJESTAAAAAAAD!, ¡SU MAJESTAD! —entró gritando Sarutobi a la oficina del Emperador a todo pulmón— ¡La princesa, la Princesa heredera!

Madará soltó un par de pergaminos por el estridente ruido de su asistente y tomó su espada, pensó que los nobles habían repudiado a Sakura abiertamente, pero el mensaje que le dio Sarutobi fue todo lo contrario.

—Su majestad, la Princesa Heredera ha convertido al Duque del Este y al Duque del Oeste en sus concejales, y al Marqués de Nara en su jefe de seguridad… ¡NO, NO! ESO NO ES TODO. Ha hecho de sus hijos su séquito diplomático.

—¿Qué? —Madara seguía sin comprender la situación correctamente. El orgulloso Hiashi y el indiferente Hatake se habían vuelto las manos de su hija y había convertido a sus hijos en sus pies?

No no, como dijo Sarutobi, era peor que eso.

—Has hecho de dos duques y un marqués tu fuerza para sostener la facción neutral, e hiciste de sus hijos tus compañeros de juegos…

Madara contuvo la respiración. Y un par de segundos después estalló nuevamente en una risa grotesca.


Hola, de nuevo con la continuación de esta historia de universo alterno. Tengo tantas ideas sobre ella que simplemente vertí hasta donde me alcanzó el tiempo, espero que realmente la disfruten como yo. Me encantaría si pudiesen darme su opinión al respecto : )