crushcrushcrush

El tiempo transcurría sin mayores novedades. Ao no Danjon cada vez contaba con un repertorio más sólido. Aunque seguía la incertidumbre acerca de Miyuki, ella ponía todo su empeño tanto en la banda como en sus estudios, teniendo buenos desempeños en ambos aspectos de su vida. Natsuki y Yuuko continuaban con su relación de perros y gatos, discutiendo por nimiedades cada vez que se encontraban, además de que la guitarrista se convirtió en cliente frecuente de Torihara Snack, lugar donde sus conversaciones solían tornarse más serias.

Por esos días, Miyuki recibió la noticia de que sus padres estarían por fuera del país una larga temporada debido a una gira de negocios que emprenderían en busca de ampliar su portafolio y hacer nuevos socios. Para la bajista, que se quedaba debido a sus estudios, esto se traducía en días de paz y dedicación extra hacia la banda. Hibuki sonrió al enterarse de ello, sabiendo que, al menos durante ese tiempo, no tendría que preocuparse por la estadía de su amiga en la banda.

Debido a esto, el ambiente durante los ensayos de la banda se distendió bastante. Natsuki notaba que Miyuki estaba mucho más a gusto, lo que se traducía en ella y Hibuki bromeando un poco más, tanto entre ellos como con la guitarrista, e improvisando líneas de bajo e incluso de voz. Si bien la joven Nakagawa bajó un poco la guardia ante una eventual renuncia de la bajista, no dejó de lado su aprendizaje del bajo, considerando lo útil que sería para ella tener conocimientos de un tercer instrumento.

Cierto día, Natsuki se hallaba en una banca en medio del campus, practicando con su guitarra una de las canciones en las que Ao no Danjon estaba trabajando. Sus dedos se movían con gracia sobre las cuerdas, presionándolas en la medida justa para que produjera sonido con la suficiente claridad para que ella, aun sin conectar el instrumento a un amplificador, pudiera oír incluso con el ruido del ambiente universitario.

—Vaya, mira quién anda por aquí perdiendo el tiempo y, probablemente, también clases —afirmó una voz familiar con tono de falsa molestia.

—Solo podemos ensayar unas pocas veces por semana —replicó la guitarrista encogiéndose de hombros—, así que estoy aprovechando que tengo una hora libre para ensayar por mi cuenta. ¿Y qué hay de ti, Yuuko?

—También tengo hora libre, así que voy a la biblioteca a estudiar un poco más. Cuando te vi, pensé que podría arrastrarte conmigo, pero…

—No tienes que arrastrarme cuando puedo caminar perfectamente —interrumpió Natsuki, poniéndose de pie y comenzando a guardar su guitarra.

—Lo estás haciendo para fastidiarme, ¿verdad? —comentó Yuuko, entrecerrando los ojos.

—En parte, sí —admitió la guitarrista con tono burlón—. Pero también necesito descansar un poco, ya que me duelen los dedos. Además, quedé de estudiar con Nozomi en un rato.

—Con Nozomi…

Un toque de tristeza y desilusión, tanto en su mirada como en su voz, acompañó las palabras de la rubia, algo que no pasó inadvertido para su amiga.

—Sí, ya sé que la odias por robarte a Mizore, pero sigue siendo tu amiga.

—¿Qué quieres decir con "robarme a Mizore", Natsuki? —exclamó la joven Nakagawa, fingiendo indignación—. Ella y yo seguimos siendo tan amigas como antes de que se reconciliara con Nozomi. Solo sentía nostalgia porque hace tiempo que no estudiamos todas juntas.

—Sí, seguro que es eso.

Natsuki codeaba a Yuuko, moviendo sus cejas de forma sugestiva, mientras hablaba. La rubia la tacleó de vuelta con la fuerza suficiente para apartarla sin que perdiera el equilibrio.

—¡Déjame en paz! —exclamó cruzándose de brazos.

Natsuki, riendo discretamente, comenzó a caminar, seguida de cerca por su amiga. Pasados un par de metros, ambas caminaban lado a lado, codeándose de forma juguetona.

—Espero que no se te suba a la cabeza lo que voy a decirte, pero has mejorado bastante con la guitarra —comentó Yuuko.

—Gracias. —Natsuki sonrió con una timidez impropia de ella—. He estado practicando bastante en estos días, así que me alegra saber que ese esfuerzo está rindiendo frutos. Aunque últimamente he pensado que la banda podría tener otra guitarra. Creo que nuestra música podría verse bastante engrandecida con dos guitarras. Tsujimoto es muy buena bajista, pero eso no alcanza para llenar el vacío que deja el no haber una guitarra rítmica a la hora de los solos.

—Ah, ¿sí? ¿Y tienes algún candidato en mente?

Natsuki no respondió de inmediato, sino que se quedó mirando a Yuuko, quien, entendiendo lo que su amiga quería expresar a través de esa mirada, apartó la suya con tristeza. La joven Nakagawa suspiró.

—Sé que tu tiempo no da para más, pero realmente quisiera tocar contigo. ¿Recuerdas cuando ensayábamos juntas mientras te enseñaba a tocar?

—Sí, era muy divertido verte enojada cuando fingía no entender algo —respondió Yuuko entre risas, haciendo que Natsuki rodara los ojos.

—No me refiero a eso, sino al buen equipo que hacíamos juntas. No en vano quedamos segundas en el concurso de talentos de nuestra fiesta de despedida de Kitauji. Con tu dedicación y capacidad de aprender rápido, creo que encajarías bastante bien en Ao no Danjon, por eso… —Natsuki sacó un cuaderno de partituras que tenía el nombre de la banda escrito en la carátula, y se lo tendió a Yuuko—, toma. Por si algún día haces un hueco en tu apretada agenda y decides unírtenos.

—Pero ¿cómo ensayarás tú?

—Tengo otra copia en casa, no te preocupes.

—Siendo así…

Yuuko tomó el cuaderno, abrazándolo contra su pecho. Ambas continuaron su camino hacia la biblioteca. Al llegar ahí, Nozomi las esperaba en la entrada. Notando que venían juntas y relativa calma, la flautista sonrió con amabilidad. La rubia quedó algo extrañada por el hecho de que su amiga no hiciera ningún comentario respecto a su relación, pero optó por no preguntar al respecto.


Era una noche tranquila en Torihara Snack. Siendo alrededor de las ocho, la afluencia de clientes era algo baja, cosa que no sorprendía a Yuuko en demasía. No era la primera vez que esto sucedía, así que se permitió relajarse un poco.

De repente, un par de figuras familiares aparecieron tras la puerta, que se abrió para darles paso. Ambas personas conversaban de lo bien que había fluido el ensayo de su banda, y una de ellas, llevando el estuche de un instrumento musical a su espalda, sonreía de una forma que Yuuko no había visto antes en aquel rostro, lo que la hizo sonreír también.

—Te veo bastante animada, Tsujimoto —expresó con tono jovial.

—Bueno… —Miyuki compartió con Hibuki una mirada y una sonrisa de complicidad, algo que Yuuko malinterpretó—. Digamos que por estos días me liberé de algo que me oprimía.

—¿Ese algo era la incomodidad cuando surgen sentimientos románticos en una amistad? —preguntó la rubia con tono sugestivo, riendo a carcajadas al notar que ambos se ruborizaban—. ¿Ven lo que se siente que otros hagan ese tipo de suposiciones sobre sus amistades?

—Al menos nosotros no estamos en fase de negación ni estamos cerrados a que pueda haber un romance entre nosotros —contraatacó Miyuki, ganándose la mirada sorprendida de Hibuki.

—Creo que Yamazaki no esperaba esas declaraciones tuyas. —La risa de la joven Yoshikawa no hizo más que aumentar.

Hibuki aclaró su garganta, tomó aire para relajarse y aclaró:

—Ese algo es mucho más serio que un posible romance entre nosotros, Yoshikawa. Y Miyuki tiene razón en que no estamos cerrados a la idea. Es solo que es la primera vez que ella dice eso ante un tercero y por eso me sorprendí.

Miyuki asintió, mostrando su apoyo a las palabras de su amigo. Yuuko, aunque calmó su risa, continuaba viéndolos con una sonrisa juguetona.

—Siendo así, no puedo sino alegrarme por ustedes dos, y que lo que sea que te estaba aquejando se haya solucionado, Tsujimoto.

—No diría que se solucionó, sino que dio una tregua, o algo así —aclaró Miyuki.

—Oh, ya veo. —No queriendo incomodar a la bajista con algo que no era de su incumbencia, Yuuko optó por cambiar de tema—. Por cierto, ¿dónde está Natsuki? Creí que estaría con ustedes.

—Ella ya se fue a su casa —respondió Miyuki—. Están cerca los exámenes de mitad de semestre, así que decidió no quedarse más tiempo con nosotros.

—Es verdad. Natsuki puede ser muy responsable cuando se lo propone.

—Por la forma en que lo dices, pareciera que ella no hubiera sido responsable en algún momento de su vida —comentó Hibuki algo consternado.

—No diría que hubiera sido completamente irresponsable, pero cuando estábamos en primero de preparatoria, tuvo una época en que era apática a todo, casi parecía que hubiera perdido hasta las ganas de vivir.

—Imagino que estuviste muy preocupada por ella por entonces —afirmó Miyuki.

—Más de lo que yo misma estaba dispuesta a admitir. Fue una época difícil para todos en Kitauji, pero ella fue quien más sufrió, en especial porque Nozomi renunció a la banda.

—Eso me recuerda que tengo la duda de por qué ustedes no renunciaron con ella y los demás que la siguieron —intervino Hibuki.

—Esa es una pregunta difícil…—Yuuko meditó por unos minutos, mientras atendía a un cliente que llegaba en aquel instante. Cuando este se marchó, retomó su relato—: En mi caso fue porque Kaori-senpai, mi crush de esa época, me aconsejó que tuviera paciencia y vería que las cosas mejorarían cuando los perezosos de tercero de la época se fueran. Sé que ella le dijo lo mismo a Natsuki, pero no estoy segura de qué tanto influyó en su decisión de quedarse. Al final el tiempo le dio la razón, pero no fue fácil. Natsuki y los demás habían sido contagiados por la actitud mediocre de los de tercero, actitud que permaneció luego de que ellos se retiraran.

» Tuvo que llegar un nuevo asesor a hacer las cosas a su modo para que todo comenzara a cambiar. No nos gustó que nos restregara en la cara lo mediocres que éramos, así que pusimos todo nuestro empeño en demostrarle que se equivocaba. Fue una grata sorpresa que Natsuki me buscara para que le ayudara a ensayar. Al principio creí que era alguna excusa para molestarme, pero el primer día demostró que había comenzado a tomarse en serio su instrumento, según ella por el ambiente más motivado que tenía la banda.

Yuuko tenía una sonrisa nostálgica mientras relataba aquellos hechos, gesto que no pasó inadvertido para Hibuki, quien también sonreía.

—Vaya, entonces sí le has ayudado cuando hizo falta, ¿eh, Yoshikawa? —preguntó Miyuki con tono sugestivo.

—Sí, aunque siento que no ha sido suficiente. Realmente quisiera hacer más por ella, pero con esa imagen de alguien segura de sí misma que proyecta, no sé qué hacer.

Tanto Hibuki como Miyuki adoptaron una actitud pensativa. ¿Cómo ayudar a alguien seguro de sí mismo? Esa era una pregunta bastante difícil de responder.

—No conocemos a Nakagawa tanto como tú, pero creo que podrías notar cuándo ella pueda necesitar ayuda e intervenir sin preguntar —sugirió Miyuki—. Estoy segura de que a ella no le importaría. Ya tienen la suficiente confianza mutua como para que esas intervenciones no se sientan intrusivas, ¿verdad?

Yuuko asintió complacida por la sugerencia.

—Natsuki suele hacer eso, así que no creo que se moleste si le "devuelvo el favor".

Los tres rieron ante el comentario de la rubia. Un nuevo cliente se acercó a la caja, siendo atendido en el acto. Mientras, Miyuki recordó que no era la primera vez que escuchaba el nombre de Kaori relacionado a Natsuki y a Yuuko.

—Creo que Nakagawa aún está celosa de esa Kaori-senpai de la que hablabas, Yoshikawa —comentó una vez el satisfecho cliente abandonó el local. Yuuko la miró sorprendida.

—¿Eh? ¿Natsuki celosa de Kaori-senpai? ¿Por qué lo estaría? Por más que Kaori-senpai sea un ángel del cielo, no tiene nada que pueda despertar celos en Natsuki.

Mientras que Hibuki reía con discreción por el particular tono de voz que usó Yuuko al hablar de Kaori, Miyuki golpeó su frente con su mano.

—¿En serio preguntas eso, Yoshikawa? ¿Recuerdas cómo se puso Nakagawa cuando negaste tener una relación romántica con ella luego de que Yamazaki y yo las vimos abrazadas el día del recital de Yoroizuka? ¿Me vas a decir que ese malestar de ella no fue un síntoma de celos?

Yuuko abrió la boca para intentar rebatir lo dicho por Miyuki, pero ningún sonido salió de esta. La bajista puso sus brazos en jarras, esperando una respuesta. La mente de la rubia intentaba procesar alguna respuesta coherente que negara cualquier posibilidad de que Natsuki sintiera algo romántico por ella, pero nada parecía ser suficiente para rebatir esa idea. El temor al rechazo se hacía cada vez más irracional, mas se fortalecía cada vez más. Finalmente, la joven Yoshikawa pudo formular una única pregunta mientras sus ojos se llenaban de lágrimas:

—¿Cómo estás tan segura de que a Natsuki le gusto?

Miyuki, viendo a su compañera de facultad tan vulnerable a punto de romper en llanto, suavizó su expresión.

—Es una corazonada que tengo desde la primera vez que las vi interactuando aquí. He observado que ustedes tienen un trato mutuo que no tienen con ninguna otra persona, ni siquiera con Kasaki o Yoroizuka. Más allá de sus discusiones, se nota que confían la una en la otra de forma incondicional, como si de una pareja casada se tratara. Hasta ahora, el único impedimento que he notado para que ustedes dos sean más que amigas es tu crush en esa Kaori-senpai.

—Una corazonada —repitió Yuuko, secando sus lágrimas con cierta agresividad para mirar a Miyuki con firmeza—. La última vez que me dejé llevar por una corazonada, terminé con el corazón roto, y no quiero volver a vivir eso, no con Natsuki. Odiaría que ella me rechace.

—Oye, tampoco te estoy diciendo que vayas a declararte ahora y de la nada —replicó la bajista, levantando las manos—. Pero sí necesitas mostrar que ella te interesa de forma romántica. Intenta cortejarla y ver cómo reacciona. Si todo va bien, eventualmente terminarán teniendo una relación romántica. Si no, puedes refugiarte en su dinámica de estarse molestando.

Yuuko adoptó una actitud pensativa ante esas palabras. Quizás la idea de Miyuki no fuera mala. Aunque una eventual reacción negativa por parte de Natsuki podría llegar a ser dolorosa, la rubia pensó que lo sería menos que un rechazo directo. Y con esto en mente, decidió poner en práctica esa sugerencia.