- Capítulo 4 -
Monstruo Territorial
(Día 18)
Nuestro viaje, el cual apenas había comenzado ayer, ha estado siendo... fructífero.
Primero, bueno, encontramos monstruos un tanto fuertes y gracias a eso yo subí un nivel, mientras que Naofumi subió dos. Ahora estábamos parejos.
Segundo, con Naofumi comenzamos a leer el libro, y... No entendimos nada, pero está bien, apenas fue un solo día. Estoy acostumbrada a empezar de esta forma.
Y eso es todo, solo viajamos, matamos monstruos, y aprendemos a leer. Es nuestra rutina.
Ahora mismo me encontraba recostada en el pasto, trataba de descifrar las letras y compararlas con los idiomas que conocía, creo que casi puedo ver el parecido. Por otro lado, Naofumi estaba haciendo el almuerzo. Hoy prometió más de su exótica comida japonesa.
¡Tengo tanta hambreeee!
—¡Comidaa! ¡Mi estómago ruje!
Gruuuuuuu
—Ya escuché, solo espera un poco más, tengo que hacer mucho o no te llenarás.
—Bu... bueno, ¿qué creías? Soy un monstruo, mi apetito es... diferente.
—Diría que es más como un foso sin fondo.
—¡Oye! ¡Eso es...!
Lo pensé un momento, pero al recordar todos mis momentos comiendo como un animal salvaje... Sí, mejor me callo.
—...
—¿Sí?
Preguntó en tono burlón.
—Solo sigue cocinando o voy a comerte a ti.
—¡Como usted diga, Señorita!
¿Cuál sería la expresión? Ah, sí... ¡Es un idiota!
Molesta, regresé a mi lectura.
Unos minutos después y la comida ya estaba lista.
—¿Qué será esta vez?
—Hice una variante de yakitori, pero como no tenía carne de pollo, lo cambié por la de un monstruo que cazamos ayer.
—¿Pollo? ¿No es un filolial lo más cercano a una gallina en este mundo?
—Tal vez, ¿por qué?
Una sonrisa salvaje surcó mi rostro.
—Creo que deberíamos comprar ese huevo filolial. Tengo hambre.
—... Umbroxia, eso es canibalismo, al menos para ti.
—Carne es carne.
—¿Incluso la humana?
Mi expresión se torció en incredulidad.
—¡No! ¡Que asco!
Naofumi suspiró aliviado.
—Que alivio, casi pensaba que tú...
—¿Cómo podría comer la carne de criaturas tan repugnantes? ¡No, no, no! ¡Antes prefiero comerme a mí misma! Bueno, tal vez no a esos extremos, pero entiendes mi punto, ¿verdad?
¿Por qué me mira así? ¿Dije algo malo? ¿Acaso no prefiere que no me coma a los de su tipo?
—... Mejor comamos, ¿sí?
—¡Comidaa! ¡Siii!
Cuando acabé de comer mi estómago estaba en silencio y lleno, nadie cocina tan bien como Naofumi. Ahora podía seguir estudiando el libro con más tranquilidad.
Mientras tanto, Naofumi seguía creando más medicina, cada vez mejoraba más y más en eso.
Un tiempo más tarde seguimos nuestro camino en la carretera, teníamos que matar más monstruos y subir más niveles.
Llegamos a un pueblo, no era un gran pueblo, pero era algo.
Cuando llegamos ya se estaba haciendo de noche, por lo que Naofumi decidió que iba a venderle mañana sus medicinas al boticario del pueblo, solo deseaba que esta vez si hubiera un boticario y que no sucediera lo mismo que en Riyute.
Alquilamos una habitación en la posada más barata y nos fuimos a la cama, sí, cama, solo una. Desde esa noche en el bosque hemos estado durmiendo juntos, pero no como amantes ni nada de esa idiotez, solo... Quería que estuviéramos cerca, y cuando se lo dije a Naofumi, él acepto, mientras que no estuviera desnuda ni nada. Yo no tuve problema, así que aquí estamos.
Naofumi me abrazaba desde atrás, creo que pensaba que era alguna clase de muñeco o algo, porque se acurrucaba en las plumas de mis alas, en cuanto a mi cola, esta yacía alrededor de la cintura de Naofumi, o al menos lo que podía. Me sentía más alegre sintiéndolo a mi lado.
... ¿Desde cuándo soy así? ¿Acaso estoy usando a Naofumi como un reemplazo de mi bebé? Él es mi amigo, así que jamás lo podría ver de una forma sexual, solo puedo pensar en Naofumi como... un hijo.
Te extraño tanto, Bebé.
Sacudí mi cabeza y alejé los pensamientos tristes, observé la oscuridad de la habitación con mi visión nocturna y seguí leyendo el libro de gramática básica, el cual ya había comenzado a comprender un poco.
Luego de un rato me fui a dormir, necesitaba las energías para mañana.
(Día 19)
Fue un día duro, más por el hecho de que el boticario era un idiota, decía que las medicinas de Naofumi no eran de tan buena calidad y quería comprárselas a un precio más bajo. Cuando escuché eso estaba furiosa, yo... ¡Quería destripar a ese estúpido mortal y bañar a toda su familia y amigos con su sangre! ¡Naofumi se esforzó mucho con las medicinas, a veces no dormía por eso, ¿qué va a saber una basura como él sobre la calidad?!
Pero antes de que pudiera cortarle la garganta con mi espada, Naofumi intervino al tomarme del brazo, pero la simple acción de atacarlo con la espada pareció fomentar miedo en el mortal, gracias a eso la inmunda criatura le compró a Naofumi la medicina al precio que pedía.
Al tomar el dinero y dirigirnos a la posada, Naofumi me miró con reproche, fue cuando me regañó.
—Umbroxia, no estuvo bien lo que hiciste. Si no te detenía ibas a matar a ese hombre.
Yo giré mi cabeza en otra dirección... Creo que pude estar actuando un tanto infantil.
—Esa escoria mortal se lo merecía, denigró tu trabajo, aquello en lo que tanto te has dedicado. Eso es... ¡Arrgg! ¡De solo pensarlo me hace querer matarlo aún más!
—Solo es un hombre codicioso, hay como esos en todo el mundo, en todos los mundos. Si tuvieras que matar a todos y cada uno de ellos, bueno... Jamás acabarías. Ese es el destino de muchos mortales, vivir impulsados por la codicia y morir a causa de ella.
Suspiró.
—A veces me pregunto, ¿vale la pena salvarlos? ¿No sería mejor que todos murieran? ¿Que sus almas sean erradicadas y dejen de existir por completo...?
Yo lo observé sorprendida.
No creí que Naofumi pudiera pensar así de los mortales, considerando que él mismo es un mortal y un héroe al mismo tiempo. Tal vez lo he influenciado demasiado.
—Pero entonces... Recuerdo a mi hermano, a mis padres, a algunos de mis antiguos amigos de la preparatoria, a personas como Erhard y como tú. Y pienso, ¿tal vez solo necesitan a alguien que los guíe? No yo, por supuesto, pero alguien, alguien capaz de velar por el bien de todos y cambiar su forma de pensar. Un ser amable y, a la vez, imparcial.
Él se había tomado un momento para pensar y luego sonrió satisfecho.
—Sí, yo creo que eso es lo que necesitan los mortales. ¿Qué opinas tú, Umbroxia?
En ese momento, no supe qué decir. Aunque no niego haberme planteado esa pregunta, nunca había llegado a ese tipo de conclusión.
Ahora que miro a Naofumi, a mi lado haciendo medicinas en la mesa y yo estando en la cama de la posada, pienso, puede que él tenga razón. Si los mortales son tan estúpidos, entonces necesitan a un ser paciente, amable, imparcial, e inmortal, alguien que pueda soportarlos durante miles y miles de años y, con el tiempo, ayudarlos a cambiar y a mejorar.
Pero claro, eso jamás sucederá, a menos que aparezca alguien con el mismo conjuro de juventud eterna que yo poseo. Sin embargo, ¿quién sabe? Tal vez en algún momento la tecnología de Naofumi o avances similares lleguen a mi mundo. De esa forma, podría ser posible lograr la inmortalidad.
Le deseo suerte al idiota que decida guiar al grupo de idiotas.
Me levanté de la cama y estiré mi cuerpo. Ya había descansado lo suficiente.
—¿Quieres ir a cazar más monstruos? Escuché de los mortales del pueblo que hay algunos merodeando cerca. Tal vez podamos subir de nivel.
Naofumi se giró y sonrió.
—Claro, vamos. Ya había terminado por ahora de todas formas.
Con eso dicho partimos a la cacería de monstruos. Pobre de ellos.
Cuando acabamos con la cacería ya estaba atardeciendo, tardamos un poco en matarlos, no debido a que fueran difíciles, sino porque eran pequeños y escurridizos. Los desgraciados se metían bajo tierra y no salían, no fue hasta que los perseguí bajo por sus túneles en mi forma cría, que los encontré.
Naofumi dijo que se llamaban Toropos, monstruos parecidos a animales de su mundo llamados topos. Siendo sincera, estas criaturas me hacían recordar a los Borados, una especie mortal ciega de nacimiento que vive en cuevas o bajo tierra, son pacíficos y su potencial mágico es... promedio. De ellos casi siempre surgen hechiceros, a veces magos y, en muy raras ocasiones, Brujas.
El potencial de estas últimas es superior al promedio, claro, hablando de seres mágicos, si hablamos de Brujas, son decentes. Las Brujas nacimos con una superioridad mágica, los únicos seres del mundo que podrían rivalizarnos en ese sentido son los dragones. Esos tipos desbordan magia por doquier, y parece que su importancia se extiende a otros mundos.
Estúpidos dragones y su estúpida alianza con los magos.
En fin, al no tener nada más que hacer en el pueblo, nos fuimos de ahí. Aunque hubiera deseado matar a ese mortal idiota, el supuesto "Boticario Experto".
Mortal Inmundo...
Al caer la noche, y ya habiendo avanzado bastante, acampamos a la luz de la luna y las estrellas. Ambos disfrutamos de la siempre deliciosa comida de Naofumi, terminamos nuestros propios asuntos, las medicinas y los estudios, y nos fuimos a acostar. Yo en mi forma dragón joven, y Naofumi abrazándome.
En un principio Naofumi no soportaba demasiado mi calor corporal, pero con el tiempo se acostumbró. Y esto no es solo desde que dormimos juntos, más bien de siempre tener que montar en mi espalda, o recostarse en mis plumas por el cansancio, y demás ocasiones.
Antes de cerrar mis ojos, di un pequeño y corto vistazo a mi estado.
Umbroxia (Monstruo Adulto)
Clase: Monstruo Esclavo LV 30
Especie: Filolial/Dragón
Otra vez me estoy estancando. Necesito matar más...
Mis parpados cayeron rendidos ante el cansancio, y con eso, todo se volvió oscuridad. Otra vez solo había oscuridad.
(Día 20)
No pasó nada interesante al día siguiente, solo que al parecer estábamos a unas pocas horas de la frontera entre países. Los aldeanos del pueblo en el que nos detuvimos fueron quienes nos dijeron de la frontera, ahí reunimos un poco de información, como que había pueblos pasando hambre por todo Melromarc debido a las Olas de la Calamidad.
Era debido a esas Olas que Naofumi fue invocado a este mundo y forzado a luchar por él, para luego pasar por un intento de robo y traición, una acusación falsa, y posterior huida. Si, este país es una mierda, si no fuera porque Naofumi debe salvarlo o tal vez no pueda regresar a su mundo, ni siquiera estaríamos haciendo todo este viaje de subida de nivel.
No sabíamos cuando sucederían las Olas, tal vez hoy, mañana, pasado, en una semana, o en un mes. La única información que teníamos era que sería peligrosa, o al menos así lo fue para una aldea de Melromarc hace más de un mes.
Esta era una aldea de semihumanos, de las únicas aldeas y pueblos pequeños de ese estilo en el país, ahora todos están muertos por la Ola. Aunque es extraño, ¿no debieron ir a ayudar los caballeros de este reino de mierda? ¿O fue porque era semihumanos les importaba poco o nada? Tal vez solo estaban muy lejos del reino.
Bueno, a mí que me importa, ya están todos muertos, ¿no?
De todas formas, nadie en este mundo asqueroso vale la pena, solo Naofumi, y él no es de aquí.
Vendimos todo, matamos algunos patéticos monstruos, recogimos sus materiales, Naofumi obtuvo escudos basura, y nos fuimos del pueblo.
Solo habíamos podido subir un nivel, nada más, esto comenzaba a molestarme demasiado.
Esa noche dormimos igual que siempre, juntos y con la luz del cielo nocturno cayendo encima del mundo.
(Día 21)
Poco a poco nos acercábamos a unas montañas, ya se podían ver a lo lejos. Los árboles cubrían todos nuestros alrededores, el aire tan natural como siempre, la tierra debajo de mis patas era reconfortante a su manera. Yo tiraba del carruaje con una inusual alegría, casi sentía que iba a empezar a tararear.
Este cuerpo me vuelve cada vez más extraña.
Naofumi por su parte se encontraba en el interior del carruaje, hacia más medicina, pero había dicho que llegó al límite hace días con las recetas que tenía, esto lo frustraba un poco. Necesitábamos conseguir más recetas por los monstruos, o al menos comprar un libro de recetas de algún boticario, pero aún no entendíamos ni lo básico del idioma, por lo que gastar nuestro dinero seria en vano.
Avanzamos cada vez más por el camino, y cuando pensé que hoy sería un día como todos los demás, un olor llegó a mi nariz. Era algo delicioso, pero al mismo tiempo me ponía en alerta.
Detuve mi caminar y a su vez el andar el carruaje.
Olfateé el aire... Snifff... Si, reconocería ese olor en cualquier parte.
Desde el interior del carruaje, Naofumi salió a mirar.
—¿Por qué nos detuvimos, Umbroxia?
Cambié a mi forma humana y observé los alrededores.
—Huelo algo.
—¿Qué cosa?
La saliva se escurría de mis labios, mi hambre resurgía del abismo.
—Sangre.
Esto, al igual que a mí, alertó a Naofumi. Su expresión se tornó seria.
—¿Dónde?
—Nos llevaré.
Volví a mi forma dragón joven y a un paso más apresurado, nos dirigimos al lugar del olor.
No huelo muerte, solo heridos... ¿Qué será?
Al adentrarnos más en los árboles y en dirección a las montañas cercanas, pudimos escuchar sonidos de batalla y espadazos en la dirección del olor. Por lo que decidimos detener el carruaje y dejarlo ahí, lejos de la acción.
Ahora caminábamos hacia el origen de todo este asunto.
Cuando encontramos el lugar, nos escondimos detrás de unos arbustos y árboles, pero, ¿por qué lo haríamos? Sencillo, porque frente a nosotros se estaba dando una pelea, solo que no era para nada igualada.
Un gran grupo de hombres armados estaban rodeando a unos teriántropos, o eso era lo que pensaba, después de todo tenían cierto parecido con esos monstruos toropos que nos encontramos antes. Eran pequeños, de pelaje marrón, nariz diminuta y ojos igual de diminutos.
Estaban perdiendo, e iban a morir, si es que nadie los ayudaba, claro.
—¿Qué quieres hacer?
Pregunté estando en mi forma humana, Naofumi se mostró preocupado.
—Quiero ayudar, pero, no sabemos qué tan fuertes son esos tipos, ni siquiera quienes son. ¿Podríamos derrotarlos? ¿Esos teriántropos habrán hecho algo para merecer esto? Tantas preguntas y ninguna respuesta.
—Si quieres saber quién es el "malo" aquí, solo tienes que ver las expresiones y escuchar el habla de esos mortales, está claro que no son justicieros ni nada parecido. Decide lo que quieras, pero hazlo rápido, o todos van a morir.
Ante mis palabras, algo despertó en Naofumi, una determinación escondida. Él me miró, yo le devolví la mirada. Como el mortal viendo el abismo infinito, antes de ser consumido por este.
—Vamos a ayudarlos.
Y entonces, el héroe hizo acto de presencia.
Justo cuando reanudamos nuestro avance, uno de los mortales humanos apuntó su espada a dos teriántropos, y exclamó:
—¡Mueran!
La espada cortó a través de la carne, la sangre salpicó en el suelo, y todo se volvió rojo... O eso hubiera pasado, si no fuera por cierto Héroe con un Escudo Sagrado.
—¡Escudo de Ataque Aéreo!
Un escudo flotante apareció frente a la espada, y con un poco de esfuerzo repelió el ataque, esto sorprendió tanto al atacante como a todos los presentes.
—¡¿Qué?!
—¡Umbroxia, ahora!
Ahhh, ahí viene... La Sed de Sangre.
Todo mi cuerpo se impregnó con una adrenalina y locura salvaje, para más velocidad cambié a mi forma dragón joven, y tomando desprevenido al enemigo cercano, salté sobre él y lo tiré al suelo. Luego regresé a mi forma humana y clavé la espada en su garganta.
¿Qué donde guardaba mi espada al transformarme? Pues la tenía guardada en la funda, así que la sostenía con una de mis manos y utilizaba la otra para atacar. Era un tanto incómodo, pero hasta no encontrar una solución más sencilla haría esto.
—¡No los mates a todos, ¿sí?! ¡Necesitamos información!
—Que molestia... ¡Bien!
Cuando salté hacia el otro mortal, este trató de resistirse, pero mi fuerza y agilidad fueron superiores, por lo que hice uso del mango de la espada y golpeé su estómago. El inútil cayó inconsciente.
O su nivel es inferior al nuestro, o mis estadísticas de ataque son superiores... Tal vez ambos.
Había un gran grupo de estos hombres, y Naofumi estaba ocupado defendiendo a los teriántropos. Parecía estar un poco en problemas.
—¡Umbroxia! ¡Una ayuda por aquí!
Sin mediar palabra alguna, corrí a través del campo de batalla en mi forma dragón y ataqué a dos de los hombres que Naofumi retenía. Mi cuerpo pedía su sangre, pero me abstuve, así que, con la espada en la boca y las manos libres, tomé sus cabezas desde atrás y las impacté contra el suelo.
Los gritos de dolor no llegaron a escucharse, porque al instante fueron silenciados por la tierra y la inconciencia de sus portadores.
—¡Detrás de ti!
La advertencia de Naofumi me salvó de ser atacada por un mortal con espada, este se tambaleó hacia adelante al no encontrar su objetivo, ósea yo, y aproveché esto para atacarlo por la espalda ya siendo humana. Y otra vez, el mango de mi arma cayó sobre el cuerpo de un mortal, solo que esta vez fue en la nuca.
Creo que me pareció oír un crack, pero quizás me estaba equivocando... Nop, el idiota esta más que muerto, o bueno, ¿tal vez sobrevivió? Supongo que lo averiguaremos más tarde.
El asalto siguió durante un par de minutos más, pero al finalizar, la mayoría de los humanos habían sido noqueados y algunos asesinados por mí, aunque eso fue por el del principio con mi espada en su cabeza, y otros dos por no medir mi fuerza a la hora de mandarlos a dormir. ¡Eh! ¡No es mi culpa que sean tan débiles!
Algunos a la mitad del combate intentaron escapar, pero yo los cacé al instante que los vi.
Naofumi se me acercó, su rostro se mostraba dudoso.
—¿Son todos?
—Si, ninguno escapó, o al menos no que yo lo haya notado. El único olor repulsivo de algún humano que percibo son de estos tipos, y... tu olor no es repulsivo.
Una pequeña risa salió de su boca.
—Iré a ver a los heridos, tú quédate a vigilar.
—Bien.
Luego de decir aquellas palabras, Naofumi caminó hasta los teriántropos. Por lo que vi desde mi posición, primero comenzó curándolos con las medicinas que tenía, las cuales no eran lo mejor de lo mejor, pero eran algo, y luego tuvieron una pequeña charla.
Pasaron varios minutos y Naofumi regresó.
—¿Los despierto?
—Primero déjame atarlos con el Escudo de Cuerda, aunque aún no sé si podré con todos.
—Solo hazlo con algunos, y si intentan escapar los traeré de vuelta.
—Está bien.
Después de que atáramos a todos con el Escudo de Cuerda, el cual al parecer poseía una cuerda infinita que se generaba mediante la magia del portador, y que podía ser cortada sin problemas. Decidimos despertar al que creímos que era el líder, un tipo calvo y con marcas en la cabeza.
—Despierta, Mortal Inepto.
Golpeé al mortal en el rostro con mi mano unas cuantas veces, y entonces el idiota despertó.
—... ¿Eh? ¿Qué?
Al principio estaba confundido, pero luego fijo su mirada en nosotros, más bien en mí. ¿Qué miraba esta escoria?
—Asquerosa bestia semihumana.
... Otro idiota que no sabe diferenciar.
Estaba a punto de decir algo, pero Naofumi se me adelantó.
—¿Quiénes son? ¿Por qué atacan a estas personas?
El mortal movió su mirada a Naofumi, luego comenzó a reír.
—¡¿"Personas" dices?! Estas bestias no son más que eso, bestias, no merecen ser llamadas de otra forma.
La expresión de Naofumi cambió de pasiva a una molesta.
—Responde las preguntas.
Mortal Inepto miró a su alrededor, y al darse cuenta de que tanto él como sus compañeros habían sido no solo superados, sino también capturados, pareció estar dispuesto a hablar.
—Somos cazadores, buscamos bestias como la que te acompaña y las vendemos a los mercaderes de esclavos. Deberías hacerlo, te darían buen dinero por esa cosa que tienes ahí.
—¿Este ser insignificante me llamó "cosa"?
Mi ira estaba resurgiendo como una llama en una fogata.
—Umbroxia, déjame esto a mí.
Suspiré.
—Como quieras.
El estúpido mortal sonrió satisfecho, como si el hecho de seguir las palabras de Naofumi lo declarara la especie superior. Como siempre, todos los mortales son escoria, basura, seres inferiores que deben ser aniquilados por un ser superior... Por un ser como yo.
—¿Alguien los contrató? ¿O hacen esto por deporte?
—Deporte, ¿acaso necesito otras motivaciones a parte del dinero y demostrar la superioridad humana?
—Repugnante.
El rostro de Naofumi cambió, ahora tenía "aquella mirada", la que usaba cuando se dirigía a los estúpidos mortales.
—Las criaturas como ustedes, seres sin compasión, y con un pensamiento tan retorcido... No merecen solo morir, no, ustedes serán torturados, como todos los semihumanos y teriántropos que han vendido en toda su vida.
Temor... Eso fue lo que se asentó en la patética expresión del mortal. Pero entonces, su mirada se dirigió a otro lugar, más bien, a otra cosa.
El escudo de Naofumi, no, más bien, a la gema incrustada en él.
—Esa gema... Cabello negro... Rostro extranjero... ¡Tú! ¡Tú eres el Héroe del Escudo!
Debido al grito del mortal, se comenzaron a escuchar los gemidos de sus compañeros caídos, ellos se estaban despertando.
Cuando el mortal lo notó, sonrió a más no poder.
—¡Chicos! ¡¿No creerán a quien nos encontramos?! ¡Es el Héroe del Escudo! ¡El infame y demoniaco Héroe del Escudo! ¡Esto es oro puro!
Al despertarse y entender del todo las palabras de su líder, todos sonrieron junto a él y rieron como desquiciados.
Naofumi seguía con esa mirada, ahora mismo no veía a seres de su misma especie, solo a insectos, no, peor que eso. A futuros cadáveres.
O bueno, eso era lo que su mirada me trasmitía.
—¡¿En serio piensas que el reino y todos nuestros aliados no dirán nada al respecto?! ¡Cuando se enteren que nos mataste, no solo serás catalogado como un violador! ¡No! ¡Ahora tu reputación ya manchada cambiará a la de un asesino! ¡Veamos cómo te va escapando de un país entero!
Ellos siguieron riendo, cada vez más y más, se creían intocables. Que equivocados estaban.
—Umbroxia, busca en los alrededores, quiero saber si hay alguien cerca a parte de nosotros.
—¡Claro!
Me fui corriendo del lugar y estuve un rato yendo de un lado a otro, observé, olí, escuché, pero nada, ningún rastro de humanos u otra especie consciente. Solo pequeños y patéticos monstruos.
Al regresar, Naofumi parecía haber tenido otra charla con el grupo de teriántropos, su humor había cambiado un poco porque les estaba sonriendo. Luego se saludaron y ambos se fueron por caminos distintos, los teriántropos al interior de una cueva y Naofumi hacia los mortales.
Entonces me acerqué a Naofumi, al verme me sonrió, pero su expresión cambió otra vez al dirigirse a los idiotas que tenía enfrente.
—¿Qué piensas? ¿Los matamos?
—Creo que se merecen algo mucho peor, y entregarlos a la justicia está fuera de discusión. Solo dirán que yo los ataqué y me perseguirán.
—Entonces los torturamos.
—... Si.
—¿Quieres que lo haga yo?
Naofumi miró en otra dirección, lo noté dudoso.
—No me importa hacerlo, no siento nada más que odio por estas criaturas. Solo tápate los oídos y mira hacia otro lado.
Él volvió su mirada hacia mí, otra vez esa mirada determinada.
—No, debo verlo, también es mi carga.
Suspiré con molestia.
—... Bien, como prefieras.
Los mortales, al notar que ya habíamos decidido su destino, quisieron escapar, pero fue en vano. Siempre los regresaba a su lugar.
—¿Quieres que les saque toda la información posible?
—Claro.
—Necesitaré de tus mejores medicinas para mantenerlos con vida, y antes hay que quitarles todas su pertenencias, puede que tengan algo interesante.
Con un solo asentimiento de cabeza, Naofumi caminó hasta el líder de los mortales y lo trajo hasta mí. Este se encontraba gritando desesperado.
—¡Suéltame! ¡Maldito Demonio, aléjate!
—Solo cállate, pronto recibirás lo que mereces y más.
—¡Nooo! ¡Dije que te alejaras!
Intentó atacar a Naofumi, pero fue en vano, ahora mismo él se había equipado su escudo con más defensa, el escudo de metal ligero, más su defensa acumulada y el hecho de que el mortal estaba desarmado... Estaba claro que no le haría nada.
Yo sonreí ante la situación, hoy por fin podría desestresarme un poco.
—¡Bien! ¡Es hora de retirarte tus pertenecías!
—¡No te acerques más, Bestia Inmunda!
—¡Tranquilo! Solo te quitaré todo lo que tienes. Incluida la vida.
—¡Nooo!
Como iba a seguir resistiéndose lo golpeé con mi puño en el rostro y lo dejé inconsciente.
—Ahora podemos continuar.
Tardamos un poco, no solo en desvestir al líder, sino con todos, aunque para mi fortuna y diversión no se resistieron por el terror que sentían. Debido a esto fue mucho más sencillo dejarlos en ropa interior, no les quitaría eso también, ni que me interesara verles el miembro.
Ahora todos estaban sentados en el suelo, uno al lado del otro, como antes, solo que esta vez casi desnudos.
—¿Con cuál empiezo? ¿Alguna sugerencia?
Miré a Naofumi, él sonrió con un pequeño aire de sadismo.
—El líder.
Mi sonrisa se ensanchó a extremos macabros y la excitación en mi interior aumentó.
—¡Esperaba que dijeras eso!
No pude evitar soltar unas pequeñas risas... No, no eran tan pequeñas, sino no se estarían escuchando por todo el lugar.
—¡Sientan terror y honor, Estúpidos Mortales! ¡Porque la futura Diosa los torturara hasta su muerte! ¡Los haré vivir lo más posible y al final les daré una muerte atroz! ¡Sus almas gritaran por la eternidad y jamás encontraran la paz que tanto anhelan!
¿Oh? ¿Tanto los asusté? Todos tiemblan y algunos ya se orinaron del miedo.
Bueno, ¿qué se le va a hacer? Es hora de jugar.
—Tomaré a este. ¿Debería hacerlo frente a sus compañeros o en un lugar apartado donde sus gritos puedan ser escuchados?
—Aquí, necesito mantenerlos vigilados, y como dije, quiero ver el proceso.
—Claro.
Sonreí alegré.
Hoy iba a ser un gran día.
Tomé al inconsciente mortal del cuello y lo tiré al suelo. Luego, me arrodillé a su lado y levanté el cuchillo que Naofumi me había prestado.
—Esto te despertará.
Entonces clavé con fuerza el cuchillo en su brazo.
—¡Ahgggg! ¡Ahhhh!
Sus gritos de dolor eran como música para mis oídos, tal como dice la expresión.
Con desesperación, el mortal buscó el origen del dolor y, al encontrarlo en su brazo, elevó su mirada hacia mí.
—Hola, ahora mismo vas a ser torturado. Pero siendo sincera, no tengo mucha experiencia en tortura sin magia, espero que me perdones si no te causo demasiado dolor.
El mortal no respondió, solo intentó forzar su liberación.
—No te muevas, o no podré hacerlo bien.
Retiré el cuchillo, la sangre brotó y salpicó por todas partes.
—Mmm... No quiero que mueras desangrado, creo que te curaré un poco. solo será esta vez, ¿bien? Aun soy una novata en la tortura con armas.
Utilizando mi poder del alma, la magia de mi mundo, logré sanar la profunda herida del mortal. Fue algo sencillo en realidad, solo un procedimiento básico. De hecho, si lo deseara, podría incluso volver a unir una cabeza cortada, siempre y cuando tenga acceso a la magia necesaria para hacerlo.
Cuando se curó la herida, el mortal me miró conmocionado, Naofumi también parecía sorprendido, al igual que el resto de mortales.
—... ¿Sin necesidad de encantamiento? ¿Cómo es que...?
¿Encantamiento? ¿Acaso habla de lo que hizo la mortal aquella vez en la cueva? ¿Por eso parecía recitar una especie de poema? ¿Eso era un... encantamiento? Si eso es lo que se necesita para hacer magia, pues lo encuentro muy estúpido.
Tendré que investigar sobre el tema cuando volvamos al reino.
—Prosigamos, pero esta vez sin errores.
—¡No! ¡Espera...! ¡Ahhgg!
Corté con el cuchillo la piel recién curada de su brazo, no era nada en realidad, pero el mortal ya estaba gritando mucho.
—Apenas estoy empezando, y es solo la práctica, luego vendrá lo de verdad junto a las preguntas.
Una vez más mi sonrisa se ensanchó, me estaba divirtiendo mucho con este mortal.
Cuando seguí cortando su cuerpo, cuando la sangre cayó otra vez y su expresión de terror puro permaneció en él, supe que esta día sería inolvidable.
Naofumi recordaría este momento por el resto de su vida.
Porque así debía ser, y así siempre será.
La mirada de Naofumi era sombría.
Desde que torturé y maté a esos idiotas. Naofumi, quien presenció todo por voluntad propia, solo se había dedicado a estar sentado en el carruaje, guiándome, pero siempre con esa expresión en su rostro. Creo que estaba reflexionando sobre lo ocurrido.
En cuanto a los tipos muertos, descubrimos algunas cosas. Al parecer eran caballeros de Melromarc, y según dijeron, en este país los semihumanos son considerados poco o nada más que monstruos a los cuales esclavizar, torturar y matar, aunque estos últimos estaban fuera de la ley, no es que les importara de todas formas.
Otra cosa que nos dijeron fue que ellos, todo el grupo, después de que la primera Ola asolara la aldea de Lurolona, esa aldea en la cual solo habitaban los semihumanos y que ahora ya no existe. Pues los mortales aprovecharon la situación para matar a todos los semihumanos adultos y esclavizar a todos los niños, luego los vendieron y hasta donde sabían deben estar siendo torturados por sus amos o ya murieron.
Fue... Una información interesante, llenó algunos huecos que tenía con respecto a esa aldea. Ahora sé que el reino si mandó tropas, pero no para ayudarlos.
Bueno, vender esclavos para ganar dinero no suena tan mal. Aunque no creo que a Naofumi le agrade la idea, acabamos de evitar eso mismo de todas formas.
Volviendo a lo importante.
Luego de saber lo de Lurolona, les pregunté por las Olas, quería averiguar cada cuanto sucedían y si sabían dónde. El líder de los idiotas, al que más disfruté torturar, dijo que el Reloj de Arena del Dragón en el reino daba esa información, que solo debíamos acercarnos a él y nos registraría la fecha exacta. En cuanto al lugar, era aleatorio por lo que sabían, así que debían estar preparados y partir hacia allí.
Al parecer, los Héroes serían teletransportados con sus grupos a estos lugares, o eso fue lo que descubrieron de registros antiguos, en los cuales contaba que hubo Héroes del pasado combatiendo a las Olas.
Los Héroes del pasado... Me interesa aprender su historia, conocer las habilidades que poseían. ¿Hasta qué punto puede Naofumi volverse poderoso? ¿Podría ser tan fuerte como yo en mi mejor momento, o incluso superarme? Ese mero pensamiento me emociona por alguna razón. Tener a alguien tan poderoso a mi lado... Imagina las cosas que podríamos lograr juntos. ¡Primero el mundo, y luego, quién sabe, tal vez toda la existencia!
Sentí cómo mi pecho se llenaba de calor, y al mismo tiempo, esa sensación también se extendía a mi entrepierna, mientras la saliva se acumulaba en mi boca y goteaba hasta mi mano.
El solo hecho de pensar en las tantas muertes que podríamos provocar, liberar a los mundos de toda vida mortal... Eso es suficiente para excitar a una mujer, o al menos a esta mujer.
Mientras yo divagaba en mi mente sobre los múltiples escenarios sangrientos, Naofumi pareció haber llegado a una conclusión consigo mismo.
—Umbroxia.
Giré mi cabeza en respuesta a su llamado y lo observé con detenimiento. Nunca antes lo había visto tan decidido desde que lo conocí. ¿Qué tendrá en mente?
—¿Sí?
—¿Aún puedes crear ese portal?
Al escuchar esas palabras, una sonrisa llena de satisfacción adornó mi rostro.
Parece que el niño se ha hecho todo un hombre.
Estábamos en un prado, rodeados por nada más que pasto y unos pocos árboles, el carruaje estaba estacionado unos metros detrás de nosotros.
Yo miré a Naofumi, y él hizo lo mismo.
—¿Seguro qué quieres hacerlo ahora? Aún no hemos explorado mucho este mundo, tal vez haya algo divertido para ver.
Naofumi negó con la cabeza.
—No, ya estoy harto. Este día me demostró una cosa, las personas que se supone debo proteger están todas podridas, o al menos la gran mayoría. No tengo la intención de arriesgar mi vida por ellos, y ni siquiera es necesario que lo haga, ya que tienen a los otros Héroes, quienes son mucho más capaces de enfrentar las Olas que yo. Desde el primer día, ellos lo dejaron claro, "El escudo es un arma inútil".
Sentí pena al oírlo decir aquello. Naofumi en serio creía esas palabras, pensaba que era un inútil, ¡pero no es así! ¡Él es todo menos un inútil! ¡Y mi deber como su amiga es asegurarme de que lo sepa!
Fruncí el ceño y me dirigí a él.
—Tienes razón en una cosa, pero no en otra.
Intrigado por mis palabras, Naofumi hizo un ademán a que continuara.
—Si, los mortales de este mundo y de mi mundo no valen la pena ni siquiera nuestro esfuerzo, en eso te doy toda la razón. ¡Pero...! No eres un inútil, sabes hacer muchas cosas, puedes cocinar, regatear, tienes una gran capacidad de aprendizaje, y en especial...
» Hiciste que un ser como yo, alguien quien odia a todos y cada uno de los mortales, le importaras como a un amigo. Eso solo lo tienes tú y nadie más.
Me acerqué a Naofumi y lo abracé de frente, mi cabeza llegaba hasta su abdomen debido a mi pequeña e infantil altura, pero no importaba que tuviera que verlo desde abajo, solo quería consolarlo.
—No dejes que ese escudo defina cuan útil o no eres. Tienes tanto potencial por explotar, podrías aprender a hacer tantas cosas y aun así jamás sería suficiente para definir cuan grandioso puedes llegar a ser.
Lo abracé con más fuerza y acosté mi rosto en él.
—Si te eligió un arma débil es porque notó tu fortaleza, tu capacidad para dirigirla a su máximo potencial. Así que, como dije, no eres un inútil, y no vuelvas a pensar lo contrario. O si no me enojaré contigo, ¿de acuerdo?
Con estas últimas palabras dichas iba a separarme de Naofumi, pero antes que pudiera hacerlo, él me devolvió el abrazo. Así que miré hacia arriba, y al ver su expresión sonriente no pude evitar hacer lo mismo.
—Gracias, Umbroxia. En serio lo necesitaba.
—No es nada, solo no quería ver cómo te menospreciabas a ti mismo.
Colocó su mano sobre mi cabeza y la acarició.
—Prometo no volver a hacerlo, y una promesa jamás debe romperse.
—Lo sé.
Estuvimos así por un tiempo más. Naofumi parecía ya haberse tranquilizado un poco, pero aún seguía decidido con abandonar este mundo a su suerte, y yo no iba a decir lo contrario.
Ya separados y estando uno al lado del otro una vez más, observé el área frente a mí, un punto en la existencia y de la cual se crearía el portal.
Estiré mi mano y dirigí mi magia a ese punto.
La oscuridad brotó de mi pecho, se extendió por mi brazo y entonces alcanzó mi mano derecha, que estaba abierta, acumulando energía mágica.
—Cuando cree el portal tendremos que saltar rápido, no durará demasiado con la poca cantidad de magia que estoy utilizando, pero será suficiente para crearlo, así que no te preocupes.
Naofumi solo me asintió con la cabeza y observó asombrado la formación del portal.
No sé las coordenadas exactas del mundo de Naofumi, así que primero iremos a mi mundo como lo acordamos, esperaremos unos días a que recupere toda mi magia, y entonces comenzaré a crear múltiples portales a mundos con la misma esencia de Naofumi. Hacerlo ahora sería arriesgado porque requiere más magia, y es posible que las distintas energías de los mundos me confundan.
¿Qué? Es la primera vez que hago algo así, nunca viaje a otras realidades, no sabía que se podía. ¿Tal vez haya una sin mortales? Sería un sueño hecho realidad.
Regresando al portal. Este se había estado formando sin problemas, aun cuando lo estaba creando siguiendo las sensaciones que sentí esa vez, cuando caí a este mundo.
Falta poco...
El ambiente se oscureció un poco, el viento comenzó a aullar con fuerza, y toda la oscuridad de los alrededores fue absorbida por el portal en formación.
Y entonces... El Portal fue creado.
—¡Ahora!
Sin vacilar ni un segundo, saltamos hacia la enorme masa oscura frente a nosotros. ¡Ahhh! ¡Ya podía verme con mi poder de vuelta y masacrando a todos esos asquerosos mortales!
Y, justo cuando tocamos la superficie del portal... Fuimos empujados hacia atrás y obligados a caer de espaldas al suelo pastoso.
Estaba muy confundida al respecto.
Tan pronto como caímos nos levantamos.
—¡Otra vez!
Determinados, corrimos una vez más hacia el portal, y de nuevo fuimos empujados hacia atrás.
Bien, esto ya me estaba empezando a irritar.
Volvimos a levantarnos, solo que esta vez más enojados que otra cosa.
—¡Por el Creador! ¡¿Qué está ocurriendo?!
—Umbroxia, tu portal...
—¡Lo sé! ¡Este maldito portal...! ¡¿Qué es lo que te sucede?!
Me acerqué a la masa de oscuridad e intenté hacer pasar mi mano, pero esta chocó con una superficie sólida. Eso jamás me había pasado... ¿Acaso hice mal el conjuro?
—¿Y bien?
Seguí intentando atravesarlo, pero nada ocurría, solo me chocaba con una pared invisible e irrompible.
Me voltee hacia Naofumi, mi expresión era todo lo que necesitaba para entender la situación.
—... Maldita sea.
Si, nuestra situación es una maldita mierda.
¿Y ahora qué se supone que vamos a hacer? Esto significa que... ¡¿Estoy atrapada y sin ninguna posibilidad de escape en este repugnante mundo?! ¡Maldición!
Odio mi vida...
Estaba de mal humor, ambos lo estábamos, pero yo aún más. Así que, con el objetivo de distraerme comencé a jalar del carro y avanzar de regreso al reino. Naofumi tenía que entregar una carta a un habitante de Melromarc, el propietario de una tienda de armas. Al parecer, uno de los teriántropos, conocidos como Lemo, era su amigo. Tal vez podríamos obtener mejor equipamiento allí que en la tienda de Erhard.
Íbamos a tardar unos días en llegar, y tampoco estábamos apurados, así que decidimos explorar Melromarc un poco más.
Estaba tan absorta en el camino, tratando de alejar la ira de mi mente, que no me percaté de que Naofumi me estaba hablando.
—¡Umbroxia!
—¡¿Eh...?!
Sobresaltada por el grito, estuve a punto de perder el equilibrio y tambalearme hacia un costado, pero Naofumi, utilizando las riendas, logró que recobrara la estabilidad.
Luego de calmarme, observé a Naofumi con una expresión molesta. Él solo sonrió un tanto nervioso.
—Lo siento, no lo volveré a hacer.
Suspiré.
—Bien. Por cierto, ¿qué querías?
—Ah, sí. Deberíamos hablar sobre qué hacer ahora, ya que... No podemos regresar a nuestros mundos.
Esto último lo dijo con ira en su voz, y a su vez podía notar un atisbo de tristeza en sus palabras.
—¿A qué te refieres?
—Las Olas, por supuesto.
Si, eso. Que molestia.
—Seguiremos con lo planeado, subir de nivel y luego combatirlas, no sin antes registrarnos en este Reloj de Arena del Dragón.
—Pero, estaba pensando, podríamos ir a visitar los otros países. En Melromarc seré un buscado para siempre, o al menos hasta que pueda probar mi inocencia, lo que no creo que pase pronto.
—¿Qué sugieres?
—Después de saber la fecha exacta de la ola, si aún tenemos tiempo podríamos ir a otros países y establecernos por un tiempo, eso hasta que sea la siguiente ola.
Eso podría ser factible, pero aún tengo mis dudas.
—Con respecto a las olas, ¿no es extraño que solo suceda en Melromarc? Digo, si fuera así y esto afecta a todos en el mundo, ¿no deberían los otros países ayudar? Y así no necesitarían a los Héroes para la tarea.
—Tal vez no se llevan bien y no les importa que le suceda a un país ajeno. Aunque ahora que lo pienso si es extraño, si una plaga apareciera en mi habitación, yo querría eliminarla antes de que se expandiera.
—A eso me refiero. Y si ese es el caso entonces...
Fue ahí que Naofumi captó el punto de la conversación.
—¡Tal vez Melromarc no es el único país afectado! ¡¿Qué tal si las olas suceden en todos lados?! ¿Eso no sería perjudicial para todos? Digo, los cuatro Héroes en un mismo país, debieron invocarnos por separado.
—Y si, ¿así iba a ser?
Ante mis palabras, la expresión de Naofumi cambió a una confundida.
—Digo, tal vez Melromarc acaparó a todos los Héroes para sí mismo, centralizando así el poderío y, bueno, protegiendo así a su país de las olas con mayor efectividad.
Naofumi me miró pensativo.
—Según Tolly, uno de los teriántropos que salvamos, Melromarc no me permitirá salir del país, y como dijiste, pudiendo defenderse mejor de las Olas. Así que puede que tu teoría tenga sentido.
Asentí a sus palabras.
—Pero lo que no tiene sentido es que, en caso de acordaran que país invocaría a qué Héroe. Entonces Melromarc con este acto estaría declarándoles la guerra a todos los países involucrados. ¿Qué tan estúpido tiene que ser el rey para hacer eso?
Ambos no observamos con una mirada de complicidad, era como si estuviéramos pensando en lo mismo.
Suspiramos.
Yo hablé.
—Si la hija es así, no me quiero imaginar al padre. Y en ese caso, es muy posible que nuestra teoría sea correcta. El rey condenó a su país... Aún más.
—Todavía no sabemos si así fue como pasó, pero estoy casi seguro de que fue de esa forma. Si no, ¿por qué nos invocarían a todos juntos? A menos que sea el punto de partida... Pero en ningún momento mencionaron otros Relojes de Arena, claro, no a mí, esos tres tal vez ya lo sabían.
Otro suspiro salió de la boca de Naofumi.
—Estoy a ciegas, eso es todo lo que puedo decir.
—No te preocupes, cuando lleguemos a la ciudad podremos preguntar al respecto. Tal vez consigamos algo de información, aunque solo sea sobre los relojes.
Con una mirada cansada, Naofumi me sonrió.
—Esperemos que así sea. Hasta entonces tenemos un largo camino por recorrer, cuatro días o menos para llegar a la Ciudad del Castillo.
—Por suerte nuestros niveles subieron bastante con la muerte de esos tipos. Cuatro niveles, ¿puedes creerlo? Ahora no tendremos que preocuparnos demasiado por la subida de nivel. Al menos, no por el momento.
El cansado Héroe posó su mano sobre su rostro y lo cubrió con esta.
—Desearía que no me recordaras a esas escorias, no quiero volver a enojarme.
—Claro, no hay problema.
Iba a dar por terminada la conversación, pero aun había algo molestando en mi mente.
—Otra cosa, para saber cuándo iniciarán las olas, tendremos que exponernos en el centro de Melromarc. Si descubren tu identidad entonces habrá problemas.
Una sonrisa divertida se formó en el rostro de Naofumi.
—Lo sé, pero piénsalo, soy un Héroe. Aun cuando crean que yo le hice algo a Zorra, y te aseguro que así lo creen, ellos no podrán matarme. Tú lo dijiste, Umbroxia, necesitan el poder de los Héroes, o si no todos perecerán.
—Si te asesinan se arriesgan a morir ellos también.
—Exacto.
El sadismo en su voz, la tranquilidad en sus ojos y ese aire de grandeza hicieron que mi corazón latiera con alegría. Mi Naofumi estaba cambiando tan rápido, y yo, como una madre que ve a su hijo, me sentía tan orgullosa.
Sin poder contener mis emociones, solté una carcajada estruendosa que resonó en todas partes. Y con mi ojo derecho, observé a Naofumi detrás de mí.
—Esa idea me encanta.
Con eso dicho, ambos continuamos nuestro camino hacia la Ciudad del Castillo.
(Día 23)
Durante estos dos días de viaje, Naofumi y yo exploramos diferentes regiones de Melromarc.
Como no íbamos directo hacia la ciudad, sino que nos aventurábamos por diversas áreas. Tuvimos la oportunidad de vender más medicinas en otros pueblos y aldeas, además de encontrarnos con una variedad de monstruos de los cuales obtuvimos sus materiales y adquirimos más escudos. Aunque la mayoría de los escudos resultaron ser normales o solo basura acumulable, al menos según Naofumi.
Todavía no los desbloquearía, ya que tenía bastantes desde que absorbió los cuerpos de los esclavistas que torturé y maté. Si, hice que Naofumi los absorbiera en el escudo, al principio él no quería, pero lo convencí al decirle que en algún lado debíamos dejar los cuerpos. Y yo no me los pensaba comer, que asco, no gracias.
Claro, podríamos haberlos enterrado, pero tenía curiosidad por ver que escudos salían, y vaya que fueron varios.
Los escudos que obtuvo fueron, Escudo de Humano, Escudo de Piel de Humano, Escudo de Carne de Humano, Escudo de Hueso de Humano, Escudo de Sangre de Humano, Escudo Muscular de Humano, Escudo de Ojo de Humano, Escudo de Brazo de Humano, entre muchos más.
Siendo sincera, me sorprendió que los mortales al fin sirvieran para algo, bueno, sus cadáveres al menos. No se les puede pedir demasiado a esos inútiles.
¡Excepto mi Naofumi! ¡Él es miles de veces mejor que esas escorias!
... Cof cof... Creo que mi lado filolial se salió de control por un momento... Si, eso debió de ser... Cof cof...
En cuanto al equipamiento que obtuvimos al matarlos, estábamos pensando en vendérselo a Erhard. Sin embargo, es posible que no los acepte debido a que son de caballeros del reino. Por todo eso de los emblemas de la corona, y podría tener problemas si intenta venderlos a alguien más.
De todas formas, le preguntaremos, y en caso de negarse, entonces solo buscaremos a más mortales interesados... Tal vez Mortal Repugnante sepa de alguien así.
Nos estábamos acercando a una nueva aldea, con Naofumi planeamos vender más medicinas, y tal vez el equipo de los esclavistas, aunque esto último dudo que suceda.
Cuando nos detuvimos frente a la entrada, pudimos observar a algunos mortales caminando por varias direcciones. Era una aldea estándar por lo que no importaba.
Estacionamos el carruaje en una zona segura dentro de la aldea, solté las riendas y volví a mí forma humana, pero primero asegurándome de ocultarme de la vista de los curiosos, y Naofumi descendió al suelo.
—Dirijámonos primero al boticario, luego podremos explorar más la aldea.
—Claro.
Después de vender gran parte de las medicinas que teníamos, habíamos obtenido una cantidad considerable de dinero. Sin embargo, era lamentable que la calidad de las medicinas se hubiera estancado debido a la falta de escudos adecuados. Naofumi deseaba obtener mejores bonificaciones, lo que nos permitiría ganar más dinero... Supongo que podemos intentar nuestra suerte con más monstruos o plantas.
Seguimos con el resto del plan y fuimos a preguntar a uno de los mortales si había un sitio con monstruos, y al decirles que teníamos planeado matarlos para subir de nivel, este se animó.
—¡¿Señor, usted es un aventurero?!
Un tanto sorprendido por su repentina emoción, Naofumi asintió con la cabeza. Yo por mi parte miré con enojo al mortal, ya que parecía que no me había tomado en cuenta... Maldita basura, voy a matarte.
Naofumi, al notar mi sed de sangre, decidió colocar su suave mano sobre mi cabeza, tratando de calmarme. El efecto fue inmediato y ahora solo podía sentir cómo una tonta sonrisa se formaba en mi rostro infantil.
—... Podría decirse que sí, ambos vamos de lugar en lugar cazando monstruos, es como nuestro trabajo.
—¡Eso es genial! Siendo sincero con usted, habíamos mandado un pedido al Gremio de Aventureros para deshacernos de un malvado dragón, pero nadie ha contestado hasta ahora. Ni siquiera los famosos Héroes convocados, ¡¿no es increíble?!
Con molestia en su voz, el mortal se cruzó de brazos y refunfuñó.
—Si, comprendo. Tal vez nosotros podamos hacer algo, con el pago adecuado, claro.
La alegría se reflejó al instante en el rostro del mortal, quien agarró con fuerza las manos de Naofumi y las sacudió con entusiasmo.
—¡¿En serio?! ¡Eso sería genial! Déjeme presentarle al líder de la aldea, él le dará toda la información que necesita.
Aún sorprendido por la animosidad del mortal, Naofumi solo pudo asentir de acuerdo. Y mientras éramos guiados a la casa del otro mortal, yo pensaba en mi futura batalla.
Un dragón, sería el primero que veo en este mundo aparte de mí. ¿Qué tan poderoso será? ¿Cuánta experiencia nos dará? ¿Podremos derrotarlo? ¿O tendremos que huir como los patéticos Ratoides de mi mundo? Quisiera matarlo, mi sangre me obliga a demostrar mi dominio sobre este otro dragón, ¡tengo tantas ganas de bañarme con su sangre!
En el tiempo en que estaba imaginando diferentes escenarios, en los cuales aplastaba la cabeza de ese dragón, ya habíamos llegado con el líder de la aldea y Naofumi ya estaba hablando con él. Puede que me haya metido mucho en mis pensamientos.
—Entonces, este dragón se encuentra en las montañas, ¿verdad?
—Así es, y están rodeadas de monstruos poderosos, por eso necesitábamos un grupo de aventureros muy experimentados para la tarea. ¿Cree ser capaz de lograrlo?
—Lo intentaremos, pero no prometemos nada, tal vez sea demasiado para nosotros dos solos, y tampoco sabemos en qué nivel esta.
El mortal asintió a Naofumi.
—Comprendo. Gracias, Señor.
—No es nada.
Con eso dicho, Naofumi se despidió del mortal y nos dirigimos hacia las afueras del pueblo, en dirección a las montañas. Yo miré hacia atrás, un sentimiento de tristeza por dejar el carruaje me invadió.
La mano de Naofumi se posó sobre mi cabeza y la sacudió.
—No te preocupes, volveremos pronto por él, ¿sí?
Suspiré resignada.
—Está bien. Pero recuerda, estos sentimientos son por mi lado filolial, a mi yo real le importaría poco o nada un pedazo de madera andante.
—Lo sé, solo es tu instinto de monstruo hablando. Yo te entiendo.
—... Gracias.
Caminamos por un tiempo por un área montañosa, y en el proceso nos habíamos encontrado con varios monstruos interesantes, como ranas venenosas o árboles extraños, pero todos fueron eliminados por mí en un instante. Naofumi dijo que obtuvo buenos escudos de resistencia al veneno y uno de daño venenoso, era el Escudo Aguijón de Abeja, uno de los pocos escudos de daño que tenía.
Continuamos matando monstruos por todas partes, y en un momento aparecieron unos que llamaron bastante mi atención.
Un Dragón Lobo, era la primera criatura perteneciente a la especie dragón que había encontrado, ya que ni siquiera nos cruzamos con uno en la ciudad, en los pueblos, o en otras aldeas. Así que, tenían razones para decir que eran raros.
Mi sangre hirvió en éxtasis, tenía que descuartizar a ese monstruo, beber de él y devorarlo por completo.
—¿Umbroxia? ¿Estas bien?
—Naofumi... Este es mío, solo mío.
Naofumi me miró un tanto confundido, pero comprendió en poco tiempo la situación.
—Tu instinto de dragón, supongo
—Si.
Mi vista estaba fija en esa criatura, ya había tirado mi espada al suelo para este punto, solo deseaba un combate cuerpo a cuerpo. El falso dragón contra el Verdadero Dragón.
Entonces cambié a mi forma joven y ataqué.
La lucha no duró demasiado, su piel era muy blanda para mis garras y colmillos, así que murió rápido. Pero yo... ¡Yo quería más!
Empapada de sangre, lancé el cuerpo a Naofumi y observé hacia la cima de una de las montañas. Podía olerlo, el aroma del Dragón, mi pecho latía con más fuerza que nunca.
—¿Umbroxia? No... No vayas a hacer lo que creo que vas a hacer.
Cambié a mi forma adulta en una nube de polvo, desplegué mis imponentes alas, afilé mis temibles garras y abrí mi majestuosa boca en todo su esplendor. Y en ese momento, dejé escapar un rugido que resonó por todas direcciones.
—¡Rooooarrrr!
Los monstruos ave se espantaron por mi llamado y el resto de seres inferiores temieron mi voz, pero solo uno de ellos contestó a mi desafío. Era el Dragón de la Montaña.
De un azul imponente, con unos diez metros aproximados y un aire de grandeza, la poderosa bestia sobrevolaba el suelo unos varios metros frente a mí.
—¡¿Qué quieres en mis dominios, Criatura?!
Una gran sonrisa bordeó mis labios, y mis afilados dientes salieron a relucir.
—¡Vengo a retarte a un combate! ¡Quien gane se queda con todo!
El dragón me examinó con la mirada, y mientras más lo hacía más confundido parecía estar.
—¿Qué eres? Pareces un dragón, pero siento la esencia de los asquerosos filoliales en ti.
—¡Soy un hibrido! Poseo las fortalezas de ambas especies, y su odio mutuo no me afecta. ¡Podrías decir que soy un ser superior!
La criatura inferior me miró con asco notable.
—Repugnante, ¿un filolial y un dragón? Es imposible que algo así salga de forma natural, ni siquiera en estado de celo pensaríamos en aparearnos con un filolial.
—¡Me importa muy poco lo que pienses! ¡Lo único que debes saber es que voy a matarte, luego devoraré toda tu carne y mataré a todo ser vivo en esta área! ¡¿No suena fantástico?! ¡Imagina la cantidad de niveles que obtendré! ¡El sufrimiento! ¡Los gritos de súplicas por parte de los monstruos que proteges! ¡Es tan... excitante!
—Estás demente.
—Puede ser, pero ahora prepárate para luchar.
Con molestia aparente, el dragón observó a sus alrededores, parece que quería revisar que el resto de los falsos dragones se hubieran ido del área.
Fue ahí que noté a Naofumi, él estaba escalando en mi cuerpo y tratando de alcanzar mi cabeza. Era divertido verlo esforzarse, así que, como recompensa, lo ayudé a llegar con mi mano, o pata, lo que sea.
—¡Umbroxia, ¿qué estás haciendo?! ¡Debíamos tomarlo por sorpresa!
—Lo siento, pero no pude resistirme, este cuerpo estaba ansioso por la batalla.
Naofumi suspiró con aparente cansancio.
—Al menos déjame ayudarte, no creo que vayas a poder sola.
—No, él es mío, tengo que...
—¡Se supone que somos un equipo, ¿no?! ¡Así que ahora te callarás y me escucharás en todo lo que te diga! ¡¿Está claro?!
Jamás había visto a Naofumi tan enojado, al menos no desde lo que sucedió con Zorra. Y aunque su actitud me molestaba, sentía que al menos debía escucharlo.
—No quiero que te hagas daño, ¿entiendes? Me importas, eres una gran amiga, ¡así que no voy a aceptar un "no" como respuesta!
—...
Un conflicto se desató en mi interior. Por un lado, podía seguir mis nuevos instintos y arriesgarme a perecer en el proceso, pero al menos habría dado todo de mí. Por otro lado, estaba la opción lógica y sensata de seguir el deseo de Naofumi, y obtener la victoria en la batalla, tal vez. Era obvio cuál opción debía elegir, pero mis sentimientos se resistían a aceptar esta situación.
Al final, decidí acallar esa estúpida nueva parte de mí que me atormentaba, mandé a dormir a mi dragón interior. Así que todo lo que quedó fue la lógica, sabia, maravillosa y perfecta Bruja Umbroxia.
Suspiré derrotada.
—Bien... Lo haré.
Con una gran sonrisa en su rostro, Naofumi se acercó y se abrazó contra mi rostro emplumado.
—Gracias, Umbroxia.
Justo cuando estábamos teniendo un momento de amistad genuina, el dragón había terminado con sus preparativos, abalanzándose así en nuestra dirección.
—¡Pagarás por adentrarte en mi territorio, Abominación!
—¡Cambio de planes, Idiota! ¡Ahora te enfrentarás a mí y al Héroe del Escudo! ¡Veamos qué puedes hacer contra esto!
Mis palabras parecieron sorprender un poco al dragón, quién entonces notó a Naofumi encima de mí.
—¡Héroe o no, sigue siendo un humano! ¡Voy a acabar con ambos en un instante!
De la boca del dragón salió una gran llamarada de fuego, la cual, por supuesto, esquivé con facilidad.
—¡Que aburrido! ¡Veamos si esto te gusta!
Aumenté la velocidad de mi vuelo e impacté mi cuerpo contra el suyo, clavando mis garras en el proceso. El dragón gimió de dolor, pero contestó con sus propias garras, aunque fue una lástima, porque Naofumi saltó a tiempo y me protegió del ataque. Claro, no sin antes quejarse del dolor.
—¡Umbroxia, este tipo es duro! ¡Debemos ser cuidadosos!
—¡Confía en mí! ¡Vamos a despedazarlo!
Volví a atacar al dragón, solo que esta vez con mi cola. Estaba intentando desestabilizarlo con mi peso y empuje, y así seguir atacando. Pero eso no funcionó, el dragón detuvo mi ataque con su propia cola y lanzó otra llamarada de fuego, de la cual Naofumi me protegió a medias con su Escudo de Metal Ligero.
—¡Maldita sea! El daño logró pasar por mi defensa.
—¡Tenemos que alejarnos! ¡Ahora!
Tal como Naofumi me aconsejó, volé en reversa y fuimos a una posición más segura. El dragón me veía con furia asesina a lo lejos.
Dirigí mi visión a Naofumi, parecía un tanto agotado, pero yo sabía que todavía podía continuar.
—¿Listo para una segunda ronda?
Él me miró un tanto agitado, me levantó el pulgar hacia arriba, y sonrió.
—¡Muy bien!
Con un gran impulso de velocidad, me aproximé al dragón, y con las garras y colmillos preparados para roer la carne, lo ataqué. Claro, él también atacó en respuesta.
—¡¿Esto es todo lo que tienes, Dragón?! ¡Intenta ser más duro si puedes!
—¡Roooaaarr!
Su potente rugido no fue más que un aviso para lo que vendría.
Un poderoso aluvión de ataques, mordidas, cortadas, llamaradas, todo eso se impactó contra mi cuerpo, y Naofumi apenas tuvo tiempo de bloquear algunas. Yo grité de dolor.
—¡Maldito! ¡Tú lo pediste!
Abrí mi boca, pero no para morderlo, sino para liberar mi propia llamarada, la Llamarada Sombría Faust. Descubrí que podía hacerlo gracias a que este cuerpo posee una afinidad con las sombras. Tal vez en este mundo, el elemento sombra es el equivalente al elemento oscuridad.
Un abismo negro cubrió la totalidad del dragón, su cuerpo sangró, gritos surgieron de su boca, y para cuando había terminado, todo en él estaba lleno de heridas abiertas. Apenas podía mantenerse volando.
No es que yo fuera diferente, ese último ataque consumió todo mi MP, y no creo que Naofumi estuviera en mejor estado, se veía muy cansado, más que antes.
—¡Crees que eso es suficiente para derrotarme! ¡Ya...! ¡Ya verás!
En un último intento, un ataque que sería decisivo para la batalla, el dragón abalanzó sus afiladas garras contra mí. Pero él falló, y yo aproveché el momento para atacarlo devuelta y de la misma forma. Logrando de ese modo que este cayera al suelo, derrotado.
Agotada por la batalla aterricé con fuerza en el suelo frente al dragón, pero por fortuna apenas recibí daño por el impacto. Yo volví a mi forma humana y me recosté en el suelo pastoso.
El cielo era tan hermoso desde aquí abajo.
—¡Umbroxia, ¿estás bien?!
Con dificultad, Naofumi caminó en mi dirección, y cuando llegó a mí, él me abrazó con fuerza. En ese momento me sentí tan... querida.
—Creí... Pensé que te perdería. Jamás vuelvas a hacer algo así.
Unas pequeñas lágrimas se escaparon de los ahora rojos ojos de Naofumi, lo cual también despertó cierta tristeza en mí.
Como disculpa, con mucho esfuerzo coloqué mi mano sobre su mejilla, y entonces hice la mejor sonrisa que pude.
—Pe... perdón... Siento ser tan... impulsiva.
—Está bien... Me gusta esa parte de ti.
Sentí cómo mi corazón latía de alegría, una emoción que antes solo podía experimentar al causar sufrimiento a otros o aprendiendo nuevos tipos de conjuros. Ahora, un mortal me estaba brindando esa misma sensación. Al igual que Bebé y... Ella.
—Déjame ayudarte a levantarte.
—Por... favor.
Sostuve la mano de Naofumi, y cuando estuve de pie la coloqué alrededor de su espalda, ya que de lo contrario sentía que iba a caerme otra vez. Él me mantuvo de pie con sus manos en todo momento.
Miré hacia el caído dragón, aún estaba respirando, pero con gran dificultad... Sería tan fácil matarlo.
Fue en ese instante, que un gran grito resonó a lo lejos.
—¡Nooo! ¡Deténganse! ¡Déjenlo en paz!
Y ahí estaba, una niña semihumana, con casi mí misma estatura en forma humana, junto a varios dragones más pequeños corriendo en nuestra dirección.
Mierda.
Naofumi me miró, y yo a él. Una pregunta estúpida salió de mi boca.
—¿Y ahora qué hacemos?
—... No tengo idea.
Con cansancio y enojo esperé a que me deparaba el destino. Una muerte dolorosa o una deliciosa victoria, acompañada, por supuesto, de la sabrosa carne del dragón caído.
Bueno, ¿qué les está pareciendo la historia hasta ahora? ¿Entretenida? ¿Interesante? Me encantaría leer más de sus opiniones.
Esta nota es más para informarles que la próxima publicación será el sábado o el domingo a más tardar, porque me voy de vacaciones y regreso entre esos días.
Sería genial que Fanfiction tuviera la opción de "Programar una publicación para una fecha especifica", como en algunas otras plataformas... A menos que ya la tenga y no me haya enterado.
En cualquier caso, solo quiero decirles que tengo muchas cosas planeadas para el futuro. Con suerte y mucho esfuerzo, incluso podría hacer mi propio final de "Tate no Yuusha", pero en la versión de Umbroxia y todo eso.
En fin, me despido y les deseo una buena lectura. ¡Bye, bye!
