Fecha: 9 de Agosto del 2283
Hora: 12:55 P.M.
Lugar: Sede Interestelar de la Unión de Repúblicas Estelares.
4 días después de la Caída del Primer Qliphoth
En las fronteras celestes de Ninbus se celebraba una fiesta en una de las bases espaciales más importantes de todas; El Arca.
Una instalación de gran renombre y poderío militar, custodiado por las naves defensivas más poderosas de la era, el centro de mando más importante de este sector, como el de los demás puntos de reunión para planificar estrategias defensivas al igual que el combate interestelar.
Pero hoy tanto políticos como empresarios se unían en una sola voz para festejar la primera gran victoria de la humanidad, un suceso que solo podía ser catalogado como: El Primer Evento Paracausal.
Algo que desafiaba las leyes de la razón como de la lógica siendo destruida por la fuerte mano de la humanidad, los hombres de carne y hueso derrotando a seres hechos de dios y abismo.
Un momento histórico, equiparable al primer salto espacial, el descubrimiento del primer planeta sustentable, el gran éxodo de la humanidad, el retorno de las naves extraviadas y la gran guerra de Io7, eventos que parecían ser imposibles de predecir y que aún así ocurrieron en el lapso de esos 200 llenos de incertidumbre.
Ahora que un nuevo evento como la caída del primer Qliphoth se había suscitado, las grandes esferas de poder se reunían para festejar un nuevo logro acuñado por el ejército unificado de la U.R.E. un momento de logro que se suscitaba en el enorme salón de reuniones.
Un espacio amplio donde habían logrado colocar enormes mesas de comida, música que rememoraba a los clásicos de antaño y lujos que muy pocas apenas podían darse en esta vida o en la siguiente.
Una victoria que se adjudicaban a si mismos, pese a que ninguno de los presentes hubiera puesto un solo pie en el campo de batalla en ningún momento, el hecho de que un ser que desafiaba la realidad misma fuese derrotado por sus soldados enaltecía sus egos y elevaba la moral de sus ejércitos y hacían fluir la economía como una máquina bien aceitada.
Entre risas y jolgorio, muchos veían el logro de 5 valientes caballeros como una victoria para sí mismos, engrandeciendo sus pequeños nombres y dándose el crédito por un trabajo que pudo ser más eficiente sin su intervención.
De allí una persona trataba de no destacar tanto, entre el bullicio y los nombres de prestigio que se regodeaban entre la opulencia y el momento de triunfo.
Un nombre igual de grande, que prefería evitar ser el centro de la atención, no por qué le molestará serlo, sino que prefería estar en otro lugar que no fuera aquí.
―¿En serio tenía que venir a esto? Preguntó la frustrada representante de Empresas Kido y la encargada de la defensa planetaria de Ninbus6, la respetable heredera de Kaya y Saori, Asami Kido quien se encontraba molesta por haber tenido que asistir a este evento a regañadientes.
―Es parte de su posición como Directora de Empresas Kido y como la representante en jefe de Defensa Interplanetaria presentarse a reuniones de este estilo, demuestra que su posición como directora de defensa interplanetaria es igual de importante como CEO de su compañía. ―Comentaba su asistente, una mujer de cabello rojizo acomodado y adornado en una trenza con listones de diferentes colores fundiéndose entre su cabellera escarlata, de excelente vestimenta que resaltaba su cabello al mismo tiempo que sus ojos azules acompañando a la presidente de la compañía a la que estaba dedicando buena parte de su vida.
―¿Y vestirse como payaso también es parte de ser representante de Empresas Kido? ―Preguntó Asami, incomoda en las ropas en las que se presentaba esa noche.
Mostrándose en un hermoso vestido de color negro, con diferentes cortes entre su pecho, hombros, espalda y caderas resaltando sus atributos femeninos, acompañada de una chamarra de cuero negro que le llegaba hasta la mitad de la cintura con un decorado afelpado alrededor del cuello, sin contar los encajes de metal entre la zona del pecho, los hombros como en las mangas que la hacían ver amenazante y hermosa, tal y como ella era, resaltando el enorme logotipo dorado de su empresa brillando excepcionalmente en su espalda.
su cabello castaño había sido decorado y acomodado de una forma excelsa, muy pesar de que su herencia genética provocaba que su cabellera tomará formas rebeldes y poco sofisticadas, los mejores estilistas de su compañía siempre lograban hacer que algo que no parecía poco ortodoxo se presentará bello y hermoso a los ojos de todos.
Para acompañar su vestimenta un magnifico collar de perlas negras se posaba alrededor de su cuello, con una única esmeralda verde que hacía juego con sus ojos, los cuales tenían un maquillaje reminiscente a las épocas egipcias, decorando el contorno de sus ojos, con el añadido de un labial color celeste que hacía resaltar sus labios.
A ella no le gustaba el conjunto que habían elegido para ella, pero era la moda del siglo 23, así que no podía hacer mucho al respecto.
―Es parte de demostrar su estatus como una más de la riqueza de Ninbus y del universo en genera. ―Respondió recalcándole lo caras que eran sus ropajes, cada pieza de su conjunto había sido elegido minuciosamente por los mejores sastres de la era, los modistas más talentosos habían puesto sus corazones y almas en ese conjunto para representar a la cara más prominente de la empresa más grande del universo.
―Además yo creo que se ve linda. ―Aseguró su secretaria sonriéndole con total seguridad.
―Me veo ridícula. ―Respondió Asami, aunque llevará ropa de la marca más alta del universo hecho con la stelas más finas, seguía sin sentirse cómoda, esto no era lo suyo.
―El termino correcto es Elegante. ―Afirmó su asistente sonriéndole con confianza a su jefa, entendía que a ella no le gustaba vestirse de esa forma, pero incluso un ciego podía ver que Asami era la joya de la fiesta, sobre todo con su chamarra que se salía de todos los cánones de elegancia de la era, creando su propia sofisticación.
―Sí, claro, ¿como no? ―Murmuró suspirando pesadamente, en verdad estaba esperando cualquier evento desafortunado para salir de esta fiesta y de ese vestido.
―Ahhh… me encantaría estar frente a mi computadora, o en la terraza de mi pent-house o haciendo cualquier cosa menos aquí. ―Pese a ser la líder de la defensa estratégica planetaria y la presidenta de Empresas Kido, ella prefería estar frente a un ordenador que en una fiesta llena de lujos y alcohol.
―Entiendo que le parezca engorroso, pero le aseguro que esta reunión informal es importante. ―Su asistente respondió guiándola por el enorme salón ante las miradas de los demás representantes de las demás compañías y políticos, quienes se deleitaban con la mirada, había miles de mujeres hermosas que atraían sus atenciones, pero pocas iguales a Asami o su acompañante lo cual la molestaba aún más.
―Las alianzas que empresas Kido ha hecho durante estos años se estrecharán aún más, recuerde que las impresiones son lo que mantiene el poder administrativo en alto y el poder político aún más. ―Aunque su secretaria hablaba con verdad A Asami no se le hacía más sencillo desperdiciar su tiempo aquí, tenía cosas mejores que hacer, podría incluso estar perdiendo el tiempo en casa en lugar de aquí rodeada de gente que apenas podía tolerar.
―Esta guerra nos vino como anillo al dedo.―Uno de los invitados reía, mientras sostenía su copa de champaña, mientras los demás frente a él también reían y gozaban de los lujos producto de los hechos acaecidos.
―Ja ja, sí, las acciones están subiendo hasta las estrellas, con todo nuestro equipo armamentístico que estamos vendiendo se adquiere como pan caliente. ―Otro de los invitados se regodeaba mientras mecía levemente el liquido de su copa, hablando con condescendencia de lo ocurrido en todo el universo.
―¿Que importa que hayamos perdido la Commonwealth? Con todos los créditos que las naciones están gastando por armamento y protección podemos construir 3 más, sin duda ese Hades o como se llame es un buen recurso para nuestras inversiones. ―Hablaban como si en esas naves no se hubiera perdido nada valioso, vidas que nunca regresarían, personas que perdieron todo por los espectros, una de las mayores naves de la humanidad convertida en escombros y ecos, todo eso no importaba mientras siguieran generando ingresos gracias a una enorme tragedia.
Asami se detuvo a escuchar lo que algunos inversionistas decían, cosas que le provocaban arcadas, una sensación de profundo asco que subía desde su espina hacia sus extremidades, sobre todo por que para ellos las perdidas humanas no significaban nada, no mientras el flujo de créditos siguiera en aumentos.
Para ellos toda la perdida solo significaban más dinero que almacenarían en sus gordas cuentas de banco, las cuales seguirían preservando para sus fines egoístas.
La codicia seguía siendo una de las peores enfermedades que la humanidad jamás había padecido… Una enfermedad que tal vez jamás encontraría cura.
Una enfermedad de a la que vergonzosamente aún eran participes.
―Oh miren es la presidenta de Empresas Kido.― Murmuró uno de los empresarios presentes, esperando a que ella se uniera a su conversación.
―Jeh déjenla. ―Una de las mujeres que se encontraban cerca dijo deteniéndolos de cualquier intento de invitarla a sus conversaciones.
―Solo porque heredó el título de su madre ya cree que es mejor que nosotros, pero de seguro que solo es una niña rica mimada más. ―Agregaba con ignorancia y prepotencia que le otorgaba su puesto como política.
―Aunque tal vez podríamos pedirle que nos preste un poco de sus fondos para financiar otro proyecto como el titán de acero, su empresa tiene recursos ilimitados por lo que veo. ―Dijo otro de los hombres presentes pensando en todo el poder armamentístico que podrían obtener de ella si lograban hacer que ella los avalará con el poder que ostentaba.
Todos la veían como un pez gordo, todos querían una pieza de lo que su empresa podía proveerles.
Pero nada más, para ellos era otro pez en el mar, había miles que podían financiar sus armas y sus naves con la motivación indicada y el incentivo correcto, cualquiera podía caer ante la necesidad de aumentar sus ganancias, para seguir aumentando la producción de los artefactos más mortales y valiosos para seguir perpetuando al universo a una guerra sin fin.
―Cerdos…―Murmuró Asami con una evidente expresión de asco en su mirada.
―Bueno, no es secreto que mucho del equipo que más se vende en la actualidad es el militar. ―La secretaria de la señorita Asami murmuró después de escuchar dicho intercambio entre funcionarios, muchos de ellos pertenecientes a las ramas de desarrollo tecnológico y armamentístico de la propia empresa de Kido.
―Pero sería mejor si no se vendiera en lo absoluto.
―Los negocios y la guerra siempre van de la mano, es una máquina bien aceitada que no ha dejado de producir dinero. ―Asami dijo reconociendo que su empresa también era culpable de muchos de los pecados de la actualidad, pese a que ella y su madre compartían un mismo sueño y metas: llevar a la humanidad a límites jamás insospechados, teniendo que poner la mayor parte de su presupuesto no en crear nuevos motores para translocar una nave de un sistema a otro, sino en armas que podrían destruir países enteros de un solo disparo.
―Mi madre sabía eso, por eso Empresas Kido refinó a los soldados de Acero y los convirtió en armas a servició de la humanidad… aunque su deseo era que la guerra dejará de perpetuarse como método económico universal. ―Sus palabras cargaban una enorme culpa, un peso que le dolía, pues el sueño de miles de generaciones que soñaron con explorar las estrellas se había visto opacado por nuevas guerras, aún más sangrientas y destructivas.
―Entiendo que empresas Kido quería enfocarse en la investigación de motores interestelares para llevar a la humanidad a nuevas alturas, sin mencionar la investigación científica para descubrir la cura de las enfermedades que desolaban a la humanidad, echarle la mano a nuestra especie para facilitar su propia evolución. ―La asistente explicaba la situación de industrias Kido, revolucionarios en muchos aspectos, pioneros en el campo de la ciencia y la tecnología, pero también uno de los manufactureros de armas más grandes de toda la galaxia, siendo sus estrellas principales, los Soldados de Acero, el cañón Leviathan y el ahora reconocido por todo el universo, el super transporte de guerra: Titán de Acero.
―Es una pena que para financiar muchos de esos avances haya tenido que entrar a la industria militar también.
―Conozco bien la historia de mi familia, no tienes por qué repetírmela Karin. ―Asami dijo un tanto molesta, Ella vivía con ese tormento todos los días, la necesidad humana de evitar los conflictos y vivir una vida tranquila, solo para ser aterrizada en la cruda realidad de la que era parte.
―Solo me hubiera encantado que en lugar de matarnos constantemente como siempre lo hemos hecho, hubiéramos abrazado la curiosidad y la exploración del universo, en lugar de…―Asami se detuvo observando el nuevo modelo de cañón electromagnético que estaba siendo puesto en excepción, un nuevo tipo de arma que podía perforar fácilmente el escudo y casco de una nave limpiamente, con el mero objetivo de destruir la nave y al piloto de un solo disparo.
―Encontrar formas aún más creativas para masacrarnos entre nosotros. ―Las armas no mataban gente, son las personas las que matan más personas, las armas solo eran un medio para facilitar ese fin.
―Ni siquiera hemos ganado la guerra y ya están celebrando como lo hubiéramos hecho, maldita sea, ni siquiera hemos logrado eliminar el Qliphoth de nuestro planeta no sé para qué es esta estúpida fiesta en primer lugar. ―La presidenta decía recordándoles que solo habían logrado destruir un árbol de los 10 que había aparecido en todo el universo esta guerra aún no había terminado, solo estaba dando inicio.
―Trate de disfrutar este momento y relajarse, de todas formas, es una fiesta. ―Le pidió su asistente, observando a uno de los meseros pasar, ofreciéndoles copas de champaña, esta aceptó tomando dos, una para sí misma y otra para su jefa.
―No puedo hacerlo, sé me quejo mucho del trabajo, pero preferiría mil veces estar haciendo eso en lugar de estar aquí perdiendo mi tiempo con estos cerdos en traje de gala. ―Respondió rechazando la copa en un primer instante.
―Inténtelo. ―Insistió ofreciéndole de nueva cuenta la copa, aunque en realidad su jefa no fuera la persona más sociable del universo, debía empezar a serlo, siendo la líder de la asociación y ministerios más poderosos del universo conocido debía aprender a tener a sus amigos cerca y a los enemigos más.
―De cualquier forma, Camila está al tanto de la empresa como de las operaciones logísticas que ocurren en el planeta. ―Rememoraba a su jefa dándole una sonrisa de confianza, más que ser su jefa, la consideraba una amiga y reconocía que había cosas que carecía totalmente, su inteligencia podía sobrepasar a la de muchas personas en la actualidad, pero carecía completamente de su habilidad social.
―Si algo pasa usted será la primera en enterarse. ―Asami suspiró pesadamente, para finalmente tomar la copa de champaña de las manos de su asistenta, por lo menos ella estaba aquí para cuidar que no se metiera en problemas.
―Hummm… lo intentaré… supongo. ―Murmuró como si se tratará de una niña regañada, entendía la importancia de asistir a estos eventos, pero preferiría que Karin o que incluso un robot con la programación de Camila hubiese venido en lugar de estar perdiendo su tiempo aquí.
―Iré a hablar con el representante de Industrias Pesadas Ledyanoy Lebed, trate de socializar un poco mientras está aquí, ¿sí?
―Entendido. ― Así como así la única persona que podía considerar su amiga se había ido, dejándola sola rodeada de personas que apenas podía mirar sin sentir repelús o aversión.
―Pero que molesto…―Se dijo mirando su copa de champaña con indecisión, había tras cosas que ella no hacía comúnmente y eso era beber alcohol, le producía una sensación de repulsión, nunca había soportado más que un trago, pero tal vez un poco de Valór Liquido le ayudaría a soportar a toda la basura de la alta sociedad que la rodeaba.
Dio un trago y en un instinto casi automático quiso escupirlo, pero frente a tanta gente y tantos ojos, lo único que pudo hacer fue tragarse el orgullo junto con la bebida para seguir el consejo de Karin, durante su estadía muchas personas influyentes del mundo de la política y los negocios se acercaron a ella para hablarle.
Siempre con intenciones de pedirle ayuda monetaria, con propuestas de armamento pesado para el ejército, modelos de cañones de plasma y cinéticos lo suficientemente potentes para acabar con dos Qliphoth de un solo tiro o eso aseguraban.
Ningún ser vivo podría resistir un disparo como ese decían, aunque todas las armas hayan fallado, nuestros cañones serán la respuestas aseguraban, si tenemos más de 100 de ellos jamás tendremos que preocuparnos por esos árboles de nuevo, palabras elegantes, disfrazadas de promesas de un futuro mejor.
Nada más lejos de la verdad, todos esos hombres y mujeres que le prometían el final de la guerra solo buscaban una cosa, poner sus manos en la tecnología de Asami, en sus secretos, en la valiosa información que ella poseía así como en su dinero.
Siempre era el maldito dinero, nada era or una causa noble, siempre habría segundas intenciones.
Ya fuera poner sus sucias manos sobre la herencia de su familia… o sobre los secretos que ellos ocultaban.
poco a poco ella se fue alejando de todas esas personas hasta quedar nuevamente sola.
Ni todo el alcohol el universo haría que ella logrará entablar una conversación agradable con ellos, ni en un millón de años o en un millón de vidas.
Finalmente ella quedó totalmente sola, frente a uno de los ventanales más grandes de la instalación, observando a Nimbus con detenimiento su planeta, su hogar…
¿Cuántos años la humanidad no buscó un nuevo planeta para refugiarse cuando su mundo original se caía a pedazos?
¿Y cuantos más tardarían en buscar otro tan vasto y hermoso una vez que ya no hubiera lugar para esconderse de la ira de los dioses?
Asami se terminó su copa de champaña y simplemente suspiró, ¿Por qué demonios no se quedó en casa en lugar de venir a esto?
―¿Señorita Asami? ―Nuevamente la voz de una persona la llamó esa noche, nuevamente otra persona que quería sus recursos o su dinero, como fuera era otra molestia para la joven empresaria.
―¿Hummm? ―Murmuró deviando sus ojos hacia la siguiente corporativo sin alma que vendría a tratar de convencerla de financiar sus proyectos, hasta que sus ojos se encontraron con el gentíl rostro de una joven, no mucho mayor que ella, alguien que podía admitir que se veía linda en su vestido rojo de una sola pieza.
Su cabello era ondulado, recortado hasta la altura del cuello, el cual presentaba una coloratura de color rosado o violeta claro. Pero algo que la hacía resaltar de los demás eran esos profundos ojos de color rosa, que llamaron completamente su atención.
Para ser alguien con intereses, sin duda era hermosa y su rostro… ciertamente podía rememorarlo de algún lado pero no estaba segura de donde.
―Es un gusto conocerla, mi nombre es Dalia, Dalia Graywinder y soy la representante de Jacob Solo el... ―El solo nombre hizo que su impresión inicial se fuera directo a la fosa más oscura del averno.
―Propietario de Empresas Solo, sí, ya los conozco de antemano. ―Respondió tajantemente conociendo de antemano al hombre al que ella se refería, la historia entre los Solo y los Kido era poco menos que agradable.
―De hecho, creo haberte visto un par de veces antes… pero no recuerdo donde. ―Murmuró confundida, no parecía ser una de esas secretarias aburridas que veía todos los días al ingresar a su edificio pero, ella era diferente, alguien que podía asegurar había visto en sus días escolares.
―Veo que esta bien informada y me alegra que me recuerde de cierto modo. ―Murmuró Dalia sonriendo por el reconocimiento a su persona de parte de la cabeza de empresas Kido.
―¿Como no lo estaría? Su presidente y yo estudiamos en la misma escuela…―Dijo Asami recordando al único heredero de Empresas Solo, la eterna rival de Graude ahora conocida como Kido, sin duda existía una gran historia que involucraba a ambas compañías y familias.
―Además de que, su compañía ha tratado de absorber la nuestra durante su crisis financiera. ― Aunque ella conocía bien su propia historia pero también el momento que la misma casi se extingue al momento que su tátara abuela donó casi todo el presupuesto de la misma a la caridad para dedicarse a ser la diosa de la tierra.
―En cualquier caso no estoy interesada, nos va bien, no necesitamos del dinero que pueda proveernos o que necesiten de nuestro lado. ―Declaró esperando que eso la ahuyentará o que mínimamente la dejará en paz.
―Por lo que veo es una mujer fiel a sus principios. ―Ella era muy perspicaz, pero aunque notaba que A Asami le daba una enorme sensación de molestia su presencia, por más hermosa que ella fuera.
―Pero no he venido a hablar de negocios con usted, o bueno no del todo. ― Murmuraba esa última parte entre dientes, en realidad su objetivo era tratar de negociar con la dirigente de empresas Kido pero en verdad tenía un genuino interés en hablar de algo que no fueran los negocios.
―Mira sea lo que sea, no me interesa, si Jacob quisiera hablar de negocios conmigo él estaría aquí presente y no me habría enviado a su secretaria para hablar por él… sin ofender. ―Esperaba que eso hiciera que la joven desistiera, pero en lugar de hacer que se fuera ella se acercó más para ver el espacio a su lado.
―No me ofende, de hecho, el señor Solo quería venir pero está muy ocupado últimamente con sus investigaciones y aportando ayuda a la gente afectada por la guerra. ―Decía Dalia sin quitar su sonrisa amigable hacia Asami, quien la observaba discretamente, no era tonta sabía que Asami consideraba su presencia una molestia, pero quería cambiar esa percepción, aunque fuera un poco.
―Jeh, ¿y desde cuando a él le importa alguien que no sea él mismo? ―Preguntó la presidenta de Empresas Kido en un tono de burla conociendo de antemano como era el sujeto, no había nada que ella no conociera ya.
―Por lo que veo ustedes dos tienen una larga historia en común. ―Comentaba dalia, un tanto curiosa del como Asami hablaba de Jacob, ella tampoco era indiferente a la historia de su propio jefe, pero esperaba que Asami diese su punto de vista primero.
―Él era un idiota cuando íbamos a la academia, varias veces me invitó a salir y lo rechacé, no me arrepiento, especialmente porque era un pedazo de mierda arrogante, pedante y mujeriego, si alguien como él está a la cabeza de Empresas Solo entonces no espero un buen aliado político. ―Sin duda era contundente ¿y como no serlo? Cuando ambos iban al colegio todos los días hacía alarde de los Desplazadores de lujo que su papá le compraba, los conciertos a los que había asistido, los lugares exóticos que había visitado, todas las chicas con las que se había acostado esa semana, era ese tipo de persona, quien solo veía a los demás como meras monedas de cambio.
―Sé que no es agradable decírselo a su secretaria, pero como dije, no estoy interesada…
―Dígame señorita Asami, ¿que tanto conoce de Empresas Solo? ―La pregunta hizo que la directora de la dirección de protección planetaria arqueará una ceja, confusa de la pregunta de la joven secretaria.
―Sé que es un conglomerado de compañías que se dedican a la investigación científica y genética, además de ser uno de las compañías que rescató el 95% de las especies marinas de nuestro planeta natal durante el colapso. ―Aquél era un buen curriculum, considerando el hecho de que ahora estaban bajo el mando de un completo pelmazo. Que posiblemente llevaría todo ese potencial a la quiebra.
―Sin mencionar que se dedican a la exploración de mares alrededor de todo el universo para identificar y catalogar cada una de las criaturas que habita los mares de nuestras tierras colonizadas, contando con casi 10,000 científicos y biólogos que exploran las profundidades de los océanos. ―Aunque si empresas Solo se Iba a la quiebra, su compañía siempre podía ír y salvar lo que quedará de dicha compañía, ya lo habían hecho antes, podían hacerlo de nuevo.
―¿Oh entonces sabe lo que hacemos? ―Preguntó sorprendida del conocimiento que Asami tenía sobre la compañía del señor Solo.
―Como bien diría mi madre, para combatir al enemigo primero hay que entenderlo e investigarlo. ―Atinó a decir acertadamente, por una razón en especial era la dirigente del conceso de protección y defensa planetaria, un puesto que aunque se le había sido heredado, lo representaba en alto sin lugar a dudas.
―No hay mucho que puedas decirme de la compañía que yo no sepa. ―Respondió tajantemente tratando de darle un final a esta conversación de una buena vez.
―Entonces sabe que la compañía cambió de rumbo cuando su expresidente, el magnánimo Julián Solo tomó el poder de la empresa. ―En ese momento la joven Dalia dijo otro nombre diferente, el nombre de alguien que no había escuchado en la empresa hacía tantos años.
―¿Hummm?―Murmuró regresando su mirada, curiosa hacia la joven de cabellos violeta, quien no dejaba de lado su expresión tranquila y serena, ni siquiera por la forma poco sofisticada con la que Asami se expresaba de su jefe.
―Sí antes la compañía era una empresa Pesquera reconocida a nivel mundial, pero cuando el amo Julián tomó el poder se convirtió en un centro de beneficencia y ayuda mundial. ― Comenzó diciendo, como si ella ya hubiera escuchado esa aburrida historia una y otra vez hasta aprendérsela del derecho al revés.
―Después se fue expandiendo al mercado científico, investigativos y de la preservación de las especies naturales marítimas.
―¿Y porqué me estás haciendo está clase de historia sobre la compañía? ―Preguntó in capaz de comprender el porqué le estaba haciendo esta charla corporativa de siempre.
―Por qué al igual que el expresidente y como cada uno de sus sucesores, se han preocupado por el avance de la humanidad como de las especies con las que hemos entrado en contacto a través del universo. ―Aseguró jactándose de que su presidente ahora era otro de esos respetables nombres que habían llevado a la compañía al reconocimiento universal del que tanto se vociferaban.
―Incluso el señor Jacob se ha preocupado y ha aportado su propio grano de arena para seguir manteniendo a su gente, como a una gran cantidad de animales a salvo de los eventos acaecidos recientemente. ―Sin duda Jacob tenía a alguien con una labia lo bastante competente como para convencer a cualquiera, lamentablemente Asami no era cualquiera… pero aún así provocaba que ella escuchará lo que su secretaria tenía que decírle.
―Jeh, ¿estamos hablando del mismo Jacob? ―Preguntón de forma ironica, lo cual en lugar de molestar a Dalia solo la hizo reír levemente.
―La gente cambia señorita Asami, incluso aquellos que en el pasado fueron poco… bueno totales pelmazos. ―La última cosa que ella dijo llamó completamente la atención de Asami, incluso ella podía reconocer que Jacob solía ser una persona completamente desagradable, alguien que apenas toleraba su existencia.
―Pero le aseguro que el señor Solo no solo es un digno representante, es también uno de los hombres a quienes más les preocupa los eventos que están azotando a la humanidad en últimas fechas. ―La forma en la que decía eso en verdad parecía querer convencer a la propia Asami de ello, ¿la gente cambiaba? En muchos casos eso era verdad, pero se le hacía difícil de imaginar a Jacob como alguien con esas cualidades.
―Suena como que tu también tienes una historia con él…―Murmuró Asami, reconociendo entre líneas una relación conflictuosa entre ella y el que ahora era su director.
―Mentiría si dijera que no, mi familia y la suya siempre han sido cercanas. ― Comentó recargándose sobre el barandal que conectaba al enorme ventanal, observando al planeta Ninbus con atención, hermoso y sempiterno, un hermoso recordatorio de que más allá de la eterna oscuridad había sitios donde la esperanza resplandecía y donde la vida podía comenzar de nuevo.
―Los Graywinder siempre hemos estado al servicio de los Solo, se podría decir que somos sus sirvientes, aunque viene con ciertos beneficios, pues así como también les hemos servido ellos han apoyado nuestros sueños y ambiciones, pues como verá en mi familia siempre ha nacido un músico talentoso que se ha destacado por sobre los demás.
―¿Una familia de músicos? ―Preguntó curiosa de como la conversación había cambiado tan drásticamente, ahora encontrando un nuevo punto de interés.
―En efecto, las armonías y notas las llevamos en la sangre. ―Revelaba con gran orgullo y alegría, la música era una pasión enorme tanto para ella como para toda su familia.
―Suena interesante. ―Declaró Asami en un tono más relajado, recargándose sobre la barandilla observando con aún más detenimiento a Dalia.
―¿Entonces tú también compones música? ―Preguntó con un evidente interés reavivado.
―Me hubiera encantado, pero no… aunque soy diestra con la flauta nunca pude despegar en una carrera artística, la que si tenía talento era mi hermana menor, Delilah, ella sí nació con un talento excepcional para el oboe. ―Comentaba rememorando a su pequeña hermana, siempre la pequeña princesa de papá y mamá, su niña especial… y quien siempre se llevó todos los cuidados y las atenciones de ambos.
―Cuando mis padres la escucharon por primera vez quedaron encantados, mientras que yo fui elegida para servir al señor solo. ―Al decír eso una expresión de tristeza se formó en su rostro, Dalia amaba a su hermana, pero jamás dejó de envidiarla, ella había nacido con todos los talentos de su familia… mientras que ella solo había nacido para servir a la familia de los Solo.
―Debió ser duro…―Murmuró Asami reconociendo ese sentimiento, aquél de no ser capaz de poder elegir tu propio destino, mientras toda tu vida era diseñada a base de alguien más.
―En absoluto, estaba feliz por ella, después de todo hay personas que naces con habilidades excepcionales mientras que otros solo nacen para servir. ―Murmuró esa última parte con una pizca de resentimiento a este destino que le había tocado, tal vez si hubiera practicado más con su flauta, tal vez… si ella se hubiera tomado esta encomienda con la misma profesionalidad y disciplina que su hermana menor, tal vez las cosas hubieran sido distintas.
―Cuando naces en una familia como la mía, solo tienes dos opciones y ninguna de ellas es tu decisión. ―Casi parecía que la presidenta de Empresas Kido se estaba escuchando a sí misma con las palabras de Dalia, sin duda compartían mucho en común ellas dos.
―Lamento escucharlo…―Recapacitó Asami suspirando pesadamente, mentir hasta este punto era inútil, por mucho que tratará de ocultarlo sus historias eran más que parecidas.
―Pero mentiría si dijera que yo tuve opción, mi madre apenas nací me postuló para ser su sucesora, en lugar de cuentos para dormir, ella me contaba de mitología griega, en lugar de caricaturas o series de TV me obligó a ver una y otra vez la historia de la humanidad. ― Aún podía rememorar sus primeras clases, en lugar de aprender sobre los números más sencillos era obligada a aprender trigonometría y algebra avanzada, todo eso para ser la siguiente sucesora de empresas Kido, arrebatándole la oportunidad de tener una infancia normal.
―Una vez crecí me inscribió a las escuelas de más alta calidad, todo para ser una imagen de ella…
―Suena a que tampoco usted tuvo fácil señorita Asami. ―Comentó Dalia, apreciando que el mismo destino había sido impuesto en ella de diferente forma.
―Para nada Dalia… ella siempre estaba ocupada con sus máquinas y sus proyectos, nunca tenía tiempo para mí, solo para Camila y… ella. ―Murmuró pensando en una persona a la que su madre le había dedicado aún más tiempo que a ella misma, alguien que tal vez y en este punto de la vida tan distanciada de sus propios primos, podía llamar su única familia.
―Al menos ahora tengo un poco más de libertad, pero hubiera preferido otra cosa. ―Casi parecía que se decía todo esto a sí misma, ella hubiera deseado tener el poder de elegir su vida, lo que ella quería para sí misma, pero… aquí se encontraba, siendo la sombra de su madre, una mujer aún más talentosa de lo que ella podía considerarse.
―Ya sabe lo que dicen de los padres. ―Murmuró Dalia, pensando en sus propios padres, a quienes ya no veía y de cierta forma prefería que fuera así.
―Sí, quieren lo mejor para nosotros o vivir a través de nosotros. ―Murmuró Asami asintiendo levemente, tal vez la vida le había negado crear sus propios sueños con una madre tan estricta y poco permisiva, algo con lo que Dalia podía simpatizar perfectamente
―Bueno al menos espero que tu hermana haya seguido su sueño.― Comentó sonriéndole a la muchacha que apenas acababa de conocer.
Aunque fue breve en verdad podía sentir que ella podría ser una buena amiga o una aliada en un futuro cercano, al menos en un futuro en el que Jacob no estuviera involucrado.
No tenía nada en contra de Dalia, pero de Jacob, tenía muy buenas razones para desconfiar.
―Lo hizo, pero… no le duró mucho. ―Murmuró Dalia suspirando pesadamente, casi de manera melancólica, pensando en su pequeña hermana.
―¿Por qué? Ya no le terminó de gustar la música. ―Interrogó curiosa sin apartarsu sonrisa, creyendo que la hermana pequeña de Dalia había encontrado otra pasión en la que enfrascarse, algo que había llamado la atención de su joven curiosidad.
―Bueno ella fue enviada a un campamento musical de la más alta calidad, en la Zona de Montes de Nueva Aracena… en Recclaimer. ―El nombre del planeta y la zona hicieron entender inmediatamente a Asami lo que había ocurrido con la hermana de Dalia.
―Oh dios… si sirve de algo, lo lamento mucho. ―Pidió con total honestidad, ella no tenía idea de que su hermana había muerto durante los conflictos recientes, aunque la verdad sea dicha, muchas personas habían muerto durante los eventos recientes durante la invasión de los Qliphot.
―Sí… yo también. ―Murmuró suspirando pesadamente, a pesar de que en muchos sentidos sus padres la habían abandonado para enfrascarse en la carrera artística de su hermana menor, no guardaba ningún rencor, ella pudo conseguir todo lo que a Dalia se le fue negado.
―A lo que voy es, que todo sucede por algo, tanto la lo bueno como lo malo. ―La chica de cabello violeta aunque afectada trataba de mantener la compostura, no era fácil perder a un familiar cercano, mucho menos en una situación tan horrida como era la reciente guerra santa.
―El destino decidió que yo sirviera al señor Solo y que mi hermana obtuviera los dotes musicales de nuestros abuelos. ―Al decir eso parecía que en cualquier momento ella comenzaría a derramar amargas lágrimas de desconsuelo, sin embargo para su sorpresa, Dalia era mucho más fuerte de lo que Asami imaginaba, conteniéndose con toda la fuerza que tenía.
―De cualquier forma, los esfuerzos de sus soldados fueron de gran ayuda para nuestra primera gran victoria y por eso le agradezco, así como sé que mi hermana aprecia que la justicia haya prevalecido. ―Las palabras de la asistente del señor Solo le otorgaban una sensación de alivio y catarsis, por que lo que hacía pese a no ser el mejor trabajo del mundo, pero estaba ayudando a personas como ella a encontrar justicia y descanso por aquellas muertes tan dolorosas y terribles.
―No hay nada que agradecer, es… lo que hacemos para proteger a nuestra gente. ―Respondió Asami asintiendo levemente, como defensora de Ninbus y del universo era su trabajo mantener la seguridad aquí en su planeta natal como en el resto del universo.
―Entonces usted más que nadie debería entender lo que buscamos. ―Dalia volvió a insistir con suma precaución de tratar de hacer su acercamiento más sutil y menos agresivo como antes, ella podía haberse notado desesperada, pero la verdad era que ella deseaba que existiera una verdadera convivencia pacifica entre ambas empresas, para alcanzar nuevos horizontes juntos y poder ayudar a la humanidad.
―El señor Solo, quiere que exista una coexistencia y apoyo mutuo, buscamos más que ser un aliado estratégico importante para esta crisis.
―Hmmm… yo… no sé que decir. ―La directora de Empresas Kido, murmuró ladeando su cabeza, en total indecisión, aunque compartía los ideales que Dalia estaba comunicando en verdad no estaba dispuesta a negociar, menos con una persona que apenas toleraba pese a que estaba teniendo el mejor momento desde que ella entró a esta fiesta.
―No es que no crea en lo que me dices, pero Jacob, no es la primera persona que se me viene a la mente cuando pienso en un buen socio empresarial. ―Aseguró la presidenta de Empresas Kido, rechazando nuevamente la propuesta de Dalia, igual si fuese otra persona estaría dispuesta a negociarlo ¿pero él? Ni en sueños.
―Si fuera un poco más joven y habiendo conocido al señor Jacob como era en esos años le daría completamente la razón. ―Reconoció dalia dándole la completa y total razón a Asami, incluso ella en su juventud apenas podía tolerarlo pese a que trabajaba como sirvienta para su familia, pero con el paso del tiempo él había cambiado y en verdad ahora era la persona que ella aseguraba que era.
―Pero debe creerme cuando digo que él ha cambiado, ahora es un hombre más sabio, con un genuino interés en la seguridad de la gente y que está dispuesto a pactar tratos comerciales con usted. ―Afirmó con total seguridad y honestidad, si ella estuviera mintiendo se notaría en el momento que reafirmó que su jefe solía ser un individuo desagradable, pero ahora pensaba en algo diferente.
―Sin empresas Kido, la humanidad jamás habría sobrevivido, su madre es recordada como una filántropa y el señor Solo, la admira por sus enorme logros en el área científica y tecnológica, creemos que si agrupamos nuestros conocimientos con los suyos, tal vez nada podría detener el progreso de la humanidad. ― En cierta razón tenía razón pero en otra forma, ella se equivocaba, sus conocimientos y tecnologías combinados ciertamente impulsarían a la humanidad a límites que jamás se habrían imaginado, pero a su vez… podrían ser utilizados para crear mayores y peores armas, Asami era consciente de la situación actual de su empresa, pero prefería evitar poner más granos de arena en conflictos sin sentido y sangrientos siendo aquél hombre el artífice de dichos instrumentos para la matanza masiva.
―Ni siquiera un enemigo tan despiadado como al que nos enfrentamos. ―Murmuró esa última línea, pensando en su querida hermana menoc, como en todas las personas que habían muerto en esta cruel guerra.
―Lo pensaré… pero no llegaré a ningún acuerdo a menos que él esté frente a mí. ―Ella era una persona que creía en las segundas oportunidades, en que la gente podía llegar a cambiar si se le daba la oportunidad, pero ella tenía que juzgar el cambio de Jacob con sus propios ojos y decidir si lo que Dalia decía era verdad o una táctica para comprar su apoyo.
―Entiendo. ―Asintió haciendo una respetuosa reverencia hacia ella, para finalmente tomar una tarjeta negra, depositándola en las manos de Asami, quien comenzó a obsérvala con atención, era una tarjeta holográfica, con el logotipo de Empresas Solo, una invitación formal a visitar el edificio, como a su máximo representante
―De igual forma, la puerta seguirá abierta para futuras negociaciones. ―Dijo finalmente, haciendo otra reverencia respetuosa antes de dar media vuelta y regresar por donde había venido.
Ya había molestado suficiente a Asami con su presencia, era hora de que dejarla sola para que ella pudiera recapacitar la oferta con la cabeza fría.
Esperando a que ella tomara la mejor decisión.
La correcta.
―Oye Dalia.―Habló la dirigente de la Defensa Espacial de Ninbus, llamando la atención de la encantadora joven que había levantado mucho su ánimo.
―¿Sí señorita? ―Preguntó la secretaria de Jacob curiosa.
―¿Y no te gustaría unirte mejor a Empresas Kido? ―Propuso con total interés sobre la joven asistente de Jacob, podía conseguirle un mejor puesto, incluso algo mejor de lo que Jacob podía y le ofrecía, incluso estar a su lado como su mano derecha de mayor confianza, después de Camila por supuesto.
―Tendrías mejor puesto, una mejor paga y no tendrías por qué representar a un idiota como Jacob. ―Afirmaba esperando que esa propuesta la hiciera cambiarse a su bando, sin duda podía ofrecerle un mejor empleo que ser la mascota de un hombre tan desagradable.
―Je jeh, me halaga señorita Asami pero. ―Fue entonces que Dalia miró al suelo con una sonrisa, pese a todo y pese a la promesa de la propia directora de Empresas Kido y Directora del concenso de Defensa Interestelar, su mejor respuesta era evidente. ―Mi lealtad está con mi familia y con el señor Solo, aunque muchas gracias por su propuesta, la tendré en mente. ―Confesó retomando su camino, dejando finalmente a Asami sola con sus pensamientos.
―Hmmm… bueno, al menso es educada. ―Murmuró Asami levantando su muñeca, apartando la manga de su chamarra para poder ver a su reloj el cual tenía activada una funsión remota para acceder a los sistemas de Carmila en caso de ser necesario.
―Camila, grabaste ¿eso verdad? ―Le preguntó a su I.A asistente esperando que ella hubiera recabado toda la conversación en su base de datos.
*Sí señorita Asami.* Respondió su asistente electrónica atravez de su pulsera, su I.A nunca estaba lo suficientemente ocupada como para negarse a las peticiones de su ama, sobre todo con personas que trataban de negociar con ella.
*¿Que planea hacer?*
―Nada por ahora, tan solo pon un recordatorio solo si la situación lo amerita.―Asami respondió insegura, en verdad querría seguir investigando las últimas acciones de Jacob, era verdad que en el mundo de las empresa había que tener a los amigos cerca y a los enemigos aún más.
―Puedes regresar a monitorear la situación, yo trataré de pensar en algo. ―Pidió Asami suspirando pesadamente, en verdad dalia la había puesto a pensar , un aliado estratégico como empresas solo sería algo sumamente beneficioso para ella, pero… la duda persistía.
*Entendido, ¿algo más que pueda hacer por usted?* Interrogó Camila esperando a la atenta respuesta de su dueña quien suspiró pesadamente mirando a su copa de champaña a la cual se negaba a finalizar.
―¿Puedes sacarme de esta fiesta? ―Interrogó exasperada, desde que su única compañera y la persona más interesante del lugar se habían ido finalmente recordaba por qué había odiando la idea de haber venido aquí.
*Puedo llamar a una nave de transporte, pero tardará un par de horas en arrivar. * Esas estadísticas no le favorecían en nada, en ese par de horas la directora de empresas Kido habría muerto de aburrimiento
―Entonces no… solo envíame lo que te pedí y puedes regresar a tus obligaciones… ―Murmuró suspirando pesadamente, en verdad quería salir de aquí de una buena vez, pero debía cumplir con su cronograma.
―Ah y de Seika, quiero saber como está mi abuelita. ―Pidió esperando a que su I.A le entregará los informes de combate en Recclaimer, como el estado de salud actual de su único familiar "Cercana" Por que debido a su trabajo apenas podía verla o visitarla
*Entendido, buena suerte señorita Asami.* Respondió Camila cargando todos los archivos a su pulsera electrónico, los cuales comenzaron a proyectarse en el los hologramas que proyectaban su brazalete.
―Gracias Camila…― Dijo antes de que su Inteligencia artificial se retirará a seguir administrando la empresa en la ausencia de Asami, comenzando a revisar los datos que su I.A. le había otorgado, comenzando a revisarlos minuciosamente.
―Muy bien veamos. ― La joven empresaria comenzó a revisar los datos sobre Seika así como las fotos que se habían tomado de su ubicación, sobre el terreno y su granja, todo parecía en orden, incluso la chica que ella había acogido en su hogar, todo parecía ir correctamente, checando a demás sus últimas entradas médicas, todo estaba en orden por ahora.
―Bueno al menos todo sigue tranquilo en su granja, que bueno…―Murmuró suspirando pesadamente, para entonces abrir el segundo archivo solicitado, mostrando en su holograma el reporte médico de una persona que había sufrido leves daños a su cuerpo, pero el daño emocional y mental seguía evaluándose, sobre todo después de haber sobrevivido a una explosión y haber recibido un trauma craneal… Asami suspiró nuevamente cerrando el holograma desviando sus ojos hacia el vacío del cosmos, preocupada por la persona a la que pertenecía dicho reporte médico.
―Pero, ¿como estarás tu… Seinma? ―Se preguntó sin apartar su mirada de las estrellas.
Esta guerra había obligado al más joven de su familia a tomar la acción en sus manos, convirtiéndose en un soldado a las ordenes de la U.R.E. y demás sus amigos habían sido puestos en la situación que nadie quería estar.
En la primera línea de ataque con tal de ser la lanza que iba a perforar las tinieblas.
Pero aún así…. Seguían siendo niños…
Los problemas físicos y mentales que le generarían esta guerra serían impensables inconcebibles.
Si ella fuese otra persona condenaría esto, se pondría en contra y ordenaría que esos muchachos regresarán a casa.
Pero ella era líder de una corporación que había perdido su alma hacía mucho tiempo, jefa de uno de los institutos de protección al ciudadano del universo más importantes de todos.
Si para mantener la paz era necesario enviar niños a la guerra, ella sin duda sería la pirmera en irse al infierno por considerar que esto era la mejor opción tanto para la gente de este universo, como al mundo que ella protegía.
Nuevamente posó sus labios sobre la copa entre sus manos, aguantando el asco que le producía la bebida, comenzando a adoptar un cierto gusto por la misma.
Ahora comprendía porqué muchos escapaban en la bebida, sin duda les hacía cerrar los ojos e ignorar los problemas, como ahora que el dios del inframundo los amenazaba en las puertas de sus hogares.
Y en lugar de preparase para un contrataque certero, toda esta gente prefería celebrar una victoria de miles que tenían que ganar, antes de querer preocuparse por el siguiente contrataque.
Caballeros del Zodiaco: Guardianes del Universo.
Libro 2: El Reino de Hades.
Capítulo 25.2: La Caída del Qliphoth.
Fecha: 5 de Agosto del 2283
Hora: 12:38 P.M.
Lúgar: Recclaimer…
¡Mary, Danny Cuidado!
El tiempo pareció detenerse en ese instante, cuando sus amigas estaban justo en la salida del corazón del Árbol, una terrible sensación de terror se había apoderado de su corazón, obligándolo a actuar rápido, milisegundos, microsegundos, nanosegundos, solo eso tenía para actuar antes de que la explosión los envolviera en una oleada de fuego infernal que amenazaba con devorarlos a los tres.
Una sensación de miedo combinado con la adrenalina del momento lo obligó a actuar, pese a su mejor juicio, imponiendo un límite de tiempo ínfimo para poder actuar de manera adecuada para salvar a sus amigas.
Sus movimientos debían ser más veloces que la luz, debía responder rápido.
Pensar, pensar en una alternativa rápida.
Pensar, pensar en una solución efectiva.
Pensar, pensar en una forma de salir de aquí rápido.
El tiempo estaba en su contra, una enorme explosión se acercaba detrás de ellos más rápido delo que podían responder a la misma, la posición los dejaba en desventaja, pues delante de ellos no había más que metros y metros de caída hacia una dolorosa muerte, el terreno estaba en su contra pues en cualquier momento el Qliphoth se caería a pedazos con ellos dentro:
Pensar, pensar en algo que pudiera ayudarlas escapar.
Pensar, pensar en algo que les permitiera descender rápidamente sin morir.
Pensar, pensar en una forma de sobrevivir al peor de los escenarios.
Solo unos nanosegundos y las llamas los alcanzarían, ya podía sentir el fuego tratando de quemar sus pieles, ya podía sentir la onda expansiva golpeándolos furiosamente anhelado despedazar sus cuerpos, ya sentía una vez más el frío aliento de la parca sobre su cuello, acariciando suavemente su cuerpo con la gracia de una madre, tratando de tomar entre sus brazos a sus niños.
Para llevarlos a la espiral de muerte y demencia que significaba el inframundo.
Pensar, pensar en una forma de engañar nuevamente a la muerte.
Pensar, pensar en la forma de evitar que sus amigas pereciera.
Pensar… pensar… pensar no servía de nada en esta situación
Seinma miró hacia adelante, la salida estaba allí, improvisar era su mejor opción, siempre había sido su mejor alternativa, por suerte la Fuerza Pegasus se había activado justo en el momento exacto, Aria le estaba dando todo el tiempo de ventaja que ellos necesitaba era hora de que él lo aprovechará.
Un resonar de millones de estrellas se hizo presente en su cuerpo, empujando a sus compañeras con toda su fuerza, ayudándolas a salir a prisa del Qliphoth, aún podía sentir las llamas, aún podía sentir el calor, pero amplificado al 100% gracias al poder de su inexorable cosmos.
Una pulsación de poder, adrenalina y fuerza pura que lo obligó a convertir su propio cuerpo en el vehículo de un escape desesperado, cargando consigo a sus compañeras, sus amigas.
Llendo más rápido que el fuego infernal del Qliphoth para salvarlas, corriendo lo más rápido que podía.
Observando como el vacío se acercaba poco a poco.
Solo cuando la incertidumbre se había vuelto verdad, solo cuando el temor se estaba convirtiendo en la seguridad, cuando el futuro se veía ofuscado por la larga sombra del olvido, un proyectil tan veloz como un toro golpeó el cráneo del muchacho.
Dejándolo indispuesto en medio de una caída de cientos de metros, a él y a sus compañeras que apenas podían comprender que había sucedido, lo único que sabían era que estaban fuera del peligro de morir entre las llamas de la explosión, solo para caer hacia sus muertes hacia el suelo y nada ni nadie podría ayudarlas en esta ocasión.
'Seinma… Seinma… Seinma…'
Una voz lo llamaba en lo profundo de su mente, una voz que le pedía recuperar la conciencia y despertar antes de que la incertidumbre se volviera realidad.
Antes de que la oscuridad se volviese su destino y su futuro fuese totalmente ofuscado por la misma.
"¡Seinma!" Una voz lo devolvió a la realidad, y al mirar a su izquierda se encontró con una dulce muchacha de casi su misma edad, con cabello celeste recortado hasta los hombros, el cual era adornado por una diadema que poseía un brillo azul en el medio de la misma.
―¿Ah? ―Interrogó recordando que ya no se encontraba en batalla y que de hecho ahora él y sus compañeros estaban a salvo, entre las sólidas paredes de acero del Titán.
"¿Estás bien?" La jovencita volvió a preguntar, moviendo sus manos en un intento de expresar lo que su garganta muda no podía, mientras que su I.A Asistente le ayudaba a manifestar dichas palabras a través de su sistema de audio amplificado, el cual interpretaba los patrones vocales y los movimientos de sus manos para convertirlas en palabras que él pudiera escuchar.
―Sí eso creo… ― Murmuró el santo de Pegaso suspirando pesadamente, aún se sentía un poco mal, ya no sentía mareos o nauseas, lo que sí sentía era una fuerte sensación de pesadez que le carcomía el cuerpo pero más allá de eso ya nada le dolía, lo que en verdad le preocupaba era la situación del planeta y bueno… sus amigos.
"Seguro? Estuve hablando con los médicos y dijeron que sufriste una contusión cerebral." Un evento clínico como ese no era algo que pudiera tomarse a la ligera, mucho menos tratándose de una herida causada en la parte trasera del cráneo, aunque la medicina había hecho un milagro, en verdad él no podía tomarse esto tan a la ligera y con tanta despreocupación.
"Si te sientes mal solo dilo, estoy aquí para apoyarte." Seinma sonrió al escuchar las palabras de su I.A. la cual parecía mostrar la misam preocupación que lo hacía su compañera.
―Estoy bien te lo juro. ―Expresó sonriendo cálidamente, de la misma forma que lo hacía cuando hablaba con Mary, con Danny o con su propia hermana, para él Hayley era una amiga más, pese a que apenas se había integrado al equipo, la consideraba como una parte más de su equipo.
"¿Seguro?" Interrogó insegura de que él em verdad se sintiera bien, apreciando detenidamente la venda que cubría su frente con detenimiento, a él no parecía importarle mucho sus heridas, siempre y cuando no fueran suyas, por que él bien podría estarse desangrando y daría más prioridad a las de sus amigos que la de sí mismo.
―Sí… o al menos eso creo, ¿porqué lo preguntas? ― Interrogó el caballero de Pegaso mirando directamente a los ojos de la jovencita quien no parat¿ba de observarlo con curiosidad y preocupación, cualquiera diría que se estaba haciendo el duro solo para aparentar fortaleza, pero la realidad era que él hablaba con total sinceridad
"Por qué desde hace unos días lo único que haces es mirar hacia el planeta… y a los restos de la Commonwealth en silencio." Le respondió haciéndolo rememorar los últimos días, en verdad él había pasado mucho tiempo admirando las ventanillas en silencio sin nada más que hacer más que estar perdido en sus pensamientos.
―¿Ah sí? No me había dado cuenta, es solo que…―Seinma por un instante pensó en decir algo pero fue en ese instante que rememoró los acontecimientos vividos en Recclaimer, toda la crueldad violencia y dolor que había visto, en cada momento sintiéndose en peligro apenas pudiendo darse un respiro antes de tener que volver a la acción.
―Parece difícil de creer que han pasado días de eso…―Murmuró posando su mano sobre la dura superficie de cristal que lo separaba del frío vacío, como del planeta donde habían vivido 6 días de pesadilla interminables hasta la caída del árbol.
"Sí, aún están buscando supervivientes y bueno… los equipos de limpieza están tratando de que los restos de la Commonwealth no caigan en Recclaimer y causen una nueva crisis." Apuntó a decir observando al enorme cadáver de acero que flotaba cerca de las fronteras de Recclaimer, donde miles de naves ya fueran del planeta como del titán y de otros planetas cercanos, tratando de despejar los pedazos de la enorme nave antes de que estos se precipitarán hacia el planeta y cayeran en una región aún habitada por civiles.
―Eso ya sería la gota que colmaría el vaso. ―Murmuró el caballero de Pegaso suspirando pesadamente, durante ese tiempo lo único que pensó fue en la cantidad de violencia que había presenciado, de la que había sido parte y del dolor que tanto los espectros, como los Qliphoth causaban a este universo… aunque lo peor tal vez sería que con las futuras batallas que él y sus amigos serían parte, tal vez se llegaría a acostumbrar a ver tanta muerte, violencia y destrucción, lo cual sinceramente le aterraba bastante.
"Eso sin contar que los equipos científicos y de contención de catástrofes siguen obteniendo muestras y limpiando la zona del Qliphoth… no estoy totalmente segura, pero creo que ya llevan 800 toneladas de material para investigación, o eso escuché." Respondía Hayley en un tono poco tranquilo, pues por material podía referirse bien a las piezas delQliphoth… o a otra cosa que la incomodaba aún más.
―¿Del Qliphoth o humano? ―Sin desearlo, Seinma dijo lo que ella temía, pues si bien era verdad que durante los conflictos se encontraban restos humanos estos servían perfectamente para investigaciones científicas y autopsias.
Estas eran realizadas exclusivamente para encontrar formas más plausibles de combatir a los espectros, aunque también servían como evidencia para mostrar la brutalidad que eran capaces.
Sin contar que, sus familias debían recibir algo después de perderlos, lo que fuera que quedará de ellos, incluso si eran sus cenizas.
Aquellos tristes huesos debían recibir algún consuelo después de una muerte tan dolorosa y terrible.
"Me gusta creer que es del árbol." Dijo Hayley, aunque en verdad esperaba que los equipos científicos militares estuvieran recolectando pedazos de Qliphoth y no pedazos de cuerpos humanos ultrajados, torturados y mutilados, ya había visto suficiente visceralidad como para toda una vida.
"Escuché, cosas." Añadió pensando en los testimonios de los pocos soldados que volvieron de la batalla, las cosas que vieron, el horror del que fueron testigos, eran cosas que solo podía concebir en sus más mórbidas pesadillas.
"¿En verdad pelearon contra poseídos mano a mano?" Algo que parecía tan simple para ellos le resultaba totalmente aterrador para ella, humanos convertidos en menos que animales, reducidos a sus instintos más primitivos, era algo que sin duda podía quitarle el sueño.
―Los poseídos fueron el menor de los problemas. ―Respondió pensando en las malditas raíces, en el recorrido a travez del inmenso bosque y en el Qlkiphoth en sí, para todos debió de ser diferente pero su viaje a travez de ese endemoniado bosque fue lo que más rememoraba con disgusto e inquietud.
"Oh, creo que entiendo." La I.A pareció murmurar esas palabras, de la isma forma discreta y apenada que lo hacía Hayley, casi simulando el propio estado de humor de su usuaria.
"Pero ¡alégrate! Todo salió bien… ¿no?" Volvió a interrogar, esperanzada de que por lo menos de esa mala experiencia algo bueno hubiera salido, aunque fuese poco.
―Algunas cosas salieron mal… terriblemente mal…―Respondió el Pegaso rememorando el descenso orbital, la muerte de los soldados del escuadrón Gamma, la batalla en el bosque, el acenso y caída del Qliphoth y el final de ese día tan horrible.
―Que hayamos ganado fue más suerte que otra cosa. ―Aún no podía creer que de los 300 hombres y mujeres que descendieron ese día solo él, su equipo 7 soldados de acero y 5 soldados republicanos hubiern logrado salir de ese infierno.
"¿No quieres contármelo?" Interrogó Hayley nuevamente, con la esperanza de tener una respuesta por parte del muchacho, pero parecía que eso no sería posible, al menos no por ahora.
―No…―Murmuró el caballero de Pegaso, sin apartar la mirada de las ventanas, había cosas que él jamás contaría, aún si se trataba de su propia hermana, él jamás contaría a nadie jamás ni aunque se tratará de su propia hermana.
"¿Seguro?" Interrogó Hayley nuevamente, esperaba que él le tuviera confianza para contarle ciertas cosas que algunos soldados se negaban a contarles a los cadetes, pero al parecer ese no sería el caso con Seinma.
―Sí…―Respondió nuevamente las memorías eran los peores enemigos, más en estos momentos.
"¿No confías en mí?" La pregunta hizo que Seinma desviará la mirada del Planeta, dirigiendola
―Lo hago Hayley… pero. ―Fue entonces que Seinma volvió su mirada nuevamente al planeta, observando el lugar donde su guerra había dado comienzo, donde una parte de él se había perdido para siempre, imposibilitándole alguna forma de tenerlo de nuevo.
―Es muy duro recordar…―Hayley con esas palabras finalmente comprendió las razones de Seinma, no es que no tuviera el mismo respeto y confianza que sus compañeros hacia Hayley, era que… sencillamente no deseaba rememorar el dolor de esos días infinitos.
"Durante el combate estelar, muchos pilotos murieron, no pudimos hacer nada por ellos" Habló ella desde su propia experiencia durante esas horas eternas, atendiendo pilotos heridos, muchos de ellos habían muerto, pero los más desafortunados ahora debían vivir el resto de sus vidas con heridas y traumas de por vida.
"No voy a pretender saber lo que estás pasando pero… si necesitas algo estoy aquí para ti y para los demás muchachos." Aseguró ella otorgándole su completa y total confianza al caballero de bronce a su lado.
―Gracias Hayley, lo aprecio mucho. ―Respondió Seinma dedicándole su mejor sonrisa a la joven de cabellos celestes, quien por un momento sintió un leve rubor creciendo en sus mejillas gracias a las palabras del muchacho.
"Bien, estaré cerca si necesitas algo." Añadió Hayley comenzando a retirarse lentamente.
―De hecho sí, necesito algo…―Seinma la detuvo antes de que se fuera, observándola detenidamente como si tuviera algo que quisiera decir en esos momentos tratando de articular las palabras adecuadas, pero no podía expresarlas a través de su garganta.
―Como… ¿cómo esta ella? ―Preguntó inseguro de si este era el mejor momento para hacer esta pregunta, pero además de estar perdido en sus pensamientos, estaba ansioso por saber el estado de salud de su compañera.
Hayley por su lado sonrió, pese a todo, él no era un mal muchacho, podía ser distraído, incluso estoico ante su propio dolor, pero cuando se trataba de los demás, él siempre los ponía primero antes que sí mismo.
Algo que sin duda lo hacía un idiota temerario, pero con un corazón dorado sin lugar a dudas.
"Ven, te mostraré." Pidió haciendo gestos con sus manos, para finalmente ofrecerle una de las suyas para que la siguiera, cosa que él aceptó con gusto, dejándose guiar por la jovencita hacia los largos pasillos de la nave.
A lo largo de su vida Seinma había conocido personas buenas, personas malas, personas que le habían hecho daño a él como a sus amigos, personas con las que confiaba con su vida.
Apenas conocía a Hayley pero por alguna razón sentía que podía confiar en ella con su vida.
No era una mala persona ni por asomo, era una chica dulce y atenta, alguien con la que de verdad podía confiar, tal vez se guardaría detalles de sus encomiendas por ahora.
Pero después, estaba más que dispuesto a darle detalles sobre sus misiones, sobre sus batallas.
Sobre la vida de un caballero y en un todo tenerla siempre presente como otra valiosa parte de su equipo.
Mary se había ganado su lugar, Kiva se estaba ganando su lugar, no veía razones del porqué ella no podía hacerlo, aunque no fuera una Saintia o Amazona, podía serle de mucha ayuda al equipo, sobre todo en las futuras batallas por venir.
No estaba seguro de si el equipo se iría agrandando con el tiempo, pero, de hacerlo integrar otros caballeros y personas que no fueran parte del santuario tal vez sería un paso para hacerlo.
Mientras tanto en otra parte, El sargento Martín y el capitán Rehuel se habían reunido frente al gimnasio de la nave para discutir las siguientes estrategias que pondrían en marcha, aún debían esperar a que el camino estuviera libre, que el Commonwealth ya no significará un peligro planetario para Recclaimer.
Además de que todas las muestras recolectadas del árbol arrojarán datos concluyentes.
Por parte del sargento Martín él se encontraba más interesado de que el equipo de herederos a su cargo se encontrarán en su 100% de capacidad para continuar la batalla en el siguiente objetivo.
Gracias a su desempeño una batalla que parecía perdida había culminado como una victoria, no solo para la Humanidad sino para el titán de Acero.
La nación guerrera protectora de toda la humanidad.
Pero lo que los llamaba al ginmacio no era la siguiente movida estratégica para su plan de liberación universal de los Qliphoth.
Sino… el líder del equipo Omega, quien estaba descargando su ira y frustraciones contra un saco de Arena.
El cual había estado golpeando por horas y horas sin parar.
―¿Como sigue? ― Interrogó el Sargento Martín al comandante del titán de Acero, después de 3 pesados días de trabajo ininterrumpido deseaba reposar en la nave, pero al parecer el sargento que había llevado a cabo la misión que obtuvo la primera victoria de la humanidad nunca terminaba.
―No muy bien…―Murmuró el Capitán de la nave, quien para el momento que finalmente se había reunido con el Sargento martín había tenido que coordinar a casi 500 naves de limpieza, búsqueda y reparación, estaba muy agotado y quería descansar en su despacho, pero al igual que martín, tenía que seguir al mando para asegurarse de que una nueva crisis no se suscitará en las fronteras de Recclaimer.
―Ha estado así desde la mañana, no parece que le esté yendo bien. ―Ambos hombres apenas habían tenido un momento para relajarse, pero quizá quienes no encontraban un momento para relajarse eran los muchachos bajo su mando, quienes estaban lidiando con las secuelas de la batalla a su manera.
―¿Cuantos sacos de boxeo ha roto? ―Interrogó Martín observando una pila de los mismos a un lado del caballero del unicornio, los cuales tenían enormes marcas de rupturas sobre todas sus superficies de cuero.
―¿Con este? Ya lleva como 9. ―Respondió Rehuel, sn duda lo que sea con lo que estuviera luchando lo obligaba a seguir peleando, pese a que la batalla ya hace días que hubiera culminado.
―Lo que sea contra lo que esté peleando mentalmente sin duda lo mantiene enfocado, no puedo ni imaginarme que es. ―Aclaró, sabía que después de la batalla algo se había roto irremediablemente en su pecho, más nunca supo que fue exactamente, los caballeros no eran muy abiertos a contar aquello que les causaba conflicto.
―Perdió a una compañera durante la misión, es normal que esté así…―Respondió Martín, él estaba más que al tanto de la situación, había leído todos y cada uno de los reportes de batalla, incluyendo los que él y sus compañeros hicieron, reportes que si bien no se comparaban a lo que habían vivido durante la batalla de Recclaimer, no le restaba la cantidad de presión y estrés que debieron vivir durante el Asalto a la Commonwealth.
―No creo que sea la forma más sana de lidiar con eso, pero al menos no está escapando en el alcohol como muchos lo hacen. ―Decía pensando en sus propios soldados, los pocos que lograron salir de ese bosque con vida debían estar ahogando sus penas en una botella, la vida de un soldado republicano no era nada sencilla.
―Sigue siendo joven… pero aún así creo que ya ha vivido lo suficiente como para considerarse un hombre. ―Añadía Rehuel, reconociendo la enorme brecha que existía entre los soldados normales y los caballeros, muchos de esos niños ya habían sido participes de combates que desafiaban las capacidades humanas de lo que el entrenamiento para soldados republicanos más riguroso y estricto podría ofrecer.
―Vaya lío…―Murmuró Imaginando todo lo que esos muchachos habían tenido que soportar durante todo ese tiempo.
―¿Cómo les va a sus compañeros? ―Interrogó Martín observando de reojo al capitán de la nave.
―No mejor que a él, algunos un poco más traumatizados que otros. ―Respondió, pensando no solo en el equipo Omega, sino en el equipo Alfa, quienes habían estado al lado de Martín durante el asalto y caída del primer Qliphoth.
―No me lo puedo ni imaginar. ―Declaró pensando en como esto les afectaría en un futuro a todos los chicos, no solo a Kobu.
―Sí, con toda la mierda rara que ha estado ocurriendo estos días se te olvida que siguen siendo niños, carajo algunos aún no tienen pelos en las bolas como para lidiar con toda esta basura. ―Reconoció Martín, él podía pretender que era ajeno a todo esto que siendo cosas del santuario los entrenamientos empezaban a temprana edad, para que que una vez finalizados, los caballeros fueran enviados a la guerra pese a su corta o nula experiencia en la vida.
Sin embargo no veía como portar una armadura hacía que un montón de críos se considerarán soldados al nivel de los adultos, tenían un poder impresionante y podían hacer cosas que solo podían ser posibles en sus más alocadas fantasías…
Pero aún así… ¿que justificaba utilizar a niños soldados en una guerra tan brutal como esta? ¿La necesidad? ¿La desesperación? O la razón más simple de todas.
Por qué en verdad podían utilizarlos como armas.
―Sí, pero son soldados, se acostumbrarán a esto tarde o temprano. ―Respondió Rehuel, frío y sin emoción alguna, esto solo era otro día normal en la oficina, algo que debía recordarse a sí mismo, por que de otra forma no encontraba respuestas para las mismas interrogantes que él y el sargento se hacían.
―¿Tu lo harías? ―Interrogó Martín cruzándose de Brazos, había una línea muy fina entre lo que era necesario y lo que era inhumano, una línea que se diluía gracias a la desesperación de las duras batallas que se vivían día con día en esta guerra.
―¿Digo tu te acostumbrarías a todo este follón?
―Le doy gracias al dios que sea que nos esté escuchando que no tenga que responder esa pregunta, al menos no por ahora. ―Atinó a decir Rehuel, en verdad él no podía encontrar ninguna justificación, ninguna lógica, no había razón, sencillamente estaban librando una de las guerras más importantes de la humanidad y estaban perdiendo.
Utilizar los recursos que les proveía el santuario, fueran o no niños hacían de esto el menor de los males, un pequeño conflicto moral, para una gran guerra que ya se había costado la vida de millones, tanto de su bando, como del Santuario, Espectros y Civiles.
―Ahhh… sí, supongo que tienes razón. ―Murmuró Martín, reconociendo que entre los tonos de grises siempre habría clores más oscuros que otros, la moralidad no existía en una batalla tan sangrienta.
Lo único que existía eran los obstáculos y objetivos, sin importar lo que tuvieran que utilizar para superar los primeros lo harían, pues aunque les pesará en el alma, las herramientas a disposición estaban allí para ser utilizadas a conveniencia.
Moralmente correcto o no, era lo que se tenía que hacer, después de todo…. La vida humana era una herramienta más y las herramientas fácilmente podían ser remplazadas
Por más inhumano, duro, jodido e indudablemente cruel que se escuchará todo eso.
Mientras que en la mente del Propio Kobu un infierno se estaba desatando, un infierno personal del que le era totalmente imposible escapar.
Viendo una y otra vez escenas de su escape de la Commonwealth, a sus compañeros corriendo por los pasillos, el aterrador sonido de las alarmas haciendo eco en los pasillos infinitos.
Como con cada paso que daban las explosiones en la nave comenzaban a ser más y más atronadoras, ocurriendo más y más cerca de sus posiciones.
Con cada golpe, las explosiones iban en aumento, por más que intentaba escapar de esa nave, su mente volvía a ella, por más que estaba a salvo él no se sentía seguro.
Tal vez… nunca más podría sentirse seguro de nuevo, pues ese asalto le había comprobado algo.
Él aún no era especial, él seguía sin ser un guerrero expecional….
Mabel era aún más especial que él y aún así ella no tenía un control excepcional de su Cosmos, su fuerza en sí misma había sido capaz de doblegar a un enemigo que aún con todo su poder no había sido capaz de derrotar, aún utilizando todo el poder de la oscuridad que él poseía.
No fue capaz ni de dañarlo un poco… mientras que Mabel había logrado derrotarlo en una fracción de segundo.
Cosa que lo hacía enfurecer más.
Golpeando con más y más fuerza, escuchando los estallidos, ecucchando las pisadas desesperadas.
Escuchando los gritos de desesperación de sus compañeros en la nave.
Corriendo por sus vidas del ataúd de acero del que trataban de escapar.
―¡Vamos corran! ― Exclamaba Kobu tratando de avanzar, pero mientras más parecía estar cerca de la salida un nuevo pasillo interminable se abría frente a él, causando una enorme desesperación en su corazón.
―¡Tenemos que escapar, diríjanse a la salida! ―Gritaba Darrel guiando el paso, pero hasta él se veía confundido por la dirección a la que se dirigían, nada tenía sentido, nada excepto que esta nave estallaría pronto con ellos aún en sus entrañas.
―¡No se detengan ya estamos cerca! ―Ahiri decía segura de que había visto ese pasillo antes, pesea que todo se viese igual, casi como si estuvieran corriendo en círculos.
―¡Corran, corran, corran! ―Exclamaba Mabel intentando seguir a sus compañeros, totalmente aterrorizada de lo que ocurría a su alrededor.
―¡Esperenme, no me dejen! ―Rogaba Dawn tratando de seguirles el paso, pero ella no era tan veloz como los caballeros Atenienses ni por asomo, teniendo que esforzarse por tratar de alcanzarlos.
―¡No te detengas sigue avanzando! ―Exclamó Kobu mirando a sus espaldas por un segundo, observando a todos corriendo detrás de él, con la posibilidad de que esa tal vez sería la última vez que vería a todos sus compañeros con vida.
―¡No quiero morir, no quiero morir, por favor no me dejen aquí! ―Dawn pidió desesperada, apenas siendo capaz de soportar el peso de su propio cuerpo en sus piernas.
Debían correr, debían escapar, antes de que esta pesadilla viviente.
Escapar antes de que las fauces de esta bestia de metal moribunda se cerrarán sobre ellos, impidiéndoles salir de allí, esperando al frío beso de la muerte sobre sus jóvenes cuellos.
Cada vez más cerca de la salida… pero a la vez tan lejos.
―¡Ahhhh! ―Lo último que Kobu pudo rememorar fue un grito desgarrador de agonía proveniente de una persona, una persona que había muerto ese día, por su culpa.
Kobu exclamó al mismo tiempo que los recuerdos comenzaron a arder en su mente, provocando pesadillas en la realidad, obligándolo a ver cosas que él no soportaba ver, eventos que no quería recordar…
Pero ahora en estos momentos mientras menos deseaba rememorar, los dolorosos recuerdos llegaban desolando su mente con una verdad que le era imposible de reconococer.
Una verdad que para ese momento se había vuelto una cruel realidad, aún no estaban listos para afrontar el desafío…
Pero él estaba desesperado en que así fuese.
Quería estar al nivel de Seinma, de los Caballeros Dorados… pero aún estaba lejos de alcanzarlos.
Soltando un poderoso puñetazo que desgarró el saco de boxeo, haciendo que todo su contenido se desperdigara por todo el suelo.
―Huh y con ese van diez… ¿alguien podría traerle un saco de boxeo nuevo al muchacho? ―Pidió Martín, aunque esto representaba perdida para la nave, reconocían que esto era algo que él requería.
Podían darle terapia, un grupo de ayuda y todo eso que los hombres traumatizados requerían para seguir adelante.
Pero para un niño, lidiar con emociones que apenas comprendía en su totalidad era algo distinto, debían dejar que expresará todas esas emociones reprimidas para que aquello no fuese un peso que tuviera que soportar todos los días de su vida.
Un peso que debía deshacerse ahora, con sus propios métodos para lidiar con la dura realidad con la que intentaba desesperadamente desasociarse.
―¡Kgh…!―Kobu miró a su manos, las cuales tenían enormes manchas de sangre sobre sus nudillos, manchas que le recordaban a sus manos en esos momentos, tan llenas de sangre de su compañera que lo único que hacían era hacer más grande una herida que aún no había cicatrizado.
―¡Maldita Sea…!― Murmuró mirando al suelo impotente, aquella fuerza de la que alguna vez se sintió tan orgulloso… Ahora solo lo hacía sentir impotente.
Dese que descubrió su poder él sentía que podía hacer todo, que podía derrotar a cualquier enemigo solo con uno de sus golpes, él tenía el control de su propio destino, el capitán de su alma, pero desde que conoció a Seinma se percató de que él no era el protagonista de su propia historia.
Solamente era un mero espectador.
Alguien que no tenía el poder de cambiar nada, solo observar y presenciar… un sentimiento que odiaba con toda su alma, algo que solo lo quería hacer gritar de frustración e Ira.
Una agonía que se extendía desde su pecho hacia sus brazos, anhelando seguir golpeando hasta que de alguna forma todos sus problemas se desvanecieran en el viento pero…
Aún así su poder no era suficiente, su fuerza seguía siendo ínfima en comparación a la de los demás, su talento en combate era mínima en comparación a la de otros, Mabel ya lo había demostrado, ella no había pasado a la tercera fase de combates y aún así tenía lo que se requería para abatir a un espectro de rango mayor.
Parecía una maldita broma, alguien que había llegado Tan lejos fuese opacado por alguien que solo logró llegar a la mitad de su recorrido.
Sin poder Kobu no podía defender nada, ni siquiera su propia vida, por eso debía ser más fuerte, mucho más poderoso que sus enemigos, debía ser más fuerte que los propios caballeros Dorados.
Sin poder no era capaz de proteger nada… ni siquiera su propia vida.
Necesitaba poder, más poder, un poder capaz de doblegar a los mismísimos Dioses.
Un poder que pudiera despedazar a las estrellas, La luz incluso el mismísimo Sol.
El poder lo era todo, con ello él lograría doblegar a todo aquél que se interpusiera en su camino, ningún enemigo se interpondría en él o en su destino nunca más.
Nuevamente un nuevo saco de Boxeo fue traído hacia él gracias a uno de los robots asistentes, los cuales dispusieron del que se encontraba roto, colocando el nuevo frente a él.
El poder lo era todo, sin poder… no era capaz de nada, ni siquiera de cambiar su propio destino.
Se puso en posición de combate nuevamente, esta vez con más determinación que antes.
Los caballeros eran capaces de todo, no era verdad?
Pues entonces continuaría luchando, continuaría su búsqueda incesante por el poder, buscaría por todo el universo, por toda su vida si era necesario, destrozaría todo a su paso.
Solo por ese único objetivo, obtener el poder para Destruir a sus enemigos.
Aún si debía entregarle su corazón a la oscuridad de su alma y sacrificar su luz lo valía, cualquier pecio a pagar era insignificante, nuevamente comenzó a descargar su ira contra el saco de boxeo.
Con ese objetivo en mente, un poder capaz de rivalizar a un dios…
Un poder que fuese capaz de aplastar a todo enemigo frente a él…
Un poder que lo convertiría en el verdadero héroe de su propia historia.
Nunca más sería el olvidado, todos lo recordarían de una forma o de otra.
Se enfrentaría a este amargo destino que el universo le había impuesto, hasta que sus deseos se interpusieran ante el destino.
Él crearía su propio destino en el que nadie fuese capaz de interponerse, ni siquiera él.
4 Días antes…
Durante el Asedio del Qliphoth y la destrucción del Commonwealth.
¡Estado de emergencia rojo, atención a todo personal de la nave evacuen de inmediato, busquen sus capsulas de escape cercanas y evacuen la nave de inmediato esto no es un simulacro, repito esto no es un simulacro!
¡Estado de emergencia rojo, atención a todas las estaciones de combate, abandonen la nave de inmediato!
El mensaje de emergencia de autodestrucción se repetía automáticamente ante el sobrecalentamiento de la nave, ocasionando que las explosiones dentro y fuera comenzarán a ser visibles.
El núcleo se estaba colapsando y con él toda la estructura interna como externa de la nave estaba deteriorándose rápidamente, la situación se estaba yendo al sur rápidamente, pronto todo esto se convertiría en un montón de escombros de acero flotando inertemente en un espacio vacío y muerto.
Aquellos que se adentraron al corazón y lo habían apuñalado, ahora trataban de escapar de entre las entrañas del lobo, teniendo que evadir las constantes explosiones que ocurrían a su alrededor.
Haciendo un desesperado escape a Trávez de los ductos de la nave para salir en una sola pieza.
Ocasionando que cada uno de los caballeros que se encontraban en el interior tratarán de correr desesperados hacia la salida de esta bomba con fecha de expiración próxima a suceder, escuchando como las detonaciones empezaban a ser más frecuentes y cercanas a sus posiciones.
Presagiando el peor de los escenarios para todos los presentes.
―Vamos salgan de allí chicos. ―Deccía Matthew ayudando a sus compañeros a salir de los ductos de basura, uno por uno mientras que la nave comenzaba a venirse abajo, aunque los ayudaba a salir él se encontraba más preocupado por su hermana y por la situación, haciendo su mejor esfuerzo para sacar a todos de allí.
― ¡Ayúdame Matt! ―Pedía Kobu alzando su brazo para que el Ursa mayor lo ayudará a escapar de esos claustrofóbicos ductos.
Una vez todo el equipo omega se encontró fuera de los ductos, el caballero de la Ursa mayor observó a todos a su alrededor, haciendole imposible ignorar las heridas de sus compañeros de Unicornio, Hidra y Orión quienes se veían más afectados que los demás.
No sabía que demonios había pasado cuando ellos llegaron al reactor, pero para nada podía haber sido bueno, no había recibido ningún informe, lo único que supo es que se encontraron con algo feo allí adentro que les dio muchos problemas a todos.
―¿Están heridos? ¿Que fue lo que les pasó? ―Interrogó a sus compañeros, preocupado por el estado de salud de aquellos que presentaban evidentes signos de conflicto cercano, manchados de sangre y con evidentes heridas sobre sus cuerpos.
Kobu y los demás no quertían hablar de lo que había ocurrido en el reactor, Que Mabel los haya salvado había sido una suerte más que otra cosa.
Nada había asegurado que ella hubiera podido derrotar a aquel espectro… ni siquiera que todos hubieran luchado juntos en su contra, pero este no era el momento de pensar en escenarios hipotéticos, era el momento de salir de aquí.
― Larga historia no hay tiempo para contarla. ―El caballero del unicornio respondió apresuradamente, no había tiempo para perderlo en infructíferas charlas, las detnaciones y los temblores se hacían cada vez más frecuentes, era hora de salir.
― ¿Ya están todos, no falta nadie? ―Interrogó mirando a su alrededor para comprobar que en efecto no faltará nadie de su equipo.
― No, creo que no. ―Respondió Darrel, esperando que todos ya se encontrarán allí, regresar para ver si faltaba alguien sería un suicidio.
―Bien, ¡chica voladora prepara la nave para largarnos de aquí! ― Exclamó Kobu hacia su comunicador, esperando una respuesta inmediata de Faridah.
―Los motores ya están encendidos este pájaro está listo para volar, solo faltan ustedes chicos. ―Respondió ella del otro lado del comunicador a la espera de que dierán una confirmación, una vez todos se encontrarán dentro de la nave de evacuación se largarían de aquí para nunca más regresar.
―¡Entendido, nos veremos allí! ―Exclamó Kobu listo para abandonar este lugar a como de lugar.
―Apresúrense que la cosa está que arde en su posición. ― Podía verlo desde su pantalla de estado, esta nave estaba fallando a niveles críticos, dejando salir cantidades incomensurables de energía de casi todas las direcciones de la nave, comenzando a despedazarse de adentro hacia afuera.
No era necesario que ella se los dijera, podían sentirlo en el retumbar del acero y el metal ante las sacudidas violentas que provocaban las explosiones, sin lugar a dudas esto se iba a convertir en un ataúd de hierro si no se apresuraban a llegar a la nave de transporte.
Lo único que quedaría de ellos serían las cenizas y de eso no estaban seguros, a este ritmo el último recuerdo de ellos serían los restos de la nave que flotarían eternamente en el vacío espacial, sin dirección o rumbo.
Perdidos por siempre, en la inmensidad oscura y fría de la más absoluta nada..
―¡Ya escucharon vámonos! ―Exclamó comandando todos fuera del cuarto de limpieza, demarcando el camino para que los demás lo siguieran
―¡Esperen, falto yo! ―Exclamó una última voz aún atrapada en los ductos de deshechos, no podía ser otra más que Dawn, quien no se movía igual de rápido que los demás, tratando de seguir el ritmo de los caballeros atenienses sin ningún éxito.
―Carajo, es verdad, ¡adelántense yo tengo a Dawn! ―Ordenó a sus compañeros, quienes observaron confundidos hacia Kobu, asintiendo levemente para finalmente uno a uno salir de allí con prisa.
―Vamos mujer que este lugar va a estallar por los aires en cualquier segundo. ―Dijo el caballero del unicornio ayudándola a salir de los ductos, utilizando toda la fuerza que aún le quedaba para sacarla de allí.
―En 15 o 20 minutos… si corremos con suerte. ―Respondió Dawn, con los nervios a flor de piel, jamás esperó sentir un sobrecalentamiento tan agresivo, la reacción atómica del reactor hacía que toda la nave comenzará sacudirse violentamente.
Si las explosiones no eran suficientes encima el calor y la radiación iban en aumento con cada segundo que pasaba, la nave estaba colapsando y lo sabía, aún así jamás esperó experimentar algo como esto de primera mano.
Aunque suponía que había una primera vez para todo.
―¿Y si no? ―Interrogó Kobu sintiéndose atemorizado por la cantidad de tiempo que les quedaba.
―En menos de 5…―Murmuró, siendo realista en esta situación, los minutos eran cruciales, seguir desperdiciandolos en charlas solo los acercaba más a sus muertes.
―Carajo. ―La revelación dejó a Kobu en Shock, sin lugar a dudas este era el peor escenario posible para él y su equipo, sin mencionar a Dawn, ir deprisa había dejado de ser una opción a ser una necesidad.
―¡¿Que mierda esperan? Muevan el culo! ―Exlamó Darrel obligando al líder del equipo y a la superviviente a moverse, hablar era solo una pérdida de tiempo, ya se debían encontrar en la nave de escape, largándose de aquí inmediatamente.
―¡Ya vamos, ya vamos! ―Respondió Kobu, el tiempo de las palabras había terminado, era de regresar a la acción.
―Ahora vamos a correr, intenta mantener el ritmo. ―Le pidió saliendo del cuarto en dirección a sus compañeros de equipo
―Lo intentaré. ―Respondió la chica, cansada, sintiendo que el cuerpo le pesaba pero dispuesta a dar todo de sí misma para tratar de salir viva de ese maldito lugar.
Apenas salieron todos comenzaron acorrer en la dirección por donde habían logrado llegar, el trayecto era largo y se podía tornar infinito teniendo el tiempo en su contra, pero podían lograrlo, debían de lograrlo, esta nave había sido la tumba de muchos.
Pero esta no sería su tumba.
Tener un ojo en el camino y un ojo en el mini mapa era crucial para saber a donde carajos iban, por que sin él prácticamente estaban corriendo con una venda en los ojos, esperando a no caer en las garras del enemigo o peor en una placa inestable que iba a estallar con ellos, la nave se estaba yendo al demonio, y detrás de esos ventanales no había más que oscuro vacío y kilómetros de una asfixiante, fría y dolorosa muerte.
―¡Vamos corran! ― Exclamaba Kobu pidiendo a todos a su lado en avanzar, estaban muy cerca pero demasiado lejos de salir de aquí debían apresurarse o no lo contarían, causando una enorme desesperación en su corazón.
―¡Tenemos que escapar, diríjanse a la salida! ―Gritaba Darrel guiando el paso, pero hasta él se parecía confundirse con la información del mapa nada parecía tener sentido excepto que esta nave estallaría pronto con ellos dentro.
―¡No se detengan ya estamos cerca! ―Ahiri decía buscando los mismo lugares que había visto al llegar con la mirada para ubicarse, pero con la adrenalina del momento no era capaz de situarse adecuadamente, casi se sentía como estar corriendo en círculos.
―¡Corran, corran, corran! ―Exclamaba Mabel intentando seguir a sus compañeros, su joven corazón aún se sentía atemorizada por todo lo que había sucedido anteriormente y por todo lo que ocurría a su alrededor, optando por ír a la par de sus compañeros más experimentados para evitar perderse en estos pasillos que parecían infinitos.
―¡Espérenme, no me dejen! ―Rogaba Dawn tratando de seguirles el paso, pero ella no era tan veloz como los caballeros Atenienses ni por asomo, teniendo que esforzarse por tratar de alcanzarlos.
―¡No te detengas sigue avanzando! ―Exclamó Kobu mirando a sus espaldas por un segund so, observando a todos corriendo detrás de él, con la posibilidad de que esa tal vez sería la última vez que vería a todos sus compañeros con vida.
―¡No quiero morir, no quiero morir, por favor no me dejen aquí! ―Dawn pidió desesperada, apenas siendo capaz de soportar el peso de su propio cuerpo en sus piernas.
Aunque corrían como alma que llevaba el diablo parecía no ser suficiente, aún estaban lejos de la entrada y a cada paso sentían como el tiempo se les acababa, sin duda esto era una pesadilla viviente, un escenario que representaba la peor situación posible.
El momento donde avanzar más rápido significaba vivir y donde detenerse era una muerte más que segura.
Escapar entre las fauces dela bestia de metal moribunda era en este momento más importante de sus vidas, debían evitar que los colmillos de la criatura se cerrarán sobre sus cuellos, impidiéndoles salir de escapar con sus vidas, la muerte los acechaba en todas direcciones, la única forma de evitarla sería seguir avanzando sin detenerse hasta finalmente encontrarse de vuelta en la seguridad del titán de acero, para nunca más regresar a esta bestia de metal moribunda cuyo corazón había sido apuñalado por su última habitante viva.
Con cada paso aún más cerca de ellos, pero a su vez tan lejos, lo suficiente para torturarlos mentalmente y obligarlos a ír aún más rápido, sin importar a quien dejaban detrás.
―¡Ahhhh! ― Un grito de terror se hizo presente en los caóticos pasillos de la nave, los caballeros del equipo omega comenzaron a voltear lentamente uno tras otro tratando de observar que sucedía, todos y cada uno de ellos; Kobu, Darrel, Ahiri, Albión, Kazuto, Matt… Mabel, solo para ver algo que les heló la sangre.
―¡No, no por dios ayuda, ayuda por favor! ―Exclamó Dawn, siendo sujetada por 5 manos distintas, reteniéndola a la fuerza contra su voluntad, eran poseídos, los cuales se estaban abalanzando hacia ella, tumbándola en el suelo para finalmente comenzar a enterrar sus dientes y garras sobre su blanda piel, comenzando a devorarla en el suelo.
―¡Ahhh, ahhhh, Ahhhhahahahhhh! ― Los gritos de agonía y terro de dawn casi parecían desaparecen entre las explosiones, los muchachos solo podían ver impotentes como comenzaban a comerse a la última superviviente del Commonwealth.
―¡Dawn! ―Exclamó Mabel, observando como la última superviviente era devorada por los poseídos, quienes comenzaban a arrancarle pedazos de carne de sus piernas, brazos y de su cuello, causando que la agonía se extendiera hacia todas partes de su cerebro, haciéndola gritar horriblemente mientras agonizaba.
Detenerse era morir, detenerse significaría perder tiempo, tiempo valioso para escapar de aquí, Dawn ya estaba muerta, no había nada que hacer, los poseídos la devorarían viva, le arrancarían la carne y la piel como a un animal.
Kobu sabía que ya estaba muerta, que ya no había anda que pudierán hacer para salvarla, pronto sería un cadáver más en esta nave abandonada por los dioses, pronto sería un pedazo de carne más, pronto sería un poseído más, en esta larga fila de seres sin voluntad…
Uno más entre los escombros de esta enorme nave, ¿entonces porqué? ¿Porqué…? ¿Por qué se estaba lanzando al ataque para protegerla? ¿Porqué había activado nuevamente su cosmos y como una lanza de luz atravesaba el largo trayecto que los separaba para ír a ayudarla?
¿Y porqué estaba destrozando a todos los poseídos frente a él con el mero fin de salvar una vida que no le importaba, perdiendo tiempo valioso, sacrificando a sus compañeros por una persona a la que la historia olvidaría?
Tal vez… por esa misma razón, nadie más se quedaría atrás, nadie más sería despreciado, nunca nadie más sería olvidado, no mientras él estuviera aquí.
―¡Galope de Unicornio! ― Un ataque fugaz fue suficiente para eliminar a todos los poseídos, sus patadas precisas y fulminantes fueron lo suficiente para despedazarle la cabeza a todos, haciendo que todos y cada uno de los poseídos que estaban devorando a Dawn fueron exterminados por Kobu, quien en un segundo logró eliminar las amenazas, para que acto seguido observará como había quedado ella.
―Maldita sea… maldita sea…―Murmuró observando a la mujer ensangrentada, escupiendo sangre.
Era doloroso verla, había profundas heridas en su piel, pedazos de carne ausentes, una de sus piernas casi se le había sido arrancada del cuerpo mientras que uno de los brazos había perdido un enorme trozo de piel junto con parte de su cuello, por suerte los poseídos no le habían arrancado las entrañas por que de otra forma ella ya estaría del otro lado, aunque aún así había marcas de garras que habían tratado de desgarrar su vientre.
Aún así seguía viva, agonizando, al borde de la muerte pero aún seguía viva.
Estaba hecha un desastre y en el estado en el que se encontraba no podría levantarse ella sola, tendrían que cargarla para llevarla a la nave, no estaba seguro de que ella resistiría, probablemente moriría a medio camino pero no podían abandonarla aquí, no podía permitírselo.
―Poseídos, creía que ya no quedaba ninguno. ―Albión llegó a su lado observando el cuerpo de la chica, observando también el estado en el que ella había quedado, era cruel esta visión, dejarla viva parecía más un castigo que algo bueno, pero… no podían permitirse dejarla aquí después de todo lo que ella había hecho por ellos.
―¡Callate y ayúdame! ―Pidió Kobu tratando de levantar a Dawn pero sentía que si lo hacía solo ella se rompería en mil pedazos, por eso requería que la ayudarán a colocarla sobre su espalda.
―¡Vamos levántate! ―Le pedía tratando de que ella hiciese un esfuerzo de su parte, pero a lo lejos podía escuchar más gritos de poseídos, los cuales iban directamente hacia donde ellos se encontraban.
―Aseguren el camino de salida que nadie más se nos acerque. ―Pedía Kobu a su equipo ya habían perdido mucho tiempo, era hora de volver a correr, debían evitar a toda costa seguir deteniéndose, más si era que lo poseídos se convertían en un impedimento másapra su escape.
―¡Me duele, me duele mucho! ―Exclamaba Dawn, llorando amargamente al sentir las enormes heridas que esas bestias con rostros humanos le habían hecho, además de la perdida de sangre, hacían que ella solo pudiera sentir el frío beso de la muerte sobre su cuello.
―Tranquila ya casi estamos fuera, solo resiste un poco más y…―Kobu intentó decir, pero… fue entonces que un cosmos agresivo y furioso se hizo presente, acercándose rápidamente a ellos.
―¿Sintieron eso…?―Preguntó Matthew, no era necesario que le dijeron de quien se trataba, todos los que habían sentido su ira sabían de antemano de quien se trataba, esa escencia con olor a sangre, no podría ser despedida por nadie más que ese Espectro con sed de Sangre.
―Corran…―Murmuró Kobu sintiendo un terror muy humano subiendo desde sus extremidades hacia todo su cuerpo, casi paralizándolo en el acto, pero la urgencia de salir corriendo de allí con su vida intacta fue aún más poderosa.
―¡Corran a la chingada de aquí! ―Exclamó a todos sin perder más el tiempo, no solo tenían una explosión enorme que estaba a punto de suceder a sus espaldas, también tenían a una bestia hambrienta de violencia y venganza siguiéndoles muy de cerca el paso.
El terror que sintieron antes se estaba acercando a ellos, el miedo que sentían al sentrir la nave explotando en mil pedazos no era nada comparado al sentir a la bestia a sus espaldas, casi podían sentir la sed de sangre palpable en sus pieles, el horror que experimentaron en ese momento se estaba convirtiendo en un impulso de energía que los obligaba a correr aún más rápido.
Pero aún si podían ír más rápido que el sonido mismo, esa… "cosa" por qué era imposible catalogarlo como algo humano o inmuhano seguía a sus espaldas.
Alcanzándolos, causando que los caballeros escucharán sus agresivas pisadas sobre las placas de metal detrás de ellos.
El pánico se apoderaba de ellos, no querían voltear por que sabían que eél estaba a sus espaldas, voltear significaría la muerte, pero ellos sabían que él no se detendría, no hasta reclamar las vidas de cada uno de ellos.
Él no se detentaría hasta manchar sus manos de sangre nuevamente, él no se detendría hasta que todos ellos estuvieran muertos.
Darrel no pudo resistir más la tensión, la presión y el nerviosismo lo obligaron a actuar, comenzando a elevar su cosmos hasta el máximo, causando que descargas eléctricas chocarán contra el suelo y el techo, causando que la energía eléctrica del pasillo comenzará a fallar, otorgándole aún más fuerza al caballero de Orión, quien estaba más que listo para frenar al demonio en el acto, utilizando todo el poder en bruto de su cosmos, listo para manifestarlo en un poderoso relámpago que sacudiría toda la nave de ser necesario.
―¡Orión Devastador! ― Exclamó lanzando su puño hacia adelante, soltando una descarga de energía violenta y opresiva que destrozaría a cualquiera que se encontrara en su camino.
―Estás en mi camino…― Murmuró el Espectro del Vampiro, tomando el puño de Orión con una facilidad aterradora, lanzando el cuerpo de Darrel contra la pared cercana, destrozándola al instante dislocándole el brazo en el acto.
―¡Darrel! ―Kobu gritó observando a su compañero siendo abatido en un solo movimiento, para acto seguido sentir como el espectro utilizaba su cosmos para invocar estacas sangrientas, las mismas que habían atravesado su cuerpo y el de sus compañeros, inmovilizándolo y haciéndolo caer en sus rodillas.
―¡Agh! ―Exclamó dejando caer a Dawn de su espalda por el dolor.
―¡Apartense! ―Exclamaba golpeando a todos los guerreros en su camino, empalando sus brazos y piernas para evitar que se movieran, hasta estar frente a frente con la persona que tanto quería Asesinar, Mabel trató de defenderse, pero las mismas estacas sangrientas aparecieron del suelo, inmovilizándola dejandola completamente a merced del enemigo.
―¡Ven aquí niña! ―Exclamó alzándola del cuello, con la intención de arrancarle el corazón de su pecho.
―¡No, no! ―Mabel gritó, sintiendo la agonía combinarse con la adrenalina, tratando de moverse para defenderse, apenas siendo capaz de retorcerse e un torpe intento de escapar de su captor.
―¡Olvídate de hacerte sufrir, quiero escucharte Gritar! ―Clamó Volkolak, levantándola hacia el cielo como un trofeo, preparado para atravesar su cuerpo en un instante con su brazo, esta pequeña niña lo había humillado, por eso mismo aprovecharía en sus últimos momentos de vida para hacerla sufrir, iba a obligarla a observar como le arrancaba el corazón para consecuentemente devorarlo frente a su mirada aterrorizada y moribunda.
―¡Mabel! ―Matthew gritó de terror observando como ese demonio alzaba a su hermana como un animal, amenazando con terminar con su pequeña vida de un solo movimiento.
El tiempo pareció detenerse en ese instante, todo parecía moverse a un ritmo más lento, el tiempo había dejado de tener sentido, Kobu nuevamente observó impotente como esa bestia salida de los fosos más profundos del infierno estaba a punto de asesinar a una de sus compañeras.
Aquella que lo había salvado a él como a los demás de una lenta y dolorosa muerte, una niña que a pesar del temor que sentía había peleado por protegerlos, por salvar a quien consideraba su familia.
Una familia que parecía odiarse, pero que para ella tenían mucho más valor que cualquier objeto, moneda o artefacto, una niña que estaba a punto de sufrir por la debilidad de su líder, una persona con una fuerza prodigiosa cuya vida valía más que la suya.
Una persona como ella no podía caer aquí, no podía permitirse perder a alguien con un valor monumental.
No podía perderla, no así, no de esta forma.
Aún tenían mucho tiempo para vivir, para experimentar, para ver las maravillas de este universo alzarse y desaparecer, para disfrutar de una vida que apenas estaba comenzando, él le había hecho una promesa que debía cumplir, ambos debían ver las estrellas juntos.
Una promesa que iba a cumplir.
Sus ojos se llenaron de oscuridad a medida que el brazo del ser se acercaba al pecho de su compañera, tan fugaz que apenas podía verlo, tenía menos de unos milisegundos para responder, debía convocar a las sombras en su corazón, abrazar la oscuridad de su interior y entregarse a la noche, sin refrenarse esta vez.
Enterrar su luz y convertirse en un demonio al igual que su tiránico enemigo.
Su cabello gris se tornó negro, sus ojos adoptaron una tonalidad amarillenta y la luz que destellaban se apagó por completo, era hora de desatar a la bestia en su interior.
―Galope de Unicornio…―Murmuró desapareciendo del lugar donde había caído, dejando de darle importancia al dolor de su cuerpo, sumergiéndose en la oscuridad de su alma, para combatir a la noche con su propia penumbra,
―¡Lanza Siniestra! ―Exclamó atravesando el cuello del espectro con una única patada que logró romperle la columna vertebral, despedazando su garganta, haciéndolo vomitar sangre, obligándolo a soltar a su compañera en el acto.
Esta era la crueldad a la que debía acostumbrarse, la brutalidad con la que debía pelear, el salvajismo del que debía ser parte, caballeros santos, guerreros que defendían a la diosa de la Guerra y la Sabiduría.
En el campo de batalla no podían ser diferentes a ellos, no podían permitirse pelear con los mismos principios de los caballeros, para enfrentarse a seres tan ruines como estos era necesario pelear al mismo nivel, con la misma ferocidad y brutalidad.
El caballero de Géminis se lo había dicho, en el campo de batalla solo los fuertes sobrevivían y el destino de los débiles era la muerte, solo los fuertes doblegaban el poder ante su propio poder.
Aún si eso significaba utilizar el poder del enemigo en su contra.
En la guerra no había blancos o negros.
Solo una enorme escala de grises, alcanzar la victoria era la misión principal.
Los métodos y la ejecución no importaban en lo absoluto.
Entonces… en Recclaimer…
Oscuridad, solo existía oscuridad, en este mundo de tinieblas no existía nada salvo él y la penumbra que cubría su alma, un alma de luz que parecía querer extinguirse entre las eternas sombras de este reino sin inicio o final.
Aunque la umbra que lo envolvía trataba de devorarlo, la luz de su vida se negaba a extinguirse, el poder de su cosmos seguía ardiendo, pero sus ojos se negaban a abrirse.
Él flotaba en este mundo vacuo sin rumbo, sin destino, aunque una voz comenzó a llamar su nombre provocando que poco a poco la luz de las estrellas volvieran a centellear, bañando a este mundo sin destellos con la luz infinita de los infinitos soles que adornaban el universo.
Nuevamente una aquella dulce voz lo llamó, en los rincones más lejanos de ese enorme lago de oscuridad y de estrellas, una voz que mientras más se acercaba su voz sonaba más preocupada.
Más inquieta, cada ves más impaciente, desesperada por que él abriera sus ojos, al mismo tiempo que una leve brisa se hacía presente ondeando su cabello y sus ropajes.
Hasta que sus mejillas sintieron el contacto de unas manos, quienes tomaban su rostro con delicadeza, contoneándolo para tratar de despertarlo, tratando de sacarlo de su letargo, intentando desesperadamente.
Tratando de que él recobrará la conciencia, antes de que la oscuridad reclamará definitivamente su alma, antes de que la noche se cerrará por completo sobre él. Antes de que su alma fuese consumida definitivamente por ese reino lleno de tinieblas dolorosas, quienes se lamentaban por su tercera muerte. "Seinma…" Aquella voz lo llamaba.
"¡Seinma…!" Aquella voz le rogaba no dejarse consumir, él debía seguir luchando, debía despertar de nuevo. "¡Seinma!"Un grito finalmente comenzó a hacerlo reaccionar, haciendo que él empezará a abrir sus ojos lentamente.
"¡DESPIERTA!" Sus ojos y los de Aria se encontraron en una milésima de segundo, para que acto seguido sus ojos reales se abrieran ante el peligro inminente, sintiendo el vacío a rededor de él percatándose de los enormes escombros del Qliphoth desmoronándose a su alrededor, al mirar a todas direcciones pudo percatarse de que estaba descendiendo.
Entonces lo recordó, algo lo había noqueado y había perdido la conciencia por unos instantes que parecieron eternos en su cabeza, pero ahora debía actuar rápido, buscó nuevamente con la mirada en todas direcciones.
No buscaba una forma de escapar de esta situación buscaba algo aún más importante; Mary y Danny.
Entre los enormes pedazos que caían a su alrededor apenas podía localizar algo más que no fueran pedazos petrificados de almas, hojas del árbol que se desplegaban a todas direcciones y brillando y confundiendo sus sentidos.
Excepto uno, Danny le había enseñado a él como a su equipo el como a todo el equipo a canalizar sus sentidos, como focalizarse y concentrarse para encontrar algo o a alguien, debía hacer eso, dejar de ver con sus ojos y observar con su cosmos, pese a que estaba perdiendo altitud y se estaba precipitando rápidamente al suelo debía encontrarlas, a ambas.
Debía enfocarse rápido, pensar igual de rápido como lo había hecho antes, activando la fuerza pegasus por puro instinto de supervivencia, buscando con todos sus sentidos amplificados, descartando los escombros que caían a su alrededor, tratando de encontrarlas a ambas.
Enfocando cada uno de ellos a encontrar a sus amigas.
No tardó mucho para localizar la primera señal de vida, a varios metros de él Danny se encontraba tratando de adquirir altitud, intentando inútilmentesujetarse de algo sin éxito.
Ella lanzaba sus cadenas hacia todas direcciones reconociendo que no podría evitar su descenso, pero quería intentarlo, abajo no le esperaba nada más que una muerte segura, por dicha razón prefería seguir aferrándose a la idea de que habría una saliente, un pedazo de Qliphoth, lo que fuera.
Por que debajo solo había una muerte segura, Seinma no lo dudó más, se impulsó hacia ella como una flecha tratando de alcanzarla, zambulléndose para dirigirse a ella con rapidez.
Había escuchado que en caída libre debía juntar sus brazos y piernas para caer con aún más urgencia, entrando finalmente en el campo de visión de Danny, quien se alegraba de verlo nuevamente, aunque sentimiento que casi era opacado por el terror que le infundía caer desde dicha altura.
―¡Danny! ―La voz de Seinma la sacó de su desesperación, obligándola a alzar su mirada encontrándose con su compañero, el valiente caballero de Pegaso que se dirigía hacia ella, alzando su mano para atraparla
―¡Seinma! ―Danny clamó alzando su brazo hacia él tratando de alcanzar a su compañero, cosa que a su vez causó que las cadenas de andromeda respondieran alzándose hacia él
―¡Dame tu mano ― Seinma exclamo intentando extender aún más su brazos para llegar a su compañera pero seguía demasiado lejos de su alcance, haciendo un esfuerzo extra de su parte para descender aún más rápido.
―Vamos, vamos, solo un poco más. ―Se dijo solo tratando de descender más y más rápido, consiguiendo alcanzar su brazo. ― Luchando contra el tiempo para hacer que un segundo durará una eternidad Seinma consiguió alcanzar a su compañera tomándola del brazo por fin.
―¡Te tengo! ―Dijo alzándola hacia él para sujetar su cuerpo con ambos brazos, asegurando sus agarre con un fuerte abrazo.
―¡Sein! ―Danny sujetó a su compañero con toda la fuerza de sus brazos, aterrada de lo que estaba ocurriendo a su alrededor, apenas podía entender que había pasado después de destruír el corazón del Qliphoth, lo único que supo después de tratar de salir de allí fue quehubo una explosión y ahora se encontraba cayendo.
―¡Vamos a morir Sein! ¡Vamos a morir! ― El terror que sentía era tan real como la confusión que inundaba su alma, no entendía que estaba pasando ni porqué, solo sabía que el cuerpo del árbol Qliphoth se estaba cayendo a pedazos mientras que ellos descendían raídamente hacia sus muertes.
―¡Tranquila todo estará bien!―Respondía el santo de Pegaso con total seguridad aunque él también podía ver que la situación se les había salido de las manos, ella no tenía un plan, él no podía darse el lujo de improvisar, no había nada que ellos dos pudieran hacer.
―¡Sein, hasta yo sé que en esta situación estamos completamente perdidos! ―Danny respondió con total frialdad, ella podía reconocer que no existía escenario posible en esta situación donde ambos pudieran salir bien parados, si no los mataba la gravedad serían las titánicas piezas petrificadas del Qliphoth que debían pesar toneladas iban a aplastarlos, ser optimistas hasta este punto era un llamado desesperado a una ayuda, una salvación, algo, los que fuera que los ayudará a salir de esta.
―¡Kgh…! ¡No, no lo es, saldremos de esta te lo prometo! ― Dijo con su fe aún puesta en que ambos podrían sobrevivir a esta situación, pero ni siquiera él sabía que sería eso que los salvaría.
―¡¿Pero como?! ―Interrogó viéndolo a los ojos, él incluso tenía que reconocerlo, era el fin de la aventura, el fin del camino para ambos, no habría escapatoria, esta vez no había ningún plan de emergencia, solo esperar a que la muerte llegará de forma rápida y abrupta.
―¡Algo se me ocurrirá, confía en mí! ― Seinma le pidió observándola con determinación, era verdad todo lo que ella decía, pero él no podía permitir que la esperanza se perdiera en la nada, debía confiar en que él sería capaz de hacer, debía haber algo, debía existir aún algo que pudieran hacer, algo que pudieran lograr ¿pero… que?
"Vamos piensa… Piensa, tienes que hacer algo, sino tú Danny y yo Vamos a Morir." Se preguntaba a sí mismo observando el suelo el cual cada vez se acercaba más y más, las opciones eran limitadas, sus armaduras no resistirían al impacto y aún si pudieran hacerlo serían aplastados por las rocas, todo pendía de un hiulo y sabía que Ni la propia Aria sería capaz de hacer algo en esta situación.
"Ya hemos engañado a la muerte muchas veces antes, podemos hacerlo de nuevo, solo debemos pensar en algo, una salida, una alternativa, ¿pero… que?" Se preguntó buscando la respuesta que salvaría la vida de Danny y la suya.
*Llama Las Partes De Mí Que Necesites En Esta Misión, Yo Te Asistiré. Solo Llámame Con Tu Cosmos Y Yo Responderé A tí*Una memoria, un recuerdo fugaz se hizo presente respondiendo a su desesperado llamado de auxilio, una voz profunda pero reconfortante que le decía, que todo estaría bien, una voz que él rememoraba bien y que no había escuchado ya hace mucho tiempo
―Uh… espero que esto funcione. ―Se dijo apretando fuertemente sus dientes, listo para tomar una decisión, debía apostar todo a esta ultima carta, debía funcionar, tenía que funcionar de otra forma… ninguno de los dos iba a sobrevivir.
―¡¿Sein?! ―Exclamó Danny observando a Seinma, quien decidido a jugárselas todas a esta única y arriesgada apuesta.
―¡Sujétate bien Danny! ― Dijo el caballero de Pegaso, sujetando fuertemente a su compañera, asegurándola fuertemente en sus brazos, con toda la intención de que si esto no lograba funcionar por lo menos su amiga sobreviviría utilizándolo él como amortiguador de la caída.
―¡Arde, mi cosmos! ―Gritó haciendo arder su vida, en ese momento no pensó en nada más que en una sola cosa, si el Pegaso era un caballo alado, entonces debía despertar sus propias alas.
―¡Alas de Pegaso! ― El llamado del Guardian hizo que su armadura respondiera a su voz, en su espalda, una estela de luces gemelas se formó, tornándose en la forma de unas alas de luz que se extendieron a sus lados, para finalmente tomar una forma definida, adoptando el brillo de bronce que se componía su armadura.
Por un instante Danny ya no pudo sentir la gravedad empujándolos hacia abajo, no sintió el vértigo, la desesperación o el dolor de estrellarse en el suelo, solo… pudo sentir un acogedor abrazo que la mantenía a salvo de la cruel mano de la muerte.
Ella abrió sus ojos, observando hacia abajo apenas siendo capaz de reconocer lo que ocurría, solo que para alzarlos, se encontrará nuevamente con los ojos de Seinma quien el hacía una pregunta que ella no podía entender, sus oídos tenían un zumbido extraño que no le permitía oír nada.
Pero al ir recuperándose del Shock inicial su mirada volvió a posarse en sus alrededores, ya no caían, de hecho no estaban dirigiéndose hacia abajo, solo hacia adelante.
―¿Uh? ― Se preguntó confundida de lo que estaba ocurriendo, hasta que al percatarse de la situación pudo darse cuenta de que ambos se encontraba suspendidos en el aire, flotando a miles de metros del suelo.
Finalmente comprendía que ocurría, no estaban flotando, su compañero estaba…
―¡Seinma, estás volando!
―Sí creo que lo estoy haciendo…―Se dijo el santo de pegaso observando a su compañera y luego al suelo, mientras que, al mismo tiempo trataba de tomar direcciones esquivando los restos del Qliphoth en su camino sintiendo como el viento golpeaba su rostro y su cabello mientras volaba libremente por el cielo.
―Sabía que esta armadura tenía alas, pero no sabía cómo invocarlas. ―Decía evitando los pedazos cristalizados que caían a su alrededor, buscando con la mirada algo que aún estaba fuera de su rango de visión.
―Esto es más sencillo de lo que esperaba, solo pienso hacia donde quiero dirigirme y las alas de Pegaso responden a mí llamado.
―¡Cuidado! ―Exclamó Danny apreciando como una enorme rama caía frente a ellos.
Seinma en un acto reflejo intento detenerse yendo hacia atrás solo para dirigirse raudo hacia arriba evitando el choque precipitado de la rama, solo que para intentar ir hacia la derecha el cuerpo del muchacho se balanceara de lado teniendo que optar por dirigirse hacia adelante causando que las alas reaccionaran haciendo que ambos volvieran a descender, algo que él no quería hacer.
Volar era un poco más complicado de lo que parecía en un inicio, la armadura respondía a sus exigencias, él podía moverse con total libertad por el cielo, pero al no haber restricciones tampoco existía una forma de moverse adecuada, por lo que solo debía seguir hacia lo que se suponía que era hacia adelante para escapar de la destrucción, así como también encontrar a su segundo objetivo.
―¡Kgh…! Aunque mentiría si dijera que no tiene su complejidad. ―Dijo pensando en todos los super héroes que podían volar, para ellos tampoco debió ser fácil la primera vez, aunque aún así se preguntaba si lograría dominar esta habilidad en otras sircuntancias mejores.
―Increíble, esto es realmente increíble, jamás había visto algo como esto. ―Dijo Danny y aunque tenía entendido de que los caballeros cuyas armaduras poseían alas podían obtener la habilidad de volar, era la primera vez que ella podía experimentar la sensación de libertad que le otorgaban las alas de una armadura con esta misma habilidad.
―Danny no tenemos tiempo, ¿crees que puedas subir a mi espalda y ayudarme a buscar a Mary? ―Pedía Seinma consternado, él aunque también se sentía impresionado su prioridad era encontrar a su segunda compañera de equipo, debía asegurarse primero de que ambas estuvieran a salvoy luego hablarían de lo grandioso que era volar.
―¡Cláro! ―Danny no dudó más tiempo, rodeando el cuerpo de Seinma con sus cadenas, para mejor soporte, comenzando a escalar hasta su espalda hasta que finalmente se posicionó sobre ella rodeando su cuello con sus brazos, asegurándose en él con sus cadenas como un improvisado cinturón de seguridad.
―¡Sujétate fuerte, este será un vuelo turbulento! ―Dijo comenzando a planear por toda la zona esquivando, moviéndose rápido, evitando obstáculos y descendiendo poco a poco, su velocidad parecía mejorar mientras más descendía, lo cual seguía siendo señal de que las leyes de la física seguían aplicando, pese a que ahora tuviera la capacidad de volar.
―¿Dónde está, dónde está? ―Él esperaba poder encontrarla rápido, no debía estar muy abajo aún pese a que Danny y él había descendido tanto ella debía encontrarse aún cerca de ellos dos, o eso esperaba era difícil de decir con todos estos pedazos de Qliphoth cayendo a su alrededor.
―Sein, mira, ¡allí está! ―Danny apuyntó con su dedo, mostrándole la ubicación de un pequeño punto brillante en medio de la nada.
En primeras instancias Seinma no pudo ver a lo que ella apuntaba pero poco a poco esa silueta comenzó a tomar forma, a verse familiar, hasta que al ver mejor pudo ver la armadura de plata, su cabello dorado y sus botas que seguían recubiertas de sangre.
Ella trataba de ascender saltando en el viento como lo había hecho varias veces antes durante su combate, pero todo era inútil, ella no podía invocar más el poder del viento, sus piernas ya estaban lo suficientemente quebradas como para poder intentarlo de nuevo, tan solo mover sus extremidades era una gran agonía, peor aun al no tener control sobre ellas, siedo golpeada agresivamente por el viento que la condcía hacia su muerte.
―La veo. ¡Aférrate fuerte! ―Dijo Seinma asintiendo comenzando a descender aún más rápido, esta vez con propósito y razón, el caballero Pegaso reconocía que ir así de veloz sería malo, pues aún no estaba seguro de que las alas resistirían el latigazo de regreso arriba, apenas podía controlarlas siendo solo él, con otra persona sobre su espalda lo hacía más complicado y pesado, con una más solo podía rezarle a Athena que sus alas resistieran para poder llevar a sus amigas a salvo.
―¡Mary! ―Exclamó dirigiéndose a ella, llamando la atención de su amiga quien observó hacia arriba encontrándose nuevamente con Seinma y Danny.
―¡Sein…!―Mary exclamó, lanzando sus brazos hacia él para tratar de alcanzarlo.
―¡Mary toma mi mano! ―Seinma le pidió extendiendo su brazo derecho hacia ella, intentando alcanzar a Mary, tratando de llegar a ella ganando más y más velocidad pese a que poco a poco ellos se estaban dirigiendo hacia las profundidades del bosque.
―Vamos… vamos, solo un poco más. ―Se decía a sí mismo el joven caballero del Pegaso, tratando de ír más rápido, no se irían sin ella, no la dejarían atrás, él no podía permitirse dejarla atrás como a muchos a los que ya habían dejado antes.
―¡Cuidado Sein a tus dos en punto! ―Danny dijo al notar como una enorme sombra se cernía sobre ellos, el joven guerrero alado miró levemente sobre su hombro, solo para apreciar como una gigantesca parte del Qliphoth estaba cayendo sobre ellos, aún más rápido de lo que él podía ír.
―¡Kgh! ―Murmuró tratando de descender aún más y más rápido, intentando alcanzar a su compañera, ahora era más que seguro de que si no la ayudaba a regresar a una zona segura sin duda iba a morir aplastada por esa cosa.
―¡Demonios! ―Maldecía tratando de extenderse, el tiempo se hacía tan lento y a la vez tan rápido.
Con él tratando de alcanzar a su compañera, demasiado cerca pero a la vez demasiado lejos, con la roca a pocos centímetros de aplastarlos, con el suelo acercándose cada vez más y con Mary en las puertas de la muerte.
Solo un poco más, se decía.
Solo un poco más, rogaba.
Solo un poco más, pedía.
Para que su armadura le diera ese impulso para tomar la mano de su amiga y poder salir de aquí.
Mary también sentía esa desesperación, podía sentir como Seinma le rogaba a todo lo sagrado que le permitiera salvar su vida, por ello debía hacer algo también, debía ayudarlo a salvarle su vida.
Invocando el poder del viento una vez más, no en sus piernas, esta vez sobre sus brazos.
―¡Vuelo del Águila! ―Mary utilizó lo último que le quedaba de sus fuerzas para lanzarse hacia adelante, utilizando no sus piernas sino sus brazos, generando una onda de viento a sus espaldas, impulsándola lo suficientemente cerca de él para que finalmente pudiera atraparla.
―¡Te tengo! ―Dijo el caballero de Pegaso abriendo sus brazos, asegurando el cuerpo de Mary en un poderoso abrazo, y con eso finalmente el caballero de Pegaso estaba listo para salir de allí, impulsándose lejos del enorme pedazo del árbol que iba a caer encima de ellos, volando hacia un lugar más seguro.
―¿Estás bien? ―Interrogó observando a su compañera quien sin dudas se sentía a salvo al estar rodeada de los brazos de Seinma, quien la protegía de una muerte segura.
―Ahora sí, gracias, Sein…―Murmuró ella sintiendo un leve hormigueo sobre sus brazos al tratar de rodearlo a él para asegurar su agarre, que no podía llegar a compararse con el que sentía sobre sus piernas, aún así ese dolor no parecía compararse al sentimiento de estar nuevamente entre los brazos de la persona que más estimaba.
―Buena atrapada por cierto. ―Se burló enterrando su rostro sobre el pecho del caballero, quien se mantenía enfrascado en tratar de salvar a sus amigas.
―No me agradezcas aún, debemos ponernos a salvo primero. ―Dijo maniobrando con aún más dificultad, pero primero muerto antes que dejar que sus amigas perecieran aquí, comenzando a elevarse lo suficiente como para alejarse del Qliphoth.
―Miren hacia abajo…―Apuntó a señalar Danny obligándolos a observar al suelo.
Tanto Seinma como Mary pudieron ver como el suelo se llenaba de fragmentos de Qliphoth, tan pesados y titánicos que comenzaban a partir la tierra en dos, ocasionando una enorme fractura sobre la tierra que parecía extenderse por todo el bosque, hundiendo la zona donde el Qliphoth estaba muriéndose.
Ocasionando que un fuerte retumbar se hiciera presente, sacudiendo todo con un horrido estruendo monstruoso de agonía.
―Oh no…―Danny murmuró, no estaba segura de que estaba ocasionando eso, pero sin lugar a duda, todo lo que se encontrará debajo de ellos iba a morir, si no era por los pedazos del Qliphoth sí sería por el hundimiento de la tierra.
―¡Muchachos ¿me copian?! ―Interrogó Danny posando sus dedos sobre su intercomunicador, escuchando como respuesta el desesperanzador ruido blanco de una radio sin comunicación.
―¡Aquí Andrómeda, misión cumplida, repito misión cumplida, salgan de aquí cuanto antes! ―Pedía, pero aunque sus palabras pudieran llegar a alguna parte no podían llegar al suelo, nadie podría escuchar su voz aunque ella lo quisiera así.
―¡¿Alguien me escucha?! ―Preguntó desesperada, toda esta situación, todo lo que estaba ocurriendo, todo esto la estaba enterrando en los cimientos de la desesperanza.
―Demonios…―Murmuró Mary, no quería imaginarse lo que pasaba debajo pero… era imposible no hacerlo, los supervivientes del descenso tal vez no sobrevivirían a eso, era, duro de imaginarse que ese sería su destino final, como el destino de los demás miembros del Equipo de Guardianes.
―Espero que hayan salido, debieron haber salido… por Athena tuvieron que haber salido. ―Danny rogaba a todos los cielos de que así hubiera sido, ellos no pudieron haber muerto allí, debieron haber escapado, tuvo que ser así de otra forma… ella no sería capaz de soportarlo.
―Tranquilas… Yo confío en ellos. ―Seinma dijo con la misma esperanza que había sentido antes, cuando actuó precipitadamente para salvar a Danny y a Mary, ellos no pudieron dejarse morir tan fácilmente, eran los hombres más fuertes que había conocido y como tal no pudieron dejarse morir así de fácil.
―Sin duda, lograron salir de esta.
―Sí, tienes razón Sein….―Murmuró Danny tratando de convencerse de ello, esta era una situación donde solo podían confiar en lo mejor, por que la desesperanza era el pan de cada día en esta guerra tan dolorosa, una constante de la que ninguno deseaba ser parte.
Había sido un día muy violento que, para su suerte o desgracia, ya había llegado a su fin.
Seinma voló lo más lejos posible de la zona del Qliphoth, esquivando y eludiendo más y más fragmentos del Qiphoth que caían alrededor suyo, encontrando una salida de este infierno gracias a su tenacidad, voluntad y reflejos.
Sin contar la ayuda de dos compañeras que lo habían ayudándolo a navegar por el cadáver en descomposición que era el árbol del inframundo.
Consiguiendo salir de la zona, volando libre por el cielo en búsqueda de un sitio seguro para aterrizar y con suerte encontrar a alguien que hubiera sobrevivido a la caída del Qliphoth.
Al menos sus compañeros debieron haber logrado salir de allí, sonaba horrible y en cierto modo lo era, pero prefería miles de veces a que todos sus compañeros de equipo hubieran logrado salir, a que todos hubieran muerto con los restos del pelotón de descenso orbital.
Incluso si el Sargento Martin hubiera perecido, lo que todos deseaban era que sus amigos se encontrarán a salvo.
Que terrible sería que después de un largo día de lucha interminable el final de todos ellos se encontrarán enterrados bajo los restos del árbol que tanto les había costado destruír.
Sería una broma cruel que después de todo a lo que se habían enfrentado y sobrevivido esta fuera la forma en la que terminarían todos.
Seinma por su lado trataba de no pensar en ello mientras pocoa poco descendía hacia tierra firme., con sus compañeras aún aferradas a él.
―Estamos fuera del rango del bosque, busca una forma de aterrizar Sein. ― Pidió Danny observando como el suelo se acercaba rápidamente a ellos a medida que el Pegaso iba descendiendo.
―Sí respecto a eso… Chicas no las quiero preocupar pero…―Ellas observaron hacia el caballero de Pegaso, en cuyo rostro se podía notar una enorme preocupación de como proceder a continuación.
―No tengo idea de cómo aterrizar. ―Dijo consternado de como se suponía que debía hacer esto, jamás imaginó que la parte más difícil de volar sería el aterrizaje, pero ningún cómic que él hubiera leído anteriormente lo había preparado para esto, ellos simplemente aterrizaban y ya, jamás había visto como lo hacían o como podían hacerlo sin que él y sus compañeras cayeran duramente contra el suelo, no después de la larga batalla que una había tenido.
―Oh no… ¿que vamos a hacer entonces? ―Interrogó Danny preocupada, pero Seinma ya tenía una solución, una solución poco ortodoxa pero que podría funcionar
―Esto es lo que haremos, trataré de disminuir la velocidad lo más que pueda, así como la altitud, a la cuenta de tres ustedes saltarán buscaré un lugar suave para las dos ¿entendido? ― No parecía el mejor plan de la historia, de hecho cualquier otra cosa parecía un plan más factible que este plan improvisado pero peor sería terminar estrellándose los tres en el suelo o contra una roca.
―¡Muy bien! ―Danny respondió ocasionando que sus cadenas comenzaran a desenredarse del cuerpo de Pegaso, cosa que causó que la propia Mary también comenzará a buscar una forma de bajar, no podía aterrizar sobre sus piernas así que lo haría sobre sus manos.
Sin lugar dudas esta era la parte más difícil de todas, apenas estaba aprendiendo a volar y podía estar seguro de que ya había cometido más de un error tratando de sacar a sus compañeras del bosque, aún así para ser su primera vez volando no lo había hecho tan horriblemente mal.
Pero ahora que lo más fácil se encontraba frente a él no estaba seguro de como parar este tren en movimiento que era su cuerpo, sin romperse la cara en el intento.
Algo era seguro y es que no iba a dejar que sus compañeras se rompieran la cara junto a él.
Buscando un terreno lo suficientemente despejado y blando se encontró con una pequeña colina de verde pasto, perfecto para que ellas dos descendieran sin problemas.
―Bien, una, dos, ¡salten! ―Dijo haciendo que ellas dos se soltarán, comenzando a rodar sobre la colina, aparentemente ilesas, algo que lo alivió un poco para entonces estrellarse contra el suelo ferozmente, rodando varios metros hacia abajo, llevándose consigo un poco de hierva arrancada del piso, pedazos de tierra y suelo totalmente triturado.
Las alas de su armadura se habían desactivado guardándose sobre su espalda apenas su cuerpo tocó el suelo, lo cual hubiera sido más conveniente mantenerlas activas para evitar caer tan estrepitosamente como lo había hecho, adolorido agotado y cansado sintió una fuerte pesadez recorriendo todo su cuerpo, quejándose por el dolor pero al rememorar algo mucho más importante que su propio dolor
―¡Agh…! Ah… Ahhh… Mary… ¿estás bien?― Preguntó tratando de levantarse tambaleando, observando a dirección de sus compañeras, apenas recuperó la compostura trató de levantarse cayendo torpemente observando el punto donde ambas se encontraban, comenzando a gatear hacia ellas.
Contemplando como Danny ayudaba a Mary a reincorporarse sobre la hierba, asegurándola para que no se moviera más de lo debido, teniendo extremo cuidado en no mover sus piernas, sin duda estaban rotas, pero no empeoraría su situación ocasionándole más dolor a su compañera de águila.
―Sobreviviré, tan solo, necesito respirar…―Murmuraba Mary, apenas siendo capáz de moverse por cuenta propia, el dolor y el cansancio la habían paralizado casi por completo.
―Espera déjame…―Murmuró rompiendo su propia camiseta, en varias tiras grandes para crear con ella una suerte de vendas improvisadas para ayudar a su compañera.
―¿Que haces? ― Se quejó, si aún poseyera algo de fuerza disponible trataría de detenerlo, pero no pudo hacerlo, Seinma comenzó a rodear la base de sus rodillas con cuidado, ajustando la venda improvisada sobre sus muslos para ayudarla a detener un poco el sangrado.
―Esto detendrá el sangrado, al menos por ahora…―Dijo intentando ayudar a su compañera, Genki había hecho esto muchas veces con él en el pasado, no era lo mejor, pero por lo menos la ayudarían a resistir solo un poco.
―Gracias. ―Murmuró la amazona de Águila tratando de descansar, no estaba segura de porqué pero no podía creer que ella siguiese consciente después de toda la agonía y cansancio que su cuerpo estaba experimentando.
―¿Y tú Danny? ― Interrogó el caballero de Pegaso observando en dirección a su compañera de Andrómeda, quien se veía igual de abatida que Mary, aún podía levantarse pero en verdad necesitaba descansar en una cama de verdad.
―Sí, tranquilo Sein… estoy bien ―Respondió la Saintia de Andrómeda respirando y suspirando pesadamente, todo le pesaba, no estaba segura si era por la armadura o por el cansancio pero sentía que cada parte de su cuerpo pesaba como un ladrillo,
―Tienes el rostro manchado de sangre. ― Mencionó Seinma señalando a la enorme mancha de sangre que tenía sobre su mejilla derecha.
―¿En verdad?― Interrogó sorprendida, ella no se había percatado pero al tocar su rostro se percató de que era verdad, no se sentía herida y sus únicas lesiones no eran lo suficientemente profundas como para haber causado dicho manchón carmesí sobre su rostro.
―Sí, aunque…. No estoy del todo segura de que sea mía… ella no se había percatado pero al tocar su rostro se percató de que era verdad, no se sentía herida y sus únicas lesiones eran lo suficientemente pequeñas como para no ser tan profundas.
Danny estaba confundida, ella no podía rememorar el momento en la que la habían atacado, podía rememorar tal vez dos ocasiones, pero, ninguna que fuera tan severa, además sus cadenas la habían protegido durante toda la misión.
Tal vez cuando el espectro del Yokai la atacó pero ese ataque solo la había rozado, nada que hubiera logrado herirla lo suficiente para causar dicho manchón en su rostro.
Tal vez mientras caía algo la había golpeado o cortado pero… esa parecía ser una explicación rebuscada.
No podía encontrar la herida expuesta donde su piel había sido cortada y tal vez esta era la sangre de Mary… o tal vz de Seinma
―Ah… que alivio…―Murmuró desplomándose en el suelo, soltando una leve risa de nervios, no estaba seguro de que era lo que sentía en esos momentos pero se sentía alividado mayormente que ninguna de sus amigas hubiera tenido que morir.
―Jeh, eso pudo haber salido mejor, je je jeh… jeh…―Decía concibiendo una sensación pesada sobre su pecho que lo abrumaba, inseguro de que era o porqué lo estaba conmocionando en esos instantes, el caballero del pegaso solo podía sentir como una terrible sensación de angustia se ponderaba de su cuerpo.
―Dios… eso fue…― No lo decía pero sus expresiones corporales lo delataban, la forma en la que jadeaba desesperadamente, el como sus manos se aferraban al pasto debajo de él, como sus ojos se cerraban fuertemente para evitar dejas escapar lágrimas en base a una profunda pena.
―Muchachos…―Mary habló al observar algo que se acercaba rápidamente hacia ellos.
―¿Eh? ―Preguntó Seinma reincorporándose rápidamente sintiendo lo mismo que ella, listo para pelear con lo que sea que se acercaba fulminantemente hacia ellos.
―¿Que sucede? ―Interrogó observando una bola de fuego que descendía directamente hacia ellos, no sabía que era o por qué se dirigía específicamente a su dirección, pero no permitiría que eso dañará a sus compañeras.
Fue en ese justo instate que una bola de fuego descendió justo frente a ellos, una figura comenzó a emerger de las flamas, que cubr´ían enteramente su cuerpo, una enorme sombra se posó frente a ellos, con los ojos blancos como la nieve.
Alzandose como un demonio entre las llamas del mismísimo inframundo, mostrando su imponencia así como su gran fortaleza.
Todos estaban sorprendidos por la forma que dicho ente se presentaba, pero ninguno se sentía atemorizado o en peligro, más bien se sentían aliviados, pues el cosmos de esa persona no representaba una amenaza para ninguno.
Ese hombre que había descendido como un meteoro envuelto en llamas y mostrando un porte amenazante sin duda era uno de sus queridos amigos.
Seinma se encontraba tan perdido en los recuerdos de aquél día, que no se percató que Hayley lo llamaba diciéndole algo que el apenas pudo entender al estar tan perdido en sus propios pensamientos.
"Sein, ya estamos aquí." Habló la I.A asistente de la jovencita, no se notaba mucho al ser una inteligencia artificial con limitades capacidades para entender el estado emocional de una persona sin voz propia en su totalidad, pero el rostro de la cadete mostraba preocupación.
"¿Seguro que te encuentras bien?" Interrogó evidentemente consternada por el estado de salud mental del caballero de Pegaso.
―Uh… sí, no te preocupes, gracias Hayley. ―Respondió Seinma asintiendo, dedicándole una gentil sonrisa, para segundos después acercarse a la puerta, posando su mano sobre la cerradura automática, verificando su identidad con sus huellas dactilares, para que, momentos después esta se abriera ante él.
―Hola chicos ¿cómo están? ―Interrogó entrando al cuarto del hospital, allí se encontraban todos sus amigos, incluyendo al recién integrado Kiva, quien se encontraba reposando en una de las camillas cercanas.
Cerca de él se encontraba Danny quien aparentemente ilesa les proveía de ayuda a sus compañeros o tratando de ser una compañía amigable para ellos, solo poseía una venda sobre su cuello, más allá de eso no requería ningún otro tipo de vendaje o banda adhesiva re requería para aislar sus heridas.
John se encontraba de pie pese a que se le había indicado que no lo hiciera para que sus herida causadas en combate lograrán recuperarse más rápido, con todo el lado derecho de su cuerpo vendado.
Por su parte Shinryū y Benjamín ya estaban casi totalmente recuperados de sus heridas, con vendajes cubriendo la mayor parte de sus brazos y piernas, pero debían permanecer en observación después del ataque poseído, necesitaban asegurarse de que esto no era una infección contagiosa que convertiría humanos funcionales en monstros caníbales sin cerebro que solo obedecían a una única voluntad.
Aunque ese no era el caso aún así debían permanecer en vigilancia constante hasta que pudieran comprobar lo contrario.
Finalmente Mary se encontraba en la camilla del medio de la habitación, la cual se encontraba aún recuperándose.
Sus piernas se encontraban casi completamente selladas en botas ortopédicas selladas para facilitar su recuperación, Mary se veía mejor más activa y menos cansada, la medicina de esos tiempos sin duda hacía milagros, sin duda ella necesitaba las mejores atenciones.
Ella fue quien tuvo que sacrificar más que cualquier otro de los caballeros presentes en su combate.
Y Kiva, sencillamente dormía plácidamente, después de todo él apenas había conseguido dormir después de atender a tantos heridos sin mencionar a sus amigos.
Apenas había descansado por todos los soldados heridos que requerían ayuda desde que llegó a la
nave, pero su deseo más profundo además de ser útil para su equipo era hacer sentir orgulloso a su maestro, por eso se tomó la libertad de ayudar a todos los equipos médicos de la nave debido a ello estaba totalmente abatido con eso dicho se merecía un buen descanso antes de volver a trabajar.
―Un poco mejor, ya no duele…― Mencionó John sujetando levemente su costado, aún le dolía un poco pero nada que no le permitiera moverse con liberad.
―¿Y tú Mary? ― Interrogó Seinma dirigiendo su mirada hacia su compañera amazona, quien s en verdad se veía mejor, aunque había escuchado que aunque sus piernas se recuperarán ella no podía ponerse en pie al menos durante un par de semanas más
―Los doctores dijeron que mis piernas estarán totalmente curadas para el próximo fin de semana, así que no me quejo… aunque no me gusta estar sentada sin hacer nada. ― Respondió la amazona de Águila mirando hacia sus piernas, ya no se sentía tan mal pero aún rememoraba abrumada la agonía sentida aquel día, el hormigueo continuaba molestándole en las noches y sus huesos aún no se habían reparado completamente aún con la tecnología actual
―Trata de reposar Liz, te esforzaste mucho ese día. ―Pidió Danny observándola con afecto, sin duda ella había puesto su alma en tratar de protegerlos ese día, una guerrera tan apasionada como ella solo podía haber sido entrenada por la propia Elizabeth Arkham.
―Aún así, me molesta ser la única que no puede levantarse por su cuenta…―Comentó nuevamente Mary cruzándose de brazos, evidentemente Incomoda.
Todos los demás ya podían levantarse pese a que les habían dicho que no y ella seguía encadenada a esta camilla solo por que sus piernas aún no se habían recuperado.
Lo cual la molestaba enormemente.
―Te comprendo. ―Respondió Serinma acercándose al lado de Mary, aunque comprendía el fastidio de su amiga, verla mejor día con día lo alegraban de sobremanera, sin duda su mentora estaría orgullosa.
―Pero me alegra verte bien. ―Dijo posando su mano sobre el dorso de la mano derecha de Mary, quien solo pudo responder sintiendo un leve rubor surgiendo desde sus mejillas.
―Gracias Sein. ―Respondió ella sonriendo debajo de su máscara, tomando la mano de su compañero entre las suyas, sin duda tenerlo aquí la alegraba bastante.
―Mary Senpai sin duda es impresionante, había escuchado que algunos caballeros podían lograr desafiar las leyes de la física gracias a sus cosmos, uno de los ejemplos más prominentes es el caballero de Tauro o el de Géminis. Pero que un caballero de plata haya sido capaz de conseguirlo sin duda es un logro impresionante. ― Decía Shinryū maravillado por la hazaña de la amazona de águila, él no había estado presente, pero desde que regresaron al titán de acero no pudo dejar de escuchar historias sobre danny de como Mary derrotó a un espectro ella sola saltando en medio del aire gracias a su cosmos.
―Digo no quiero demeritar el logro de Mary Senpai, estoy seguro de que debió ser extraordinario verla luchar saltando en medio de la nada. ―Desvariaba un poco al hablar, pero los muchachos ya estaban acostumbrados a como él se expresaba
―No tanto como que Seinma haya desarrollado alas en sí. ―Respondió John señalando el enorme elefante en la habitación, él había escuchado de su prima y de Mary que Seinma había logrado la hazaña de volar gracias a un par de alas que habían parecido sobre su espalda, cosa que aún no podía creerse por más que su prima y Mary se lo dijeran.
―Y hablando de eso, ¿como fue que tu lograste invocar las alas de tu armadura? Es la parte que no comprendo. ― John manifestaba confundido, sabía que algunas armaduras tenían alas, sonbre todo la suya y la de Benjamín, pero que uno de ellos hubiese sido capaz de activalas y encima ese fuese Seinma causaba un conflicto en él.
A caso no se habían esforzado ya lo suficiente para obtener ya ese tipo de habilidad?
―Siendo honestos yo tampoco lo entiendo totalmente, pero…―Fue en ese momento que Seinma recordó las palabras del Pegaso, la forma en la que le había hablado en ese momento, el poder que había impuesto en él.
Jamás se había sentido tan abrumado y feliz por un evento que parecía ser desafortunado en todos los sentidos posibles.
―Estoy seguro de que la armadura de Pegaso sintió el peligro inminente y me prestó sus alas para salvarnos de esa situación. ―Respondió mirando al collar sobre su pecho, admirando el brillo azul que lo caracterizaba, ahora que tenía la habilidad de volar, tal vez muchas cosas se volverían má sencillas de ahora en más.
―Sin duda será una herramienta muy útil en futuras batallas. ― Agregó Danny sonriéndole al caballero del Pegaso, quien reaccionó amenamente, aunque su semblante pareció ensombrecerse por momentos
―Eso espero. ―Murmuró rememorando algo importante y era que los Héroes de sus cómics favoritos que tenían la capacidad de volar siempre eran en los que recaían las responsabilidades más importantes, como salvar al mundo y eso, volvía aún más intrincada su misión.
―Ahora que lo pienso nuestras armaduras también tienen alas, ¿no? ―Preguntó Benjamín rememorando que en efecto, la armadura de Johnathan y la suya tenían alas, por lo que ellos también deberían poseer la habilidad de volar de la misma forma que Seinma lo había hecho, pero ninguno de los dos sabía como adquirirla.
―En teoría deberíamos ser capaces de hacer lo mismo que Sein. ―Reconoció John, aunque estuvieran en un nivel más alto que el caballero pegaso él era el primero en haber emergido con el don de volar, don que las 3 aves de este equipo aún no habían logrado en su totalidad.
―En teoría, ya en la práctica estoy seguro de que será aún más complicado de lo que aparenta. ―Murmuró Mary pensando en las dificultades de Seinma al momento de volr, no necesitaba decírselo para saberlo, cargando a dos chicas, una en sus brazos y otra en sus espaldas mientras escapaba de las ruinas que caían a su alrededor. Debía haber una capa más de complejidad para llevar el vuelo a cabo
―Supongo que tienes razón. ―Murmuró el joven guerrero del Fénix suspirando pesadamente, ya habían reposado lo suficiente, era hora de volver al ruedo.
―En cualquier caso, me alegra que todos estemos a salvo, ahora que la batalla terminó podemos enfocarnos en planear nuestro siguiente movimiento. ―Dijo listo para volver a entrenar con sus compañeros.
"No sería mejor tomarse un descanso?" Interrogó la voz sintética de Hayley, sin duda descansar sonaba como un excelente plan en esos instantes, pero había que regresar a entrenar, su primera misión había sido clave para entender que ellos aún no estaban preparados para esto.
―No, no podemos…―Respondió John adelantándose, observando detenidamente a Hayley, quien se veía sorprendida por la voluntad del caballero de fénix, a la vez que se notaba preocupada, la mayoría aún no podían luchar y al menos la mitad no se encontraban en condiciones para pelear en estos momentos.
―Lo que vimos allá abajo, fue más que suficiente para dejarme en claro una cosa, no podemos relajarnos, no mientras esas cosas sigan invadiendo al universo. ―John declaraba determinado a seguir combatiéndolos y destruyéndolos uno a uno si era necesario, no iba a permitir que esos engenros del demonio destruyeran este universo, a sus amigos o a su amada madre.
―Debemos tomar experiencia de esto y ponerlo en práctica en la siguiente batalla, no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando a que las cosas se vayan al diablo de nuevo, ahora debemos prepararnos aún más de lo que habíamos hecho antes.
―Sí, tienes razón John. ― Murmuró Seinma, preparado para proseguir entrenando, aunque una leve punzada en el cráneo lo detuvo casi al instante, casi se olvidaba que aún seguía herido.
"Pero aún no están recuperados a su 100% deben reposar." Pedía Hayley sabiendo de antemano esto, la mayoría no estaban en condiciones de pelar, era un milagro en sí que algunos inclusive siguieran vivos.
"Sus heridas fueron profundas, algunas incluso fatales, sé que el destino del universo pende de un hilo pero, si los soldados que desafiaron a la oscuridad no pueden seguir peleando, entonces…" Fue en ese instante que Hayley dudó por un momento si continuar o no, no sabía como reaccionarían ellos si dijera algo que no les pareciese correcto, apenas los conocía, pero no deseaba que ellos dejarán de tenerle confianza o aprecio.
"Que esperanza nos quedará de enfrentar nuevamente a los Qliphoth el día de mañana"
―Hayley tiene un punto muchacho, intentemos descansar. ―Reconocío Danny observando que, aunque muchos ya estaban mejor, aún necesitaban tiempo para recuperarse, física pero sobre todo mentalmente.
―Visto desde el punto de vista táctico si no nos damos un momento para respirar, no podremos enfrentar al enemigo, vieron lo que son capaces, no podemos detenerlos simplemente utilizando nuestra fuerza debemos pelear utilizando nuestro ingenio, tenacidad, habilidades y sobre todo estando al mismo nivel que ellos. ―Al decírlo de esa forma tenía sentido el elegir un descanso en lugar de seguir adelante, pero dada las circunstancias, no estaban seguros de que esta fuera la mejor vía, todos requerían un descanso y todos sin excepción querían recuperarse, pero querían estar en su máximo potencial lo antes posible.
―Y no lo lograremos estando medio muertos. ― Danny también hablaba con razón, nadie podría hacer nada si terminaban muertos, tal vez, solo por esta ocasión se dejarían llevar por la situación y se darían un instante para descansar.
―Aún así creo que deberíamos entrenar y no perder el tiempo pero…―Fue entonces que el caballero del Fénix dirigió su mirada hacia el santo del pegaso, esperando que él tomase la mejor decisión.
―¿Tu qué opinas Sein? ― Cuestiono mirando en dirección del Caballero Pegaso, quien se vió sorprendido por la pregunta de John.
No era secreto que el equipo lo había elegido a él como su líder, pero Seinma aún consideraba a John como el verdadero Líder del equipo, Seinma aún no estaba seguro de lo que significaba ser un verdadero líder pero.
Pero sabía que estaba a punto de descubrirlo, eventualmente…
Aún así la idea de que en algún momento él se convertiría en el capitán de el equipo de Guardianes no parecía tan descabellada, debía comenzar a tomar la responsabilidad tanto del equipo como de sus compañeros,
―Intentemos descansar por ahora muchachos, cuando estemos listos regresaremos a entrenar como siempre lo hemos hecho. ― Las palabras de Seinma calaron en lo más profundo del caballero de Fénix, él deseaba ser un líder como su compañero, pero aún no sabía como conseguirlo.
―Bueno, tu eres el segundo al mando así que, si apoyan esa noción por mí está bien. ―Respondió John, con total confianza, él conocía a su amigo mejor que nadie aún no estaba preparado para tomar la batuta, pero apenas lo estuviera él estaría allí para apoyarlo ante cualquier decisión que él decidiera tomar.
"Levanten la mano los qué estén de acuerdo" Hayley habló incitando a que todos se unierán a decidir si deseaban tomarse un respiro o no, a lo que todos respondieron alzando sus manos, en señal de complicidad.
Todos querían tomarse ese momento para reflexionar y respirar ya habría otro momento para regresar al combate, mejorar sus habilidades así como sus estrategias, pero por ahora esto sería lo mejor para todos, la mejor opción para evitar sobrecargarse de trabajo.
Incluso los mejores guerreros se merecían un descanso después de una larga batalla.
Ya habían hecho su parte, ahora debían relajarse y esperar a la siguiente batalla por venir.
Estaban juntos en esto, como tal debían permanecer unidos, debían actuar como un equipo y como tal optar por lo mejor para todos, con ello, Seinma asintió y suspiró levemente, sin lugar a dudas esta sería la mejor opción para todos.
―Muy bien ya está decidido. ―Declaró el caballero del Pegaso, la pelea había terminado pero muchas más aún estaban por comenzar, debían prepararse pero para eso debían seguir vivos, solo un momento de ´paz no les afectaría, podían relajarse, aunque fuera solo hoy.
―Solo por ahora, concentrémonos en recuperarnos. ―Dijo dirigiendo sus ojos hacia todos los presentes en la sala, deteniéndose en John, posando sus ojos sobre la gran venda que cubría su costado y la cual aún le recordaba el deplorable estado en el que se había encontrado su compañero.
―Por el bien de todos nosotros…―Murmuró comenzando a ser llevado nuevamente por los recuerdos a ese campo de batalla, en aquél día tan oscuro, donde la luz de la esperanza logró resplandecer, aunque fuera por muy poco.
Aquél Día En Aquélla Pradera En el Planeta donde Habían Reclamado su Primera Victoria.
Los tres muchachos veían la sombra cubierta en llamas, revelándose poco a poco como uno de sus aliados más fuertes, aquél cuyo poder superaba con creces al de sus amigos, un guerrero tan poderoso cuyo aspecto era deplorable.
Cubierto de heridas sangre y con el rostro de alguien que había visto el infierno e primera mano, el caballero de Pegaso apenas podía reconocer al santo del Fénix, parecía un autentico demonio salido de los fosos más oscuros del inframundo.
No fue hasta que su silueta comenzó a ser más clara para todos ´que él finalmente pudo observar a sus compañeros, sorprendido y esbozando una pequeña sonrisa por encontrarlos a todos con vida.
Pero todos estaban en completo shock del como se estaba presentando frente a ellos, mostrando heridas que le daban escalofríos a todos.
―… ¿John? ― Murmuró Seinma observando a su compañero, entre sorpresa y shock de verlo en dicho estado.
―Chicos, ¿están bien? Que alegría verlos…―John dijo tranquilamente como si nada hubiese sucedido, ignorando totalmente el dolor que debía estar experimentando en esos instantes.
―¿Por dios John tu estás bien? ―Preguntó Seinma preocupado por su compañero, observando las heridas que presentaba su cuerpo, pero por sobre todo la que se encontraba al costado derecho de su cuerpo, esa parte que la armadura no llegaba proteger completamente.
―Claro que sí, ¿a que viene esa pregunta tan de repente?
―Es que tú…―Fue entonces que Seinma señaló a la enorme herida en su costado, tres desgarros de en su camiseta y piel, que les permitía ver parte de sus costillas totalmente expuestas, además de los músculos internos, un área tan reducida pero al mismo tiempo tan amplia que le revolvió el estomago a más de uno al ver como la sangre manchaba la tela violeta con un oscuro carmesí
―Eh, no se preocupen esto solo es un rasguño…―Murmuró tratando de amenizar las cosas pero, era imposible hacerlo, algo de esa gravedad y tamaño no podía ser ignorado aunque lo desearán.
― Eso no es solo un rasguño, demonios John ¿que fue lo que te hicieron? ―Interrogó el caballero Pegaso entre confundido asustado y preocupado por su compañero acercándose a ver mejor la herida, observando como esta seguirá sangrando, era un milagro que John no se hubiera desmayado por la perdida de sangre.
Mäs aún que hubiera conseguido hacer dicha entrada sin caerse rendido ante el dolor y el cansancio, siendo rápidamente asistido por el joven caballero del Pegaso
―Fue una pelea complicada. ― Reveló sujetándose levemente el costado, apreciando la enorme cantidad de sangre, era extraño en verdad no sentía nada, pero al ver el rostro de Seinma Y Danny podía percatarse de lo serio que en realidad era.
Tal vez el espectro le había despedazado los nervios y por dicha razón no sentía el dolor que debía venir con una herida tan aguda como esa, algo tan abrumador sin lugar a dudas debió haberle arrancado al menos un gemido de agonía, pero la verdad era que no lo había hecho tal vez había sido por la adrenalina del momento, tal vez fue por la necesidad de proteger su vida, incluso podía ser por que las llamas habían bloqueado el dolor cauterizándola solo un poco o solamente tal vez por qué el modo berserker suprimió su dolor.
Fuera lo que haya sido ahora que la veía en verdad le había golpeado duro ese maldito espectro.
Lo suficiente como para que su movilidad en esa zona se viese enormemente reducida.
―Maldición, Danny ven ayúdame. ―Seinma pidió a su compañera, aunque al mirar a sus espadlas pudo percatarse de que ella estaba en completo Shock al ver a su primo así, con carne y huesos expuestos al aire libre.
Lo que hubiera sucedido después de que se separaron, John estuvo a punto de no vivir para contarlo.
―¿Eh? ¡Sí! ―Exclamó Danny corriendo a asistir a su Primo y a Seinma, mientras este último comenzaba a desgarrar más tela de sus propios ropajes para tratar de cubrir su herida y así detener aunque fuera por unos instantes el Sangrado.
―Vamos John siéntate. ―Pidió Seinma ayudándolo a sentarse sobre la hierva, colocando los pedazos de tela desgarradas, aunque al instante que comenzó a envolver el cuerpo en los vendajes improvisados todos pudieron notar como un largo hilo de sangre descendía desde su frente hacia sus ojos.
―Sein, tu frente … ―Apuntó a decir John notando como el rostro de su amigo parecía cubrirse de carmesí empezando desde su frente, algo que el santo de Pegaso no había notado tampoco hasta que se lo señalaron.
―Eso puede esperar, tenemos que curarte rápido, Rayos si Kiva estuviera aquí…―Dijo Seinma preocupado más por sus amigos que por su propio bienestar.
―Muchachos, ¡miren! ―Apuntó a Decir Mary señalando a varios metros de ahí, como un vehículo de seis ruedas se acercaba a toda velocidad a su posición, quedándose varado en medio del camino después de haber dado su último empuje para sacar a los soldados que restaban del batallón en una sola pieza.
―Eso es todo, este gato está muerto, dio una última gran carrera― Habló la soldado de acero Petra, descendiendo del vehículo, ayudando a todos los demás a bajarse junto con sus compañeros de Acero.
Allí se encontraba Benjamín, Shinryū y Kiva quienes habían logrado sobrevivir junto a a lo que quedaba del equipo de descenso orbital incluyendo al sargento Martín quien observaba con atención hacia atrás posando su mirada sobre el vehículo de asalto, pese a que había quedado abandonado, con poca energía y que sus balas ya se habían terminado sin duda había sido un vehículo muy útil.
Que si de alguna forma tuviera corazón o alma, este vehículo habría tenido un espíritu indomable.
― Agradézcanle, con falta de energía de reservas y todo pero resistió hasta el final. ―Dijo Martín posando su mano sobre el capó del vehículo, agradeciéndole por todo.
Para finalmente observar hacia la zona donde se había encontrado el Qliphoth aun cayéndose a pedazos, apreciando como ese ser que no hace mucho tiempo les causaba terror y angustia ahora caía ante sus pies… como un animal moribundo y débil.
―Muchachos…―Kiva murmuró dirigiendo su mirada hacia la colina donde se encontraban sus compañeros de equipo, quienes los observaban con sorpresa y alegría, felices de que todos hubieran sobrevivido a esta dura batalla.
―Ben… Shin, ¡Kiva! ―Danny exclamo llamándolos hacia su posición energicamente, ninguno se lo dudó y comenzó a correr en dirección a sus amigos quienes sin duda estaban más que felices de que ellos hubieran logrado salir de esta situación tan descorazonadora con vida.
No tardaron mucho en llegar con ellos, apresurando el paso para ser recibidos con un fuerte abrazo de sus compañeros.
―Lo lograron, no esperaba menos de ustedes. ― Benjamín dijo sonriéndoles a todos sus compañeros, siendo recibido de brazos abiertos por Danny.
―Podemos decir lo mismo…―Respondió Johnathan levantándose lentamente, recibiendo a sus amigos con un fuerte abrazo para todos, incluyendo al pequeño Kiva quien estaba más que feliz de que todos siguieran respirando.
Era un momento de alegría y triunfo pues, aunque su primera misión había sido todo menos sencilla, la amistad, el compañerismo y la camaradería era aún más fuerte que antes, después de una situación de muerte, ellos se habían unido ahora más que nunca.
Incluso Mary se veía feliz por ver a todos los caballeros del equipo Alfa de nuevo reunidos, ese día muchos habían muerto, miles de soldados habían caído ante los pies del Qliphoth, solo para que ahora el Qliphoth cayese ante ellos.
Si esto no era un motivo para celebrar la victoria y la vida, entonces no sabía que lo era.
―Huh, ¿lo ven? les dije que esos muchachos lo conseguirían. ―Dijo el sargento Martín observando en la dirección donde todo el equipo de caballeros se había reunido una vez más.
―Sí, lo hizo sargento. ―Dijo uno de sus soldados republicanos, quien cansado y herido observaba a dicha dirección con esperanza, pues aunque no lo hubiera creído en su momento, esos niños habían terminado salvándoles el trasero a todos.
―Muy bien chicos, ustedes también lo hicieron muy bien…―Dijo Martín posando su mano sobre el hombro del Soldado, felicitándolo por un día más de vida para él todos los que aún seguían en el mundo de los vivos.
Todos los soldados de asalto comenzaron a caminar en la misma dirección que los caballeros de Bronce, para conocer sus estados, podían asumir que todos sino que la mayoría necesitaban asistencia médica inmediata.
Al igual que muchos de los soldados republicanos que habían sobrevivido al infierno mismo, ellos habían logrado destruir las raíces, habían aniquilado el Qliphoth y ahora se reencontraban, celebrando su victoria.
Aunque justo al momento que llegaron junto a los jóvenes caballeros de Bronce fueron testigos de un momento increíble, cientos sino que miles de naves de asalto y transporte comenzaron a descender a su posición, naves con miles, sino que cientos de soldados comenzaron a desembarcar, al mismo tiempo que vehículos de asalto terrestres comenzaban su camino hacia el bosque, junto a miles de naves de asalto que volaban en siu dirección, listos para terminar lo que los caballeros de Bronce habían comenzado, decididos a limpiar la zona de toda presencia poseída que siguiera encontrándose en el lugar..
―Huh, justo a tiempo, alégrense chicos, ¡la caballería está aquí! ―Lawrence mencionó observando como las naves de descenso se posicionaban lo más cerca al bosque para permitir el desembarco de tropas aliadas.
―Se tardaron…. Pero mejor tarde que nunca ¿no es verdad? ―Preguntó Martín hacia sus compañeros soldado, posando su dedo medio e índice para enlazar nuevamente la comunicación de sus radios.
*Legión de asalto 334 listos para una limpieza profunda Sargento Martín.* Habló la voz de una mujer que Martín conocía perfectamente, dándole un respiro de alivio por que tenían amigos aún cuidándoles las espaldas.
―Comprendido 334, el objetivo está frente a ustedes que tengan una buena noche de cacería. ― Dijo el valeroso Sargento dándoles la autorización de atacar de inmediato.
*Entendido sargento, les enviaremos equipos médicos para atender a sus heridos de inmediato.* Dijo la mujer al otro lado de la línea, alzando su mano para ser notada a la distancia, Martín a su vez alzó la mano agradeciéndole la asistencia y su presencia.
―Gracias Leena, cambio y fuera. ― Dijo observando como una nave de descenso se posicionaba detrás de ellos, con varios soldados médicos saliendo de ella, llegando únicamente para asistir a sus compañeros heridos en combate.
―Lo logramos, je jeh… Jeh…―Seinma reía levemente al saber que todo había terminado, pero su risa comenzó a desvanecerse una vez su visi´on comenzó a tornarse borrosa, adoptando una tonalidad rojiza, cayendo al suelo pegando una rodilla al suelo incapaz de ponerse de pie de nuevo.
Mary instintivamente quiso levantarse para asistirlo, pero no pudo lograr dar un paso en su dirección evidentemente gracias a sus piernas heridas y quebradas.
Siendo su única compañera femenina la que corrió directamente a él para asegurar su estado
―¡Sein! ¿Estás bien? ―Danny interrogó preocupada apresurándose a ver a su compañero, quien tenía la frente casi completamente manchada de Sangre.
Al ver su cabeza pudo percatarse de que había un enorme manchón de sangre del que no se había percatado hasta ese momento, lo que explicaba el porqué su cuello se había recubierto de rojo.
―Sí, solo estoy un poco mareado, eso es todo…―Comentó sujetándose la cabeza torpemente sintiendo su cabello húmedo por alguna razón, solo para que al mirar a su mano esta se encontrará completamente manchada de su sangre.
Prontamente Kiva comenzó a acercarse lo más rápido que pudo, después de darle asistencia médica a sus otros compañeros, haciendo una revisión rápida se percató de que la sangre estaba manchando toda su espalda.
―Es grave, si no recibe atención médica pronto él…
―Descuida muchacho, por lo que veo este chico es un hueso duro de roer.― El sargento Martín interrumpió a Kiva antes de terminar su sentencia,, pidiendo que el el equipo médico se acercará de inmediato a su posición.
―Él y todos ustedes hicieron un buen trabajo… Felicidades niños, ahora son verdaderos soldados Republicanos. ― Al decir eso una enorme sensación de confusión y orgullo comenzó a recorrer los corazones de los caballeros Atenienses, otorgándoles alegría pero al mismo tiempo una cierta incomodidad por lo que eso significaba.
―Huh, no sé cómo sentirme respecto a eso. ―Comentó John comenzando a ser revisado detenidamente por los médicos, al mismo tiempo que Benjamín, Shinryū y Mary.
―Ya habrá tiempo para celebrar la victoria, ahora solo dedíquense a descansar. ―Comentó el sargento tratando de tranquilizar a los muchachos, sin duda habían hecho un excelente trabajo, se habían ganado un bien merecido descanso.
―Apenas lo conseguimos, ¿como es esto una victoria? Miles murieron, esto no puede ser una victoria, no puede serlo. ―John preguntó observando el estado de sus compañeros, el estado de los soldados que aún quedaban vivos y el suyo propio, sin contar a todos esos soldados que habían perecido apenas descender de la órbita del planeta o aquellos que se perdieron entre gritos de agonía en la oscuridad del enorme bosque.
―Sobrevivimos. ―Las palabras del Sargento Martín obligaron a todos los caballeros presentes a mirar en su dirección, admirando al hombre que nunca dejó de creyer en el verdadero potencial humano depositado en los hombros de esos muchachos.
―Es verdad, muchos hombres y mujeres valerosos murieron, pero sus sacrificios nos llevaron a esto. ―Aclaraba mirándolos a todos, puede que él estuviera tratando de aminorar toda la situación con un discurso motivacional, pero en realidad estaba utilizando la parte más genuina de su corazón para decirles lo que en verdad opinaba del resultado de esta misión.
―Si no podemos llamar a esto una victoria, entonces estaremos manchando sus memorias, debemos vivir con la frente en alto niños, si nos desmoralizamos por una simple derrota, jamás podremos aspirar a victorias más grandes e importantes como esta. ―Él era un hombre que se definía por su valor, por su pasión, por ese espíritu inconquistable de no dejarse llevar por una posible derrota sino por la victoria.
Él era así por que conocía lo terrible y doloroso que era perder la esperanza, lo que significaba dejar de luchar.
Lo que significaba perderse en la oscuridad y no iba a permitir que ellos sufrieran eso, los levantaría y seguiría levantando siempre que ellos necesitarán de alguien que les otorgará una esperanza de que el día de mañana aún habría una día más de vida en esta guerra sin sentido.
―No sabríamos que hubiéramos hecho sin usted sargento Martín. ―Respondió Seinma comenzando a ser atendido por los médicos de campo especializados, detectando una fractura en su cráneo, era casi un milagro que él estuviera vivo aún.
―Yo no hice nada muchachos, ustedes hicieron todo el trabajo. ―Dijo sin quitar su sonrisa, observándolos a todos detenidamente, apreciando los rostros de cada uno, aunque aunque cansados y malheridos le otorgaban su completa y atenta curiosidad .
―Tal vez tenga razón Sargento pero…― Fue entonces que Seinma miró al suelo, decepcionado de sí mismo y de como había llevado toda la situación en la cima del Qliphoth, no sabía si aún estaba listo o sidebía seguir esperando al momento de tomar la responsabilidad en sus manos.
―Usted es un gran Líder, yo aún no sé cómo liderar a este equipo, no sé si aún estoy listo, no sé si… yo pueda llegar a ser un gran líder como usted lo es. ―Murmuró creyendo aún no estar al nivel necesario para liderar a sus compañeros como sí lo había hecho él.
Martín por su lado miró al muchacho en el suelo y se puso a su misma altura arrodillándose frente a él, posando su mano sobre su hombro, otorgándole su completa y absoluta confianza a él, al caballero que en esos momentos parecía dudar más de sus propias capacidades, como guerrero y como líder.
―Un buen líder no es el que da órdenes y espera que todo salga bien, un buen líder inspira valor, inspira confianza, guía a los demás entre las sombras hacia la luz, es aquel que inspira a sus compañeros a seguir adelante a pesar de que las posibilidades estén en nuestra contra, un buen líder inspira a sus compañeros a seguir avanzando de frente hacia el amanecer. ―Le dijo entregándole al muchacho un nuevo brillo de esperanza que comenzó a resplandecer en su mirada, una mirada de fuego que se intensificaba con la guía de un hombre que jamás dejó de creer en él y en sus amigos de que podían sacar una victoria de una desoladora derrota
―Y tu sin duda lograste inspirar a tus amigos aún en la peor situación posible, guardián. ―El nombre que le otorgó, no solo simbolizaba su total confianza hacia él, simbolizaba su reconocimiento hacia ellos, como el equipo que estaban destinados a ser.
―Sargento Martín…―Murmuró Seinma sintiéndose abrumado por todas las emociones de alegría y tristeza que lo habían invadido en esos instantes.
―En descanso Guardianes del Universo, tómense un respiro, se lo ganaron. ―Pidió el Sargento, levantándose, apoyándose en su arma de plasma, colocándola sobre su hombre observando a los muchachos que le había otorgado su primera gran victoria a él, como a toda la humanidad.
―Es hora de que los adultos nos hagamos cargo del resto. ―Aclaró motivado por las acciones de los caballeros de bronce, defensores de este y de los demás mundos que buscaban ser conquistados por la crueldad de Hades.
Con eso dicho, Martín comenzó a retirarse poco a poco, aún tenía mucha vida dentro de sí e iba a provecharla para darle a esos espectros una probada de su propia medicina, los habían cazado como lobos hambrientos una vez entraron a es bosque.
Ahora era su turno de ser el Lobo y este era el momento para cazarlos hasta que no quedará nada más mal que purgar en este mundo.
Los Guardianes se sentaron por un instante reflexionando en las palabras de Martín, aunque casi al instante Seinma sintió un leve escalofrío que se fue extendiendo desde su columna hacia todas las partes de su cuerpo.
Algo que lo hacía temblar agresivamente, observando hacia el bosque, donde miles de almas se habían perdido en sus infinitas sombras.
―¿Que sucede Sein? estás temblando, ¿pasa algo malo? ―Interrogó Danny preocupada de que él tuviera un daño cerebral Severo, pero él negó con la cabeza, observando en dirección al cadáver del Qliphoth.
―No… es solo que, con lo ocupados que hemos estado, con todo lo que ha sucedido los últimos días y ahora que finalmente terminó, acabo de recordar que…―Entonces levantó su mirada hacia el cadáver del Qliphoth, el cual comenzaba a desvanecerse en una lluvia de cenizas que comenzó a cubrir todo el campo de batalla.
―No me he dado el tiempo para sentir miedo. ―Respondió observando con preocupación al cadáver de la criatura que habían asesinado, con preocupación y temor de que alguna forma el Qliphoth volviera a ponerse de pie, reiniciando la pesadilla vivida en ese bosque infernal.
Teniendo que revivir su renacimiento de fuego una vez más…
Aún estaban lejos de terminar con esta guerra, pero era un primer paso en la dirección correcta, un pequeño gran paso para alcanzar la tan anhelada victoria de la humanidad, un árbol de 9 que aún tenían que derribar, una tarea que en antaño pareció ser imposible.
La imposibilidad se convertían en una vía factible.
Lo que antes era un desafío con todas las probabilidades en contra ahora era el logro más grande concebido por los nuevos guardianes de la esperanza.
Ahora sabían cómo destruirlos, ahora estaban seguros de que podían hacerlo de nuevo, esta guerra apenas estaba dando inicio y ya se habían cobrado las vidas de miles de personas alrededor del universo, una guerra que había comenzado como todas.
Con anhelo e poder, con resentimiento, con un fuerte sentido de venganza.
Una venganza tan dolorosa y violenta que estaba cubriendo todo en universo en tinieblas.
Tinieblas que ellos disiparían, sin duda esta solo era una victoria, una de miles que iban a ocurrir, pero esta era la prueba que necesitaban, la muestra de que eran dignos del destino con el que habían nacido.
Este destino tan inmisericorde que los había elegido, si este era el destino, lo aceptaban.
Era un largo camino hasta la gran victoria que anhelaban, pero este era su primer paso
El primero de miles que debían de hacer.
Esta guerra estaba lejos de finalizar, pero con este primer momento de triunfo, no existía ningún enemigo u obstáculo que no pudieran superar mientras ellos siguieran peleando juntos.
Ellos se mantuvieron juntos hasta que… un enorme destello de luz se hizo presente en el cielo, ocasionando que los muchachos alzaran sus miradas sorprendidos, algo parecido a un segundo sol o una estrella hizo un destello impresionante en el cielo.
Alcanzando a alumbrar todo el mundo con su enceguecedora luz, ocasionando un resplandor tan potente que los obligó a cubrirse los ojos, para que acto seguido la luz se dispersara en una onda expansiva de energía que se extendió por todo el espacio oscuro hasta perderse para siempre entre las infinitas tinieblas del cosmos.
Ocasionando una única pregunta general en la mente de todos los presentes:
¿Que demonios había sido eso?
Entonces… En el Espacio…
Todo era frío y oscuridad lo único que se diferenciaba era que habían temblores esporádicos ocurriendo a su alrededor, voces distantes que gritaban cosas que apenas podía entender, un agudo dolor que atravesaba su cuerpo desde diferentes aprtes.
Pero, lo único que ella se preguntaba era… ¿Porqué no estoy muerta aún?
Una pregunta que se hacía una y otra vez, entre las sombras de su mente destrozada, porqué después de todo lo que había ocurrido en esta nave abandonada por los dioses, por que no había muerto aún, por qué esos poseídos no habían terminado el trabajo, porqué su cuerpo aún se aferraba a la vida después de las terribles heridas causadas en su piel y la perdida de Sangre.
Porqué aún se mantenía en el reino de los Vivos.
Porqué, pese a todo, su corazón seguía latiendo dentro de su pecho?
Pero lo que más se preguntaba era: Porqué después de todo lo que le había ocurrido, después de toda la agonía que se le había hecho pasar y porqué después de haber perdido a todos.
¿Porqué solo ella seguía viva?
¿Porqué? La única pregunta que se seguía haciendo… Porqué después de todo lo ocurrido ¿por qué simplemente no se había muerto aún? ¿Porqué el destino la obligaba a vivir esta tortura? ¿Que había hecho para merecerse esto?
―¡Vamos no se queden allí parados sigan adelante!― Una voz a lo lejos gritó sacándola de su trance agonizante, tratando de enfocar su mirada borosa, adentrándose nuevamente en la dolorosa y fría realidad.
―¿Esta muerto?―Interrogó la voz de otro de los caballeros caminando en dirección a los demás mientras reacomodaba su brazo.
―No lo sé, pero no quiero averiguarlo corran. ― Exclamó el líder del equipó comenzando a recuperar el color natural de su cabello y ojos.
―¡Hay que asegurarse de que esté muerto! ―Exclamó otra persona, la voz de una chica ansiosa por saber si era el fin de esa cosa o si solo sería el inicio de algo peor.
―¡Hazlo tú si quieres nosotros nos vamos a la mierda de aquí! ―Otro de los muchachos habló reanudando la carrera hacia la salida.
―¡No podemos abandonar a Dawn, sigue respirando! ―La voz de la más joven del equipo se hizo presente, observando en dirección a su cuerpo roto y magullado. Anhelando una muerte rápida en lugar de la tortura viviente que estaba siendo obligada a experimentar.
―Ah carajo… ¡ayúdenme! ―El Unicornio exclamó pidiendo que alguien lo asistiera en levantar nuevamente el cuerpo de la mujer, cosa que la hizo sentir nuevamente la agonía que cubría su ser, soltando un gemido de dolor casi inaudible por la falta de fuerzas.
―No. ―Pidió ella anhelando que esta tortura terminará de una vez, que esta agonía cesará ya no quería seguir sufriendo, ya no podía soportarlo más, solo quería recostarse y descansar, abrazar la muerte no sonaba tan aterrador cuando el dolor era lo único que se podía sentir.
―Por favor ya no…
―¡Vamos mujer levántate, haz un último maldito esfuerzo! ―Exclamó el caballero que trataba de levantarla, acomodando nuevamente su cuerpo moribundo sobre su espalda, comenzando a cargarla a pesar de que estaba anhelando que la oscuridad etenra de la muerte dominará finalmente su ser.
―¡Salgan todos de aquí es una maldita Orden! ―Exclamó a todos a su alrededor, quienes se habían quedando observando mientras él y Mabel levantaban a Dawn sobre su espalda
―Vamos… solo un poco más no te rindas. ―Le pedía comenzando a correr junto a los demás.
―Basta…―Pedía llorando amargamente, jamás imaginó que anhelaría la muerte tanto como ahora, pero lo único que quería era que toda esta agonía finalizará.
―La salida está por aquí, la maldita nave va a estallar pronto, ¡dense prisa! ―Pidió Matt guiándolos a todos por la zona por donde habían accedido,
―Ya no más…
El escape de la nave se había complicado demasiado, el enemigo que se pensaba había sido derrotado por Mabel, la pequeña ursa que ahora había sentido la abrumadora fuerza del espectro, un enemigo tan persistente solo podía ser catalogado como invencible.
Podían detenerlos por instantes pero siempre se volvían a levantar, siempre volvían, más salvajes, más agresivos, con cada vez más sed de sangre.
Un enemigo perfecto para los guerreros que no conocían el concepto de sumisión, una lucha sin cuartel ni prisioneros donde ambos bandos tenían todo por ganar, un universo que podían perder contra el enemigo.
Un enemigo que no se detendría hasta conseguir su cometido, un enemigo que asesnaría destruiría y ultrajaría todo a su paso solo para conseguir su objetivo.
Eliminarlos había dejado de ser una opción a ser una prioridad, pero con la nave a punto de estallar en mil pedazos, esa opción se veía completamente truncada.
Por ahora lo único que podían hacer era incapacitar nuevamente al espectro y correr por sus vidas.
―¿¡Chica voladora Como está la situación allí!? ―Preguntó Kobu colocando sus dedos medio e índice sobre su oído derecho, esperando buenas noticias por el lado de Faridah.
*Mal, si no salimos de inmediato estaremos rodeados de tantos escombros que terminaremos como uno más si no tendremos vía libre de escape.* Hablaba la piloto del Falcon observando como su ruta de salida se veía cada vez más frustrada con los pedazos de nave que comenzaban a flotar cerca de su posición y fuera, a este paso tendría que hacer un milagro como el que hizo cuando llegaron a la nave para sacarlos a todos con vida.
―Entendido ya estamos de salida. ―Dijo el santo del unicornio sin detenerse más, corriendo más rápido que antes para recuperar el tiempo que habían perdido con el espectro.
Al finalizar la llamada Faridah miró fuera de la nave, la plataforma donde se encontraba su propia nave estaba a punto de colapsar también, las explosiones venían de casi todas direcciones, en un instinto de supervivencia, buscando la mejor vía para escapar.
―Eso espero…Se decía aguantándose las ganas de salir disparada de allí, con cada segundo que pasaba la nave se zangoloteaba con aún más agresividad, las explosiones se hacían más recurrentes y cada vez se acercaban más a su posición preocupandola
―Beowulf aquí Falcon, ya vamos a salir nos vemos allí afuera. ―Decía Faridah contactando a las 3 naves que servirían como sus escoltas para salir de allí en cuanto llegarán los caballeros de brocne.
―¡Entendido Falcon dense prisa o ninguno vamos a escapar de aquí en una sola Pieza! ―La capitana V exclamó maniobrando a través de la lluvia de plasma que ascendía hacia ellos, sus naves habían resistido mucho, pero incluso ellos sentían que se estaban comenzando a rostizar dentro de sus cabinas por la proximidad y la intensidad de los disparos que pasaban tan cerca de ellos, debían salir de allí de una vez o terminarían fritos, o peor, como más escombros alrededor del casco de la nave
―¡Los escoltaremos fuera pero apresúrense! ―Ordenaba ella tratando de resistir lo más posible,su nave podía soportar solo un poco más, pero su cuerpo podríadesfallecer en cualquier momento:
Y no le confiaba su supervivencia a una IA que podía llevar su nave a todas partes excepto hacia la seguridad del Titán de acero.
―Entendido Beowulf ya vamos… solo un poco más…―Rogaba mirando su pantalla de datos, observando el radar y el mapa de la nave, observando como los puntos que representaban al equipo Omega se acercaban rápidamente
―Solo esperen un poco más. ―Pedía con la esperanza de que ellos ya no tendrían más contratiempos, avanzando a toda velocidad al punto de reunión.
―Vamos chicos…―Les decía esperando a que su voz los alcanzará, estaban cada vez más cerca de regresar a casa, pero cada vez más lejos, el tiempo se estaba terminando.
Rápida pero a la vez lentamente.
La muerte los acechaba en cada rincón, cada vez más cerca, susurrándoles al oído canciones de caos y destrucción.
Allí entre los pasillos de la nave…
El cuerpo del Vampiro permanecía inerte, la conexión del corazón al cerebro se había interrumpido nuevamente más directamente aún, esa patada le había destrozado el cuello así como la columna, pero por suerte no había conseguido cortarle la cabeza.
Poco a poco los huesos de su cuello junto con los músculos además de la piel perforada se iban alineando, regenerándose y otorgándole vida nuevamente de forma lenta como dolorosa.
Recolocando la cabeza en su posición natural.
Bufando furioso como un animal enojado.
―Ahhh… carajo, ese pequeño unicornio logró sacar un par de Huevos… Pero eso no importa. ―Dijo reacomodando su propia cabeza, ajustándola para tener una mejor movilidad esccuhando cada uno de los huesos de su columna crujir con el movimiento.
―No escaparán, me aseguraré de encontrarlos y masacrarlos sin importar cuanto me tarde en lograrlo. ―Aseguró observando en la dirección que se habían retirado, habían escapado por esta vez pero la próxima vez no tendrían la misma suerte.
―Tengo sus aromas…. Y su sangre, no hay lugar en el universo donde puedan escapar de mí. ―Aseguró esbozando una sonrisa feral, al menos habían probado ser presas entretenidas de las que disfrutaría cazar y masacrar por todala galaxia de ser necesario.
―Pero primero, me encargaré del segundo cabo suelto. ―Mencionó observando a la camára de seguridad que apuntaba directamente hacia su rostro.
Había un segundo objetivo del que debía encargarse, los caballeros de bronce del equipo Omega podían considerarse afortunados de haber resistido un combate contra él, nadie tenía ese honor.
Nadie había sobrevivido a una de sus cacerías.
Podían considerarse afortunados, habían prolongado sus muertes por un tiempo más, el suficiente como para que pudieran disfrutar de esta pequeña victoria, pero como todo antes que ellos.
Serían perseguidos, atrapados y ejecutados como perros.
Sin duda iba a disfrutar de masacrarlos uno a uno, iba a disfrutar tanto ver como la última gota de sus vidas se deslizaba por sus gargantas.
Tal vez no sería hoy, tal vez no mañana, pero sin dudsa iba a disfrutar de su dolor, iba a romperlos de tantas formas, primero a esa niña, luego a ese caballero insolente y finalmente a todos los demás.
―Vamos ya estamos allí. ―Kobu decía a todos sus compañeros accediendo a la penúltima compuerta antes de llegar al punto de aterrizaje del falcon.
Ya estaban a punto de llegar, un poco más y serían libres de esta maldita nave hasta que Mabel recordó algo importante.
―Esperen que no esa zona estaba completamente en el vacío estelar? ―Preguntó ella preocupada.
―¿Sí y que sucede? ―Kobu miró levemente a sus espaldas al sescuchar su alarmada interrogante.
―Estamos heridos, si salimos allí al menos parte de nuestras entrañas saldrán disparadas hacia la oscuridad. ―El comentario hizo que todos se detuvieran, ella tenía toda la razón, nadie se había puesto a pensar que sucedería una vez llegarán a esta parte de la nave.
―¿Entonces qué, esperamos a estallar junto con esta maldita nave? ―Interrogó Darrel reconociendo que tenía razón, sus opciones se reducían a estallar con la nave o que sus órganos estallarán a través de las aperturas de sus heridas y los agujeros de sus trajes.
―Hasta donde recuerdo los trajes se auto parchaban al detectar rupturas en su superficie, algo así nos explicaron antes de ponernos el equipo antigravedad. ―Declaró el caballero del león menor, recordando que no hacía un par de horas les habían explicado el funcionamiento de los trajes antigravedad, el funcionamiento de los mismos parecía tan simple pero a la vez tan complejo.
―¿Entonces simplemente salimos y esperamos a que un milagro suceda? ―Interrogó Kobu observando
―¿Tienes una mejor alternativa? ―Ese comentario no solo lo hizo callar sino que lo obligó a pensar detenidamente todas las opciones que tenían a la mano, muy pocas en verdad sino es que ninguna.
―Maldita sea… Ok apresurémonos a salir. ―Dijo poniendo un pie frente al otro para proseguir la carrera.
―Esperen, esperen chicos esperen. ―Mabel los detuvo antes de seguir adelante interrumpiendo de nuevo su flujo de movimiento costándoles más tiempo valioso.
―¿Que sucede Mabel? ―Interrogó Kobu un tanto molesto por que las interrupciones no les permitierán seguir adelante para culminar con este escape desesperado
―Dawn no tiene un traje antigravedad…― Al decir eso un escalofrío general recorrió el cuerpo de todos los presentes, causando que miraran a la chica a espaldas de Kobu quien a duras penas seguía con vida.
―No podemos dejarla aquí, no podemos, le prometimos sacarla. ―La pequeña Ursa decía con la esperanza de que hubiera algún modo de sacarla de allí con vida. Debían encontrar alguna manera de permitir que escapara junto con todos los demás al Titán e acero.
―Mabel, ella no… no creo que vaya a.
―Se lo prometimos. ―La joven Saintia dijo interrumpiendo a Darrel, quien se veía confundido e incomodo por lo que les pedía Mabel, ella sin dudas tenía la idea correcta, sacar a Dawn de aquí para salvarla y llevarla al Titán de acero, donde recibiría tratamiento médico, esa era la idea pero la ejecución seria aún más complicada.
―Debemos hacer algo, chicos, no podemos abandonarla aquí. ― Mabel pedía sin saber que ninguno de los presentes parecía estar dispuesto a sacrificar sus vidas por alguien que acababan de conocer.
Todos se miraron en silencio, nadie sabía bien que tenían que decirle a Mabel o como proseguir desde este punto, lo único que era seguir hasta este momento era que si no salían y dejaban toda esta conversación de lado, nadie podría contar lo que había ocurrido en esta nave.
El tiempo se estaba terminando, la única opción que tenían era abandonar a Dawn y seguir sin detenerse hasta la nave de escape como se había planeado desde un inicio.
―Por favor, no podemos hacer eso… eso sería inhumano… Debemos buscar un traje espacial para ella, tenemos que regresar y…―Lo que decía Mabel era algo que nadie estaba dispuesto a hacer, se les había olvidado por completo ese pequeño y miserable detalle, Dawn no podría salir de allí aunque lo deseará, todo parecía apuntar a que ella estaba destinada a morir aquí en esta nave.
―¿Matt? ―Mabel buscó el apoyo de su hermano pero hasta él sabía que no había mucho que pudieran hacer.
―¿Kaz, Albión? ―Ambos la miraron pero después de reconocer que no habría caso decidieron desviar la mirada desentendiéndose del asunto.
―¿Darrel? ―Incluso aquel que se consideraba como el más fuerte del equipo sabía que retroceder solo significaría morir, no había nada que pudieran hacer la sentencia era clara, Dawn ya estaba muerta desde que los espectros atacaron la nave
―¿Ahiri? ―La Saintia de la Hidra no dijo nada, al igual que todos los demás se mantuvo en silencio, para finalmente evitar el contacto visual con Mabel, no había nada que pudiera decírle para hacer que esta situación fuese menos dura de afrontar.
―¿Kobu…?―Al final ella buscó el apoyo de su líder, aquel que le había prometido no solo a ella sino a Dawn que las sacarían con vida de aquí, una promesa que al parecer no sería capaz de cumplir.
―Si nos quedamos aquí moriremos, sino avanzamos tu mueres, lo sabes, ¿verdad? ―Le preguntó a la chica sobre su espalda, caminando hacia una de las paredes cercanas, depositando con cuidado su ensangrentado cuerpo, siendo extremadamente cuidadoso en no dañarla aún más.
―Lo siento… ―Dijo observándola a los ojos, los cuales con cada segundo que pasaba perdían más y más la luz en ellos.
―Quiero morir, quiero morir… pero…―Ella reveló siéndole casi imposible hablar y expresar lo que tanto quería decir, ella en verdad ya no quería seguir sufriendo más, pero había algo que tenía que decir, algo que la contestaba, un sentimiento que la desolaba por completo.
―En donde sea menos aquí…―Pedía como última voluntad, reconociendo que no quería que la tumba de sus amigos y compañeros se terminará convirtiendo en la suya propia.
―Por favor se los suplico. ―Le rogaba alzando su mano hacia él, suplicándole una muerte indolora, apacible, ya no quería sufrir más, sabía que si se quedaba moriría ya fuera desangrada o por la explosión, pero si salía se quedaría sin oxígeno sufriendo una muerte peor.
No importaba a donde fuera la muerte parecía ser su última salida, pero quería que esta fuese rápida no lenta y aún más dolorosa, por eso les rogaba entre lágrimas que la llevarán a un lugar mejor, incluso si era para morir no le importaba.
Solo quería que esta agonía cesara, porque todo parecía preferible antes de quedarse aquí sola a morir como muchos de sus amigos y compañeros cercanos lo habían hecho.
―¡Kgh…!―Kobu murmuró, apretando fuertemente sus manos él no tenía opciones, no tenía alguna respuesta para ella, solamente se alzó comenzando a caminar con todos los demás hacia la salida, sin mirar atrás dejando a Mabel sola con Dawn, observando incrédula como sus amigos abandonaban alguien que agonizaba por ayuda.
―No me dejen aquí, se los suplico, donde sea menos aquí. ―Rogaba la muchacha, alzando su brazo, mordido y ensangrentado a ellos, pidiéndoles que no la dejarán en su lecho de muerte así, en esta abrumadora oscuridad.
―No quiero morir aquí, por favor… por favor…―Les pedía entre sollozos, con el último deseo de que alguien escuchará sus ruegos.
―Donde sea menos aquí, no me dejen. ―Todos escuchaban pero nadie quería mirar atrás, no podían verla, nadie quería verla, nadie estaba dispuesto a desviar sus ojos y reconocer su dolor su agonía, la misma que los condenaba a la más miserable de las resoluciones, el terminar con una persona inocente.
―¡Por Favor! ¡Prometieron que me ayudarían a salir de aquí! ―Exclamó escupiendo sangre, sintiendo como el frío se envolvía más y más su cuerpo, adueñándose de su se y su alma.
―Mabel no me dejes por favor… te lo ruego, no me dejes morir aquí, así no… no me dejes morir como un perro. Por favor…―Le rogaba a esa niña que le había ayudado anteriormente, la misma que le había protegido primeramente.
Aferrándose a ella para que la ayudará, aunque fuera en las inmediaciones del Commonwealth, todo era mejor que quedarse aquí a convertirse en otro cuerpo más entre los pasillos de esta prisión que en un momento llegó a llamar hogar.
―Kobu… esto es inhumano, por favor haz algo…―Ella le dijo corriendo a él buscando una respuesta, una solución, algo, lo que fuera, todo lo humanamente posible que pudieran hacer en esta situación tan desafortunada.
―¡No podemos hacer esto! Se supone que estamos aquí para salvar al mundo para proteger a las personas. ―Ante al falta de respuestas de su líder ella exclamó con impotencia y desilusión, aún era una niña y aún así tenía el poder de hacer algo pero con todo eso, aún no estaba segura de que debía hacer, colocando todas sus esperanzas en que su líder tuviera una respuesta para este dilema.
―No puedes… no le des la espalda así, Somos caballeros, es nuestro deber…―Decía Mabel llorando desesperada al igual que Dawn, esto la superaba, jamás imaginó que la batalla más dura no sería contra los espectros, sino que con su frágil y apenas explorada humanidad, la única parte de ella misma que aún era frágil y débil.
―Debemos hacer algo, por favor, por favor… te lo Ruego Kobu. ―Le pedía, casi de rodillas aferrándose a él por busca de una respuesta, la situación que por más que lo desearán no podía haber sido peor.
―Ahhh… maldita sea. ―murmuró el Caballero del unicornio, sujetándose el rostro, sabía que tenía que hacer… aunque, en verdad no quería hacerlo.
Sabía que para avanzar algo se debía dejar atrás, ya fuera a una persona, una convicción, una parte de sí mismos o sencillamente, una promesa… dejar atrás lo que ellos valoraban en post para resguardar sus propias vidas.
Los caballeros Atenienses habían hecho un voto para resguardar la paz y a todos en este universo.
Pero si no podían resguardar a una sola persona, a quien estaba salvando, a quien estaban protegiendo?
Este universo que los obligaba a ser participes de la guerra más cruel de todas les quitaba y arrebataba todo, los hacía convertirse en victimas o verdugos.
Los obligaba a tomar acción, los obligaba a comportarse como adultos en situaciones donde ninguno poseía la madurez mental para ello, eran niños jugando a ser hombres.
A merced de las infinitas crueldades que desolaban este universo, teniendo que aceptar esta crueldad como parte de sí mismos.
Siendo capaces de tomar los destinos de otros en sus manos, pero siendo incapaces de tomar sus propios destinos bajos sus manos.
Esa era la verdadera Gran crueldad… Tener el poder para cambiar este universo, pero no para poder cambiar sus naturalezas humanas, frágiles y perecederas.
Mientras tanto en el puente de mando.
El espectro del Vampiro había llegado al lado de su compañero espectro, el cual lo había estado esperando con ansias, después de haber arruinado todo el plan de despedazar a una armada entera y ofrecerle esta nave como tributo al señor del inframundo: Hades.
Allí en el asiento del capitán su compañero lo estaba esperando, sentado sobre su trono en ruinas observando como todo lo que les había costado tanto conseguir comenzaba desmoronarse frente a sus ojos.
Solo aquél que había vendido la victoria era el responsable de que ahora sus opciones se vieran reducidas a recibir el castigo por su rotundo fracaso a manos del espectro que lideraba su legión.
Nadie más que el Espectro del Wyvern el temido y respetado por igual.
Aatriox el hombre convertido en Demonio.
―En verdad lo jodiste todo… ¿y por qué?― Preguntó Albert posando su mirada sobre la batalla frente a sus ojos, en una posición e supremacía y literato, con la cabeza apoyada sobre su mano derecha.
―¿Por orgullo? ¿Por desprecio? ¿Por qué finalmente te diste cuenta de que tu no vales una mierda para esto? ―Finalmente el espectro de Upyr se levantó de su trono, dirigiendo su mirada hacia sus espaldas, alcanzando a ver a su compañero espectro quien les había costado la victoria.
―Oh Volkolak, me decepcionas, creía que un monstruo como tú sería capaz de hacerse cargo de un montón de críos. ―El espectro del Vampiro frunció el ceño acercándose lentamente al espectro de Upyr, con un aura asesina recorriendo todo su cuerpo.
―Pero parece ser que no eres más que un pequeño y patético pedazo de mierda y mal perdedor, sacrificaste toda una nave y un árbol Sagrado por orgullo, ¿Qué tienes que decir en tu defensa pequeño vampirito? ―Interrogó teniendo finalmente al espectro frente a frente sonriéndole como si toda esta situación no fuese preocupante para ninguno de los dos, pues una vez regresarán al inframundo tendrían que enfrentarse a la ira de su general, a pesar de su descomunal fuerza Albert no le tenía miedo, pues no había nada que él pudiera hacerle que
―¿Que pasa Vol, a caso esos niños te comieron la Leng…?
Albert no pudo seguir hablando, cuando las poderosas manos del Vampiro rodearon su cuello, impidiéndole el habla por completo
―¡Callate! ―Exigió levantándolo en el aire causando que el espectro de Upyr solo sonriera aún más.
―¿ Ahhh vas a matarme? Después de haber arruinado nuestra misión vas a matarme. ―Preguntó sin oponer resistencia, haciendo un ademán con los brazos expresando su enorme desprecio hacia Volkolak, observándolo con condescendencia y arrogancia.
―Debes saber que ya es tarde para eso, el fracaso se pagará caro y el Señor Aatriox no tendrá piedad contigo después de lo que hiciste. ―Amenazaba sin apartar esa sonrisa psicótica que lo caracterizaba, observándolo atentamente, pese a que parecía que él estaba en control de la situación en la que ambos la habían perdido totalmente.
―Ellos te desollarán vivo, harán de ti un sujeto de pruebas y verán el límite de la resistencia de los espectros, serás devorado y escupido una y otra vez hasta que tus huesos se vuelvan polvo y tu espíritu no sea menos que basura. ―El espectro de Upyr le recordaba sin apartar la mirada de esos ojos carmesíes, llenos de ira y violencia destinadas a cubrir al universo de tinieblas.
―Es ahí donde te equivocas, ¿recuerdas cuando te dije que si perdías esta nave sería tu responsabilidad cargar con las consecuencias? ― Al preguntar eso el espectro de Upyr miró detenidamente al vampiro, aunque su responsabilidad era cuidar de la nave y el árbol el peso del fracaso caería sobre todos los que estuvieron a cargo de la misión, no solo en él.
―¿Ahhh en verdad crees que esto caerá sobre mí solamente? ―Interrogó Albert riendo levemente, Volkolak no podía ser tan estúpido en creer que esto solo recaería sobre sus hombros.
―No me hagas reír, esto no terminará bien para ti y lo sabes. ―Nadie estaba a salvo de la ira del Wyvern, él al igual que los otros dos jueces no condonaban el fracaso de sus espectros, mucho menos aquel que castigaba el fracaso con un castigo peor que la muerte misma.
―El señor Aatriox no condonará una derrota como esta, ni siquiera a ti.
―Allí es donde te equivocas. ―Aclaró Volkolak, siendo él quien ahora sonreía, causando que Albert se sorprendierá de su actuar tan diferente al que había tenido al acceder al puente de mando.
―toda esta estratega, tu plan, todo fue maquinado por ti de inicio a fin, el dejar el Árbol a protección de los Ghouls y de los Lobos, el robar esta nave y pretender que serías el líder de esta misión. ― Cuando dijo eso la sonrisa de Albert se borró por un instante, en verdad todo esto lo tuvo pensado desde que tomaron el control de aquella nave de transporte en la que usurparon el control de la Commonwealth.
―Al contrario de mí, yo solo seguía tu comando mientras que tu dejaste que todo se te saliera de las manos, haciéndonos perder una nave de combate y un árbol. ―Al final Volkolak había mostrado su verdadero rostro, no era que él fuera un traidor que conspiraba constantemente contra todos.
Era un espectro que solo buscaba su propio benéfico, su propia satisfacción, a él no le importaba nada si ganaban o perdían lo único que le importaba era satisfacerse a sí mismo, esta derrota, la promesa de sufrir un destino peor que la muerte.
Convertirse en el objetivo no solo del santuario sino del propio Aatriox y los demás jueces, nada de eso le importaba, si él no ganaba entonces nadie más lo haría y lo dejaría claro con esta traición, no solo con el espectro que había desolado la Nave, sino que lo demostraría con todo el ejercito de Hades.
No iba a descansar, hasta tener a esos insolentes caballeros nuevamente entre sus garras.
Su objetivo había dejado de ser satisfacer los deseos y anhelos de Hades como los de Aatriox, ahora su único deseo era cazar a los Guerreros de Bronce que lo habían hecho pasar por tal humillación.
―Je jeh, lo tenías todo planeado en caso de que las cosas no salieran como tú lo esperabas, ¿verdad? ―El espectro de Upyr por primera vez en años sintió un sentimiento tan humano recorriendo toda su espalda, creía que esa limitación terrenal la había perdido junto a su humanidad, pero esto solo delataba que aún seguía siendo tan humano como todos los que ellos habían masacrado.
―Eres un hijo de puta bastante quisquilloso, pero te juro que si me hundo aquí tu caerás conmigo. ―Pero aunque hubiera perdido juraba ante esta nave que había robado a su lado, que lo arrastraría al infierno con él y lo haría enfrentar el mismo castigo eterno que solo los traidores y débiles podían enfrentar, el castigo que solo el espectro de Wyvern podía imponer.
Algo tan inenarrable que solo era capaz de ser concebido en las pesadillas más oscuras y demenciales del ser humano consciente.
―No, no lo haré porque primero te hundirás solo con esta nave antes de que yo caiga contigo, tu alma sea torturada ante la agonía del fracaso. ―Finalizó lanzando el cuerpo de Albert a su asiento, el cual estaba repleto de estacas carmesíes que atravesaron su cuerpo al instante, inmovilizándolo, dejándolo a merced de los Poseídos que restaban en el centro de mando, quienes se acercaban para disfrutar de su festín.
―Je je jeh ¿entonces así va a ser? ―Interrogó nuevamente sonriendo, sin duda Volkolak se la había jugado bien, pero eso no bastaría aunque su alma fuese devorada y escupida por el infierno, él se arrastraría de vuelta hacia la superficie, lo encontraría y lo haría pagar por todo lo que había hecho.
―¡Entonces que así sea! ―Exclamó con locura y desenfreno en sus ojos, observando al espectro del Vampiro, que se atragantarán con su carne y sus huesos hasta que no quedase nada, si tenía que sufrir durante días y noches sin descanso lo haría, pero esa promesa estaba de pie.
―¡Vamos hijos de puta! ¡Muéstrenme lo que más aman!
Exclamó en una explosión de regocijo y extasis, provocados por la sensación de miles de estacas atravesando su piel, junto a los dientes de sus antiguos Ghouls que comenzaban a arrancarle trozos de carne, devorándolo lentamente.
Impidiéndole escapar.
Riendo histéricamente mientras la nave continuaba estallando internamente, seres inmortales sin temor a lo desconocido, pues ellos venían de allí, de ese foso profundo donde las almas gritaban incesantemente de agonía.
Ninguna tortura terrenal sería suficiente para detenerlos, a lo único a lo que le temían era a esa bestia con piel de hombre que los esperaba en ese foso, listo para castigarlos por su fracaso.
Ninguna tortura terrenal era suficiente para detenerlos, pero ese hombre… ese demonio ya no pertenecía a este mundo, haciendo honor a su nombre.
Un demonio que conocía formas de romper a aquellos que se hacían llamar inmortales.
Pero si su destino era convertirse en el juguete personal de Aatriox lo haría, solo para que un día, pudiera arrastrar a ese malnacido con él hacia el tormento eterno que les esperaba a los traidores y débiles.
Moriría como un hombre pleno, resistiría todo tipo de torturas y vejaciones solo para disfrutar del dolor eterno con el hombre que le había traicionado en su momento de más alta gloria.
Finalmente en la nave de escape.
Faridah hacía un último chequeo de rutina solo para asegurarse de que los propulsores funcionarán bien, sería una enorme vergüenza que después de todo lo que había ocurrido, después de todos los contratiempos, después de las prisas que les había metido a los muchachos ahora fuera la propia nave la que no quisiera andar más.
Sería hasta irónico de cierto modo que después de la larga travesía que habían hecho, después de todos los incidentes, lo único que no acabará de funcionar fuese la nave que los había traído hasta aquí.
O pasó mucho tiempo para que las alarmas rojas de la compuerta de emergencia comenzaron a parpadear, si aún hubiera oxigeno escucharía también el sonido que estas hacían, obligándola a mirar hacia atrás, observando como esta se abría dejando acceder a los jóvenes caballeros de Bronce y plata.
―¡Uh! Ah, gracias a todos los cielos vamos entren todos tenemos que largarnos de…― Estaba a punto de decir algo, pero al mirar el bulto cubierto de sábanas blancas entre los brazos de Kobu, de la cual habían enormes manchas carmesíes sobre toda la tela blanca la hizo silenciarse rápidamente.
―¿Oh, esa es…?No pudo terminar de formular la pregunta cuando todos los presentes observaron directamente hacia la piloto del Falcon, accediendo con rostros sombríos cubiertos por los cascos, dejando entrever sus ojos, los cuales daban ese sentimiento de derrota y desasosiego.
―Era…― Dijo Kobu depositando el cuerpo de la mujer en el suelo, incapaz de dejarlo allí por la falta de gravedad, observando como comenzaba a flotar en el medio de la nave totalmente inerte.
―Larguémonos de esta nave de mierda de una vez por todas. ―Murmuró finalmente sentándose en uno de los asientos disponibles de la nave, sin apartar su mriada del cuerpo mientras todos los demás hacían lo mismo.
―Entendido… Beowulf, vamos de salida, guíen el camino. ―Dijo ella cerrando la escotilla, tomando los controles para hacer que la nave comenzará a elevarse, tomando rumbo hacia su única vía de escape.
*¡Entendido Falcon los escoltaremos fuera, salgan de allí de una puta vez!* La voz de la capitana V se hizo presente con el mismo rasgo de conflicto y prisa que la había caracterizado desde que llegaron a las proximidades de la nave.
―Recibido…―Dijo presionando el acelerador comenzando a abandonar la plataforma, la cual comenzó a estallar una vez ellos comenzaron a despegar.
Faridah no escuchaba nada, más que las respiraciones de sus pasajeros, alguinos suspirando pesadamente, otros maldiciendo por lo bajo y solo una dejando salir un sollozo de amargura por no haber podido hacer más por ella.
No sabía que decir, o que hacer, o si había algo que decir o hacer en esta situación lo único que sabía era que… lo que sea que hubiera sucedido allí adentro debió de ser duro y traumático para todos ellos.
―Si sirve de algo, lo lamento…―Murmuró esperando a que de alguna forma sus palabras le pudieran ofrecer un conforte a todos los jovencitos en este momento de enorme pena y desesperanza.
―Sí, yo también…―Murmuró Kobu suspirando pesadamente, alzando su cabeza al cielo, preguntándose si había hecho lo correcto.
Apenas la nave comenzó a salir de la zona de carga pudieron sentir como una explosión se levantaba a sus espaldas, impulsando la nave fuera del lugar donde la nave había estado anteriormente estacionada, despedazando todo lo que quedaba en su interior.
De haberse tardado un poco más esos habrían sido ellos, los que habrían estallado en mil pedazos, lo cual en parte no fue nada malo, pues con el impulso de la onda expansiva hacia el exterior de la nave donde el equipo de Cazas Interestelares la esperaba con anticipación.
Apenas vieron la nave salir del super transporte las naves de caza Skyrider comenzaron a agruparse, marcando el paso seguro para la nave de transporte fuera de la línea de tiro de los cañones pesados de la Commonwealth.
Durante todo el proceso Kobu no se levantó de su asiento, sus ojos permanecieron totalmente enfocados en el cuerpo de Dawn, estáticos, sin ninguna expresión en su mirada más que el arrepentimiento y la confusión.
Si él no podía ser el héroe de su propia historia… ¿entonces en que se iba a convertir?
Ayudandolos a salir de allí, sirviendo como apoyo de fuego y como un escudo en caso de que un disparo sobrecargado de plasma no pudiera ser evadido.
―Beowulf 1 a Mando Falcon ha salido de la nave, repito Falcon ha salido de la nave, escoltando la nave de regreso al Titán. ― La capitana del escuadrón habló a travez de su intercomunicador alertando al titán de que ya se dirigían de regreso, la misión estaba siendo un éxito por muy poco
―¡Cuidado con el fuego de la nave! ―Faridah exclamaba observando como los disparos estaban pasando demasiado cerca de ellos, aún si se estaba sincronizando lo suficiente con el equipo Beowulf era imposible mantenerles el ritmo a nnaves más ligeras, compactas y sin tantos tripulantes dentro.
―¡En eso estamos, empujen el acelerador al máximo! ― Sin duda escapar estaba siendo más complicado que volar a través de su perímetro defensivo, en cualquier momento los cañones podrían detectar con mucha más facilidad sus trayectorias y ahí sí sería el fin de todos.
El vuelo a travez de los disparos de plasma ya era complicado, ahora aún más teniendo que mantener una fomación de defensa para evitar que una nave de transporte fuese destruída de un solo impacto, las kyrider compenzaban su falta de defensas con su movilidad, si les quitabas eso se volvían un pato sentado para la artillería pesada de la que eran objetivos constantes, aunque al continuar con la retirada hacia el titán de acero pudieron percatarse de que no solo no se estaban alejando de la nave sino que la propia nave se acercaba al titán de acero rápidamente.
En este punto estaban entre la espada y la pared. No había nada que hacer más que esperar la explosión del reactor que ya se había tardado en ocurrir, hasta este punto todos sabían lo que esos espectros estaban planeando, estaban tratando de estrellar el Commonwealth contra la nave más grande de todo el universo en una acrovacia suicida en la que asegurarían su victoria, aún si perdían la Commonwealth.
Estaban con la espalda contra la pared… hasta que un milagro aconteció, desde el lomo de la nave el reactor comenzó a sobresalir despedazando por completo el casco de la enorme nave, ocasionando que todos observarán esa debilidad estructural como una oportunidad de abatir de una buena vez por todas al enemigo.
―¡Miren eso! ―Apuntó a decir el segundo piloto al mando del equipo B hacia la enorme nave de combate cuyo núcleo ahora se encontraba completamente expuesto, cualquier cosa podía hacerlo estallar.
―¡El núcleo está expuesto! ―Exclamó el subcomandante de la Skyrider observando a sus espaldas, señalando al núcleo de la enorme nave de combate una apertura para terminar con esta batalla de una buena vez por todas antes de que el Commonwealth se estrellará contra el titán de acero.
―Lo veo lo veo… ¡Carajo! ―V sabía que esta sería la única oportunidad que tendrían para destruir esa nave, pero si abandonaban su misi+óin dejarín a los caballeros a su suerte a tiro para que la nave los derribará.
Hasta que un movimiento en su radar llamó su atención, la nave de su subcomandante comenzó a separarse de la formación dejando el flanco derecho expuesto.
―¡¿Que carajos haces Lerroy?! ¡Regresa a la formación es una orden! ―Exclamó V ordenándole que regresará.
―Capitana podemos terminar con esta batalla de una vez. ―El subcomandante respondió en un apuro, tratando de evadir los disparos de plasma mientras se acercaba a toda velocidad hacia el punto débil de la nave.
―¡Regresa aquí! ¡Lerroy! ―Su segundo compañero de escuadra le pedía que se atuviara a las instrucciones, este no era el momento de jugar a ser un héroe de películas de acción hollywoodenses, pero si no era ahora no lo sería nunca.
―Lo lamento V, pero sabes que tengo razón. ―Declaró volando directamente hacia la energía inestable que sobresalía por encima de la nave, la cual ocasionaba un destello enceguecedor que apenas podía soportar, pero que era necesario, perder a titán sería perder una guerra que recientemente había comenzado.
―¡Esta va por ustedes equipo Beowulf! ―Exclamó empujando los aceleradores, provocando que la nave saliera disparada hacia el reactor.
―Carajo, entendido, ¡asegúrate de regresar idiota o yo misma te patearé el trasero! ―V Ordenó cambiando la formación esperando a que ese idiota de alguna forma milagrosa consiguiera crear un milagro.
―¡Entendido Jefa! ―Exclamaba haciendo arder la energía de su nave al máximo, si este sería su útimo vuelo se aseguraría que fuese el más épico jamás registrado en la historia, el último asalto de su Skyrider.
―¡Vuelen como Colibríes!
―¡Y caza como Alcón! ―Exclamaron todos al mismo tiempo dándole su completo apoyo al subcomandante.
La nave voló lo más rápidoque pudo, alcanzando una velocidad superior al del sonido, en sí no tenía idea de como iba a salir de esa situación, como iba a burlar a la muerte o como haría para evitar la onda expansiva…
pero aún le quedaba un torpedo de incineración, iba a hacerlo detonar apenas estuviera lo suficientemente lejos y si no estallaba junto con el Commonwealth viviría para que su Capitana le diera un golpe en el hombro por temerario y si tenía suerte tal vez un beso de agradecimiento por salvarlos a todos.
Pero tal vez eso ya sería mucho pedir.
lo único que esperaba después de esto sería tal vez poder sobrevivir para beberse una buena botella de Whisky con sus compañeros de escuadrón.
―¡Lerrooooooooooooooooooooy Jenkins!― Fue lo último que escucharon del comunicador de la nave del subcomandante del escuadrón Beowulf, un último grito de guerra apasionado y ferviente adoptando la forma del nombre del comandante, si ese sería el último vestigio de su vida que fuese siendo recordado como una maldita leyenda.
Antes de que la Skyrider se perdiera entre el destello energético del reactor, segundos de silencio intenso que se hicieron eternos, solo para que de un segundo a otro una fuerte explosión sehicierá presente, sacudiendo todo a su alrededor.
Las naves que estaban cerca de su alcance fueron golpeadas por la onda expansiva perdiendo su energía ante el choque electromagnético generado por la explosión.
Ocasionando que la propia nave se partiera a la mitad justo al instante que la energía descomunal y desbordante al momento que esta implosionara por completo.
La onda expansiva afectó no solo a las naves que se encontraban batallando en el espacio, sino que el propio titán de acero se vio afectada perdiendo el 30% de su energía en el proceso, afectando también a la nave de trasporte y demás skyrider que Los pilotos rápidamente tuvieron que recurrir a la energía auxiliar de sus naves para evitar vagar pro el espacio sin rumbo fijo
Durante todo el procedimiento Kobu sencillamente se había mantenido observando el cuerpo de Dawn, con sus propias manos frente a su mirada aún recubiertas de la sangre de esa chica que los había ayudado, ¿esto era lo que los héroes hacían?
¿Esto era lo que un héroe debía hacer para salvar al mundo o en su defecto al universo?
Las comunicaciones se habían perdido, no había forma de saber que decían los demás, era solo él y su mente preguntándole: ¿Que haría un verdadero héroe en esta situación?
Minutos de silencio eternos donde solo eran ellos, sus respiraciones y sus naves recuperando el control de los motores y retro propulsores para tener un mejor manejo.
Un momento de tranquilidad para poder respirar después de toda la tensión vivida momentos antes.
Cerrado con broche de oro una vez que el Beowulf 2 sobrevoló cerca de ellos victorioso de haber salido vivo de allí, esa hazaña le había quitado 310 años de vida pero había salvado miles al instante.
―Lo logró… ese hijo de perra lo logró. ― Dijo Faridah apenas creyéndose lo que veía frente a sus ojos, ese tipo debía ser el tipo más afortunado del universo para poder contar su gran hazaña después de una maniobra suicida como esa.
―Jeh… temerario hijo de puta…―Murmuró la captítana V, observando a su subordinado, indudablemente feliz de ver su nave volando como un halcón por el espacio, a la vez de estar jodidamente molesta con él cuando regresarán a casa, lo reprendería duramente pero a su vez le daría un elogio por su buen trabajo.
―Estamos a salvo… finalmente terminó. ―V decía reestableciendo las comunicaciones entre sus cascos, para facilitar la comunicación entre la piloto y sus pasajeros.
―Volvamos a casa chicos. ―Dijo retomando el control de los motores secundarios, dirigiendo la nave en rumbo hacia la titán de Acero, pero aunque las comunicaciones entre sus pasajeros se habían reestablecido, ninguno de ellos estaba decidido a hablar.
―Oigan si no les molesta puedo preguntar… ¿Que pasó allí adentro? ― Lo único que recibió como respuesta fue el silencio, nade quería hablar, solo podía escuchar sus respiraciones entrecortadas y la impotencia de todos reflejada en sus expresiones físicas.
― Entendido…
―Gracias por todo… Faridah. ―Murmuró Kobu en un tono humilde, dejando finalmente todas las pretensiones de lado, aceptando de una buena vez que era tan humano como todos los demás.
― De nada chicos. ―Respondió la piloto sonriendo por el reconocimiento de su nombre por el líder de los caballeros, que él haya dicho su nombre después de una introducción tan poco amigable era un paso hacia la dirección correcta, con esa idea en mente ella comenzó a presionar cada uno de los botones que alineaban las comunicaciones con la nave de mando superior para intentar entrar en contacto con ellos.
―Tenemos comunicación… reestableciendo enlace con el titán de acero. ―Dijo enlazando las ondas de radio con las del Titán de acero
―Entendido…― Dijo posando su dedo índice y medio sobre el comunicador de su casco, entrando en contacto con el puente de mando del titán de acero.
―Señor…―La voz del líder de escuadrón se hizo presente en los altoparlantes de la nave, causando conmoción y alegría pese a que el tono de voz del unicornio fuese tan lúgubre y deprimente.
―¿Unicornio? ¿Cual es tu situación? ―Preguntó rápidamente, esperando una respuesta inmediata del caballero de bronce.
―La perdimos señor… perdimos a… La perdimos… ¡y todo fue mi culpa! ―A pesar de que la estática de las comunicaciones dañadas no le permitía escuchar bien a quien o que habían perdido sí pudieron oír un fuerte golpe a través del radio, el cual fue producto del puño del caballero del unicornio abollando una de las paredes cercanas a él, el cual estaba totalmente recubierto de la sangre de una de sus compañeras.
―¿De que hablas unicornio? ―Preguntó Rehuel preocupado, no sabía que había ocurrido dentro del Commonwealth, pero debió haber sido traumático para todos y sumamente doloroso.
―¿¡Que fue lo que pasó allí adentro!? ―Preguntó en apuro, al no recibir respuesta del caballero de Unicornio.
―Nos dieron una Paliza… eso pasó…―Respondió desganado, reconociendo que su primera victoria tenía un sabor amargo al no haber podido salvar a una persona que había hecho tanto por ellos.
―Bien, regresen a la nave, necesitaré un reporte completo y…
*Mensaje Entrante.* Interrumpió Cristopher recibiendo otra transmisión que no provenía del vació o de alguna nave de asalto, esta misma provenía de abajo, en tierra firme.
―Ahora no Cristopher… no es el momento de…
*El Qliphoth ha Caído*
El escuchar que el Qliphoth había caído causó un efecto dominó en todos los presentes en la nave de transporte quienes se veían en shock, nadie había prestado atención a Recclaimer.
¿y porqué lo harían? Al borde de casi perder sus vidas no tenían tiempo para preocuparse de anda más que no fueran ellos y su supervivencia, la caída del Primer Qliphoth era más allá de cualquier otra cosa un evento que a leguas parecía imposible, pero al revisar las ventanillas de la nave pudieron confirmarlo, la enorme sombra del árbol había desaparecido sin dejar rastro.
Los caballeros del Equipo Omega estaban confundidos, no entendían como o que había sucedido, pero al recapacitarlo, recordaron que el equipo de Seinma habían descendido no hacía un tiempo allí.
Ellos habían destruido el primer Qliphoth.
Ellos le habían concedido la primera gran victoria a toda la humanidad, una vitoria que opacaba por completo el triunfo de destruír una nave que amenazaba a otra, un logro que empequeñecía en gran medida su triunfo, el equipo omega había destruido una sola nave ellos habían acabado con una de las grandes amenazas que azotaban a todo el universo.
Kobu lo sabía mejor que nadie, este evento sería recordado eternamente en la historia de la humanidad, el primer evento que cambiaría el curso de esta guerra para siempre, la batalla por la supervivencia o la extinción.
Él sabía eso, pues nadie más podía comprender el alcance de este evento que él, aquel cuyo deseo más profundo era poder ser rememorado, ser reconocido como un héroe, una leyenda viviente entre los hombres, alguien a quien al mirar hacia arriba observaran con esperanza, todo parecía indicar que su leyenda, la leyenda de Kobu Walker siempre estaría debajo de la sombra del de el pegaso el hombre que tanto llegó a odiar.
Kobu apretó fuertemente sus puños en señal de impotencia e ira, esta guerra, toda la crueldad de que estaba siendo participe, cómplice, victima y verdugo.
Sabía que él posiblemente no sobreviviría, que todos sus compañeros incluido él terminarían convertidos en poseídos.
Pero si ese era su destino, si ese se suponía que sería su final en esta guerra tan cruel entonces estaría dispuesto a aceptarlo, con tal de poder aplastar a ese hombre que le estaba robando sus sueños y esperanzas.
Ya fuera en esta vida o en la siguiente, lo iba a encontrar y lo iba a matar
Él observó hacia afuera con ese sentimiento de odio recorriendo su ser, ardiendo en su pecho como una llama que no dejaba sus pensamientos tranquilos, hasta que al mirar a su derecha se encontró con Mabel, quien no decía nada, no hizo ningún ruido, solo se quedó contemplando el enorme vacío del espacio.
Con una sola pregunta en su mente.
―¿Por qué Dawn tuvo que morir?― la pregunta de Mabel hizo que Kobu desviará su mirada al suelo, apreciando que aún quedaba un traje de vacío en la nave, en una de las taquillas cercanas junto a un kit médico, tal vez si hubieran esperado un poco más, si se hubiera adelantado alguien para proveerle asistencia médica y el traje tal vez… ella no habría tenido que morir.
Tan cerca de la salvación y a la vez tan lejos, él ya no tenia ninguna respuesta, nada que pudiera calmar el dolor que sentía en su joven corazón, la impotencia de no poder salvar a una sola persona.
Kobu se percató al observarla que esos ojos tan llenos de esperanza y anhelo prontamente dejaron de tener el brillo que los caracterizaban, el Unicornio pudo percatarse de que esa mirada inocente y llena de júbilo comenzó a desvanecerse hasta convertirse en una expresión dolorosa, la mirada de una persona maltratada y traumatizada.
Ella ya no miraba al universo con alegría ahora solo lo veía, con un vacío… el mismo vacío que él sintió en tantas ocasiones en el pasado.
El brillo de la juventud siendo dolorosamente transformada, deformada, reemplazada en la atormentada mirada de los adultos.
La guerra apenas comenzaba, ya habían experimentado una perdida personal así como dolorosa.
Pero lo que mas los aterraba es que este solo era el inicio de una larga lista de batallas y traumas.
En esta guerra sin inicio ni final.
Kobu regresó a la realidad.
El caballero del unicornio se percató de que ya no estaba golpeando sacos de arena, hasta cierto punto se llamó estúpido a sí mismo ya que desde hacía un par de horas que había dejado de concentrar sus emociones sobre sus puños.
Eso no lo estaba llevando a nada, solo a querer odiarse a sí mismo por no tener la fuerza, por no tener el coraje la iniciativa o el valor que otros tenían.
A no ser aún el hombre que quería ser, ese rayo de esperanza que todos observarán al alzar sus miradas al cielo, Kobu se sentía impotente.
Pero a la vez estaba tranquilo, tal vez lo único que necesitaba era descargar sus frustraciones con algo, pero ahora que su mente era un completo caos lo único que anhelaba era encontrar paz, pero.
¿Dónde la hallaría? Ya solo podía aferrarse solo en su búsqueda de poder, necesitaba algo que le diera una motivación real para mantenerse cuerdo en este universo tan loco.
No fue mientras caminaba por los pasillos de la nave que se encontró con alguien, una persona que observaba atentamente detrás del vidrio el enorme e inconmensurable espacio, oscuro y sempiterno, lleno de estrellas y mundos, lleno de vida.
Kobu se mantuvo observando la silueta de esa chica por unos instantes, hasta que ella decidió desviar su mirada hacia sus espaldas, encontrándose con él nuevamente
―Oh…― Aquella era la inconfundible silueta de su compañera de equipo, Mabel quien pese a que aún se veía afectada, había un rastro de esa luz que se negaba a abandonar sus ojos, ese brillo juvenil lleno de esperanzas y sueños que aún quería realizar.
―Mab…―Murmuró acercándose a su lado, había muchas cosas que deseaba decirle, tanto que quería contarle, tanto por que pedirle disculpas.
Desde que vieron como convertían los restos de Dawn en cenizas y estas fuesen arrojadas al vacío como miles de otros soldados más que habían dado sus vidas por preservar este universo, Kobu quería decirle que sus vidas no habían sido en vano.
Que cada sacrifico por más pequeño que hubiera sido jamás sería olvidado, todos esos maravillosos hombres y mujeres que habían dados sus vidas a esta causa, la causa de los nobles y justos, de aquellos que anhelaban la paz jamás sería opacado, pero no sabía como declarar dichas palabras, no existían en el vocabulario capaz de expresar lo que significaba que una niña tuviera que hacer y ver cosas tan crueles, dolorosas y aterradoras.
No existía ninguna forma de hacer que el dolor que sentía ahora en esos momentos se disipara por completo, nada podría aliviar la carga que ellos estaban sobrellevando en esos instantes, hasta que fue ella quien tomó la primera palabra
―El universo es muy hermoso, ¿no lo crees Kobu? ―Preguntó ella tomándole de la mano para que él finalmente fuese capaz de ver lo que ella podía ver, observar lo que a él le era tan difícil de apreciar.
Un universo tan lleno de posibilidades se abría ante ellos, lleno de aventuras y retos que solo serían capaces de afrontar si lo hacían juntos, como un equipo.
Estaban sufriendo, estaban afrontando a un enemigo imposible de derrotar, estaban al borde de la extinción de toda la humanidad.
Aun así en este solemne manto, frente a este campo infinito de estrellas, ante la infinita crueldad que este universo era capaz de demostrar, aún así existía un momento un instante de contemplación así como de reflexión en el que podían detenerse y observar la infinita belleza que ostentaba este cruel universo de infinitas estrellas
―Sí, lo es…―Reconoció honrando finalmente su palabra de acompañarla a ver las estrellas juntos.
Tal vez, lo único que él siempre deseó, fue poder ver las estrellas al lado de alguien que le dijera lo especial que era y que tal vez, no por no tener el poder que anhelaba no era el fin del mundo.
Tal vez.
Solo tal vez, esto era todo lo que él había anhelado…
Una batalla por la supervivencia, una guerra sin fin en una era sin paz a través de las infinitas estrellas, un conflicto extendido más allá de las barreras que creíamos conocido.
Implacables son las manos que arrasan ciudades.
Cueles los soldados que imponen la voluntad de un dios terrible.
Despiadadas las acciones que bañan de sangre la tierra de los planetas colonizados.
Pero firme es la voluntad de una diosa cuya fuerza y determinación se manifiesta en la voz de miles de soldados valientes dispuestos a sacrificarlo todo por su noble sueño, una guerra sin fin, en un universo repleto de caos y violencia.
Donde la línea entre la belleza y la crueldad es tan delgada, destinados a ser eternos verdugos o victimas de su infinita brutalidad.
Creadores esperanza, centinelas de la humanidad, guardianes protectores del universo.
Su determinación no puede ser contenida, pues no existen barreras que los detengan siendo una única voz que rompa el silencio de sus esclavitudes.
Allá donde haya sombra siempre existirá la luz.
Y allá donde la luz se pose, será el baluarte de la victoria que llevarán con orgullo hacia las fauces del infierno mismo.
Una victoria de miles, un triunfo en una larga lista de batallas por venir.
Cada vez más lejos del final pero un paso más cerca de la última gran derrota del señor del Inframundo y una última gran victoria para los santos de Athena.
¿Y Tú Has Sentido El Poder Del Cosmos?
Nuevamente un capítulo más finalizado, vaya que se ha vuelto un tanto difícil terminar estos episodios, no por que no me siga apasionando la idea de contar un universo de batallas y combates interestelares.
El problema es que con las obligaciones de la vida cotidiana, el tener una vida más activa, tener que pagar cuentas y además tener más amigos implica sacrificar tiempo valioso que podría gastar escribiendo en otras cosas.
Eso además de que por fin estoy alcanzando mis metas deseadas, finalmente he podido comprarme todos los mangas del Saint Seiya Original.
(Lo cual me ayudará a enriquecer el Lore) Comprarme dos de las Myth Cloth que siempre he querido. (Tenma y Shoko) Y tener finalmente todas las consolas de Videojuegos de la actual generación me hace sentir pleno y vacío a la vez.
Es como que todo lo que alguna vez desee ya está al alcance de mi mano, lo único que me falta es… bueno terminar mis asuntos pendientes, obtener una estabilidad económica mejor y tal vez finalmente publicar mi primer libro oficial no fake 100% original.
Eso o sacar mi primera novela grafica, lo que pase primero.
Con esto pues espero que mis actualizaciones puedan volverse más constantes y menos tardadas por que oh diosmío que me estoy tardando siglos ya en publicar.
Pero todo sea por bien de la historia y no dejar muchos cabos sueltos, o eso espero.
Anyway espero que les haya gustado este episodio después de tantos percances en el pasado.
Un remerciement sincère à ma chère lectrice: Shaina Cobra pour avoir toujours illuminé ma journée avec ses critiques, avec son soutien, avec tout l'amour qu'elle exprime en consacrant un moment de son temps à lire mes écrits et, en tout, pour m'avoir aidée à réaliser mon rêve d'enfant.
Il n'y a pas de mots en espagnol ou en français pour exprimer la gratitude éternelle que je ressens pour le soutien de votre part qui m'aide à continuer à renforcer le cerveau qui m'aide à continuer à créer cette merveilleuse histoire qui est déjà dans son deuxième arc de la deuxième saison officielle.
L'arc de la bataille de Io7
Qui durera moins longtemps (je l'espère) et racontera un autre événement paracausal, j'aimerais me concentrer à nouveau sur la vie quotidienne mais la première saison a rempli cet objectif, maintenant il est temps de se concentrer sur la guerre et les événements futurs qui déclencheront le début de la chute du royaume d'Hadès.
C'est encore loin, donc on peut explorer un peu plus ce monde en attendant.
Merci pour tout et désolé pour si peu.
Otro agradecimiento especial es a mi seguidora: Princesa del Tikal, muchas gracias hermana por todos los comentarios de poyo y buenos deseos, tu sabes lo mucho que me ha costado terminar este arco, las penurias que he pasado los últimos meses y semanas, pero escribir esto me aligera un poco la pesada carga de todos los días, además saber que te gusta y que te ayuda a muchos eventos desafortunados en la vida, me sigue inspirando a traerte un rayo de luz y esperanza aún entre la más terrible oscuridad.
Cuídate mucho y hasta siempre.
Para todos los demás que hayan llegado hasta aquí es un privilegio seguir escribiendo este relato de Ciencia Ficción, Fantasía, Guerra y Evolución de Personajes.
Si te gustó no te olvides de darle un me gusta, comparteselo a tus amigos y comenta, recuerda que eso me ayuda mucho a seguir mejorando.
Mi nombre es Eddy B y hasta la Próxima.
Hasta siempre.
