Persecución
19 de Noviembre
Max estaba en la cabina del piloto del Groudon junto al Profesor Jacuzzi y la teniente Reika.
—¿Decías que en el camino hay un hotel que podría tener supervivientes? —preguntó ella.
—¡Así es! —confirmó el chico— Cuando pasé por aquí con mis amigos y mi hermana, conocimos a la dueña que deseaba renovar la mansión en donde vivía cuando era pequeña en un hotel Si la mansión está a salvo… ¡Entonces quizás podamos a rescatar a más personas!
—Creo que me pareció oír de algo así hace un tiempo… Al parecer aquel hotel estaba teniendo buenas reseñas—añadió Jacuzzi al volante—. Puede que tengas razón, Max.
—¡Creo que después de esta colina deberíamos poder verlo! —indicó Max señalando al camino con un dedo tras el vidrio reforzado.
El Groudon continuó su acenso por la colina hasta que pudieron ver lo que había al otro lado.
—Max…—musitó Reika preocupada.
—Es una lástima…—añadió Jacuzzi decepcionado.
—¡Oh, no! ¡No puede ser! —exclamó Max horrorizado.
Un escuadrón de soldados dirigido por Reika recorría los restos de la antigua mansión en caso de que hubiese alguien refugiado entre las ruinas.
—Max, es muy difícil que haya alguien aquí…—dijo Norman al lado de su hijo. Los dos caminaban detrás de los soldados y eran escoltados por sus pokémon—¿Por qué insistes tanto en seguir buscando? Recuerda que estamos en una carrera contra el tiempo para llegar a Ciudad LaRousse antes que nos alcancen esos pokémon…
La expedición había encontrado la mansión mencionada por Max completamente destruida. Al parecer alguna clase de desgracia le había ocurrido al edificio y se había quemado completamente. Dejando muy pocas estructuras del antiguo hotel en pie.
—Yo conocí a un amigo cuando visité esta mansión la última vez. Un pokémon ¡Estoy seguro que debe seguir por aquí!
Gardevoir escoltada por su hermano miraba alrededor suyo.
—No siento auras humanas cerca, pero creo que siento una presencia más adelante…—indicó ella.
—¡Reconozco este sitio! ¡Mi amigo tiene que estar más adelante!
Eventualmente el escuadrón de búsqueda llegó a los restos de una sala de gran tamaño.
—¿Qué es este sitio? —se preguntó Reika observándola— ¿Instalaron juegos infantiles aquí?
A pesar de lo dañada que estaba la habitación, Max todavía podía reconocer la sala de juegos que su amigo le había mostrado. Pudiendo reconocer entre otras cosas el tobogán con forma de Donphan y el carrusel con asientos en forma de Ponyta.
—¡Shuppet! ¡¿Estás aquí?! —Max gritó juntando las manos— ¡Soy yo, Max! ¡He venido a buscarte!
—¿Shuppet? —preguntó su padre.
—Siento que algo se acerca… un aura fantasmal—indicó Gardevoir.
Frente a Max se materializó la figura de un Shuppet.
—¿Eres tú, Max? —preguntó la voz infantil del pokémon tipo fantasma que pestañeaba incrédulo.
—¡Si, soy yo! ¡Estoy tan feliz de volver a verte!
Ambos se acercaron el uno al otro y Max procedió a abrazarlo.
—¡Shuppet! ¿Qué fue lo que pasó con la mansión? —le preguntó el chico una vez que se separaron— ¿Sabes qué es de Emily?
El semblante de Shuppet se entristeció.
—Emily ya no está… ocurrió algo hace un tiempo. Algo que nos hizo doler mucho a los pokémon y que nuestros poderes se descontrolaran. En la mansión habían de visita algunos entrenadores con pokémon del tipo de fuego. Ellos perdieron el control de sus poderes y comenzaron un gran incendio. Después de eso ya no volvía a ver a Emily…
Max hizo una mueca triste.
—¿No te fuiste de la mansión?
Shuppet negó con la cabeza.
—La mansión quedó destruida, pero sigue siendo mi hogar, Max. Aunque debo reconocer que me sentía muy triste y solo aquí… ¡Por lo que no me lo podía creer cuando los sentí a ustedes acercarse! ¡Menos aún que tú estarías entre ellos! ¿Están tu hermana y tus amigos contigo?
—Lamentablemente no… No estaban conmigo cuando comenzó todo esto. Pero aun así, Shuppet, me alegro volver a verte. Déjame presentarte a los demás…
Max se dio la vuelta y comenzó a señalar al resto.
—¡Este es mi papá!
—Hola, Shuppet. Yo soy Norman. Qué bueno que se hayan podido reencontrar—le respondió de regreso.
—Mientras que estos son mis amigos pokémon. Estos son Gardevoir, Gallade, Grovyle, Breloom y Mightyena. El pokémon grande al lado de mi papá es su Slaking.
Luego procedió a señalar a los soldados del Reino Espejismo.
—Estos de aquí vienen del Reino Espejismo. Los estamos acompañando en una misión para llegar a Ciudad LaRousse. Por lo que los convencí para que revisáremos el hotel ya que estaba en el camino. La mujer de pelo azul es Reika, una de sus líderes y el pokémon que la acompaña es su Baltoy.
—¡Es un gusto conocerlos a todos! —exclamó Shuppet contento de por fin ver a más personas después de tanto tiempo.
—Parece que no vamos a encontrar a más supervivientes aquí—indicó Reika—. Será mejor que volvamos pronto al Groudon para seguir con el trayecto.
Max asintió a la teniente y se dirigió de nuevo al pokémon.
—Shuppet… Como te dije, estoy de viaje con mi papá y mis amigos. Por lo que no nos podemos quedar aquí. Entonces me pregunto… ¿Te gustaría acompañarme como uno de mis pokémon? Tendrías que dejar la mansión atrás…
Shuppet asintió.
—Me pone triste tener que dejarla, pero aquí ya no quedan más que recuerdos… ¡Por lo que te acompañaré con gusto, Max!
—¡Muy bien, entonces síguenos! ¡En el Groudon hay muchos más amigos que debo presentarte!
Horas más tarde ya pasado el mediodía y el almuerzo. Arthur, Claudia, Andrés y Ángela estaban sentados en ese orden por unas cajas de suministros en la cubierta inferior de la bodega de carga del Groudon. No muy lejos de las tiendas de campaña de las familias de Pueblo Rubello.
—Ha sido difícil esta semana de viaje… ¡Pero que emoción! ¡Hoy día deberíamos llegar en la noche a Ciudad Arborada y para mañana deberíamos estar en Ciudad LaRousse! —mencionó Ángela.
—¡Es verdad! ¡Me muero de ganas de confirmar si mi padre está ahí, pero ya casi lo conseguimos! —añadió Andrés.
—Quizás aún no sabemos cómo están las cosas exactamente allá. Pero creo que una vez que lleguemos, deberíamos celebrarlo si es posible ¿No? —sugirió Claudia.
—Suena como una buena idea. Recuerdo que hablé con Claudia del tema hace unos días. En donde no solo hay que celebrar que llegamos a LaRousse, sino que también el reencuentro de nosotros tres de Ciudad Petalia. Pero ahora que lo pienso bien… creo que deberíamos celebrar también la adición de nuevos amigos en el camino—dijo Arthur dirigiéndose a Ángela.
—Hay, Arthur… me halagas…—dijo ella alegre— Reconozco que quizás haya sido un poco pesada al principio, pero me complace oír que me consideres una amiga ahora…
—¡Y no te olvides de nosotros, Ángela! —añadió Claudia— Quizás no nos conocemos las dos desde hace mucho, pero con gusto no me importaría que nos acompañes a nuestra celebración.
—¡Muchas gracias, Claudia!
—¡Y aunque no la invitase ella, la invitaría yo! —intercedió Andrés— ¡Para mí Ángela es tan parte del grupo de Petalia como los tres!
—Gracias, Andrés… eres muy dulce…—le respondió con una sonrisa cálida mientras extendía la mano y le acariciaba el dorso de la suya. Haciendo que él se sonrojara.
—¿Están hablando de hacer una celebración sin que yo esté presente! ¡Hay que remediar esto! —dijo la voz de Nick acercándose por detrás de las cajas al grupo.
—¡Por supuesto, Nick! ¡Tú también puedes venir! —respondió Claudia.
—Un amigo de Claudia es amigo mío también. Por lo que por mí no hay problema—indicó Andrés.
—¿Supongo que no es problema? —preguntó Nick a Arthur. Su voz tornándose un poco más seria de lo habitual.
—No… supongo que no…—contestó Arthur dirigiéndose a él de manera más tensa.
Claudia miró a ambos preocupada por la sensación de hostilidad que parecía haber entre los dos.
En respuesta, Ángela infló sus mejillas y miró con disgusto aquella escena. A ella no le caía mal Nick a pesar de que no era de su preferencia la forma en que se dejaba el pelo largo y rizado. Lo que en verdad le desagradaba a ella era esa tensión que existía entre Nick y Arthur por Claudia. Era algo demasiado obvio y que había sido comidilla de cotilleos entre ella, Jennifer y Katrina que en paz descanse… Y por mucho que ella alguna vez admiró a Arthur en su momento, él era igualmente tan parte del problema como Nick.
Si tan solo alguien pudiese hacer algo para que esos dos no se comportaran como idiotas arruinando el grato ambiente que tenían…
—¡Hola a todos! —dijo la voz del Shuppet de Max acercándose a ellos.
—¿Eh? ¿Shuppet? ¿Qué haces aquí? —preguntó Andrés.
Todos ellos se fijaron en el pokémo. El cual se fijó en Arthur y Andrés intrigado por algo en ellos. En respuesta, el pequeño fantasma sonrió.
—¡No se peleen! ¡Sean todos amigos! —declaró Shuppet.
Los ojos del pokémon comenzaron a resplandecer de rojo a la vez que un aura de ese mismo color rodeó a ambos chicos. Posteriormente, el aura roja abandonó el cuerpo de los dos y fluyó hacia el cuerno en la cabeza de Shuppet siendo absorbido.
—¡Shuppet, así que estabas aquí! —exclamó Max acercándose— ¿Qué fuiste a hacer?
—¡Disculpa, Max! Sentí que había comida por aquí y fui a mirar donde—dijo dirigiéndose a su entrenador.
Entonces se tornó de nuevo hacia el grupo.
—¡Muchas gracias por la energía! —agradeció el pokémon mientras él y Max se alejaban.
Arthur y Nick se miraron a si mismo extrañados.
—¿Qué fue eso? —se preguntó Arthur.
—No lo sé… pero me siento más… ¿ligero?
Entonces Arthur miró a Nick de manera diferente.
—Oye Nick, por supuesto que puedes venir a lo que hagamos una vez que lleguemos a Ciudad LaRousse. Somos amigos después de todo ¿No?
—Por supuesto. Gracias, Arthur ¿Puedo preguntarle a Brendan si es que puede acompañarnos también?
—No hay problema—respondió él—. Dile a Brendan que puede invitar a Jennifer también. Y quizás también a ese chico, Timmy, si es que no tiene problemas. Parece que desde los últimos días él y Brendan por fin parecen llevarse mejor. Hablando de otros, creo que debería considerar invitar a Alyssa también…
—Ese Timmy es un tanto tímido y retraído—añadió Andrés recordando sus breve experiencias con él durante la crisis de los Swalot y del Bosque Prohibido—. Creo que sería buena idea que salga un poco y que socialice con gente que conoce.
Ángela suspiró aliviada ante el cambio de ambiente. Con sus poderes psíquicos, había notado que Shuppet había absorbido las emociones negativas que existían entre los dos.
—Gracias pequeñín…
Mientras continuaban su charla los cinco, a lo lejos Bruce los observaba complacido apoyado sobre una de las paredes de la bodega de carga. Fijándose especialmente en lo animado que se veía su amo después de toda la debacle que había sido para él la muerte de Katrina hace tres días atrás. Ahora Nick había tomado su cámara y se encontraba tomándole una foto al grupo que posaba. Para inmediatamente tomar una segunda esta vez incluyéndose él con el temporizador.
—Se te ve más alegre de lo usual, Bruce ¿Pasó algo bueno? —preguntó Rose acercándose por un costado.
El Blaziken no apartó su mirada de los entrenadores mientras ella se acercaba y se fijaba en sus objetivos.
—Me alegra ver a Arthur de mejor ánimo después de lo que ocurrió hace poco. También me alegra que esté junto con sus amigos y que haya podido reencontrarse con ellos—aclaró Bruce.
La hembra fijó la mirada en su entrenadora.
—También me complace que Claudia haya podido hacerlo también, incluyendo a tu Arthur. Y que haya podido conocer a otros humanos como Nick. Cuando hacía mis viajes con ella, pude darme cuenta de que en realidad ella casi no tenía otros amigos humanos. O por lo menos amigos con los que pudiese verse constantemente.
—Esperemos que una vez que lleguemos a Ciudad LaRousse, que tanto Arthur como Claudia puedan al fin reconstruir sus vidas en paz junto con el resto de nosotros—siguió Bruce.
La Blaziken miró hacia un costado. En un rincón de la bodega de carga estaba Aggron cuidando de sus tres crías. Junto a ella estaba también Kaiser jugando con uno de los Aron. A los cuales Aggron por fin le había permitido acercarse can mayor confianza una vez que los instintos maternales se habían calmado un poco. Ver a los cinco juntos como una familia hizo que esbozara el equivalente a una sonrisa.
—Bruce… ¿Has tenido alguna vez pareja? —preguntó ella de golpe sin apartar la mirada.
Aquella pregunta sorprendió al Blaziken e hizo que finalmente apartara la vista de los entrenadores un momento hacia ella
—¡¿Pero qué clase de pregunta es esa?! —exclamó inquieto.
Pero entonces se dio cuenta que de nuevo había caído en una de las trampas que Rose solía tenderle para hacerle perder la compostura. Bruce cruzó los brazos y miró hacia al otro lado de ella.
—¡¿Y qué si no he tenido?! —preguntó él.
—Me lo imaginaba, sigues siendo relativamente joven después de todo. Además, esa reacción tuya que tuviste después de que te diera mi "regalito de agradecimiento" en el Bosque Prohibido me lo dijo todo. Me hace preguntarme si a lo mejor lo tuyo son entonces las mayores… je, je, je…
Bruce sintió de nuevo que su corazón se le aceleraba. A una parte de él le desagradaba que Rose pudiese sacarlo de sus casillas tan fácilmente. Pero por otro lado, a otra no le importaba mientras fuese ella…
—¿Y acaso tú si has tenido? —preguntó él dándose la vuelta e intentando desviar el tema de conversación lejos de su persona.
—¿Qué si yo he tenido pareja? Puede que sí… Como puede que no…—respondió Rose intentando sonar misteriosa— Lo que sí puedo decirte, es que hasta el momento no he tenido crías…
Entonces ella procedió a extender un brazo y con el dedo señaló en dirección de Aggron, Kaiser y sus Aron.
—Por lo que verla a ella con las suyas… debo admitir que hace despertar en mí cierto grado de curiosidad…
Bruce avanzó algunos pasos para colocarse a su lado y se quedó mirándolos un rato junto a ella.
—Es reconfortante ver a Kaiser tan dedicado. Creo que va a ser un buen padre—sentenció finalmente.
Por una fracción de segundo ella miró de reojo a Bruce antes de ponerse a pensar como si estuviese considerando algo.
—Si alguna vez encuentro a mi pareja idónea… espero que sea uno bueno también…—añadió Rose con cierto aire de anhelo.
En el comedor, tanto Brendan como Timmy se encontraban sentados uno al lado del otro en una de las mesas con las bandejas de sus almuerzos. Frente a ellos estaba Jennifer con la suya.
—No era necesario que me esperaran hasta que terminara mi turno ayudando en la enfermería para almorzar… ¡Pero aun así muchas gracias! —le dijo a los dos contenta.
—Descuida, para mí no es problema—respondió Brendan.
—Igual para mí—añadió Timmy—. Tu trabajas mucho más que varios de nosotros aquí en el Groudon. Por lo que es injusto que debas comer sola.
Mientras los tres comían, el único otro ruido que había en el comedor era el de dos soldados utilizando la consola de videojuegos del comedor en el momento de descanso de ambos. En cierto momento ella se detuvo y se quedó observándolos.
—¿Saben? Entiendo que quizás todavía no se caigan muy bien ¡Pero me da gusto poder verlos a los dos compartir tranquilos de esa forma! —comentó ella complacida con la escena.
—Bueno, ero lo mínimo que podía hacer después de que Timmy se arriesgara de esa forma en el Bosque Prohibido…—dijo Brendan.
—Además, tampoco es que me guste estar peleado con otras personas…—añadió Timmy.
—Independiente del motivo, es un alivio que se te hayan bajado los humos, Brendan. Ahora sí que es posible pasarla bien contigo como en los viejos tiempo. Y sobre ti, Timmy, te felicito que ya puedas moverte por el Groudon sin el traje de El Fantasma.
Los dos chicos se abochornaron ante los elogios de la Joy.
—Este… muchas gracias, Jennifer…—respondió Brendan— Cambiando de tema, ya falta poco para llegar a Ciudad LaRousse. Por lo que… ¿Tienes pensado que vas a hacer allí una vez que lleguemos?
—¿Yo? Bueno… Pensaba buscar a las de mi familia que viven ahí y ver si puedo seguir con mi formación de enfermería con ellas.
—Tiene sentido—contestó Brendan—. Yo por mi parte no estoy cien por ciento seguro ahora que el mundo ha cambiado tanto y no tenemos idea de qué será del futuro de los entrenadores pokémon. Por lo que estoy considerando comenzar a ayudar a mi padre una vez que estemos los dos allá y quien sabe, a lo mejor termino estudiando para convertirme en investigador pokémon al igual que él. Ahora que los pokémon han cambiado tanto, me imagino que debe de haber mucho que aprender sobre ellos.
—¡Vaya, eso suena como un muy buen plan! A veces me cuesta recordar que eres hijo del Profesor Birch, pero no me extrañaría que tuvieses bastante de su talento. Verte llevar un bata de laboratorio será algo nuevo sin duda…—comentó la Joy— ¿Y tú, Timmy? Entiendo que quizás sea muy pronto para ti pensarlo, pero me preguntaba si tenías algo en mente.
—¿Yo? Bueno, no estoy seguro la verdad… A mí me gustaban los Concursos Pokémon, pero al igual que Brendan, quien sabe lo que ocurrirá con ellos ahora con todos los cambios peligrosos que les han ocurrido. Quizás tendré que considerar lo que me decía mi madre y estudiar para convertirme en un hombre de negocios…—respondió el chico pensativo.
A Jennifer le llamó mucho la atención ese último detalle ya que era la primera vez que lo escuchaba mencionar algo de su familia. Lo que le parecía un importante paso.
—Quizás pueda ser difícil, pero a lo mejor todavía hay una oportunidad para los antiguos Coordinadores Pokémon allá en LaRousse. Por lo que no te rindas, Timmy—le dijo ella tratando de animarlo—. Y en el peor de los casos, tenemos a Steven Stone, el heredero de la Corporación Devon ¡Estoy segura de que él podría ayudarte a que te conviertas en un excelente hombre de negocios si fuese necesario, Timmy!
—¿Steven Stone? Vaya, no lo había pensado de esa manera… Gracias Jennifer. Parece que pase lo que pase, quizás haya algo que pueda hacer en Ciudad LaRousse después de todo.
—¡Eso es! ¡Hay que pensar positivo! —afirmó la Joy.
Mas tarde ese día en la sala de operaciones, Hagen soltó un suspiro sentado en su puesto de comandante.
—Sinceramente, no creo que fuese una buena idea perder el tiempo enviando gente a investigar las ruinas de ese hotel con el enemigo pisándonos los talones…—opinó él.
—Sólo encontramos a un pokémon antiguo amigo de Max—respondió Reika—. Pero a lo mejor habían supervivientes refugiándose en la ruinas y es probable que si no lo hubiésemos hecho, él no nos los habría perdonado fácilmente.
—Los deseos caprichosos de un niño son menos importantes que el posible destino de nuestro Reino, teniente. Quizás pudo salirse con la suya en esta ocasión, pero ese chico debe aprender alguna vez que no siempre todo lo que uno quiere es posible en la vida.
Una gota de sudor rodó por el costado de la cabeza del mayor.
—Maldita selva Hoenniana… al menos debería faltar poco para dejar ese lugar y llegar pronto a Ciudad Arborada…—comentó Hagen para sí mismo— Si le falta algo a este cacharro es un maldito aire acondicionado…
Tras decir esto el Groudon se detuvo de súbito.
—¡Aquí Hagen a la cabina del piloto! ¿Qué pasa que nos hemos detenido? —preguntó comandante por sus auriculares.
—Comandante, la ruta se encuentra obstruida por un derrumbe—respondió Jacuzzi por el comunicador de su cabina—. No podemos seguir por este camino…
Un escalofrío recorrió la espalda de los dos oficiales y la de los operadores de los equipos de comunicaciones y sensores del Groudon. La situación era muy similar a cuando habían sido emboscados cerca del Bosque Prohibido.
—¡¿Hay algún contacto pokémon en los radares?! —preguntó Hagen.
—¡Negativo! —respondió uno de los operadores agitado mientras miraba sus pantallas.
—¡Jacuzzi! ¿Hay algún camino alternativo que podamos seguir?
—¡No hay otro! —respondió el Profesor— ¡Esta es la única ruta que un vehículo de este tamaño puede utilizar camino a Ciudad Arborada! ¡La única opción que nos queda es que un grupo baje y limpie los escombros! ¡Estimo que nos tomará un par de horas si es que nos ayudan los pokémon!
—¡Mierda! ¡Aquí estamos demasiado expuestos! —exclamó Hagen— ¡Jacuzzi! ¿Hay algún lugar seguro cercano que podamos utilizar para detenernos?
—¡Muy cerca está el Instituto Meteorológico! ¡Deberíamos poder llegar hasta ahí y detenernos antes de empezar a trabajar en el derrumbe!
—¡Entonces llévanos allá y pongan en alerta a todo el mundo! ¡Esten listos en caso de que nos ataquen!
Delta se teletransportó delante de los demás Alakazam comandantes.
—Está hecho, Alfa—informó este—. Se me ha informado que los humanos se encontraron con el derrumbe que dejé preparado hace varios días atrás y su vehículo se ha visto obligados a desviarse en dirección al antiguo edificio del Instituto Meteorológico. Una vez allí, no tendrán escapatoria.
—¡Fantástico! —respondió Alfa— ¡Después de tantos días persiguiéndolos sin poder alcanzarlos, por fin los tenemos acorralados!
—Ahora queda atacarlos antes de que se pongan a trabajar en el derrumbe—añadió Beta.
Épsilon dio un paso adelante.
—¡Es hora de que esos humanos paguen! ¡Al fin tendré mi venganza por todas las humillaciones que me han causado! —dijo recordando especialmente el cómo casi había pensado que no iba salir vivo de su reunión con Uxie para dar explicaciones por lo acontecido en el Bosque Prohibido.
—Tú no eres el único que busca venganza aquí, Épsilon—informó Alfa—. Uno de nuestros viejos amigos por fin ha podido regresar con el resto de los suyos…
Detrás de ellos apareció Omega escoltado por otros dos Metagross de coloración convencional.
—¡LOS HUMANOS PAGARÁN POR EL DAÑO QUE NOS HICIERON A NOSOTROS Y A MIS DEMÁS CONGÉNERES! ¡NINGUNO DE ELLOS ESCAPARÁ VIVO!
—¡Calma, Omega! —respondió Alfa al Metagross plateado— Los humanos de ese grupo y sus pokémon serán aniquilados, de eso no hay duda. Pero recuerden que sigue siendo esencial capturar algunos prisioneros para intentar extraer información acerca del paradero de Jirachi de ellos. Especialmente de alguno de sus oficiales. Aunque en esta ocasión serán trasladados directa e inmediatamente a Isla Nueva para ser interrogarlos personalmente por el Señor Uxie.
»Además, recuerden que hay tres objetivos prioritarios entre ellos para su captura. Vivos si es posible. Estos son los dos humanos capaces de utilizar aura y el Medicham que acompaña al humano anciano. Siendo el humano joven de los tres el que hirió de gravedad a Omega durante su última batalla…
—¡NO! ¡HEMOS ESTADO DESEANDO TODO ESTE TIEMPO COBRAR VENGANZA POR NUESTRO HERMANO ASESINADO! ¡EL HUMANO JÓVEN DEBE MORIR!
—¡Estas son órdenes directas del Señor Uxie, Omega! ¿O acaso deseas expresar tu disconformidad directamente con él? —preguntó Alfa.
Omega decidió ceder por ahora, pero su mirada llena de odio claramente indicaba que estaba en desacuerdo con aquella decisión.
—Me aseguraré de recomendarle al Señor Uxie que te de vía libre para que puedas hacer lo que quieras con el humano una vez que deje de serle útil. Tienes mi palabra, pero primero tendrás que acatar órdenes. Bien, es hora de motivar a las tropas.
Alfa avanzó hacia unos matorrales acompañados de los otros comandantes Alakazam y los tres Metagross. Una vez cruzados los matorrales, se encontraron delante de todas las tropas que tenían a su disposición en la región. Las cuales eran poco más de dos mil.
—¡Miembros del glorioso ejército de Uxie y de Ho-Oh! —comenzó a decir el Alakazam— ¡Después de tanto tiempo persiguiendo a los humanos que tienen cautivo a Jirachi, por fin los tenemos acorralados! ¡No tienen lugar para escapar salvo el último refugio que les queda!
Los pokémon salvajes naturales comenzaron a vociferar emocionados, mientras que los clones guardaron silencio disciplinadamente.
—¡Con las nuevas tácticas que hemos comenzado a implementar los últimos meses y nuestro gran número, los humanos no tendrán oportunidad! ¡Pero no subestimen a aquellos humanos! ¡Recuerdan que en el pasado nos causaron derrotas importantes, y que ahora lucharan como bestias acorraladas que no tienen nada más que perder salvo sus propias vidas!
»¡Pero nuestro espíritu de pelea es más fuerte! ¡Con la Remoción de los Limitadores, ahora somos muchas más poderosos que cualquiera de ellos! ¡Por lo que no teman! ¡Recuerden que la era de los humanos está por acabar y que ahora por fin los pokémon recuperaran su verdadero lugar en este mundo! ¡Una vez que Jirachi sea rescatados de su cautiverio, estaremos a un paso más de conseguir la victoria total!
Los pokémon salvajes vociferaron aún más fuerte, deseosos de entrar en combate.
—¡Prepararse para la batalla, camaradas pokémon! ¡Un nuevo futuro nos espera! ¡Tan solo nos queda reclamarlo por nosotros mismos! ¡Alabado sea Uxie, el Señor del Conocimiento! ¡Que su sabiduría nos ilumine y que nos lleve hasta la victoria!
—¡Gloria a Uxie, el Señor del Conocimiento! —respondieron los clones al unísono como si fuesen un solo ser— ¡Gloria a Ho-Oh, el Señor del Arcoíris! ¡Por la victoria total y completa de los pokémon sobre los humanos!
Mientras tanto, el Groudon avanzó por el camino a toda velocidad hasta llegar a una rampa de tierra que una vez arriba los llevó a la entrada del Instituto Meteorológico. La tripulación se encontraba agitada porque en el camino al instituto habían detectado una enorme cantidad de contactos pokémon salvajes acercándose a ellos a la distancia a través de sus sensores. Por lo que las tropas del Reino Espejismo ya habían comenzado a planificar la defensa de la expedición incluso antes de llegar.
Una vez que la rampa de la cubierta de carga se desplegó, varios escuadrones armados descendieron y procedieron a entrar al edificio del instituto para asegurarlo.
—¿Situación? —preguntó Hagen desde la sala de operaciones.
—¡El instituto se encuentra completamente vacío, comandante! —informó Reika por la radio— ¡Parece ser que quienes trabajaban aquí evacuaron y pudieron llevarse buena parte de su equipo con ellos!
—Los científicos fueron seguramente evacuados a Ciudad LaRousse junto con los datos de sus investigaciones de acuerdo con el Plan de Contingencia Nacional—añadió Steven Stone presente también en la sala.
—¡Muy bien todos, procedan a prepararlo todo! ¡Evacuen a los no combatientes al interior del Instituto y que todo el resto empiece a mover equipo! ¡Necesitamos transformar este lugar en una fortaleza inexpugnable con el tiempo que tenemos! —ordenó el comandante.
Una vez asegurado el interior del edificio, las familias de Pueblo Rubello comenzaron a descender con sus cosas en dirección al interior.
—¡Muévanse todos! ¡Rápido! —ordenaba un soldado.
—¡Vamos querida, ánimo! —le decía Jake a Savannah mientras corrían juntos adentro— ¡Sandra! ¡No te quedes atrás!
—¡Descuida papá! ¡Estoy detrás de ustedes!
Una vez bajados todos los civiles, los demás humanos y pokémon comenzaron a preparar las defensas.
Primero el Groudon fue movido para cubrir la entrada principal del instituto con su cuerpo blindado a lo largo. Dejando las tres torretas con cañones funcionales del vehículo disponibles para ofrecer fuego de apoyo. Una vez posicionado el Groudon, las ametralladoras pesadas y los lanzagranadas de las pasarelas externas fueron redistribuidos para concentrar su poder de fuego en los lados disponibles.
Después de esto, los defensores comenzaron a bajar sacos del interior del vehículo y a construir dos líneas de posiciones defensivas delante del Groudon y alrededor del edificio. Para así cubrir las tres rampas que permitían subir hacia la explanada elevada del instituto. En donde aquellas dos líneas fueron reforzadas en la medida posible con al menos dos capas de barreras de Reflejo y Pantalla de Luz de parte de los usuarios de poderes psíquicos.
Una de las rampas llevaba a un río que podía cruzarse a pie por medio de un puente pequeño. El cual un equipo de demolición procedió a destruir con cargas explosivas para asegurarse de que el enemigo no pudiese cruzarlo fácilmente para llegar al Instituto.
Mientras tanto, un segundo grupo de defensores procedió a abrir o simplemente romper los ventanales del tercer y cuarto piso del instituto que no estaban cubiertos por el Groudon para así poder disparar al enemigo desde arriba.
Una vez las defensas fueron terminadas, los humanos y pokémon que habían trabajado en ellas aprovecharon de descansar el poco rato que tenían antes de que el enemigo apareciera. Muchos estaban cansados y jadeaban agotados, pero tenían que recuperar fuerzas pronto ya que la batalla se aproximaba rápida.
—Estoy muerta… pero de alguna forma conseguimos terminar a tiempo…—dijo Claudia agotada.
Tanto ella como Nick estaban sentados en el suelo y apoyados sobre una pared uno al lado del otro. Con sus prendas superiores reducidas a camisas sin mangas llenas de sudor.
—Si… todo esto me recuerda a la vez que nos atacaron en ese Centro Pokémon cuando nos encontrarlos los del Reino Espejismo… Se siente como si hubiera pasado una eternidad…—añadió el.
—Verdad… lo recuerdo… Ahí fue cuando les preparamos a esos pokémon todas esas trampas…
Ambos entrenadores se encontraban en el pasillo de un anexo del instituto ubicado a la altura del primer piso y no demasiado lejos de la recepción. El cual tenía múltiples ventanas que daban al exterior y que les permitían a ambos poder observar y supervisar a sus pokémon. Los cuales se preparaban para combatir junto a los soldados que ocupaban las posiciones defensivas afuera.
Los dos procedieron a darse un rato para recuperar el aliento antes de seguir hablando.
—¿Sabes Claudia? Han pasado muchas cosas desde que nos conocimos allá en Lavacalda cuando comenzó todo esto. Cosas tanto buenas como malas—comenzó a decir él—. Hubiera preferido que nos conociéramos en mejores circunstancias, pero…
Nick movió una mano sobre la de Claudia y la estrechó a la vez que la miraba al rostro con una sonrisa.
—Pase lo que pase hoy… agradezco que nos pudiéramos conocer…
Aquel gesto y aquellas palabras tomaron de sorpresa a Claudia y ella no pudo evitar sonrojarse. Lo que hizo que ella apartara la vista hacia un costado.
La mente de Claudia comenzó a procesar muchas cosas incluyendo múltiples sentimientos encontrados. Ella recordaba cuando había estado en las aguas termales para el cumpleaños de Brendan y le habían mencionado el supuesto interés que tenía Nick en ella. Y posteriormente, recordaba cuando él la había animado y dicho que también podía ser una chica hermosa y encantadora.
Todo indicaba que era verdad, que efectivamente Nick se sentía interesado en ella. Pero… ¿Acaso sentía ella lo mismo? ¿Podía ver a Nick como alguien más que un amigo? Se preguntó de nuevo como en aquella ocasión antes de partir del Reino Espejismo en la expedición.
Ella no quería herirlo. Así que lo intentó. De verdad intentó esforzarse en ver si es que podía verlo como alguien más que un amigo. Pero por más que lo intentase, no podía… Lo que la hacía sentirse culpable…
—Yo… gracias, Nick… Nunca tuve muchas amistades, por lo que agradezco haberte conocido y que seas mi amigo también…—respondió ella en un tono algo vacilante.
Nick soltó la mano de Claudia, apartó la mirada y procedió a cerrar los ojos.
—Te gusta él… ¿Verdad? —preguntó Nick resignado.
—¿Eh? —preguntó Claudia volviéndolo a mirar.
—A ti te gusta Arthur… ¿No es cierto? —preguntó esta vez en un tono más serio y hasta algo molesto.
Claudia soltó un quejido entrecortado e inmediatamente apartó la mirada de nuevo avergonzada.
—Yo… no lo sé, Nick… Ha cambiado tanto después de todos estos años, y se ha vuelto tan fuerte a pesar de seguir siendo el chico dulce y amable que conocí alguna vez… Que cuando estoy cerca de él yo…—dijo ella casi sin aliento.
Nick inhaló aire y soltó un largo suspiro triste.
—Está bien… no te preocupes… Me imagino que esto no es algo que puedas controlar…
Entonces procedió a levantarse y acercarse a la ventana. Tomando su cámara fotográfica, comenzó a tomar fotos de la línea defensiva a modo de archivo para distraerse.
—¿Nick?… lo siento… lo siento tanto…—respondió ella sollozando..
Nick se detuvo, asintió con la cabeza y siguió tomando fotografías mientras Claudia comenzaba a llorar en voz baja.
En la recepción del Instituto, Jennifer se encontraba terminando de ayudar a instalar la enfermería de campo que estaban preparando los médicos de combate junto con Chansey cuando vio a Timmy entrar en la recepción acompañado de su Dusclops.
—¿Timmy? ¿No te vas a ir a refugiar con los civiles de Pueblo Rubello? —preguntó ella.
El chico negó con la cabeza.
—He decidido quedarme aquí a ayudar a proteger la enfermería de cualquier cosa que ocurra. Simplemente me es incomprensible no hacer nada cuando tengo a Dusclops y esto, aunque no me gusten estas cosas…—respondió observando la pistola de emergencia en su mano que le habían dado — Además de que tú vas a estar aquí exponiéndote mientras ayudas a los heridos.
—Timmy…
Brendan procedió a aparecer en la recepción desde afuera armado con una pistola también.
—¿Vas a estar aquí, Timmy?
El entrenador asintió de regreso y a su vez señaló en dirección a las escaleras que daban a los pisos superiores.
—Yo voy a estar arriba acompañando a Andrés y a Ángela en el tercer piso. Desde allá arriba podré supervisar a mis pokémon que van a estar peleando afuera. Así que mientras no esté aquí, que no se te pierdan de vista Jennifer y su Chansey ¿Entendido?
—Yo…—respondió Timmy sintiéndose sorprendido por la actitud de confianza hacia el— ¡Por supuesto! ¡Puedes contar conmigo, Brendan!
—Brendan…—musitó ella con ojos llorosos.
La Joy procedió a acercarse a él y le dio un abrazo.
—Allá arriba va a ser peligroso en donde no los cubre el Groudon… Ten cuidado ¿Vale?
Recuperándose de su asombro, Brendan la abrazó de regreso.
—No te preocupes… no estaré solo allá arriba, así que todo estará bien…
Ante esta escena, Timmy no pudo evitar apartar la mirada. Jennifer había sido muy amable y comprensiva con él todo este tiempo. Pero Timmy no podía olvidar que en el fondo él estaba en segundo lugar en comparación con Brendan al cual había conocido primero. Parte de él no podía evitar sentir envidia, pero aun así quería asegurarse de que la Joy estuviese a salvo.
En otro sector de la recepción se encontraban también Norman, Max y sus pokémon reunidos.
—Bueno, parece que lamentablemente no los vamos a poder acompañar ya que va a ser demasiado peligroso allá afuera. Por lo que pase a partir de ahora dependerá de ustedes—comenzó a decir el chico a sus pokémon—. Gardevoir, como Chansey está aquí, me imagino que tu irás afuera a darle apoyo a los soldados.
Ella asintió.
—Así es, ellos me van a necesitar afuera para ayudar a los médicos a estabilizar a los heridos. Pero no te preocupes Max, mi hermano y los demás estarán conmigo—le respondió.
—Tienes mi palabra de que no permitiré que nadie le pondrá una mano encima—añadió Gallade.
Max asintió y entonces observó a sus demás pokémon.
—Shuppet, perdón si es que recién nos acabamos de reencontrar y te sientes obligado a luchar por todas estas personas que apenas conoces. Nos ataca el enemigo que mencioné que quiere llevarse a mi amigo Jirachi.
—Entiendo, Max. Sé que tu no querías que esto ocurriera. Pero eres todo lo que me queda, por lo que lucharé para protegerte a ti y a tus amigos.
—Gracias, Shuppet…—respondió el chico agradecido—Ahora respecto a ustedes…
Max miró entonces a Grovyle, Breloom y Mightyena.
—Como no voy a poder estar con ustedes durante la batalla, será mejor que uno de ustedes asuma el rol de líder, que coordine los movimientos del grupo y que haga de intermediario con los pokémon de los demás.
Al chico enfocó su vista en Grovyle.
—Grovyle, quiero que tú seas ese líder.
El pokémon tipo hierba se señaló a sí mismo extrañado.
—¿Yo? ¿Por qué no mejor Breloom o Mightyena? Ellos te conocen de antes y probablemente puedan hacer el rol de líder mucho mejor que yo…
Max negó con la cabeza.
—Lo hago porque confío en ti Grovyle. Quizás no nos conozcamos mucho tiempo, pero sigues siendo mi primer pokémon como entrenador oficial. Por lo que siento que te mereces la oportunidad de demostrar su valía como líder en esta ocasión.
—Yo… Max… ¡Muchas gracias! ¡Juro que daré mi mayor esfuerzo! —contestó Grovyle conmovido.
—Por mí no hay ningún problema—respondió Breloom.
—¡Yo tampoco! —siguió Mightyena.
—¡Y yo soy el más nuevo aquí! ¡Por lo que prefiero que otro se encargue del trabajo pesado! —añadió Shuppet.
—Ahora, acérquense todos… tú también Gardevoir…
Max se arrodilló y sus pokémon se le acercaron. Entonces él extendió sus brazos y los abrazó a todos en un abrazo grupal.
—Los quiero a todos… A todos y a cada uno de ustedes… Porque ustedes no son solamente mis pokémon, sino que también mis preciados amigos. Hemos hecho un largo recorrido hasta aquí, en donde nos hemos ido reencontrado de a poco y ya falta poco para que por fin termine. Como mis amigos, confío que ustedes darán su mayor esfuerzo para triunfemos el día de hoy…
Gallade observaba aquella escena impresionado. Él era un pokémon salvaje, el cual nunca se había dejado atrapar en una Poké Ball o domesticar por un humano como lo había hecho su hermana. Por lo que siempre había preferido mantenerse al margen de Max y su grupo para así conservar su libertad.
Pero ahora que los veía así todos juntos, Gallade era capaz sentir el poder del lazo que los unía a todos ellos gracias a la parte psíquica de su línea evolutiva. Era una sensación sobrecogedora y le hacía preguntarse si a lo mejor este era el motivo por el cual los pokémon domesticados eran tan fuertes y leales a sus entrenadores.
Quizás encontrar a un entrenador no era algo tan malo después de todo…
—Max, aquello fue hermoso…—comentó Norman sorprendido una vez que se separaron de aquel abrazo.
El Slaking y Vigoroth the Norman se acercaron a Max.
—No te preocupes, Max. Nosotros vigilaremos y acompañaremos a tus pokémon para que estén bien—dijo Slaking.
—Así es—añadió Norman—. Lamentablemente Slakoth todavía no está listo para una batalla como esta, por lo que se quedará con nosotros—aclaró él.
Norman procedió a acercarse y a abrazar a Slaking y a Vigoroth siguiendo el ejemplo de su hijo.
—Buena suerte a ambos… como mis pokémon, recuerden que los quiero también…—les dijo.
Una vez separados, Max y Norman se despidieron con sus manos.
—¡Buena suerte a todos! ¡Den su máxima esfuerzo! —dijo Max.
—¡Adiós y nos vemos pronto! —añadió Norman.
Sus pokémon se despidieron moviendo sus extremidades y los dos entrenadores procedieron a retirarse a la sala segura donde iban a estar los no combatientes. La cual era la antigua sala de computadoras del Instituto y también la habitación más grande, interna, central y por lo tanto segura del edificio.
—Alex…
Max vio que el antiguo él se encontraba junto a la entrada de la sala segura vigilándola con un uniforme de camuflaje puesto y fusil de asalto en mano. Al su lado lo acompañaban los otres tres Mightyena de Katrina
—Oh, hola Max…—respondió el antiguo guardabosques en un tono de voz desanimado— ¿Vienen a refugiarse?
Max y Norman asintieron mirándolo con preocupación. Norman en particular tenía miedo de que alguien en su estado mental tuviese acceso a un arma cargada y que pudiese utilizarla para hacer alguna locura contra si mismo u otros.
—Me imagino lo que debes de estar pensando, Norman… Pero no te preocupes… Los Breloom que todavía quedan estarán afuera ayudando a los soldados. Mientras que yo y los Mightyena estaremos vigilando en caso de que alguno de esos bastardos entre. Es lo que Katrina habría querido…—respondió Alex.
—No se preocupen, ante cualquier cosa nosotros estaremos aquí—añadió uno de los Mightyena.
Norman asintió comprensivamente al Mightyena el cual le devolvió el gesto entendiendo la indirecta del pokémon.
—Confío en ti, Alex…—musitó Max tratando de animarlo a la vez que entraban a la sala segura.
Alex simplemente asintió de regreso.
—Cuando estemos fuera de esto y necesitas hablar con alguien, te aviso que estaré siempre disponible a toda hora…—le informó mientras seguía a su hijo ya que Norman entendía perfectamente como se sentía.
Dentro de la sala segura estaban los civiles de Rubello incluyendo Savannah y su familia. Max quería acercarse para hablar con ellos, pero entonces algo ocurrió que lo interrumpió.
Por la entrada a la sala segura apareció la Aggron de Brendan llevando a sus tres crías en brazos y miraba alrededor agitada.
—Mami ¿Dónde estamos?
—Mami ¿Qué es lo que pasa?
—Mami ¿Dónde está papi?
Decían los tres Aron con sus pequeñas vocecillas curiosas.
—Señora ¿Busca a alguien que le cuide a sus vástagos por mientras? —le preguntó la Lairon de Savannah dirigiéndole la palabra— ¡No se preocupe que yo se lo hago!
Aggron se acercó a Lairon.
—¡Oh, muchísimas gracias, señorita! ¡Estaba desesperado buscando un lugar seguro para ellos! Que debo salir afuera a ayudar a defender el edificio…
La madre procedió a dejar a sus crías delante de Lairon.
—¡Vaya, son Arons! —exclamó Sandra agachándose para mirarlos con mayor detalle.
—¡Que bonitos! Me recuerdan a Lairon cuando era pequeña…—mencionó Savannah.
—Niños, saluden a su nueva niñera. Es de buena educación—solicitó Aggron.
—Hola
—¡Hola!
—¡Holi!
Jake miraba la escena confundido ya que no podía entender a los pokémon al carecer de un vínculo con uno.
—¿Qué pasa? ¿Quiere que se los cuidemos? —preguntó él.
—Exacto—respondió Savannah—. No se preocupe, Aggron. Que aquí con nosotros y Flareon estarán a salvo.
Los tres Aron se dieron vuelta para mirar a su madre preocupados.
—Mami ¿A dónde vas?
—¡Mami! ¡Por favor no te vayas!
—¡No nos dejes, mami!
—Lo siento mucho, niños… Pero debo atender un asunto urgente con su padre afuera. Así que por favor no salgan de esta sala y obedezcan todo lo que les diga Lairon o su entrenadora. Recuerden que los quiero mucho y que nos vemos pronto…—les contestó ella sintiéndose dolida de tener que dejarlos atrás a pesar de que era por el bien de ellos.
Aggron se dio la vuelta y procedió a irse lo más rápido posible para aí evitar arrepentirse.
—¡Mami!
—¡Mami!
—¡Mamita!
—No se preocupen pequeñines… ¡Su madre regresará muy pronto, se los aseguro! —dijo Lairon tratando de animar a la niña y los dos niños— ¡Mientras tanto la tía Lairon los va a cuidar!
Andrés en un uniforme de soldado y empuñando un fusil de asalto miraba por una de las ventanas del tercer piso hacia las líneas defensivas de la explanada del Instituto Meteorológico con el ceño fruncido. De vez en cuando echaba un ojo a su Pokéglov para ver como la horda de pokémon salvajes se iba acercándose de a poco. No muy lejos de él, se encontraban también Jackie y Boss en el pasillo donde estaban para reforzar la seguridad de este piso junto a los demás soldados presentes. El resto de sus Hondoom que le quedaban habían sido asignados afuera para colaborar con la defensa de la explanada.
Ángela por su parte se encontraba nerviosa y sentada en posición fetal sobre la pared del pasillo. Ella se encontraba rodeada de su Espeon y su Herdier que intentaban tranquilizarla. Mientras que Lucario diligentemente observaba hacia el campo de batalla al igual que Andrés llevando un hueso de Ataque Óseo en una zarpa.
—Andrés… tengo miedo…—ella musitó escondiendo sus ojos entre sus piernas.
Andrés cerró los ojos.
—También tengo miedo…—contestó antes de volver a abrirlos— Pero estamos tan cerca de llegar a Ciudad LaRousse… ¡Que no tenemos otra opción que ganar! Aunque mi cuerpo se caiga a pedazos y los huesos se me hagan polvo… ¡Juro que no voy a dejar de luchar aunque el mismísimo bastardo de Ho-Oh aparezca! ¡Nada me impedirá volver a ver a mi padre! —afirmó con él con determinación apretando sus puños con fuerza.
Entonces de manera inesperada sintió que Ángela lo abrazaba por detrás.
—Pueda que siga teniendo miedo, pero cuando estoy cerca de ti y te escucho decir esas cosas me haces sentir mejor…
Andrés dejó su arma recostada contra la pared y se dio la vuelta para devolverle el gesto.
—Vamos a ganar, créelo... Mientras siga respirando aún podemos ganar…—respondió tratando de calmarla.
Ángela comenzó a sollozar sobre su pecho.
—Andrés… perdóname si es que fui demasiado desagradable contigo antes… Era una ingenua que se creía todo lo que me decía mi madre…
—Tranquila, te perdono… No eres la primera persona que me juzga por mi familia y probablemente no seas la última… Simplemente no sabías mejor…
Ella dejó de llorar y alzó el rostro con la mirada hacia un costado algo sonrojada.
—¿Andrés? Quiero creerte en que vamos a ganar, es más, incluso estoy decidida a pelear con los demás para que así sea… Pero aun así, necesito que sepas algo en caso de que ocurra cualquier cosa…
Entonces ella lo miró a los ojos, sonrió y se acercó para darle un beso breve en los labios.
—Quiero que sepas que me gustas… Y si mi madre está todavía por ahí, se entera y no le agrada… ¡Pues que se vaya al diablo!
Arthur se encontraba acompañando a Alyssa y a su Magnemite por los pasillos del Instituto Meteorológico para llevarla a la sala de seguridad.
—Muy bien, Alyssa. Ahora que las defensas han sido preparadas, será mejor que te quedes con los demás civiles y que no te muevas de ahí mientras dure la batalla. Que no va a ser para nada seguro allá afuera…—le dijo seriamente— Magnemite, asegúrate que ella y los demás civiles en la sala estén a salvo.
—NO TE PREOCUPES, ARTHUR. ME ASEGURARÉ DE QUE ASÍ SEA—respondió el pokémon.
Arthur asintió satisfecho y continuaron caminando.
Mientras tanto, Alyssa caminaba con la mirada en el suelo pensando en varias cosas. En buena parte ella estaba preocupada por la batalla que se venía ya que Arthur iba a estar de nuevo en la primera línea del frente. Una que por lo que entendía iba a ser muy difícil y por lo tanto con un alto riesgo de que pudiese ocurrirle algo en ella.
Pero por otro lado, ella estaba preocupada por otra cosa. Sentía que su relación con Arthur ya no era la misma, especialmente después de aquella noche en la cual se había intentado despedir de él antes del viaje del Groudon. Y que el haber conseguido infiltrarse en la expedición había hecho poca cosa para cambiar aquella situación. Sí, Arthur se preocupaba por ella y velaba por su seguridad, pero no de la forma que a ella le gustaría o como lo hacía antes.
Además, estaba todo eso que había ocurrido el día en que Katrina había muerto. Ella sabía que esa Claudia había conseguido encontrarlo primero y que habían pasado un buen rato a solas haciendo quién sabe qué clase de cosas…
—Arthur…—musitó ella deteniéndose.
Él se dio la vuelta y la miró preocupado.
—¿Pasa algo, Alyssa?
—He escuchado que van a venir muchos pokémon salvajes a atacarnos, muchos más que durante la batalla anterior…
Ella procedió a acercarse y lo abrazó
—Arthur… ¡Tú me importas mucho y no quiero perderte! —exclamó ella sollozando— ¡Prométeme que no me vas a dejar!
—Tranquila, Alyssa. Que no es mi intención morir hoy…—le respondió intentando calmarla.
Pero entonces Arthur se detuvo. Por medio del aura pudo sentir los celos que emanaban de ella y entonces recordó la conversación que habían tenido antes de que partiera la expedición.
—Esto no se trata sólo de los dos… ¿Verdad? —preguntó él detectando el doble significado de su petición.
Ella soltó un grito entrecortado sintiéndose descubierta y en respuesta procedió a romper a llorar sobre su pecho.
—Arthur… Tú me gustas… Me has gustado desde el día que te conocí como ese aprendiz de Guardián de Aura en Villa Brumosa… Incluso me escapé sin permiso del Reino Espejismo porque a pesar de lo que me dijiste de esa noche, aun así quería estar contigo…
Entonces ella alzó la vista para mirarlo con ojos desesperados.
—¡Pero todo esto me está matando, Arthur! ¿Qué se supone que debo hacer para demostrarte mis sentimientos? ¿Acaso ya no soy nadie para ti desde que esa Claudia apareció? ¿Fui tan solo una distracción momentánea? ¡¿Cómo puedo saber si a lo mejor ella y tú no han estado haciendo cosas raras mientras no estoy mirando?!
Arthur la miraba estupefacto sin saber que decir.
—¡Alyssa! ¡Ella y yo no hemos hecho ninguna cosa rara! ¡No sé de dónde sacas esas ideas!
¿Ah, sí? ¿Conque ninguna cosa rara? Pero si aquello era verdad…
—¿De verdad? —preguntó ella por fin tranquilizándose algo en un tono anhelante.
El Guardián de Aura asintió con la cabeza.
—¡Sí, de verdad! ¡Lo juro! ¡También juro que nunca te he considerado una…
Viendo la oportunidad y que tenía la boca abierta, Alyssa se arrojó sobre su rostro y le dio un beso húmedo en la boca que dejó pasmado a Arthur.
Poco después ella se desprendió de él y dio algunos pasos hacia atrás. Su rostro mostrando una expresión de inmensa satisfacción con la boca entreabierta y mejillas ruborizadas. Pero una vez que procesó lo que acababa de hacer, su expresión cambió rápidamente a una mueca de espanto y se cubrió la boca con ambas manos.
—¡Lo siento! —exclamó muerta de vergüenza.
Rápidamente ella salió corriendo en dirección a la sala de seguridad. De manera inmediata Magnemite salió en su búsqueda preocupado.
Arthur se quedó ahí quieto aún procesando lo que acababa de ocurrir. Hasta que finalmente alzó una mano y se tocó los labios.
Alyssa lo había besado… su primer beso real con una chica…
Él cerró los ojos en una mueca y soltó un sollozo sintiendo una punzada en el corazón. Se suponía que el primer beso era una ocasión memorable. Un recuerdo para guardar y atesorar durante toda la vida. Pero este… no se había sentido bien… Ya que en su lugar lo había hecho sentirse culpable y miserable.
—¡Por Arceus! ¿Qué he hecho? ¿En qué lío me he metido?
Minutos más tarde Arthur salió de la recepción del Instituto en dirección a la compuerta de carga del Groudon. La cual se encontraba abierta y con la rampa desplegada. Al final de la rampa había una mesa con un mapa improvisado del Instituto Meteorológico y sus alrededores. Junto a le mesa se encontraban Hagen, Steven y Batuo acompañado de Medicham. Finalmente alrededor de ellos estaban todos los demás pokémon de la expedición a la espera.
—Vine en cuando recibí su mensaje, Sifu…—musitó Arthur desanimado poniéndose al lado de su maestro.
—Bien, estábamos a punto de comenzar. Y será mejor que te espabiles que en poco tiempo entraremos en combate—le contestó Batuo pudiendo percibir a Arthur afectado por algo.
—¡Entendido! —contestó el antiguo aprendiz buscando concentrarse en lo que estaba ocurriendo ahora.
—Ahora que están todos ¿Podemos comenzar? —preguntó el comandante— Bien…
Entonces procedió a colocar un dedo en el mapa.
—Como podrán ver, el Instituto Meteorológico está posicionado sobre un terreno elevado en su parte occidental y con la entrada principal mirando hacia el este formando una explanada. El edificio se eleva alrededor de diez metros sobre el nivel del suelo del resto de la zona aledaña. Por lo que para acceder de manera eficiente se requiere utilizar una de tres rampas de tierra a menos que uno quiera ponerse a escalar.
Hagen señaló las tres rampas.
—Una mira hacia el norte, otra hacia el este y la tercera hacia el sur. Nosotros accedimos a la explanada utilizando la rampa sur que era lo suficientemente ancha para permitir el acceso del Groudon. Las rampas norte y este son más estrechas, en donde en esta última hay un río que cruza de manera paralela al instituto. El rio tenía un puente que destruimos hace un rato, por lo que asumimos que aquella dirección será la menos peligrosa de la batalla al ser la de más difícil acceso para el enemigo.
El mayor regresó al terreno del instituto.
—La idea es obligar al enemigo a pelear sobre la explanada del Instituto y crear una zona de muerte en esta. Debido a nuestra altura y a la necesidad de subir por las rampas para alcanzarnos con mayor facilidad, el enemigo se verá obligado a canalizar y a concentrar sus tropas en ellas. Lo que los vuelve más vulnerables a nuestro poder de fuego y anulando parcialmente la ventaja en superioridad numérica que tienen sobre nosotros.
»Para esto, disponemos de las dos líneas defensivas que hemos construido. Las cuales cubren toda el área que abarcan las tres rampas y serán ocupadas por la mayoría de nuestras tropas. La primera línea se ha construido cavando una zanja a modo de trinchera para que así los ocupantes de ambas puedan disparar sin que hayan interferencias en los campos de tiro.
Posteriormente indicó a una figura cuadrada y oscura de gran tamaño ubicada delante de la entrada del instituto.
—El Groudon aportará fuego de apoyo mediante las tres torretas con cañones pesados que tenemos disponibles. Lo que alcanza para cubrir una rampa con cada una. Añadiendo a esto está el fuego de los lanzagranadas y las ametralladoras pesadas de las pasarelas laterales. A estas últimas eso sí se les dará prioridad de uso contra posibles pokémon voladores.
Finalmente señaló hacia la figura cuadrada de mayor tamaño en el mapa que representaba al Instituto.
—En el primer piso hay un anexo donde habrán algunas tropas instaladas. Pero la mayor parte se encontrará en el tercer y cuarto piso del edificio donde existe un campo de tiro libre de interferencias debido al Groudon. Los pocos pokémon que no están aquí han sido apostados en estos dos últimos pisos para ayudar a proteger al Instituto en caso de alguna posible incursión aérea.
Hagen procedió a retirar su mano del mapa.
—Esto es en resumen la idea central de nuestro plan de defensa del Instituto Meteorológico. Ahora Steven procederá a hablar del plan con respecto a los pokémon. El cual se ofreció a organizar tomando en cuenta su experiencia como entrenador pokémon y Campeón de la región.
Tomando la palabra, Steven Stone procedió a hablar a continuación llevando su traje de expedición para esta batalla.
—Como habrán oído hablar al comandante, existen tres rampas que debemos cubrir. La idea es distribuir a nuestros pokémon de manera estratégica entre estas para que así queden asignados a en distintos segmentos de la primera línea defensiva. Una vez que el enemigo empieza a emerger por las rampas o escalando las paredes entre estas, los pokémon asignados abrirán fuego primero con movimientos a distancia.
Steven apuntó en el mapa la parte superior de cada rampa.
—En caso de que el enemigo logre subir hasta arriba en la explanada y establezca posiciones defensivas cercanas a las nuestras, entonces los pokémon especialistas en el cuerpo a cuerpo emergerán de la trinchera y procederán a interceptarlos en combate de mediano a corto alcance.
»Como hemos visto durante la primera batalla que tuvimos contra ellos cerca del Bosque Prohibido, las tácticas del enemigo se han vuelto más avanzadas y al igual que nosotros han comenzado a utilizar en grandes cantidades barreras de Reflejo y Pantalla de Luz para protegerse. Entonces la idea es que buena parte de los pokémon que salgan a interceptarlos sepan utilizar Demolición para destruirlas más fácilmente.
El Campeón regional retiró su mano del mapa.
—Con respecto a los pokémon voladores tales como el Salamence de Arthur y el Dragonite de Nick. Les insto a que tengan precaución para evitar ser sobrepasados por enemigos que vuelen y a no quedar expuestos ante fuego antiaéreo amigo ¿Alguna duda?... Si no las hay, entonces hay que proceder a la distribución de los pokémon. Para esto quiero que Arthur me ayude.
Esto último sorprendió el Monje Guardián.
—¿Yo? ¿Por qué? Tu eres el Campeón después de todo…
—Quizás sea el Campeón de Hoenn. Pero de los pokémon que lucharan afuera del Instituto, es más que seguro que tú los conoces mucho mejor que yo. Ya que conoces personalmente y viajaste junto a muchos de sus entrenadores. Además, fuiste uno de los finalistas de la última Conferencia Colosalia. Algo que no es menor. Por lo que tu opinión táctica acerca de estos pokémon me es importante.
Halagado por sus palabras, Arthur comenzó a pensar ideas.
—Sin contarnos a mi sifu y a Medicham. Tenemos en total nueve equipos para distribuir en tres áreas. Estos son los de Claudia, Nick, Brendan, Max, Norman, el tuyo y el mío. Además de estos primeros siete tenemos a los Breloom de Alex y los Houndoom de Andrés que hacen que en total sumen nueve. Creo que lo que yo haría sería destinar dos equipos por cada rampa y repartirnos el poder de fuego de los Houdoom y Breloom de manera equitativa—propuso entonces.
Steven asintió.
—Estaba pensando más o menos en un plan similar. Por mi parte consideraría dejar a nuestros pokémon voladores asignados a un solo grupo que pueda moverse y actuar de manera independiente en donde sea necesario para proveer de apoyo aéreo. Los cuales serían tu Salamence, el Dragonite de Nick y el Tropius de Claudia.
—Si, suena como una mejor idea en vez de dejarlos a los tres por separado. Sería distinto si es que todavía tuviéramos al Flygon de Brendan, a la Altaria de Claudia o a tu Skarmory…—asintió Arthur de acuerdo.
Ante aquella mención Steven apartó de su mente el mal recuerdo de la pérdida de su pokémon en una de las primeras batallas junto al Reino Espejismo poco después de ser encontrado.
—¿Entonces cuáles equipos propones asignar para cada rampa? —preguntó el Campeón.
—Es muy probable que la rampa sur, al ser la más ancha y amplia, sea la zona de combate más intensa de la batalla. Por lo que propondría colocar ahí a dos equipos fuertes. Para este caso utilizar el tuyo, Steven, y el mío incluyéndome a mí mismo—indicó Arthur señalando aquella rampa.
—¿Seguro? —preguntó Steven— Concuerdo tal como dices que allá va a ser la pelea más intensa. Pero te vas a exponer enormemente si es que decides apostarte ahí…
—No te preocupes, Steven. Que tengo mis habilidades de Guardián de Aura y tenemos la Megapiedra de tu Metagross como nuestro as bajo la manga. No digo que vaya a ser fácil, pero creo que entre los dos podemos hacer esto.
—Si tú lo dices…—contestó el Campeón rascándose la barbilla— ¿Y qué propones para las otras rampas?
Arthur señaló la rampa norte.
—Los pokémon de Nick y Claudia se conocen bien y están acostumbrados desde que se conocieron a trabajar juntos. Como cuando ayudaron a defender Pueblo Lavacalda y a sus supervivientes antes de que nosotros apareciéramos. Por lo que sugiero repetir lo mismo para esta ocasión. La rampa norte parece que va a ser una zona de intensidad media y ambos equipos han sido entrenados por entrenadores experimentados. Debido a esto mi recomendación es que estos dos equipos se dediquen a proteger dicha rampa.
»Con esto entonces, significa que por descarte los equipos de Norman, Max y Brendan defenderían la rampa este. La que en teoría debería ser la menos complicada de las tres. Sobre los pokémon de Norman, pienso que es mejor fusionarlos con el grupo de Max.
Steven asintió viendo la lógica de la propuesta.
—En el caso mío y de Medicham—interrumpió Batuo—. Creo que lo mejor será que Medicham acceda al poder de la Megaevolución poco después del comienzo de la batalla y que entonces nos separemos.
—Una vez transformado debería ir a ayudar al grupo de Claudia y Nick ya que probablemente necesitarán de mi poder para aguantar con mayor facilidad el embate del enemigo—añadió el pokemón.
—Y en conscuencia lo más recomendable es que acompañe a los pokémon de Max y Brendan para distribuir mejor nuestro poder de fuego—terminó de decir el maestro monje—. En donde en caso de que los grupos norte y sur llegasen a necesitar ayuda adicional, debería ser capaz moverme rápidamente entre ambos para asistirles.
—Creo que estoy de acuerdo con este plan—declaró Steven.
—¿Qué la parece, comandante? —preguntó Arthur.
—Mis conocimientos militares están enfocados más a las personas que en los pokémon. Por lo que confío en ambos como Campeón de la Liga de Hoenn y finalista de la Conferencia Colosalia respectivamente para decidir la estrategia de estos para la batalla. Si Steven da su respaldo, yo también daré el mío.
—Quiero aprovechar de decir una última cosa a los pokémon presentes—tomó la palabra de nuevo Steven—. Sean conscientes de que ésta será nuestra batalla más difícil hasta el momento. Por lo que les recomiendo que antes de ponerse a esperar al enemigo piensen, discutan y utilicen para esta batalla todos los movimientos, técnicas, estrategias, etc. Que conozcan y que puedan ser de utilidad. Apliquen todo lo que sus entrenadores les hayan enseñado en el tiempo que han estado con ellos y no se guarden ningún as bajo la manga. Eso es todo.
—Si no hay dudas u objeciones con este plan, pueden retirarse y procedan a preparar su estrategia y a colocarse en sus posiciones. Ya casi es hora de que dé comienzo esta batalla…—indicó Hagen.
—Lo sigo entonces, comandante—indicó el Campeón.
Entonces los dos procedieron a ascender por la rampa del Groudon al interior de la cubierta de carga mientras un par de soldados llevaban la mesa y sus contenidos con ellos adentro. Batuo Y Arthur procedieron a colocarse los auriculares conectados a las radios de ambos para que pudiesen estar comunicados con el resto de las fuerzas militares. A la vez que los pokémon se dispersaban y se congregaban para seguir las instrucciones y recomendaciones de Steven.
—Es aquí cuando nuestros caminos se separan para esta batalla—le dijo su maestro—. Confío en que estarás a la altura de tu entrenamiento y del Camino de los Monjes Guardianes y que sabrás cuidarte a ti mismo. Especialmente ahora que te ofreciste como voluntario para la rampa sur. Aun así, muy buen trabajo en ayudar a Steven a organizar a los pokémon.
El maestro monje procedió a apoyar ambas manos sobre los hombros de Arthur.
—Arthur, estoy orgulloso en lo que has conseguido convertirte hasta ahora, pero aún te queda mucho por aprender. Si en cualquier momento tienes algún problema serio durante la pelea, no dudes en ponerte en contacto conmigo o con Medicham.
Tras decir esto Batuo procedió a soltarlo.
—Ahora mismo libera tu mente de cualquier distracción y tan solo concéntrate en la batalla que se viene. Buena suerte mi antiguo aprendiz, alerta vigilante y que Paoxi nos guía hacia la victoria en esta contienda.
Arthur asintió determinado.
—Muchas gracias por sus palabras, sifu. Y buena suerte para usted también.
No demasiado lejos Bruce y Rose se estaban despidiendo.
—Parece que en esta ocasión tendremos que luchar separados—dijo ella—. Confío en que te las podrás arreglar sin que sea necesario tener que ir salvarte el pellejo…
Entonces ella procedió a darle la espalda y a comenzar a avanzar hacia su sector. Bruce la observó irse.
—Mantente a salvo, Rose—le devolvió.
En su voz había un tono de preocupación que alcanzaba a filtrarse tras la pantalla estoica que el Blaziken solía intentar proyectar. Rose se detuvo y esbozó el equivalente a una sonrisa.
—Descuida. Quizás me derrotaste allá en el Reino Espejismo, pero aquello no significa que sea una debilucha. Nos vemos en el otro lado, grandulón…—respondió ella mientras le hacía un gesto de despedida casual con la mano y retomaba su camino.
Pero mientras la hembra se alejaba, Bruce no pudo evitar notar que en su andar ella había comenzado a menear sus caderas de manera un tanto sugestiva. Siendo el vaivén de las plumas de su cola algo particularmente agradable de observar…
Después de hablar de estrategias para la batalla con sus pokémon, Arthur fue y se metió en la trinchera que daba a la rampa que le correspondía. Junto a él se encontraba su Lanturn, la cual hacía lo posible para asomarse sobre la trinchera debido a su pequeño tamaño tras regresar de la reunión de equipo.
—Lucy, lamentablemente al ser un pokémon marino eres muy vulnerable en tierra. Será mejor que no salgas con los otros, te quedes en la trinchera y ataques al enemigo desde lejos con tu electricidad. Enfócate especialmente en atacar a los enemigos voladores para que no nos molestan.
Ella miró hacia su entrenador y asintió.
—Entendido, Arthur…
La Lanturn sabía que lo hacía por su seguridad, pero tampoco podía evitar sentirse decepcionada. Hacía tiempo que ella no tenía la oportunidad de luchar de cerca junto a Arthur para demostrarle su valía y había estado deseando poder hacerlo para esta batalla. Para que así de esta forma, él por fin volviese a prestarle atención después de que la había castigado y ya no le dejaba acercarse tanto como antes.
Tal como había dicho Arthur también, su cuerpo adaptado para vivir en el agua no era muy útil para combatir en tierra y siempre estaría en desventaja con los otros pokémon de su equipo. Sin tan solo pudiera tener ese cuerpo con el cual había soñado esa noche en el Reino Espejismo, a lo mejor podría serle más útil a su entrenador.
Pero lamentablemente aquel sueño era imposible. Ya que en la vida real no existían orbes mágicos plateados que concedían deseos tales como el que había visto en ese sueño…
Dentro del Groudon, Hagen y Steven subieron al segundo nivel de la cubierta de carga.
—Iré cerca de las pasarelas externas para preparar la transformación de mi Metagross cuando sea necesario, comandante. Una vez que haya terminado con ese asunto, procederé a ir a refugiarme en la sala de operaciones con usted.
—Entendido, nos vemos Steven.
Hagen continuó su camino y entró en la sala donde lo esperaban Reika, su Baltoy, los operadores de la sala, algunos guardias armados y el Profesor Jacuzzi.
—Profesor ¿Seguro que no quiere refugiarse en la sala segura del instituto? El Groudon va a estar en la primera línea del frente después de todo—preguntó el comandante.
El anciano negó con la cabeza.
—Este vehículo es mi bebé, por lo que no puedo permitirme dejarlo de lado en su momento de mayor necesidad. Si por algún motivo cae, yo caeré con él también…
Hagen asintió. Si esa era su decisión no iba a obligarlo a irse. Finalmente procedió a sentarse en su puesto.
—Comandante—informó un operador—. Los pokémon salvajes están a diez minutos de nuestras posiciones.
—Bien, conéctenme con los parlantes externos.
Afuera del vehículo varios parlantes adheridos al exterior del Groudon se encendieron.
—Aquí al habla el comandante. Les informo que en unos diez minutos más comenzará el combate con el enemigo. Seré honesto con ustedes… Nuestras posibilidades para esta batalla no son alentadoras. Aún con nuestros pokémon, el enemigo nos supera unas veinte veces en número. Nuestro enemigo es uno conocido: son las fuerzas de Ho-Oh y de Uxie. Las mismas que causaron todo este desastre destruyendo las vidas de millones, si no es que miles de millones de seres vivos y que también buscan la destrucción de nuestro Reino.
»Nuestro escenario puede parecer desesperanzador… ¡Pero no pierdan la fe! ¡Que esta no es la primera vez que nos enfrentamos a este enemigo! ¡Ya hemos combatido con ellos antes y lo hemos derrotado en varias ocasiones! Quizás se hayan vuelto más fuertes, cambiado, y mejorado sus armas y tácticas… ¡Pero nosotros lo hemos hecho también! ¡Tan sólo miren a este imponente Groudon! ¡Tal vez nos superen en número, pero los lazos que hemos desarrollado entre nosotros y nuestros pokémon son una fuerza que seguramente ellos no son capaces de comprender y que subestiman!
»¡Recuerden un momento nuestra misión todos ustedes! ¡Recuerden que debemos llegar a Ciudad LaRousse para salvar nuestro querido Reino y para que muchos de nosotros puedan por fin encontrar un nuevo hogar después de que estos bastardos les arrebataran todo! ¡Ya falta poco! ¡Ganamos esta última batalla y por fin estaremos ahí!
»Quizás algunos de ustedes crean que esta batalla es una defensa final fútil… ¡Pero se equivocan! ¡Por medio de nuestra Persistencia es que hemos llegado hasta aquí! ¡Y será por medio de nuestra Persistencia que triunfaremos de nuevo! ¡No le den cuartel al enemigo! ¡Hagamos que este antiguo Instituto se convierta en sus tumbas! ¡Por el Reino Espejismo! ¡Por la Nación Pokémon! ¡Por Hoenn!
Ante estas palabras emergió un coro animado de voces tanto de humanos como de pokémon listos para recibir al enemigo.
Los minutos pasaron y de a poco comenzó a escucharse el ruido de los pokémon en el horizonte. El ruido de centenares de pisadas retumbando por el suelo y el bullicio de sus gritos y otras exclamaciones. Y junto a este ruido se podía ver en el horizonte decenas de puntos oscuros volando por el cielo delante del sol de la tarde.
Soldados revisaron y cargaron sus armas, enfocaron sus ojos en las miras de estas y acercaron sus dedos a los gatillos. Los pokémon se tensaron y muchos de ellos comenzaron a responder a las provocaciones que se oían a la distancia.
El enemigo estaba ahora a la vista y los primeros comenzaron a emerger por las rampas.
—¡Abran fuego!
Lejos del Instituto Meteorológico, una figura solitaria llevando un característico traje de vuelo surcaba los cielos a lomos de un Skarmory gigante a gran altura en una misión de reconocimiento. Su largo cabello color lavanda flameaba al contacto con el viento por una larga coleta detrás de su cabeza junto a dos largos mechones laterales que emergían debajo de su gorra de vuelo y que recordaban a alas.
—¿Qué pasa ahí? ¿No es ese el Instituto Meteorológico? —se preguntó ella.
La entrenadora ordenó a su pokémon que se detuviera y que comenzara a volar en círculos sobre su posición actual. Tratando de enfocar mejor su vista detrás de las antiparras de cristales verdes, pudo ver que una enorme masa de seres tanto al nivel del suelo como volando a baja altura se movía con ahínco en dirección al edificio abandonado.
—¿Son esos pokémon? ¿Por qué van en masa al Instituto?
Respondiendo a su pregunta, sonidos de disparos y fogonazos comenzaron a visualizarse provenientes del viejo edificio. Y junto a las descargas de las armas de fuego, se sumaron las estelas de lo que parecían ser ataques de pokémon.
Ella procedió de inmediato a tomar su radio.
—¡Aquí Winona al Mando en LaRousse! ¡Debo informar de algo urgente!
Con este capítulo se da inicio al arco final de La Persistencia.
La historia continuará el próximo mes en el capítulo 14: Asedio.
