After Death
Capítulo 4
Angustia
Leon camina de un lado al otro en el estrecho pasillo del hospital, tronándose los dedos y de vez en cuando pasando las manos sobre sus dorados cabellos, mientras lanza una que otra mirada hacia la puerta de acceso a los quirófanos, con su terrible mensaje de 'sólo personal autorizado' colocado en la entrada. Como burlándose de él. Leon ha tenido siempre las máximas autorizaciones, ¿por qué no le pueden permitir el paso ahora?
-Deberías de sentarte y calmarte, - Claire le espeta, desde el remanso que son los brazos de su hermano, - me estás poniendo más nerviosa de lo que ya estoy.
-¿Por qué habrías de reclamarme? – Leon le levanta la voz, mientras retoma su caminata ansiosa. - Si la única razón por la cual no estás conmigo caminando toda angustiada es porque tu hermano te tiene sujeta.
-¡Hey! – El aludido le grita, al tiempo que jala del brazo a Claire para sentarla de nuevo, pues esta ya se había levantado para arremeter contra su amigo. De todos modos, la pelirroja le grita desde su asiento.
-¿Qué pasa contigo, Kennedy? ¡No es que estemos precisamente en buenos términos tú y yo como para que me hables así! Especialmente porque fuiste tú quien no supo proteger a Jill.
-¡Claire! – Su hermano le reclama ahora a ella. – ¡Eso no es necesario!
Pero las palabras ya surten efecto sobre el rubio. Leon se pasa ambas manos sobre el cabello, mientras inspira profundamente.
-Tienes razón… no tengo derecho a hablarte así… no supe protegerla…
Escuchando la tristeza y la culpa con la que habla su amigo, Chris le manda una significativa mirada a su hermana, quien no da del todo su brazo a torcer, y por un momento ambos intercambian, en silencio, gestos molestos, frases sin sonido y miradas de enojo y de reproche, hasta que Chris le hace una seña, y la pelirroja suspira profundamente, sintiéndose derrotada, a pesar de lo cual obedece y se levanta de su lugar con los hombros caídos.
-Está bien, Leon. Te pido una disculpa, realmente no fue culpa tuya que Jill esté tan… delicada.
Leon levanta la mirada al verla aproximarse, pero en esta ocasión, aún cuando lo toma por sorpresa, simplemente permite que la menor de los Redfield se meta entre sus brazos, rodeando la breve cintura para permitir que ella sujete su amplia espalda. No puede negar que el gesto es por demás reconfortante.
-Perdona por haberte acusado de esa manera. No tenía derecho.
Él sonríe mientras recarga su mejilla sobre la coronilla de ella.
-Discúlpame tú a mí por ser tan patán y tan incompetente. Realmente sólo dijiste en voz alta lo que traigo en mi cabeza.
Claire aprieta un poco más con los brazos.
-No seas bobo, ni seas tan orgulloso. Jill es una de las mejores combatientes que tenemos. Si lograron derribarla, es porque esos tipos sí que estaban entrenados, es por eso que no deberías sentirte mal: hiciste lo que pudiste con lo que tenías. Los dos lo hicieron.
Leon cierra los ojos, y a pesar de las palabras que tratan servirle de consuelo, puede ver nítidamente, en su memoria, el cuerpo herido de Jill mientras se deslizaba hacia el piso, su gesto de absoluto sufrimiento y el manchón de sangre tétricamente pintando de rojo la blanca pared, la terrible imagen grabada a fuego en su mente.
Y repitiéndose en su cabeza una y otra vez.
-Lamento decirte que eso no me consuela en mucho.
-¿Te consolaría saber que fue una gran suerte para ella que hubieras estado ahí, novato? – Es Chris ahora el que le habla, después de levantarse y depositar una amplia mano sobre el hombro de su amigo. – Si no hubieras estado con ella, Jill no hubiera tenido ni siquiera una pequeña oportunidad contra esos desgraciados.
-Lo que me lleva a preguntarme, ¿quiénes demonios eran esos desgraciados?
Los dos hombres bajan la mirada, casi esperando ver humo saliendo de la cabeza de la mujer entre ellos. Cuando Claire se pone en modo investigador, no hay nadie que la pare.
-Pero los policías que acudieron, y los agentes del Departamento de Policía no encontraron nada de ellos, ni siquiera un nombre, y mucho menos antecedentes. – Leon suspira con frustración. – Ni siquiera los compañeros de mi agencia pudieron sacar algo. Para el Estado Americano, esos hombres no existen.
Claire se separa un poco de su abrazo.
-Eso es un poco raro, y bastante sospechoso, ¿no crees? Leon, durante el tiempo que estuvieron peleando, ¿notaste algo?
Leon niega con la cabeza.
-No realmente, era muy evidente que estaban buscándonos. Al principio pensé que sólo a Jill, pero se me hacían demasiados hombres armados como para una sola mujer, aún cuando fuera la famosísima Jill Valentine, y después pensé que seguramente nos vieron entrar a los dos. No sé si me reconocieron, pero seguro al menos uno de ellos estaba buscándome en el departamento.
Claire no se ha movido, y casi pueden ver los engranajes trabajando en su cerebro.
-Casi puedo tener la certeza de que no sabían de ti, de tu identidad. Seguramente debieron haber estado escondidos esperándola en algún lado, sin saber que ella venía de una misión. Probablemente pensaron que eras algo así como el tipo que llevaba a casa después de una divertida noche de copas.
-¿Es algo común en ella?
-¡Por supuesto que no!
-¡Por Dios, Leon! ¡Claro que no!
Leon casi puede reír al ver cómo los dos hermanos, al unísono, defienden el honor de su compañera caída, y levanta las manos en señal de defensa.
-¡Está bien, está bien! Sólo era una pregunta. Es sólo que… si nos vieron llegar juntos, tendrían que haber asumido mi identidad, ya que veníamos de la misma misión.
Pero Claire niega con la cabeza.
-No necesariamente. Nuestra misión conjunta era un secreto; para el ojo no entrenado, ella y yo fuimos de paseo, acompañadas por mi hermano, como siempre. Nada nos ligaba a ti antes de empezar la misión. Ni a Becca. Lo que sólo puede significar que, al menos, no se ha filtrado información de nuestras misiones.
-Aunque no dudo que ya existan filtraciones para estas fechas.
Chris asiente.
-Puedes apostar en eso. Sin embargo, lo reportaré a los superiores, para incrementar la seguridad de nuestra información. Sólo por si acaso.
-Buena idea, haré lo mismo.
Claire está a punto de opinar, pero en eso, se abre la puerta del quirófano, saliendo de ella Rebecca vestida de pijama quirúrgica.
-¡Becca!
Claire corre hacia ella, y se sorprende con lo fuerte que la menor de ellos se abraza a ella, asustándola por un momento.
-¡Oh, Claire!
Asustada, la menor de los Redfield se separa de inmediato, buscando con temor los ojos verdes de su amiga.
-¿Es… es sobre Jill? ¡Oh por favor dime que ella está bien!
La menor de su grupo niega con la cabeza.
-Sí, no te preocupes, ella está a salvo. Pero les costó mucho trabajo estabilizarla, por dentro Jill estaba… - La chica sacude la cabeza, forzándose a quitarse esas imágenes de su mente. – En fin, el cirujano en jefe saldrá a hablar con ustedes en un momento.
-Hey, Becca, ¿cómo estás? – Chris la saluda, contento de verla. Pero, a pesar de también sentir cierto alivio ante sus palabras, Leon no puede evitar el reclamo.
-¿Cómo es que a ti te dejaron entrar y ninguno de nosotros pudo?
La chica ladea la cabeza y pone las manos sobre las caderas, para posteriormente dirigirle un guiño al rubio.
-El cirujano en jefe fue mi maestro durante la universidad. No tuvo inconveniente cuando le dije que Jill es como una hermana para mí. – Acto seguido, le pasa un brazo al rubio alrededor de la cintura, para recargar su cabeza en el pecho de él, Leon correspondiendo con un brazo sobre los hombros. – Sé que también estabas preocupado, gruñón.
El hombre ríe un poco.
-Me conoces demasiado bien.
Ella le sonríe y acto seguido se separa de él.
-Bueno, los dejo, sólo quería salir a decirles que Jill la libró esta vez, pues me imaginé que estarían comiéndose las uñas, pero tengo que regresar a quirófano. A cambio de que me dejaran entrar, prometí que sería primer asistente, pues andan faltos de personal, por lo que me meteré en problemas si simplemente me desaparezco del quirófano. Espero que mi maestro no se tarde mucho en salir a hablar con ustedes.
-Gracias Becca. – Claire se adelanta y de nuevo la abraza fuertemente.
-No te preocupes, Claire, Jill es también mi amiga. Es lo menos que puedo hacer por ella. – Sin más preámbulos, la ojiverde regresa al quirófano, mandándoles un último pulgar levantado en señal de victoria.
Por un par de minutos, los tres se quedan completamente estáticos, observando la entrada del lugar, hasta que Claire se voltea y abraza a su hermano, dejando escapar un suspiro y un sollozo.
-Me alegra tanto que esté bien…
Chris le da un beso en la coronilla, mientras que su brazo le rodea los hombros, tratando de reconfortarla.
-Sí, yo también.
Pero la tierna escena entre los hermanos no dura mucho, pues después de unos momentos sale el cirujano en jefe, caminando rápidamente hacia ellos. Los tres respingan al notar su bata quirúrgica empapada de sangre, al igual que los guantes de sus manos, que empieza a retirarse para revisar un expediente, los amigos estremeciéndose ante una idea:
Seguramente esa es sangre de Jill…
Y es demasiada sangre…
-¿Alguno de ustedes es el esposo de la agente Jill Valentine?
Los dos hombres abren los ojos como platos, intercambiando miradas de incredulidad y espanto mientras ambos se quedan completamente sin habla ante la pregunta directa del galeno.
-Emh… err… - Apenas Chris alcanza a murmurar, aunque los sonidos más parecen gruñidos que palabras de verdad. Claire suspira, exasperada ante los dos hombres que a veces parecen más bien niños, mientras golpea ligeramente a su hermano en el estómago.
-Este de aquí es su superior, y él y yo somos mejores amigos de Jill. No tiene a nadie más, por lo que prácticamente somos familia.
El cirujano al principio duda, pero al revisar el expediente encuentra que efectivamente no firma ningún familiar vivo, por lo que accede, a regañadientes, a dar su informe al mencionado superior de Jill.
-La agente Jill Valentine se encuentra ya fuera de peligro, logramos extraer la bala, pero fue una labor afanosa. La bala entró entre dos costillas y perforó el pulmón, rebotando en varios puntos, por lo que tuvimos que suturar aproximadamente cuatro segmentos pulmonares. Sin embargo, eso no fue lo peor. Durante el trayecto la onda expansiva dañó varios vasos a su alrededor, por lo que el sangrado fue masivo, comprimiendo aún más el pulmón ya de por sí dañado. – Tan concentrado está en su perorata, que el hombre no se da cuenta que el trío tiene cara de que está a punto de vomitar. - En pocas palabras, la señorita Valentine se estaba ahogando en su propia sangre. Fue una suerte que la trajeran tan a tiempo. Ya de por sí fue necesario que le transfundiéramos aproximadamente quince paquetes, pero unos minutos más y no la hubiéramos alcanzado.
Saliendo de su estupor, Claire se adelanta para hablar con el médico.
-¿Podemos… podemos verla?
Pero él niega con la cabeza.
-Ya estamos terminando la cirugía, pero aún tiene que pasar a recuperación, ahí estará un par de horas más. Nosotros les avisaremos cuando puedan verla, pero les recomiendo que mejor vayan a comer, o a descansar. El tiempo que estén aquí no ayudará a su recuperación. – El hombre trata de sonreír. – Ella está fuera de peligro, se los aseguro. Ya sólo debemos esperar a que su cuerpo haga el resto.
Las últimas palabras las dice con una mano sobre el hombro de Claire, tratando de reconfortarla, para luego retirarse y desaparecer tras las dobles hojas por donde salió.
Con la mirada perdida, Claire se deja caer sobre la silla que había estado ocupando, mientras cada varón toma su lugar a los flancos de ella, dejándose igualmente caer, agotados física y emocionalmente.
No sabe por qué, Claire no siente realmente alivio al saber la noticia.
ooooooooooooOOOOOOOOOOOooooooooooooo
Han pasado cuatro horas desde que salió de quirófano, y Jill apenas abre los ojos aparentemente por primera vez, la intensa luz de la tarde golpeando sus retinas. La agente trata de mover una mano para proteger sus delicados ojos de la luz del sol, pero se encuentra con que su brazo izquierdo está completamente inmovilizado por un cabestrillo, y que le duele todo el cuerpo, como si un camión de carga la hubiera atropellado, por lo cual el movimiento le arranca un gemido.
-Bienvenida al mundo de los vivos, Jill sándwich.
La morena voltea lentamente la mirada, dándose cuenta que tiene una mascarilla puesta sobre la cara que le limita el movimiento, a pesar de lo cual sonríe al ver a su mejor amigo sentado a un lado a ella.
-Chris…
-Así es, preciosa, estoy aquí contigo.
Ella trata de levantar la mano hacia él, pero él le gana en el intento, tomándosela con las dos suyas, maravillado al pensar cómo esa mano tan pequeña puede ser un arma tan destructiva. El pensamiento lo hace sonreír.
-Me alegro de que estés de vuelta con nosotros.
Jill asiente lentamente, tratando de quitarse la mascarilla con movimientos de la cara, pero el dolor es aún intenso, por lo que sólo se queja. Chris de inmediato se levanta y le ayuda a retirar el molesto aditamento.
-¿Qué me pasó?
-¿Qué recuerdas?
Por unos momentos, Jill se queda callada, tratando de recuperar su memoria más reciente, hasta que por fin los eventos previos se agolpan en su mente, y su preocupación ahora gira en torno al compañero que dejó atrás.
-¿Qué pasó con Leon?
Chris asiente, mientras una sonrisa triste se le escapa. Típico de Jill, preocuparse por los demás en vez de ocuparse primero de sí misma.
-Él está bien, no te inquietes. Lograste detener a esos hombres, así que nuestro rubio favorito está a salvo, gracias a ti.
Ella sonríe de lado, mientras se levanta una delicada ceja.
-¿Nuestro rubio favorito?
-Bueno, no conozco a otro rubio que haya salvado a mis mujeres favoritas más veces que él. ¿O tú sí?
-Touché… - Jill ríe un poco, pero la risa se transforma en tos, que la hace gemir aún más.
-¿Jill? ¿Estás bien?
Después de un par de accesos, ella inspira de nuevo y se recarga en las almohadas.
-Sí… estoy bien… sólo es un poco de tos. – Evidentemente cansada, Jill inspira lentamente para prevenir otro acceso de tos. - Me alegra… mucho que Leon esté bien. Fue toda una suerte que estuviera en el departamento.
-Ya lo creo que lo fue. ¿Y también estuvo aquí, sabes? Viendo por ti. - Sin decir nada, Jill voltea sus cansados ojos color cielo hacia su compañero, y, como adivinó, puede ver la súplica detrás de la mirada. – Él es un gran amigo, Jill, y un muy buen compañero, como puedes ver.
A pesar de la declaración, Jill no dice nada, y, sin tener mucha intención de discutir con su amigo, dirige su mirada hacia unas preciosas rosas amarillas que descansan en el pequeño tocador del cuarto.
–Leon las trajo para ti. Dijo que estaba muy impresionado contigo, admirado con todo lo que había descubierto de ti en menos de 24 horas. – Chris resopla, una media sonrisa dibujándose en su rostro. - Parece que dejaste una marca profunda en ese enorme corazón.
Jill resopla también, incrédula ante la aseveración.
-¡Por favor! Ese enorme corazón seguramente está demasiado ocupado con otras diez agentes más. Seguro sólo lo hace por el café que aún le debo, porque espero que sepa de antemano que no podrá meterse en mis pantaletas. – Ambos intercambian una mirada divertida, pero es Jill la primera en ponerse seria. – Dejemos de hablar de Leon. ¿Qué pasó con tu casa?
Él niega con la cabeza.
-Mandé a un grupo a investigar, y como imaginaste, alguien había entrado ya. Parece que voltearon todo el lugar de cabeza, no sé qué estaban buscando. Pero su búsqueda no fue muy afanosa. Parece que realmente su objetivo era yo.
-Y yo.
La firmeza de su voz hace que los ojos chocolate de su amigo se levanten a los de ella.
-Tienes alguna idea en mente.
No es una pregunta. La conoce demasiado bien. Por un momento, Jill se queda pensando en silencio, considerando si es buena idea tratar el tema en ese momento.
-Tal vez… - Sus ojos azules lo observan de una manera profunda, cargada de significado.
Recibiendo el mensaje, la mirada de Chris se oscurece.
-Pero eso significaría que Claire está en peligro.
Suavemente, Jill niega con la cabeza.
-No necesariamente. Si vinieron por mí, el soplón sabía que Claire me lo entregó. Y quizá, por continuidad, debieron haber pensado que te lo di a ti. Eso la podría poner en riesgo por su asociación con nosotros. Pero nada más.
Chris asiente con la cabeza, aunque no convencido con la posibilidad. La agente no dice más, y un silencio pesado los rodea por unos segundos, haciendo que Chris se hunda un poco en la silla, y suspire profundamente.
-Jill… sigo pensando que deberíamos de platicar con Leon sobre esto, con su ayuda podríamos…
-No.
La voz es firme, aunque apenas un susurro, pues la mujer también siente la culpa carcomiéndole el alma, especialmente ahora que el intrépido agente ha hecho tanto por ella. Sin embargo, se siente cansada: esta es una plática que, en semanas pasadas, Chris y ella han tenido en más de una ocasión. Y siempre deriva en lo mismo.
-Pero Jill, él es mi amigo…
-Y trabaja para la D.S.O.
-Cuya obligación es la defensa contra el bioterrorismo.
-Bajo la decisión y justicia de un solo hombre. Piénsalo por un momento, Chris. ¿Qué te asegura que ese hombre sea imparcial, que no decida proteger a uno de los suyos, aunque este obre mal, por encima del bienestar de gente inocente? - Jill lo observa con penetrantes ojos azules clavados en los chocolate de él, - la información que Claire y yo obtuvimos en nuestra última misión, es demasiado valiosa como para arriesgarnos a que Leon le de el mismo tratamiento que los archivos de Penamstan. Por favor, Chris, no.
Chris vuelve a suspirar profundamente, y baja la cabeza, recargando los codos sobre sus rodillas.
-Supongo que… tienes razón.
Jill posa una mano sobre la enorme de él, y Chris gira la muñeca, para aprisionar sus dedos. Jill lo deja ser, pues sabe que su contacto lo relaja.
A ella también.
-Debes entender que no es que desconfíe de él. Sé que Claire y tú lo tienen en muy alta estima, y ahora le debo la vida. Dos veces. Pero hay cosas más grandes que nosotros. No podemos arriesgarnos a perder nuestra ventaja por nuestros sentimientos de lealtad. La lealtad se la debemos a los inocentes que perecieron, y a los que podrían perecer si nos tentamos el corazón. A nadie más.
Chris realmente no se siente muy convencido, pero no quiere discutir con ella. Especialmente porque la mayoría de las veces tiene razón.
-Está bien. Haremos lo que Claire y tú quieran. Por ahora. Pero me encantará ver cuando Leon les demuestre a las dos, mujeres de poca fe, que él es un amigo fiel.
Jill le sonríe suavemente.
-Entonces esperemos que algún día podamos escuchar de ti un 'te lo dije'.
Los dos sonríen ante esa esperanza, para quedarse callados de nuevo, hundiéndose cada uno en sus propios pensamientos. Después de un par de minutos, Jill decide virar a temas menos áridos pero igual de preocupantes, expresando en voz alta lo que les inquieta a ambos, aunque su mirada se fija al frente, a las flores que le trajera Leon.
-Estoy pensando en que se ha violado la seguridad de nuestros departamentos. Ya no podemos vivir ahí, al menos en lo que encontramos a los culpables, los que ordenaron nuestro asesinato. ¿Has considerado algo de eso? – El hombre levanta la mirada hacia ella. - Pienso que, para seguridad de los dos, deberíamos quedarnos un tiempo en las barracas de la organización, pues podrían intentar atacarnos de nuevo.
Chris suspira de nuevo.
-Estoy de acuerdo contigo respecto a que no podemos regresar a casa, sin embargo, a lo mejor no te has enterado, pero las barracas del cuerpo femenino están en remodelación, y aunque las nuestras ya casi las terminan, la realidad es que aún tardarán una semana.
Jill abre los ojos de par en par, sorprendida porque, en efecto, desconocía la mala noticia, y esa novedad destroza su plan inicial.
-Es terrible… pero entonces tenemos un grave problema: no me puedo quedar para siempre en el hospital, y definitivamente no puedo regresar a mi departamento, al igual que tú.
-¿No has pensado quedarte con Claire, o Rebecca?
-No, y tú tampoco deberías, pues al estarnos buscando, será el primer lugar a donde irán, y eso las pondría en mucho riesgo.
Él asiente, apesadumbrado.
-Es cierto.
Después de un par de segundos más de pesado silencio, Chris le aprieta la mano.
-Entonces dame un par de días, yo te conseguiré dónde quedarte y que estés segura.
-¿Y qué será de ti?
-Me puedo ir con Sheva.
-¿Está de regreso en la ciudad?
Él niega con la cabeza.
-Realmente no, pues sigue en su misión en Brasil, pero rentó un departamento en las afueras de la ciudad, y hace un par de semanas me lo ofreció por si tenía necesidad.
Ella sonríe ampliamente, aunque su sonrisa es más bien maléfica.
-Me llama la atención que no me ofrezcas su departamento, siendo que yo soy la chica aquí, y más me sorprende que ella te lo haya ofrecido a ti, siendo que tú ya tienes un buen lugar donde vivir…
Una ceja poblada se levanta, al estar perdido en el interrogatorio.
-¿A dónde quieres llegar?
Como un espejo, una delicada ceja se levanta, mientras se amplía la sonrisa traviesa.
-Chris… ¿existe algo entre la agente Sheva y tú?
Chris se pone tan rojo al escuchar la pregunta, que Jill no puede evitarlo y ríe abiertamente, mientras el hombre trata de explicarse, levantando ambas palmas al frente, mientras casi se cae de la silla.
-¡N-no! ¡No es lo que piensas, Jill! ¡E-ella sólo trató de ser amable! ¡Y… y yo sólo quiero que no estés sola!
Pero Jill está demasiado afectada por la mirada de terror de su amigo, que no puede dejar de reír, aunque al final, esa hilarante actividad termina en sendos accesos de tos que es más que evidente le producen dolor sobre sus heridas.
-¡Jill!
Chris se levanta de su lugar, acercándose a ella para tratar de ayudar. Aunque no cree poder hacer mucho…
Jill levanta la mano, tratando de calmar a su amigo, mientras su rostro refleja el profundo tormento que la tos le produce. Una vez se contiene el acceso de tos, la mujer respira lentamente, temerosa de que se repita la tortura, su rostro una máscara de dolor tal, que Chris realmente se siente muy preocupado.
-Déjame voy por el médico.
-No… - En un movimiento rápido que le sorprende a Chris, y que es más que evidente que le produce dolor, Jill lo toma de la muñeca, al tempo que Chris se vuelve testigo de un par de torturados ojos azules que se clavan en él. – Quédate… por favor.
Chris se entristece ante la súplica, porque sabe que es genuina, y asiente, tomando de nuevo su mano libre y sentándose una vez más en la silla al lado de la cama, destinada a las visitas. Destinada para él.
-No te preocupes, no te pienso abandonar.
Ella asiente, agradecida. Su mirada se dirige de nuevo a las rosas amarillas, y su ceño se frunce, numerosos pensamientos agolpándose en su mente.
-¿Sabes algo?
-¿Mmh?
-Hay muchas cosas que pienso, que recuerdo, del ataque, pero entre esas, hay una cosa que no me deja en paz, porque no logro entenderlo. Aún me pregunto, ¿cómo fue que la ambulancia pudo llegar tan rápido? Quiero decir, mi percepción del tiempo estaba alterada, lo entiendo, pero aún así, me pareció que llegaron en unos pocos minutos, imposible dada la distancia.
Chris ríe un poco, mientras, sin poder reprimirse más, le besa los nudillos. Verla tan vulnerable apenas hace unos momentos realmente le afectó.
-Si tienes que saberlo, la señora Figg escuchó el escándalo, y pensó que Leon se había puesto violento contigo.
Jill resopla ante la idea.
-¿Es en serio?
-Sí, en sus palabras, ella dijo '¡ese muchacho se me hacía demasiado perfecto para ella, pensé que seguramente la estaba golpeando!'
Jill ríe un poco ante la falsa e hilarante imitación que su compañero hace de la beligerante anciana, ocasionándole que vuelva a toser un poco más, a lo que Chris se levanta de inmediato.
-Jill…
-No te… no te preocupes… - En esta ocasión, el acceso de tos se recupera más pronto, para beneplácito de la agente, ya demasiado emocionada por escuchar el desenlace. – ¿Y entonces?
-Pues que, para cuando Leon hizo la llamada, la ambulancia y la policía ya a se habían puesto en marcha, y estaban casi en tu calle. Es por eso que llegaron en unos minutos.
Ella sonríe mientras cierra los ojos.
-Le debo la vida esa mujer.
-Tranquila, ya hicimos que Leon le prometiera que la llevaría a comer.
De inmediato Jill abre los ojos como platos, una tremenda y hermosa sonrisa de completa incredulidad y absoluta diversión iluminando su cansado rostro.
-¡Chris!
El hombre ríe un poco ante la reacción de su compañera.
-¡No me veas a mí! Fue idea de Claire, curiosa y sospechosamente una que la señora Figg aceptó de inmediato. Y debido a que nuestro amigo se sentía demasiado culpable después de ver cómo habías quedado, pues… te podrás imaginar que no fue difícil convencerlo de que era lo correcto.
Jill, a pesar de la tos, ríe un poco más, imaginándose vívidamente la cara de su pobre compañero y salvador.
-Lamento mucho que Leon tenga que pasar por esto. Pero prométeme que me enseñarán las fotos.
Chris ríe alegremente.
-¡Te lo prometo! Hasta estamos pensando publicarlas por ahí.
Jill ríe un poco más con su amigo, para después tornarse seria, a la vez que reprime los accesos que amenazan con repetirse. Chris no le ha soltado la mano. Se vuelve a formar un silencio entre ellos, pero es un silencio reconfortante, pacífico, uno que les permite hundirse en sus pensamientos sin provocar que el otro se sienta abandonado o ignorado.
Uno que sólo los verdaderos compañeros pueden sentir.
Jill suspira profundamente, haciendo que Chris levante la mirada de nuevo hacia ella, consciente de su vulnerabilidad.
-¿Cómo te sientes?
Una sonrisa triste se le forma en los labios.
-Si realmente quieres saberlo, de pronto me hizo pensar en Némesis, aunque obviamente sin tanto drama.
Chris resopla, enderezándose un poco.
-Ni lo digas en broma. Así como me platicas, debió haber sido terrible.
-Y lo fue…
El hombre de inmediato percibe el estremecimiento que recorre el cuerpo de Jill, y está consciente que la mente de su mejor amiga se encuentra llena de tribulaciones y miedos. Aprovechando que aún tiene la pequeña mano atrapada entre las suyas, Chris le besa de nuevo los nudillos.
-No debes de preocuparte, Jill. En esta ocasión no estás sola. Tienes buenos amigos que te protegerán. Me tienes a mí.
Jill le sonríe, recargándose placenteramente sobre las almohadas, para después cerrar los ojos, mientras suspira suavemente, sintiendo su pecho henchido de agradecimiento hacia sus palabras.
-Eres un gran amigo, Chris. Gracias.
Él le regresa la sonrisa.
-Con gusto, preciosa. Siempre podrás contar conmigo.
Chris baja la mirada para observar sus enormes manos callosas sujetando tiernamente la de ella, acariciando el dorso de la suave piel con su pulgar. Por varios minutos, los dos se quedan en silencio, Chris lentamente acariciando la mano de Jill, agradeciendo a todos los dioses del cielo el que su compañera hubiera podido sobrevivir, agradeciendo mil veces más al que decidió permitir que Leon se quedara con ella.
-Jill… yo…
Pero al levantar la vista, ve que los preciosos ojos azules se mantienen cerrados, mientras su respiración es profunda y acompasada, signos inequívocos de que se encuentra hundida en un profundo sueño reparador, y él observa el gesto placentero de ella donde ya no observa dolor, ni miedo, ni siquiera preocupación, con un gesto más bien pacífico, como si no tuviera ninguna inquietud en el mundo.
Chris suspira profundamente, y le besa la de nuevo mano.
-Descansa, Jill. Lo necesitas. Mientras, prometo que no me moveré de aquí ningún momento. Esta vez yo te protegeré.
oooooooooooooOOOOOOOOOOOOOOooooooooooooooooo
A/N: un pequeño regalo para aquellos adoradores del ValenField. Nunca me ha gustado ese ship, pero no puedo negar su atractivo. Espero que les guste. ¿Y bueno, alguien se está preguntando qué es lo que no quieren compartir con Leon? Porque yo sí.
Entre otras cosas, no sé a quién se le ocurrió primero lo de Jill-sándwich, ni cuál era el sentido, pero he visto que a mucha gente le gusta, por lo que lo incluyo aquí. ¿Alguien podría explicármelo, plis? Porque por más que lo pienso, no logro entender el significado. Créditos para el creador.
Y bueno, al principio del capítulo he de disculparme por tantos abrazos que le dieron a Leon, pero deben ser honestas conmigo: también se les antojaron, jejeje.
Y ya para despedirme, una disculpa por todo el diálogo, pero me gusta mucho Jill Valentine, siempre ha sido una de mis heroínas favoritas, si no es que la que más, pues siempre fue muy fuerte y decidida, y no por eso perdió su belleza y su sex appeal, que en la mayoría de las veces tampoco fue exagerado, y mucho menos del tipo de devoradora de hombres como muchas otras heroínas. Es decir, ella se mostró, desde un principio, como una mujer normal, como una chica linda que estaba decidida, como varias de nosotras, a demostrar que es mucho más que una cara bonita, pero que las circunstancias la obligaron a hacerse más fuerte de lo que antes hubiera planeado. Es por eso que me encanta esta nueva historia, pues me permite tratar de meterme en su mente. Espero que no me salga muy OOC, y que ustedes también lo estén disfrutando.
