Abrió lentamente sus ojos y notó que aún no había amanecido. Una expresión de sorpresa invadió su rostro al percatarse de que una mano la estaba tomando, fuertemente, por la cintura. Miró por sobre su hombro, tratando de no moverse mucho para no despertar al híbrido, el cual seguía dormido. Una sonrisa se formó en sus labios, al mismo tiempo en que sus mejillas se sonrojaban al sentir el cuerpo del joven pegado al de ella. No sabía en que momento habían terminado en aquella posición, pero se sentía bien

Inuyasha

Colocó su mano sobre la mano que la abrazaba y cerró sus ojos, volviendo a dormirse

Un par de horas después, la luz comenzó a traspasar la ventana, provocando que el hanyo se despertara. Inmediatamente se sonrojó al elevar un poco la sábana y encontrarse con sus manos entrelazadas en la cadera de la mujer, además de notar que su cuerpo completo estaba pegado a su espalda, lo cual no fue muy favorable para sus pensamientos

Ella volteó y le regaló una hermosa mirada, seguida por una reconfortante sonrisa

- Buenos días Inuyasha - pronunció con su tierna voz

- Buenos días, Kagome - le devolvió la sonrisa

Sin mediar más palabras, sus labios se unieron en una apasionado beso, el cual culminó con la joven sentada sobre él

Aquella vista lo embelesó aún más. Verla así, con sus piernas a medio abrir, con toda su feminidad sobre su ya crecida entrepierna, aquellos pezones asomándose detrás de su blusa, casi llamándolo para conocer sus labios

Pasó sus manos por sus piernas, las cuales ya se había acostumbrado a sentir, y pudo notar como la piel de estas se erizaba. El aroma de Kagome se había transformado y ya sabía el porque. La mujer comenzó a acariciar su pecho por sobre su haori, mientras se mordía el labio, en clara señal de deseo

- Inuyasha... - murmuró - ¿Quieres...?

- Por supuesto que quiero - susurró con sus ojos cerrados

- ¿Qué quieres?

Su mirada se abrió como una ventana, ni siquiera se había percatado de que la mujer se había despertado, sobretodo porque se encontraban en la misma posición, con sus manos aún entrelazadas

- Kagome - pronunció - Yo... pensé que estabas durmiendo

Notó que las mejillas de la chica poseían un tono rosado

¿Está avergonzada quizás?

- ¿En que estabas pensando? - indagó

- ¿Por... por qué preguntas? - pudo sentir el calor encendiendo sus propias mejillas

La mujer se volteó y, para sorpresa del híbrido, llevó su mano a su entrepierna

- Porque... has estado así... hace unos minutos - apretó ligeramente el bulto

- Bu... bueno... estaba... soñando

- Puedes decirme...

Abrió ligeramente sus ojos, notando que el olor dulce de la joven se intensificaba, mientras sus pupilas se dilataban

Está excitada

Pensó, entrecerrando sus orbes dorados, ante las caricias que ella estaba efectuando sobre su masculinidad

- Maldición

Gruñó y, antes de que se diera cuenta, se posicionó entre sus piernas, observando directamente sus ojos castaños, los cuales estaban casi negros. La imagen de Kagome sentada sobre él, pasó por su mente, lo que provocó que la besara intensamente

- Hm... - pronunció sobre sus labios, al sentir la dura entrepierna del hanyo rozar su feminidad

En un acto reflejo, él comenzó a moverse lentamente sobre ella, sin que sus bocas se apartaran una de la otra, por el contrario, las manos de ella aprisionaron su cintura, mientras que él, clavó sus garras a ambos lados de la almohada

¿Qué... qué me sucede? Esto... se siente tan bien

Pensó, tratando de asimilar todas las sensaciones que su cuerpo emanaba en ese momento. Ella lo aprisionó con sus piernas, obligándolo a chocar un poco más fuerte en su entrepierna, al mismo tiempo en que un suspiro abandonaba los labios de los dos

- Inuyasha... - susurró - ¿Quieres...?

- Si... Kagome... - siguió moviendo su cuerpo contra el de ella - Quiero... hacerte mía

- ¡INUYASHA!

- ¡¿QUÉ?! - abrió sus ojos

- ¿Estas bien? - notó la mirada preocupada de la joven - Estas... rojo, ¿tienes fiebre? - colocó su mano sobre su frente

- ¿Qué... qué estás haciendo? - apartó la mano rápidamente, mientras se erguía - ¿En que momento te despertaste? - preguntó al verla parada al lado de la cama

- Tranquilo - sonrió, cerrando sus ojos - Desperté antes de que sonara el despertador y... te veías tan tranquilo durmiendo que pensé que lo mejor seria...

- E... esta bien, no tienes que explicarme nada

- Iré a cambiarme - tomó su uniforme - El desayuno estará listo en unos momentos - salió, cerrando la puerta

- Esta bien

Entonces... fue sólo un sueño

Suspiró, con un dejo de frustración, al mismo tiempo en que caía de espaldas a la cama, esperando que tanto su corazón, como lo demás, se tranquilizara


- ¿Quieres que te acompañe, hermana? - preguntó la niña, mientras limpiaba el lugar

- No te preocupes, hermana - sonrió la mujer - Sólo saldré por unos momentos

Como ya era costumbre, tomó su arco y sus flechas

- ¿No llevaras el cesto? - preguntó, confundida, al ver como la mujer pasaba por el lado del recipiente, sin siquiera mirarlo

- No lo necesito, regresaré pronto - le dedicó una última sonrisa

Caminó hasta salir de la aldea, adentrándose en el bosque, en dónde su objetivo la estaba esperando

- Buenos días - sonrió, dedicándole una cálida mirada

Él no respondió, sólo se limitó a mantenerse sentado, con su espalda contra el tronco del árbol

- Supongo que sabes que Inuyasha no se encuentra aquí... de lo contrario, no te hubieras acercado demasiado

Caminó hacia el youkai, arrodillándose y colocando su mano sobre su frente

- Al parecer ya no tienes fiebre - miró el lugar en dónde supo estar su brazo - Y tu herida se percibe notablemente mejor... pronto estarás recuperado

Los prominentes orbes dorados del demonio no se alejaban del pálido rostro de aquella mujer, a la cual consideraba un misterio. Sin decir nada, tomó su brazo y la jaló hacia él, provocando que su rostro descansara en su pecho, sin embargo, Kikyou no se sorprendió, por el contrario, se apartó un poco y se arrodilló entre sus piernas, quedando a escasos centímetros del joven

No debería, pero... por alguna razón, sus brazos, se sienten reconfortantes

Acarició los lados de su cara, mientras un intenso brillo se desprendía de sus ojos castaños. Pudo sentir como la piel de su espalda se erizaba al sentir una de las manos de Sesshomaru acariciando esa zona, mientras su otra mano se posicionaba en la unión de su cintura y su cadera. Sonrió ante aquel contacto, mientras llevaba sus propias manos al cabello de él, casi como intentando aliviar los últimos suspiros de su dolor

Sesshomaru apoyó su rostro en su hombro y ella lo aprisionó aún más, con un notable abrazo, el cuál él correspondió, uniendo sus manos en la espalda de la mujer

- ¿Recuerdas la primera vez? - susurró la sacerdotisa

La mujer se encontraba recolectando unas flores

- Sé que a Inuyasha no le agradan las flores, pero quizás se sienta especial - murmuró

En ese momento, sintió una fuerte presencia cerca de ella

- ¿Quién eres? - preguntó, sin inmutarse en lo absoluto. No tuvo respuesta - Sé que me estas espiando - sonrió - Si vienes en son de paz... prometo no matarte

- Hm

Giró y miró una de las ramas de un gran árbol. Era diminuto debido a la distancia, sin embargo, pudo identificar rápidamente que se trataba de un demonio. Tomó su arco y una flecha, poniéndose en posición

- Puedes bajar o... morir ahí

Como un rayo que cae a la tierra, en sólo segundos se encontró con aquellos orbes dorados que, para su sorpresa, le resultaron bastante peculiares

- ¿Te conozco? - entrecerró sus ojos

- Kikyou - respondió

- Vaya... al parecer tú si me conoces - bajo el arco, sin dejar de estar a la defensiva

- Debí imaginarlo - hizo una pausa - Después de todo... Inuyasha es un mitad bestia

- ¿Inuyasha? - murmuró - ¿Cómo conoces a Inuyasha?

- Eso no te incumbe - giró y se alejo lentamente, perdiéndose entre los árboles

- Jamás sentí el deseo de dispararte - susurró, con sus ojos posados en la madera de aquel árbol que se encontraba detrás del youkai - Y... también sé... que... desde ese día... no pudiste alejarte de mi - sonrió

Sesshomaru despego su rostro de su hombro, encontrándose con aquellos ojos castaños llenos de tristeza y soledad

- Tu mirada - acarició su mejilla - Tus ojos vacíos... carentes de vida y de empatía... tu energía demoníaca... capaz de aniquilar a cualquiera que se interponga en tus planes - apoyó su frente sobre la suya

La mirada que me observa sin sentir nada

Había encontrado un ser con el cuál podía ser ella misma sin interés absoluto en lo que él pensara o sin el miedo de ser juzgada, ya que sabía que él no estaba interesado en lo más mínimo en ella o su día a día

¿Era posible un vínculo forjado sobre la misma nada? No lo sabía, tampoco quería averiguarlo, ya que, de alguna manera, lo que los unía era la escapatoria de sus sentimientos, responsabilidades, de su vida. Podía hablar de lo que fuera, porque el casi nunca le respondía. Estaba casi segura de que nunca llegarían a algo más... porque no estaban interesados el uno en el otro de esa manera

- ¿Me deseas? - susurró en su oído, provocando que el clavara sutilmente sus garras en su espalda

Si, la deseaba. Ella era la primera mujer sobre la que había puesto sus manos y no había matado, la primera humana que lo había intrigado, no por la belleza de su rostro o la perfección de su cuerpo, si no por el vacío de sus ojos. Aquella mirada que no transmitía emociones o sentimientos, aquellos ojos castaños carentes de vida

¿Qué demonios había visto Inuyasha en aquella mujer? ¿Cómo era posible que su hermano se hubiese enamorado de alguien que parecía no tener interés alguno en la vida? Inuyasha, un estúpido híbrido lleno de emociones, compartiendo su vida con alguien que emanaba todo lo contrario

Todo de ella era una incógnita, desde la forma fantasmal en la que se desplazaba por la aldea y los alrededores, hasta la firmeza con la que asesinaba a todo youkai que intentaba atacarla, sin piedad, sin clemencia, sin mostrar ningún estúpido sentimiento humano

El pálpito de su corazón no se modificaba cuando él se le acercaba, tampoco su dulce aroma, como si él no provocara nada en ella, como si su presencia no le indujera nada... y eso le agradaba

Dos almas solitarias que se había encontrado para olvidar su soledad, al menos por unos momentos


Bueno... sin comentarios jajaja