Estábamos a pocos minutos de salir de la base. Terminé de alistarme y me miré al espejo. Es la primera vez que uso el uniforme de NEST, ¿Es raro que me guste cómo me queda? Me hace sentir importante.

Luego de prepararme, fui a la pista de aterrizaje para abordar el avión. Lo único que sé es que la misión consiste en ir a Philadelphia en dónde está Sam. Parece que un robot llamado Brains escapó del escondite de Starscream y llegó a mi hermano. Los Decepticons los persiguen y su única esperanza, además de Bee, es el pequeño equipo de apoyo que estaba en Washington.

Creo que los problemas siempre seguirán a Sam.

Ahora, no estoy segura de cómo describir el ambiente por aquí. Hay alrededor de nueve Autobots compactados en la zona de carga del avión, sumado al grupo de soldados. Espacio personal es algo de lo que carecemos en este momento.

—¿Teníamos que venir todos en el mismo avión? —preguntó Todd entre dientes. Hice mi brazo hacia atrás, alcanzando a golpearlo con el codo—. ¿Qué? Al menos podrían transformarse en autos para ahorrar espacio.

—Deja de quejarte —susurré—. No seas niñita.

Pero admito que tiene razón. Esto es un poco sofocante.

Por suerte para nosotros, la primera parada fue anunciada por los altavoces. Estábamos sobrevolando Nueva York. Las trillizas tienen una misión secundaria buscando el posible escondite de Starscream, por lo tanto, se preparan para saltar.

—Recuerden que esta es una misión de infiltración —les dijo Optimus—. Elita, tú y tus hermanas se moverán sin detección colocando explosivos. Luego se reunirán con el resto de nosotros en Philadelphia —él hizo una pausa, analizando a una de ellas—. Podemos dejar a Arcee en el transporte.

Es cierto. Las heridas de Arcee volvieron a abrirse tras su última misión. Me pregunto si estará bien.

—Esa es la decisión de mi hermana. Si Arcee dice que puede completar la misión confío en ella —le respondió Elita—. Deberías recordar que yo siento lo que ella siente. Su deseo de venganza es tan primordial como el mío.

—Puedes creer en la victoria a cualquier costo, pero sé por experiencia que el precio es más alto de lo que se puedan imaginar —mencionó Optimus.

—Yo estuve allí, a tu lado... —masculló Elita, su tono se volvió áspero.

—Y tú nunca me perdonaste por lo que hice —Optimus sonó afligido.

¿De qué están hablando?

—Incómodo —se quejó Todd.

—¿Yo nunca...? Me dejaste en Cybertron mientras tú perseguías a la Chispa Suprema por todo el cosmos —le reclamó ella—. Vi morir a Chromia frente a mí y luego yo morí. Al final regresé y te seguí y... ¿Qué obtuve? Más Decepticons que mis hermanas y yo tenemos que matar.

No entiendo por qué le dice esto aquí.

—No olvides con quién estás hablando —dijo Optimus—. También he muerto, Elita.

—La diferencia es que cuando tú moriste... —su mirada se fijó en mí por un instante, eso me sorprendió y a la vez me puso nerviosa. No percibí rencor en ella, más bien, un sentimiento de tristeza—, tuviste quiénes se preocuparon por ti.

La rampa del avión bajó y las trillizas saltaron, dejándome con una extraña sensación de culpa. Optimus tenía la cabeza agachada, cómo si realmente le hubiera afectado lo que escuchó. No pude evitar acercarme a él. Me coloqué a su lado y apoyé una mano sobre su pierna. El contacto con el metal se sintió frío.

—¿Estás bien? —pregunté despacio. No quería ser invasiva.

—Todos los horrores que Elita y sus hermanas han vivido, hacen que ella no crea en mí —me confesó con pesar en voz.

—Desconozco exactamente qué habrá pasado pero... no puede culparte por las decisiones que tomaste en batalla —le dije—. Tú me enseñaste eso, ¿Recuerdas?

Puede que haya sido mi imaginación, pero tuve la impresión de que su mirada resplandeció por unos segundos. Parecía que él iba a decirme algo, sin embargo, hubo una repentina turbulencia que nos sacudió a todos. Perdí el equilibrio y me sujeté de lo primero a lo que mis manos se aferraron. Me abracé con fuerza y apreté los ojos esperando que el momento terminara.

Al cabo de unos minutos las turbulencias finalizaron. Nuestro destino fue anunciado a través de los altavoces, ya estábamos cerca. Abrí los ojos agradecida de que el mal momento hubiera pasado. Sentí que alguien estaba mirándome desde arriba, así que volteé y encontré a Optimus. Él parecía desconcertado, no entendí porque hasta que puse atención a lo que mis brazos se habían aferrado. Solté su pierna y me alejé de un salto.

—Perdón —me disculpé avergonzada. Se supone que no tendría que ser incómodo pero lo fue.

Antes de que la situación empeorara, la rampa del avión se desplegó y todos se prepararon para saltar. Lennox me llamó para darme instrucciones de cómo usar el paracaídas, aproveché eso para escapar de la vergüenza. Estaba nerviosa. Una vez que nos dieron la señal saltamos. Estar cayendo a tantos metros de altura y notar lo pequeño que se veía todo alteró mis nervios. Mordí la parte interior de mi mejilla para controlarme y no entrar en pánico.

El aterrizaje fue tan agitado cómo imaginé. Mis pies tocaron el suelo con fuerza, dándome una sensación de alivio por estar en tierra firme. En seguida comencé a retirarme el paracaídas y busqué a los demás para reagruparme. El lugar se había vuelto un auténtico campo de batalla, las explosiones no me permitían ver ni escuchar con claridad.

Corrí detrás de una pila de escombros y me oculté para poder estudiar el entorno con cautela. Fue así que a lo lejos reconocí un rostro que me hizo salir de mi escondite para llegar a él.

—¡Sam! —lo llamé pero no pareció escucharme. Corrí debajo del fuego cruzado evitando ser golpeada por algún proyectil, cuando estuve lo suficientemente cerca, me deslicé para poder frenar—. ¿Qué diablos está ocurriendo? —puse mi espalda contra el muro y miré a Sam—. ¿Por qué te atacan en la ciudad a plena luz del día?

Este no es el reencuentro de hermanos que hubiera imaginado.

—¡Todo es culpa de esta cosa! —gritó histérico. Con su pie pateó a un pequeño robot que cayó frente a mí.

¿Esa cosa es Brains?

—No seas tan duro, Sammy. Los chicos buenos debemos estar juntos —exclamó Wheelie. Apenas noté que también estaba aquí.

—¿Y por qué el otro enano está contigo? —lo señalé desconcertada.

—Es una larga historia —gruñó Sam.

—¡Somos refugiados políticos, niña! —me aclaró Wheelie ofendido.

—¡Iban a matarme! —Brains se levantó para gritar.

Fruncí el entrecejo y negué con la cabeza intentando poner en orden todos sus gritos y quejas.

—¿Ellos viven contigo? —Su silencio me brindó la respuesta—. ¿Qué piensa la universidad al respecto de eso?

—No tienen que saberlo mientras me dejen graduarme —contestó Sam molesto.

—Bueno, ¿Y qué hay de Mikaela? —inquirí, notando que su expresión cambió con ese nombre—. ¿Por qué no se quedan con ella mientras estudias?

—¿Quién? ¿La diosa guerrera? —preguntó Wheelie—. ¡No la menciones!

No entendí de lo que el pequeño estaba hablando, así que miré a Sam exigiendo respuestas. Él desvió la mirada y se rascó la cabeza.

—Ay, no puede ser —solté cuando creí entenderlo—. ¿Terminaste con Mikaela? ¡¿Sin consultarme?!

—¿Consultarte? Tengo que sacar una cita para verte —me reclamó—. Además ella me botó, es diferente.

—Sí, ahora sale con esa chica de la casa blanca —Wheelie lo expuso, recibiendo una patada de Sam al instante—. ¡Hey!

—¿Tienes nueva novia? —Esta vez yo le reclamé—. Justo cuando la otra ya me agradaba.

—¡Deja de juzgarme! No olvides que aún soy mayor —dijo señalándome—. El uniforme está embriagando de poder a mi hermanita.

—Ya no soy una niña —declare poniendo las manos sobre mi cintura con orgullo—. He crecido.

—Lo sé —su mano cayó sobre mi cabeza—. Creciste como cinco centímetros.

Solté un gruñido y lo escudriñe con la mirada, estaba a punto de vengarme pero el grito de Wheelie nos sorprendió.

—¡¿Quieren callarse para que podamos largarnos?!

Cierto.

Cavilé y recobré la compostura. Tomando a Sam del brazo, lo arrastré conmigo hacia el grupo de militares para que estuviera a salvo. Hubiera querido quedarme con él un poco más, ya qué es la primera vez en años que podemos hablar, pero Optimus estaba luchando. Tenía que ir y ayudarle. Puedo estar tranquila sabiendo que Sam estaría bien por ahora.

Me arrastré debajo del fuego cruzado para llegar a Optimus. Él estaba disparando contra Starscream, lo tenía acorralado. Realmente era extraño porque no se estaba defendiendo.

—¡Contéstame Shockwave! —escuché gritar a Starscream desde mi escondite—. ¡Dijiste que los Autobots estarían ocupados! ¡Esto no debería...!

Un disparo de Optimus mandó volando lejos a Starscream antes de que pudiera terminar esa oración. Me dejó intrigada. ¿Quién era Shockwave? ¿Por qué Starscream estaba tan alterado? No pude hallar una respuesta a esas preguntas ya que en ese momento, Optimus recibió un mensaje. El holograma de Jolt salió proyectado de su brazo.

—¡Prime...! ¡Este es Jolt...! —la señal era inestable, su imagen se cortaba—. ¡Necesitamos ayu-

Un estallido sonó del otro lado y el holograma finalmente se desvaneció.

—¡Jolt! ¿Qué está sucediendo? —preguntó Optimus—. ¡Jolt!

Una rara sensación invadió mi pecho, era cómo una opresión que por un segundo me dificultó respirar. Tengo un mal presentimiento.

—Ellos se están reprimiendo —comentó Wheeljack con sospecha.

—No me agrada... —murmuró Optimus—. Wheeljack, extiende tu campo de fuerza. Mantén a los Decepticons lejos de aquí.

La sensación de intranquilidad creció en mi pecho cuando distinguí una figura acercándose a la lejanía. Era Elita. ¿Por qué está sola? Venía de prisa y alarmada.

—¡Optimus, es una trampa!

—Elita... —Optimus se volvió hacia ella desconcertado—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—¡No hay tiempo! ¡Starscream no está detrás de esto! —gritó ella—. ¡Tenemos que regresar a la base, están en peligro! ¡Es Shockwave...!

Un escalofrío recorrió mi espalda. Volteé hacia arriba, una bola de fuego estaba cayendo. Elita no se había dado cuenta de que iba directo hacia ella.

—¡Cuidado!

Mi grito coincidió con la llegada de un Decepticon de un solo ojo. Aterrizó sobre Elita, su cuerpo fue aplastado y todas sus partes volaron en pedazos. Lo último que cayó fue su cabeza, rodó hasta detenerse cerca de mí. La luz de sus ópticos se fue extinguiendo. Tuve la certeza de que estaba muerta. Pensar en eso hizo que mi mano viajara hacia mi boca para taparla.

—Lo siento —el asesino de Elita habló—. ¿Interrumpí algo?

Este... ¿Este es Shockwave?

Estaba absorta. Lo siguiente que vi fue a Shockwave dispararle a Wheeljack por la espalda. Al igual que Elita, sus piezas volaron por todas partes. No podía creer nada de lo estaba pasando.

—¡¿Por qué?! —rugió Optimus furioso. Jamás lo había visto así.

—Es sencillo, cazar Autobots es un deporte —contestó Shockwave tranquilo—. Y ya he tenido suficiente por hoy —junto a él aterrizó un segundo Decepticon, mis ojos se ampliaron al reconocerlo—. Seguramente recuerdas a Fearswoop.

El prisionero de la base. ¿Por qué está aquí?

—Hey, Shockwave. Tengo una broma que te agradará —Fearswoop se preparó para saltar—. ¿Cuántos Autobots muertos se requieren para recargar una pareja de Energon?

Fearswoop saltó sobre Optimus pero en ese momento una barrera de energía se interpuso entre ambos. El Decepticon estalló al hacer contacto con el escudo.

—Niña... —alguien me llamó. Busqué de donde provenía esa voz, pertenecía a un moribundo Wheeljack que apenas funcionaba—. Dejé mi campo de fuerza activado, no resistirá mucho —dijo agonizante—. Si puedes alimentarlo con energía suficiente... ayudarás a Prime.

¿Mantener el campo de fuerza? Nunca he hecho uno tan grande. Ni siquiera sé si puedo mantenerlo. Pero tengo que ayudar, debo intentarlo.

Sin pensarlo corrí a uno de los extremos de la barrera y coloqué mis manos encima. La sensación era electrizante y a la vez agotadora.

—¡Grace, no lo hagas! —me ordenó Optimus—. ¡Debes salir y ponerte a salvo!

—¡Puedo resistir! —aseguré concentrada—. Dijiste que confiabas en mí, déjame hacerlo.

Sentí la mirada de Optimus durante unos instantes cómo si lo estuviera pensando. Al final creo que conseguí que lo aceptara.

—Shockwave, asesinaste a Elita-one y a mis amigos —habló Optimus—. Ahora estás encerrado aquí conmigo. Debiste haberlo pensado antes.

—¿Tú estás seguro de eso?

Un zumbido atravesó mis oídos, cuando volteé hacia atrás encontré a Shockwave observándome. Optimus se plantó delante de mí con la guardia en alto.

—Ni siquiera lo intentes —le advirtió severo.

Ellos se miraron mutuamente hasta que Optimus se lanzó a atacar. Comenzaron a luchar conmigo en un rincón tratando de hacer que el campo de fuerza se mantuviera activo. Optimus tomó a Shockwave y lo restregó contra la barrera, el calor de la energía derritió parte de su rostro pero pronto se liberó. Ese choque me obligó a reforzar el escudo, causando que mi cuerpo se sintiera pesado.

Estábamos encerrados en este domo de energía y la única forma de salir era con un ganador. Era difícil ver la pelea y concentrarme, así que apenas tenía oportunidad de dar un vistazo de vez en cuando, además de escuchar los golpes y estallidos a mis espaldas. De nuevo comencé a tener ese mal presentimiento. Mi oído se agudizó, podía escuchar el crujir del subsuelo cómo si algo se abriera camino y estuviera muy cerca.

—¡Optimus, cuidado! —grité, volteando hacia atrás—. ¡Hay algo debajo del suelo!

Lo que parecía una serpiente gigante mecanizada emergió de las profundidades de la tierra y golpeó a Optimus. Mientras él se reponía, la misteriosa criatura tomó el cuerpo de Shockwave para desaparecer de la misma forma en que llegó.

—¡Vuelve y pelea! —lo desafió Optimus en un grito furioso.

El campo de fuerza se desvaneció, caí de rodillas apoyándome sobre mis manos y respiré hondo intentando recuperar el aliento. Hace tanto que la verdadera adrenalina no recorría mi cuerpo.

—¡Hey, Hey! ¿Estás bien? —unos pasos se acercaron velozmente y luego me sostuvieron unos brazos—. ¡Rápido!, ¿Quién es la hermana de Luke?

—La princesa Leia —respondí aturdida.

—La princesa Leia Organa de Alderaan hubiera sido mejor pero lo acepto —soltó sonriendo. Reí cansada al saber que era Todd. Entonces una voz se aclaró haciéndonos notar que Optimus se había arrodillado—. Solo la revisaba. De nada.

Después de que Todd retrocedió, Optimus se inclinó hacia mí y me escaneó con la mirada buscando alguna anomalía. Pude percibir cierto alivio en él cuando encontró que no estaba herida.

—Tu esfuerzo fue formidable —dijo Optimus. Es alucinante el efecto que pueden causar en mí unas pocas palabras.

—Prime —Jazz se aproximó por detrás—, los Decepticons se retiran —le informó—. Pero hay más que eso... Ratchet hizo contacto con la base de Diego García.

Mis ojos buscaron al mencionado entre todo el desastre, Ratchet estaba agachado revisando dos cuerpos que pertenecían a Mirage y Wheeljack. Su estado era terrible.

—Ellos se encuentran muy graves, no puedo prometer que vuelvan a ser cómo eran antes —comentó con pesar—. Tampoco hay rastro de Arcee o Chromia.

—¿Qué hay de la base, Ratchet? —Preguntó Optimus inquieto.

—Es malo, Prime —admitió Ratchet—. La base fue atacada, no quedó ningún sobreviviente.

Mi cabeza dio vueltas. Por un segundo todo encajó en su sitio. Hicimos lo que ellos querían, caímos en una trampa desde el inicio.