CAPITULO 8


Gwen apretó la chaqueta de Miles alrededor de su cuerpo mientras seguía al hombre mayor frente a ella. El callejón oscuro y el sonido distante de la ciudad la estaban poniendo nerviosa. Esquivó botellas rotas, basura y cosas que ni siquiera quería saber que eran.

-Cuidado – dijo el hombre frente a ella, mirándola por encima de hombro. Gwen observó el rastro de vidrios rotos.

-¿Aún estamos lejos?

-No, ya casi llegamos

Giraron por una calle vacía y oscura, para luego bajar por una escalinata hacia el subterráneo.

Gwen bajó las escaleras con cuidado, las escaleras estaban mojadas por la lluvia. Un viento azotó con fuerza, haciéndola tiritar. Se hundió más en la chaqueta de Miles. Ella se alegró internamente que Miles haya olvidado la chaqueta en su casa, ahora con la chaqueta puesta se sentía más segura.

-Llegamos – anunció el hombre abriendo una puerta de metal oculta tras una pared dentro de la estación.

Él le hizo una seña para que entrara. Gwen sintió como el corazón le latía con rapidez. La ansiedad ahogándola por segundos. Dudó un momento, pero se armó de valor, caminó a través de la oscuridad al otro lado de la puerta.

Él la siguió cerrando la puerta tras de sí. Sacó una linterna y alumbro el camino frente a ellos.

-Bien, estamos debajo del laboratorio. Debemos subir un piso más y luego entraremos a ver que cosa está haciendo Kingpin.

-Si. ¿Estás seguro que Kingpin probará su experimento el día de hoy? – preguntó Gwen mientras se ataba el cabello en una cola de caballo.

-80% seguro

Gwen hizo una mueca no muy convencida mientras caminaba a través de los húmedos pasillos.

Deseó llamar a Miles o a Peter, decirles donde estaba por si las cosas no salían bien, pero Ben Urish le había dicho que sería muy peligroso si alguien más se involucrara.

-Por aquí – indicó el hombre girando a la izquierda y subiendo las escaleras.

Gwen lo siguió con el cuerpo helado por el frío.

Otra puerta de metal se presentó frente a ellos. Ben la miró y le pasó la linterna.

-Dame luz

Él saca una especie de llave extraña y la introduce en la cerradura. Hace un forcejeo y con un click se abre la puerta.

-Bien, estamos dentro – sonríe tomando nuevamente la linterna. El lugar está oscuro.

-No veo nada – susurra Gwen chocando contra la espalda del hombre.

-Lo siento

Ben vuelve a prender la linterna y caminan nuevamente por el pasillo. El teléfono del hombre suena. Él lo toma con rapidez y contesta.

-Hola, estamos dentro

Gwen trata de ver el lugar con la poca luz que le brinda la linterna. Parecía un pasillo de hospital. Un escalofrío recorre todo su cuerpo.

-De acuerdo. Sí, ella entrará fácilmente, es pequeña – responde Urish mirándola. Gwen levanta una ceja en señal de pregunta, pero él gira a un costado para no mirarla.

-Si vamos para allá

Una vez que corta la llamada, el hombre la mira y sonríe.

-En unos minutos estaremos dentro de la noticia

-Recuerda que competiremos crédito por el artículo de Kingplin – señala Gwen mientras vuelven a caminar por el pasillo.

-Sí, ya lo sé, niña

-Solo me aseguraba de que no lo olvidaras.

Llegan a otra puerta de metal. Gwen pone los ojos en blanco. ¿Cuántas puertas debían atravesar?

Ambos se quedan esperando por un minuto. Luego la puerta se abre rebelando a un hombre vestido de bata blanca.

-Urish, ya casi es hora – dice con nerviosismo. Se pone a un lado dejándolos pasar.

-Ella es Gwen, nuestra pequeña espía

-No soy pequeña – se queja Gwen mientras le pasa la mano al hombre de bata.

-Hola. Soy el Dr. Blake

Los tres se ponen a caminar por el pasillo.

-¿Entonces estás traicionando a Kingplin? – pregunta Gwen, apurando el paso cubriendo su cabeza con la capucha de la chaqueta. El lugar se ponía cada vez más helado.

-Él me traicionó primero. Además el Colisionador que está creando puede crear un agujero negro y destruir todo Brooklyn. Y la verdad no quiero morir de esa forma.

Gwen abrió los ojos sorprendida. ¿Kingplin estaba tratando de abrir un portal?

-¿Qué tan avanzado está el colisionador? –pregunta Urich con el ceño fruncido.

-Apenas estamos en la etapa experimental, pero ya está provocando varias anomalías. Esos temblores que se sintieron hace unos meses por ejemplo.

-Es una locura

-Así es niña – respondió el hombre con una sonrisa extraña. Gwen se alejó de él al sentir un mal sabor de boca.

Llegaron a un pasillo que conducía a una escalera.

-Muy bien, aquí nos separamos. No estoy autorizado a entrar a los laboratorios o las zonas de comandos.

-¿Y cómo estás aquí ahora mismo? – preguntó Gwen sorprendida.

El hombre sonrió con todos sus dientes. Gwen se estremeció en desagrado.

-El error de Kingplin fue no quitarme las tarjetas de entrada y salida cuando podía.

-Suficiente charla, tenemos que entrar y grabar ese Colisionador antes que nos descubran – dice Urish sacando una cámara portátil pequeña.

El hombre le da la cámara a Gwen. Ella se lo cuelga en el cuello.

-Muy bien repasemos esto – dice Urish mirándola a ella y a Blake.

- Te meterás en uno de los ductos de aire hasta llegar a la zona donde está el centro de comando, tratarás de grabar todo lo que puedas. Yo intervendré la cámaras de seguridad – dice Urish sacando una laptop de una mochila.

-¿No puedes intervenir las cámaras de los laboratorios y el centro de comando? – pregunta Gwen con los nervios de punta.

-No hay cámaras. Por seguridad – dice Blake negando con la cabeza.

Gwen chasquea con la lengua. Se agacha y ata con fuerza los cordones de sus zapatos. Respira hondo, mientras escucha a los dos hombres discutir en voz baja. Piensa en mandar un mensaje a Miles antes de entrar en este problema, pero no quiere preocuparlo. Ella niega con la cabeza.

-Si tenemos suerte el Merodeador puede hacernos el honor de presentarse – dice Urish con una sonrisa burlona. Gwen se levanta y lo mira.

-Odia a Kingplin – aclara Blake.

-Oh, sería cool – responde Gwen con una sonrisa nerviosa. Blake pasa un brazo por los hombros de Gwen y le sonríe.

-Buena suerte, niña

Gwen se aparta de él y asiente.

-Gracias

Urish ya camina hacia las escaleras con la laptop en mano.

-Muévete, Gwen

Ella corre a alcanzarlo. Cuando Gwen pone un pie en el primer escalón, siente como la ansiedad corre por sus venas.


Los ductos de aire son demasiados angostos. Gwen tiene que arrastrarse por ellos con una pequeña linterna en una mano para poder ver a donde ir. Se supone que debía arrastrase unos 300 metros y ya estaría encima del centro de comandos, pero siente que perdió la noción del tiempo y lugar. La respiración se vuelve cada vez más rápida, la adrenalina corriendo por sus venas.

-Por favor, donde estás estúpido colisionador – murmura Gwen arrastrándose con cansancio. Los brazos le duelen por el esfuerzo. Trata de hacer el menor ruido posible. Se arrastra 50 metros más cuando por fin ve una luz filtrar desde una rejilla. Un suspiro de alivio sale de sus labios.

Se inclina y puede ver a varios científicos hablar. A lo lejos ve una máquina gigante. Ella supone que es el colisionador.

Se quita la cámara del cuello y trata de colarlo por la rejilla para poder grabar lo que podía.

Entra estúpida cosa

Cuando por fin logra pasar la pequeña cámara se queda quieta tratando de escuchar todo lo que podía.

Es imposible escuchar algo sobre el ruido de los aparatos y el motor de la cosa gigante a los lejos.

El sonido de metal la sobresalta. El conducto de metal donde está se balancea ligeramente.

Mierda. No Puede ser.

El ducto de aire parece que no soporta su peso. Vuelve a balancearse está vez más fuerte.

No, no, no…

Nadie parece darse cuenta. Los científicos siguen hablando entre ellos sin prestarle atención.

Gwen busca su teléfono en el bolsillo de sus vaqueros.

"No puedo quedarme más tiempo, esta cosa se balancea"

"Soporta todo lo que puedas, tú puedes!

-Imbécil – murmura entre dientes.

Un fuerte ruido llama su atención. Vuelve a mirar a través de la rejilla. La máquina que ella supone es el colisionador se enciende, tirando chispas.

Un conteo se escucha por todo el lugar.

Gwen vuelve a mirar su teléfono, busca el nombre de Miles.

-A la mierda, Urish – murmura con molestia.

"Estoy en problemas"

Pasa un minuto y él no ve el mensaje. Ella frunce el ceño.

Un temblor se siente en el lugar. Gwen deja escapar un grito cuando todo el ducto se mueve. Otro chirrido metálico se escucha. Gwen sabe que debe salir de ahí.

Saca la cámara de la rejilla y la vuelve a colgar en su cuello.

"¿Qué? ¿Dónde estás?" contesta Miles.

Gwen duda en contestar.

"En un ducto de aire acondicionado"

Gwen trata de retroceder en el ducto, pero es imposible. Es demasiado angosto. Con un suspiro de ansiedad piensa si sería mejor seguir hacia adelante hasta encontrar alguna salida.

Otro temblor sacude violentamente las instalaciones. Gwen cierra los ojos tratando de soportar la sacudida.

Gritos, sonidos de personas corriendo llaman su atención. Vuelve a mirar por la rejilla y una luz purpura llama su atención. Inclina su cabeza y puede ver a un persona con una máscara holográfica purpura, destruyendo el lugar.

-El Merodeador – susurra Gwen con sorpresa. Saca su teléfono y trata de hacerle fotos.

-Peor es nada – murmura para sí misma mientras ve las imágenes borrosas del vigilante, como ella lo llamaba desde que se había enterado de sus actos de justicia.

El colisionador parece sacar más chispas y luces multicolores. Otro temblor vuelve a sacudir el lugar.

Gwen ahoga un grito. Este temblor es más fuerte. El ducto de aire se agita con fuerza golpeándola en la cabeza.

Miles la llama.

Gwen trata de arrastrarse pero es imposible. Cada vez que se mueve el ducto chilla como si se desprendiera.

Gwen sabía que estaba perdida. La respiración se vuelve cada vez más errática. Está entrando en pánico.

El teléfono sigue sonando. Con manos temblorosas contesta.

-¿Gwen? ¿Dónde carajo estás? – pregunta Miles con voz agitada, sonidos de gritos y explosiones se escuchan al fondo.

-Miles… - responde Gwen, tratando de respirar. Otro temblor sacude el lugar. Miles maldice en español al otro lado del teléfono y ella jura que escuchó a alguien decir esas mismas palabras, pero con una voz modificada abajo.

-¿Estás bien? ¿Por qué estás en un maldito ducto de aire? – Más ruido de pasos agitados.

-Porque soy estúpida – responde entre diente Gwen cuando el ducto se desprende inclinándose consideradamente. Ella suelta un grito ahogado cuando la parte trasera del ducto se desprende totalmente.

-GWEN, GWEN – grita Miles y ella está segura que oyó a la voz modificada decir su nombre. El metal cae al suelo con un fuerte ruido sordo. Ella respira con dificultad, mira por encima de su hombro y ve como sus piernas están colgando del ducto que apenas se sostiene. La caída sería dolorosa, ella calculaba que estaba a 10 metros de altura. Si caía mal podría incluso matarse.

-GWEN – grita Miles y ella ahora está segura que la voz modificada abajo era Miles. Otro temblor sacude el lugar, lo suficientemente fuerte para sacudir con violencia el pedazo de metal donde ella estaba. El ducto se inclina y ella resbala.

-NO, NO, NO, NO… - grita Gwen, ella suelta el teléfono. Trata de aferrarse a algo pero es imposible, ella cae al vacío.

El tiempo parece ponerse en cámara lenta. Ella cae, el ducto de metal cae con ella. En ese segundo piensa en la pesadilla de ella cayendo sin que Peter o Miles puedan atraparla. Parecía un chiste de mal gusto del destino. Más explosiones sacudieron el lugar. Alguien llamando su nombre.

Le hubiera gustado decirle a su papá y a Miles que los amaba y que lamentaba ser tan estúpida y decepcionarlos.

Cerró los ojos llenos de lágrimas. La gravedad tirando de ella. Sabía que cuando tocara el suelo, si no la mataba la caída, la mataría el pedazo de metal que caía justo encima de ella.

Antes de tocar el suelo, un fuerte cuerpo la envuelve y la tira a un lado. Ambos caen al suelo y ruedan. Ella suelta un grito cuando sus costillas son aplastadas por el abrazo mortal. El fuerte sonido del metal golpea el suelo. Las alarmas suenan por todo el recinto y los gritos todavía se escuchan.

Gwen se siente desorientada. Un pitido suena en sus oídos. El abrazo se afloja. Con dificultad trata de alejarse del cuerpo que la sostiene, pero un dolor sordo en las costillas la hace gemir.

-¿Estás bien? ¿Te duele algo?- pregunta una voz modulada encima de ella. Gwen abre los ojos. El Merodeador la mira a través de la máscara holográfica. Ella suelta un respingo y por instinto trata de alejarse de él, pero al ver un par de trenzas asomarse detrás de la máscara recuerda que Miles podría ser el Merodeador.

-Si… - responde ella con voz ronca. El grito al caer le había rasgado la garganta.

El Merodeador asiente, lleva una mano a un lado de la máscara y asiente como si estuviera hablando con alguien.

-Tengo que terminar esto. Quédate aquí – le dice él soltándola, camina con fuerza nuevamente al caos, la mira por encima del hombro antes de correr contra los guardias de seguridad que aparecieron de la nada.

Gwen nota los tenis purpura que Miles siempre lleva a la escuela.

Gwen comenzó a atar cabos. Cicatrices extrañas, el trabajo a medianoche con su tío…

-"Soy tan estúpida" – gime Gwen con dolor al levantarse. Ella buscaba al Merodeador, al justiciero y resulta que estaba durmiendo con él todo este tiempo.

Miles siguió golpeando a cada persona que se ponía en su camino. Destruyó todo artefacto del laboratorio. El colisionador se apagó bruscamente con una explosión que hizo sacudir el lugar. Gwen sabía que Kingplin aparecería en cualquier momento. Tenían que salir de aquí.

Miles parecía tener el mismo pensamiento. Con un golpe certero de la garra de metal, el último hombre cayó inconsciente o eso esperaba Gwen.

-Trabajo hecho – dice Miles todavía con la voz modulada caminando hacia ella. La agarra de la mano.

-Tenemos que salir de aquí. Kingpin enviará más de sus hombres– dice el merodeador señalando la puerta.

Ambos corren por los pasillos. Gwen trata de llevarle el paso. Aunque ella era atlética, era bailarina después de todo, le era difícil seguirle el paso mientras era casi arrastrada por él.

-Espera… No puedo – ella resbaló un par de veces. El dolor en las costillas se disparó. Miles la miró por encima del hombro.

-Ya falta poco – él la consuela. Siguen corriendo, giran por un pasillo. Llegan a una pared con ventanas altas. A lo lejos se escuchan pasos y gritos. Personas viniendo tras ellos.

Miles la agarra de la cintura atrayéndola hacia él. De algún lado saca una especie de red que sale disparada hacia el techo, se engancha y ambos salen disparados. Gwen grita de la sorpresa aferrándose a él.

Ambos llegan a la ventana. Miles rompe la ventana de un codazo. Pasan por la abertura y vuelven a caer al vacío hasta llegar a las afueras de un edificio.

Miles la vuelve agarrar de la mano y la arrastra con él hacia la oscuridad.

Gwen se siente sin aliento cuando llegan a un callejón lo bastante lejos del edificio. Ella se recuesta contra la pared de ladrillos. Cierra los ojos, cansada.

-¿Qué carajos hacías en ese lugar? – pregunta la voz modulada frente a ella. Gwen abre los ojos. Observa a la máscara purpura.

-Podría preguntar lo mismo, Miles – responde ella desafiante.

Ambos se quedan en silencio, mirándose. Una llovizna comienza a caer sobre ellos. Gwen tiembla de repente, no sabe si de frío o de molestia.

El merodeador lo nota. Suelta una especie de soplido, para luego hacer desaparecer la máscara holográfica. El rostro de Miles Morales con el ceño fruncido se revela ante ella.

-Entonces si eras tú… - susurra Gwen sin dejar de temblar. La llovizna ha humedecido su cabello y rostro.

- Sí, soy el Merodeador

Gwen se siente molesta, incluso engañada, pero sabe que su molestia es infundada. Ella también le ocultó cosas y arriesgó su vida por el estúpido artículo.

-Ahora es tu turno. ¿Qué hacías en ese ducto de aire arriesgando tu vida en el edificio de unos de los hombres más peligrosos de New York?

-Estaba… estaba investigando para mi artículo.

-¿Acaso estás loca? ¡Podrías haber muerto! – grita Miles cubriendo su rostro con una mano antes de volver a mirarla.

Gwen no se dejó intimidar.

-Mira quien habla, él que juega a los superhéroes. ¿Acaso todas esas cicatrices fueron por arreglar autos?

Miles frunce aún más el ceño. Ella lo imita. Ambos están a pocos centímetros del rostro del otro.

-Bien, dejemos esto aquí – murmura Miles entre dientes. – Tenemos que salir de aquí.

Miles camina y ella lo sigue.


Gwen frunce el ceño cuando Miles la conduce a un motel barato. Él paga una noche en una habitación. Ella no dice nada, solo lo sigue.

Una vez dentro, ella se sienta en la cama. Mira a Miles quitarse la chaqueta y arrojarla en el suelo sucio. Se acerca a la cama y se sienta junto a ella.

Gwen nota varios rasguños y moratones en los brazos del chico.

-¿Qué hacemos aquí? – pregunta Gwen.

-No podemos aparecer en este estado a Vision o nuestros apartamentos – dice Miles con voz cansada. Se frota la cara con ambas manos antes de dejarse caer en la cama.

-¿No tienes una guarida o algo así?

-Sí, algo así, pero no podemos usarlo por el momento.

-¿Por qué?

-Porque estás conmigo

Gwen abre los ojos sorprendida. Luego frunce el ceño.

-Perdón, no sabía que tu guarida era exclusiva para Merodeadores e idiotas disfrazados – dice ella apartando la mirada de él.

Miles ríe.

-Bueno, ese podría ser uno de los motivos.

-Mmm… imbécil

Ambos vuelven a quedarse en silencio. Ella se deja caer en la cama junto a él. Él rueda hacia ella para mirarla.

Gwen siente como su cuerpo vuelve a relajarse. El recuerdo de la caída la invade por un momento. Ella rueda para mirarlo, quedando frente a frente.

-Me salvaste – ella murmura. Miles sonríe, aparta los mechones rubios húmedos de su rostro pálido.

-Te dije que lo haría

Ella tiembla levemente. Se acerca más a él buscado el calor corporal que él le ofrece.

Él la agarra del rostro. La mira a los ojos antes de bajar la mirada a sus labios.

-Miles – ella murmura fundiéndose en los sentimientos que revoletean en su estómago. Puro afecto. Algo más allá de su explicación.

-¿Qué pasa?- susurra él sin dejar de mirarla. Con un pulgar le acaricia la mejilla.

-Creo que te amo – murmura Gwen sin dejar de sentir el fuego en su interior. No sabe si es la adrenalina dejando su cuerpo o por que tiene la necesidad de decirle eso, pero no puede dejar de decirlo.

Miles abre los ojos sorprendido, parece dudar un momento.

-¿Qué?

-Te amo – le repite ella pero en español. Miles suelta una carcajada al escucharla. Ella ríe entre dientes. Miles acerca el rostro de Gwen a él.

-También te amo, nena – dice Miles en español antes de besarla. Gwen gime en el beso. Ambos se besan con pasión. Sus lenguas juegan entre ellos. Ambos giran en la cama fundiéndose en el fuego del momento. La ropa desaparece sin que se dieran cuenta, el cansancio parecía haber abandonado sus cuerpos. En la habitación solo había lugar para gemidos, la piel húmeda golpeando una contra otra y palabras sucias y de cariño.