Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 27

JUEVES

6 DÍAS DESAPARECIDO

Bostezó mientras miraba fijamente la tostada que tenía delante. No tenía nada de hambre.

—¿Por qué estás tan cansada esta mañana? —le preguntó su madre mirándola por encima de una taza de té.

Bella se encogió de hombros moviendo la tostada por el plato. Jake estaba sentado frente a ella. Tarareaba mientras engullía una cucharada de cereales y balanceaba los pies bajo la mesa hasta que le dio una patada sin querer evitarlo.

Ella no reaccionó, sino que cruzó las piernas. De fondo sonaba la radio sintonizada en la emisora local, como siempre. La canción ya estaba terminando y el locutor empezó a hablar por encima de la batería.

—¿Pasas demasiado tiempo con el tema ese de Jamie? —preguntó su madre.

—No es un tema, mamá —dijo Bella sintiendo cómo se iba molestando cada vez más, como si fuera una capa bajo su piel, cálida e inestable—. Es su vida. Puedo estar cansada por eso.

—Vale, vale —dijo ella recogiendo el cuenco vacío de Jake—. Y yo puedo estar preocupada por ti.

Bella desearía que no lo estuviera. No necesitaba que se preocuparan por ella. Jamie sí.

La pantalla del teléfono de Bella se iluminó con un mensaje de Edward:

Voy a los juzgados a esperar el veredicto.

¿Cómo estás, preciosa? Bs.

Bella se levantó y alcanzó el teléfono. Con la otra mano cogió el plato y tiró la tostada a la basura. Notaba cómo la miraba su madre.

—Todavía no tengo hambre —explicó—. Me comeré una barrita de cereales en el instituto.

Solo había dado unos cuantos pasos por el recibidor cuando la llamó su madre.

—¡Que solo voy al baño! —contestó.

—¡Bella, ven aquí ahora mismo! —gritó su madre. Y era un grito de verdad.

Un sonido que Bella no le escuchaba muy a menudo: áspero y aterrado.

Ella sintió frío al instante, una sensación que la dejó completamente pálida.

Dio media vuelta y fue corriendo a la cocina, patinando con los calcetines sobre el suelo de roble.

—¿Qué, qué, qué? —dijo mirando de Jake a su madre, que se acercó a la radio para subir el volumen.

—Escucha —dijo.

—«… un hombre que paseaba a unos perros descubrió el cuerpo aproximadamente a las seis de la mañana de ayer en el bosque junto a la A413, entre Little Kilton y Amersham. La policía continúa en la escena. El fallecido aún no ha sido identificado, pero se ha descrito como un hombre blanco de unos veinte años. La causa de la muerte es, de momento, desconocida. Un portavoz de la policía de Thames Valley ha dicho…».

—No. —Esa palabra había debido de salir de ella, pero no recordaba haberla pronunciado. No recordaba haber movido los labios, ni el rasguño de la palabra al subir por la garganta, que se le estrechaba cada vez más—. No, no, nononono.

No sentía nada más allá de un entumecimiento, sus pies pesados se hundían en el suelo y las manos se le caían dedo a dedo.

—¿B… e… l… l …a?

A su alrededor todo se movía muy despacio, como si la habitación estuviera flotando, porque estaba allí con ella, en el centro del pánico.

—¡Bella!

Y todo volvió a su foco, a su tiempo, y podía escuchar los latidos de su corazón. Vio a su madre, que también tenía una mirada aterrada.

—Vete —le dijo agarrándola por los hombros y dándole la vuelta—. ¡Vete! Llamaré al instituto para decir que llegas tarde.

—«A continuación, una de mis canciones favoritas de los años ochenta. Aquí tenemos… Sweet Dreams».

—No… No p-puede estar…

—Vete —le repitió empujándola hacia el recibidor justo cuando el teléfono de Bella empezó a vibrar con una llamada de Harry.


Fue Harry quien le abrió la puerta con los ojos rojos y un tic en el labio superior.

Bella entró sin decir nada. Lo agarró del brazo, por encima del codo, durante un segundo largo y silencioso. Y luego lo soltó para decir:

—¿Dónde está tu madre?

—Aquí. —Su voz sonaba como un graznido.

Llevó a Bella hasta el frío salón. La luz no era la más adecuada, demasiado violenta, demasiado intensa, demasiado viva. Y Lilly estaba acurrucada, enrollada en una vieja manta en el sofá, con la cara enterrada en un pañuelo.

—Ha venido Bella —dijo Harry prácticamente susurrando.

Lilly levantó la mirada. Tenía los ojos hinchados y un aspecto diferente, como si se hubiera roto algo detrás de su cara.

No dijo nada, simplemente extendió los brazos y Bella se acercó torpemente para sentarse en el sofá. Lilly la rodeó en un abrazo y Bella se lo devolvió, sintiendo el corazón acelerado de Lilly en su pecho.

—Tenemos que llamar al detective Hawkins, de la comisaría de Amersham—dijo Bella retrocediendo—. Y preguntarle si han identificado el…

—James está hablando con ellos ahora mismo.

Lilly se apartó un poco para dejar un hueco entre ellas para Harry. Y una vez que este se sentó, presionando su pierna contra la de Bella, ella escuchó la voz de James cada vez más fuerte conforme salía de la cocina y caminaba hacia ellos.

—Sí —dijo entrando en la sala con el teléfono en la oreja, parpadeando cuando se dio cuenta de que Bella estaba allí. Tenía la cara grisácea y la boca tensa—. Jamie Potter. No, Potter. Con doble T. Sí. ¿Número del caso? Eh… —Miró a Lilly.

Ella empezó a levantarse del sofá, pero Bella intervino.

—Cuatro, nueve, cero —dijo, y James fue repitiendo los números—, cero, uno, cinco, dos, nueve, tres.

James asintió mirándola.

—Sí. Desparecido desde el viernes por la noche. —Se mordió el pulgar—. El cuerpo que han encontrado en la A413 ¿saben ya quién es? No. No vuelva a ponerme en esp…

Se inclinó hacia la puerta y la cerró, apoyando la cabeza sobre un dedo, arrugándose la frente. Esperaba.

Y esperaba.

Era la peor espera que Bella había experimentado en su vida. La presión que sentía en el pecho era tan grande que tenía que esforzarse mucho para que el aire pudiera pasar y salir por la nariz. Con cada respiración pensaba que iba a vomitar y se tragaba la bilis.

«Por favor», pensaba. No sabía a quién dirigía esos pensamientos. A alguien. A quien fuera. «Por favor, por favor, por favor, que no sea Jamie. Por favor». Se lo había prometido a Harry. Le había jurado que encontraría a su hermano. Le había prometido que lo salvaría. «Por favor. Por favor. Él no».

—¿Les parece bien que esté aquí? —murmuró en silencio.

Harry asintió y le agarró la mano, uniendo las dos palmas sudorosas. Bella vio que también le agarraba la mano a su madre por el otro lado.

Y esperaban.

James tenía los ojos cerrados y se apretaba los párpados con la mano libre, tan fuerte que debía de dolerle, y su pecho se elevaba con movimientos irregulares.

Y esperaban.

Hasta que…

—¿Sí? —dijo James abriendo los ojos de golpe.

A Bella le latía el corazón tan intensamente y tan rápido que parecía que no era más que eso: un corazón con piel vacía alrededor.

—Hola, detective —dijo James—. Sí, por eso he llamado. Sí.

Harry le apretó aún más la mano a Bella, tanto que notó los huesos.

—Sí, entiendo. Entonces es… —A James le temblaba la mano—. Sí, comprendo.

Se quedó en silencio, escuchando lo que le decían al otro lado del teléfono.

Y entonces su expresión se desmoronó.

Se partió por la mitad.

Se inclinó hacia delante y aflojó la mano con la que agarraba el teléfono. Se puso la otra en la cara y gritó. Un sonido agudo e inhumano que le destruyó todo el cuerpo.

Harry soltó la mano de Bella y abrió la boca.

James se levantó con la cara llena de lágrimas.

—No es Jamie —dijo.

—¿Cómo? —Lilly se levantó de un salto, agarrándose la cara.

—No es Jamie —repitió James, ahogándose en un sollozo y soltando el teléfono—. Es otra persona. Su familia lo acaba de identificar. No es Jamie.

—¿No es Jamie? —insistió Lilly como si todavía no se lo creyera.

—No es él —aseguró James apresurándose hacia delante para atraerla hacia él, fundiéndose los dos en un abrazo entre sollozos—. No es nuestro niño. No es Jamie.

Harry se separó de Bella con las mejillas sonrojadas y marcadas por las lágrimas, y se unió al abrazo de sus padres. Se apretaron y lloraron; un llanto de alivio y de dolor y de confusión. Lo habían perdido durante un tiempo. Durante unos minutos, en sus cabezas y en la de ella, Jamie Potter había muerto.

Pero no era él.

Bella se apretó los ojos con la manga de la sudadera y notó cómo las cálidas lágrimas empapaban la tela.

«Gracias —pensó hacia esa persona invisible en su cabeza—. Gracias».

Tenían otra oportunidad.

Ella disponía de una última oportunidad.


Nombre del archivo:

Asesinato para principiantes. TEMPORADA 2:

Entrevista con James Potter.

Bella: Vale, ya estoy grabando. ¿Está bien?

James: Sí, estoy listo.

Bella: ¿Por qué no ha querido involucrarse o que le entrevistara hasta ahora?

James: ¿Sinceramente? Porque estaba enfadado. Estaba convencido de que Jamie había vuelto a escaparse. Y él sabe cuánto nos preocupamos la primera vez que lo hizo. No quería ceder ante la idea de Lilly y Harry de que había desaparecido de verdad porque realmente no lo creía. No quería creer que pasaba algo. Cualquiera diría que prefiero estar enfadado con Jamie. Pero estaba equivocado. O eso creo. Ya ha pasado demasiado tiempo. Y, si estuviera por ahí, ya se habría enterado de tu pódcast a estas alturas. Habría vuelto a casa si hubiera podido.

Bella: ¿Y por qué pensó que Jamie se había vuelto a escapar? ¿Por la discusión antes del homenaje?

James: Sí. No me gusta que discutamos, solo quiero lo mejor para él. Quiero hacer que tome buenas decisiones para su vida, que se dedique a algo que le guste. Sé que puede hacerlo. Pero parece estar atascado desde hace varios años. Puede que yo no lo haya enfocado de la manera correcta. No sé cómo ayudarlo.

Bella: ¿Y sobre qué fue la discusión del viernes?

James: Pues… Fue algo que llevaba ya un tiempo acumulándose. Me había pedido prestado un montón de dinero y, yo qué sé, dijo algo que me llevó a hablar de responsabilidad y de encontrar un trabajo. Jamie no quería escucharme.

Bella: ¿Cuándo le pidió dinero?

James: Pues… Lilly estaba en bádminton, así que debía de ser martes. Sí, el 10 de abril.

Bella: ¿Le dijo para qué lo necesitaba?

James: No, eso es lo que me molestó. No quiso decírmelo. Simplemente me dijo que era muy importante. Por supuesto, me negué. Era una cantidad ridícula.

Bella: Si no es indiscreción, ¿cuánto dinero le pidió Jamie?

James: Novecientas libras.

Bella: ¿Novecientas?

James: Sí.

Bella: ¿Novecientas libras exactas?

James: Sí. ¿Por qué? ¿Qué ocurre?

Bella: Es que… Hace poco he escuchado esa misma cantidad, relacionada con otra persona. Con un tío que se llama Luke Eaton. Mencionó que había perdido novecientas libras esta semana. Y creo que está metido en rollos de dr… Bueno, ya sabe. Lo investigaré. Vamos a seguir. Cuando se fue del pub el viernes por la noche, ¿a qué hora llegó a casa?

James: No recuerdo fijarme en la hora exacta, pero desde luego fue antes de las 23.30. Puede que a eso de las 23.20 pasadas.

Bella: Y no había nadie, ¿verdad? ¿No vio a Jamie?

James: No, estaba yo solo. Me fui a la cama, pero escuché llegar a Harry más tarde.

Bella: ¿Y no hay forma de que Jamie hubiera podido entrar antes que Harry? ¿Justo después de que usted llegara?

James: Qué va. Estuve un rato en el salón. Me habría enterado.

Bella: Creemos que Jamie pasó por casa a recoger la sudadera y el cuchillo, así que debió de marcharse antes de que usted llegara. ¿Sabe algo del cuchillo?

James: No. Ni siquiera me había fijado en que no estaba hasta que me lo dijo Lilly.

Bella: ¿Dónde estuvo el fin de semana pasado, tras la desaparición de Jamie? Harry me ha dicho que no pasó mucho tiempo en casa.

James: Estaba buscándolo con el coche. Pensaba que lo encontraría en algún sitio, desahogándose. Y que podría hablar con él, arreglar las cosas, conseguir que volviera a casa. Pero no lo encontré.

Bella: ¿Está bien, señor Potter?

James: No. Estoy muerto de miedo. Aterrado por la posibilidad de que discutir fuera lo último que hice con mi hijo. Las últimas palabras que le dije estaban llenas de rabia. Nunca le dije que lo quería, y me da pavor no volver a tener esa oportunidad. Jamie acudió a mí, me pidió ayuda y yo lo aparté. «Una cuestión de vida o muerte» fue lo que te dijo tu madre del dinero, ¿no? Y yo se lo negué. Soy su padre, se supone tiene que poder acudir a mí para lo que sea. Me pidió ayuda y le dije que no. ¿Y si todo esto es culpa mía? Si le hubiera dicho que sí, quizá… quizá…