Capitulo XV

El durante el gobierno de Antonino Pío había sido testigo de menos de una década de paz, lo que había dejado al imperio con una grave escasez de mano de obra para el gobierno de Marco Aurelio. Sólo un número limitado de ciudadanos eran elegibles para el servicio legionario y solo un número limitado de esos hombres estaban dispuestos a arriesgar sus vidas en la batalla por Roma. De hecho, los ciudadanos italianos eran casi universalmente reacios a convertirse en soldados; sólo la amenaza de que sus casas fueran saqueadas fue suficiente para motivar a los voluntarios durante las Guerras Marcomanas.

Ante esta realidad y viendo una segunda era de Pax Romana, Perseo tomó la opción más disponible: aumentar la base de reclutamiento. Más formalmente, esta ley abolió el Ius Latinum (Derecho Latino) como etapa mediata en la adquisición de la ciudadanía y se amplio el Ius Cives Romani (Derecho de Ciudadanía). Con este acto se concedía la ciudadanía plena a todos los portadores del ius latinum. Cientos de miles de personas más ahora podrían unirse a la Legión y no se perdió el tiempo pidiendo que devolvieran este regalo de ciudadanía sirviendo.

También se agregaron amplias concesiones de ciudadanía en las ciudades de Epiro, Macedonia, Lydia y Acaya. Básicamente, se le dio la ciudadanía romana a toda la Helade. el edicto aumentó en gran medida la disponibilidad de reclutas, ayudando al ejército a recuperar su número durante este tiempo de relativa paz.

Aparte de este beneficio concreto, el edicto dejó sólo los derechos de cives (ciudadanos) y peregrini (no ciudadanos) para distinguir a los residentes libres del imperio. La propaganda enfatizaba una frontera más clara que separaba a la ciudadanía de los provinciales y los extranjeros, con imágenes en monedas que circulaban en Italia conectando la ciudadanía con la protección de la ley civil y con praecones (heraldos) en muchos municipios pagados para hablar bien de ser ciudadano. A pesar de cierta controversia, la propaganda representó un aumento en el prestigio y la conveniencia de la ciudadanía, impulsando en parte pero también impulsando la fuerza motivadora que ya rodeaba la idea de ser ciudadano.

Más adelante, en el año de esta ley, Perseo trabajó con el Senado en un proyecto de ley que reforzaba las leyes matrimoniales de Augusto, penalizando aún más a los ciudadanos solteros en todo el imperio y recompensando directamente la maternidad en la capital. Ahora bien, un soltero que recibía una herencia debía una quinta (20% de impuesto) sobre la parte que hubiera recibido, además de que su propia herencia ya era caducum (propiedad del Estado) al momento de su muerte. Un ciudadano varón podría aceptar 15 denarios cada año durante diez años después del nacimiento de cada hijo después del primero, mientras resida en Italia. Finalmente, Perseo legalizó los matrimonios entre soldados y mujeres nativas que vivían cerca de fuertes y campamentos, legalizando la práctica no autorizada de encontrar esposa entre los lugareños.

Lemon

La diosa lobo Lupa se sintió atraída por César Perseo. Vesta hablo de lo bueno que era "manejando las cosas del Imperio". Después de saber que venía a visitar la Higuera Ruminalis supo lo que era el momento de atacar, vería qué tan digno era este emperador.

Lupa, en forma humana de una mujer joven y grácil, con cabellos platinos como su pelaje y ojos amarillos, esperó, lista para atacar. Se lamió los labios al pensar en su presa, que acaba de entrar en su cueva.

Ella se abalanzó sobre Perseo, estaba a punto de enterrar sus garras él. Pero, antes de rasgar su piel, Perseo lanzo una mirada directamente a sus ojos. Ella se paralizó, cada instinto de su cuerpo le decía que corriera, que saliera de la visión de esa bestia... Pero ella no corrió.

Lo siguiente que paso fue que sus labios se juntaron en un beso apasionado y caliente. Perseo apretó con más fuerza el cuerpo de Lupa y la empujó hacia una sesión de besos muy ruda y primitiva, a la que Lupa correspondió. Los dedos de Lupa bailaron por el cuerpo fuerte y musculoso de Perseo, ella le arrancó la vestimenta, y sonrió cuando inhaló el poderoso aroma de la excitación de un alfa.

–Finalmente, un macho digno– dijo Lupa.

Perseo la encontró a mitad de camino con otro beso caliente y salvaje. La mano de Lupa se metió entre las piernas de Perseo y comenzó a frotar su verga con movimientos circulares. Perseo gimió cuando los dos jugaron el uno con el otro. La boca de Lupa trabajó sobre el pecho desnudo de Perseo y comenzó a adorar sus abdominales, mientras bajaba por su premio, una verga de más de 20 pulgadas.

–Grrrr, macho adecuado y viril– gruño Lupa en aprobación, mientras su boca se acercaba a su verga.

Perseo pasó su mano por sus mechones platino, mientras la mujer salvaje empujó sus labios hacia su duro miembro, con cada pulgada de Perseo atravesando el fondo de su garganta. Lupa tragó su virilidad, haciendo un ruido muy intenso, chupando agresivamente, mientras Perseo se movía hasta el fondo de su garganta.

–MMMNNNNN, MMMNNNNN, MMMNNNNN–

Los sonidos que hacía eran intensos y voraces. Después de varios meses de luchar contra su celo se había vuelto insoportable, pero ella no iba a satisfacerse con cualquier macho, prefería la muerte. Perseo hundió su polla en la garganta de Lupa. Sus bolas golpearon su barbilla cuando la agarró por su cabello platino y la cogio por la garganta.

–Me estoy acercando– gimió Perseo –Será mejor que lo tomes todo, perra–

"Oh sí, así debia hablar un macho de verdad" aprobó Lupa, mientras tomaba sus bolas y las ordeñó.

No tuvo que esperar mucho antes de que Perseo estallara en su hambrienta cavidad. Lupa dejo escapar otro gemido caliente antes de inclinar la cabeza hacia atrás, adorando la semilla caliente y pegajosa siendo bombeada en el fondo de su garganta. Perseo continuó follándose su cara con múltiples embestidas, metiendo chorro tras chorro de semen en su estómago.

Una vez terminado el abuso, Lupa soltó un lindo erupto, sonrió y se acercó a él.

–Sígueme– gruño Lupa y se giró, balanceando sus caderas, mostrando su trasero tentador.

Perseo puso sus manos en sus caderas en el momento en que llegaron a la guarida de Lupa. Él tomo su tiempo para observar su coño lampiño, brillando de excitación. Perseo la empujó sobre la paja que usaba de cama, abriendo sus piernas.

–Mia– gruño Perseo.

–Si, hazlo– gruño Lupa.

La hermosa loba estaba retorciéndose expectante debajo de él y Perseo supo que estaba en celo. Ese olor hizo que la verga de Perseo palpitara y ansiara devastar su cuerpo hasta que perdiera la capacidad de caminar. Él le apretó las tetas y ella gimió, mientras los dedos de Perseo pellizcaban sus pezones y su lengua bailó contra la parte posterior de su cuello, y le lamió la oreja, volviéndola completamente loca de placer.

–Ponte en cuatro patas– ordenó él.

Lupa así lo hizo y le presentó su culo apretado, y su coño mojado para él. Perseo la agarró de sus caderas y la rodeó con su cuerpo. Perseo se hundió profundamente en la hermosa mujer debajo de él. Cada gloriosa pulgada de su verga se hundió profundamente en el coño de Lupa, haciéndola gritar.

–SI, EMPUJA DENTRO DE MI– jadeó Lupa.

Perseo se inclinó dentro de ella y empujó más profundamente dentro de ella. El coño apretado de Lupa devoró la longitud de Perseo cuando entró dentro de ella. Perseo golpeó su cérvix con cada embestida dentro de ella. Lupa ordeñó la verga de Perseo mientras él estrellaba sus bolas contra su culo e hicieron que ella explotara por él.

–SIGUE ASÍ– gruñó Lupa –MÁS FUERTE, MÁS RÁPIDO, MÁS PROFUNDO–

Perseo aguantó su orgasmo y con mucho cuidado reorganizó sus entrañas. La posición había sido cambiada, ahora Perseo llevo a Lupa en una prensa de apareamiento y se estrelló profundamente dentro de ella. Las piernas de Lupa estaban en los hombros de Perseo, sus uñas se clavaron en su piel y clavo sus dientes contra el cuello de Perseo mientras él la montaba.

–CÓGEME, DAME A TUS CACHORROS– le suplicó Lupa –NECESITO QUE ME CRÍES–

Sus paredes se cerraron a su alrededor y Perseo gimió cuando empujó un poco más dentro de ella. Lupa gimió y Perseo se hundió dentro de ella y la hizo llorar en voz alta por más de él. Sus bolas golpearon contra su cuerpo, cuando él empujó un poco más profundamente dentro de ella, meciéndola con múltiples embestidas. Lupa se aferró fuerte y dejó escapar otro grito cuando Perseo se hundió en ella. Sus uñas se clavaron en el cuerpo de Perseo. Ella ordeñó su dura verga antes del punto final de ambos.

–Aquí vamos– susurró Perseo.

Lupa se corrió con fuerza y apretó con fuerza el miembro de Perseo. Él se aferró a sus pezones y los chupó. Ella abrazó el cuerpo de Perseo contra el suyo cuando él la empujó y explotó dentro de ella. Lupa dejó escapar otro grito bestial cuando la semilla del emperador se derramó dentro de su cuerpo. Ella ordeñó la verga de Perseo, permitiendo que su semilla le llenara hasta los ovarios.

–Tan... llena– suspiraba Lupa –Definitivamente... tendré... a tus cachorros–

Ellos quedaron en esa postura, ella amaba sentir el peso sobre su cuerpo más pequeño. Lupa no sentía las piernas, pero apretó su coño contra su verga. La mirada salvaje en los ojos de Lupa indicaba que quería más. Él no sería quien decirle que no a la segunda madre de Rómulo.